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Aunque a través de la historia el concepto y el rol del hombre en la sociedad y en la familia han
cambiado, en la palabra de Dios encontramos las verdaderas características del modelo de Dios del
hombre que cada esposo y padre deben poseer para llegar a ser el hombre que sus familias necesitan.
Tenemos que comprender que el hombre que la familia necesita posiblemente sea diferente al concepto
que una esposa tiene sobre el hombre que ella quisiera que su esposo fuese, pues muchas veces lo que
quisiéramos y lo que necesitamos son dos cosas distintas y Dios es quien verdaderamente conoce lo que
es mejor para nuestra familia.
La esposa debe darle lugar a su esposo para que ejerza el liderazgo de su hogar (Colosenses 3:18) La
esposa no es competencia de su esposo sino complemento de su esposo como ayuda idónea.
Ser cabeza de mi hogar significa que TOMARE DECISIONES para bien de mi matrimonio y de mi familia.
Ser cabeza significa que EJERCERÉ MI AUTORIDAD con amor para bendición de mis hijos
Tengo que reconocer que para ser cabeza de mi hogar NECESITO LA PRESENCIA DE DIOS en mi vida
(Josué 1:16-17)
La inmadurez de una persona se manifiesta en muchas actitudes que afectan la familia y el matrimonio:
Inseguridad (celos)
Respuestas emocionales violentas (Berrinches como forma de conseguir las cosas que queremos) La
violencia no resuelve nada (Prov. 14:17)
Baja tolerancia a los contratiempos (Actitudes ridículas de ira por cosas que no valen la pena)
Tener empatía, es decir reflexionar como me sentiría yo si alguien me hiciera o me dijera lo que yo estoy
haciendo o diciendo.
Tener las prioridades en orden: Su familia es primero antes que sus amigos, la diversión, el deporte.
TENGO QUE SER UN BUEN EJEMPLO PARA MIS HIJOS (FILIPENSES 4:9)
Un padre les dijo a sus hijos: Ten cuidado por donde caminas, y el hijo le respondió: Ten cuidado tú,
recuerda que yo sigo tus pasos.
Buen ejemplo de trato con nuestros padres que ya envejecieron (Proverbios 4:3)
Buen ejemplo de trato a nuestra esposa y a las mujeres en general (1 Pedro 3:7)
TENGO QUE CUIDAR DE LA FAMILIA QUE DIOS ME HA DADO, COMO EL BUEN PASTOR CUIDA DE SU
REBAÑO (PROVERBIOS 27:23)
No tengo que ser indiferente con aquellas cosas que pueden ser dañinas para mi familia (Juan 10:11-12)
TENEMOS QUE COMPRENDER QUE A DIOS LE DUELE NUESTRA INDIFERENCIA (Ezequiel 34:6)