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“Nociones Básicas de

Asistencia Terapéutica”

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Sumario

Acompañamiento terapéutico: Campos acción. Funciones.


Fundamentos del A.T. Principios del rol. Historia. Equipo de
salud, Relación con el paciente, etc.

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El Acompañante Terapéutico (A. T.) se inserta en la vida cotidiana del
enfermo, ya sea en su domicilio, la institución en la que se halle
internado, o en forma ambulatoria. Trabaja en un nivel vivencial, no
interpretativo, dentro de un equipo interdisciplinario y siguiendo las
consignas del terapeuta de cabecera.

Este enfoque de mínima distancia y de una gran disponibilidad


afectiva, favorece una mayor eficiencia terapéutica.

Se expone la modalidad de trabajo, así como la importancia de


la capacitación y entrenamiento del A. T., que servirán de
sostén en esta comprometida tarea, facilita por ciertas
características de personalidad.

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INTRODUCCIÓN

La necesidad de compañía y estimulación humana es algo que


se ha reconocido desde tiempo inmemorial. En la mayoría de las
culturas existe la costumbre de que los afligidos por
enfermedades, muertes o desgracias, reciban ánimo y apoyo de
parientes, amigos, vecinos o incluso extraños que puedan
permanecer con esa persona hasta que recupere su entereza.
Ante un desastre o peligro repentino externo o interno, los
adultos con frecuencia aumentan sus exigencias de otras
personas, buscando la proximidad de un ser conocido y en quien
confían, manifestando una conducta de apego que prolonga de
modo directo la de la infancia.

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Las teorías psicodinámicas han puesto de manifiesto la eficacia
terapéutica del contacto personal entre el agente terapéutico y
el paciente. Sabemos que la historia antigua del abordaje de la
locura marginó al enfermo de diferentes maneras con recursos
poco terapéuticos, produciendo un efecto de segregación en los
demás; transitando el camino de la incertidumbre y del encierro,
hasta que sucesivas innovaciones modificaron su abordaje hacia
lo familiar y comunitario. En este encuadre se observó la eficacia
del análisis de los tipos vinculares. Los psicoterapeutas
necesitaron implementar técnicas nuevas ante la demanda de
un contacto personalizado. Entonces, se vieron necesitados de
prescribir Agentes de Salud Mental que pudieran absorber esta
tarea. Así el acompañamiento Terapéutico aparece ante las
nuevas exigencias que se plantean en la Psicología Clínica
contemporánea.

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En 1947, una terapeuta suiza, la Dra. M. A. Sechehaye, publicó
un libro dando cuenta de una de las primeras experiencias en
este tipo de abordaje. En “La Realización Simbólica”, describió
este nuevo método psicoterapéutico aplicado a su paciente
Renée, con diagnóstico de esquizofrenia, y un pronóstico en el
que se había dado por perdido el caso, ya que los tratamientos
tradicionales fracasaron. Ella logró reinsertar a Renée a la
sociedad, gracias a su interés, constancia, intuición maternal,
afecto, comprensión psicoanalítica, y una gran disponibilidad de
tiempo. Pero, debido a que Renée necesitaba atención
permanente, debió instruir a una enfermera psicológicamente
capaz y entrenada, para que actuara como auxiliar,
permaneciendo con la paciente en los momentos en que ella no
podía hacerse cargo, dando un parte detallado de las
reacciones, y siguiendo concienzudamente las instrucciones de
la Dra. Sechehaye.

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Es así como el Acompañamiento Terapéutico comienza como
una necesidad del terapeuta, que por lo general no puede
dedicarle tantas horas a un paciente, y entonces designa a una
persona entrenada y capacitada para la contención. Su
presencia en sí es un acto terapéutico, entendiéndose por tal: el
que “cura”, cuida y alivia. Y en el cual se va a establecer un
vínculo que el enfermo no tuvo hasta ese momento, y que le
posibilitará instaurar una diferencia, creando nuevos lazas de
resocialización. Acompañar es estar con el otro, compartir.
Etimológicamente: hacerse compañero, compartir el mismo pan.
Sin embargo, no se trata de una relación simétrica, de igualdad,
ni de amistad. Sino que hay una estrategia dirigida a una cura,
y esto es lo que la diferencia de una situación no terapéutica, en
la que sólo se comparte algo con el otro. Lo curativo hace que
“desaparezcan los síntomas”, haya un enriquecimiento personal
y se adquiera la tan ansiada capacidad o habilidad para estar
solo.

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La capacidad de estar solo

Todos tenemos la necesidad primitiva de estar con otros, desde


el comienzo de nuestra vida necesitamos del sostén materno, de
la presencia del otro. El bebé nace con un yo inmaduro que no
tiene defensa, y que está sostenido por el yo de la madre, que
funciona como su medio ambiente protector. Según Winnicott, a
ese yo el niño lo va a ir introyectando, para luego ser capaza de
estar solo sin la alusión frecuente a la madre o símbolo
materno. La base para adquirir la “capacidad de estar solo”, es
entonces una paradoja; es la capacidad de estar solo mientras
otra persona se encuentra presente, y que sin una cantidad
suficiente de esta experiencia no puede desarrollarse. Esta
capacidad o habilidad es uno de los más importantes rasgos de
madurez en el desarrollo emocional. Y el acompañante
terapéutico (A. T.), en tanto presta su persona, practica y
vivencia un rol de protección, apoyo, soporte, sostén y
fundamentalmente de contención permanente.

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Un asistir, o sea un co-vivenciar el mundo interno del paciente,
lo que se supone una relación y un compromiso emocional con
ese sujeto. Esto constituye el aspecto más primario de la
relación, por eso entronca con el llamado “maternaje”.
Permitiendo así acompañar al paciente en el proceso que va de
su regresión a su individuación.

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ROL Y FUNCIÓN

El Acompañamiento Terapéutico constituye un rol de múltiples


funciones: compartir, escuchar, observar, ayudar a hacer cosas,
frenar impulsos, contener, estimular, etc., pero no interpretar. Y
fundamentalmente una función de maternaje. Es el método
menos agresivo de contención a pacientes descompensados,
sólo hace falta recordar: la exclusión social, las cadenas, el
encierro, la convivencia con delincuentes y vagabundos,
latigazos, animalidad, baños de inmersión con agua fría, duchas
por sorpresa, chaleco y tratamientos eléctricos. Los
psicofármacos que fueron una gran revolución, aparecieron en la
época del ’50. Y contrariamente a la institución custodial,
Maxwell Jones crea la comunidad terapéutica. Antes se alejaba
al loco de la familia y la comunidad, hoy se lo acerca a su
ambiente y a su historia.

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EN QUE CASOS SE UTILIZA ESTA TÉCNICA

El Acompañamiento Terapéutico tiene que ver con la


jerarquización de la contención humana en pacientes crónicos y
agudos, con quienes los abordajes terapéuticos clásicos
fracasaban.
El A.T. es un agente de salud capacitado para sostener, cuidar, aliviar y
compartir: las ansiedades, angustias y desequilibrios de enfermos con
perturbaciones emocionales, que han entrado en crisis al no poder
generar respuestas adaptativas, ante situaciones externas e internas que
se presentan en la vida del sujeto, y que desencadenan en trastornos de
la personalidad llevando a situaciones de: descontrol, crisis, ideas
suicidas, actuaciones auto y heteroagresivas, empobrecimiento del yo,
etc., en los distintos cuadros psicopatológicos: neurosis graves,
borderline, adicciones (drogas, alcohol), psicopatías descompensadas y
psicosis. También en pacientes psicofísicos y terminales.

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EL TERAPEUTA Y EL EQUIPO INTERDISCIPLINARIO
Cuando desbordan las posibilidades de contención del terapeuta, el A. T.
va en su representación, funcionando como un soporte, y siendo un yo
auxiliar que brindará un vínculo distinto a los ya conocidos, con el
objetivo de generar un cambio. El paciente se debe sentir: cuidado,
protegido y apoyado en una función de maternaje en la que el terapeuta
triangula.

El terapeuta, además de indicar el Acompañamiento Terapéutico (él o el


equipo tratante), será el encargado de establecer las consignas: horarios,
tipos de salidas, permisos, restricciones, riesgos, urgencias, hacia donde
apunta el acompañamiento, cuál es su objetivo y el número de
acompañantes terapéuticos. Será de uno o lo mínimo: para ampliar el
mundo relacional y afectivo del paciente, cuando la contención se hiciera
dificultosa, para ensayar una misma conducta con distintas personas o
diferentes conductas con la misma.

El equipo está constituido básicamente por: un terapeuta individual, uno


familiar, uno o más A. T. y un coordinador de éstos si fuera necesario.

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EL INFORME

Es aconsejable realizarlo al finalizar el acompañamiento o en el


tiempo más breve posible. A veces el intercambio de
información resulta urgente, por ejemplo cuando trabajan varios
A. T. en turnos rotativos de 4 horas a 6 horas, y la comunicación
se debe hacer en el mismo momento, pero no en presencia del
paciente.

El informe se realiza para: el terapeuta, el coordinador o el A. T.


que sigue. Puede ser oral o escrito. En algunas instituciones se
vuelca en la historia clínica del paciente.

Debe ser esencialmente descriptivo y vivencial.

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SOBRE QUIENES OPERA EL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

Se trata de una tarea en la que no sólo se deberá tener en


cuenta la contención individual del paciente, sino también la de
su pareja, familia y grupo circundante, ya que no solamente se
acompaña al enfermo sino también a su entorno.

El A. T. deberá detectar el “el punto de urgencia” de la familia o


grupo, sin dejar de realizar un trato personalizado. Por ejemplo:
la mucama puede estar necesitando más ayuda que el resto de
los integrantes de la casa en determinado momento.

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FAMILIA Y A. T.

Hoy día, se concibe al paciente no ya como un caso aislado sino


como lo que en realidad es: el emergente de un grupo familiar
enfermo; dejando en evidencia que es imposible ubicar y
encuadrar a la enfermedad psíquica en el exclusivo plano
individual y que para comprenderla, es imprescindible
considerarla dentro del ámbito del grupo constituido por los
seres vinculados al enfermo por lazos familiares.

Para poder realizar la asistencia familiar es importante que la


familia esté motivada, y solamente un desequilibrio suscita
dicha motivación promoviendo:

1) la búsqueda de ayuda ó

2) la aceptación al ofrecimiento de ayuda

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En el grupo familiar se tratará de ver:

a) cómo funciona el paciente dentro de él

b) cómo se dan los roles, ya que la crisis familiar provocada,


hace que se produzcan: redistribuciones y nuevos roles. Es
decir, sus cambios van a generar otros cambios.

Es aconsejable que el A. T. se incluya en esta estructura con


“pie de plomo”, y se gane la confianza de sus miembros.

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DONDE SE DESARROLLA EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

INSTITUCIONAL: La institución le permite al paciente volcar sus


contenidos patológicos en un marco de más seguridad. A pesar
de ser el lugar de mayor contención, hay pacientes que sin
embargo necesitan también Acompañamiento Terapéutico, por
encontrarse por ejemplo en un período confusional. La presencia
física, el afecto y a veces hasta la ayuda corporal, favorecen
notablemente a su estado. Llegando el enfermo a necesitar un
Acompañamiento Terapéutico desde 2 horas a 24 horas por
turnos rotativos.

En un segundo momento el A. T. funcionará como el trasmisor


de la cultura institucional, ayudando al paciente a la adaptación
de la actividad comunitaria, y a cumplir las reglas
institucionales.

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AMBULATORIO: Aquí el A. T. será el trasmisor de la ley social,
ayudando al paciente en su resocialización, ordenamiento y
planificación. Programando estrategias que pauten las salidas,
pues éstas no deben ser azarosas. Pueden realizarse desde la
casa o la institución. Incluso viajes con el paciente sólo, o con su
pareja, familia o amigos.

DOMICILIARIO: El lugar donde se desarrolle el Acompañamiento


Terapéutico va a determinar conceptos terapéuticos diferentes.
En el domiciliario tanto la familia como el paciente intentarán
imponer sus reglas. Aquí el A. T. Tendrá la complicada tarea de
revertir la situación, reconociendo al o a los aliados con quienes
contará para introducir su palabra.

El A. T. No deberá interpretar, sino recoger material relacional y


vivencial, para comunicárselo al terapeuta y al equipo.

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EL CONTRATO

Lo pueden realizar: el A. T., el coordinador, el terapeuta o la


institución; con la familia o el paciente.

Se deberán especificar: cantidad de horas, horarios, honorarios


y formas de pago (por vez, semana, mes, etc.)

Los gastos de salidas que el paciente realice para él y el A. T.,


irán por su cuenta.

Todo lo que no se especifique en el contrato, luego será difícil


revertirlo.

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VÍNCULO A. T. – PACIENTE

Los seres humanos se conectan entre sí a través del encuentro.

Luego con la interacción, que es la primera forma de


comunicación, se va a ir estableciendo un vínculo.

En el vínculo participan dos o más personas, necesitándose una


a la otra en la misma forma, y surgiendo en un campo común
en el que tiene que haber reciprocidad.

Investigaciones diversas han demostrado que desarrollar un


vínculo cálido y empático con el paciente, permite fomentar
cambios más rápidos. Y ésta es un poco la clave del
Acompañamiento Terapéutico: al establecer un buen vínculo,
ligazón, unión o lazo, se van a generar más logros terapéuticos.

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EL CONTACTO FÍSICO

Los pacientes que necesitan ser acompañados


terapéuticamente, por lo general son personas a las que se las
ha privado o inundado afectivamente; con lo cual se es
dificultoso demostrar sus sentimientos, o por el contrario tienen
a desbordarse. Y es por eso que la tarea del A. T., será la de
regular el dar y recibir adecuadamente los intercambios
afectivos, a partir de brindarles un vínculo más sano, para
mejorar la relación del paciente consigo mismo y con los demás.
Al demostrarles cariño, y tratarlos con ternura y amor, se les
eleva la autoestima y se les brinda un modelo de identificación.

Hay distintos tipos de contacto físico con el paciente, como el


abrazo y las caricias, que favorecen el bienestar emocional y
corporal.

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Sin embargo, hay que saber, cuándo y cómo, acariciar y
abrazar, para que resulte realmente terapéutico. Realizarlo en
un momento y con unas presiones inadecuadas, puede ser
perjudicial, porque tenderá a manifestarse como refuerzo de la
enfermedad, por ejemplo: madres ahogantes. Si se repite este
esquema, se lo mantiene, y no se produce un cambio
favorecedor.

Es de suma importancia tener en cuenta, el momento del


paciente y su cuadro psicopatológico; no es lo mismo el contacto
que se establece con un esquizofrénico. Y, cuando uno se acerca
a un psicótico crónico deteriorado (como patología severa
extrema), comprende rápidamente que las palabras están de
más.

De todas maneras, los acercamientos deben ser graduales,


cautelosos y cuidadosos, en cualquiera de los casos.

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CONDICIONES PERSONALES PARA SER UN A. T.

Desde mi experiencia clínica, y haciendo ya 15 (quince) años


ininterrumpidos que realizo acompañamientos terapéuticos, y 8
(ocho) años enseñándolos a nivel académicos exclusivamente; a
la vez que siendo terapeuta individual y de pareja, me permito
enumerar lo que considero son algunas de las condiciones
personales para ser un A. T.

- Actitud disposicional (que va a favorecer la escucha, la


observación y el carácter vivencial-emotivo de la tarea)

- Receptividad y Contención

- Empatía

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- Capacidad lúdica

- Poder poner el cuerpo y ser presencia

- Perseverancia

- Sentido común

- Control de los impulsos

- Poder poner límites (firmes aunque no rígidos)

- Capacidad de maternaje (tanto el varón como la mujer pueden


asumir dicha función)

- Reverié (capacidad predictiva)

- Capacidad para identificarse con el otro, a la vez que una


disociación instrumental para observar y evaluar la interacción

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-Tener palabra

- Flexibilidad

- Respeto y responsabilidad

Para todo lo cual es fundamental la higiene mental, a través del


análisis personal.

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QUIENES REALIZAN EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

En nuestro país lo realizan profesionales de la Salud Mental y no


profesionales.

Debido al grado de compromiso de la tarea, el alto nivel de


riesgo, y a los vaivenes a los que se ve sometida la persona que
elige realizar este trabajo; se hace imprescindible una formación
específica con: capacitación, entrenamiento, práctica y
supervisión. Todo lo cual protege desde un marco referencial, y
funciona preventivamente tanto para el paciente como par el A.
T., replanteando también las bases éticas de dicha función con
una implicación profesionalizada.

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Partimos en nuestra investigación sobre el acompañamiento
terapéutico desde dos interrogantes:
¿Qué es el acompañamiento terapéutico y cuál es su
especificidad, es decir, que lo distingue de las prácticas ya
establecidas?
En el intento de responder a estos interrogantes, situamos dos
referentes que orientan nuestro trabajo:
Primero, el acompañamiento es un término al que se puede
atribuir un hacer, cada vez más utilizado en los dispositivos
asistenciales, pero que carece de una definición conceptual que
determine su función y su diferencia. Por esto se nos plantea
responder ¿qué versión damos de éste dispositivo?
Segundo, se trata de una oferta para el sujeto, pero cuya
demanda viene de lo social, referentes del sujeto, por lo cual en
muchos casos, el último beneficiado es el sujeto en cuestión.

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El término, en el malentendido del lenguaje puede ser
relacionado con ciertas significaciones con “La Cura”, cuidados,
apoyo, de un cierto déficit. No es esta la acepción que le damos.
Con el término acompañamiento podemos ubicar ese lugar
donde proponemos asentarnos, para Sostener la particularidad
de un acto, orientado por una clínica bajo transferencia, en la
cual interrogamos de entrada la relación que el sujeto tiene con
el lenguaje y con su cuerpo en el vinculo que establece o no.
El «Acompañamiento», sitúa una acción en sí, con otro y el «
Terapéutico» la califica–como un efecto secundario que no por
esto es menor. Pero se ha de enfatizar que lo principal no es
que éste acto sea terapéutico sino que en éste pueda inscribirse
la hipótesis del sujeto que despliega cada caso.
Conviene luego articular entonces dos términos que facilitan
enmarcar el trabajo dentro del acompañamiento, a saber, la
relación del sujeto con el lenguaje y con su cuerpo y los efectos
que estos manifiesta en el vínculo con el acompañante.

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En el término de acompañamiento, entonces tenemos toda un
tramado de significación donde podemos situar la importancia
del conceptualizarlo y relacionarlo con lo especifico del campo
que interrogamos, es decir, con la pulsión y sus destinos.
Por ejemplo, la segunda voz y lo evocante; lo escópico, en la
presencia de un otro especular que debe ser solemne, por
ejemplo en la discreción de mirar; lo oral y su lugar de
complemento cuando se asiste en la mesa; lo anal y sus
derivadas en el intercambio de objetos.
Otra acepción útil la encontramos por ejemplo en la astronomía,
el acompañante es un reloj, instrumento que es usado en las
observaciones que tiene como función batir segundos. Es decir,
que marca de alguna manera los tiempos, – ¿porqué no pensar
que bate los tiempos lógicos de la implicación del sujeto? -.

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Tendríamos que ver en las matemáticas y en específico en la
teoría de los conjuntos como el número, y el uno por uno, el
cada uno y su acompañamiento por el colectivo, hace aplicable
dicho concepto. Tal vez de la forma como Lacan lo enuncia en
los 3 tiempos lógicos.
De lo terapéutico, como no a lo que se apunta sino como efecto.
Respecto a lo terapéutico, es de subrayar su acepción en griego
es <therapeutus>) servidor. Conviene detenerse en una
reflexión sobre la dialéctica del amo y del esclavo, para rescatar
que la operación del acompañamiento se orienta por no hacer
de amo, parafraseo a Virginio Baio cuando señala que la
posición del operador en el trabajo con el sujeto debe ser de
“dóciles con el sujeto e intratables con el Otro” Se trata de
situarse con un Otro regulado que permita el trabajo de
despliegue, encadenamiento, de inversión sintomática.

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En este punto es preciso aclarar que el acompañamiento no es
un psicoanálisis, sino que se enmarca en su lógica. En su
aplicabilidad.
Hacia una nueva versión del acompañamiento terapéutico
Entonces, nos situamos en ésta práctica teniendo en cuenta sus
significaciones dotadas por el tesoro de la lengua pero la
particularizamos bajo la orientación del psicoanálisis aplicado.
Así proponemos una diferenciación y conceptualización continua
y renglón seguido partir de puntos a ir diferenciando en el caso
por caso.
Nos es oportuna la conceptualización a partir de su negativo, de
lo que no es, entonces tenemos la serie: no es un canguro, no
es un guardián, no es un voluntariado, no es un objetor de
conciencia, ni un asistente social.
Se desenvuelve en el contexto de la salud y que tiene como
objeto, un sujeto de la palabra, donde se constituye sus
vínculos.

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De esta forma el Acompañamiento Terapéutico aunque está del
lado del Otro social, debido a que es una figura de control, de
referencia, de puente entre las terapéuticas y el sujeto. No se
reduce sólo a ejercer este sino de situar su punto de perspectiva
en lo justo de la relación del sujeto con lo social que lo precede.
Estamos inscriptos entre la dialéctica del amo y del esclavo,
dialéctica con la cual Lacan reconstruyó el edificio freudiano de
la neurosis e interrogó a la psicosis como mecanismo de rechazo
de este uso dialéctico.
La cuestión de la enfermedad Mental, supone la figura del
terapeuta y de su intervención, hoy ya nada específica, sino
extendida en las especialidades y su interacción con las demás
disciplinas en las redes de salud. Sabemos que actualmente su
campo de acción ya no se limita a la consulta privada sino que
también lo encontramos inserto en instituciones hospitalarias,
educativas, comunidades terapéuticas, judiciales, etc.

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Simultáneamente a este ensanchamiento se plantea la
necesidad de un trabajo multidisciplinario donde el
acompañamiento terapéutico hace parte de la red
interdisciplinaria.
Es en este contexto donde la figura del acompañante
terapéutico cobra una considerable importancia. Por otro lado, y
no sin relación a lo que venimos diciendo, deberíamos agregar
otros dos factores de incidencia para la creación de esta figura
del Acompañante, nos referimos aquí a la descongestión
hospitalaria, efecto de las reformas psiquiátricas y a la
utilización de la psicofarmacología por un gran número de
profesionales de la Salud Mental, que perjudican, maltratan, y
convierten a los Pacientes en simple Objetos, esto es lo que los
Acompañante Terapéuticos debemos combatir.

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El acompañante terapéutico es un auxiliar de la salud que
cuenta con los conocimientos y experiencia para abordar los
diversos casos. El “rol del acompañante terapéutico” no
responde a estándares, sino que se define a partir de la
singularidad de cada sujeto. Algunas de sus funciones más
destacadas son: propiciar la emergencia de la subjetividad,
promover el desarrollo del lazo social, trabajar sobre los puntos
de dificultad, haciendo hincapié en los recursos (capacidades)
presentes en la persona y orientar al familiar en el vínculo con el
paciente.
El acompañante terapéutico se relaciona con el paciente en
distintos ámbitos: domicilio, instituciones de salud, así como
también en el afuera, a través de la realización de actividades
pensadas para cada individuo y acorde a los distintos momentos
del proceso de tratamiento.

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El Acompañante Terapéutico está junto al paciente día a día en
su entorno habitual, alojando sus dolencias, ayudándolo a
desenvolverse, a detectar dificultades y posibilitándole sostener
con mayor facilidad el tratamiento.

El Acompañante Terapéutico no forma parte de un tratamiento


aislado, sino que trabaja en conjunto con profesionales de salud
mental, quienes marcan encuadre y pautas de trabajo.

El Acompañante Terapéutico es un agente de salud formado en


conocimientos básicos de Psicopatología, con conceptos
generales de Psicología. El Acompañante Terapéutico está
entrenado para contener a pacientes crónicos y agudos, en un
nivel vivencial, no interpretativo y para el cual debe poner el
cuerpo y constituir una presencia receptiva, cálida y confiable. El
Acompañante Terapéutico acompaña al paciente en sus crisis y
diferentes fases del proceso.

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El Acompañante Terapéutico trabaja en equipo bajo
coordinación y supervisión de profesionales a cargo de la
dirección del tratamiento.

El Acompañante Terapéutico le facilita al paciente una mayor


autonomía, lo ayuda a sostener o restablecer los vínculos de su
entorno, familiar, social, laboral, mediando, previniendo o
acompañando las situaciones de roce que se presentan en su
vida cotidiana, para favorecer así una red de contención familiar
que no solo ayuda a su recuperación, sino que evita la
cronificación y posterior estigmatización social. Cada paciente
tiene una problemática diferente ya que lo particular de cada
caso es lo que va a marcar la estrategia que va a planificar el
profesional a cargo del tratamiento. Desde este punto de partida
“de lo particular” salen las pautas de trabajo del Acompañante
Terapéutico, las consignas a seguir, lo que puede o no hacer, los
lugares donde va a concurrir el paciente acompañado por el
Acompañante Terapéutico.

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El Acompañante Terapéutico es un recurso clínico que utilizan
los psicólogos y psiquiatras para:

 Evitar una internación en situaciones críticas que afectan al


paciente y su entorno familiar: el Acompañante Terapéutico
cumple un rol fundamental dentro del tratamiento; funciona
como una Internación Domiciliaria, ocupándose del
suministro de medicación; de que circule la información
diaria al médico y ponen en acción lo que el paciente
trabaja en su sesión.
 Acompañar al paciente sin contención familiar, que vive
solo, ya que el Acompañante Terapéutico funciona como un
“par” para evitar el aislamiento dándole una mejor calidad
de vida.

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 En casos en que el paciente presente una disminución de
auto valimiento y retracción, el Acompañante Terapéutico
estimula las funciones sanas o menos dañadas,
acompañándolo en las actividades cotidianas como tomar
un colectivo, ir al centro de día, etc.
 Ayudar a pacientes en el proceso de externación: en esta
etapa del tratamiento que transita el paciente se tienen que
tener en cuenta muchas cosas; no solo que se encuentre
estable o compensado, también es necesario un proceso de
reinserción en los ámbitos de su vida. El paciente tiene que
volver a enfrentarse con la realidad, a reencontrarse con su
familia, con su casa y comenzar de a poco con algunas
actividades acorde a sus posibilidades. El Acompañante
Terapéutico trabaja profesionalmente acompañando este
proceso.

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 Ayudar a pacientes en el proceso de internación en una
Institución: el Acompañante Terapéutico acompaña y
contiene al paciente y su familia en este proceso crítico,
utilizando las herramientas necesarias para que la
internación sea menos violenta y más terapéutica.

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¿QUIEN NECESITA UN ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO?
El dispositivo de Acompañante Terapéutico se utiliza en diversas
patologías:

 Trastornos psicóticos (Paranoia, esquizofrenia, melancolía,


cuadros bipolares)
 Trastorno del estado del ánimo. Depresiones. Bipolaridad.
 Trastornos de ansiedad. Fobias. Drogadependencia.
 Trastornos de la conducta alimentaria. Bulimia. Anorexia.
 Trastornos de la personalidad.
 Alteraciones severas de la conducta en la infancia.
 Enfermedades psíquicas y discapacitantes en la infancia-
adolescencia.

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 Patología psiquiátrica y neurológica del adulto y de la vejez.
 Neurosis obsesiva, Histeria, Neurosis de angustia (ataques
de pánico)
 Afecciones clínicas (pacientes oncológicos, portadores de
HIV, con problemas renales, pacientes terminales o con
discapacidad en general, motores y/o psicológicos).

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¿QUIÉN PUEDE SOLICITAR UN ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO?

 Profesionales de la salud mental


 Familiares - El paciente
 El acompañamiento terapéutico es una práctica que en
nuestro país ha tenido un gran desarrollo en las últimas
décadas, en el ámbito de la Salud Mental. Este recurso
especializado, surgido en los años 70, se sustentó desde
un inicio en su gran capacidad de contención,
reconociéndose sus indicaciones en la medida en que se
fue consolidando como una herramienta terapéutica eficaz
en los distintos ámbitos de inserción. En un equipo de
trabajo, amplía la posibilidad de tratamiento para el

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paciente y su familia, permitiendo al terapeuta o la
institución contar con un dispositivo alternativo ante
situaciones críticas y en pacientes de difícil abordaje.
Es un recurso clínico dedicado a la asistencia ambulatoria
de pacientes con perturbaciones psíquicas severas, en
situaciones de crisis o emergencias, que se desempeña en
el medio donde vive habitualmente el paciente y en
actividades del ámbito social, por fuera del consultorio y el
espacio institucional.

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 Sus diversas modalidades de intervención se sostienen
desde una relación terapéutica personalizada, acotada
a las necesidades y momentos de cada paciente y sus
vínculos de referencia cotidianos, respetando la
especificidad y los lineamientos de su tratamiento.
Permite esquemas de asistencia tendientes a evitar la
internación institucional, en los casos que resulte
pertinente, acortando los tiempos de residencia en la
clínica o el hospital psiquiátrico, que suele traer
consecuencias negativas para el paciente. En el mediano
plazo, facilita también la disminución de costos si es
utilizado por un equipo profesional idóneo, en tanto se

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instrumenten los recursos y programas más convenientes
para el seguimiento de un paciente en cada etapa del
tratamiento y para su reinserción social. Al ser un
dispositivo flexible, el AT es un recurso que fortalece y
complementa en la vida cotidiana los abordajes
institucionales, favoreciendo la continuidad entre esas
distintas etapas, para tratar de evitar recaídas en los
momentos de especial fragilidad psíquica
Permite contener y asistir al grupo familiar que suele estar
atravesando una situación crítica o padecer los efectos de
cuadros clínicos que implican un deterioro crónico del
paciente.

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 En su trabajo con niños, el acompañamiento terapéutico
ofrece una intervención que llega al medio familiar, social o
educativo del niño, así como en el marco de las
instituciones asistenciales, con objetivos puntuales
delineados y orientados en una estrategia de trabajo en
equipo.

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FUNCIONES DEL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO.

El AT es un recurso especializado para la asistencia


ambulatoria de pacientes con perturbaciones psíquicas
severas, en situaciones de crisis o emergencias, y en casos
recurrentemente problemáticos o que no son abordables en
forma excluyente por las estrategias clásicas del campo de la
Salud Mental.
Se desempeña especialmente en el entorno habitual -familiar
y social- del sujeto: desde el domicilio a la calle, así como
también en bares, cines, clubes, parques, shopping, etc. busca
utilizar el espacio de circulación del paciente para promover el
desarrollo de un proyecto terapéutico, y para esto se vale de

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la cotidianeidad. Implica un acto terapéutico en el
espacio y el tiempo cotidiano del paciente. En función de esto,
trabaja para facilitar el lazo social, incentivar la inserción
educativa, laboral y recreativa. Es un elemento privilegiado
para evitar la estigmatización social, la segregación y la
cronificación.
En casos con un deterioro crónico, es además un recurso que
promueve estímulos acordes a las circunstancias, desde el
establecimiento de un vínculo singular con el paciente, para
tender a mejorar la calidad de vida.

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Ventajas.
Facilita la contención del paciente psiquiátrico y su familia en
situaciones de crisis y emergencias clínicas.
Otorga una atención permanente y el seguimiento más
personalizado de la evolución del paciente, siendo una
herramienta especialmente apta para el trabajo
interdisciplinario.

Promueve la reinserción educativa, laboral y recreativa.

Permite sostener los lazos familiares y sociales que resultan


convenientes, en función de la indicación médico-psicológica.

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Propicia la detección temprana de síntomas ante una posible
recaída, disminuyendo los riesgos a través de una adecuada
contención.

Ayuda a una reducción de costos en los tratamientos, al


brindar alternativas a la cronificación y a la internación
institucional reiterada.

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EN QUE CASOS ES RECOMENDABLE:

 ADICCIONES
 BULIMIA Y ANOREXIA
 DEPRESIONES Y TRASTORNOS DEL ESTADO DE ANIMO
 FOBIAS Y ATAQUES DE PANICO
 PACIENTES CON RIESGO SUICIDA
 PSICOSIS
 RETRASO O DISCAPACIDAD MENTAL
 AUTISMO Y TRASTORNOS GRAVES INFANTO-JUVENILES
 NIÑOS CON DIFICULTADES DE INTEGRACIÓN ESCOLAR

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 PATOLOGIAS GENÉTICO/NEUROLÓGICAS EN ADULTOS Y EN
NIÑOS
 PACIENTES CON CUIDADOS PALIATIVOS
 TERCERA EDAD
 ¿Quién puede pedir acompañamiento terapéutico?

El acompañamiento terapéutico puede ser indicado por un


psicólogo, psiquiatra o psicoanalista, además de ser
solicitado por equipos interdisciplinarios en Salud,
Educación Especial y Discapacidad, quienes plantean las
coordenadas para organizar la estrategia de esta función.
Cuando es solicitado directamente por la familia de un
paciente, nuestro equipo elabora el esquema de trabajo
más conveniente. En estos casos, si no cuenta con un
profesional a cargo, se evalúa la pertinencia de indicación
de una asistencia terapéutica específica.

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Los mediados del siglo XX quedaran en la historia de las
Ciencias Sociales como uno de los tiempos de mayor vértigo y
cambios.
De estos cambios importantes nos detendremos en la
reivindicación del derecho de las minorías cualquiera sea la
acepción que se le dé al termino (sexuales, raciales, nacionales,
etc.).
Una de estas minorías ha sido la de los pacientes médicos en
general en tanto se consideraba que un sujeto, por el hecho de
ser (estar) enfermo no le correspondían los mismos derechos
que si hubiese estado sano. Tradiciones seculares se han visto
removidas a la luz de los reclamos de los derechos de los
pacientes, por un lado y la aplicación de códigos éticos sobre la
calidad de vida, el tratamiento, el sufrimiento y la muerte de
ellos.

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El médico dejo de ser la opinión todopoderosa que no aceptaba
reclamos - en Hospitales de pacientes oncológicos de Francia en
los años 50 los pacientes no tenían derecho a preguntar por su
estado - para construirse una relación más humana y pareja
entre ambos.
Paralelamente a esto, y a efectos de explicar la ampliación del
término salud - que pasó de ser la ausencia de enfermedad a
ser el completo bienestar biopsicosocial – es que las
instituciones sanitarias y los centros formadores de
profesionales debieron ampliar la oferta científica que se daba a
los pacientes para estar acorde a las demandas.

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La reivindicación del plano psíquico de los pacientes introdujo
severos cambios en su atención a partir de la inclusión de
psicólogos y psiquiatras en las salas y equipos de diversas
disciplinas. Y por otro lado se modificó sustancialmente el
régimen de los sanatorios psiquiátricos y los criterios de
internación.
Los Comités de Ética de los centros sanitarios tratan los
derechos de los pacientes a la información, la atención y la
decisión acerca de los métodos de intervención sobre su persona
con la participación de antropólogos, abogados, sacerdotes, etc.
Las investigaciones llevadas a cabo a partir de la evaluación de
la calidad de la atención en hospitales mostraron la necesidad
expresada por los pacientes de recibir un trato personal,
humano, de reconocimiento de la persona mucho más que de
exigir que se los curara.

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Los pacientes aceptan que su enfermedad no tiene cura y que
van a morirse; lo que no aceptan es que los deshumanicen.
El Asistente Terapéutico – o Acompañante Terapéutico – nace
como un miembro del equipo de salud. Este equipo lo conforman
tanto el personal administrativo, como los médicos, psicólogos,
enfermeras, nutricionistas, etc. que trabajan en las diversas
áreas que hacen al bienestar de la persona del enfermo.
Su tarea es estar al lado del paciente para acompañarlo y
asistirlo en las enfermedades crónicas y/ o severas.
Su formación compete tanto a conocer las características de la
enfermedad del paciente como las características del propio
paciente y las de su entorno familiar.
Es un depositario de la confianza del paciente y un válido
interlocutor de los miedos y fantasías propias de la enfermedad.

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Aunque si bien no intervendrá técnicamente en estos temas si
sabrá receptar y encauzar estos problemas.
El A.T. podrá realizar eficazmente su trabajo a partir de ser
capaz de generar un vínculo empático con el paciente y su
medio, vínculo que debe construirse a partir de la confianza y la
solvencia en lo que hace.
Todas las enfermedades son iguales, pero todos los pacientes
son distintos. Esto le implica aprender cada vez, porque cada
paciente - y cada entorno- es único e irrepetible.
Y por otro lado debe reconocerse como miembro de un grupo de
profesionales que interactúan armónicamente intercambiando
información y planeando estrategias.

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“La vida, amigos, es el arte del encuentro”
Vinicius

58
La importancia de integrar un A.T. al equipo de salud del
hospital psiquiátrico. La fundamentamos a partir de la
constatación de las funciones que éste está en condiciones de
cumplir por la especificidad de su rol:
Constituir un vínculo estable en el tiempo que ayuda al rescate y
reconstrucción de la identidad y al sostén de una continuidad
existencial. El trabajo personalizado característico del A.T. hace
posible esta tarea que es inviable para un técnico que atiende a
decenas de pacientes.
En este sentido el trabajo del A.T. aparece como una alternativa
a la masificación.

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Pensamos que en patologías como la psicosis, el estar insertos
en una institución donde las miradas son parciales y el paciente
es un recorte específico para cada
técnico, puede resultar iatrogénico. Debería funcionarse de una
manera más integrada basadaen el trabajo en equipo. En este
contexto una de las funciones del A.T. debería ser el estar en
contacto con los distintos técnicos, haciendo con el interno el
trabajo de integración de perspectivas: tender puentes y crear
redes. Articular de una manera coherente los distintos discursos.
Así, entendemos necesaria la integración de la figura del
acompañante terapéutico al equipo conformado por asistente
social,
psicólogo, psiquiatra y enfermero (es fundamental también, aun
que no común en nuestro medio, la integración de un terapeuta
familiar).

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“...la tarea de los acompañantes persigue un doble objetivo. Por
un lado, ayudar
al paciente a integrarse a la comunidad que lo acoge. Por otro, p
osibilitar que dichosacompañantes se conviertan en nexos con el
“afuera”, favoreciendo y reforzando el vínculo del paciente con
los objetos, seres y lugares del mundo exterior”.
El arte y el juego en sus diferentes expresiones son una
herramienta fundamental del A.T. en su trabajo como promotor
de salud.
El A.T. debe regirse por los principios éticos fundamentales del
secreto profesional y el no involucramiento personal con el
acompañado.
El A.T. debe ser un profesional específicamente formado para su
rol. Planteamos desde aquí la necesidad de discutir la forma y el
espacio de inserción de esta formación, que por supuesto debe
darse dentro de la Universidad pública.

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Aquí finaliza la Píldora

«Nociones Básicas de Asistencia Terapéutica»

Muchas Gracias.

Fundación FUDE

Fundación para el Desarrollo Educativo

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