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La selva
En el noreste y noroeste de Argentina, en la zona de clima subtropical del país, hay una gran
superficie cubierta por selvas o bosques nativos. En el noroeste, se encuentra la selva de
yungas (Jujuy, Salta, Tucumán), y en el noreste la selva misionera o paranaense (Misiones,
noreste de Corrientes), que es una formación vegetal compartida con Brasil y Paraguay. Las
selvas o bosques subtropicales son ecosistemas muy ricos, la vegetación es muy espesa y varía
de acuerdo a la disponibilidad de agua, tienen varios estratos arbóreos. Se encuentran
grandes árboles de 20 o 30 metros, como el palo rosa, palmito, laurel, guatambú, araucaria.
Tienen sotobosques densos, con helechos, herbáceas y arbustos, incluidas las cañas, árboles
unidos por lianas, enredaderas y plantas que crecen o se apoyan sobre otras.
Hacia el noroeste se encuentra el parque o bosque chaqueño, que es parte del Gran Chaco,
región compartida con Bolivia y Paraguay . En 2012 se creó el Parque Nacional El
Impenetrable se ubica en el norte de la provincia del Chaco y limita con la región del
Impenetrable, que recibió dicho nombre por su monte cerrado y por la escasez de agua que
impedía su exploración. Es el parque nacional más grande del norte argentino, une el Chaco
Seco con el Chaco Húmedo, lo cual resulta de suma importancia para mantener poblaciones
de grandes mamíferos como el yaguareté (se calcula que en la actualidad quedan apenas 250
yaguaretés en todo el país), el tapir, el pecarí, el tatú carreta y el oso hormiguero y árboles
como algarrobos, los quebrachos blancos y colorados entre otros. El parque es una pieza clave
para mantener la conectividad entre las selvas de yungas de Salta y Jujuy con los remanentes
de la selva o bosque atlántico en Misiones, a través de las selvas en galería de los ríos Bermejo,
Paraguay y Paraná.
De estas selvas y bosques provienen árboles que conocemos bien en Baradero, porque
fueron plantados para embellecerla, como el palo borracho, tipa, jacarandá. El paisajista
Carlos Thays, a fines del S XIX y principios del XX, difundió el uso de estos árboles para el
adorno de los parques, paseos, avenidas y bulevares de las principales ciudades.
En estas selvas y bosques, viven pueblos originarios cómo los wichis, los qom y los pilagá etc
que cubren sus necesidades básicas de alimentación y culturales, con los recursos que
obtienen de estos ambientes, respetando los ciclos naturales de reposición.
Estos , bosques y selvas tienen un recurso muy valorado, que es la madera. Hay tanta cantidad
y variedad de árboles que se pueden extraer maderas de distintos tipos para usar como
combustible (carbón de leña) para hacer muebles, pasta celulósica, etc.
Al deforestar la selva o el bosque, los suelos se degradan rápidamente, dado las abundantes
precipitaciones y la calidad de los suelos, de la selva misionera y de yungas. En el chaco seco,
se produce la desertificación.
Los suelos son un recurso natural no renovable, ya que se necesitan más de 1.000 años para
que se forme un centímetro de suelo. Es la base del sistema alimentario, ya que de él
provienen directa o indirectamente el 95% de nuestros alimentos. La presión ejercida por la
producción agropecuaria y forestal sobre el recurso suelo, que utilizan técnicas inadecuadas
(la labranza, el monocultivo y el sobrepastoreo entre otras, ha conducido procesos de
degradación como: erosión hídrica y eólica, desertificación, contaminación, compactación,
acidificación, salinización, urbanización, pérdida de fertilidad.
La degradación del suelo se produce por remoción de la materia orgánica y
de nutrientes. El suelo pierde el equilibrio, los ecosistemas son alterados, ya que los
nutrientes del suelo junto a agroquímicos, son transportados y los sedimentos
depositados pueden acumularse en embalses o anegar ríos y arroyos. El suelo captura,
almacena y filtra el agua, de modo que cuando se erosiona, deja de cumplir con esta
función y la calidad del agua potable en las tierras bajas puede disminuir. Además, con
menos suelo para absorber las lluvias torrenciales, las inundaciones pueden
volverse más frecuentes e intensas. Entonces, las consecuencias negativas no solo son
productivas, sino también impactan en la calidad de vida de quienes habitan estos lugares.
Principalmente, en el noroeste y noreste, la pérdida de fertilidad de los suelos es por el
monocultivo de soja.
Desertificación
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Contaminación por AGROTOXICOS
Las grandes empresas han impuesto a nivel mundial una nueva manera de explotar la tierra a
la que llamaron Revolución Verde, revolución que consiste en usar grandes extensiones de
tierra (preferentemente en los países 'periféricos') para desarrollar monocultivos – de
oleaginosas (sobre todo soja); – de árboles para celulosa; – de caña de azúcar y otros cultivos,
para biocombustible, dedicados casi exclusivamente a la exportación. En realidad, lo único
revolucionario es el empleo de dosis masivas de agrotóxicos y de semillas genéticamente
modificadas para resistir a esos productos.
Monsanto... A comienzos de los 90, “la multinacional Monsanto, se presenta en varios países
como proveedora de "biotecnologías que contribuyen a ganar la guerra contra el hambre y
proteger el medio ambiente". El 'paquete' incluye la semilla genéticamente modificada y un
herbicida (el glifosato, o algún otro). El procedimiento es sencillo: – se rocía el campo con el
herbicida (para despejar el terreno de todo lo verde); – sin necesidad de arar la tierra se
siembra la semilla (que es inmune al herbicida); – se recoge la cosecha en tiempo récord; – se
la vende; –se le paga a Monsanto, y se vuelve a comprar. “Monsanto logró introducir en
Argentina la soja transgénica gracias al gobierno de Carlos Menem que autorizó su ingreso sin
realizar los estudios pertinentes...
Hoy sabemos que el paquete sólo funciona "en escala", es decir, no está al alcance del
pequeño productor que al quedar rodeado de sojeros muchas veces se ve obligado a alquilar o
vender su campo. Por otra parte, estos nuevos 'agricultores' casi no necesitan mano de obra:
sólo dos personas cada mil hectáreas. Los agronegocios basados en la soja transgénica
desalojaron en los últimos diez años a 300.000 familias de campesinos e indígenas que fueron
a engrosar los contingentes de las Villas Miseria. La soja transgénica ocupó una enorme
cantidad de tierras históricamente destinadas a la ganadería, a la lechería, al monte frutal, a la
horticultura, a la apicultura, a la producción familiar y a otros cultivos. El aumento de los
precios de las hortalizas, las frutas, los lácteos, la carne, tiene relación directa con la caída
constante del área destinada a estas producciones.