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El primer secreto del buen lector se refiere al tiempo que debe durar cada
pausa. Hay cuatro signos principales en nuestras lecturas con diferentes tiempos
en la pausa: La coma, que vale un tiempo. Cada vez que se encuentre una coma,
pensará en la palabra “uno” y aprovechará para respirar durante ese tiempo.
Cuando encuentre punto y coma pensará “uno, dos”. Si se trata de un punto, ya sea
punto y seguido, punto y aparte o algunos signos equivalentes como el cierre de
admiración o de interrogación, contará tres tiempos normalmente: “uno, dos, tres”.
Y en el caso de puntos suspensivos, contará cuatro tiempos: “uno, dos, tres,
cuatro”. Al novato, este ejercicio le permite comenzar a escucharse, se obliga a un
nuevo ritmo, a adquirir seguridad y a saber cuándo debe respirar.
Según sea el nivel, debemos buscar lecturas de nuestro interés para seguir
practicando el aspecto de las pausas, hasta conseguir la estatura que satisfaga
nuestro gusto.
Por último, referente a los signos y a sus pausas, los dos puntos (:) tienen su
entonación especial que previene para atender a lo que se dirá enseguida, y la
pausa correspondiente puede ser de dos o tres tiempos, ya que el objetivo del
signo es captar la atención del que escucha.
Al recomendar como primer paso leer con claridad, y al referirme a la lectura
en voz alta, deberemos atender en beneficio de esa claridad, a una pronunciación
adecuada para los vocablos que hayamos de manejar.
No está por demás insistir en que cada palabra debe ser comprendida en su
exacto significado. Si el trabajo se desarrolla colectivamente, es recomendable que
una vez consultado el vocabulario correspondiente a un poema o a una lectura, se
aplique en frases elaboradas por los alumnos; sería muy bueno que se
escribieran en el pizarrón para visualizarlas y afirmar, al mismo tiempo, el
conocimiento ortográfico, sobre todo si se aprovecha para observar además
algunas voces derivadas de las que se estén ejercitando, e indudablemente, estoy
seguro de que la habilidad del maestro o del lector, sabrá encontrar diversos
caminos para practicar al respecto.
¿ Cómo dirías lo siguiente ?: “Me siento triste y cansado”. Ahora dilo de varias
maneras, anteponiendo o completando, si lo deseas, algo que justifique el cambio
de entonación; es buen ejercicio para el aficionado. La interpretación habrá de dar
algo que ya he establecido: la trilogía de sensibilidades que forman el poeta, el
declamador y el auditorio. El declamador responderá ante el público por el trato
que sepa dar a la palabra del poeta; no teatro ni oratoria, no el melodrama ni aspas
de molino o cuchilladas al viento, sino la palabra que transmite ideas, que levanta el
sentimiento del poeta y lo sublima.