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La Antropología Como Disciplina Científica
La Antropología Como Disciplina Científica
Se plantean dos ejes temáticos: por un lado, se analiza el contexto sociohistórico en el que surge la
Antropología como disciplina científica y, por otro, se observa de qué manera la Antropología
interpretaba tal contexto en los primeros años de su desarrollo.
1- Caracterización de la antropología como ciencia.
La antropología apunta a un conocimiento global del hombre y abarca el objeto en toda su extensión
geográfica e histórica; aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la evolución del hombre,
desde los homínidos hasta las razas modernas y tiende a conclusiones, positivas o negativas, pero
válidas paratotas las sociedades humanas, desde la gran ciudad moderna hasta la más pequeña tribu
melanesia” (Lévi-Strauss). Es una visión impuesta por una mirada eurocéntrica desde el S XVI y
consagrada en el evolucionismo del S XIX.
Hobsbawn opina que la Antropología alcanzó el mayor nivel científico después de la economía y la
lingüística. Opina que el trabajar en la pequeña tribu o localidad nativa ha obligado a los
antropólogos a considerar a las sociedades como un todo. Según Lévi-Strauss, el campo de interés
de la antropología es vasto. Cubre todas las épocas, todos los espacios, cubre tanto la dimensión
biológica como la dimensión cultural. La antropología aporta el descubrimiento y la objetivación
del “otro-cultural”.
Como ciencia específica, la Antropología Social, Cultural y Etnológica aparece recortando un sector
particular, el de los grupos étnicos y socioculturales no europeo y ulteriormente no desarrollados. Es
decir, países subdesarrollados o del Tercer Mundo. La sociología recortaba a su vez a los países
desarrollados. El proceso histórico social mundial que conducirá a partir de 1945 al surgimiento de
las nacionalidades, los conformará como “nacionalidades complejas”. Dichas nacionalidades
reaparecen en el universo de la investigación sociocultural bajo el apelativo etnocentrico de “nuevas
sociedades complejas” y pasan a convertirse en objeto común del antropólogo y del sociólogo. Es
decir, en la primitiva división del espacio de realidad sociocultural la linera pasaba por lo superior e
inferior, desarrollado y no desarrollado, occidental y no occidental.
Ese “otro-cultural” habrían sido en primer término los pueblos etnográficos, luego los campesinos y
por ultima las clases subalternas. En los años 60 se sumarán a la lista los adolescentes, enfermos
mentales, proletariado, etc. Estas otredades poseen diferencias de signo distinto, lo único que tienen
en común es la afirmación de diferente. Esta puede servir como mecanismo de dominación.
La sociología fue considerada como “ciencia de nosotros” y la antropología como “ciencia de los
otros”.
Su metodología ha sido tradicionalmente inductivista (de lo particular a lo global) y empirista
(experiencia). Esta metodología ha sido un obstáculo.
La antropología biológica o física, trata de reconstruir el curso de la evolución humana mediante el
estudio de los restos fósiles. Describe la distribución de las variaciones hereditarias entre
poblaciones contemporáneas.
La antropología arqueológica estudia secuencias de la evolución cultural y social a partir de los
restos de sociedades pasadas.
La antropología lingüística estudia la diversidad de lenguas habladas por los seres humanos y la
influencia del lenguaje en la vida humana.
Los europeos consideraban que ellos debían soportar la carga de extender a todo el mundo las
formas materiales y espirituales de su civilización. El sentimiento de superioridad de los blancos
estaba asociado al progreso económico occidental. Los últimos 30 años del siglo XIX conocieron
un gran desarrollo productivo, pero una importante y prolongada crisis (La gran depresión) se
prolongó hasta principios del XX. Nacían imperios económicos que controlaban las principales
ramas de la actividad productiva, como las del aceros, productos químicos, tejidos, etc. La división
entre el capital bancario e industrial iba dando lugar al financiero. Europa estaba cerrada por
barreras aduaneras, las potencias comenzaron a buscar en otra parte las salidas para sus productos.
Algunos países comenzaron la penetración en países extraeuropeos. Entre 1875 y 1880 el valor de
las importaciones aumentó en comparación a las exportaciones, por lo que los ingleses se dedicaron
entonces a estimular las inversiones en el extranjero, especialmente áreas coloniales. Hubo una
carrera por el reparto del mundo. Los territorios extraeuropeos tenían la tierra a buen precio,
salarios bajos, materias primas a bajo costo, y facilidad de asumir el monopolio. El imperialismo se
convirtió en la doctrina política de Gran Bretaña. Luego Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y
Portugal. Así era Europa en el S XIX.
Colonialismo y antropología: La antropología surge a mediados del siglo XIX. La cuestión era
explicar científicamente las diferencias culturales, físicas, que encontraban los europeos en el
proceso de expansión sobre el resto del planeta. La relación de la metrópolis con la colonia era de
dominación, no es una relación neutral. Relación de dominador con dominado. En este mismo siglo,
surge la sociología para estudiar los conflictos sociales dentro de las metrópolis, de las sociedades
modernas, mientras que el objeto de estudio de la antropología va a ser la colonia.
La antropología y la sociología van a tener un punto de convergencia muy importante a mediados
del siglo XX. Se puede hablar del nacimiento de la antropología si nos remontamos al siglo XV con
el descubrimiento y conquista de América pero todavía no como una disciplina consolidada (una
disciplina se consolida cuando entra en ámbitos académicos, de estudio).
Balandier define a la situación colonial como la dominación impuesta por una minoría extranjera
racial y culturalmente diferente que actúa en nombre de una superiodad racial o étnica y cultura.
Dicha minoría se impone a una población autóctona con mayoría numérica, pero que es inferior al
grupo dominante desde un punto de vista material. Una sociedad industrializada, mecanizada, de
intenso desarrollo y cristiana se impone a una sociedad no industrializada, de economía atrasada y
simple y no es cristiana. La situación colonial nace de la conquista y se desarrolla entre dos
civilizaciones. Fases: conquista, administración y autonomía. Balandier distingue tres tipos de
empresas dentro de su caracterización de la situación colonial: 1) La empresa material (control de
tierra y modificación de la población), 2) empresa política y administrativa (control de autoridades,
de la justicia, oposición a las iniciativas políticas autóctonas), 3) empresa ideológica
(evangelización).
Las escuelas antropológicas que dominan la historia de la expansión colonial de los siglos XIX y
XX son el evolucionismo y el funcionalismo.
Durante el siglo XVIII los ideólogos del Iluminismo (antecedente fundamental del evolucionismo)
elaboran una visión progresista de las sociedades salvajes. Para estos pensadores, los salvajes son
los representantes contemporáneos de los hombres de origen o próximos al origen. Esta idea NO es
asimilable a la de los pensadores evolucionistas, para quienes el primitivo es el representante del
estadio primero de la sociedad. Él será concebido en el XVIII como lo auténtico, pero en el XIX
como lo simple. La idea del “buen salvaje” está ligada al Ilusionismo de Rousseau.
La Antropología, con el funcionalismo, deja de ser el mirador de la civilización auténtica ante las
costumbres “aberrantes”. Es el mirador de la sociedad industrial ante la vida auténtica. En la
antropología funcionalista el punto de vista comparativo se esfuma y deja lugar a estudios
monográficos sobre culturas que contienen lo que es necesario para su comprensión.
Los antropólogos de este período pretendieron ser útiles al gobierno colonial. Este supuesto
paréntesis que supuso el funcionalismo con respecto a la valoración de superior/inferior adjudicados
a Occidente y a los pueblos colonizados resultó breve. A partir de la Segunda Guerra Mundial se
abandonan las concepciones y surge el neoevolucionismo.
La idea de PROGRESO: El siglo XIX vinculado con la idea de Progreso. No aparece hasta que se
conciba que la civilización está destinada a avanzar indefinidamente en el futuro, lo que en el
pensamiento occidental ocurrirá a partir del siglo XVIII. La Edad Media no es tampoco productora
de la idea de progreso debido a que el pensamiento teológico radicaba en el camino de la perfección
hacia Dios. Hasta el siglo XIV no existe en el pensamiento occidental la Idea de Progreso definida
como avance interrumpido. Es el pensamiento francés el que dará forma a esa idea. La asociación
entre el concepto de civilización y la noción de progreso, es obra de Guizot. Pero fue Saint-Simon
el pionero de la idea en los términos en que la concibió el siglo XIX. Esta noción no supone
solamente mejora material y bienestar social, sino que implica también el desarrollo de la vida
individual, de las facultades propias de cada hombre, de los sentimientos y de las ideas. A mediados
del XIX ya no se dudaba de la posibilidad de progresar, ni que la civilización era el grado máximo
de progreso que se había logrado hasta el momento. No había acuerdo sobre la cuestión del
progreso continuo por un lado, e indefinido por el otro. Comte era el exponente más importante de
la tesis de la continuidad. Eran los pensadores del siglo XVIII los que se acercaban a la idea del
progreso indefinido.
La relación entre progreso científico, progreso material y progreso de la civilización, constituye la
base por la cual la noción de progreso se asocia vulgarmente a la técnica. Esta ilusión de que el
avance científico implica avance material y social contribuyó a consolidar la idea de progreso
indefinido.
Spencer, desde la teoría evolucionista de Darwin en el plano biológico, intentó establecer la ley
general del progreso humano a partir de las leyes biológicas de la selección natural, la supervivencia
del más apto, y de la cultura como producto de la herencia biológica.
Las consecuencias político-ideológicas de esta teoría son bien conocidas. Los pueblos considerados
inferiores lo son por ley natural y no hay cambio histórico posible. Hay un solo paso de allí al
racismo como doctrina pseudo científica.
Todas estas concepciones tuvieron como consecuencia que hacia 1870 y 1880 la idea de progreso se
convirtiera en un artículo de fe para la humanidad.
Particularismo histórico: En la época en que Franz Boas inició su producción teórica era todavía
importante la influencia del pensamiento evolucionista sobre las ciencias sociales y sobre la
antropología. Entre XIX y XX, surgieron diversas corrientes que rechazaron las generalizaciones y
postularon la necesidad de la observación directa: el funcionalismo y el estructural-funcionalismo,
en Europa, y el particularismo en Estados Unidos.
Franz Boas fue la figura en torno a la cual se aglutinó la producción antropológica norteamericana
entre finales del siglo XIX y principios del XX, en el maraco del Particularismo Histórico, que
dominó el panorama antropológico de USA. Lo consideraban el hombre que convirtió a la
antropología en una ciencia.
La denominación de particularismo histórico es porque según Boas, cada cultura de una comunidad
es particular y está en esa situación debido a su propia historia, entonces cada cultura se desarrolla a
su propio ritmo en su mismo espacio. Esta propuesta me lleva a considerar a que Boas tenía un
pensamiento etnocentrista, ya que a su juicio todo giraba alrededor de una cultura, es entonces
afirmar que todas las sociedades o comunidades se consideraran el centro del universo.
Impulsor de un método caracterizado por la exhaustiva recolección de datos empíricos y dueño de
un minucioso inductivismo, puso al a investigación etnográfica de campo en un lugar central del
trabajo antropológico. Realizó una extensa etnografía de los kwakiutl, sobre el cual efectuó
detalladas descripciones acerca de sus instituciones fundamentales, destacándose entre ellas, por sus
particularidades, el potlach.
Críticas al evolucionismo: Boas planteó la necesidad de un enfoque histórico de la cultura, pero no
a la manera de los evolucionistas. Sostuvo que no existía un único sentido de la historia a través de
cuyas etapas habrían de transitar las diferentes culturas, hacia un estadio culminante de
racionalidad, representado por la sociedad occidental. Argumentó que cada cultura tenía una
historia original, conformada por un conjunto de pautas, valores y tradiciones, de distintos orígenes
geográficos o de propia creación, que constituían una realidad ecléctica. Boas estaba cuestionándole
al evolucionismo la concepción unilineal de la historia. En el caso del estudio de las culturas, el
antropólogo tendría que tratar de ver al mundo a través de los ojos del nativo, en vez de imponerle
un marco de racionalidad exterior, constituido por la propia racionalidad occidental, a la manera en
que lo hacían los evolucionistas.