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El beso de la

muerte

Hechos
Las risas y el humo del cigarrillo era la clara señal de la alta sociedad divirtiéndose en la
oscuridad de la noche, hora perfecta del clímax que alcazaba el vandalismo, riendo ante el
dominio que tenía ante la ley; despreocupados por sus vidas. Dos jóvenes corrían sin aliento,
jadeando por calles vulgares de la ciudad.

Ellos no pertenecían ante esta sociedad, era prófugos de las injusticias, de lo incansable de sus
sueños pero no de las consecuencias que caían en manos de los hombres ocultos de un
mercedes negro, que no eran ni ladrones, tampoco necesitaban el dinero ni saciarse de la
mujer que perseguían en aquella oscura calle.

La lluvia acida que entorpecía los pasos, cansados por la desventaja evidente chapoteaban en
los charcos perezosos de las calles.

-Solo unas calles- le daba aliento a su compañera que torpemente le seguía el paso

Sabia con exactitud que ocurriría si se rendían, era el mismo destino que la otra opción; aun
cuando no habían pedido aquella vida su muerte ya había sido trazada antes de nacer. Su
estrategia era fácil, podía pensar rápido el problema era ella; ¿podría seguir al pie de la letra
sus palabras?

Estaba claro que su cuerpo estaba sumergido el miedo y el pánico al saber claramente su
destino, pero también estaba harta de ocultarse, pero no deseaba morir, no ahora que ya
habían conseguido un sueño para seguir con vida.

Lamentablemente cayó por el cansancio y la torpeza de los zapatos de taco, ensuciando su


vestido de chanel en las aguas oscuras de los charcos.

-Marie- el hombre se acerco a ayudarla, prefería que le atrapen antes que le maten aquel
ángel.

Apoyo su peso en su cuerpo para seguir con su huida pero ya no había salida, se había
equivocado de camino encerrándose en un callejón sin retorno.

El auto se detuvo satisfecho por su labor; las puertas se abrieron dejando pasar a la sombra
que irradiaba la traición del muchacho que le miraba con sus ojos oscuros protegiendo a la
mujer.

-Excelente actuación- una voz masculina hablaba en la oscuridad, era aquella voz que se oía
antes de la muerte, aplaudiendo con sarcasmo contenido- Anthony viejo amigo no pensé
encontrarte en esta zona.

El joven castaño apretó los dientes, llenando las venas con ira y venganza ante la traición de
uno de sus cuervos.

-Veo que lady Marie te acompaña- sonrió al ver la presa débil que le miraba con odio- pero
que descortés por mi parte, Francis también vino.

Un hombre maltratado cayó el frio de la acera tiñéndolo de su propia sangre cuando gemía el
dolor provocado. Marie ahogo un grito impotente al ver como uno de sus amigos se
encontraba en el punto de la agonía.
-Francis fue muy amable de cantar- seguía hablando mirando con asco el rubio que se
encontraba en el suelo

-Maldito- Marie no se podía contener a ver la injusticia y la traición.

Su mejor amigo estaba ahí, tirado en el suelo por las múltiples torturas grabadas en su carne.
La sombra sonrió ante el desprecio de la castaña sin importarle lo que ocurriría.

-¡no!- su suplica se quedo en el aire al ver como la acera se llenaba de un liquido viscoso rojizo,
parando por completo la agonía de Francis.

-Si fuera usted no me moviera – dijo la voz apareciendo a su lado con unos ojos azules
sedientos de sangre.

Un arma se diviso ante los ojos verdosos de la mujer, mientras Anthony buscaba una forma de
salir sin ser heridos.

-No queremos perder otra heredera- dijo el hombre con sarcasmo disimulado.

-¿que es lo que quieres?- la voz de Anthony era mas ronca, desafiante

Marie se dio ante las intenciones de su agresor, ella nunca le daría su felicidad, prefería estar
muerta antes de darle aquel monstruo su tesoro.

-Ni muerta te digo- le dijo con voz afilada

-Te preguntare una vez mas- dijo cambiando su voz por la falta de paciencia que se le estaba
acabando-¿Dónde está?

Ninguno de los dos dijo nada, el sonido de los pasos de sus cuervos se acercaban dándoles una
grandiosa oportunidad de silenciar el secreto.

-¡¿Dónde esta?!- levanto la voz el hombre haciendo que los cuervos se dirigiera hacia el.-¡Dilo
ya!

Los disparos se oyeron después de media fracción de segundo, Marie tomo su última
bocanada de aire antes de que la bala penetrara en la frágil membrana de su corazón y la falta
de gravedad hacia el cuerpo de Anthony que cayo al suelo atravesado los sesos.

El heredero
María de Royal se despertó sobresaltada, su frente tenía una leve capa de sudor producto por
el mal sueño, jadeando trato de disipar la imagen de su hermano muerto. Todavía el cuarto
seguía oscuro, apenas el reloj de mesa mostraba en sus rojos números las dos de la
madrugada.

Sintiéndose débil se levanto mirando la ventana el paisaje nocturno, el mismo hace cinco años
solo que varia es que su hermano ya no estaba con ella. Bajo su mirada extrañada que las luces
delanteras estaban encendidas llena de los cuervos extraños que no pertenecían a la mansión.

No le importo estar en pijama, ni su lacio cabello negro sin peinar, esto era como un deja vu
cuando uno de sus cuervos vino en plena noche de lluvia cargado a su hermano muerto. Nunca
en su vida había llorado hasta no tener las fuerzas suficientes.

Cuidadosamente bajo cada peñasco de las escaleras al percatarse que su padre tenia visitas y
unas no muy gratas, pego el oído en la puerta de la sala en donde se la conversación se notaba
tensa.

Cada silla estaba ocupado por hombres de trajes italianos discutiendo las posibilidades del
cambio que pedían, necesitaban un líder capaz de dirigirlos como su señor que les miraba
sentado en la cabecera meditando las posibilidades de sus peticiones

-Mi señor- la voz ronca de Félix Saramago sobresalió del murmullo- sabe que ya a pasado
tiempo y debemos elegir.

-Concuerdo contigo- Juan de Brown se paro apoyando a su colega- lamento la muerte de


Anthony pero ya es necesario alguien que este en su puesto mi señor.

Todos concordaron ante la petición, tratando de codiciar el poder absoluto, ser el señor de
toda esta sociedad que se había creado, el amo de la mafia.

-Ustedes cocodrilos codiciosos que desean este puesto- salió Alejandro Amer, el fiel amigo de
la familia- solo están aquí para ser escogidos y ocupar el puesto de Anthony

-¿y tu que estas haciendo aquí Alejandro?- hablo con malicia Draco de Major- todos estamos
aquí para cuidar lo nuestro, saber cual es la decisión tomada que nos afectara.

-¡Mentiroso!- bramo enojado Alejandro formando un alboroto en la sala, señalándole con el


dedo como un leproso- ¡tu víbora siempre has deseado el puesto de Anthony!

-Silencio- una voz cansada silencio la pelea, era la voz de su señor que irradiaba su poder ante
ellos- Eduardo- llamo a su hijo que estaba sentado a su derecha- traerlo ante mi

-Pero padre tu mismo le exiliaste de la familia- dijo sorprendido Eduardo sin dar crédito a la
petición de su padre, señor

-Traerlo, pronto cumplirá los 18 años y debe conocer el negocio familiar.

La puerta se abrió en par mostrando la molestia de algunos, María se oculto en la oscuridad


del vestíbulo esperando que todos desaparecieran para poder salir de su escondite.
El silencio apareció después de unos minutos, indecisa espiaba si no se encontraba nadie en el
lugar, salió al verificar que no había ni un alma. Dio unos pasos hasta que unas manos se
enrollaron en su cintura como una serpiente en asecho ahogando un grito en su garganta.

-¿Todavía te escondes en la oscuridad?- aquella voz burlona paralizaba su corazón.

Se giro para encarar a su fantasma, su amor platónico que sonreía deslumbrándole. Nunca se
cansaría de ver aquellos ojos azules.

-Ya eres todo una mujer- seguía sosteniendo su cintura sin inmutarse de la reacción de la joven
-¿Cuántos años tienes? La última vez que te vi apenas tenias siete

-die…diecinueve- las palabras se trababan al verlo tan cerca

-Toda una mujer- sonrió aun mas haciendo que María hiperventilara

La luz se encendió mostrando a un hombre anciano que fruncía el ceño al ver lo que ocurría
con su nieta y el mejor amigo de su Anthony.

Alejandro le soltó disculpándose de su atrevimiento pero sin ningún remordimiento, la belleza


que mostraba aquella adolecente que estaba en la flor de la adultez le había despertado sus
instintos varoniles pero tenia que contenerse ante su señor que le miraba curioso con aquel
verdosos ojos de águila.

-Deberías estar en la cama- su voz ronca perdiendo su fino italiano arrullo el tímpano de María
que se mordía los labios al ser descubierta- no son horas apropiadas para una jovencita

-Lo siento gran padre- no deseaba molestarle, su avanzada edad no le permitía tener disgustos

-No es culpa de ella- dijo Alejandro tratando de suavizar la situación

-No importa- dijo tajante sabiendo en como se escondía el significado en las palabras de
Alejandro- es tarde, es mejor dormir

El señor se giro con dificultad apoyándose en su bastón, su piel pálida que colgaba en las
arrugas traslucía en la luz de las lámparas, cansado de vivir y reunirse con su esposa.

-Gran padre- con un hilo de voz le llamo su nieta- ¿es verdad?- necesitaba conocer la verdad,
saber que de los tantos tiempos por fin le podía ver- ¿el vendrá?

El sol resplandecía en medio día en Londres, el Big ben cantaba como era costumbre, el canto
de una sirena que manipulaba el tiempo a su placer.

Un joven de cabello castaño miraba pensativo la infinidad del color urbano como una pintura
de niño que había mezclado los colores por diversión. Cansado por la mala noche del anterior
día le había deteriorado sin ánimos de salir a estirar las piernas.
Sumido en sus pensamientos, un torbellino de emociones que desgarraba sus neuronas en
recordar un pasado que le arrastraba; el no podía volver, el no deseaba volver aunque
recordar a su familia era doloroso era mejor dejar aquella vida que manchaba cada parte de su
alma.

-….no….mi hijo no….por favor dime que no es el

Si pudiera lloraría, pero ya había pasado el tiempo para llorar a los muertos, estaba solo
afrontando el dolor que su subconsciente se empeñaba en hacerlo revivir.

-¿Sigues pensando en el pasado?- sus ojos verdes como la esmerarla se posaron en la intrusa
femenina que le miraba burlona.

Giro su cabeza sin darle importancia a su invitada, el viento gélido que avecinaba el tiempo de
invierno golpeo sus cabellos como una caricia para relajar sus músculos.

-Veo que los recuerdos te golpean con mas frecuencia- dijo la rubia sin darle importancia el
gesto del castaño- ¿sabes que no es muy agradable recordar a tu hermana de aquella forma?-
señalo a la mujer de cabellos negros durmiendo en su cama

-Necesitaba divertirme- se encogió de hombros tratando de olvidar los motivos

-¿cuantos años tiene? ¿19?- trato de jugar con el

-Que quieres Wendy- dijo con brusquedad olvidando su cortesía de italiano, encarando su
intrusa.

La rubia resoplo sentándose en una silla de una forma elegante mostrando sus esbeltas
piernas debajo de un saco negro, sino estuviera con el lo tomaría como una técnica de
seducción pero ella estaba por otros motivos.

-Ya es hora que saques este dolor- le miro con sus ojos topacios que se ocultaba en sus largas
pestañas.

-Tu nunca entenderías este dolor- su corozos se encogió al recordar como salió de su casa

-Nunca te pedí explicaciones cuando vinimos a este país, pero esto- señalo a la mujer desnuda
de la cama- es una gran muestra de lo que te afecta

-Tu no sabes nada- le espeto furioso consigo mismo por hacer que los recuerdos le golpearan

-Ese es el punto, Cedric- se levanto tratando de apaciguar esta conversación que no les estaba
ayudando- lamento la muerte de An….

-¡NO LO MENCIONES!- bramo tirando lo que se encontraba a su paso.

La pelinegra se levanto desconcertada por el ruido, mirando a las dos figuras que tenia delante
de ella, hasta encontrar su objetivo, le miro fijamente en busca de explicaciones.

-Toma tus cosas y vete- dijo tomando el puente de su nariz para tranquilizarse.
La joven no objeto, en silencio tomo las prendas del suelo y salió del dormitorio claramente
asustada al ver la expresión de su amante.

Wendy suspiro derrotada, mirando el día soleado que arropaba a todo Londres, no encontraba
palabras para expresar su angustia al ver como su amigo se destruía en un pasado que crecía
cada segundo.

-Hoy se cumple cinco años de la muerte de el- dijo en un susurro sorprendiéndole- su muerte
es como un fantasma que me persigue cada noche, atado a mi condena por no responder.

-No fue tu culpa – le defendió- fueron los Fraotu los que atentaron con la vida de tu hermano.

-solo quiero dormir por una vez en mi vida sin despertarme a media noche reviviendo cada
recuerdo

Los dos se envolvieron en un silencio, ella no sabia como confórtalo, se salía de sus manos la
forma de ayudarlo; solo dependía de el sacar cada cuchillo incrustado en su alma para seguir
con el otro paso que era menos agradable que el anterior, responder a su familia.

-Cedric…- el golpe de la puerta corto sus pensamientos asesinando con la mirada al


oportunista de Martin King, un muchacho que le ganaba con un par de años.

-Chicos ¿como estuvo su noche?- abrazo a Cedric como los viejos amigos que eran sin
importarle la desaprobación de la rubia

Cedric solo sonreirá débilmente sin llegarle la emoción de su amigo moreno que no notaba el
torrente de emociones que irradiaba la atmosfera de la habitación.

-Has tenido una noche interesante- dijo con picardía al ver la cama desecha

-Hasta ahora no entiendo como puedes ser amigo de esto- dijo con veneno Wendy
escaneando la forma de vestir de Martin

-Disculpa rubia oxigenada que no tenga tus gustos de vestirme de tu misma forma pero soy el
único que alegra el día de Cedric, dime tu que haces- sus miradas se encontraron desafiantes

-Chicos ya- Cedric les detuvo cansado de lo mismo cada día- tengo resaca a si que si desean
pelear podría salir de mi departamento

Se giro sobre sus talones tratando de apaciguar el dolor que rompía a cada hemisferio de su
cerebro. Sus amigos le miraban preocupados pero Martin le echaba la culpa a la rubia con
señas mientras ella evitaba que el sarcasmo surgiera de su garganta.

-¿Cuantos días has faltado al instituto?- corto el silencio que le incomodaba

-Como si eso nos sirviera- le contraataco Martin – tenemos todo el dinero para pudrirnos en el
mismo infierno…

-A ti no te durara mucho Cedric- le recalco Wendy uno de los puntos que deseaba olvidar-
cuando cumplas los 18 años perderás la protección familiar….
-Lo se- dijo tajante perdiéndose en el horizonte- y lo del instituto no te preocupes, tomare este
año libre.

Lo restante de sus actos fue inercia, una rutina que se había convertido al pasar el tiempo; ya
no era divertido los autos, mujeres que se servían en bandeja de plata; nada de sus actos eran
nuevos, necesitaba despertar del coma producido por la droga de su vida.

Sin importar las llamadas a gritos que le pedía el paisaje atractivo de Londres el solo posaba
sus ojos en el agua cristalina del rio que le recordaba su playa de infancia, reflejando un
crepúsculo otoñal urbano nada parecido a sus recuerdos borrosos de infancia empolvados en
el baúl que mando en un rincón alejado de su cordura.

-Veo que aun sigues sumergido en tu mundo- una voz familiar pico su herida congelando cada
célula sanguínea.

El amigo de los muertos

Escéptico, tratando que los engranajes de su cerebro funcionaran ante el fantasma que nunca
volvió aquella noche que llego a Londres, estaría ahí parado, sonriéndole de aquella forma
paternal como un hermano mayor que había encontrado a su travieso hermanito.
Su piel que antes era blanca como la porcelana había tomado un curioso color bronceado que
contrastaba con el rubio cabello de trigo peinado en forma de una ola de hebras muy largas.

Una sonrisa se ensancho en la comisura de sus labios, era el mismo joven que juro ser fiel aun
cuando la muerte le separe. Era un reencuentro pleno, lleno de satisfacción como lo
necesitaba en aquel momento.

-Como la vida te gratifico amigo- le dijo Cedric mientras tomaba de su cerveza- hasta ahora
nunca te comprendí cuando decidiste casarte a tan temprana edad

-Tenia 21 años cuando lo hice- dio un sorbo a la copa de whisky quemándole las paredes de la
garganta

-Si, pero mi hermano y yo creíamos que te había drogado para casarte- los dos sonrieron ante
el recuerdo

-No era el único que andaba en nubes rosas, - le miro a los ojos como si estuviera viendo al
fantasma del pasado -no recuerdas a Anthony y su misteriosa chica

-Supongo que los tiempos cambia- se encogió de hombros

-Si los tiempos cambia- dijo dando otro sorbo a la copa, era el momento para ir al grano

-Supongo que no viniste a Londres para charlas de los buenos tiempos – le miro penetrando
sus ojos

-Tu abuelo me pidió que te de un mensaje- busco las palabras adecuadas esperando que la
tormenta no ocurriera- desea que vuelvas a casa

Cedric no dijo nada en vez solo se limito a mirar a lado bebiendo del liquido que le
proporcionaba su botella.

-Sabes que no puedes ignorar esto- continuo- es tu familia y te necesitan

-Mi familia- jugo con la botella tratando de evitar los recuerdos que se agolpaban en su
cerebro, como si aquella palabra ya no tenia sentido en sus labios.

-Cedric….- le llamo su amigo temiendo que pronto la tormenta se desataría

-Sabes cuanto odio esto- dijo sin mirarle a los ojos- me echaron como un perro con sarna por
no desear los pasos de mi hermano, por no ser como el

-Cedric eso ya es pasado- trato de calmarle-ellos te necesitan

-¿y donde ellos estaban cuando les necesite?- no pudo guardar el resentimiento, el dolor que
le producía el egoísmo de su familia- ¿donde estaba mi padre cuando le necesitaba? El prefería
que yo hubiera muerto en el lugar de Anthony- dijo con amargura

-Sabes que eso no es verdad, tu hermano te quería mucho como para desear tu propia
muerte- Alejandro no sabia como consolar la situación, en sus venas no corría el tacto
femenino para aquella delicada situación.
-Tú no conoces a mi familia Alejandro, ellos conocen todas las formas para mostrarte la mejor
parte de ellos y tu mirar lo que deseas ver- se levanto como señal de despedida

-Tu mayoría de edad esta cerca- dijo sin levantarse sirviéndose aun el líquido que quedaba en
aquella botella- así que eres el único que puedes decir las palabras que cambiaran tu camino-
Cedric no dijo nada solo se alejo hasta perder el susurro de las voces.

Frustrado se alejo de ahí como si pudiera evitar lo obvio, solo había una sola persona que
podía hacerle que vuelva aquella casa, y solo faltaba un mes para dar la decisión final sin
vacilar, la única respuesta que esperaban todos.

Fastidiado tomo las llaves de su audi y salió a la única ruta que le ayudaría olvidar la realidad
gris, era cliché pero ahí estaba los ayudantes para llevarlo al subconsciente, una mezcla fatal
para el principiante.

La música ruidosa de fondo que golpeaba los muros metálicos y luces de láser que quemaban
los ojos acompañaban a las danzas de cuerpos sudorosos sumergidos en una densa atmosfera
de humo que no eran de cigarrillo.

-Pensé que no ibas a venir- Martin le grito sobre el ruido de la música abrazando a dos mujeres
que no les importaban el poco tacto de su compañero

-Yo tampoco- musito sin darle importancia si le escuchaban o no

-Toma cariño- una de las acompañantes del moreno había sacado de su brasier la pastilla
mágica

Cedric no vacilo al introducirle en su boca, acariciándole la lengua con aquel sabor amargo de
la mariguana que le ordenaba que le pasara al estomago para hacer su magia, la ilusión que
había pedido todo el día cuando apenas se había levantado.

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El ruido insoportable de su celular retumbaba en la parte más lejana de su cerebro como si


cada neurona tratara de unirse para hacer conexión a los movimientos de sus músculos que
parecía que había desaparecido la noche anterior.

La habitación que tantos años se había vuelto el escenario de su desahogo, el precipicio del
precio del libertinaje que borraba cada fantasma emocional impropio de un Royal, se
encontraba en una oscuridad como sombra que aduras penas rayos tímidos entraban sin
permiso.

Se llevo una mano a la cabeza para tratar en forma nula reparar el daño de una diversión sin
medidas pero sin prestar atención aun a los fuertes golpes que emanaba en la puerta, como si
un toro salvaje hubiera sido suelto.

-¡SI NO ME ABRES MALDITA SEA ESTA PUERTA DE JURO…!- la voz femenina llena de furia fue
interrumpida al ver al castaño de forma aburrida mirándole de forma cansada.
-¿Qué deseas Wendy?- la forma en como empleo la pregunta le lleno de furia ardiente en sus
ojos, indignada

-¡¿COMO DE QUE DESEO?!- bramo como una tempestad- TU CEDRIC DE ROYAL, MALDITO
DESGRACIADO….- siguió insultándole mientras el solo se perdía en el mismo monologo de
siempre.

-¿No seria preferible que entres?- sugirió en forma sarcástica al percatarse la atención que
ponían algunas personas- sabes que no me gusta la audiencia.

La rubia dio varias miradas asesinas a los intrusos que corrieron a esconderse, dirigiéndose al
muchacho que se divertía por aquella situación. Wendy resoplo sin relajar su postura,
adentrándose al lugar sumergido en un tono gris.

Sus tacos, como aguijones de zánganos, se hundieron en la frágil superficie de una copa de
cristal, desconcertada pero aun sin reflejar el cambio observo detenidamente el lugar como un
halcón al asecho.

-¿que ocurrió aquí?- se giro sobre sus talones ordenando respuestas ante el desorden del lugar

-Una buena pregunta sin repuesta querida- se encogió de hombros sentándose en el sofá que
olía a vino bretón pero insinuando el hecho de no interesarle mostrar el marfil de su piel de su
pecho que tenia señales de aruños.

-¿donde te has metido?- le reprocho- te he buscado en tu departamento y vienes a parar aquí


sin darme una respuesta coherente- la ira seguía fluyendo mezclada por una culpa que Cedric
no palpo

-Realmente me hubiera gustado decirte lo ocurrió ayer- su boca se lleno de sarcasmo cansado
de que ella se comportara como su madre- pero lastima mi amiga pastilla no me dio tiempo
para acordarme.

Su garganta se lleno de todo tipo de insulto que se había ahorra aquel momento, pero sus ojos
viajaron a la intrusa que entraba a la habitación, desorientada como si no tuviera idea de cómo
llego.

Wendy le fulmino con la mirada tratándole de asesinarle, el albar de su ojo que tenia matices
negros por la ira no fue suficiente para la pelirroja, que sin importarle su desnudez avanzo en
un paso felino, ronroneando hasta su amante que gustoso recibió aquel voraz beso.

Tratando de relajarse, sin dar éxito con su temperamento espero que aquellos dos
sinvergüenzas acabaran con el show, entro en la habitación harta sin poder explicar como
Cedric no podía dejar por un minuto estar con alguna mujer.

Suspiro al ver la escena desagradable, dos mujeres, una rubia y una pelinegra estaban
profundamente dormidas pero lo que le llamo la atención era el celular en la mesa de noche
parpadeando la luz azul.
Se acerco sin impórtale la invasión del dichoso espacio personal, frunció el ceño al encontrar
un numero desconocido que había enviado el mensaje, un indicio que le preocupo por el
estado emocional de su amigo.

-Escúpelo- entro con una gracia mostrando su sensualidad que hace tiempos no lo usaba en
sus victimas.

La pelirroja le miro, escaneando a la femenina que se había dignado a interrumpir su juego,


llenándole de asco a la elegancia que portaba y una seguridad para intimidar a su oponente,
bufo para mostrar su desagrado.

-Vete- le dijo Wendy sin importarle la mirada de odio que le dio la pelirroja.

Indignada se levanto caminado hasta la habitación cerrando la puerta en un ruido sordo en


forma de fastidio al ser ordenada de aquella forma

-No deberías meterte con ella- señalo Cedric sin levantarse del sofá- no tiene la culpa

-¿Dime quien es?- le mostro el numero sin impórtale

Cedric frunció el ceño, extrañado que ella tuviera su celular reclamándole por un número que
podría ser de cualquiera, quizás de sus amantes, pero no replico ante la advertencia que le
mostraba su mirada, no quería ver que tan lejos llegaba su temperamento.

Leyó cada línea del mensaje percatándose que su cerebro se recordaba la forma sutil que tenia
los viejos amigos que eran tan leales.

-Es Alejandro Amer- dijo sencillamente sin alerta de preocupación.

Wendy se sorprendió olvidándose de todo mientras el nombre de aquel hombre se filtrara en


sus neuronas, procesando y uniendo los cabos sueltos, pero no pudo desechar la idea que esto
podía pasar, tan solo ver aquellos números le helaba la sangre.

-¿y… que… que deseaba?- se encontraba atontada sin poder expresar con palabras la
conmoción que le resultara ver alguien tan cercano a la familia Royal

-La misma lata que tu- trato de aligerar sus palabras pero realmente se encontraba
preocupado

-¿iras a… reunirte… con el?- trato de ocultar su nerviosismo ante la situación

-Nunca dejaría a un amigo plantado y especial uno que no he visto en tanto tiempo- mostro
una sonrisa poco convincente

Sin comprender Wendy como el podía estar relajado ante aquella situación delicado, en donde
sabían que pronto pasarían, agotándose las oportunidades y salidas ante aquello que nunca
pregunto.

-Cedric…-le reprocho al no darle la importancia que se merecía


-Tranquila querida- su expresión se hizo mas seria- se a que vino y era obvio que pronto
pasaría, pero la pregunta mas importante es el por que el

-No seas tan ciego – ella recupero su cordura tratando de relajarse, o solo ocultando sus
sentimientos- es tu amigo y sus posibilidades son mejores que otro que hubiera venido, tu lo
escucharías sin cerrarte a oírlo

-Lo se, pero por que no envió a la persona mas obvia que podía influenciar- Wendy trato de
sopesar la información antes de continuar

-Un suspiro- el castaño le miro sin comprender- te están preparando y verificando el terreno-
acoto

-Algo tan astuto – se rio sin ganas- así que gran padre aun puede mostrar su tacto ante aquella
decisión- su voz era amarga, acido que derretía el tímpano

-Es anciano y a la vez astuto, Cedric- le recordó en una forma de alabanza ante un hombre
imperfecto- todos sus años de vida están llenos de sabiduría

-El diablo sabio- concluyo admitiendo la verdad- bueno sino deseamos llegar tarde aquel
almuerzo- se levanto desperezándose como un tigre

-¿Cómo que si deseamos?- le miro incrédula

-Es tu castigo por meterte en mi espacio personal- Wendy le miro sin poder comprenderle, no
deseaba meter sus narices en aquel asunto- además es bueno ver a los viejos amigo- el doble
sentido de las palabras le alerto, nunca el le había hablado así

-Esta bien- dijo derrotada, preocupada - te espero abajo, no soporto el aire lleno de sexo-
Cedric le sonrió ante su comentario irónico, pero ella tenia que prepararse sentirse fuerte ante
alguien como Alejandro.

Con los músculos molidos, sin tener un referente de lo que había pasado haces pocas horas de
que su amiga le diera la bienvenida a otro día, arrastro su cuerpo a su habitación en donde tres
mujeres le miraron con lujuria sedientas.

Les dio una de sus mejores sonrisas ante sus intensiones sin ataduras buscando cesar los
instintos más salvajes del cuerpo.

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-¿Realmente te distes un baño? – le miro de forma desaprobadora al notar como su cabello se


encontraba lleno de gotas de agua y hacerle esperar mas de dos horas

-Si te metiste a la ducha se podía considerar- estaba mas relajado al tener una sección con tres
mujeres que parecían leonas ante su presa

-Aun no entiendo que te llevo aquel departamento- su mirada se encontraba fija en las calles
alborotas de gente- ni siquiera sabia que existía
-Es de Martin- se divirtió al ver como ella apretaba el volante al escuchar aquel nombre-un
buen escondite para la diversión

-Un libertinaje que tu familia no aceptaría a tu llegada- le dijo de una forma maternal inocente
pero insinuando la única opción que su amigo rechazaba

-Quien dijo que ya había tomado una decisión- su voz sonaba seria sin una pisca de humor

-Pronto lo tomaras, pero- estaciono el auto frente a la puerta del restaurante, paredes
transparentes que indicaban que era una elección selecta de la mejores personas de Londres-
tu sabes que tu familia no te dejara tan fácil

Bajaron del auto introduciéndose en el elegante lugar, lleno de modelos y actores de gustos
refinados tratando de digerir el alimento que sostenía en sus tenedores.

Al fondo un lugar solitario, casi apartado se encontraba el característico rubio sentado como
un camaleón mezclándose fácilmente ante los individuos. Sus ojos se sorprendieron a ver la
figura femenina que acompañaba a su amigo.

Notaba como su cuerpo irradiaba sensualidad, una arma mortal que beneficia su oficio, la
tentación al encontrarle con aquel vestido sofisticado dándole un nivel social al que no
pertenecía pero se encontraba en su naturaleza, el refinamiento que había sido su
entrenamiento.

Wendy agito su ondulado cabello en forma de incomodidad al ser observada de una forma tan
evidente que le molestaba a un punto que hace tiempos no lo tenía.

-Realmente te ha sentado Londres, querida- le dijo Alejandro mientras ella juga con la copa
pasando sus dedos en su entorno- realmente podrías pasar por la esposa o amanté de
cualquier magnate de este país.

Ella rodo los ojos acostumbra a oír los mismos estúpidos comentarios de Alejandro desde que
se había unido a la familia.

-Y tu sigues siendo el mismo pomposo que espera fidelidad de su mujer- Wendy sonrió
satisfecha al tocar una hebra sensible, humedeciendo sus labios con el liquido albar de la copa

-Siempre eres buena para esto- dijo Alejandro con una sonrisa amarga- es tu entrenamiento lo
que te hizo fría

-No es tan fácil si lo piensas y lo pones así- dijo ella mirándole fijamente.

-Que tal si propongo ir al grano de esta situación- Cedric hizo acto de presencia cansado de ser
el espectador ante aquel formal saludo.
La sangre es mas espesa

Cansada, agotada por el doble turno de aquella noche, deseaba dormir por toda la eternidad
ante lo sublime que era su vida. Solo pedía paz, dejarla fuera de aquella monarquía que no le
satisfacía.

Mirando fijamente el techo bellamente decorado por el gusto barroco, como si aquel puto
infinito le llenara de silencio que necesitaba en aquel momento. Sus largos cabellos negros
como tentáculos, se encontraba esparcidos en la suave cama blanca que resaltaba su rosada
piel ante un buen merecido descanso.

Sonrió al ver la habitación, llenos de cojines y alfombras talladas por manos hábiles de
musulmanes, una tierra que deseaba visitar y perderse en su arena.

Se levanto sin poder sentir sus piernas, refrescando cada poro de su piel por la suave brisa que
acariciaba la parte baja de su vestido propio de otoño en una mañana de Madrid.

Inconsciente acaricio cada mueble llegando a la luz que le había despertado hace algunos
minutos, mostrándole la imagen viva del coliseo de toros, con aquella morena arena llenas de
pisadas del animal que rodeaba a un joven de cabellos oscuros como el café.

Agitando como un amante la sedosa tela roja que enfurecía al toro dispuesto a embestirle,
elegante con aquel traje amarillo bordado por las mujeres que profesaban amor a su portador.

Se recostó en el marco de la puerta observándole sin cansarse del español, que al percatarse
de su presencia sonrió, descubriendo a sus dientes, guiñándole un ojo por su espectador
inocente.

El celular hizo acto de su presencia, buscando la atención de la muchacha que no dejo de


sonreír al torero español que mostraba su don de nacimiento.

Sin dejar de prolongar el tiempo del fastidioso sonido, tomo el celular de la mesita de noche,
esperando que aquella insistencia sea necesaria.

Tomas tus cosas y vete.

Aquellas sencillas palabras era lo único que podía arruinar una mañana perfecta, pero era el
precio que tenia que pagar por dejar que aquella sangre fluya en sus venas.

-….promete que le cuidaras…

Aquella promesa que les había unido para tener aquella descabellada idea de huir de algo tan
imposible, fingiendo ser otros cuando ella solo deseaba la felicidad.

Miro de nuevo la puerta en donde se encontraba el muchacho que jugaba con el toro,
tratando de grabar sus finos rasgos por un adiós que el aire se le llevo.

Tomo sus cosas desaprecio como siempre hacia, introduciéndose en las calles llenas de gente
con traje que iban y venia. Su corazón latía desbocadamente mientras más llegaba a su
destino.
¿Y si ya nos encontraron?, su traidora mente estaba procesando cada palabra del mensaje
pero no había nada de ser encontradas por lo que solo contaban con algunos minutos para
desaparecer sin rastro alguno.

Llego a un barrio decrepito, la imagen gris que Picasso en su periodo azul desearía retratar con
unas paletas inmortalizando el callejón de las ratas que se creían basura siendo cucarachas.

Entro en un edificio inmundo, paredes que perdía el color rojizo que deseaban proyectar, sin
que el cansancio sea un impedimento al subir las escaleras a un pasillo que olía a huevo
podrido y las sucias ventanas le dieran un iluminado para ver el camino, reflejando el numero
que deseaba.

Entro sin importarle que la anciana diera un respingó por su forma precipitada mirándole
desconcertada como ella tomaba la poca ropa que tenían y metía en la maleta que hace
tiempos atrás le advertía de aquella aventura.

-Toma tus cosas, no hay tiempo- dijo la muchacha tomando todo lo que podía de aquel lugar.

La mujer no respondió, siguió las intrusiones de la misma forma que la muchacha pero
guardando su miedo para no ser otra carga más en aquel problema.

-Isabela- le llamo la joven cargando la maleta- ¿pequeña donde estas?- trato de camuflar el
sentimiento que le embargaba tratando de sonar lo mas normal que lo era posible.

-Aquí tía- una niña de siete años salió al vestíbulo mirando sin poder comprender la escena, en
donde sus pequeños rizos caobas caían en su frente, el color que heredo de su padre.

-Pequeña- la muchacha se arrodillo para estar a su altura- tenemos que irnos

-¿Vienen aquellos hombres malos que mataron a mama?- la muchacha no pudo disfrazar la
sorpresa de cómo su sobrina procesaba los hechos, solo asintió- esta bien, solo iré por mi
abrigo.

En una hora, sin dejar de levantar sospechas en el casero que no comprendía el por que de su
ida, trataron de ser sigilosas hasta llegar al aeropuerto lleno de gente que tomaban viejas
despreocupadamente.

Isabela que miraba cada detalle del lugar sentada con la anciana que le vigilaba, pero su
curiosidad de fingir admirar el lugar que hace pocos meses había llegado miro a su tía que
discutía con una mujer morena, alta de cabellos ondulados, vestida de forma informal que le
entregaba unos papeles que parecían billetes de vuelo.

-¿A que lugar vamos nana Clara?- su voz inocente sin poder medir el mal que corría

-Aun no lo se pequeña- hablo con dulzura la anciana mirando atreves de sus ojos cafeces como
la muchacha seguía en la discusión.

-….no entiendo el por que tengo que ir a ese lugar- trato de justificar a la morena que le había
entregado sus billetes de avión- ….seria el primer lugar que me buscaran
-Melisa, no hay otro lugar que puedes ir- hablo la morena mostrando la decisión fija en sus
ojos oscuros- seria el ultimo lugar que ellos te buscaran te aseguro

-No se Kate- miro a la niña que se encontraba sentada con la anciana- se lo prometí

-Lo se, yo también estuve ahí – poso su mano en el hombro de la pelinegra para reconfortarle-
es por eso que tenemos que ir allá Mel.

La pelinegra miro los boletos, sumergiéndose en los recuerdos de aquella noche cuando ella se
encontraba en su departamento descansando por el ajetreo del internado cuando una mujer,
de aspecto cansado en donde todavía conservaba algunos matices de negro en el cabello llego
con una niña de apenas dos años y una carta dándole como su tutora legal cuando cumpliera
la mayoría de edad.

-Era muy joven cuando ella llego a mi vida- dijo mirando a la niña que le regalo una sonrisa-
papa me había enviado a Londres a seguir mi educación

-Se que fue duro al principio, habías cumplido recientemente los trece años- la morena le
sonrió al recordarse los tiempos- éramos dos diablillas

Melisa suspiro, sabiendo que el tiempo ya había llegado su cuenta regresiva al escuchar el
mensaje de la partida de su vuelo.

-¿Vendrás?- trato de asegurarse de que su mayor confidente estuviera ahí para darle ánimos

-Ni lo dudes- le aseguro la morena.

Llegaron donde estaba la anciana comunicándose en forma silenciosa los planes de su partida,
le entrego el boleto. Sus ojos mirando el destino, aséptica mira a la muchacha tratando de de
buscar una explicación, pero ella solo negó tomando a la niña en sus manos.

-¿tía a donde vamos? – le pregunto la niña cuando cruzaban el pasillo de abordaje

-A Londres mi niña, un lugar un hermoso- trato que su voz no sonara la preocupación que le
invadía.

Siguieron el vuelo sin mayor complicación tratando de disipar los muertos que aullaban en sus
neuronas que se negaban rotundamente a enterrarlos como era debido.

-¿Como crees que Antonio lo tomara?- despreocupadamente la morena trato de encajar una
conversación ante la tensión que surgía en la atmosfera

-Nunca le di señales de una relación estable- se encogió de hombros también haciéndose la


misma pregunta al dejarlo así sin ninguna nota de despedida

-Que lastima- Melisa le miro, levantando una ceja para comprenderla- en Italia los hombres
son como un telón después de una función, buenos amantes como un vino de la campiña

-Eso lo tengo entendido- dio con sarcasmo al recordar las palabras de los hombres de la familia
-Pero un buen reemplazo querida amiga- hizo una pausa midiendo el grado de sus palabras-
soy los españoles con sus aires toreros que sin ataduras como un italiano trata de esforzarse
que la musa de su noche sea satisfecha

-No lo se- no entendía como podía relajarse al comparar a los hombres de alguna manera-
encuentro a los españoles como la misma manera que torean a un toro, bailando con aquella
seda roja antes que el animal sucumbiera a su poder.

-oh amiga- se llevo una mano al pecho como si ella hubiera dicho una blasfemia- has descrito
como si ellos desearan matarte cuando es lo contrario al complacerte- la pelinegra le miro sin
poder dar crédito a las palabras de su amiga que le miraba burlona- esperar cuando pises
Londres, lamentaras haber criticado de aquella forma a un hombre apasionado.

-Pienso que todos los hombres son iguales- le espeto sonriendo ante la amenaza de su amiga-
cortados de la misma tijera

-Pero moldeados por su amante- ella solo negó antes las palabras de la morena- los ingleses
son fríos y muy difíciles de calentar la llama de la pasión

-mas bien me parece que tu no te llevas bien con lo que tiene que ver con protocolo- su voz
burlona escondiendo una sonrisa en sus ojos ante la afirmación de los hechos- prefieres lo
espontaneo, lo del momento

-¿y que mujer no deseara? Querida niña, tus años de adolescencia pronto acabaran- parecía
una mujer aconsejando a una niña de cómo debería usar un sujetador

-Si quieres llegar al tema de mi amorosa vida en la cama lamento decepcionarte pero me lo
guardo para mi- miro a su revista tratando de actualizarse

-Tienes dieciséis y todavía sigues jugando a la casita antes de pasar a tercera base- le dijo la
morena como si aquellas palabras hubieran sido acido en su lengua

-Primero tengo diecisiete si lo recuerdas y… - suspiro cansada con la misma charla-si tratas de
compararme como Marie mejor no gastes saliva- nunca despego su vista en la revista tratando
de encontrar algo que captara su atención.

-Ella era un modelo a seguir- le espeto la morena tratando que ella cayera en la trampa

Melisa aparto la revista, tratando de encontrar un rastro que el diga que aquella conversación
no era lo que ella suponía, prefería tener aquella idea de Marie antes de cambiarla por sus
prejuicios y la poca sabiduría que tenia en aquellos casos.

-¿A que quieres llegar?- la morena sonrió triunfante por captar el interés de la pelinegra

-Que ya es hora de que te diviertas como dios manda- sonrió ante los planes que tenia

-Prefiero relajarme y acabar como dios manda la escuela- retomo su lectura- si no te has dado
cuenta mientras mas rápido acabe la escuela mejor será llevar esta aventura
Kate resoplo frustrada por no poder hacer comprender a la mujer sentada a su lado que había
otras formas para librar un poco el peso que tenia en sus hombros, pero prefirió mantenerse
en silencio sumergiéndose en el sonido de la música que le proporcionaba su aparato.

A la salida del aeropuerto, se despidieron ante los ojos de la niña como una forma casual, sin
revelar el verdadero programa adentrándose a un taxi que les sumergía en la manada
mecánica de autos que se congregaban en la zona principal de departamentos de lujos de
niños mimados que había sido Melisa antes.

Se detuvieron frente a un edifico que parecía un gigante de acero lleno de cristales que
reflejaban los demás edificios como un espejo mostrando el aire de soltería sin ningún
compromiso de sentar cabeza.

Trato de apaciguar las miradas de los residentes que curiosos miraban a los recién llegados,
creando una historia que implicaba a la niña y la muchacha con algún habitante del edificio.

-buenas tardes- Melisa hablo en un perfecto ingles ante un portero que le miraba receloso-
deseara saber si hay algún paquete del departamento 102.

El portero de rasgos maduros, con arrugas que delataban su edad se sorprendió al reconocer
el número de aquel departamento que había pasado desapercibido desde su compra.

-¿Quién desea saberlo?- su voz era ronca y áspera pero sin dejar a lado su educación inglesa

-Melisa Fraotu - dijo en un tono de confidencial que solo el portero alcanzar oír

El anciano tuvo que ahogar un grito al escuchar aquel apellido como si eso cubriera de terror
su corazón, reacción que no paso desapercibido ante la muchacha que le miro expectante ante
los siguientes movientes del hombre.

-Mi señora- su actitud cambio ante un plebeyo que hablaba a un monarca- perdóneme por no
poderla reconocer, tantos años han pasado, ¿como se encuentra la señorita Marie?

Ella hizo una mueca antes de contestar al anciano que poco tacto tenían ante aquella situación

-Esta muerta- no le importo como su voz había salido fría, casi cruel ni la reacción del hombre
ante su desvergonzada actuación.

-Lamento la perdida- dijo tratando de reparar el daño

-Seria muy conveniente que me entregue el paquete- miro en donde se encontraba su sobrina
antes de dirigirse al hombre que había seguido la mirada

-Disculpe mi intromisión- dijo al cabo de un rato que le había entregado el paquete- ¿aquella
niña es parte de su familia?- tragando en seco ante la respuesta que podía recibir, Melisa
prefirió seguir con la falsa historia que se había planteado.

-Naturalmente ella es como mi familia- dijo mirando al hombre que contenía la respiración
ante la respuesta- pero mi bella madre no tienes edad para tener hijos por lo que me sobra
decir que en ella no corre mi sangre- no toda, completo en su mente- es la nieta de mi criada-
señalo a la anciana

El hombre respiro tranquilo como si aquella noticia era un alivio para su envejecida vida. La
muchacha le deseo un esplendido día antes de dirigirse al elevador que subía en un tubo
bellamente revestido en hojas de hierro y un ventanal dándole el paisaje de Londres.

Las hojas del elevador se abrieron cuando llegaron al tope del edificio en donde se extendía un
departamento de aire de libertinaje, los días más altos de soltería de Marie antes de su
muerte.

-Nunca supe que existía este edificio- hablo la anciana cuando la niña se perdió de vista para
explorar el lugar.

-Son de los pocos lugares que teníamos para escondernos de la ira de nuestro padre- se
encogió de hombros sin darle importancia

-No me digas que también Dimitri tiene estos lugares que desconozco- hablo como una madre
que como la nana que les había criado

-Naturalmente, el fue quien le enseño- sonrió ante el amargo recuerdo de sus días con su
familia

-¿Le enseño?- levanto una ceja al haber usado aquel termino- ¿tu no tienes uno?

-Claro- ensancho su sonrisa ante la incredulidad de su nana- pero Dimitri no me enseño- acoto
antes que la mujer le comenzara a regañar- todavía no tenia la edad adecuada para aquellas
lecciones, pero le adquirí como un capricho

-¿Como un capricho?- Repitió la mujer sin dar crédito

-Nunca supe las razones por la que ellos tenia bienes sin que padre sepa, y yo también quería
uno- trato de sacar aquellos recuerdos fangosos sumergidos muy al fondo de su mente-
apenas tenia diez años cuando lo compre era uno de mis mejores negocios- la mujer noto el
amargo de sus sentimientos comprendiendo lo duro que era recordar- dos años después me
entera para que era

-¿Y donde exactamente compraste? – trato de aligerar el torrentes de emociones

-Marie compro en Londres, Dimitri en Japón, yo como apenas tenia diez años y padre no me
dejaba volar sin su consentimiento creo que ya tienes una clara idea de donde compre- la
anciana sopeso todo y solo tardo unas segundos en darse cuenta en donde era el lugar- te
recuerdo que tenia diez años y solo era un capricho.

-Oh mi niña- la anciana le abrazo como si fuera su hija que le habían engañado- ¿Por qué
nunca me dijiste de aquellos lugares? Hubieras ahorrado algunas noches de vela por aquellos
diablillos que se iban dejándome desconsolada

-Supongo que era nuestro secreto- se encogió de hombros


-Oh mi niña-la anciana sollozo sin poder los recuerdos que le habían golpeado en Madrid –
como extraño los viejos tiempos

-Mejor ve a ver a Isabel- dijo Melisa apartando a la mujer que parecía un carburante que
aceleraba sus recuerdos- parece que encontró algo entretenido.

La mujer asintió hipando, desapareciendo del vestíbulo para buscar a la pequeña. Melisa solo
observo a Londres extendiéndose en el horizonte mientras las lagrimas surcaban en sus
mejillas hace mucho tiempo no salían.

-¿por que?....
Los recuerdos fangosos

El tic del reloj cantaba en el silencio de los pasillos de la mansión Royal, como el latido débil de
un hombre que había alcanzado la misericordia de la muerte que le cubría con su frio manto de
un diciembre helado.

Murmullos y pensamientos vagos que acompañaban en la sala débilmente iluminada,


esperando con una falsa esperanza que el doctor bajase y dicte la sentencia que caería sobre
sus hombros de un miembro de aquel grupo de cuervos vestidos con trajes.

-Es tan joven- se lamentaba una mujer de cabellos negros recostada en los hombros de uno de
los cuervos- ¿por que gran padre lo permitió?

-No es nuestro derecho contradecirlo- con voz áspera hablo el cuervo pasando sus níveas
manos sobre la espalda de la muchacha

-Alejandro- levanto sus ojos vidriosos para penetrar en la dureza de aquellos oscuros ojos que
no se inmutaban ante el dolor y la agonía- como puedes…- rompió en sollozos al no ser
correspondida.

-Cálmate María- una mujer de avanzada edad se acerco tratando de suavizar el ambiente que
se tornaba en aquella sala.

Todos giraron la cabeza al ver bajar al doctor, nadie hablo ni respiraban; solo esperaban una
sola palabra que definiría todo; pero solo hubo silencio al ver la sangre teñida en la ropa del
carnicero que no articulaba ni una sola palabra como si temiera las consecuencias de sus
palabras.

-Murió- casi en un susurro había logrado articular

El llanto y el desgarre de los corazones de las mujeres no esperaron, se arrodillaron sin


consuelo ante la fría criatura que era el sol de la familia.

-Mi Anthony- sollozaba la madre que se refugio en el grupo de hombres mas cercano que
desprendía dolor.

Los cuervos no se inmutaron solo seguían ahí esperando lo que les hizo venir y soportar la
torrente de emociones mirando la oscuridad de un rincón sumergido en la soledad como signo
de respeto.

María recordaba cada detalle de aquella noche, vestida con un vestido negro para mostrar el
luto del día, un día que celebraban el retraso de la misa de su hermano.

Eran tan opuestos como los las crías de gatos, físicamente y emocionalmente. Anthony era el
líder de los tres, en su sangre se notaba la herencia genética de los Royal, una atracción
involuntaria que ejercía a su alrededor para que lo siguieran y lo aclamaran como su líder aun
entre los tres.

Cedric, solo susurrar su nombre era doloroso como para permitirse recordarlo solo hasta
algunos días su nombre no existía y ahora era gritado a los cuatro vientos para llevar el control
de la familia, un control que ella no podía manejar como tradición una mujer soltera que no
había contraído matrimonio para usar como marioneta a su marido para controlar todo lo que
tenia que suponía del tema familiar.

Como mujer Royal era inevitable dejar los fantasmas atrás y peor su pequeño hermano
asumiera el puesto de un fantasma que no podía descansar antes el constante acoso y dolor
que producía su replica.

Era patético sentir aquella lastima pero su corazón se oprimía cada vez en su pecho como la
misma corazonada cuando perdió a Anthony.

-Anthony- susurro cuando se miro en el espejo como si apareciera de repente su imagen.

Desearía ser como ellos valiente, no acatar las órdenes de su padre pero de algo ella sobresalía
y era su inteligencia, no tan inusual entre las mujeres de la familia pero era eficaz cuando se
trataba de sus corazonadas.

Anthony le llamaba visiones, sensaciones que le dejaban terribles dolores de cabeza y nauseas
como si estuviera embarazada pero que rara vez fallaban.

Miro la pequeña fotografía de los tres un día antes que todo acabara, un día en que aprendió
que las palabras son mas hirientes y una propia apuñalada en la espalda, palabras que no
tuvieron que salir de sus labios.

-…eres imbécil…. Preferiría que tu hubiera muerto antes que Anthony

Que imbécil era hace entonces, una mocosa de catorce años que no sabia el significado mas
sencillo y abstracto a la vez del amor, una sentimiento que se demostraba de diferentes
formas y a diferentes personas.

Pero no tuvo que mostrar el sentimiento del miedo de la frustración al ver como su adoración,
el único sostén que tenían los dos había muerto de una forma tan repentina que les había
dejado en el limbo.

Y ella le había alejado al muchacho de trece años que buscaba su consuelo ante algo
desconocido que ahora seria su rutina constantemente ¿Cómo llamarle hermana cuando ella
prefirió su muerte?

Una lagrima salada mojo los montes de sus pómulos hasta impactar en la arrugada foto de
viejos tiempos que nunca volverán, de sonrisas que difícilmente aparecerán sinceras, solo
serán por cortesía, por cumplir una etiqueta.

-No deberías culparte por el pasado- una voz femenina, refinada y sabia corto el hilo de sus
memorias

-¿Cómo no culparme si cada día me asecha, mi señora?- no podía llamarle madre, hace años
aquel termino se había perdido.
-Tu aprendiste el poder que tienen las palabras sobre un hombre- la mujer tomo asiento en la
cama, mostrando su postura ante aquella chica que le miraba a través del espejo.- no niego ni
te culpo que mi pequeño no este a mi lado, pero tampoco me honra como madre tus acciones

María miraba la fotografía, prefería mil veces mirar a sus hermanos que aquella mujer frívola
que lo único que hacia era mostrar sus defectos y desecharle de su vida.

-Se que solo me tienes respeto por tu padre- hablo la mujer como si estuviera hablando del
clima ante la posición que se encontraba su familia- no eres la única hija que me has
decepcionado, al parecer mis entrañas están malditas.

La mujer salió sin importarle los sentimientos de la muchacha que derramaba lágrimas al no
encontrar el cariño de una verdadera familia que siempre añoraba.

-… no te preocupes María, los cuatro viviremos felices….

El otoño era tentador con su brisa, un tiempo deleitante para estar con un amante que
recorría las calles de Londres infestado por los monstruos mecánicos que a paso tortuga se
deslizaban por el camino asfaltado del urbanismo.

Melisa resoplo frustrada mientras cada recuerdo golpeaba sus neuronas deseosas de
torturarla, trato de distraer su mente mirando la decoración barroca de la sala esperando su
cita con la directora del internado que había abandonado sin ningún pudor.

Esperando que se apiade de ella ante su repentina aparición, esperando la discreción de


aquella monja que no deseaba pecar como la mentira que tendría que enfrentar su le
aceptara.

-no se como pretendes que aquella religiosa seca te acepte de nuevo- dijo su amiga una hora
antes cuando estaban en el metro- no creo que sea buena idea que sigas el instituto, mejor
déjalo

-No- dijo decidida, si había llegado a Londres donde todo comenzó entonces tendría que trazar
un mejor futuro- Isabel esta creciendo y eso significa que necesita un mejor futuro que le estoy
dando ahora.

-¿y estando en un internado te ayudara?- dijo con sarcasmo su amiga

-Para ir a la universidad es necesario acabar el instituto- dijo mirándole fijamente

-¿Estas loca?- su amiga le miraba escéptica- ¿como lo solventaras si no deseas ayuda de tu


familia?

-Marie siempre pensaba en todo – fue su única respuesta hasta llegar al internado
Cansada de admirar una arquitectura que hasta ahora aborrece por no estar ligada a su
personalidad, no podía ir a otro lado para estudiar, necesitaba aquel internado para tener una
plaza en una buena universidad si deseaba darle aquel futuro a su sobrina como ella soñaba.

-Señorita Smith- dijo la secretaria tratando de llamarle la atención- la madre superiora le


espera.

La joven suspiro nerviosa, una cosa era decir y otra era actuar, aliso su vestido antes de entrar
al despacho que antes había sido el lugar donde le comunicaron el fallecimiento de su
hermana.

Miro segura, o trato a la mujer de avanzada de edad que se encontraba detrás de un escritorio
bajo el hábito que le miraba entra sorprendida e incrédula, no esperaba que aquella alma
volviera y con algo oculto para dar un apellido falso.

-Así que volviste- dijo la madre superiora mirando a la joven que había cambiado por los años

-No puedo negarle que mis acciones no tenían justificación- Melisa trato que su nerviosismo se
camuflara

-Tus acciones solo tienen que ser justificadas a Dios no a mi- dijo la religiosa invitándola a
sentarse

-Se que no tengo derecho a pedirle nada, madre- Melisa tomo asiento, sintiendo la peor
persona- pero espero que me reciban en este internado hasta que acabe el instituto

La religiosa le miro atentamente, podía cambiar físicamente pero seguía siendo la misma niña
bondadosa que trataba no aferrarse aquella vida que sus padres le ofrecían; una niña que
pedía ser normal.

-Supongo que el largo tiempo que estuviste ausente has seguido con tu educación- hablo
después de minutos que parecía horas, Melisa solo asintió- ¿has traído entonces los
certificados que lo comprueben?

Melisa le entrego una carpeta en que constaban sus calificaciones y la aprobación de cada año,
aun cuando trabajaba en algún bar como camarera a altas horas de la noche ella se esforzaba
con sus estudios buscando aquel futuro fuera de su familia.

-Has estado en instituciones del estado- recalco la religiosa admirada en donde aquella
brillante muchacha había caído- supongo que no me dirás el por que has estado estudiando
ahí con el dinero que tu familia tiene

-Mientras menos sepa es mejor para las dos- dijo la muchacha sonriendo melancólicamente.

-Realmente has cambiado mucho Melisa – observo el rostro demacrado por el peso que se
encontraba en sus hombros

-Solo deseo terminar el instituto como Dios manda, y si no es mucho pedir con el nombre que
esta en los certificados, así nos ahorraremos algunos problemas- le sonrió de una forma
conciliadora al ver como la religiosa miraba el nombre.
-¿Ann Smith?- ella asintió

La madre superiora le miro tratando de encontrar un rastro de su antigua travesura pero no


había nada solo una determinación a una promesa que conociéndola muy pocas personas
estaban enteradas y al decir muy pocas su familia no entraba a aquel circulo solo si fuera
meramente necesario.

Melisa nerviosa, esperando que aquella mujer de rostro duro como un líder le echara de aquel
lugar puro, en donde sus pecados no pudieran tocar.

-Esta bien- dijo la mujer ondeando su hábito rojo cenizo.- lo único que veo como obstáculo
seria como recuperaras las clases perdidas.

La pelinegra se sorprendió ante la aceptación fácil de la mujer que le seguía mirando con sus
ojos oscuros como si fuera hielo, sin ser cálidos como ella cuando ella había entrado a aquel
internado.

-Gran padre- hablo uno de los cuervos esperando ser respondido

-Traerme a Cedric- con voz cansada sin girarse para ver al cuervo solo manteniendo la vista v

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