Juan dibujaba cuando Miguel, observando la actividad de aquel, le preguntó:
—Entonces, ¿pasaste todo el día en la casa? —Ya envié hojas de vida por internet —respondió Juan distraído. —¿Es todo lo que harás? —dijo Miguel inquisidor. Juan asintió rígido. —¡Te das cuenta que eso no es ideal! ¡¿Has visitado alguna empresa?! —explotó Miguel. —Es una pérdida de tiempo —dijo Juan como respondiéndose a sí mismo. Miguel, erguido, argumentó: —¡Cómo va a ser una pérdida de tiempo! Cuando interactúas, en persona, te muestras más proactivo. —¿No puedo hacerlo desde casa? Sin una fuente de ingresos duele gastar pasajes, ¿sabes? — aseguró sarcástico. Miguel frunció el ceño: —¿Cómo vas a conseguir empleo si no sales a la calle? Mira, hermano, mis trabajos los conseguí con contactos; las oportunidades están afuera. Avíspate. —Mis cargos los conseguí en internet. ¡Las empresas no aceptan gente que no están buscando! —Respondió Juan desafiante. —¡Coño, qué terco eres! Bueno, yo ya me cansé de hablarte sobre ello, ¿no te parece que te limitas? —Preguntó resignado. —No... no me parece. Yo consigo entrevistas así. —¡Qué tal la calidad de esos trabajos! ¿No te parece que es hora de analizar tu experiencia? —Dale... —refunfuñó Juan. —¿Te vas a poner otra vez así? Es muy difícil comunicarse contigo. —¿Sabes lo ‘difícil’ que es responder cuando te gritan? —respondió Juan mordaz. —¡Siempre estás ensimismado! ¿Cómo te hablo? —No te afinques. —Me preocupo por ti. —Lo sé. Pero no soy una persona retraída, me he podido expresar con mucha gente, y tú has tenido problemas de actitud. A nadie le gusta sentirse expuesto por tus preguntas. —Entonces, ¿yo soy el malo? ¿Crees que la gente te dará contemplación? ¡Pues no! Si no te gusta que te hablen así, acostúmbrate ‘papá’. —Si los demás son difíciles de tratar ¿hay necesidad de hacerlo complicado entre nosotros? —inquirió Juan. —¡Uno te trata de ayudar! Pero, cuando te dicen cosas que no te gustan, te cierras. —Entonces, ¿tratar mal a la gente es mejor? Si no es como quieres, a la mierda. Ni los padres pueden obligarnos cómo debemos vivir, menos los hermanos. ¿Puedes probar de otra forma? La vida es agobiante, no hay necesidad de infligir estrés en los demás y si eres implacable porque las personas no concuerdan contigo, esas actitudes ásperas, ¿no manifiestan frustración? Tienes razón: soy una persona cerrada, me lo han comentado varias veces; en ocasiones parezco indiferente porque no sé lidiar con la situación y me ensimismo con facilidad; me cuesta expresarme, pero me esfuerzo en cambiar eso; me tomará tiempo, pero sé que lo voy a lograr. —Es verdad y te entiendo. Sé que puedo ser muy explosivo… Ya te he prometido antes que dejaría de serlo, pero supongo que también me tomará tiempo —respondió Miguel, más tranquilo. —Sí, pero yo sé que lo vas a lograr.