Está en la página 1de 9

Universidad de Santiago de Chile

Facultad de Humanidades
Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales
Identidad, raza y género: claves del movimiento afrolatinoamericano en el Cono Sur.

Control IV:
Mujer, cimarronismo y afrocentrismo en los movimientos
afrolatinoamericanos

Estudiante: Cristóbal Fuenzalida Pinto

Profesor: María Elena Oliva Oliva.

Santiago de Chile, 19 de enero de 2019


I.- ANALICE LOS ENFOQUES DEL CIMARRONISMO Y AFROCENTRISMO
CONSIDERANDO SUS PRINCIPALES CARACTERISTICAS Y PROBLEMATICAS.

Para comprender el movimiento afrolatinoamericano debemos entender dos


enfoques que se han dado dentro de él, que no son excluyentes, pero si se diferencian en
varios aspectos, estos enfoque y mecanismos de acción son el cimarronismo y
afrocentrismo.

Cuando hablamos de cimarronismo, hablamos de un proceso de resistencia, un


proceso emancipador, no solo de las condiciones materiales en que vivían los esclavos afro
en América Latina, sino que, a su vez, a un proceso de resignificación y autodeterminación
por parte de los esclavos cimarrones. El cimarronismo comúnmente lo vemos asociado a
los esclavos que huían de sus amos y conseguían de esta manera su libertad, los cuales
confluían en comunidades cimarronas (palenques, quilombos, etc) en donde se
conformaban como comunidades de resistencia y subalternas al régimen colonial.

“El cimarronaje fue la gesta de la libertad y heroísmo de valientes hombres y


mujeres, que rebeldizados desde los palenques convocaban al convocaban al
conjunto de las poblacines esclavizadas a luchar hasta la muerte por la
dignidad, la identidad africana y el derecho a la vida en liberad. La máxima
expresión política de la lucha cimarrona ocurrió con la toma del poder en Haití,
donde después de una prolongada guerra cimarrona, los libertadores
cimarrones proclamaron la victoria” (Mosquera: 2)

De esta manera, el cimarronaje no se construye simplemente como un elemento


esporádico ni desorganizado, sino como una estructura política de resistencia del pueblo
afrodescendiente en contra de los mecanismos de dominación y una respuesta
emancipatoria a la hegemonía colonial. De manera similar, el cimarrón, “al tiempo que
resiste la esclavitud y sus consecuencias mediante la búsqueda explicita de
autodeterminación en la fuga y el palenque, propone una relaboración identitaria propia a
través de esa autonomía precaria e inestable, pero real” (Miranda. 2011: 47-48). El
cimarronaje se constituye más allá que la acción rebelde, sino como un elemento cultural,
no solo en el aspecto de rescate de la cultura africana, sino que el cimarronaje se ve como
un elemento “complejo en el que se descarta, por imposible, el retorno físico al África
(condensado en el mar), y se propone el regreso cultural mediante la precaria, pero «libre»,
recuperación en el palenque de los vestigios africanos. Recuperación no pura, sino
catalizada por la incorporación de lo otro plural (occidental, indígena, etc.) a ese sustrato,
aunque sea en las condiciones conflictivas de la situación colonial” (Miranda. 2011: 49)

En este sentido, el cimarronaje en si, es la muestra de la autoidentificación de los


pueblos afrodescendientes en América Latina, convirtiéndose en una estructura politico-
cultural que nos da luces de una identidad afrolatinoamericana, ya que si bien, se puede ver
como un proceso homogéneo en como se ha presentado, la diáspora afro y afrodescendiente
en América Latina tiene sus particularidades en cada espacio local, asi ser afrodescendiente
en Perú no es lo mismo que serlo en Colombia, por las condiciones materiales y culturales
que se presentan. Pero aún así, el cimarronaje nos permite hablar pese a las diferencias
como un núcleo relacional de las reconstrucciones culturales de la diáspora africana en
América Latina y el Caribe.

Por otro lado, el afrocentrismo como movimiento, no es visto como un reemplazo


de las lógicas eurocéntricas para emplazarse ellos como lógicas hegemónicas, sino que
busca la eliminación de las lógicas de poder y exclusividad para instaurarse como un
elemento que, junto con los movimientos indigenistas, por ejemplo, y en conjunto con los
conocimientos “blancos”, romper las lógicas de dominación cultural y de conocimiento.
Para ello,

“la afrocentricidad en Iberoamérica y el Caribe, significa recuperar las raíces


africanas negadas, censuradas o discriminadas por nuestras sociedades blancas
a lo largo de la esclavitud y las repúblicas pos-esclavistas. Ser afrocéntrico
significa, en este contexto, rescatar, reconectarse, valorar tradiciones
8culturales, espirituales, artísticas, literarias, filosóficas, epistémicas,
historiográficas, comunitarias, políticas, de organización social, ambientales)
que son o fueron practicadas por comunidades negras de Iberoamérica, y, junto
con ella abrirse a otras tradiciones culturales vivas en el continente africano”
(De Carvalho. 2012: 183-184).
Esto quiere decir, que el afrocentrismo tiene como objetivo principal la recuperación
de los elementos africanos de América Latina y el Caribe, y generar una interrelación
directa entre la cultura afrolatinoamericana y la cultura africana.

Ahora, ambas propuestas no presentan sus puntos a favor y puntos en contra debido
a algunos sesgos que presentan desde puntos de vista que se pueden ver reduccionistas,
pero para comprender este proceso dentro de lo que es la diáspora afrodescendiente en
América Latina y sus particularidades, es necesario entenderla dentro de sus complejidades
y características únicas de cada espacio. Un ejemplo claro, puede ser el caso chileno, como
lo describe Marta Salgado (2010), en donde la afrodescendencia y la presencia afro en el
país ha sido totalmente invisibilizada, y solo a partir de la ultima década se ha producido un
proceso de visibilización y reconstrucción de la presencia afro en chile a partir de los
elementos esclavistas desde el “descubrimiento”, conquista, colonia, independencia y
constitución de la república, en donde históricamente se había negado la presencia de
elementos afrodescendientes en la sociedad chilena como elementos participantes de esta.
En este ejemplo, debido a la densidad de la población no podemos hablar de un proceso de
cimarronaje a partir desde un ámbito político y la construcción de comunidades cimarrones
en si, pero si podemos hablar de un proceso de cimarronaje cultural (Miranda. 2011) y por
sobretodo de una reconstrucción social-histórica-cultural de la afrodescendencia chilena.

En este sentido, la clave para entender ambos enfoques es construir una


interrelación entre los aportes que nos da el afrocentrismo como un elemento de valoración,
reconstrucción y rescate de los elementos afro dentro de las sociedades y pueblos
afrodescendientes actualmente, ya que su legado cultural es parte fundamental y cimental
de lo que son ahora, y entender y preservar estos aspectos es fundacional para ellos. Por
otro lado, es imperante también constituirse a partir de una identidad particular y general,
como afrochilenos en el caso del ejemplo mencionado, entendiéndose no solo desde su
legado africano, sino también desde los aportes europeos e indígenas, y constituirse
además, como afrolatinoamericanos, sujetos a un pasado común y que se refleja en un
presente neocolonial, en donde los elementos neoliberales, sexistas y racistas, atraviesan a
las sociedades afrodescendientes indiscriminadamente, pero en distintivos niveles de
incisión.
II.- ANALICE EL ROL DE LAS MUJERES EN EL MOVIMIENTO
AFROLATINOAMERICANO, CONSIDERANDO SUS PRINCIPALES APORTES
TEORICOS A LA DISCUSIÓN AFRODESCENDIENTE EN EL CONTINENTE.

El movimiento afrolatinoamerica a partir de la década de los 90 comenzó a forjarse


desde una perspectiva femenina, las mujeres comenzaron a colmar y ser las principales
articuladoras del movimiento afro en América Latina y el Caribe. En este sentido, en los
últimos años, han sido las organizaciones Afrolatinoamericanas lideradas y compuestas por
mujeres, las que han tomado el bastión de resistencia y articulación del movimiento afro.

Dentro de los más grandes hitos dentro de la organización del movimiento afro en
américa, fue el movimiento negro de liberación en EE.UU, en el cual a partir
principalmente de las componentes de las Panteras Negras, como Angela Davis, Assata
Shakur, Elaine Brown, entre otras, comenzaron a visibilizar influenciadas e influenciando
la segunda oleada del feminismo (entendiéndose como un proceso dialectico de formación
entre las diferentes teóricas a nivel mundial) el rol de la mujer dentro de la sociedad. Para
ello hicieron visible que los problemas no estaban solo dados por la raza, la clase social y la
etnia, sino que un elemento fundante y transversal era la discriminación sexual,
principalmente a través de la construcción social asociada al sexo y los elementos culturales
homogéneos dotados a las mujeres en su construcción de objetivación sexual, abuso y
discriminación laboral, abuso sexual y violencia en todos sus aspectos y escalas. De esta
manera se logró una articulación teorica-practica entre antirracismo, antisexismo y clases
sociales.

“Estas mujeres han sido antecedentes importantes de los que hoy se conoce como
Black Feminism, propuesta que interrelaciona las categorías como sexo, raza, clase y
sexualidad en el marco de sociedades poscoloniales” (Curiel. 2007: 95). En este sentido el
rol de la mujer, de pasar a ser una componente invisibilizada en la lucha dentro de los
movimientos afrolatinoamericanos, o de ser un elemento que esta, pero no se ve como un
agente activo, pasa a tener un rol protagónico en los movimientos afrolatinoamericanos.
Uno de los principales aportes de las feministas afrodescendientes en latinoamérica y el
caribe, ha sido evidenciar las implicancias del colonialismo y el mestizaje, la violencia, las
violaciones sistemáticas, la brecha existente entre ser hombre y ser mujer.

En este sentido, quiero determe en los aportes realizados por Ochy Curiel dentro de
sus propuestas desde su enfoque feminista, lesbiano, afrodescendiente y clase. Ochy Curiel
(2002) dentro de sus propuestas, nos menciona que (a partir de los aportes de Monique
Wittig), “desde una visión materialista (Wittig) considera a la heterosexualidad como un
sistema politico que explota y apropia a las mujeres y que las lesbianas al salirse de esta
lógica no pueden considerarse mujeres desde la definición de las categorías de sexo”
(Curiel. 2002: 101), en este sentido podemos hacer un paralelismo (tal vez un poco forzado)
con lo que es el cimarronismo, en donde los esclavos escapaban al régimen de dominación
esclavista y se reidentificaban y definían como cimarrones. Dentro de esta perspectiva,
podemos ver al lesbianismo como un elemento de resistencia e identificación desde lo
subalterno al igual que el cimarronismo, más aún si lo conjugamos con la idea del continum
lesbiano de la conjugación de una red personal y política que trasciende lo meramente
sexual, sino que la experiencia sexual pasa a ser una forma de expresión política.

Esto nos puede ayudar en entender también la perspectiva de Ochy Curiel en cuanto
a una descolonización, en donde más que deconstruir el proceso colonial, poscolonial y
neocolonial, nos invita a un proceso de eliminación de los elementos coloniales, desde una
lógica como propone Quijano, de una colonialidad del poder. En este sentido, los aportes de
las mujeres Afrodescendientes a la reconstrucción histórica, genealógica, de los procesos
afrodescendientes en América desde una perspectiva de genero y feminista, nos ayuda a
este proceos, al derribar las barreras de invisibilización de la mujer y sortear las logicas de
poder que el patriarcado del saber ha impuesto.

Es así como es esencial dentro del movimiento afrodescendiente una articulación o


desarticulación identitaria del movimiento. Por un lado tenemos la idea de que “definirse es
limitarse”, lo cual conlleva una serie de elementos peligrosos, ya que al momento de
adoptar una definición identitaria, puede conllevar autosegregación, sectarismo y
nacionalismos. ¿En que sentido? Al momento de definirse identitariamente, estoy
estableciendo elementos comunes a un sector de la sociedad y segregando a las personas
que no cumplen dichas caracteristicas. En este sentido, al adoptar las categorías de
identidad racialmente construidas como la de “negro”, se produce una segregación de las
personas que si se constituyen desde elementos afroculturales pero que no poseen una
pigmentación acorde a la categoría de negro.

Aún así, el hecho de autoidentificarse como negro, posee un rol político potente, de
reivindicación histórica y que en el ejemplo de EE.UU, posee un rol más allá, como es el
caso del Black Power. Una definición identitaria es necesaria para lograr una cohesión
dentro de los componentes de los movimientos Afro, para ello Curiel (2002) nos dice que la
“construcción y deconstrucción de identidades implica un ir y venir en la lucha contra el
racismo, el sexismo, el clasismo y el heterosexismo según los contextos, hegemonías y
coyunturas políticas. Por lo tanto conlleva elementos de reafirmación y de negación” (p.
111)

Para ello, creo que es esencial desde un punto de vista personal, que la articulación
de los movimientos sociales, ya se llamen afrodescendientes, indígenas, de clase, etc. se
articulen desde una perspectiva feminista. En este sentido es necesario una constante
deconstrucción social, no solo desde una perspectiva racial, sino que como dice Curiel
(2002) “trabajar nuestro propio racismo, nuestra propia lesbofobia y nuestro propio
clasismo, pues si seguimos reproduciendo privilegios en nuestras relaciones
interpersonales, las estructuras sociales no son posibles de cambiar” (p. 111-112).

Para esto es necesario una articulación de los movimientos sociales, tanto


internamente como externamente, en torno a una perspectiva que busque el
desmembramiento no solo de sus objetivos específicos (en el caso de los movimientos
afrodescendientes las brechas raciales, discriminación, invisibilidad, etc.) sino que deben
ser articuladas desde su especificidad y desde una articulación que busque la
desarticulación de los mecanismos de dominación. Para ello el lesbofeminismo
afrodescendiente de Ochy Curiel nos da luces bastante potentes desde una perspectiva
subalterna de como deberían articularse no solo desde una visión de la identidad propia,
sino que debemos “en la lucha politica priorizar alianzas con aquellos sectores de mujeres
que son atravesados por esos sistemas de dominaciones: racismo, sexismo, clasismo,
heterosexismo y que en ello se sustente una nueva practica política feminista que no nos
siga atomizando en las especificidades de cada grupo social” (Curiel. 2002: 111).

Referencias:

- Cirio, Norberto Pablo. “Construyendo una identificación desde la historia local: la


categoría afroargentino de tronco colonial como experiencia etnogénica”.
Identidades políticas en tiempos de la afrodescendencia: autoidentificación,
ancestralidad, visibilidad y derechos. Eds. Valero, Silvia y Alejandro Campos
García. Argentina: Corregidor, 2015. 333-372.

- Curiel, Ochy. “Crítica poscolonial desde las prácticas políticas del feminismo
antirracista”. Nómadas 26 (2007):92-101.

- Curiel, Ochy. “Identidades esencialistas o construcción de identidades políticas: el


dilema de las feministas negras”. Otras miradas 2 (2002):96-113.

- De Carvalho, José Jorge. “Cimarronaje y afrocentricidad: las culturas


afroamericanas de resistencia y emancipación”. María José Becerra et al. (comp.),
Las poblaciones afrodescendientes en América Latina y el Caribe: pasado,
presente y perspectivas desde el siglo XXI. Córdoba, Argentina: Universidad
Nacional de Córdoba/Sáenz Peña/Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2012.
165-191.

- García, Jesús. “Afroepistemología y afroepistemetódica”. Walker, Sheila (comp.),


Conocimiento desde adentro. Los afrosudamericanos hablan de sus pueblos y sus
historias. La Paz: Fundación Pedro Andavérez Peralta; Afrodiáspora Inc.;
Fundación Interamericana; Organización Católica Canadiense para el Desarrollo y
la Paz; Fundación PIEB, 2010, pp. 71-87.

- Miranda, Franklin. “Cimarronaje cultural e identidad afrolatinoamericana”. Revista


Casa de las Américas 264 (2011): 39-56.

- Mosquera, Juan de Dios. El cimarronismo contemporáneo. Movimiento cimarrón.


Movimiento Nacional Cimarrón. S.f. Web.
- Salgado, Marta. “El legado africano en Chile”. Conocimiento desde adentro. Los
afrosudamericanos hablan de sus pueblos y sus historias. Comp. Sheila Walker. La
Paz: Fundación Pedro Andavérez Peralta; Afrodiáspora Inc.; Fundación
Interamericana; Organización Católica Canadiense para el Desarrollo y la Paz;
Fundación PIEB, 2010. 223-270. Impreso.

- Ugueto-Ponce, Meyby Soraya. “¿Negros? ¿Afros? Más allá de una respuesta


maniquea y excluyente. Reflexiones en torno al caso venezonalo”. Identidades
políticas en tiempos de la afrodescendencia: autoidentificación, ancestralidad,
visibilidad y derechos. Eds. Valero, Silvia y Alejandro Campos García. Argentina:
Corregidor, 2015. 247-288.

- VV.AA. Mesa redonda “Mujeres afroargentinas en diálogo”. Marta M. Maffia y


Gladys Lechini (Comp.). Afroargentinos hoy: invisibilización, identidad y
movilización social. La Plata: IRI-UNLP, 2009. 129-145.

También podría gustarte