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Mujeres e Independencia en Chile. La Cul
Mujeres e Independencia en Chile. La Cul
La
cultura del trato y la escritura de cartas1
Carol Arcos y Alicia Salomone
Abstract: This work aims to evaluate cultural changes developed by elite women during
the crisis of Independence in Chile. Those changes enabled certain women to assume an
active social role at this juncture, even though their actions challenged gender norms
derived from the traditional catholic order. These actions, which complemented the
emancipator project designed by the male Creole elite, involved two areas of female
agency; on the one hand, the development of an illustrated female sociability (“cultura
del trato”), on the other hand, the writing of letters. From this on, those elite women
joined the new revolutionary sociability through initiatives rooted in the private sphere
that, nevertheless, influenced political events. At the same time, these actions made it
possible for these women to reconstruct both their female identities and subjectivities.
Keywords: Creole elite, illustrated female sociability, Independence of Chile.
1 Este trabajo se lleva a cabo en el marco del Proyecto Fondecyt 1110108, que dirige la Dra. Darcie Doll
(Universidad de Chile).
2 Jocelyn-Holt señala el papel que tuvieron el incremento del tráfico comercial, legal e ilegal; los flujos
migratorios; la llegada de expediciones científicas; los viajes más frecuentes de chilenos a otros puntos
de América y a Europa; y el comercio de libros. Todo lo cual favoreció el conocimiento de los avances
y cambios mundiales de finales del siglo XVIII. JOCELYN-HOLT, Alfredo. La independencia de Chile. 2. ed.
Santiago: Planeta-Ariel, 1999, p. 110-1.
3 GONZÁLEZ, Peña; EUGENIA, Patricia. Las célebres y las otras. Modelo, presencia y protagonismo femeninos,
en el proceso independentista chileno. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en
Historia de América, Santiago: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, 2004.
4 Nos referimos, en particular, a dos discursividades críticas: por un lado, la que formula la revolucionaria
francesa Olympe de Gouges en 1791: “Los derechos de la mujer y la ciudadana”, y, por otro, la propone la
escritora inglesa Mary Wollstonecraft en su libro Vindicación de los derechos de la mujer, de 1794.
5 PEÑA GONZÁLEZ, Patricia Eugenia. Las célebres y las otras. Modelo, presencia y protagonismo femeninos, en el
proceso independentista chileno. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en Historia
de América, Santiago: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, 2004, p. 85.
6 Para conceptualizar la idea de sociabilidad, remitimos a las propuestas de Pilar González Bernaldo de
Quirós. La autora la define, en primer lugar, desde su genealogía, que se remonta al siglo XVIII, contexto
en el que términos como “sociedad”, “social”, “sociable” y “sociabilidad” apuntan al mundo interrelacional y a
un conjunto dotado de cierto sentido. En segundo lugar, como categoría analítica, asume la sociabilidad
como prácticas sociales que ponen en relación un grupo de individuos que efectivamente participan
de ellas, destacando el papel que juegan esos vínculos en un momento histórico determinado. QUIRÓS,
Pilar González Bernaldo. de. “La «sociabilidad» y la historia política”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, BAC
– Biblioteca de Autores del Centro, 2008, [En línea]. Puesto el línea el 17 de febrero de 2008. URL: http://
nuevomundo.revue.org/24082. Consultado el 10 de junio de 2012.
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La casa familiar es el eje en torno del cual gira la vida de las mujeres de la élite his-
panoamericana durante el período colonial, y lo seguirá siendo a lo largo del siglo
xix. Desde esta perspectiva, asumimos al ámbito doméstico como el espacio desde
el cual las mujeres de la élite pro-independentista debieron irradiar su influencia
hacia el escenario público. Al respecto, hay que recordar que las casas familiares
eran los lugares donde se producían los debates políticos, se reunían las familias
conspiradoras para tejer alianzas y tramar estrategias bélicas y diplomáticas, y donde
se confeccionaron los primeros símbolos patrios. Así, en la medida en que la esfera
doméstica comienza a funcionar como un territorio politizado en el que se concier-
tan los diseños emancipatorios de la oligarquía criolla resulta clave para reevaluar el
papel de las mujeres dentro de esa sociabilidad ilustrada y revolucionaria.
Una serie de nombres de mujeres se reiteran en las fuentes que consultamos: Javie-
ra Carrera, Ana María Cotapos, Mercedes Fontecilla, Luisa Recabarren, Agueda
Monasterio, Rosario y Mercedes Rosales, María Cornelia Olivares; todas las cuales
formaban parte de las familias aristocráticas que promueven el quiebre político con
España. La figura emblemática entre 1808 y 1823 es, sin embargo, Javiera Carrera,
quien se mueve al interior de una poderosa trama socio-familiar y juega un rol pre-
ponderante como operadora cultural y política, pero siempre como figura latente.
De este modo, desde fuera de la arena pública, ella apoya al grupo patriota en el
período de la Patria Vieja (1810-1814), cuando gobierna su hermano José Miguel y
posee mayor legitimidad en sus actuaciones, pero su influencia no deja de sentirse
durante la Reconquista española (1814-1818), cuando es obligada a recluirse. Quizás
el momento más difícil para ella acontece durante la llamada Patria Nueva (1818-
1823), cuando tras la derrota y muerte de sus hermanos Luis, Juan José y José Miguel,
y dominando la escena política el opositor de éstos, Bernardo O’Higgins, resuelve
exiliarse en Buenos Aires y Montevideo; ciudades desde las cuales logra mantener
activa su red de relaciones, sobre todo mediante la escritura de cartas.
Javiera Carrera había nacido el 1º de marzo de 1781, y es la primera hija de Ignacio
Carrera y Francisca de Paula Verdugo. Se casó dos veces, primero con Manuel Lastra,
con quien tuvo dos hijos; y después con el español Pedro Díaz Valdés, con quien
contrae nupcias en 1800.7 Su salón fue un lugar privilegiado de reunión revolucio-
7 Existe abundante bibliografía sobre la participación de Javiera Carrera en la Independencia chilena. Por
ejemplo, encontramos referencias sobre su actividad familiar y política en trabajos tales como: GREZ, >
En la coyuntura que estamos revisando, la casa familiar es el espacio donde las mujeres
ponen en juego el ejercicio de una cultura del trato, como la define Graciela Batticuore,
que se expresa en el papel que ellas ejercen como anfitrionas en reuniones, tertulias
nocturnas y fiestas, así como en la recepción de visitantes extranjeros que comenzaban
> Vicente. Las mujeres de la Independencia. Santiago: Imprenta Gutenberg, 1878; MACKENNA. Benjamín
Vicuña. Doña Javiera Carrera. Rasgo biográfico. Santiago: Guillermo E. Miranda, 1904; MORENO, Armando
(edición, transcripción y notas). Archivo del general José Miguel Carrera. Sociedad Chilena de Historia y
Geografía. Santiago, 1992-2000. Sin embargo, faltan abordajes que den cuenta de la actividad de Javiera,
de las mujeres en general durante la Independencia chilena, desde un enfoque que no solo escape al
androcentrismo histórico que se expresa en textos como los mencionados, sino también que articule una
interpretación que considere los campos de acción femeninos en su particularidad.
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[…] aquel estrado revelaba que los hombres no podían acercarse públicamente a las
jóvenes, conversar libremente y mezclarse con ellas, como lo autorizan las nuevas cos-
tumbres, y fue sin inconveniente repudiado por las mismas que lo habían aceptado
como un privilegio suyo. El estrado cedió, pues, su lugar en casa a las sillas.9
8 BATTICUORE, Graciela, Mariquita Sánchez. Bajo el signo de la revolución. Buenos Aires: Edhasa, 2011.
9 Citado en MANZINI M., Lorena. “Las viviendas del siglo XIX en Santiago de Chile y la región de Cuyo en
Argentina”. Universum, Talca, v. 26, n. 2, 2011. Disponible en: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0718-3762011000200009&lng=es&nrm=iso>. Accedido en 10 abr. 2013.
La casa de Cotapos está amueblada con lujo, pero sin elegancia. Sus ricos espejos, sus
hermosas alfombras, un piano fabricado por Broadwood, y una buena provisión de
sillas, mesas y camas, no precisamente de las que hoy se usan en París o en Londres,
pero sí de las que estuvieron allá de moda hace un siglo o poco más, hacen un lucidísi-
mo papel en esta apartada tierra del continente austral. Pero con el comedor no puedo
transigir. Es el aposento más oscuro, triste y feo de la casa. La mesa está casi pegada a
la muralla, en un rincón, de suerte que una de las extremidades y costado apenas dejan
espacio suficiente para las sillas, un regular servicio es así punto menos que imposible.11
Desde una postura menos crítica que la que muestra la cita anterior, Graham entrega
otra mirada de los espacios interiores a partir de la visita que realiza a doña Mercedes
Rosales del Solar, hija de un patriota prominente y, a su vez, madre del futuro escritor
Vicente Pérez Rosales. En esta escena, junto con atender a las características del rico
mobiliario, la narradora marca ciertos detalles que iluminan sobre la presencia de
una mujer que atrae su atención por su perfil ilustrado. Así, Graham comenta, por
una parte, el hecho de que el dormitorio de la dueña sea utilizado como una sala de
recepciones, a la que ella misma es invitada; por otro lado, destaca no sólo la belleza
y distinción de la señora del Solar sino su conocimiento de la literatura francesa y
su dominio de esta lengua; y finalmente, detecta la presencia de libros e instrumen-
10 GRAHAM, Maria. Diario de su residencia en Chile (1822) y de su viaje al Brasil (1823): San Martin – Cochrane –
O’Higgins. Madrid: Sociedad Española de Librería, 1916, p. 251.
11 Idem, p. 254.
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Visité a doña Mercedes del Solar, cuyo padre don Juan Enrique Rosales, fue uno de los
miembros de la primera Junta de gobierno revolucionario de 1810. Es una hermosura y
distinguida señora; conoce bastante bien la literatura francesa y habla esta lengua con
perfección.
Me recibió en su dormitorio, que, como he dicho antes, es usado con frecuencia como
sala de recepciones. Rodeábanla graciosos niños y algunas lindas sobrinas. Tenía junto a
ella una pequeña mesa con libros y útiles de costura […]. El majestuoso lecho francés, el
piano abierto, la guitarra, el ostentoso reloj de bronce, las damas, los niños, los libros, los
materiales de costura, los jarrones de porcelana llenos de flores y el rico brasero chileno,
del que subía el humo fragante del sahumerio, formaban un encantador conjunto […].
No habría cambiado el amplio ropaje de pieles de la madre […] ni el pálido rostro del
pequeño Vicente, por todas las invenciones de los pintores que más han sobresalido en
la pintura de interiores.12
Observando la cultura femenina del trato desde ciertas acciones que evidencian de
modo más claro su connotación pública en el contexto revolucionario, hay que men-
cionar la organización de banquetes y fiestas, en particular, las que tienen lugar con
ocasión de los triunfos bélicos del bando patriota. Se trata de actos políticos que, ante
la inexistencia de otras instancias, se desarrollan en ámbitos privados. Entre estas
actividades semipúblicas, por su importancia material y simbólica, destaca el sarao
o baile celebrado después de la batalla de Chacabuco,13 que se realiza en la residencia
12 Idem, p. 264-5.
13 La batalla de Chacabuco tuvo lugar el 12 de febrero de 1817, al norte de la ciudad de Santiago, y fue muy
importante para el bando patriota. Ese día, el Ejército de los Andes, comandado por el general argentino >
> José de San Martín junto a líderes chilenos como Bernardo O’Higgins y Ramón Freire, logra un triunfo
contundente ante las fuerzas realistas. Ello no supone el fin de la guerra, pues los españoles se reagrupan
y, el 19 de marzo de 1818, derrotan en Cancha Rayada a los patriotas. No obstante, unos días después, el 5
de abril de 1818, éstos logran imponerse definitivamente tras la batalla de Maipú.
14 ROSALES, Vicente Pérez. Recuerdos del pasado (1814-1860). Santiago: Editorial Andres Bello, 1980, p. 50.
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Jóvenes entonces i trocado el adusto ceño del guerrero por la amable sonrisa de la galan-
tería, circulaban alegres por los salones aquellos héroes que supo improvisar el patriotis-
mo, i que en ese momento no reconocían más jerarquías que las del verdadero mérito, ni
más patria que el suelo americano.15
La cultura del trato, además de la conversación y de la vida del salón, también está
habitada por la correspondencia, la que opera como sustituto de la tertulia cuan-
do esta se desarticula durante los momentos álgidos del enfrentamiento bélico. En
este contexto, las cartas adquieren nuevas funciones que se relacionan tanto con su
papel privilegiado en la conformación y difusión del proyecto criollo16, como con
su carácter propicio para la exposición de las nuevas subjetividades nacidas al calor
del cambio histórico que estaba teniendo lugar.
Si bien la carta posee una larga tradición en Hispanoamérica,17 y en diferentes
momentos prevalece ya sea su valor informativo, comunicativo, retórico o literario,
es en el siglo xviii cuando adquiere predominio frente a otros géneros del discurso
y mayor complejidad conceptual. En el contexto ilustrado, por otra parte, la epístola
cobra importancia para la construcción de un yo que no sólo se exhibe en la cercanía
15 Idem, p. 50.
16 Un ejemplo distintivo es la “Carta a los españoles-americanos”, del ex sacerdote jesuita Juan Pablo Vizcardo
y Guzmán, publicada en Londres en 1799, y difundida en América por Francisco de Miranda.
17 En el contexto americano, la carta es el primer género cultivado para comunicar noticias distantes. Antes
de la aparición de la prensa iluminista en el siglo XVIII, donde se hace un uso intensivo de la carta, las
noticias circulaban en manuscritos que eran compuestos bajo la forma de epístolas.
18 La estructura de sentimiento, concepto acuñado por Raymond Williams, permite dar cuenta de la “pulsión”
o “latido” de una época. Alude a un sistema intangible que genera ciertas significaciones culturales y que
afecta la difusión y evaluación de la cultura misma. WILLIAMS, Raymond, Marxismo y literatura. Barcelona:
Ediciones Península, 1980.
19 VIOLI, Patricia. “La intimidad de la ausencia: formas de la estructura epistolar”. Revista de Occidente, n.
68, 1987, p. 89; VIOLI, Patricia. “Letters”, en DIJK, Teun A. Van (Ed). Discourse and Literatura. Ámsterdam/
Philadelphia: John Benjamins Publishing Company, 1985, p. 89.
20 Para Altamirano y Sarlo, una teoría histórica de los géneros literarios o discursivos debiera considerar la
representación de la subjetividad o su represión, pues: “la historia del yo en la retórica de los géneros se
vincula a las disposiciones que rigen en la sociedad sobre el lugar del individuo, la legitimidad de la primera
persona, qué se semantiza, en diferentes situaciones históricas, en el pronombre yo, la extensión y, >
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> eventualmente, expresión de una subjetividad admisible”. ALTAMIRANO, Carlos; SARLO, Beatriz.
Literatura/ Sociedad. Argentina: Hachette, 1983, p. 125.
Estas cartas muestran cómo las chilenas que escriben durante el ciclo revoluciona-
rio articulan la manifestación de sus mundos íntimos y, al tiempo que recurren al
discurso hegemónico sobre lo femenino, van dando forma a una retórica del yo que
escenifica una subjetividad que se ve forzada a moverse entre lo privado y lo público.
De este modo, ellas dan inicio a una inédita experiencia auto-representacional que,
desde un discurso inscrito en las zonas privadas del yo, y que además apela a un tú
próximo y familiar, configura un sujeto que se proyecta desde el ámbito íntimo y/o
doméstico hacia lo público.
Dentro de este mundo de afectos e intimidad, un tema fundamental será, sin duda,
el de la guerra misma, el que posibilita a las mujeres hablar de sus sentimientos a
partir de este motivo que las aleja de sus familias y territorios de pertenencia. Así, por
ejemplo, en una carta dirigida por Ana María Cotapos a Javiera Carrera, donde ella
refiere el dolor que le genera la incertidumbre ante el estado de Juan y Luis Carrera
como prisioneros en Argentina, se advierte la manera en que el sufrimiento funciona
como una forma de habitar la subjetividad. Por otra parte, desde ese mismo prisma
de lo íntimo, la carta inevitablemente remite a acontecimientos que se batallan en la
arena pública, incorporando personajes cardinales de la política o mencionando las
gestiones hechas ante ciertas autoridades. Es lo que puede observarse, por ejemplo,
en la carta de la Sra. Cotapos, cuando alude a la correspondencia que le ha enviado
a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río
de la Plata, y a la entrevista que podría tener con el mismo General San Martín para
interceder a favor de su marido y cuñado.
Desde un discurso más privado, una carta de Javiera Carrera, remitida a su marido,
Pedro Díaz de Valdés, desde la ciudad de Buenos Aires, el 9 de julio de 1817, mientras
le entrega a éste una serie de instrucciones que debe seguir en el manejo de la casa
de Santiago, también le advierte sobre la cautela que tiene que mantener debido a las
circunstancias políticas adversas por las que atraviesa su familia:
21 COTAPOS, Ana María, apud “Papeles de doña Javiera de Carrera”. Revista Chilena de Historia y Geografía,
Sociedad Chilena de Historia y Geografía, Archivo Nacional, Chile, v. 12, 1914, p. 409.
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Me había olvidado de prevenirte que recojas del poder de nuestro administrador Bravo,
algunas cosas que le dejé a guardar, como son ocho rollos de esteras de la China, como
las que dejé en casa, cada rollo es de veinte o veintidós varas. Lo propio debes hacer con
Molina, al que le dejé muchísima loza, eran once o doce cajones, de volumen muchos de
ellos, de aquellos de la despensa, habían jarros de la China, tapados sin estrenar…
En este momento recibo una de padre, de fecha 16 de abril, no tengo tiempo de contes-
tarla; pero sirva a ustedes de gobierno que los sobres de encima deben venir para don
Mariano Rolón, otras prevenciones haré después. Juan José también quiere que Ana las
dirija al propio sujeto. De ninguna manera manden cartas por Tadea Cotapos, esta tonti-
ta las manda a Mercedes Fontecilla [esposa de José Miguel] y esta las abre, como lo veri-
ficó con el sobre en que puso un parche de lacre. Te aseguro que esta quiere dominarnos
y no permite, si puede, que le sean ocultos los secretos míos, de mi padre y marido.
No cabe duda de que estas cartas tienen como eje la narración de mundos íntimos y
afectivos, situando a las hablantes en el marco tradicional de la familia. Sin embargo, la
condición eminentemente privada de estos textos se pone en entredicho al considerar
que los lazos familiares, sea entre esposos, cuñadas, cuñados, yernos e hijos, consti-
tuían una pieza fundamental de la trama social revolucionaria. De este modo, mientras
las causas permiten desplegar una discursividad personal e íntima, al mismo tiempo
funcionan como mecanismos de información y/o comunicación que transmiten las
urgencias de la guerra y evidencian posiciones en los enfrentamientos entre bandos;
todo lo cual deriva en la representación de una cotidianeidad que, ya sea en el territorio
propio o en el exilio, aparece atravesada por el conflicto político-militar.
22 Idem, Revista Chilena de Historia y Geografía, Sociedad Chilena de Historia y Geografía, Archivo Nacional,
Chile, v. 8, 1913, p. 429.
5. Palabras finales
23 Esta idea es desarrollada, mediante el concepto de espectacularización, por ROMERO, Luis Puelles.
“Interiores del alma. Lo íntimo como categoría estética”, en: Themata, revista de filosofía, n. 22, 1999,
p. 241-7. Para el autor, la modelación de los estados de la intimidad se realiza mediante la “puesta en
representación” de determinadas acciones y sentimientos que metonímicamente designan lo íntimo.
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Alicia Salomone, profesora del Departamento de Literatura y del Centro de Estudios Culturales
Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Desarrolla tres líneas de investigación: historia de la
literatura hispanoamericana, teoría crítica latinoamericana, estudios de género. Sus publicaciones
principales son: Alfonsina Storni. Mujeres, modernidad y literatura. Buenos Aires: Corregidor. 2006;
Postcolonialidad y nación (Postcoloniality and nation), coautoría con Grínor Rojo y Claudia Zapata.
Santiago de Chile: lom. 2003; Modernidad en otro tono. Escritura de mujeres latinoamericanas 1920-
1950, coautoría con Gilda Luongo, Natalia Cisterna, Darcie Doll y Graciela Queirolo. Santiago de Chile:
Cuarto Propio, 2004.
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