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Arituclo Neurosis
Arituclo Neurosis
ARTÍCULOS
RESUMEN
ABSTRACT
This article analyzes the main psychopathological disorders related to the exposed by the
Object Relations Theory, considering therefore a lengthwise vision of the individual from a
clinical-dynamic perspective. It is exposed the maternal and paternal functions, the main
dilemmas and evolutionary tasks facing the construction of subjectivism.
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 144: 147-158 / 2014 (II). (ISSN: 0482-5276)
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no puede concebirse así mismo. Este es el esta- homeostasis, lo que provoca el llanto sin poder
do que Freud, haciendo acopio de las tradicio- discernir que dicho ruido es de una naturaleza
nes orientales denominó “el estado de nirvana”, diferente a un cólico que también le hace llo-
por cuanto se es uno con la totalidad; empero, a rar. Esto obedece a que, desde el punto de vista
diferencia del nirvana oriental, el nirvana freu- endogénico, durante las primeras semanas de
diano no ocurre a partir de un extraordinario vida, los bebés no son capaces de reconocer lo
desarrollo y expansión de la conciencia, por el propio y lo ajeno, ni tampoco lo de adentro o lo
contrario, obedece a un precario y primigenio de afuera. Estas experiencias intra y extracor-
desarrollo del individuo carente de conciencia y póreas no se reconocen como diferentes a partir
donde no existe una diferenciación con la tota- de su origen y naturaleza.
lidad. Este momento original del desarrollo, se Por otra parte, el esquema corporal que
ha denominado según distintos autores y auto- ha tenido un insipiente desarrollo en el momen-
ras, la fase ego-cósmica, egocéntrica o autística to evolutivo del que se habla, poco a poco se va
—en este último caso no se hace referencia al integrando al reconocimiento de las primeras
síndrome clínico del autismo— todo lo cual, partes del cuerpo que se asumen como propias.
corresponde al narcisismo primario o narcisis- La mano, que en un movimiento azaroso es
mo absoluto freudiano (Freud, 1914), que es un llevada por la criatura a su boca, procurándole
narcisismo sin objeto, es decir, donde no existe placer, se troca posteriormente, en un movi-
la noción del otro, a partir de lo cual me consti- miento dirigido intencionadamente a la zona
tuyo como sujeto. oral, estableciéndose así un esquema; lo propio
Al advenimiento a la vida, el ser humano acontece con los dedos de los pies, que termina-
se encuentra preso de su concretad. A efecto de rá también reconociéndolos como suyos.
tener una idea más o menos aproximada de los Este estado previo a la alteridad, carente
fenómenos que acaecen en este periodo y a falta de sentido, forma, organización y temporalidad
de una huella mnémica o de una inscripción alguna, es lo que Klein denomina el estado
de la ausencia de dicho momento primordial autístico. Ahora bien, a partir de este mundo
que pudiera evocarlo de alguna manera, se bizarro en que se encuentra sumergido el ser
utilizarán algunas metáforas para acceder a la humano, acaece alrededor del segundo o tercer
comprensión de estos fenómenos, después de mes de vida, el reconocimiento de un primer
todo, el lenguaje es siempre una metáfora que objeto de su entorno, que según los experi-
da cuenta de la realidad, a partir de la palabra mentos de Spitz (1977), es el rostro humano,
que la representa y la simboliza. al cual el niño y la niña dirigen una sonrisa
Desde el punto de vista visual —una de responsiva a un semejante, a una otredad más
las principales formas de contacto con el mundo allá de sí mismo, de lo cual se colige la vocación
exterior—, los recién nacidos “perciben” el en- onto y filogenética que a nivel social caracte-
torno como si lo vieran a través de una poderosa riza al ser humano. No es de extrañar que el
lente desenfocada, esto es, un mundo de formas primer discernimiento del universo visual sea
sin forma, de colores que no son tales, ya que el rostro humano, habida cuenta de que se ha
el aprendizaje de estos es una tarea de la edu- comprobado experimentalmente, que durante
cación preescolar y evolutivamente tardía, en las primeras semanas y meses de vida, los bebés
relación al momento vital al que se refiere. reaccionan a determinados estímulos próxi-
Para hablar tan solo de otro sentido sen- mos —cercanos a los veinte centímetros— de
sorial esencial como lo es la audición, se dirá su campo visual, que es aproximadamente la
que el mundo sonoro no es menos caótico, ya distancia que separa los rostros de la madre y el
que es percibido como un conjunto de ruidos bebé durante el amamantamiento. Tampoco es
sin que se reconozca su procedencia, natura- azaroso que dentro de los primeros “avistamien-
leza y mucho menos su sentido. Solo un ruido tos” se encuentre el pecho materno asociado a
súbito y fuerte es capaz de excitar y estremecer funciones oral-alimenticias vitales y vinculado
a la pequeña criatura quebrando su precaria al apego afectivo, ya que el amamantamiento
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es por antonomasia, el primer vínculo que se presencias discierne e integra la presencia ma-
establece con un otro significativo, quien grati- terna o de quien asuma dicha representación.
fica y resarce las necesidades emocionales y de Así es como cuando el niño o niña claman por
seguridad de la joven criatura. la figura materna, solo su exclusiva presencia es
Al anterior reconocimiento del rostro y capaz de satisfacer su demanda. Este es un mo-
del pecho materno o de quien lo sustituya, se mento crucial en el desarrollo de la subjetividad
suma la voz humana que emerge de esta tota- humana, donde por primera vez se reconoce un
lidad indiscriminada en el universo sonoro e otro, un semejante, un igual vinculado pero a la
indefinido, en la cual se habita. Sin embargo, vez diferenciado de sí mismo, en quien se depo-
es una voz incierta e indeterminada, no es la sita la confianza y la seguridad.
voz de alguien en particular que se le reconoce Este hecho trascendental marca un
como tal. Lo anterior, es lo que se denomina en acontecimiento de extraordinaria importancia
Teoría de las Relaciones Objetales, los “objetos psicológica, como lo es el establecimiento de
parciales” (Klein, 1948), ya que aún no ha ad- un vínculo con un objeto afectivo, el cual será
venido el objeto afectivo por excelencia que es el prototipo y arquetipo de las relaciones vin-
siempre la madre o quien cumpla su función, culares ulteriores que moldeará, como nunca
al respecto se volverá más adelante sobre dicho antes y después, los aspectos constitucionales
tema. Una de las características de los objetos y estructurales que nos definirán como sujetos.
parciales es precisamente que no existe la inte- A partir del establecimiento de la rela-
gración de un otro significativo, sino tan solo ción objetal, se funda y desarrolla un vínculo
percepciones de gratificación e insatisfacción esencial, cuyas manifestaciones visibles se pue-
asociadas a la presencia o ausencia de tales den localizar con mayor certeza a partir del
objetos, que justamente se caracterizan por su cuarto mes de vida, siendo el objeto afectivo
indiscriminación, al no ser factible asociarlos y materno sujeto de reconocimiento y demanda
asimilarlos a una persona en particular en este incondicional. En este momento de la vida, se
momento vital. encuentra la angustia de separación, tal y como
En relación con los objetos parciales, la definió Spitz (1977), la cual no se aplaca con
Hinshelwood, Robinson y Zárate (1997) in- ninguna otra presencia humana que no sea la
troducen la noción de Klein sobre el “pecho de la madre o su sucedánea. Es así como el niño
bueno” y el “pecho malo”, que precisamente o la niña exigen una presencia determinada,
alude a aquel pecho que en presencia resarce que le es entrañable y a la cual reconocen cla-
en lo oral alimenticio y en lo afectivo, pero que ramente, cuya ausencia provoca una primera
en ausencia no gratifica y frustra. Estas son las angustia que precisamente se denomina “de
dimensiones del placer y el displacer freudiano separación”. La “angustia de separación” se
(1915) que se encuentran como experiencias constituye en el prototipo de las posteriores an-
esenciales en el origen mismo de la existencia. siedades y neurosis, su existencia revela que los
Al igual que el pecho y el rostro, la voz humana niños y las niñas no han logrado la permanen-
en presencia, se asocia prontamente a gratifi- cia psicológica del objeto afectivo, por lo cual
cación y protección, en tanto, su ausencia se requieren de su constante presencia para su
asocia a insatisfacción. satisfacción y resarcimiento afectivo, así como
Continuando con el desarrollo longitudi- para su seguridad emocional.
nal del ser humano, se tiene que alrededor del Posteriormente, se irá desarrollando lo
cuarto mes de existencia (Spitz, 1977), ocurre que se ha denominado constancia objetal o
un reconocimiento de un rostro en particular permanencia del objeto afectivo, que no es otra
que destaca de los demás rostros indiferencia- cosa más que la satisfacción inicialmente mo-
dos e indiscriminados. De esta manera, la cria- mentánea que brinda la actividad lúdica simbó-
tura humana es capaz de reconocer un rostro lica, a partir del recuerdo del objeto; lo propio
primordial y esencial, lo propio ocurre con el ocurre con la representación simbólica que da
pecho y con la voz, es decir, que entre todas las pie a lo que Winnicott (1971) llamó el “objeto
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transicional”, todo lo cual brinda una determi- experiencia relacional con la madre es funda-
nada seguridad emocional y una suerte de pacto mentalmente buena, el niño o la niña se van a
de esperanza, basado en la experiencia de que sentir buenos y amados, si por el contrario, la
el objeto afectivo siempre retornará. El propio experiencia con la madre no es buena, el niño
Freud describió magistralmente este proceso, a o la niña se van a sentir malos y rechazados. En
partir del juego de una de sus hijas con un ca- este momento de la vida del individuo, no existe
rrete de hilo, que la niña alejaba y acercaba de posibilidad alguna de tener un juicio crítico
sí misma simbolizando la ausencia y presencia independiente que le exima de responsabilidad
de la madre. frente al designio materno, de allí la extraor-
Este vínculo particularmente estrecho y dinaria importancia de este proceso vincular.
profundo entre la madre y su hijo o hija, se de- Dichas experiencias primarias a nivel objetal,
nomina simbiosis (Mahler, 1972). La simbiosis dejarán una marca indeleble, de manera tal
es un concepto de la Biología que la Psicología que determinarán aspectos constitucionales y
asume para sí, el cual describe una interdepen- estructurales que nos definirán como sujetos, a
dencia entre dos organismos, en nuestro caso, partir de sus consecuencias positivas y negati-
entre la madre y el hijo o la hija. Dicha inter- vas. El re-aseguramiento afectivo que significa,
dependencia es clara y evidente en el caso de según Erickson (2000), la “confianza básica
la pequeña criatura humana, ya que ese habla versus la desconfianza básica”, es un proceso
del quinto o sexto mes de vida y evidentemente, que se encuentra en el fundamento del edificio
este no tiene ninguna oportunidad de sobre- de la personalidad y acontece durante el primer
vivir sin los cuidados y auxilios de un adulto. año de vida, dicho proceso encuentra su núcleo
Igualmente, la madre o quien la representa, duro en las relaciones vinculares, a partir del
genera una relación simbiótica con el niño o objeto afectivo primario.
la niña, al punto de establecer una fusión dual, Desde el punto de vista psico-etiopato-
de manera tal que madre e hijo o hija terminan génico, se puede decir que el periodo de la
siendo uno. Las madres que han tenido la trági- simbiosis es el lugar de origen de los trastornos
ca experiencia de perder a un hijo o hija alrede- constitucionales y estructurales, también defi-
dor de los seis meses de edad, indefectiblemente nidos como trastornos de la personalidad (Aso-
dicen en lo literal y en lo simbólico lo mismo: ciación Americana de Psiquiatría, 2002), que
“es que me arrancaron un pedazo de mí”. Dicha implican rasgos y modalidades comportamen-
sensación tiene su explicación en la simbiosis, tales persistentes a nivel cognitivo, afectivo, in-
ya que la madre o quien cumpla su función se terpersonal y social. Estas modalidades suelen
encuentra fusionada en uno con el hijo o la hija mantenerse a lo largo de la vida, más allá de
y su pérdida se vive como una especie de des- las cambiantes situaciones socio-culturales y
membramiento. El “sueño de nodriza” descrito frecuentemente, provocan dificultades de fun-
por Freud —según el cual casi ningún ruido, cionamiento y de adaptación social.
por fuerte que sea, perturba su sueño—, impli- Por ejemplo, en el llamado trastorno de
ca que la madre se despierta inmediatamente personalidad dependiente (Asociación America-
ante el mínimo susurro del bebé a su cargo, lo na de Psiquiatría, 2002), acaece una simbiosis
cual es otro claro ejemplo de relación simbió- no resuelta que trasciende el momento evoluti-
tica. Por su parte, el llamado que hacen las pe- vo de su superación que frecuentemente, persis-
queñas criaturas con sus balbuceos convocando te durante toda la infancia, la adolescencia y la
a la madre, son también parte del proceso sim- vida adulta. Este trastorno es prohijado por una
biótico como tal, incluso, hay quienes cifran el madre o su representante con rasgos de perso-
origen del lenguaje a partir de la necesidad de nalidad dependencial, cuando no con un tras-
invocar a la madre. torno de personalidad dependiente propiamente
En el periodo de la simbiosis, la madre dicho, encuentra en el hijo o hija su amparo y
o quien realiza su función, es quien califica un soporte afectivo y emocional, sin el cual, fá-
la experiencia del niño o la niña, es decir, si la cilmente se derrumba. Este tipo de madre lanza
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una suerte de consigna más o menos explícita (Liberman, 1984), quien de esta manera, sufre
a su hijo o hija que dice aproximadamente así: una afectación en lo que Ericksson (2000) de-
“Hijo mío, hija mía, el mundo es un lugar peli- nominó “confianza básica”. Dicho defrauda-
groso, solo a mi amparo y en mi regazo encon- miento fundamental —que acaece en términos
trarás protección”. La pequeña criatura aprende del primer año de vida— repercutirá a lo largo
a partir de la experiencia compartida con la de la existencia, al fin y al cabo, sino se puede
madre —quién califica la experiencia— a vivir confiar en la madre (psicológica), ¿en quién
el mundo y la vida como algo amenazante e in- se puede confiar? La confianza cifrada en un
cluso terrorífico, a no confiar en sí mismo ni en otro significativo que no es correspondida, re-
los demás, únicamente en la madre. fuerza la posición que Melanie Klein denominó
Dicha situación es particularmente, fre- “esquizo-paranoide” (Hinshelwood, Robinson y
cuente en el caso de las madres ansiógenas, lo Zárate, 1997), según la cual no solo se desconfía
cual deriva en la necesidad de una presencia de los demás, sino que se les teme verbigracia
omnipresente de la figura materna para el re- de la proyección de las propias pulsiones de
aseguramiento emocional y narcisístico del destrucción y muerte, que en virtud de dicho
niño y la niña, así como de la madre. Estas mecanismo, devienen como amenazas del exte-
madres suelen ser personalmente inseguras y rior, resultado de un abandono o una agresión
al no confiar en sí mismas, tampoco confían en real y fantaseada, por lo cual no se espera de los
su “obra” o su “producto”, que es su hijo o hija. otros, más que daño y traición.
Suelen ser también personas inhibidas, ansio- En relación a las constituciones de na-
sas y temerosas, de manera tal, que al estar turaleza narcisista (Asociación Americana de
atrapadas en un proceso vincular de naturaleza Psiquiatría, 2002), existe una sobrecarga más
simbiótica, transfieren sus propios miedos y allá de lo normal y conveniente de libido mater-
ansiedades a sus hijos e hijas (Liberman, 1984). na, en desmedro de las disposiciones necesarias
En estas circunstancias, la progenie no para enfrentar la inevitable condición de la
hace otra cosa más que reproducir los miedos frustración, la cual fortalece el criterio de rea-
y ansiedades de la madre, inculcados y soste- lidad, ya que ubica los límites y contornos del
nidos por esta. Dicha modalidad relacional se “yo”, en los contextos interpersonales y socio-
convierte en el arquetipo vincular, llevando culturales, impidiendo que el ego se expanda
a estos individuos más adelante a establecer narcisísticamente sin control alguno. En dicho
relaciones, en donde demandan a los otros, cui- trastorno, los sentimientos de omnipotencia
dado y protección, constituyéndose los demás tampoco encuentran su límite y se provee al
en sucedáneos maternos, ya sea el padre, el sujeto de un desmesurado criterio acerca de la
grupo fraterno, la pareja, las amistades, los propia valía e importancia en detrimento de
compañeros y compañeras de trabajo o estudio los demás. Para estas madres, los hijos e hijas
entre otras muchas posibilidades, incluido por son posesiones y realizaciones personales, ver-
supuesto, los y las psicoterapeutas. Este tipo daderas extensiones de sí mismas (Liberman,
de relación vincular se constituye en un rasgo 1984), los cuales tienden a operar al tenor de
caractereológico que determina la vida de los la siguiente metáfora: “Hijo mío, hija mía, eres
sujetos, en donde el otro funciona como una lo más grande y maravilloso del mundo y de la
suerte de alter-ego o yo auxiliar, siendo a la vez vida y lo mereces todo, ve y tómalo”.
fuente indispensable de confianza, seguridad y En el periodo simbiótico, se ha dicho que
confirmación del propio yo. la madre o quien cumpla su función, es la que
En el trastorno paranoide de la perso- califica y determina la experiencia del niño y de
nalidad (Asociación Americana de Psiquiatría, la niña, ya que no es posible en dicho periodo
2002), se encuentra la existencia de un fuer- de la vida, sustraerse de los dictados maternos.
te defraudamiento primario, en términos de Asimismo, en este periodo, el mandato materno
que el objeto afectivo primordial no resarce, una vez establecido, es indudable e incuestio-
ni libidinal ni narcisistamente al individuo nable, de allí que aquellos sujetos que queden
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propias pulsiones, sean estas buenas o malas, Los trastornos afectivos pueden desarro-
integrándolas como parte de sí. llarse a partir de dichos procesos, dando lugar,
Siempre y cuando la madre o quien la así como posibilidades a una sobreestimación
representa abra la puerta y permitan al hijo o del objeto afectivo en detrimento de sí mismo,
la hija acceder al mundo y a la vida, se arri- en lo que Freud (1917) denominó melancolía,
bará a la etapa denominada separación e in- hasta una sobre estimación propia a despecho
dividuación, que consiste precisamente en del otro —representado por la imago mater-
el rompimiento de la simbiosis a partir de lo na— tal y como lo formuló Freud (1914) en el
cual, la criatura humana se sabe y se siente di- caso de las constituciones narcisistas. De esta
ferente de la madre, quien se ubica en el lugar manera, el objeto afectivo puede ser idealizado
de la otredad, lo cual implica que a partir de o ser sujeto de odio y desprecio, así como de
dicho momento, el niño y la niña deben asu- una relación ambivalente, existiendo también la
mir como suyas sus emociones y afectos, inde- posibilidad de una vinculación que permita una
pendientemente de su madre y de su valencia sana estimación del objeto y de sí mismo.
—sea esta positiva o negativa—; de manera A partir de estos procesos, los indivi-
tal, que los denuestos y ataques fantaseados y duos se posicionaran en relación al propio yo
proyectados sobre el objeto afectivo que ame- y a los otros, con mayor o menor seguridad
nazaban con destruirlo, se tienen que asumir respecto a su lugar en el mundo circundante y
como propios, lo que conduce a la clásica posi- se establecerán tempranamente, determinadas
tendencias u orientaciones vitales básicas que
ción depresiva kleiniana (Hinshelwood, Robin-
caracterizarán al individuo, tales como: intra-
son y Zárate, 1997).
versión-extraversión, entre otras posibilidades.
A su vez, el objeto afectivo se integra
Es también el momento de la clásica tarea evo-
y deja de estar escindido como bueno o malo
lutiva definida por Ericsson (2000) de la “con-
con “o” de exclusión, concibiéndose en la doble
fianza básica versus desconfianza básica”.
posibilidad de gratificar y frustrar. De igual
Desde una perspectiva socio-emocional,
manera, el niño y la niña reconocen para sí la
otro gran momento del desarrollo del ser hu-
doble posibilidad de amar y odiar, haciéndose
mano lo constituye el complejo de Edipo, que
cargo de los propios sentimientos. Es así como
ha sido definido como el gran organizador de
el sujeto humano se convierte en individuo en la personalidad, a partir de su relevancia onto y
virtud de dichos procesos, de manera tal que el filogenético. Freud (1921) inspirado en los ha-
no acceder a esta etapa, implica un atrapamien- llazgos darwinianos, establece que en tiempos
to en las redes simbióticas de la madre que lo de la horda primordial el padre, líder o caudillo,
condena a la sujeción y a la dependencia. imponía su dominio por la fuerza, hasta que
La asunción de la responsabilidad por en un momento dado la fratría uniendo sus
los ataques fantaseados y el temor concomi- fuerzas, logró realizar colectivamente lo que
tante por el daño infringido, surge de la om- individualmente no eran capaces cometiendo
nipotencia del pensamiento infantil, ya que parricidio. No obstante, este acto emancipa-
por una parte las injurias y agresiones ori- torio trajo consigo como consecuencia, el que
ginalmente proyectadas que le amenazaban, se denegara mutuamente el objeto primordial
se reconocen ahora como propias y por otra de deseo que siempre es la madre (Martínez,
parte, se teme la venganza del objeto afectivo, 2007). Este es el primer contrato social que se
el abandono o su destrucción, ya que lo que suscribe como humanidad (Freud, 1914) y a
se piensa es real y por tanto, tiene consecuen- partir de lo cual, se articulará la superestructu-
cias. Se tiene aquí el origen de la culpa que ca- ra jurídico-política.
racteriza en general, a los procesos depresivos, El incesto, desde una perspectiva antro-
incluidas las tendencias depresivas que pueden pológica (Martínez, 2007), es una ley fundante
prevalecer como un rasgo constitucional bási- y determinante que establece una prohibición
co tempranamente adquirido. esencial, en primera instancia, entre madre e
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hijo, así como, tío y sobrina en las sociedades el padre de crianza o el compañero de la madre;
matrilineales que caracterizaron el origen de sin embargo, dicha función y la ruptura del vín-
la humanidad, extendiéndose posteriormente culo diádico a ella asociada, puede ser ejercida
a hermanos, primos y en general, al clan que también por aquello otro que convoca y concita
compartía una consanguinidad —real o su- la atención materna, haciendo que la madre
puesta— o que al menos reconocían un origen ponga su interés en otra cuestión —su trabajo,
común, esto es el tótem, por lo que en este acto el estudio o cualquier otra vocación o inclina-
se concebían como parientes. Estos hechos ción— más allá del hijo o la hija.
son el fundamento de la exogamia, que como Solo las madres seguras de sí mismas
forma de organización y estructura social, se que confían plenamente en su ejercicio ma-
asienta en el tabú del incesto. Este estado de terno, pueden abrirse a la experiencia e intro-
cosas —que se encuentran en la base del surgi- ducir a un tercero —incluido otros intereses y
miento de la humanidad como tal—, es recrea- vocaciones— y ser capaces de indicarle claro y
do a nivel ontogenético, a partir del complejo de preciso al hijo y a la hija que tienen un lugar
Edipo, donde los niños y las niñas reviven dicho fundamental en su vida, pero que sus anhelos
drama humano en lo individual, perpetuándolo les trascienden.
por esta vía a nivel filogenético. La resolución edípica en su condición del
La resolución edípica en Freud implica gran organizador de la subjetividad, es el asiento
el rompimiento de la díada madre/hijo e hija sobre el cual se estructurará en definitiva el edi-
y el establecimiento de la triada edípica con la ficio de la personalidad, que tendrá como base
inclusión del padre o su subsidiario. El padre y sustento, el periodo vital que va de los tres a
o quien lo representa es quien le dice metafó- los cinco años de vida (Brenner, 1988). En esta
ricamente a la madre y al niño o la niña que: etapa se establecerán las principales tendencias,
“aquí no se juega de a dos, sino de a tres, yo orientaciones y rasgos de carácter, tal y como lo
cuento en esta relación…”, estableciéndose de entendió Fromm (1973), las cuales, a partir de
esta manera, la tríada edípica, esto es: madre, dicho momento vital tendrán un carácter más o
padre, hijo o hija. El padre se ubica como el menos permanente a lo largo de la vida.
tercero incluido en la relación diádica, como ese En una perspectiva psicodinámica a par-
otro del deseo de la madre que no es el hijo o la tir del complejo de Edipo y según sea su reso-
hija. Es ese otro por el cual la madre hace una lución a nivel etiopatogénico, se tendrá como
esquicia en la mirada y vuelve a ver a un tercero posibilidad el surgimiento de las neurosis que
que convoca su deseo, desplazando al niño o clásicamente Freud definió como obsesión,
a la niña como objeto exclusivo de afecto. Es fobia e histeria, aunque originalmente, el pro-
menester aclarar que la función de corte y au- pio Freud incluyó las denominadas neurosis de
toridad asignada a la función paterna ha sido ansiedad. Desde el punto de vista psicoanalíti-
discutida por Benjamin (1996) y otras autoras, co, estos trastornos comparten una etiología
quienes indican que es la madre quien impone semejante, la cual se caracteriza por el dilema
sus propios límites y obra la separación entre entre el deseo que convoca el objeto afectivo
ella y sus hijos e hijas. primordial y la denegación que la cultura im-
Los psicoanalistas que creen que el padre pone (Freud, 1930). De las tensiones entre las
tiene una función de ruptura del vínculo diá- tendencias básicas del individuo y las prescrip-
dico, parten de que este asume un lugar de ciones socioculturales, así de cómo dirima el
autoridad, ya que deniega y prohíbe a la madre sujeto tales conflictos, dependerá la demostra-
como objeto afectivo exclusivo, razón por la ción o no de algunas manifestaciones psicopa-
cual deviene como una otredad que rompe el tólogicas. El caso de la manifestación fóbica de
atrapamiento con el universo simbólico mater- la neurosis estará signada por el temor al casti-
no. Por otra parte, se han hecho planteamien- go, debido a la trasgresión real o imaginada del
tos en el sentido de que la paternidad es una precepto del incesto. En el caso de las obsesio-
función que la puede ejercer el padre biológico, nes, se tiene como resultado la culpa asumida
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Spitz, Rene. El primer año de vida. México df, Fecha de ingreso: 14/04/2013
México: Fondo de Cultura Económica, 1977. Fecha de aprobación: 06/09/2013
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