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Triceratops

Sábado. No hay un día mejor que el sábado ¿Y cuál es uno de los planes para pasar un sábado? Ir al
museo ¿por qué no ir? Y más después de una difícil semana. Veo a mi alrededor, el museo está repleto
de personas; en su mayoría familias con niños o estudiantes próximos a ser científicos de
paleontología. Algo que es obvio ya que son las cuatro menos diez de la tarde, en la cuidad: la hora
pico. Ninguno de ellos sabe lo que va a pasar, ninguno tiene la oportunidad de salir de ahí antes de
que pase algo que pueda afectar y de pronto, me siento mal, si tan solo tuviera la oportunidad de
cambiarlo, pero no lo haré, ya lo intenté y solo he empeorado todo. Me siento impotente ¿Por qué
Dios me castica con esto? ¿Por qué tener este don y no poder hacer algo al respecto? Es lo que me
pregunto todos los días, nunca podre cambiar el rumbo de las cosas ¿Nunca? ¿Sera así esta vez? ¿Y
si…? ¡No! Ya no puedo seguir intentándolo, voy a seguir el plan inicial: me quedó aquí y salvo a las
personas que no están destinadas a este final, esas pocas personas entre tanta multitud ¿Por qué tantas
familias y jóvenes tuvieron que ir ese día? ¿Qué acaso no pensaron en algo más? No puedo con tanto,
la tristeza es inmensa y de pronto...
- ¿En qué piensas? – Le dice a Elena que se ha quedado callada de golpe.
- ¿Sabías que los Triceratops vivían en manadas y hacían una fortaleza para proteger a sus
crías?
- ¿Y a qué viene todo eso Elena? – Le dice mirándola a los ojos, esos ojos llenos de tristeza.
- Estoy embarazada Marcos.
El chico se sobre salta ¿Escuchó bien? No hay duda de eso, eso sí que es una sorpresa.
- ¿El papá es…?
- Si – Lo dice en un golpe seco, no piensa lamentarse más, es la vida, un día estas y al otro te
vas. Ya ha pasado un mes de eso, de ese trágico accidente. -- Llevo cinco semanas de
embarazo.
- Vaya de verdad lo siento mucho – Dice el chico abrazándola, a él también le dolió mucho esa
perdida, era su mejor amigo, se conocían desde toda la vida. Él estuvo en todos los momentos
importantes; como el día en que conoció a Elena y su boda, parecía que iban a estar juntos
toda la vida, pero el destino quiso otra cosa.
- Un hijo era todo lo que habíamos querido. Un día él me trajo aquí, al museo y me dijo
“acostúmbrate, porque cuando tengamos a nuestros hijos iremos al museo todos los días que
podamos” – Elena siente como la frente se calienta y las lágrimas bajan rápidamente por sus
mejillas. – Odiaba este lugar, pero él siempre lo veía como si nunca hubiera estado acá. Esta
es mi despedida oficial. – Y sacando una fotografía se acerca a la figura del Triceratops y
esconde la fotografía en la arena en la que está el famoso dinosaurio.
- Recuerdo el día de esa foto, por culpa de él casi nos sacan del museo – Dice Marcos,
aguantándose las ganas de llorar. Los dos sonríen, una sonrisa de tristeza, pero al mismo
tiempo de recuerdos tan felices.
¿Es ella? ¿No estará viendo mal? No, es ella. Así que está embarazada. Dios, solo ayúdame a entender
el porqué de las cosas. Recuerdo bien ese día, uno de los días más trágicos del año. Centro de la
ciudad, al lado uno de los carriles más recurrentes de la ciudad, una pequeña fábrica tiene problemas
con la ventilación y explota; muchos heridos y más de una docena de muertos, entre todos, una pareja
de recién casados que iban de regreso a su casa con su familia, uno de ellos termina muerto. No, no
no, esto no debe ser así para ella. Ya tuvo una tragedia, no puede tener otra y es que ¡está embarazada!
No lo permitiré, no otra vez, el plan es otro ahora.

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