cadeza por lo que aqui no habla de aquello que él pone muy
por encima de toda ciencia: la «verdad revelada» y la «eterna
salvaci6n del alma» — qué le importa, frente a esto, el ador-
no, orgullo, entretenimiento y afianzamiento de la vida! «La
ciencia es algo de segundo orden; no es algo iltimo y absolu-
to, no es objeto de pasién» — este juicio quedaba en el alma
de Le6én X: jel juicio propiamente cristiano sobre la cien-
cia! — En la antigtiedad, su dignidad y reconocimiento se re-
dujeron por el hecho de que incluso entre sus adeptos mas di-
ligentes privaba el anhelo de virtud y se crefa tributar al co-
nocimiento el maximo elogio celebrandolo como el mejor me-
dio de la virtud. Es algo nuevo en la historia que el conoci-
miento pretenda ser mas que un medio.
124
En el horizonte del infinito. — jHemos dejado la tierra fir-
me y nos hemos embarcado! ;Hemos destruido el puente trés
nosotros — ms atin, hemos destruido la tierra tras nosotros!
Ahora, barquita, jcuidado! A tu lado esté el océano, es ver-
dad que no siempre brama y que a veces se explaya cual seda
y oro y ensuefio de bondad. Pero horas llegaran en que te da-
ras cuenta de que es infinito y que nada hay tan pavoroso
como la infinitud. ;Ay del pobre pajaro que se ha sentido li-
bre y ahora choca con las paredes de esa jaula! |Ay de ti, cuan-
do te asalte la afioranza de la tierra firme, como si alli hubie-
se habido més libertad — pero no hay més «tierra»!
125
El hombre loco. — No habéis ofdo hablar de aquel hombre
loco que en pleno dfa encendi6 una linterna, fue corriendo a
la plaza y girté sin cesar: «jBusco a Dios! {Busco a
Dios!» — Como en aquellos momentos estaban alli reunidos
160
muchos de los que no crefan en Dios, provoco gran regocijo.
(Es que se ha perdido?, dijo uno. {Es que se ha extraviado
como un nifio?, dijo otro. ,O se esta escondiendo? ;Es que
nos tiene miedo? {Se ha embarcado? ,Emigrado? — asi gri-
taron y rieron a coro. El hombre loco salté hacia ellos y los
fulminé con la mirada. «;Dénde se ha ido Dios?», grit6. «jOs
lo voy a decir! ;Lo hemos matado vosotros y yo! ;Todos no-
sotros somos sus asesinos? Pero {cémo hemos hecho esto?
{Como pudimos vaciar el mar? ;Quién nos dio la esponja para
borrar todo el horizonte? {Qué hicimos al desatar esta Tierra
de su Sol? ;Hacia donde va ella ahora? ,Adénde vamos?
{Alejéndonos de todos los soles? No estamos cayendo con-
tinuamente? ;Hacia atras, hacia un lado, hacia adelante, ha-
cia todos los lados? ,Existe todavia un arriba y abajo? {No es-
tamos vagando como a través de una nada infinita? No nos
roza el soplo del vacio? ,No hace ahora mas frio que antes?
gNo cae constantemente la noche, y cada vez mas noche? {No
es preciso, ahora, encender linternas en pleno dia? {No ofmos
atin nada del ruido de los sepultureros que entierran a Dios?
{No percibimos atin nada de la podredumbre divina? — tam-
bign los dioses se pudren! ;Dios ha muerto! {Dios sigue muer-
to! ;¥ nosotros lo hemos matado! {Cémo podemos consolar-
nos, asesinos de asesinos? Lo més santo y poderoso que ha ha-
bido en el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchi-
los — gquién nos limpia de esta sangre? ;Con qué agua po-
driamos limpiarnos? {Qué fiestas expiatorias, qué juegos sa-
grados tendremos que inventar? La grandeza de este acto, ;no
es demasiado grande para nosotros? ,No hemos de convertir-
nos nosotros mismos en dioses para aparecer dignos de él? jJa-
més ha habido acto més grande y todos los que nazcan des-
pués de nosotros perteneceran por obra de este acto a una his-
toria mas grande que toda historia hasta ahora habi-
da!» — Entonces se cayé el hombre loco, mirando de nuevo
a sus oyentes: también éstos callaron, mirndolo extrahados.
Al fin él arroj6 al suelo su linterna, as{ que se rompié en pa-
dazos y se apag6. «Llego demasiado pronto», dijo luego. Este
161acontecimiento tremendo esté todavia en camino — no ha lle-
gado atin hasta los ofdos de los hombres. El rayo y el trueno
requieren tiempo, la luz de los astros requiere tiempo, los ac-
tos requieren tiempo, atin después de cometidos, para ser vis-
tos y oidos. Este acto para ellos esta todavia mas lejos que los
astros mas lejanos — jy sin embargo, han sido ellos quienes lo
cometieron!» — Se cuenta que ese mismo dia el hombre loco
penetré en varias iglesias y en ellas entoné su requiem aeter-
nam deo, y que cada vez que lo expulsaron y le pidieron cuen-
tas se limito a replicar: «,qué entonces son atin estas iglesias
sino las tumbas y monumentos fanebres de Dios?»
126
Explicaciones misticas. — Las explicaciones misticas pasan
por profundas; la verdad es que no son ni siquiera su-
perficiales.
127
Influencia de la més antigua religiosidad. — El hombre irre-
flexivo cree que la voluntad es lo Gnico que acta; que la vo-
licién es algo simple, dado sin mas, irreductible, inteligible en
si mismo. Esta convencido de que cuando hace algo, por ejem-
plo cuando pega un golpe, es él quien golpea, y due ha gol-
peado porque habia querido golpear; el sentimiento de la vo-
jhantad le basta, no s6lo para suponer causa y efecto, sino tam-
bién para creer que entiende su relacién. Del mecanismo del
acontecimiento y el multiple trabajo sutil que el golpe presu-
pone, asf como de la incapacidad de la voluntad en sf para ha-
cer siquiera una infima parte de este trabajo, no sabe nada.
La voluntad es para él una fuerza de accién magica: la creen-
cia de que la voluntad es la causa de efectos. es la creencia
én fuerzas de accién magica. Pues bien, originariamente, el
162
Sona See:
hombre, dondequiera que percibiera un acontecimiento, con
cibié como causa una voluntad y en el fondo seres dotados d
voluntad personal — la noci6n de la mec4nica le fue totalmen
te ajena. Mas toda vez que durante tiempos inmensos el hom.
bre crey6 tinicamente en personas (y no en materias, fuerza:
cosas, etc.), la creencia en causa y efecto llegé a ser su creer
cia fundamental aplicada por él a cualquier acaercer — tod:
via ahora, instintivamente y como atavismo de antiquisimo or
gen. Las proposiciones «no hay efecto sin causa» y «cada efe
to es, a su vez, causa» aparecen como generalizaciones de
tas otras proposiciones mucho més restringidas: dondequie
que se ha obrado, se ha querido», «no puede haber accic
més que en seres dotados de voluntad», «no se sufre nun
una actuacién de forma pura y sin efectos, sino que todo s
frimiento estimula la voluntad» de accién, de reacci6n, de ve
ganza, de represalia — mis en los tiempos arcaicos de la h
manidad estas proposiciones y aquellas fueron idénticas, |
primeras no fueron generalizaciones de las segundas, sino |
segundas clarificaciones de las primeras. — Schopenhauer,
sostener que todo lo que existe es voluntad, entroniz6 una 2
tiquisima mitologia; parece que nunca intenté un anélisis
la voluntad, porque como tal el mundo crefa en la simplicid
y en la inmediatez de todo querer — cuando, en realidad,
voluntad es un mecanismo de funcionamiento tan perfecto g
por poco escapa a la observaci6n. Frente a él, yo sostengo
tas proposiciones: primero, para que surja la voluntad es
cesaria una representaci6n de placer o desplacer. Segundo
que un estimulo intenso sea sentido como placer o despla
depende del intelecto interpretados, que en general, cie:
mente, opera inconscientemente en nosotros; y un mismo
timulo es susceptible de ser interpretado como placer 0 ¢
placer. Tercero: slo para los seres intelectuales hay plac
desplacer y voluntad; la inmensa mayoria de los organist
carecen de todo esto.