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Diálogos, Revista Electrónica de Historia, ISSN: 1409-469X , Número especial dedicado a las Jornadas de Investigación del CIHAC, 2008-2009/ pp. 41-68 41
Miembros del Consejo Editorial:
Dr. Ronny Viales Hurtado. Catedrático. Historia Económica y Social.Universidad de Costa Rica.
ronny.viales@ucr.ac.cr
Dr. Guillermo Carvajal. Geografía Humana. Universidad de Costa Rica.
MSc. Francisco Enríquez. Historia Social. Universidad de Costa Rica.
Msc. Bernal Rivas Especialista en Archivística. Universidad de Costa Rica.
MSc. Ana María Botey. Historia de los movimientos sociales. Universidad de Costa Rica. abotey@
gmail.com
Dr. Heriberto Cairo Carou. Departamento de Ciencia Política y de la Administración III - Universi-
dad Complutense de Madrid. hcairoca@cps.ucm.es
Dr. Javier Franzé. Departamento de Ciencia Política y de la Administración III - Universidad Com-
plutense de Madrid. javier.franze@cps.ucm.es
Dr. Jaime Preciado Coronado. japreco@hotmail.com
Keywords
Social movements, Repression, Federico Tinoco Granados, Political prisoners, Alfredo
González Flores.
Resumen
El presente artículo analiza los movimientos sociales que contribuyeron a la caída de Fed-
erico Tinoco Granados en 1919. El énfasis va dirigido a determinar quiénes fueron sus
integrantes, su ideología, sus discursos de protesta, sus líderes, su impacto en la política del
régimen, su confrontación directa con el gobierno, los instrumentos represivos usados por
la dictadura para disminuir la acción colectiva, las condiciones de las prisiones durante el
bienio y la torturas usadas por los agentes del régimen en contra de los prisioneros políti-
cos.
Abstract
The present article analyzes the social movements that contributed to the fall of Federico
Tinoco Granados in 1919. The focus of the analysis goes to determine who where the mem-
bers of the social movements, which was their ideology, their protest discourse, their lead-
ers, the impact of those movements in the politics of the regime, the direct confrontation
with the government, the instruments of repression used by the dictatorship to drowned the
collective action, the conditions of the prisons during the biennium and the tortures used
on the political prisoners by the agents of the regime.
Alejandro Bonilla Castro. Bachiller en Historia por la Universidad de Costa Rica. Estudi-
ante de la Maestría Académica en Historia de la Universidad de Costa Rica.
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“Diálogos Revista Electrónica de Historia” se publica interrumpidamente desde octubre
de 1999.
44 Diálogos, Revista Electrónica de Historia, ISSN: 1409-469X , Número especial dedicado a las Jornadas de Investigación del CIHAC, 2008-2009/ pp. 41-68
Diálogos se anuncia en las siguientes instituciones y sitios académicos:
Maestroteca
http://www.maestroteca.com/detail/553/dialogos-revista-electronica-de-historia.html
Biblioteca de Georgetown
http://library.georgetown.edu/newjour/d/msg02735.html
Monografias
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Hispanianova
http://hispanianova.rediris.es/general/enlaces/hn0708.htm
Enlace Académico
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MOVIMIENTOS SOCIALES Y REPRESIÓN DEL ESTADO EN LA
DICTADURA DE TINOCO.
1918-1919.
Introducción
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Unidos, se conformarán en los complementos necesarios para llenar los posibles
vacíos de información arrojados del análisis de la fuente periodística.
El primer apartado incluirá un análisis de la dinámica de los sectores popu-
lares y la política del régimen tinoquista, haciendo un breve recuento de los últimos
meses de la administración González Flores, los factores decisivos para el golpe de
Estado del 27 de enero de 1917 y la condición de los sectores líderes de los mo-
vimientos sociales, que fueron los docentes y los artesanos y obreros. El segundo
apartado, se enfocará en la estructura de los movimientos, enfatizando en los dis-
cursos de protesta, medios de acción y liderazgo e incidencia de los movimientos
en la caída de Tinoco. El último y tercer apartado, dedicado a la represión estatal,
incluirá la descripción de las represalias del Estado por los movimientos sociales
en análisis, para terminar en el análisis de los instrumentos de tortura, condición de
vida en las prisiones y estado de los prisioneros políticos en ellas, y las vejaciones
a las que estaban expuestos.
La dinámica de los sectores populares y la política del gobierno tinoquista.
Los últimos meses de gobierno de González Flores y el golpe de Estado.
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respecto al problema eleccionario, esto no fue suficiente, dada la ambigüedad en
la misma.9 Este rumor, más el despido de José María Pinaud de su cargo como
Comandante de Policía se convirtieron en los detonadores inmediatos del golpe de
Estado del 27 de enero de 1917.10
El golpe de Estado perpetuado estuvo sustentado en el discurso de la “de-
fensa de la democracia”, que peligraba por los rumores de reelección. Desde un
principio, el régimen tuvo poca legitimidad, ya que se sostuvo bajo una de “defen-
sa” ante una trasgresión del orden constitucional, que nunca llegó a ocurrir. A pesar
de esto, inmediatamente la prensa y un gran sector de la sociedad civil apoyaron
el golpe de Estado. Esto se desprende de una gran cantidad de listas publicadas en
los diarios La Gaceta y El Imparcial en los días siguientes a la caída de González
Flores11 y de sentimientos de apoyo incondicional por parte del sector bancario
liderado por Minor Keith.12
Las elecciones a Asamblea Constituyente se convirtieron para la prensa,
en un momento sin precedentes para la democracia costarricense, donde se podían
“dejar atrás los compadrazgos y rencorcillos viejos y apoyar a los candidatos que
[eran] los más indicados para los escaños diputadiles.”13 Sin embargo, este proceso
electoral fue bastante peculiar, por dos razones. Por un lado, se presentó uno de los
mayores porcentajes de votos nulos registrado en el periodo 1897-1948 (un 2.5 por
ciento de la votación no oficial), mientras que por otro, se presentaron votos a favor
de otros candidatos. Así, en Heredia y Alajuela algunos ciudadanos votaron a favor
de Rafael Iglesias Castro, mientras que en San José se escrutó un voto a favor de
Ascensión Esquivel.14 Esto indica que no todos los sectores apoyaban al régimen,
tal y como lo planteaba la prensa.
El supuesto apoyo que recibió el régimen en sus primeros meses, empezó a
decaer con la discusión de dos proyectos controversiales para la sociedad costarri-
cense: la pena de muerte y la eliminación del voto directo para las elecciones presi-
denciales. La prensa de oposición y algunos notables como Tranquilino Chacón
y Carlos Gagini criticaron ampliamente la primera, mientras que desde su escaño
en el Congreso Rogelio Fernández Güell se opuso firmemente a la segunda. Las
fuentes disponibles destacan que los discursos en contra de la pena de muerte gi-
raron en torno al carácter “feudal” y “bárbaro” de la medida y en la crítica de
que “un gobierno ilustrado debe preocuparse más de prevenir los crímenes que de
castigarlos.”15
Si bien, el proyecto de la pena de muerte fue derrotado en el Congreso, el
que eliminaba el sufragio directo para las elecciones presidenciales se aprobó, lo
que significó la renuncia de Rogelio Fernández Güell a su puesto, considerando que
el gobierno estaría en manos de “un círculo de oligarcas.”16 La renuncia de Fernán-
dez Güell a su curul, se consideró como una de las primeras muestras de oposición
al régimen. El diario El Imparcial, que publicaba sus opiniones y críticas al gobier-
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no, fue clausurado por el régimen el 25 de julio de 1917, como uno de los primeros
actos de represión estatal en la sociedad costarricense durante este periodo.
La dinámica de los sectores populares. El caso obrero – artesano y los docentes.
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tado apoyara más fuertemente a la educación, fue tema primordial durante los prim-
eros meses del régimen, cuando aún se discutía el proyecto de Constitución. Carlos
Gagini, en un artículo publicado en El Imparcial, el 28 de abril de 1917 alegaba que
el Estado debía ofrecer un mejor plan de financiamiento para la educación superior,
pues “[…] sólo el colegio es capaz de ensanchar el horizonte intelectual y moral de
la juventud y de preparar hombres aptos para la vida cívica.”28 La educación, para
los docentes, tenía como único fin, el formar ciudadanos involucrados directamente
con los destinos políticos del Estado, todo en beneficio de la madurez de una con-
ciencia social.
Sin embargo, los docentes buscaron también los medios para mejorar su
condición laboral. Los juegos políticos que habían envuelto la administración de la
educación normal durante los años más difíciles de la dictadura, habían debilitado
la formación de los futuros docentes y por ende de los alumnos que dependían de
ellos para formarse como ciudadanos.29 En algunos periódicos, como el Diario de
Costa Rica, apoyaron la iniciativa de proveerle al docente de nuevas herramientas
pedagógicas, de manera que contribuyeran a fortalecer la formación moral y edu-
cativa del docente.30
Curso de Colisión: los movimientos sociales de noviembre de 1918 y junio de
1919.
Los discursos de protesta y denuncia.
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Otros discursos de protesta fueron utilizados por los sectores populares para
ejercer oposición al gobierno. Uno de ellos, y que merece toda la atención, fue el
servilismo de los diarios más modernos de Costa Rica, La Información y La Prensa
Libre, los cuales eran considerados por los sectores populares como “órganos de la
tiranía, papeles odiosos, especialmente el primero que, por lo venal y mentiroso,
era la pesadilla del pueblo josefino, y cuyo boicoteo se intentó muchas veces en
balde, porque el Gobierno lo sostenía con largueza.”37 La quema de estos diarios, y
la violencia utilizada, son un indicador del mal concepto que tenían estos a los ojos
de estos sectores.
Los niveles de represión ejercidos por los esbirros y los abusos que sufrían
los presos políticos en la Penitenciaría, fueron otra fuente de malestar entre estos
sectores, quienes manifestaron su enojo en contra del jefe de los esbirros durante
las manifestaciones del 12 de junio.38 Otros discursos de protesta los conformaron
la reforma electoral a la que me he referido ya, el asesinato de Rogelio Fernández
Güell y otros más inmediatos como los atropellos sufridos por los docentes a raíz
de su negativa de adhesión al régimen y detonante principal de los movimientos de
junio de 1919 y los reclutamientos forzosos hechos por la dictadura ante la amenaza
de las fuerzas de Julio Acosta y Jorge Volio.39
Patrones de liderazgo, marcos y medios de manifestación.
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Rubén Coto Fernández, don Víctor Manuel Quesada, don José Albertazzi Aven-
daño y don Aurelio Esquivel Sáenz, quienes fueron tachados de germanófilos.45
Los movimientos sociales de junio de 1919, en cambio mostraron diversos
matices de lucha, que fueron desde los medios pacíficos hasta los violentos. Los
medios pacíficos los encontramos en las primeras acciones colectivas lideradas por
los alumnos y docentes del Liceo de Costa Rica tanto el 11 de junio como el 12 de
junio, quienes se limitaron a difundir su opinión de protesta contra el gobierno. Se
puede identificar como un detonador inmediato del uso de la violencia por parte
de los manifestantes, la agresión a la que fue sometida la estudiante Fresia Brenes
Carrillo y las docentes María Isabel Carvajal y Ana Rosa Chacón por parte de la
policía.46 Los brotes violentos tuvieron como escenario principal el Parque Mora-
zán y la Legación Americana, donde en este último hubo un intercambio de tiros
de bala entre los manifestantes y la policía, donde las fuentes disponibles única-
mente mencionan que hubo un herido de bala que fue el profesor Enrique Jiménez
Núñez.47 Otros brotes de violencia se presentaron en la casa de habitación del lla-
mado jefe de los esbirros, identificado únicamente como “A.V.”, donde formaron
parte los obreros y artesanos y cuya acción la describe de esta forma el Diario de
Costa Rica en un artículo publicado en septiembre de 1919:
“La multitud indignada se vengó con hacer trizas el ajuar de la casa, destrozar muebles
y tirar los despojos a la calle. Iras santas del pueblo son estas, justicieras e irremediables
mientras haya detentores de su honra y de su tranquilidad.”48
Claro está que el movimiento que desató más violencia entre los partici-
pantes y la policía fue la quema de los diarios La Información y La Prensa Libre,
cuya acción colectiva también describe el Diario de Costa Rica en el mismo artícu-
lo citado anteriormente:
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Entre los líderes de los movimientos de junio de 1919, resalta el hecho
de que los alumnos, tanto del Colegio de Señoritas como los del Liceo de Costa
Rica, hayan tomado la iniciativa en este papel. Así, se pueden identificar como
líderes, para el movimiento del 11 de junio a los alumnos Napoleón Pacheco,
Hernán Valverde y Jorge Calzada, así como también el director del Liceo de Cos-
ta Rica Juan Dávila.52 El 12 de junio este papel recayó en la alumna Fresia Brenes
Carrillo, el estudiante de Derecho Antonio Zelaya y en un menor papel el Cónsul
Benjamín Chase.53 El 13 de junio presenta varios focos de liderazgo, repartidos en
las personas del Lic. Mariano Guardia, Andrés Venegas, Napoleón Pacheco nue-
vamente, Raúl Villalón [sic] y Andrea Venegas. Sin embargo, las fuentes no iden-
tificaron al actor intelectual de la quema de La Información y La Prensa Libre.54
Además de ellos, opúsculos escritos por José María Billo Zeledón, José Albertazzi
Avendaño y Ovidio Rojas indudablemente ayudaron a caldear los ánimos de los
manifestantes.55
El impacto de los movimientos sociales en la caída del régimen
Los movimientos sociales fueron el factor decisivo que hizo caer por fin, la
dictadura de Tinoco. Esto se puede ver a la luz de tres casos: el primero de ellos,
que a partir de los resultados de estas jornadas, Chase solicitó la intervención de
Estados Unidos en el asunto, quien respondió enviando a los acorazados USS Ma-
chias y USS. Castine.56 En segundo lugar, la presión sobre Federico Tinoco se hizo
cada vez mayor pues, los movimientos sociales habían convertido al movimiento
armado de Julio Acosta en una revolución libertadora y los daños tanto materiales
como psicológicos sobre los ciudadanos también colaboraban en esto. Por último,
y en menos de dos meses, el líder de las fuerzas militares, J.J. Tinoco presentaba
su renuncia al Senado y días después, bajo el cáliz amargo del asesinato de su her-
mano, Federico Tinoco presentaba la suya también.
La acción colectiva de los sectores populares, encabezados por los obreros,
artesanos y docentes de la ciudad de San José, se constituyeron en el choque moral
que, entre otras razones, provocó la caída estrepitosa del régimen. Estos, además
ayudaron a madurar a los sectores populares en una tradición de movilización ciu-
dadana que se venía gestando desde el siglo XIX y que definitivamente prepararon
el camino a la obtención de las reivindicaciones en la década de 1920.
“Las travesuras de los hermanos Tinoco”: los medios represivos del Estado.
La represión de los movimientos sociales de noviembre de 1918 y junio de 1919.
En una carta enviada por José Joaquín Tinoco a Stewart Johnson, el gobi-
erno le demandaba al diplomático ofrecer una disculpa, por referirse a uno de los
policías que resguardaban a la multitud reunida el 13 de noviembre de 1918 como
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“salvaje”, cuando este precisamente se encontraba “en el cumplimiento de su deber,
que no es otro que el de regularizador y mantenedor del orden y de la tranquilidad
pública que les asignan las leyes.”57
La llamada al “orden” descrita por J.J. Tinoco, la describía perfectamente
John J. Ulloa, en un informe levantado por la Legación Americana:
“Pero desgraciadamente el grupo en que iba Carmen Lyra, con rumbo al Parque Central,
fue ultrajado por un pelotón de desalmados polizones que de seguro no fueron de los
que actuaron con perfecta corrección en el mitin del Morazán […] Estos debieron de ser
unos de tantos sicarios que venían de otro lugar premeditadamente para ultrajar a una
señorita que a sus virtudes añade la de tener talento y valor para decir verdades que no a
todos agradan. Carmen Lyra recibió un planazo que la derribó a tierra, y allí hubiera sido
ultimada si algunos jóvenes no se interponen con peligro de su vida […]”59
Asimismo, la misma suerte fue vivida por la estudiante Fresia Brenes Car-
rillo y la docente Ana Rosa Chacón. La fuerza policial contó con la ayuda de los
bomberos quienes usaron su bomba Knox para dispersar a los manifestantes, con
la intención de evitar precisamente cualquier uso desmedido de fuerza – como ya
estaba ocurriendo – que pudieran caldear más los ánimos de los manifestantes,
pero fueron los niños que se encontraban en ese momento quienes se encargaron
de desconectar la bomba y dejarla inservible.60 En la Legación Americana, la
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policía utilizó armas de fuego nuevamente para dispersar la multitud, sin em-
bargo, uno de estos disparos hirieron en la pierna al profesor Enrique Jiménez
Núñez.61
Durante los movimientos del 13 de junio, la quema de los periódicos La In-
formación y La Prensa Libre desataron esta vez un mayor uso de la fuerza armada
en contra de los manifestantes, cuyo saldo al final de la jornada, fue de aproxima-
damente 19 muertos y 180 heridos.
La prensa que respaldaba a la dictadura también ejerció presión sobre los
opositores. Mediante ella, el régimen publicó muchas veces los anuncios que pro-
hibían la organización de manifestaciones que tuvieran como propósito alterar el or-
den público. No obstante, esto no frenó en lo más mínimo las muestras de oposición
de la sociedad.
Los medios represivos del Estado.
“Todo habitante de la República goza del recurso de Hábeas Corpus, que procede no sólo
contra la detención o prisión ilegal que imponga una autoridad de cualquier orden, sino
también contra toda restricción ilegítima de la facultad de libre locomoción. Se entenderá
restringida esta facultad cuando en tiempo de paz se exija servicio militar a individuos de
tropa, que por la ley no están obligados a prestarlo, a jefes u oficiales militares. El recurso
será de conocimiento del Tribunal Supremo de Justicia, con asistencia de dos tercios de
sus miembros por lo menos. Si el Tribunal lo declarare procedente, ordenará la libertad
inmediata del detenido o del molestado en sus derechos, sin perjuicio de los que procede
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contra la autoridad culpable. Todo recurso deberá estar resuelto dentro de los dos días
hábiles siguientes a su presentación.”63
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Los “esbirros de la tiranía”: el cuerpo de policía.
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los esbirros era excelente en la persecución de delincuentes y el descubrimiento de
crímenes, la corrupción que invadió a ese cuerpo policial y los abusos cometidos a
la sociedad civil eran suficientes motivos para clausurarlo. Sus funciones pasaron
a ser desempeñadas por cada sección de policía que contaba con once detectives
cada una, de la cual la prensa esperaba que supieran “organizarlo [al servicio de
investigación] de modo moralizador.”72 La oficina, fue reorganizada y entró en
operaciones nuevamente en 1920, teniendo como director a José María Pinaud por
espacio de 8 años.73
Sitios de miseria humana: los subterráneos de la Penitenciaría y el Cuartel General.
“[…] una fortaleza, símil grotesco de la Bastilla, como para indicar que tras el día viene
la noche, que la verdad y el bien representan la luz; el mal, las tinieblas. Don Mauro
fue la luz; su yerno D. Federico Tinoco Granados las tinieblas […] Esa fortaleza fue
levantada, pues con el único fin de ultrajar a los hombres en su dignidad por medio del
tormento […]”74
Para los prisioneros políticos, no eran usadas las celdas comunes de la Peni-
tenciaría ni del Cuartel. Para estos, estaban reservados los “subterráneos” de estos
dos edificios, provistos también de celdas, en las condiciones más insoportables
para los presos. Una de las víctimas, expresaba que “[…] no eran fácil describirlos,
porque el solo pensar en ellos, el mareo y el asco turban la mente, atrofian la me-
moria y piden venganza,”75 testimonio que indica el fuerte trauma psicológico al
que eran sometidos estos presos.
A pesar de que los prisioneros políticos no pertenecían al mundo criminal,
estaban expuestos a maltratos superiores que sus compañeros comunes de celda.
Cabe destacar que la categoría de “prisionero político” es algunas veces imprecisa,
ya que abarca a una gran variedad de “criminales” que no siempre atentaban contra
un régimen. Es más, esta categoría, como lo denota Carlos Aguirre en su estudio,
incluía tanto a participantes de insurrecciones militares, como también miembros
de partidos de oposición, obreros involucrados en huelgas y finalmente, miembros
de regímenes recientemente depuestos.76
Las celdas estaban en las bodegas subterráneas de la Penitenciaría, donde
estaban instalados alrededor de veinte excusados y orinales destinados a los presos
más peligrosos; situadas frente a estos excusados, eran unos espacios con un área
aproximada de cuatro por siete metros, las cuales tenían en su interior un tubo de
cañería con una pila y un excusado al que no le funcionaba la evacuación, de man-
era que las deposiciones quedaban estancadas cuyo olor envolvía y contaminaba el
poco aire que circulaba en las celdas. Los camastros donde se acostaban los presos,
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eran de madera e infestados de chinches que eran la molestia de los presos durante
la noche.77 Otras celdas eran sometidas a destrozos en las cloacas por los esbirros
que provocaban fugas de agua, empozando las celdas de agua contaminada expo-
niendo a los presos a enfermedades bacteriales.78
Los ventanales de las celdas, que permitían en teoría una buena ventilación,
habían sido cerrados en los meses anteriores a la revuelta de Rogelio Fernández
Güell con ladrillos, dejando tan solo el espacio del tamaño de uno de ellos para la
entrada del aire y la luz. Además de las celdas se utilizaba el “claustro”, un cuarto
de aproximadamente seis metros cuadrados, dividido en áreas de sesenta y cinco
centímetros cuadrados, de modo que los presos que allí eran encerrados, tenían que
pasar de pie, pues no tenían más espacio que para esto. Además, la ventilación de
estos claustros se limitaba a tan solo una rendija, lo que ocasionaba muchas veces
la asfixia del prisionero, a raíz de la falta de aire, el calor y el cansancio.79
Castigos a la dignidad de un pueblo: las torturas y las condiciones de los presos políticos.
“3º. – Visitó [el Juez Segundo del Crimen] todas las celdas en que están detenidos los
presos políticos; se les interrogó si tenían queja alguna del trato que recibían en la prisión;
todos manifestaron no tener queja alguna, pues al contrario se les atiende hasta donde es
posible conforme al régimen interior de la Cárcel.”80
Como se ha comprobado, existía más de una razón por la cual podían que-
jarse los presos políticos, sin embargo dada su situación tan delicada, muy pocos
reclamaban los malos tratos que recibían dentro de la prisión, ya que existía el pe-
ligro de perder su vida en un proceso de tortura.
Una de las torturas utilizadas por los esbirros, y quizás la más común, eran
los golpes de vara. Este tipo de castigos habían sido prohibidos en 1908 durante
el gobierno de Cleto González Víquez, estableciendo penas de cuatro a seis años a
aquellos que perpetuaran estos castigos a los privados de libertad, pero que fueron
permitidos en más de una ocasión por gobiernos como el de Rafael Iglesias Castro y
restablecidos durante la dictadura de Tinoco.81 Los golpes de vara o “el palo” como
lo llamaban comúnmente, eran dados por una vara de membrillo por lo general, de
una gran dureza, que era azotado en la espalda y glúteos de los prisioneros. Estos
eran acostados boca abajo en una especie de mesa con garfios a sus extremos para
extender y sujetar tanto los brazos como las piernas, inmovilizando al prisionero.
Este instrumento era conocido por los prisioneros como “la zorra”. En esa posición,
los encargados de torturar, que por lo general eran los esbirros, desataban los golpes
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en series de cincuenta por lo general, hasta el punto de desgarrar el músculo y pro-
vocar graves hemorragias. Finalizado el tormento, los esbirros lanzaban una cubeta
de agua fría, como una forma de “detener” la hemorragia, pero más bien lo que
causaba era un dolor más profundo en la víctima. 82
Existía una variación más de los golpes de vara, que eran los golpes de
verga. Según lo describe Chacón, la verga era un músculo secado al sol, mucho más
duro y más doloroso que la vara. Este castigo estaba destinado a los prisioneros más
“importantes”, los cuales eran igualmente acostados en la misma mesa de tortura o
puestos de pie con la mitad de su cuerpo desnudo para sufrir los tormentos. Por lo
general, eran convocados muchos más guardas y prisioneros para presenciar estos
castigos, lo cual tenía un doble efecto: avergonzaba al prisionero y sometía a una
tensión psicológica a los otros. 83
El método de tortura más temible que poseían los esbirros, eran el cepo
común y el “cepo alto.” El primero de ellos, consistía en asegurar la garganta y los
brazos del preso en dos maderos, los cuales se cerraban dejando aprisionado a la
víctima en una posición bastante incómoda y fatigante. Sin embargo, los esbirros
procuraban mantener siempre en la posición más incómoda al prisionero, algunas
veces sujetándole las piernas e impidiendo que este hiciera sus necesidades fisi-
ológicas o al menos alcanzara un grado de “comodidad”; además, algunas veces los
prisioneros eran dejados más de 30 horas, cuando por lo general el suplicio no debía
durar más de 3 horas.84
El cepo alto, era mucho más vejatorio que el común. Este suplicio, en vez de
sujetar la garganta y brazos del prisionero, sujetaba sus piernas o una de ellas en el
aire, lo que no permitía apoyar ninguna parte del cuerpo en el suelo, a excepción de
la parte posterior de la cabeza. Además de esto, y dado que el peso del cuerpo recaía
sobre los filos de los agujeros del cepo, estos rompían la piel y los músculos del
prisionero, causándole una gran agonía.85 Además de estos dos tipos de cepo, uti-
lizaban uno llamado de “campaña” el cual funcionaba atravesando un rifle o hasta
cuatro, entre las piernas del prisionero para luego atarle los brazos al arma o armas.
Dado que el prisionero se encuentra sentado de cuclillas, el peso de su cuerpo y el
de los rifles provocaba por lo general la fatiga o el desmayo a la víctima.86
Otro suplicio ejecutado por los esbirros era el amarrar al prisionero de sus
brazos – incluso algunos fueron amarrados de sus dedos pulgares – procurando que
sus pies apenas tocaran una superficie resbalosa, lo que obligaba al cuerpo siempre
buscar el equilibrio, lo que no siempre conseguían, sufriendo por ende un gran do-
lor.87
Los presos eran obligados a su vez hacer a una determinada hora sus necesi-
dades biológicas, en excusados expuestos al aire, que no era más que un largo cajón
con huecos seguidos y descubiertos, de modo que los presos se veían entre sí y
eran vigilados al mismo tiempo. La falta de disciplina en este aspecto, exponía al
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prisionero a sufrir uno de los tantos tormentos ya descritos, aunque por lo regular
se utilizaba el último. 88
El testimonio de Juan Gómez Álvarez acerca de la vida en prisión, es más
que revelador:
“Al llegar a San José en tan lamentables circunstancias, fuimos internados en la Peniten-
ciaría. A mí y a D. Aurelio López Calleja nos metieron en un calabozo subterráneo que
carecía de ventilación y de alumbrado […] Luego nos separaron y yo volví a mi cuarto
subterráneo donde permanecí por espacio de tres meses sin ver más luz que la filtrada
por la puerta cuando la abrían para entrar los alimentos y sin respirar más aire que el
corrompido que salía por la boca del tubo de la cloaca. Pronto se me dio un compañero,
tuberculoso en el último periodo de su enfermedad, que en las condiciones antihigiénicas
en que nos encontrábamos era como un puñal asestado contra mi salud […] Entre tanto a
esos individuos se les da el tormento del hambre y se les tendría ya desnudos si la caridad
pública no les enviara constantemente ropas usadas. También esa misma caridad les sum-
inistra diariamente una ración de carne que les ayuda a soportar su temible martirio.”89
Quizás uno de los casos más sonados de retención con fines políticos, fue
el del presbítero Salomón Valenciano, uno de los participantes del primer levan-
tamiento armado en febrero de 1918, quien fue capturado por los esbirros y llevado
al Cuartel de la Artillería, donde recibió castigos y vejaciones a su persona, más allá
de lo tolerable.90 A raíz de estos maltratos, su primo segundo, el también presbítero
Rosendo de Jesús Valenciano, inició una serie de publicaciones en La Acción Social
a favor de la amnistía para los presos. Escudado por el simple seudónimo de “***”
escribía:
“El Gobierno del señor Tinoco acaba de pasar por una ruda prueba, con la rebelión
última, es verdad: pero es también cierto a la luz del día y según el criterio de todos
los ciudadanos honrados, que es ésta, brillantísima ocasión de ejercer paternalmente su
autoridad y captarse la mayor simpatía de sus amigos, el respeto de todos, y la gratitud
de sus enemigos, si procede paternalmente y perdona sin restricciones a sus enemigos
políticos.”91
En otro de estos artículos, era más severo en sus críticas hacia el gobierno:
“Así se justifica ante la lógica más severa, que un buen Gobierno, trate de reprimir pronta
y eficazmente, cualquier revuelta cívica de ambiciosos, atolondrados o díscolos ciudada-
nos; pero así se comprende también que los Gobiernos que creen poder vivir del sistema
de la fuerza y la dureza, se equivocan de medio a medio, y a la postre, con ese oscuro cri-
terio, ni hacen Gobierno, ni procuran tampoco la paz, ni fomentan el progreso y caminan
vendados por la fuerza, hacia los despeñaderos del abismo.”92
Las súplicas de muchos otros ciudadanos que respaldaban la del padre Va-
lenciano, se hicieron realidad, en una muestra de verdadera “magnanimidad” por
parte de Federico Tinoco, al decretar la amnistía de los presos políticos;93 no ob-
stante, esta medida fue a medias ya que mantuvo encarcelados a aquellos que in-
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currieron en “formas de delincuencia o agresiones en contra de la Compañía del
Ferrocarril de Costa Rica” y otros “delitos” que Tinoco consideró no absolver.94
Lo que deja esta experiencia, es el papel ambivalente de la Iglesia con respecto a la
dictadura, aspecto que deberá ser analizado con más profundidad en futuras inves-
tigaciones.
El 13 de agosto de 1919, como un último acto de autoridad, Federico Tinoco
decretó la libertad de todos los presos políticos, no sin antes comunicarles que Juan
Bautista Quirós era su libertador, y no él.95 Quizás uno de los actos más reveladores
del nuevo ciclo político que vivía Costa Rica, un ciclo renovador para muchas per-
sonas, lo consistió el acto de la quema de los cepos.96 Dicho acto, lo publicaba con
gran solemnidad el Diario de Costa Rica, el 17 de septiembre de 1919:
“En la mañana de aquel 15 de septiembre – como dirá más tarde alguna crónica que re-
cuerde el suceso de oro – se vertió canfín sobre los maderos infamantes y la llama se alzó
unísona con el agradecido grito de los torturados y con el palmotear frenético de manos
martirizadas. […] Habían vivido desde remotas épocas y fueron hermanos de todos los
tiranos y verdugos. Pudieron ser erguidos en una plaza pública como monumento a la
tiranía. […] Pasadas unas cuantas generaciones, una crónica vieja o un hermoso capítulo
de historia dirá: ‘Hubo un Presidente – Francisco Aguilar Barquero – que hizo meter a las
llamas todos los instrumentos de suplicio.’”97
Conclusión
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Los obreros optaron por la sindicalización, la fundación de clubes y sociedades y
una actividad importante en la opinión pública; los docentes lucharon por mejorar
su condición laboral y rescatar las instituciones normales que necesitaban para for-
talecerse. Estos sectores sociales, se conformaron en los líderes de los movimientos
sociales de noviembre de 1918 y junio de 1919.
La prensa, fue usada como el medio principal de circulación de demandas
y reivindicaciones, además de que tuvo como función principal estimular las opin-
iones de los sectores populares mediante las experiencias de vida.
En el movimiento de noviembre de 1918, el factor que incidió en la ac-
ción colectiva fue el discurso de Stewart Johnson, la cual únicamente se limitó a
protestas contra el gobierno y muestras de apoyo al gobierno estadounidense. Muy
diferente fueron los de junio de 1919, donde los matices de lucha fueron desde la
protesta pacífica, a la movilización violenta.
Los discursos de protesta esgrimidos por los sectores populares se enfocaron
prácticamente en el mejoramiento de la condición económica, factor que indudable-
mente ejercía mucha presión sobre las familias de escasos recursos pertenecientes
a estos sectores. Sin embargo, junto a este discurso, giraron otros como el asesinato
de Rogelio Fernández Güell, las arbitrariedades cometidas en perjuicio de la do-
cencia, los reclutamientos forzosos y los abusos a la autoridad recurrentes por los
esbirros tanto en las calles como en las prisiones.
La represión del Estado durante el bienio, fue realmente inhumana. Se pudo
comprobar que la represión no estuvo limitada a solamente los elementos subver-
sivos contra el régimen, sino que estuvo generalizada a la totalidad de la sociedad
costarricense. La limitación ejercida constitucionalmente al derecho de Hábeas
Corpus, se convirtió en la principal arma del régimen para mantener bajo su control
a todos aquellos “enemigos” que atentaran contra la hegemonía del Estado.
Las represiones vividas por los movimientos analizados, tan solo fueron
una muestra pequeña de lo que era capaz el régimen. En realidad, todo el aparato
represivo se concentró en las cárceles principales de San José, que más que lugares
de reclusión, se convirtieron en lugares de tortura y muerte para muchos, situación
que generó el mote de “Inquisición Peliquista” al sistema penitenciario.
Los castigos físicos, además estaban a la orden del día. La dureza a la
que eran expuestos los presos ante los golpes de vara o de verga que le eran da-
dos por los esbirros, dejaban en una condición más deplorable a los presos, a lo
que se unía el peligro de infecciones de las heridas si no eran tratadas a tiempo,
por las condiciones de la celda y los chinches que usualmente eran un medio de
tortura natural para el preso. Los golpes de vara fueron muchas veces la causa
de muerte de muchos presos o la discapacidad de otros, quienes salían de las
prisiones con quebraduras en sus extremidades, reumatismo o traumas en su
cabeza.
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Los movimientos sociales de junio de 1919 abrieron el portillo de salida del
régimen, ya que aumentó la presión sobre los hermanos Tinoco quienes presentaron
su renuncia a los dos meses de ocurridos estos eventos y presionados también por
la tentativa de invasión de los marines estadounidenses.
Citas y notas
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13 Nueva Era, “Tópicos de actualidad. La política”, 20 de febrero de 1917, 2.
14 La cantidad de votos a favor de Rafael Iglesias Castro en Heredia ascendía a 247, mientras que
en Alajuela este mismo político contabilizó un voto. Iván Molina. “Estadísticas electorales de
Costa Rica (1897-1948). Una contribución documental.” Revista Parlamentaria (Costa Rica),
9, n 2 (Agosto 2001): 375-376. Además, la elección mostró también demandas de nulidad.
Véase en este sentido Molina, Iván y Lehoucq, Fabrice. Urnas de lo inesperado…pp. 43-44.
15 El Imparcial, “Contra la pena de muerte”, 27 de abril de 1917, 5; El Imparcial, “El maestro
Gagini se ocupa del proyecto de nueva Constitución”, 28 de abril de 1917, 7.
16 El Imparcial, “Se aprueba el proyecto del diputado Alvarado Q. contra el sufragio popular”,
11 de mayo de 1917, 4.
17 Ramírez Victoria. 1989. Jorge Volio y la revolución viviente. San José: Ediciones Guayacán. p.
19; Acuña, Víctor. 1986. Los orígenes de la clase obrera en Costa Rica: Las huelgas de 1920
por la jornada de ocho horas. San José: CENAP-CEPAS. p. 15.
18 Acuña, Víctor. Los orígenes de la clase obrera…p. 19.
19 Mora C., Virginia. 1995. “Las luchas de las obreras urbanas en Costa Rica (1900-1930).”
Nueva Sociedad (Costa Rica), 135. p. 141. Llama poderosamente la atención que durante el
gobierno de Tinoco, la celebración del 1º de mayo fue suspendida, a excepción de 1917, cuan-
do los sectores populares se identificaban con el proyecto de Federico Tinoco y la Asamblea
Constituyente de 1917. Para profundizar en el tema de las celebraciones del 1º de mayo, véase
el estudio de Mario Oliva. 1987. 1º de mayo en Costa Rica: 1913-1986. San José: COMARFIL
S.A.
20 El Imparcial, “Sobre unificación obrera continental”, 14 de marzo de 1917, 2.
21 El Diario de Costa Rica, “El Congreso Obrero de Washington”, 27 de julio de 1919, 1.
22 El Imparcial, “Movimientos obreros. El nuevo club de tipógrafos”, 25 de enero de 1917, 1; El
Diario de Costa Rica, “Palpitaciones obreras. Conversando”, 3 de agosto de 1919, 4.
23 El Imparcial, “El gremio de zapateros”, 30 de marzo de 1917, 5; El Imparcial, “¿Tratarán de
unirse nuevamente las fábricas de pan?”, 4 de abril de 1917, 4.
24 La Prensa Libre, “El primer sindicato de zapateros”, 23 de abril de 1919, 1. Citado en: Acuña,
Víctor. Los orígenes de la clase obrera…p. 22.
25 El Renacimiento, “La huelga de los sastres en la capital”, 9 de mayo de 1919, 2. La Prensa
Libre del 8 de mayo presentaba también el mismo tema.
26 En un intento desesperado por recuperar el apoyo de los sectores obreros, el gobierno inició la
discusión de un proyecto de ley para establecer la jornada de 8 horas. No así, el esfuerzo fue
infructuoso, ya que dos meses después el régimen tinoquista llegaría a su fin, y el proyecto de
la jornada de 8 horas tuvo que esperar hasta 1920. La Gaceta, “Cámara de diputados”, 4 de
junio de 1919, 1.
27 Para lectura adicional del tema, véase: Palmer, Steven. 2003. “Salud imperial y educación
popular. La Fundación Rockefeller en Costa Rica desde una perspectiva centroamericana
(1914-1921)” en Educando a Costa Rica. Alfabetización popular, formación docente y género
(1880-1950), ed. Iván Molina y Steven Palmer. San José, Costa Rica: EUNED. pp. 199-
248; Malavassi, Ana Paulina. 2006. “El encuentro de la Fundación Rockefeller con América
Central, 1914-1921.” Diálogos (Costa Rica), 7, n 1 (Febrero – Agosto). http://historia.fcs.ucr.
ac.cr/dialogos.htm.
28 El Imparcial, “El maestro Gagini…”, 28 de abril de 1917, 7.
29 El Diario de Costa Rica, “Al margen de nuestra enseñanza: La enseñanza normal sin lógica”,
6 de septiembre de 1919, 4. Ver como lecturas adicionales al tema: Rojas, Gladys y Palmer
Steven. “Educando a las señoritas: Formación docente, movilidad social y nacimiento del
feminismo en Costa Rica (1885-1925).” En Molina y Palmer, 93-94; Molina, Iván. 2002. La
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ciudad de los monos. Roberto Brenes Mesén, los católicos heredianos y el conflicto cultural de
1907 en Costa Rica. San José: EUCR; Heredia: EUNA. pp. 178-181, Fischel, Astrid. 1992. El
uso ingenioso de la ideología en Costa Rica. San José: EUNED. pp. 129-140 e Iván Molina.
“Educación y sociedad en Costa Rica: de 1821 al presente (una historia no autorizada)”.
Diálogos, 8, n 2 (Agosto 2007 – Febrero 2008 Informe especial): 74, 79-80 y 86-87.
30 El Diario de Costa Rica, “Orientación espiritual para los maestros”, 18 de julio de 1919, 3.
31 Para un análisis más detallado del problema de las subsistencias, consúltese Emmanuel
Barrantes, Hilda Bonilla y Olga Ramírez. 2002. “Las subsistencias en una coyuntura de crisis,
Costa Rica 1914-1920.” Tesis de Licenciatura, Universidad de Costa Rica.
32 El Liberal, “La exportación cruel e inicua”, 31 de octubre de 1918, 3.
33 La Acción Social, “Nuestros obreros”, 12 de enero de 1918, 2. A pesar de lo diferente del
contexto espacial y temporal, las características presentadas por la mentalidad económica de
los sectores populares durante este periodo, es similar a la analizada por Edward P. Thompson
en la “La economía ‘moral’. Esta señala que la actividad paternal del Estado, tiene que estar
dirigida a intervenir en la actividad comercial, aplicando leyes que limiten estas actividades
ilegales e “inmorales” de los comerciantes. Thompson, Edward P. 1979. “La economía ‘moral’
de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII”, en Tradición, revuelta y conciencia de clase.
Barcelona: Crítica. p. 84.
34 La Ley de Abastos, que le permitía al Poder Ejecutivo, por medio de los Gobernadores, fijar
mensualmente en cada provincia el precio máximo de venta al detalle de los artículos de
primera necesidad, que eran el maíz, los frijoles, el arroz, la manteca, la carne, la leche, los
huevos, la sal, el dulce, el café, la leña, entre otros. Las Juntas de Abastos, precedidas por los
Gobernadores, serían las encargadas de velar por la uniformidad de los precios. La Acción
Social, “Ley de Abastos”, 19 de abril de 1918, 2; El Viajero, “Las leyes de emergencia (Ley
de Abastos)”, 22 de abril de 1918, 4. Salazar, María Elena. “La administración Tinoco…” p.
91.
35 Barrantes, et. al. “Las subsistencias…” p. 273.
36 El Viajero, “Al margen de una ley”, 22 de abril de 1918, 1.
37 Diario de Costa Rica, “La Gran Semana (fragmento)”, 6 de septiembre de 1919, 4. Para
ampliar más sobre este tema, consúltese Loaiza, Norma. 1986. “El periódico La Información:
su comportamiento en una etapa de crisis nacional 1915-1919.” Tesis de Licenciatura,
Universidad de Costa Rica.
38 Ibid.
39 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 126; Salazar, María Elena. “La administración
Tinoco…” pp. 127-130; Obregón, Rafael. Hechos militares y políticos…p. 275-277.
40 El “uso público de la razón”, como denomina al ejercicio de la libertad de prensa Roger
Chartier, se había convertido en el marco de denuncia por excelencia para estos sectores.
Chartier, Roger. 1991. The cultural origins of the French Revolution. London: Duke University,
p. 23.
41 El Viajero, “La opinión pública”, 27 de agosto de 1917, 1; El Imparcial, “Nuestra actitud”, 15
de noviembre de 1915, 1.
42 Para Francesca Polleta y James Jasper, el periódico era uno de los espacios más adecuados
para amalgamar experiencias de vida con las posibles respuestas a las necesidades de cada
grupo. Polleta, Francesca y Jasper, James. 2001. “Collective identity and social movements.”
Annual Reviews, n 27, p. 291.
43 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 124.
44 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 125.
45 Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), Manuel María Peralta, 166, f. 11.
66 Diálogos, Revista Electrónica de Historia, ISSN: 1409-469X , Número especial dedicado a las Jornadas de Investigación del CIHAC, 2008-2009/ pp. 41-68
46 Diario de Costa Rica, “La semana trágica”, 13 de junio de 1920, 6.
47 Ibid. Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 140. Murillo sin embargo, indica que no hubo
heridos en este altercado, algo que según las fuentes disponibles, queda descartado.
48 Diario de Costa Rica, “La Gran Semana (fragmento)”, 6 de septiembre de 1919, 4.
49 Diario de Costa Rica, “La Gran Semana (fragmento)”, 6 de septiembre de 1919, 4.
50 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 140.
51 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 140.
52 Diario de Costa Rica, “La semana trágica”, 13 de junio de 1920, 6.
53 Ibid; Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 140.
54 Diario de Costa Rica, “La semana trágica”, 13 de junio de 1920, 6; Diario de Costa Rica, “La
Gran Semana (fragmento), 6 de septiembre de 1919, 4.
55 Diario de Costa Rica, “La semana trágica”, 13 de junio de 1920, 6; Diario de Costa Rica, “La
Gran Semana (fragmento), 6 de septiembre de 1919, 4.
56 Murillo, Hugo. Tinoco y los Estados…p. 145.
57 ANCR, Manuel María Peralta, 166, f. 3.
58 United States National Archives. Decimal Files: Division of Latin American Affairs (USNADF,
DLAA), 711.18-15, 30 de noviembre de 1918. Traducción libre.
59 Diario de Costa Rica, “La Gran Semana (fragmento)”, 6 de septiembre de 1919, 4.
60 Diario de Costa Rica, “La semana trágica”, 13 de junio de 1920, 6.
61 Supra, p. 10.
62 Chacón, Tranquilino. 1920. Proceso Histórico. San José: Imprenta y Librería Falcó & Borrasé.
p. 111.
63 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 113.
64 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 123.
65 Supra, 9.
66 Oconitrillo, Eduardo. Los Tinoco… p. 114.
67 USNADF, DLAA, 711.18-11, 20 de noviembre de 1918.
68 Palmer, Steven. 2002. “Confinamiento, mantenimiento del orden y surgimiento de la política
social en Costa Rica, 1880-1935.” Mesoamérica (Costa Rica), n 43. p. 37.
69 Palmer, Steven. “Confinamiento, mantenimiento del orden…” p. 41.
70 Uno de estos materiales fue una publicación hecha en Panamá por Jorge Volio titulada El año
funesto y la traición del 27 de enero de 1917. Esta divulgación circuló en Panamá, pero en
Costa Rica no fue posible ya que en la frontera de ambos países todos los ejemplares fueron
decomisados por agentes de policía y esbirros, siendo quemados cada uno de ellos. Dobles
Segrega, Luis. 1934. Índice bibliográfico de Costa Rica. Tomo VI. San José: Librería e
Imprenta Lehmann. pp. 388-391.
71 El Diario de Costa Rica, “El Dr. Zelaya afirma que todavía hay esbirros”, 26 de agosto de
1919, 4.
72 Diario de Costa Rica, “Cierre de la Oficina Central de Detectives”, 30 de agosto de 1919, 8.
73 Palmer, Steven. “Confinamiento, mantenimiento del orden …”, p. 42.
74 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 127.
75 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 127.
76 Aguirre, Carlos. The criminals of Lima…p. 132.
77 Chacón, Tranquilino. Proceso… pp. 127-128.
78 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 135.
79 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 135.
80 La Acción Social, “Los reos políticos: El informe de las autoridades judiciales”, 3 de marzo
de 1918, 1.
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81 Chacón, Tranquilino. Proceso… pp. 129-130.
82 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 133.
83 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 133.
84 Chacón, Tranquilino. Proceso… pp. 132, 140.
85 Chacón, Tranquilino. Proceso… pp. 132, 138.
86 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 132.
87 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 131.
88 Chacón, Tranquilino. Proceso… pp. 130-131.
89 Chacón, Tranquilino. Proceso… p. 135.
90 Oconitrillo, Eduardo. Los Tinoco… pp. 84-85. Se conoce que el sacerdote recibió alrededor
de doscientos azotes de vara y se le dejó sin comer casi cinco días seguidos. Tampoco, durante
cuatro días no le fue permitido ir al excusado, por lo que tuvo que hacer sus necesidades en la
celda en la que estaba preso.
91 La Acción Social, “Por la amnistía”, 14 de marzo de 1918, 2.
92 La Acción Social, “Por la amnistía (II)”, 17 de marzo de 1918, 3.
93 La Acción Social, “Sobre los artículos que tratando la cuestión amnistía se han publicado en
este diario”, 28 de marzo de 1918, 3. Oconitrillo, Eduardo. Los Tinoco… p. 86.
94 La Acción Social, “Amnistía”, 27 de marzo de 1918, 1.
95 Diario de Costa Rica, “Hoy salen los presos políticos”, 13 de agosto de 1919, 4.
96 La celebración del 15de septiembre, conmemoró para los costarricenses la independencia de
España y la libertad recién obtenida. Al mismo tiempo en que se destruía la herencia colonial
considerada como un atraso para el liberalismo, se simbolizaba el rompimiento de las cadenas
de dependencia de España y las cárceles de opresión de la dictadura de Tinoco. Díaz Arias,
David. 2001. “La fiesta de la independencia en Costa Rica, 1821-1921.” Tesis de Maestría,
Universidad de Costa Rica. pp. 201-205.
97 Diario de Costa Rica, “La quema de los cepos”, 17 de septiembre de 1919, 1.
68 Diálogos, Revista Electrónica de Historia, ISSN: 1409-469X , Número especial dedicado a las Jornadas de Investigación del CIHAC, 2008-2009/ pp. 41-68