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Natalia Cuscagua

201619166

RESPUESTA A LAS LECTURAS: SEMANA 8

Para la semana 8 del curso se propuso abarcar la lectura Curbing Clientelism: Why Some
Politicians Opt de Weitz-Shapiro (2014). A lo largo de esta lectura, Weitz-Shapiro desarrolla su
argumento el cual busca responder el por qué dentro de un solo entorno nacional algunos titulares locales
optan por no participar en el clientelismo. Para esto, se basa en explicar lo que denomina los "costos de
audiencia" del clientelismo. Donde plantea que el clientelismo suele estar dirigido a la población pobre,
por lo tanto, la existencia de una población no pobre dentro del entorno que no apoya las prácticas
clientelares, tiene como consecuencia una influencia negativa en los incentivos de un político para llevar
a cabo las mismas. Esto, más la presencia de altos niveles de competencia política hace más probable que
los políticos sean sensibles a los costos del clientelismo y, por tanto, decidan no participar en él.
Teniendo en cuenta los puntos anteriores, el presente texto busca evidenciar que existen algunos vacíos
en el planteamiento de la autora ya que hay más razones que pueden explicar la decisión por parte de los
titulares locales de no optar por prácticas clientelistas. Para esto, se discutirá la conceptualización de la
autora en cuanto a el objetivo (población pobre) de las prácticas clientelistas, así mismo, se discutirá qué
tan generalizables resultan estos resultados, y finalmente se propondrán nuevas direcciones en las que la
investigación puede extenderse.
En primer lugar, se podría decir que la afirmación de Weitz-Shapiro de que “el clientelismo está
típicamente dirigido a los pobres” (2014, p.50) resulta un poco reduccionista, ya que limita el objetivo de
las prácticas únicamente a factores económicos sin tener en cuenta otro tipo de votantes sujetos del
clientelismo. Para demostrar esto, podemos hablar del artículo Clientelism de Allen Hicken (2011) en
donde menciona que si bien existe una relación positiva y significativa entre la pobreza y la exposición a
la compra de votos en cuatro de diez casos, en dos casos los votantes más pobres tienen incluso una
probabilidad significativamente menor de ser el objetivo de la compra de votos. También, es relevante
recordar que existen votantes dentro del entorno que tienen preferencias políticas o partidistas débiles,
que no necesariamente son parte de la población pobre, pero que por el hecho de ser votantes indecisos
los convierte en objetivo de esta estrategia. Por otro lado, Schedler (2004), nos recuerda que existen
sociedades donde las exigencias ordinarias de reciprocidad son un fenómeno cultural importante que
interiorizan los individuos. En estas: las normas de intercambio equivalente sostienen las transacciones
de mercado y las normas de gratitud sostienen las relaciones de intercambio asimétrico bajo la idea de
justicia recíproca; con lo cual podríamos decir que más allá de la condición económica de la población,
las condiciones culturales y sociales pueden llegar a determinar el target del clientelismo. Finalmente,
Hicken (2011) también nos dice que actualmente la relación entre el desarrollo económico y el
clientelismo no sólo es más probabilística que determinista, sino que además esta relación no solo tiene
influencia en los clientes, sino también sobre la capacidad de los patrones para brindar servicios
clientelistas; con lo cual podríamos encontrar otro factor estructural que explique la decisión de no
participar en el clientelismo.
En segundo lugar, suponiendo que es la existencia de población no pobre una de las causas para
no optar por el clientelismo, ignorando los puntos ya discutidos anteriormente, podemos cuestionar la
aplicabilidad de esta teoría. En su artículo, “El voto es nuestro”. Cómo los ciudadanos mexicanos
perciben el clientelismo electoral Schedler (2004) concluye que “el sentimiento anticlientelista es fuerte
entre los ciudadanos mexicanos, aun entre aquellos que viven en comunidades rurales pobres [...] Contra
el prejuicio común, los residentes de áreas rurales marginadas tienden a rechazar los intentos dirigidos a
despojarlos de sus derechos al sufragio a cambio de favores materiales.” (p.93). Igualmente, Durston
(2004) en su estudio sobre el clientelismo rural en Chile nos dice que: “Más que condiciones generales
de pobreza, lo relevante parece ser la desigualdad y la rígida estratificación socioeconómica, como
precondición del clientelismo.” Con lo cual, vemos algunos casos en los cuales podríamos decir que las
premisas de Weitz-Shapiro no son aplicables. Finalmente, podemos ver que hay factores estructurales e
institucionales que también ocasionan que dentro de un solo entorno nacional algunos titulares locales
opten por no participar en el clientelismo. Por ejemplo, vemos que desde el punto de vista empírico se ha
evidenciado que bajo el voto obligatorio en todos los países, los partidos se comportan de manera más
programática, la compra de votos es menos común, y los partidos se esfuerzan más en enfatizar sus
posturas temáticas y posiciones ideológicas, y se basan menos en tácticas clientelistas (Singh, 2019).
En conclusión, a lo largo de este texto pudimos llevar a cabo una crítica a la teoría de Weitz-
Shapiro, ya que en primer lugar se puede decir que es una teoría limitada y reduccionista en tanto
considera que las prácticas clientelistas se dirigen típicamente a las poblaciones pobres y deja por fuera
otras explicaciones tales como la existencia de votantes indecisos de cualquier nivel económico, o la
existencia de factores sociales y culturales como las normas de reciprocidad, intercambio y gratitud.
Adicionalmente vimos que no es aplicable en todos los contextos, con los ejemplos de México y Chile. Y
finalmente, vimos también que es importante mencionar que más allá de la existencia de competencia
política y población no pobre, no son las únicas causas que llevan a que los políticos opten por no
participar del clientelismo, sino que pueden existir factores institucionales que reduzcan su participación
como lo es el voto obligatorio. Más allá de tener un planteamiento incorrecto, podemos decir que su
teoría se puede extender abarcando estos aspectos para así ser más completa y generalizable.
BIBLIOGRAFIA

Hicken, A., 2011. Clientelism


Weitz-Shapiro, R. (2014) “Curbing Clientelism: Why Some Politicians Opt Out,” in Curbing Clientelism
in Argentina: Politics, Poverty, and Social Policy
Nichter, S., 2008. Vote buying or turnout buying? Machine politics and the secret ballot.
Singh, S.P., 2019. Compulsory Voting and Parties’ Vote‐Seeking Strategies.
Schedler, A. (2004). El voto es nuestro. Cómo los ciudadanos mexicanos perciben el clientelismo
electoral. Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/pdf/rms/v66n1/v66n1a3.pdf
Durston, J. (2004). EL CLIENTELISMO POLÍTICO EN EL CAMPO CHILENO (SEGUNDA PARTE):
Cambios en las formas predominantes de clientelismo. Recuperado de:
https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/62329410/EL_CLIENTELISMO_POLTICO_EN_EL_CAMPO_C
HIL20200310-13470-101b2dc.pdf?1583861199=&response-content-disposition=inline%3B+filename
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