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Gregory Bateson (1904-1980)

PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO

Biólogo y antropólogo, con recorridos analíticos por la psiquiatría, la psicología, la sociología, la


comunicación y la ecología. Nació en Grantchester, Reino Unido, en 1904, en el seno de una familia de
científicos aristócratas. Su padre, un prestigioso investigador de la evolución genética (William Bateson,
1861-1926), había profundizado en las ideas de Mendel. Entre 1917 y 1921, estudió zoología en la
Charterhouse School de Londres y, posteriormente, biología en el St. John’s College de Cambridge, estudios
que combinó con sus primeros trabajos de campo en Nueva Guinea, que prosiguió más tarde en Bali, con la
que durante un tiempo fue su mujer, Margaret Mead, prestigiosa antropóloga con quien publicó Balinese
Carácter. A Photographic Analisy (Nueva York, 1942), un libro en el que ya hace un recorrido sobre el
valor de los soportes de representación mediática como instrumentos para el ‘repensar’ analítico del
investigador.
En 1939 se trasladó a Estados Unidos, donde vivió el resto de su vida, nacionalizándose como
norteamericano en 1956. Trabajó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde analizó la
propaganda nazi a través del cine. Después de numerosas investigaciones antropológicas en diversos lugares
del mundo, viajó a California, donde se unió a la Escuela de Palo Alto ('el colegio invisible', como fue
conocida) y al Mental Research Institut (MRI). Su personalidad científica fue pronto reconocida y, en 1942,
participó en el foro de la Macy Conference, con la presencia de los abanderados de la innovación del
pensamiento científico en los Estados Unidos. Trabajó inicialmente en la Langley-Porter Clinic de San
Francisco como investigador asociado en Psiquiatría y Comunicaciones (1949), con especial atención a las
relaciones entre la esquizofrenia y la comunicación (teoría del ‘doble vínculo’), al tiempo que publicaba con
Jurgen Ruesch, estudioso de los fenómenos de realimentación (feedback), el libro Communication: The
Social Matrix of Psychiatry (1951). Profesor de antropología en la Universidad de Stanford, profundiza en
los mecanismos de la comunicación animal, con experiencias y estudios que ocuparán amplios periodos y
distintas especies (pulpos, delfines, moluscos, etc). En 1959, trabaja para el Mental Research Institute de
Palo Alto, fundado por Don Jackson. En 1964 se traslada a Hawai, donde es nombrado jefe del
departamento de biología del Oceanic Institute de Waimanalo. Profesor de antropología y etnografía de la
Universidad de California en Santa Cruz (1972-1978). Sus dos últimos años de vida los pasó en el Esalen
Institute de California.

Entre sus libros más destacados: Naven, Stanford University Press, Stanford, 1936; Communication: The
Social Matrix of Psychiatry (con Jurgen Ruesch), Norton and Company, Nueva York, 1951; Steps to an
Ecology of Mind, Ballantine Books, Nueva York, 1972, y Mind and Nature: A Necessary Unity, Bantam
Books, Toronto, 1979. Libros póstumos, con trabajos y artículos significativos de su trayectoria intelectual:
Angels Fear: Towards an Epistemology of the Sacred, Bantam Books, Toronto, 1987, y A Sacred Unity:
Further Steps to an Ecology of Mind, Harper Collins Pub., Nueva York, 1991.
Han sido traducidos: Pasos hacia una ecología de la mente (ed.), Eds. Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1972;
Espíritu y naturaleza, Amorrortu, Buenos Aires, 1982; Comunicación: la matriz social de la psiquiatría
(con J. Ruesch), Paidós, Barcelona, 1984; A natureza e o espírito. Uma unidade necessária, Lisboa, Dom
Quixote, Lisboa, 1987 (Francisco Alves, Rio de Janeiro, 1993); El temor de los ángeles. Epistemología de
lo sagrado (con Mary Catherine Bateson), Gedisa, Barcelona, 1989; Naven, una ceremonia Iatmul, Jucar,
Madrid, 1990; Una unidad sagrada. Nuevos pasos hacia una ecología de la mente, Barcelona, Gedisa,
1993.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA

Uno de los pensadores más relevantes del pasado siglo, si bien su proyección intelectual no se compadece
con su reconocimiento académico. La tensión apasionada de su investigación se manifiesta en múltiples
vertientes, tan amplias y varias como el espectro universalista que describe la formación de Bateson. Su
obra, que tiene momentos de solidez fundacional, se basa más, sin embargo, en sugerencias brillantes, en
planteamientos que no siempre abandonan el estadio de las hipótesis, en las intuiciones del sabio; en
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construcciones que no niegan las contradicciones, las dudas, el carácter relativo de la especulación teórica
(hay aquí un anticipo del ‘descreimiento’ postmoderno). Bateson es un heterodoxo de un gran fortaleza
creativa, por lo que muchos de sus planteamientos se abren paso, como claves interpretativas y herramientas
metodológicas, en desarrollos teóricos que le suceden.
Incómodo entre los corsés rígidos de las disciplinas exclusivistas y excluyentes, predicó una epistemología
evolutiva y transdisciplinaria. Huyó de las prisiones científicas del cartesianismo. Su personalidad fue una
de las más relevantes de la ‘escuela invisible’ de Palo Alto, en el que se articuló la investigación coral de
sociólogos, lingüistas, psicólogos, psiquiatras, biólogos en torno a un punto de encuentro transdisciplinario:
la comunicación
Para Bateson, la mente, el espíritu, el pensamiento, la comunicación –hay un todo envolvente que sobrepasa
el recorrido semántico de cada uno de los sustantivos-, constituyen la dimensión externa del cuerpo, que
forma parte de la realidad de cada individuo, del ser humano. El cuerpo traspasa el perímetro biológico a
través de las extensiones de la mente, de su alcance comunicativo, y los efectos de esas extensiones, de sus
trazos informativos, se convierten en instrumentos de cohesión psicológica y social, de interacción,
identidad y pertenencia a un contexto dado
Desde su percepción evolucionista, analizó las transformaciones sociales a partir del comportamiento, de las
conductas. Confrontó la base pasional e intuitiva del ser humano con el orden y el conflicto, la estabilidad y
el cambio; con la lógica de las construcciones culturales y sociales. La comunicación aparece aquí como un
proceso determinante de la evolución
A partir de la cibernética, que aparece en el centro de las seducciones intelectuales de su biografía (tuvo
relación personal con Norbert Wiener desde 1947) y de las inquietudes fundacionales de la escuela de Palo
Alto, la comunicación redobla su valor como instrumento de comprensión e intervención sobre la realidad
en sus múltiples proyecciones. Mente y cuerpo tienen su paralelismo en el software y en el hardware, de
modo que muchos de los procesos, pero también las patologías, pueden ser interpretados a partir del estado
del cuerpo y de la información que circula a través las extensiones corporales.
A partir de la que denomina teoría del ‘doble vínculo’, analiza los problemas de las inducciones esquizoides
derivadas de las contradicciones informativas bipolares en procesos de comunicación como los que se dan
entre madre e hijo. Y, por consiguiente, mediante el análisis de los flujos informativos, las interacciones y
retroalimentaciones, también intervenir terapéuticamente sobre el espacio de los actores de la comunicación.
Vertientes de la neurolingüística o de la psicología comunicacional que abren con Bateson un campo
experimental nuevo, al tiempo que una meta: la formulación de una teoría sistémica de la comunicación.
Concepciones y planteamientos a los que se les puede dar un claro alcance mediático (Bateson afirma que el
concepto de comunicación "incluye todos los procesos a través de los cuales la gente se influye
mutuamente"). Podría decirse que si para Bateson la comunicación hace posible la relación entre los seres
humanos, los medios son instrumentos determinantes en la estructuración social. Se puede advertir
asimismo un ‘doble vínculo’ en la acción comunicativa de la televisión, al menos por lo que al valor de
nutrientes psicológicos tiene en la formación cognitiva. Aquí también se producen contradicciones entre un
orden pregonado y un orden vulnerado, circunstancia que puede llegar a crear un ‘contexto patógeno’ a
través de las experiencias repetidas y continuadas en los segmentos de audiencia más desprotegidos.
Para Bateson, la comunicación está determinada por el contexto en el que se produce. Toda comunicación,
viene a decir, exige un contexto, porque sin contexto no hay significado, no hay valor diferencial que genere
información (la información es una diferencia que hace la diferencia...). Bateson recrea una visión sistémica
e interdisciplinaria de los procesos comunicativos. La ‘metacomunicación’ o el ‘metamensaje’ es la
evolvente del conocimiento que da sentido, contextualiza, clasifica la comunicación o el mensaje; incluso,
crea vínculos o estructuras de diálogo con otros ambientes o contextos. Bateson concibe los procesos
comunicacionales con un carácter circular y evolutivo, donde el feedback tiene una importancia decisiva.
Su obra, en la que se encuentran huellas que van de Darwin a Russell, o de sus más cercanos Birdwhistell y
Wiener, trata de esbozar una nueva teoría de la comunicación, con influencias sobre numerosos autores
contemporáneos.

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Paul Watzlawick (1921-2007)


PERFIL BIOGRÁFICO Y ACADÉMICO

Nacido en Villach, Austria, en 1921. Tras estudiar filosofía y lenguas modernas en la Universidad de
Venecia y, posteriormente, hizo prácticas de psicoterapia en el Carl Jung-Institut de Zurich, Suiza. Entre
1957 y 1960 ejerció como docente en la Universidad de San Salvador, antes de integrarse en el Mental
Reserach Institute de Palo Alto, California, donde permanecerá hasta el final de su carrera académica, que
incluye la docencia en la universidad de Stanford. Trabaja cerca de Bateson y Don Jackson. Con Jackson y
Beavin publicó en 1969 Human communication, en el que se sientan las bases de su construccionismo
sistémico que girará en torno a la comunicación y la percepción de la realidad. Es doctor ‘honoris causa’ por
las Universidades de Lieja, Burdeos y Buenos Aires. Falleció en Palo Alto (California) el 31 de marzo de
2007.
Entre los libros traducidos a la lengua española Teoría de la comunicación humana (con Janet Beavin y Don
Jackson), Herder, Barcelona, 1981; Cambio (con John Weakland y Richard Fisch), Herder, Barcelona,
1976; ¿Es real la realidad? Confusión, desinformación, comunicación, Herder, Barcelona, 1979; El
Lenguaje del cambio, Herder, Barcelona, 1980; La realidad inventada. ¿Cómo sabemos lo que queremos
saber? (comp.), Gedisa, Buenos Aires, 1988; La construcción del universo. Conceptos introductorios y
reflexiones sobre epistemología, constructivismo y pensamiento sistémico (con Marcelo R. Ceberio),
Herder, Barcelona, 1998.
PENSAMIENTO Y EXPRESIÓN CIENTÍFICA

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Teórico sobresaliente de la Escuela de Palo Alto, California, encuadrado dentro del constructivismo
sistémico, con una orientación analítica definida a través de los procesos psicológicos de la comunicación.
En su libro Pragmatics of Human Communication, publicado con Janet Beavin Bavelas y Donald D.
Jackson, se establecen los cinco axiomas básicos del proceso de interacción humana.
En su segundo axioma, Watzlawick distingue entre los conceptos de comunicación analógica y
comunicación digital. La analógica se caracteriza por la similitud entre lo que se quiere transmitir y el modo
de comunicación; forma parte de la esencia humana, de las relaciones humanas, de modo que la
comunicación entre personas de dos lenguas distintas, aun cuando no se comprendan, permite un alto grado
de entendimiento gestual, expresivo. Hay, pues, un contexto comunicacional que da sentido a la interacción
humana e incluye valores culturales como los ‘modales’ personales, la sensibilidad compartida, los
perfumes, etc.
Entre los postulados teóricos de Watzlawick cabe citar el de la construcción comunicativa a `partir de dos
elementos: el contenido –lo que se quiere comunicar- y el contexto de la comunicación –las circunstancias
ambientales de la interlocución-. El segundo envuelve al primero y adquiere el carácter de
metacomunicación. La comunicación analógica aparece en el orden de lo no verbal, mientras que la
comunicación digital, en la que incluye los lenguajes, tiene un carácter más abstracto.

Los códigos analógicos crean, pues, las envolventes de los códigos digitales (las lenguas y los lenguajes) y
sólo ambos, analógicos y digitales, dan sentido a la comunicación. Lejos, pues, de las teorías funcionalistas,
donde el protagonismo está en el emisor y el receptor parece tener un carácter pasivo y uniforme.
Comunicar es, para Watzlawick, un proceso de interacción, de formación del conocimiento.
En Watzlawick encontramos una constante en el análisis para la comprensión de la realidad. Aparece
también aquí una visión dicotómica, ya que distingue entre realidades de primer rango, descritas por la
objetividad de su estado físico, y de segundo orden, en las que interviene la subjetividad compleja del
significado que les atribuimos. No hay, pues, una ‘realidad real’, sino representaciones de la realidad, donde

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también intervienen los imaginarios ‘patológicos’, las visiones supuestamente distorsionadas. En este
sentido, la salud y la enfermedad mentales no son tasaciones de una interpretación cierta e inmutable, sino
que están relacionadas con referencias y códigos sociales y culturales
La realidad aparece como un suceder ajeno e independiente de la propia sociedad. Watzlawick analiza la
percepción y la comunicación como instancias constructivas, como protocolos de innovación, como
construcción social de la realidad, y no como meras constataciones de lo que ocurre, de la realidad externa...
La realidad es fruto de la convención interpersonal y social, de los atributos que se asignan en un momento
y lugar a las diferentes partes de esa ‘experiencia’ de realidad. Por eso, la realidad no es una, sino que la
forman sensaciones, visiones e interpretaciones.

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Apuntes:

INTRODUCCIÓN A LA SISTÉMICA Y TERAPIA FAMILIAR.


Profesor: Luis Cibanal.
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TEMA 13: ESCUELAS REPRESENTATIVAS DE TERAPIA FAMILIAR.
13.1 Modelo de Palo Alto
Jackson, Weakland, Watzlawick

(Aborda los síntomas: Esquizofrenia, Depresión, Agresividad, etc. Así mismo trabaja también con
los individuos)
13.2 Modelo Estructural
Minuchin, Montalvo, Fishman.

(Trabaja en modificar la estructura familiar)


13.3 Escuela de Milán
Selvini Palazzoli, Prata, Boscolo, Cecchin

(Entender qué pasa en la familia, y menos en las intervenciones particulares. Parte de hipótesis de
trabajo...
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13.1 MODELO DE PALO ALTO.
Los iniciadores de este modelo fueron terapeutas vinculados al MENTAL RESEARCH INSTITUTE de
Palo Alto (California). Los fundadores de esta escuela son JACKSON, WATZLAWICK y WEAKLAND.

Según este modelo, una conducta para que llegue a ser sintomático ha de presentar las siguientes
características:
1 . Los problemas comienzan por una dificultad de la vida cotidiana, generalmente ligada a un
momento de transición, que se maneja de una forma pobre. No es necesaria una situación
traumática para explicar la aparición de un síntoma.
2. La conducta se hace reiterativa.
3. El contexto social "mantiene" dicha conducta.
4. El contexto social aplica diferentes soluciones al problema, que lejos de solucionarlo lo perpetua.
Los autores de la escuela de Palo Alto piensan que las conductas problemáticas es mejor
considerarlas (para su mejor transformación) en términos de un comportamiento que es mantenido
por los intentos de solucionarlo. El esquema de aparición de un síntoma podría ser el siguiente:
Un cambio evolutivo (o un nuevo requerimiento externo) precisa de un nuevo tipo de respuesta.
El sujeto da una respuesta equivocada y en vez de abandonarla cuando observa que no consigue el
efecto deseado, aplica una dosis más alta de la misma solución. Si el error es circunstancial, no se
producirá un síntoma, pero si persiste se llegará a él.
Producida la desviación, las personas que rodean a quien comienza a desviarse tratan de
solucionar el problema. El hecho de que no consigan nada no les motiva a cambiar su esquema de
actuación, sino a aplicarlo más activamente, de suerte que el síntoma queda ligado a las conductas
del grupo, constituyendo la manera en que es mantenido (ya que de variarse, cambiaría la
conducta desviada). Si se trata de algo circunstancial, no se producirá el síntoma, pero si se
persiste se llegará a él.

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La reiteración en el sujeto y en su grupo social no es neutra en relación a la conducta desviada,
sino que desencadena lo que los teóricos de sistemas llaman un proceso de amplificación de la
desviación, que, en definitiva, implica una intensificación de la conducta sintomático, es decir, su
agravamiento, y la posterior radicalización en los intentos de solución en el sentido de aplicar con
mayor rigor y en mayores dosis aquellas soluciones que mostraron su ineficacia.
La meta terapéutica fundamental es la de introducir alguna variación en el esquema de solución
del problema que viene utilizando el paciente en relación con su propio síntoma, o los allegados en
relación con el síntoma del paciente. Esta meta viene definida tanto por el paciente (o cliente) que
señala cuál es el cambio mínimo que supondría estar en el camino de la solución del problema,
como por el terapeuta que ha de diagnosticar cuál es el tipo básico de solución intentada por el
paciente. En este contexto la meta es cambiar el tipo de solución intentada por la estrategia
opuesta.
Las formas de introducir este cambio son de varios tipos:
El cambio mínimo: la filosofía de intervención de la escuela de Palo Alto no acepta el pretender
cambiar
dramáticamente una situación, confía más bien en un cambio pequeño que afecte a la secuencia
de solución del problema.
Utilización de las características del paciente, de sus valores s ideología, incluso su lenguaje, para
vehiculizar en sus propias claves la intervención.
Permanente búsqueda de una " posición inferior". Es decir, se evita la confrontación directa con el
paciente. De esta manera, la posición "por debajo" favorece la maniobrabilidad del terapeuta y la
posibilidad de atribuir fácilmente los méritos del éxito al cliente.
Aunque tratar de encontrar un denominador común a la amplia variedad de intervenciones puede
dar una imagen de simplicidad, éstas pueden agruparse en dos:
A) REDEFINICIONES:
Cuando se colocan etiquetas a las conductas de los individuos ocurre que un tipo de etiquetas
provocan dificultades y otras son facilitadoras del cambio; el terapeuta utiliza las últimas sin
preocuparse de sin son verdad o mentira. Así, una madre controladora puede ser redefinida como
"preocupada"; un niño introvertido como "observador" o a la hija sintomático como la más
"sensible" de la familia ya que gracias a sus síntomas permite que todos sigan unidos.
B) TAREAS:
Que pueden ser tanto "directas" como "paradójicas".

13.2. MODELO ESTRUCTURAL.


Los autores representativos de este modelo son MINUCHIN, MONTALVO y FISHMAN. El objetivo
terapéutico es a reorganización de la estructura familiar.
Dice Minuchin que no existe diferencia entre los problemas que tiene que afrontar una familia
"normal", y los de una familia presuntamente "anormal": ésta última es aquella que enfrenta los
requerimientos de cambio internos y externos con una respuesta estereotipada. En una entrevista
clínica esa rigidez se hace perceptible en la estructura familiar. Según una fórmula que ya se ha
hecho clásica la estructura es "el conjunto invisible de demandas de los miembros de una familia "
Por lo tanto, lo que se intenta observar es cómo una familia está organizada. Por ejemplo: ¿pasa
todo el mundo de la madre?,¿es tratado el padre como un niño?, ¿la hija mayor está actuando
como madre?, etc.
La familia es un sistema que opera a través de pautas transaccionales. La repetición de las
transacciones generan pautas acerca de qué manera relacionarse, cuándo y con quién. La
estructura familiar refleja en el presente de la entrevista, las pautas de transacción de la familia.
Minuchin, hace un especial hincapié en que la evaluación (o diagnóstico), ha de realizarse desde la
experiencia de unión del terapeuta con la familia.
Los estructuralistas se fijan más en el patrón interaccional que en el síntoma. El síntoma se
explica como la respuesta de defensa de un organismo; todos los organismos cuando se ven
sometidos a determinadas circunstancias reaccionan adaptándose al cambio, estas conductas de
adaptación pueden llegara ser los síntomas.
El cambio se produce cuando una situación es desequilibrada. Como quiera que la tendencia del
sistema es a volver a equilibrarse, la nueva situación generada será, presumiblemente, distinta de
la anterior.
La concepción de Minuchin parece establecerse, por tanto, en los siguientes hechos:
- La familia se configura en torno a un equilibrio cuyo reflejo temporal es la estructura que el
terapeuta elicita durante la entrevista.
- La situación no cambiará si dicho equilibrio no es desafiado.
- Es el terapeuta el que tiene que desafiar y por lo tanto desequilibrar la familia.

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- Producido el desequilibrio la familia vuelve a reequilibrarse sobre otros presupuestos más
sanos.
El proceso de reequilibramiento está igualmente dirigido por el terapeuta, una de cuyas misiones
es la de investigar nuevas conductas a ensayar por la familia, conductas que se experimentarán
durante la entrevista.
Un tema clave en el enfoque estructural de Minuchin es el concepto de "LIMITES ENTRE
SUBSISTEMAS". El sistema familiar se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus
subsistemas. Los individuos son subsistemas en el interior de una familia. Las díadas, como la de
marido-mujer o madre-hijo, pueden ser subsistemas. Los subsistemas pueden ser formados por
generación, sexo, interés o función.
Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y
en los que aprende habilidades diferenciadas. Los límites de un subsistema están constituidos por
las reglas que definen quiénes participan, y de qué manera. La función de los límites reside en
proteger la diferenciación del sistema.
Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser claros.
La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la
evaluación de su funcionamiento. Así, el "subsistema conyugal" tendrá límites cerrados para
proteger la intimidad de los esposos. El "subsistema. parental" tendrá límites. claros entre él y los
niños, permitiendo el acceso necesario entre ambos subsistemas.
Es posible considerar a todas las familias como pertenecientes a algún punto situado entre un
"continuum" cuyos polos son los dos extremos de límites difusos (familias aglutinadas), por un
lado, y de límites rígidos (familias desligadas ), por el otro. La mayor parte de familias se incluyen
dentro del amplio espectro normal.
Otro concepto con el que trabaja Minuchin es el de "HOLON". Según, A. Roestler, refiriéndose a
esta dificultad conceptual, señaló que "para no incurrir en el tradicional abuso de las palabras todo
y parte, uno se ve obligado a emplear expresiones torpes como SUBTODO o TODO-PARTE". Creó
un término nuevo "para designar aquellas entidades de rostro doble en los niveles intermedios de
cualquier jerarquía": la palabra holón, del griego holos (todo) con el sufijo on (como en protón o
neutrón), que evoca una partícula o parte.
El término de Koestler es útil en particular para la terapia de familia porque la unidad de
intervención es siempre un holón. Cada holón -el individuo, la familia nuclear, la familia extensa y
la comunidad es un todo y una parte al mismo tiempo no más lo uno que lo otro y sin que una
determinación sea incompatible con la otra ni entre en conflicto con ella.
La familia nuclear es un holón de la familia extensa, esta lo es de la comunidad, y así. Cada todo
contiene a la parte, y cada parte contiene también el liprograma" que el todo impone. La parte y el
todo se contienen recíprocamente en un proceso continuado, actual, corriente, de comunicación e
interrelación.
Según Minuchin podríamos considerar varios HOLONES: "holón individual", "holón conyugal",
"holón parental","holón de los hermanos".
Los dos tipos de intervención que según Minuchin se deben dar en un proceso terapéutico son:
A) ACOMODACIÓN:
La "acomodación" hace referencia a las acciones del terapeuta tendientes directamente a
relacionarse con los miembros de la familia, y alas adaptaciones del terapeuta tendientes a lograr
la alianza. Para aliarse a un sistema familiar, el terapeuta debe aceptar la organización y estilo de
la familia y fundirse con ellos. La familia se modifica solamente si el terapeuta ha logrado
incorporarse al sistema de un modo sintónico a éste. Debe "acomodarse" a la familia e intervenir de
un modo que la familia pueda aceptar. Es posible que las técnicas de "acomodación" no siempre
dirijan a la familia en la dirección de los objetivos terapéuticos, pero son exitosas en la medida en
que garanticen el retorno de la familia a la sesión siguiente.
B) REESTRUCTURACIÓN:
Las operaciones de "reestructuración" son las intervenciones terapéuticas que una familia
enfrentar en el intento de lograr un cambio terapéutico. Las operaciones de "reestructuración"
constituyen los aspectos descollantes de la terapia. Son las intervenciones dramáticas que crean
movimiento hacia las metas terapéuticas.
Ambos tipos de intervención son interdependientes: la terapia no puede lograrse sin la
"acomodación", pero ésta no tendrá éxito sin la "reestructuración".
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13.3 ESCUELA DE MILÁN.


La escuela de Milán se desarrolló en la década de 1971 a 1980 a través de las investigaciones del
equipo formado por MARA SELVINI, PRATA, BOSCOLO y CECCHIN. Al finalizar esa década, el

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equipó se disuelve en dos: Mara Selvini y Prata permanecieron juntas algunos años más; Boscolo y
Cecchin crean otro Instituto.
El equipo de Milán desarrolla, para la coordinación de la sesión terapéutica, tres directrices:
1- Elaboración de hipótesis
2-Circularidad
3-Neutralidad
Veamos, brevemente, a qué hace referencia cada una de ellas.

1- Elaboración de hipótesis:
Por elaboración de hipótesis se entiende la capacidad del terapeuta para construir una hipótesis
basada en las informaciones que posee. Con esa hipótesis el terapeuta determina el punto de
partida de su propia investigación. Si la hipótesis resultara errada, se deberá formular otra basada
en las informaciones recogidas durante el trabajo de verificación de la hipótesis anterior.
Antes de la primera entrevista con la familia, y en base a las informaciones recogidas en la "ficha
telefónica", el equipo terapéutico se reúne para elaborar una primera hipótesis. Al empezar la
primera sesión con una hipótesis ya construida, el terapeuta puede tomar la iniciativa, actuar con
orden, controlar, interrumpir, guiar y provocar transacciones, evitando. así, el quedar atrapado en
conversaciones desprovistas de valor informativo.
Etimológicamente, "hipótesis" significa lo que está debajo, es decir, la propuesta que sirve de base
á una construcción conceptual. Es, por tanto, una suposición que se hace como base de un
razonamiento, sin referencia a su verdad, como punto de partida para una investigación. La
hipótesis, como tal, no es ni verdadera ni falsa, sino sólo más o menos útil. Su función esencial es
la de proporcionar una guía para obtener nuevas informaciones que la confirmarán, refutarán o
modificarán. Toda hipótesis que formulemos deberá ser sistémica, es decir, deberá incluir a todos
los componentes de la familia y proporcionarnos una suposición relativa a todo el funcionamiento
relacionar.
Si el terapeuta actuara de modo pasivo, como observador, sería la familia la que, de acuerdo con su
propia hipótesis lineal, podría imponer -su procedimiento destinado exclusivamente a señalar
quién está "loco" y quién es "culpable". Por el contrario, la hipótesis del terapeuta introduce en la
familia el poderoso "imput" de lo inesperado, lo improbable, y por eso actúa para producir
información y evitar descarrilamientos y desórdenes.
El procedimiento a seguir en la elaboración de hipótesis debe guiarse por el "Principio de Ockam":
entre dos formas de hacer las cosas debe seguirse la más simple. Así por tanto:

PRIMERO, elabórese una hipótesis sobre el papel que juega el síntoma en la relación de pareja, lo
que supone definir la naturaleza de la relación, contando con el mensaje que implica la conducta
sintomático para ambos cónyuges: la depresión de ella, por ejemplo, puede servir para que él se
sienta necesitado, y, quizá, atractivo, y para que ella obtenga una atención que de otra forma no
tendría. Si la intervención diseñada a partir de esta hipótesis fracasara amplíese el nivel de
comprensión y pásese a la regla B.

SEGUNDO, elabórese una hipótesis sobre el papel que juega el síntoma en la familia nuclear, lo
que supone entender como quedan definidas las relaciones a partir del mensaje de la conducta
sintomático para cada uno de los miembros: la depresión de ella dificulta que la última de las hijas
se emancipe de casa, pues se siente en la obligación de apoyar a su desvalida madre. A su vez la
hija obtiene el no tener que responsabilizarse, todavía, de sus relaciones de pareja. La prolongación
de la permanencia de la hija en casa sirve, además, para que el padre no se sienta excesivamente
abrumado por los cuidados que su esposa demanda (en la medida en que son compartidos con la
hija) y le permite seguir teniendo una intensa actividad profesional. La madre, a su vez, se siente
atendida en mayor grado tanto por su hija, como por su marido. Si la intervención diseñada a
partir de esta hipótesis operativo fracasara, amplíese el nivel de comprensión y pásese a la regla C.

TERCERO, elabórese una hipótesis sobre el papel que juega el síntoma en la familia extensa, lo
que supone entender como se definen las relaciones entre el paciente identificado, su propia familia
y las familias de origen, a partir de cómo interpretan el mensaje de su síntoma todas estas
personas. En el ejemplo que venimos desarrollando este nivel supondría: la depresión de la madre
y la consiguiente necesidad de una mayor atención, da pie a que la abuela pueda hacerse cargo de
algunas de las funciones de la casa en un momento en el que, debido a su avanzada edad corría el
peligro de quedar aislada y con conciencia de inutilidad. A su vez la madre, ha encontrado en ella
una confidente. La depresión sirve para que la madre pueda seguir estando disponible para su
familia de origen.

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Si la intervención diseñada a partir de la hipótesis operativo de la familia extensa fracasara, puede
ensayarse otra que implicase a los allegados e instituciones, y, en general, a lo conseguido
socialmente por la manera en que el grupo extenso y la familia entienden el síntoma. Si aún así la
intervención sigue fracasando, o bien las hipótesis operativas son inservibles viéndose abocados los
terapeutas a desarrollar nuevas hipótesis en los tres niveles mencionados o bien 
hay que asumir el fracaso. Pero ya no hay niveles más comprensivos desde los que entender el
síntoma.
2- Circularidad:
Por circularidad se entiende la habilidad del terapeuta para realizar preguntas circulares. Se trata
de indagar de qué modo ve un tercero una relación diádica. Es decir, todo miembro de la familia
será invitado a decir cómo ve la relación entre los otros dos miembros.
Al proponer preguntas de tipo circular, además de obtener informaciones, se alcanza
simultáneamente el objetivo de introducir en la familia "inputs", conexiones entre distintos hechos,
permitiéndole adquirir una nueva visión del problema.
Algunos ejemplos de preguntas circulares son:
(A la hija) ¿Quién consigue calmar mejor a la abuela, tu padre o tu madre?
(A un hijo) ¿A quién crees que le ha afectado más el hecho de que tu hermana ya no esté en casa
por haberse casado?
Si al chico se le internara en un colegio, tal como se ha solicitado, ¿quién se sentiría más aliviado?;
¿quién le echaría más en falta?
3- Neutralidad:
Por neutralidad se entiende la capacidad del terapeuta de no tomar partido por ninguno y de no
preferir evaluación alguna. Cuanto mas asimila el terapeuta la epistemología sistémica, más
interesado está en provocar realimentaciones y recoger informaciones, y menos en hacer juicios
moralistas de cualquier clase. El hecho de emitir un juicio cualquiera, sea de aprobación o de
desaprobación, implica, implícita e inevitablemente, una alianza con alguna de las partes.

El equipo de Milán también pone especial cuidado en captar y neutralizar lo antes posible
cualquier tentativa de coalición, seducción o relación privilegiada con nosotros realizada por algún
miembro o subgrupo de la familia. El terapeuta sólo puede ser efectivo en la medida en que se
coloque y mantenga en un nivel diferente (metanivel) del de la familia.
Un concepto importante desarrollado por el equipo de Milán es el de "JUEGO". Es por eso,. que
aquello que ha de diagnosticarse (lo enfermo), es el "juego familiar".
Si trazáramos una línea imaginaria, en un extremo podría estar la "secuencia" y en el otro el "mito
familiar". El "Juego familiar" ocuparía un lugar intermedio entre ambos, aunque más próximo al
mito.
La secuencia define una interacción cara a cara, fácilmente observable, que se repite transcurrido
un intervalo de tiempo relativamente corto, de segundos a una hora. Las secuencias son
encadenamiento de conductas que se estereotipan, justamente la repetición está hablando de
algún tipo de regla por la que se rigen. Los mitos son reglas sistematizadas. Los mitos son reglas en
cuanto que se han sistematizado.
El mito se percibe como pensamiento, como el estilo dela familia de percibir la realidad y percibiese
y en este sentido funcionan como filtro. El mito contiene las reglas de mayor grado de abstracción
que dirigen el funcionamiento familiar, por lo tanto, cualquier tipo de secuencia de rango inferior
queda subsumida dentro de ella. Las conductas, las rutinas familiares, tienen su justificación
última en el mito. La secuencia es lo más observable y el mito es lo más inferido. Si la secuencia
son conductas interactivas, el mito lo componen reglas.
El juego familiar, se utiliza como una hipótesis operativo, es decir, como un diagnóstico sobre el
que basar una intervención.
Mara Selvini ha elaborado el concepto de 'Juego" más como una metáfora que como un modelo
teórico. Cuando recurre a la metáfora del juego es para sugerir intuitivamente , mediante la
expresión "JUEGO FAMILIAR", aquello que sugieren las expresiones juego político, juego
financiero, juego de poderes, juego de equipo, etc. Se trataría, por tanto, de un uso intuitivo e
informal de la metáfora del juego, con la finalidad de producir asociaciones, semejanzas y lenguajes
aptos para encuadrar de modo más inmediatamente inteligible los fenómenos que nos interesan.
Así pues, la metáfora del juego resulta adecuada para integrar las "reglas" generales del sistema
con las "movidas" de los individuos. Facilita el acceso a una visión que tiende a diluir la dicotomía
individuo versus sistema.
El término "Juego" genera asociaciones inmediatas con las ideas de grupo, equipo, jugadores,
posiciones, mando, soldado, ataque, defensa, estrategias, tácticas, movidas, habilidad, alternación
de turnos. Se tiene, de este modo, la posibilidad de disponer de un lenguaje muy ligado a las
relaciones interpersonales en cuanto cambios de conducta. Palabras como embrollo, instigación,

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amenaza, promesa, seducción, viraje, cooperación, ganar, perder, son palabras muy ligadas a la
necesidad de describir vicisitudes interhumanas. Además, no se trata de palabras pertenecientes a
una jerga especializada, sino que son términos de fácil comprensión para los propios pacientes ya
que forman parte de su patrimonio lingüístico.
Las relaciones familiares se pueden considerar como vínculos entre "vencedores y vencidos", entre
quién "obtiene una ganancia" y quién "debe pagar el precio". Preguntarse quién juega significa
averiguar como se desarrolla la "partida" en los niveles supraindividuales, para comprender así si
sólo tiene lugar dentro de la familia nuclear o si pasa a través de otros sistemas ampliados, como la
familia extensa, la escuela o el lugar de trabajo. Al pensar en términos de fuego se pone la atención
a la secuencia de los movimientos del individuo.
El paciente identificado puede ser visto como el perdedor en una situación de juego en la cual,
siendo él mismo jugador, está buscando confusamente con el síntoma, manifestar su propuesta y
tratar de recuperar las posiciones perdidas.
El momento en el cual la familia pide ayuda y entra en tratamiento coincide con una evolución de
su juego que ha puesto a uno o más de sus jugadores en una posición intolerable.
El estudio y la terapia de una familia parten de la elaboración de una hipótesis sobre el tipo
especial del juego en curso. Sobre la base de esa hipótesis se orienta la entrevista para tratar de
obtener toda la información posible que permita verificarla o desmentirla.
Una hipótesis de juego relacionar pasa por la identificación de la estrategia de cada unos de los
actores: finalidades, pensamientos y sentimientos en base a los cuales ellos organizan su accionar
recíproco.
El terapeuta debe tener siempre conciencia de que algunos "movimientos" de un miembro de la
familia con respecto a él (ataques, seducciones, insubordinaciones, etc.) deben ser vistos, por lo
menos preliminarmente, como dirigidos a provocar un efecto sobre uno de los familiares presentes.
Así, un miembro de la familia puede mostrarse seductor hacia el terapeuta para dar celos a su
cónyuge, o mostrarse insubordinado con él sólo porque los demás se muestran obsequiosos.
Cuando el terapeuta decide interactuar con un miembro de la familia de una forma totalmente
opuesta a la que lo hace la organización familiar, el objetivo de tal comportamiento es doble: por un
lado, observar las retroacciones de los distintos miembros ante tal comportamiento suyo; por otro,
desalojar a ese miembro de una posición que perpetúa el juego disfuncional.
Un ejemplo de lo dicho, sería tratar con respeto y consideración a un padre que ocupa una
posición de persona incapaz en el juego de esa familia.
El juego no se toma como el fiel reflejo de lo que está sucediendo en la familia, se trata de una
hipótesis, algo a no confundir con la realidad. Su valor, en definitiva depende de que sea capaz de
generar más información y/o una intervención que produzca un cambio. Concebir el problema
familiar en términos de juego, no es algo dictado por la necesidad de conocer qué sucede, sino por
encontrar una forma operativo de diseñar el cambio.
El síntoma es una configuración de relaciones y de reglas que se reiteran sin una meta-regla que
defina cómo han de cambiarse. El cambio se produce cuando se halla dicha meta-regla: la terapia
pone las condiciones para que surja. El cambio, para que sea terapéutico, supone hallar una meta-
regla, que varíe la naturaleza del familiar. Naturalmente, se instaura otro juego menos perjudicial o
enteramente benéfico.
Por último, cabe decir que los 'Juegos" no se dan únicamente en las familias patológicas. Si el
juego es un modo de representar una organización interactiva que evoluciona con el tiempo, "no
jugar es imposible". Todo grupo con historia, y por consiguiente también la familia, "no" puede "no"
organizar su propia interacción.
En relación con el problema del origen de la patología Mara Selvini, al definir el juego de las
familias esquizofrénicas, se adhieren a la afirmación de Bowen de que son necesarias tres
generaciones para producir un esquizofrénico.
Las técnicas de intervención que emplea el equipo de Milán han ido evolucionando a través de su
propia investigación, las más destacables son:
A. PRESCRIPCIÓN PARADÓJICA.
B. CONNOTACIÓN POSITIVA.
C. RITUALES.
D. PRESCRIPCIÓN INVARIABLE.
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Bibliografía:
 "LIMITES DE INTEGRACIÓN DE MODELOS EN TERAPIA FAMILIAR" J. Navarro Góngora en
"Revista de la A.E.N."
 "FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR" Minuchin -Ed. Gedisa
 "TÉCNICAS DE TERAPIA FAMILIAR" Minuchin y Fishman -Ed. Paidós.

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"CRÓNICA DE UNA INVESTIGACIÓN" Matteo Sélvini –Paidos
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Las paradojas de la vida
Angel Rodríguez Kauth1
Desde que el ser humano está sobre la Tierra ha vivido envuelto entre diferentes paradojas, las que en
algunos casos están lindantes con ser simples mentiras y las cuales terminan por parecerse a los hechos
hipócritas de la cotidianidad, y esto no es porque las paradojas no existan, sino por la forma espuria en que
se suelen usar
Más, ¿qué es una paradoja? El término proviene del griego y hace referencia a la opinión, pero que, en este
caso, se encuentra etimológicamente fuera del sentido común (para-doxa), sentido que se ubica más allá de
los cinco que la fisiología nos dice que tiene el cuerpo humano, lo cual no significa que sea un sentido que
vamos a encontrar en “el más allá”, y por el que se le adjudican cosas —virtudes o defectos— a los hechos
que suceden alrededor nuestro y de los que en más de una oportunidad somos sus protagonistas.
“Paradoja”, pues, es sinónimo de rareza, contradicción, extravagancia, exageración, absurdo, contrasentido,
antinomia, incoherencia e incongruencia
Fue la Escuela de Palo Alto la que destacó la relevancia de las paradojas en las ciencias sociales a partir de
sus sesudos estudios sobre las patologías de la comunicación y, particularmente en lo referido al llamado
“doble vínculo”, el que puede dar lugar a mensajes contradictorios. De esta suerte, con el descubrimiento de
estas paradojas sociales (nunca pueden dejar de serlo, ya que son el producto de individuos que viven en
sociedad), se descubrió una suerte de círculo vicioso en que se meten las personas al elaborar sistemas
comunicativos que, paradójicamente, los arrastran a incomunicarse. Y hete aquí una paradoja de la
contemporaneidad: el siglo XX ha sido definido, entre muchas otras formas, como el siglo de la
comunicación y, pese a ello, los científicos sociales lo caracterizan como el periodo de mayor
incomunicación entre las personas. Es que la mediatización de la información a través de los medios de
comunicación masiva ha convertido al hombre en una suerte de lobo aislado del resto de sus congéneres,
toda vez que se solaza con pasar el tiempo mirando las pantallas de televisión y menguando el contacto con
sus semejantes.
De las paradojas se sabía ya en el mundo grecorromano desde el siglo V antes de nuestra paradójica
cronología de leer el tiempo, y valga aquí una paradoja de lo que estoy señalando: según la mitología
cristiana, fue Herodes el Grande (40-4 a. C.) quien ordenó la matanza de los Santos Inocentes —los niños
de la región de Belén— para terminar con la vida de Jesús. Pero, como se ve, hay aquí una paradoja
histórica que fue ocultada por la mitología cristiana. Según la historia, Herodes murió cuatro años antes del
nacimiento de aquél, lo cual lleva a pensar o que Herodes no tuvo nada que ver con el episodio en cuestión,
o que Jesús nació por lo menos cuatro años antes de lo que nos enseñaron. Si fue lo primero, entonces el
festejo de los Santos Inocentes es injusto y, al fin de cuentas, Herodes no tuvo nada que ver con el tema. Si
fue lo segundo, entonces toda la cronología se dispara hacia atrás y tiene cuatro años de menos, por lo que
no estaríamos viviendo en 2003 sino en 2007. Esto sí que no es lo de menos. Piénsese solamente en los
intereses financieros que deberíamos dejar de pagar por la abultada deuda externa latinoamericana (en
realidad “deuda pública”) y en cómo la región crecería por encima de los empeños del FMI por mantenerla
abotagada. Además, los mexicanos ya tendrían otro presidente —que seguramente cometería los mismos
errores que Fox y sus antecesores—, mientras que los argentinos estaríamos peleándonos por una nueva
sucesión presidencial, pero al menos nos salvaríamos de tener que seguir aguantando a Menem como
candidato, ya que sus expectativas de vida lo pondrían fuera de la carrera. Como se ve, tal paradoja histórica
no es lo de menos a tenerse en cuenta al momento de leer la historia y la actualidad.
Los que saben de estas cosas dicen que existen paradojas lógicas y matemáticas: las primeras menos
fáciles de resolver por el hombre de a pie que pasa frente a ellas, y que inclusive las usa a diario sin darse
cuenta de la contradicción en que ha caído. En cambio, las paradojas matemáticas no son difíciles de
resolver por la persona común y corriente por la sencilla razón de que no llegan a su escaso conocimiento, el
que no va más allá de hacer las cuatro operaciones básicas y conocer de memoria algún teorema del cual
no sabe su significado, pero que en la escuela tuvo que aprenderse de memoria por esas paradójicas
virtudes de la pedagogía que enseña a los párvulos cosas que jamás les servirán en la vida.
Asimismo, las paradojas lógicas —que son a las que dedicaremos este tiempo, ya que de las otras no
conocemos más que la información que pueda darnos el teorema de Pitágoras, el cual tampoco recuerdo—
pueden subdividirse en tantas categorías como existen actividades humanas. De tal suerte, veremos sólo
algunas y comenzaremos con una paradoja económica, la cual fue enunciada por el célebre J. M. Keynes y
que actualmente ha caído en el olvido de los trastos viejos ocultos en el desván. Se trata de la “paradoja de
la frugalidad”. Keynes la utilizó para demostrar que mientras más se ahorra en una nación, más se reduce el
consumo y, con él, la renta, por lo que al final de un periodo determinado se produce un empobrecimiento

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generalizado, y por ende un ahorro menor. Por el contrario, si una sociedad decide guardar menos, entonces
se incrementa el consumo y la inversión para aumentar la producción con el objetivo de satisfacer la
demanda. A partir de ahí crece la renta y las economías domésticas tienen la misma capacidad de
economizar que antes, aunque consuman más y tengan un mayor nivel de vida. Como se ve, esta paradoja
debieran entenderla los funcionarios del FMI, que pretenden ahogar las economías de los países
“emergentes” (antes, sin eufemismo alguno, se les llamaba simplemente “países pobres”) haciendo que sus
pueblos ahorren lo que no tienen para poder pagarles a ellos el dinero con que nos han endeudado.
Hay otra paradoja económica enunciada generalmente por la gente que tiene dinero ahorrado, la cual dice
algo así como que “los pobres no tienen capacidad de ahorro”. Esta enunciación en sí misma no es tan
paradójica como parece, ya que su enunciado es real, aunque parta de una premisa falsa. ¡Cómo van a
ahorrar si lo que ganan se lo gastan en nimiedades tales como la comida y la salud!
Para finalizar con las paradojas económicas, vaya otra, que más que para-doxa es una para-joda para
quienes habitan este mundo. Está referida a la Argentina, un país que ha sido descrito miles de veces como
“rico” por lo ubérrimo de sus suelos y demás tonteras por el estilo —las que obviaré para no extenderme en
demasía— y que produce alimentos que sirven para dar de comer a 300 millones de personas, pero que
observa con indignación cómo algo más del 50% de su población (para ser precisos, 57.5%, para no caer en
la paradoja de quitarle pobres a la pobreza) es pobre, mientras que 25% sobrevive en condiciones de
indigencia, es decir, son menesterosos y literalmente se mueren de hambre. Para ello, valgan las imágenes
que sobradamente han circulado por el mundo a través de la televisión acerca de los niños desnutridos, que
es lo que más enternece a las cadenas televisivas
Ésta es una paradoja que no tiene explicación lógica alguna, pues se ha partido de premisas que se han
creído certeras y, pese a ello, la realidad les da una cachetada al corazón y a la racionalidad. Sin embargo
existe una resolución lógica al problema, y la misma estriba en considerar a un territorio rico sólo por su
potencial físico, dejando de lado el factor humano. Argentina, pese a ser el país con mayor número de
premios Nobel de América Latina y con sobrados talentos intelectuales que recorren el orbe soberbios de su
sabiduría, está habitado por individuos carentes del menor criterio de justicia, solidaridad y altruismo
(téngase en cuenta que la inteligencia no se acumula de unos individuos a otros). He ahí la explicación de
por qué hemos caído en un pozo aparentemente sin fin, ya que hemos elegido lo peor de lo peor para
gobernarnos en los últimos ochenta años.
En el espacio de la justicia también se encuentran algunas paradojas que no por cómicas dejan de afectar a
quienes les caben las generalidades de la ley. Una de ellas es lo que los juristas llaman la paradoja sexual y
que se refiere de manera ramplona a considerar como contradictorias, raras o demás adjetivos similares a
las conductas sexuales que van en “contra la naturaleza”, vale decir, para este caso, a las homosexuales.
Los juristas, abogados y magistrados —que se supone debieran estar a la vanguardia del pensamiento para
poder ajustar el derecho a la realidad contingente— mantienen, sin embargo, viejas y anquilosadas
estructuras de pensamiento que no se ajustan a los tiempos que corren. Actualmente llamar “paradoja
sexual” a la conducta de los que marchan en reversa creyéndose que lo natural es caminar hacia delante, es
por demás paradójico. ¡La propia zoología comparada demuestra que la homosexualidad aparece en todas
las especies animales, pero, eso sí, si la utilizan los humanos, entonces resulta ser una paradoja!
Otra paradoja jurídica es que se les llame ladrones a las personas pobres cuando roban en, por ejemplo, una
tienda; pero cuando los que roban son ricos, entonces se les denomina cleptómanos, con lo cual la pena se
disminuye debido a que son “enfermos”. ¡Ni con esa se salvan los pobres de la relación asimétrica que los
separa de los que los explotan! Y ni qué decir del que se roba cien dólares de un banco: es sin duda un
ladrón; pero el que vacía las arcas del Tesoro nacional y se lleva el producto de su delito a las islas Caimán
es, a lo sumo, un simple estafador.
Ni hablar de las paradojas que se observan en la aplicación de las políticas nacionales e internacionales.
Dejemos las primeras de lado, pues cada lector podrá ilustrar lo que ocurre en su propio país, y centremos la
atención en las segundas, para ir a la más gorda de todas ellas:¡ se hace la guerra para conservar la paz!
Con talargumento contradictorio, los dirigentes de las principales potencias —y de las que no lo son también
— convocan a sus pueblos al combate en aras de la paz. Y no se piense solamente en el pobrecito de Bush
y sus feroces empeños belicistas. Todos los que han llevado a sus pueblos a la guerra lo han hecho con
idénticas argucias, las que a veces han estado maquilladas con la pintura cosmética de la salvaguardia de
los valores nacionales o con la necesidad de conquistar nuevos espacios territoriales para ganar lugares
destinados a los vernáculos que dejarán de serlo
Y aquí vale recordar unas palabras del Padre de la Historia, Heródoto, quien dijo textualmente que “En la paz
los hijos entierran a los padres, y en la guerra los padres entierran a los hijos”. Vaya paradoja de la vida —o
de la muerte— que altera la evolución biológica “normal”
Para finalizar, algo que ocurre con frecuencia en la consulta psicoanalítica, en la que suele suceder una
paradoja por demás curiosa: beneficia al terapeuta y perjudica al cliente. Ella se presenta a la hora del pago
de los honorarios mensuales; esto es, tiene bastante que ver con las paradojas económicas. Es entonces
que los pacientes, que generalmente suelen sentirse muy “enamorados” de su terapeuta (por aquello de la
dependencia terapéutica) no caen en la cuenta de cómo son engañados por aquél. La situación es la
siguiente: si el paciente faltó a una sesión, la paga igual que si hubiera asistido. Hasta aquí, perfecto por

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aquello del lucro cesante, el tiempo perdido y demás. Mas, si el que no fue a la sesión es el terapeuta,
entonces éste deja de cobrar la misma, pero el paciente no se da cuenta del engaño económico que ha
sufrido: ¡en realidad debiera pagarle el costo de una sesión si se tienen en cuenta idénticos argumentos que
en el primer caso! ¿ Acaso el paciente no ha sido defraudado en su demanda de atención a sus penas? Por
supuesto que sí, y por ello el terapeuta no solamente deberá dejar de cobrar, sino pagar la misma multa que
paga el cliente cuando no asiste a la sesión. En fin, esto de las paradojas tiene su encanto,¿o no?
________________________________ 
1
Facultad de Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina

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PENSAMIENTO SISTÉMICO Y COMUNICACIÓN.


La Teoría de la comunicación humana
de Paul Watzlawick como obra organizadora del pensamiento sobre la dimensión interpersonal de la
comunicación. (Watzlawick, Paul (et. al.).
Teoría de la comunicación humana. Interacciones, patologías y paradojas
, 1ª Edición, Tiempo
Contemporáneo, Buenos Aires, 1971, 258 páginas. Traducción de Noemí Rosenblatt.)
Marta Rizo García
__________________
Resumen Este texto presenta de forma sintética las aportaciones de la obra Teoría de la
comunicación humana
a la reflexión en torno a la comunicación, desde una perspectiva constructivista y sistémica. En un
primer momento se expone, a modo de contexto, el trabajo general de la Escuela de Palo Alto,
reconocida en el campo académico como principal promotora del denominado enfoque sistémico en
comunicación. Posteriormente se exponen las aportaciones concretas de la obra referida, que permite
complejizar el concepto de comunicación, visto como un fenómeno sistémico que va mucho más allá
de los medios, principal objeto de estudio de las ciencias de la comunicación. El texto presenta,
también, una reflexión en torno a la importancia de esta obra en el campo académico de la
comunicación, una explicación de por qué podemos considerar que
Teoría de la comunicación humana es un libro organizador. Por último, se presenta una reflexión
personal en torno a la importancia de esta obra, así como un listado de recursos bibliográficos en
línea sobre la obra y sobre el enfoque sistémico de la Escuela de Palo Alto.
Palabras clave
Enfoque sistémico, Escuela de Palo Alto, comunicación humana.
Presentación y contextualización. La Escuela de Palo Alto en la historia del pensamiento
comunicacional. Desde el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad, la teoría de la comunicación
se ha ido construyendo desde perspectivas muy diferentes. Desde la teoría físico-matemática de
Shannon y Weaver, conocida como “Teoría matemática de la información”, hasta la teoría
psicológica con base a la percepción propuesta por Abraham Moles, pasando por una teoría social
con base en la lengua - Saussure-, con base en la antropología cognitiva – Lévi Strauss- o con base
en los enfoques interaccionistas y sistémicos Bateson, Watzlawick, Goffman. Y más aún, también
han destacado las aportaciones en el campo de los efectos de la comunicación de masas, un ámbito
representado por nombres como Lasswell, Lazarsfeld, Berelson y Hovland, y las teorías críticas de la
comunicación, promovidas desde la Escuela de Frankfurt por intelectuales como Adorno,
Horkheimer y Marcuse, entre otros. Este panorama pone en evidencia la complejidad del asunto, las
múltiples aportaciones con que se ha tratado de dotar de coherencia a lo que conocemos como Teoría
de la Comunicación. Ello es resultado, entre otros factores, de la polisemia misma del concepto de
comunicación.
Desde el enfoque sistémico de la comunicación, uno de cuyos máximos representantes es Paul
Watzlawick, autor de la obra aquí reseñada, la comunicación se puede definir como un “conjunto de
elementos en interacción en donde toda modificación de uno de ellos afecta las relaciones entre los

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otros elementos” (Marc y Picard, 1992, p. 39). Esta definición nos acerca al concepto de sistema,
cuyo funcionamiento se sustenta a partir de la existencia de dos elementos: por un lado, la energía
que lo mueve, los intercambios, las fuerzas, los móviles, las tensiones que le permiten existir como
tal; y por el otro, la circulación de informaciones y significaciones, misma que permite el desarrollo,
la regulación y el equilibro del sistema.
En este sentido, la comunicación es un sistema abierto de interacciones, inscritas siempre en un
contexto determinado. Como tal, la comunicación obedece a ciertos principios: el principio de
totalidad, que implica que un sistema no es una simple suma de elementos sino que posee
características propias, diferentes de los elementos que lo componen tomados por separado; el
principio de causalidad circular, según el cual el comportamiento de cada una de las partes del
sistema forman parte de un complicado juego de implicaciones mutuas, de acciones y retroacciones;
y el principio de regulación, que afirma que no puede existir comunicación que no obedezca a un
cierto número mínimo de reglas, normas, convenciones. Estas reglas son las que, precisamente,
permiten el equilibrio del sistema. Los tres principios apuntados en el párrafo anterior constituyen
una de las principales aportaciones de la Escuela de Palo Alto a la comprensión de la comunicación.
En la obra clásica de Watzlawick, Beavin y Jackson, Teoría de la comunicación humana (1971),se
hace hincapié en estos principios básicos del sistema. La totalidad se explica afirmando que “cada
una de las partes de un sistema está relacionada de tal modo con las otras que un cambio en una de
ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total” (Watzlawick et. al., 1971, p. 120).
El principio de causalidad circular se explica a partir del concepto de retroalimentación, proveniente
del enfoque cibernético inaugurado por Norbert Wiener en 19483. Por último, el principio de
regulación es nombrado a partir del término equifinalidad, comprendido como el conjunto de
elementos que dotan de estabilidad al sistema.
Todo lo anterior pone en evidencia que la comunicación, antes que nada, es un sistema abierto de
interacciones. De hecho, las primeras definiciones de comunicación apuntan a su vertiente
interpersonal, relacional, más que a la concepción mediada que ha prevalecido y dominado el
pensamiento sobre comunicación a lo largo de su existencia como campo académico. El predominio
de los medios de difusión como centro de la reflexión oscurece las aportaciones de todo lo
concerniente al diálogo, al vínculo entre seres humanos, a la capacidad de éstos para comunicarse
consigo mismos, con los otros y con el entorno físico y simbólico en el que se desenvuelven.

Aportes e ideas básicas de la Teoría de la Comunicación Humana


Desde los años cincuenta, los investigadores de la llamada “Escuela de Palo Alto”, también conocida
como “Colegio Invisible”, dieron cuenta de las situaciones globales de interacción de las que
participa el ser humano. Si bien durante esa época el modelo lineal de la comunicación propuesto por
Shannon y Weaver gozaba de una posición dominante en la reflexión teórica sobre la comunicación,
algunos investigadores norteamericanos trataron de partir de cero en el estudio de los fenómenos
comunicativos. Fue así como se pasó del modelo lineal al modelo circular de la comunicación,
enormemente influido por las ideas de la cibernética de la que proviene el concepto de feed-back o
retroalimentación-
Teoría de la comunicación humana se publicó originalmente en 1967, en un momento en que a las
aproximaciones funcionalistas y críticas en comunicación se sumaron (como respuesta) los aportes
del pensamiento sistémico propuesto por la Escuela de Palo Alto, también conocida como Colegio
Invisible. Por oposición al modelo lineal de Shannon y Weaver, conocido también como el “Modelo
telegráfico”, la propuesta de la Escuela de Palo Alto se conoce, también, como “Modelo orquestal de
la comunicación”. En palabras de Yves Winkin (1982, p. 25), “el modelo orquestal, de hecho, vuelve
a ver en la comunicación el fenómeno social que tan bien expresaba el primer sentido de la palabra,
tanto en francés como en inglés: la puesta en común, la participación, la comunión”.
Para los representantes de Palo Alto, procedentes de disciplinas como la antropología (Gregory
Bateson, Ray Birdwhistell, Edward Hall), la sociología (Erving Goffman) y la psiquiatría (Paul
Watzlawick, Don Jacskon), entre otras, la investigación y reflexión sobre la comunicación sólo
puede darse a partir de la formulación de la siguiente pregunta:

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¿Cuáles son, entre los millares de comportamientos corporalmente posibles, los que retiene la cultura
para constituir conjuntos significativos?. Para hallar respuestas a esta interrogante, los investigadores
del Colegio Invisible partieron, en un primer momento, de tres consideraciones básicas:
1) La esencia de la comunicación reside en procesos de relación e interacción;
2) Todo comportamiento humano tiene un valor comunicativo;
3) Los trastornos psíquicos reflejan perturbaciones de la comunicación.
La principal aportación de esta corriente de pensamiento es que “el concepto de comunicación
incluye todos los procesos a través de los cuales la gente se influye mutuamente” (Bateson y Ruesch,
1984). La comunicación fue estudiada, por tanto, como un proceso permanente y de carácter
holístico, como un todo integrado, incomprensible sin el contexto en el que tiene lugar. La definición
de comunicación que se puede extraer de la obra de estos autores es común a todos los representantes
de la Escuela de Palo Alto. En uno de los pasajes iniciales del libro, Bateson y Ruesch (1984, p. 13)
afirman que “la comunicación es la matriz en la que se encajan todas las actividades humanas”. De
ahí que este enfoque inaugure una forma de comprender la comunicación mucho más amplia,
superando el enfoque anterior y ubicando la reflexión sobre la comunicación en un marco holístico,
como fundamento de toda actividad humana.
Los denominados “Axiomas de la comunicación”ponen en evidencia las ideas anteriores. Según
Watzlawick, Beavin y Jackson (1971), es imposible no comunicar, por lo que en un sistema dado,
todo comportamiento de un miembro tiene un valor de mensaje para los demás; en segundo lugar, en
toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido o semánticos y aspectos relacionales
entre emisores y receptores; como tercer elemento básico, los autores señalan que la definición de
una interacción está siempre condicionada por la puntuación de las secuencias de comunicación entre
los participantes; el cuarto axioma apunta a que la comunicación humana implica dos modalidades,
la digital - lo que se dice- y la analógica – cómo se dice- ;el quinto y último axioma establece que
toda relación de comunicación es simétrica o complementaria, según se base en la igualdad o en la
diferencia de los agentes que participan en ella, respectivamente. El planteamiento de estos axiomas
rompe con la visión unidireccional o lineal de la comunicación. De alguna manera, los axiomas
marcan el inicio para comprender que la comunicación no es sólo cuestión de acciones y reacciones;
es algo más complejo, y debe pensarse desde un enfoque sistémico, a partir del concepto de
intercambio. Así entonces, “la comunicación en tanto que sistema no debe pues concebirse según el
modelo elemental de la acción y la reacción, por muy complejo que sea su enunciado. En tanto que
sistema, hay que comprenderla al nivel de un intercambio” (Birdwhistell, 1959, p.104)
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