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1.

Indagar si estamos en un nuevo planteamiento discursivo alterno al desarrollo, o de índole


desarrollista, o por el contrario se vislumbra algo completamente inédito, nuevo que
emerja como una nueva propuesta

Estamos ante un nuevo planteamiento discursivo con índole desarrollista debido a que el buen
vivir es como una alternativa al desarrollo. Sin embargo, en consonancia con la concepción
interpretativa de las concepciones dialógicas enunciadas por Sousa Santos, resulta más
promisorio entender el Buen vivir como la inserción de un nuevo horizonte de referencia para
la modernidad y no como su negación absoluta. En realidad el Buen vivir busca responder a los
imperativos de la vida colectiva o a las preguntas modernas, y entre otros al problema de la
sustentabilidad.

El Buen vivir se inscribe directamente en el campo discursivo del desarrollo sostenible porque
busca responder de manera holística a los imperativos de sustentabilidad socio-económica en
armonía con la naturaleza. En su contenido, incluye tanto una concepción de lo universal
como realidad intrínsecamente plural, como la idea de una interdependencia entre sociedad y
medio ambiente natural que encierra una profunda dimensión. Esta dimensión desafía
abiertamente la visión ilustrada de la modernidad, que entroniza la razón instrumental
economicista, deslegitimando efectivamente toda forma alternativa de conocimiento y todo
otro modelo cultural.

Finalmente, el Buen vivir sintoniza con otros muchos discursos contemporáneos que apuntan
a transformar las formas de organización social y patrones de producción y consumo con el fin
de responder a los imperativos de la sustentabilidad. Así, fuera de las derivas fundamentalistas
que pudieran surgir del Buen vivir, el principal interés que éste suscita radica en su potencial
emancipador inscrito en sus diálogos con otros modelos culturales y con las ideologías de los
modelos culturales dominantes. En efecto, el Buen vivir en la medida en que se conciba como
un diálogo con las diversas miradas contemporáneas y no como un eco nostálgico de un
pasado inmemorial ofrece una vía innovadora para que la ilusión motriz del desarrollo
sostenible se materialice en el eje sólido y compartido de una necesaria transición hacía una
sociedad ecológica y socialmente sustentable.

2. ¿Cuál es el contenido de esta cosmogonía y qué plantea? ¿qué relación guarda con el
discurso desarrollista y con el etnodesarrollo?

Dentro de los cuestionamientos de conceptos y de los movimientos sociales de América


Latina, Algunos sustentan que en estos tiempos el capitalismo es superior y que no existe otra
cosa que centrar los propósitos totalitarios en relación al capitalismo; por otro lado, existen
otras corrientes y movimientos que sustentan que esa posición no es una condición suficiente
ya que se deben plantear otros aspectos como el racismo, la diversidad de étnica o cultural,
además de la diferencia de percepciones del mundo entre los sujetos.

Esta visión tan pluralista del mundo en Latinoamérica plantea que la cultura occidental trajo a
estas tierras el capitalismo y sus modelos genéricos de desarrollo, en este sentido no es
nuestra propia identidad, no somos accidentales, en América Latina existe su propia cultura,
sus matices, su manera de percibir el mundo de manera diferente, necesidades y perspectivas
diversas entre otras.
Por otra lado, tenemos que la Cosmogonía es un conjunto de teorías míticas, religiosas,
filosóficas y científicas sobre el origen del mundo. Cada cultura o religión ha tenido y tiene sus
propias explicaciones cosmogónicas, es una narración mítica que pretende dar respuesta al
origen del universo y de la propia humanidad.

La cosmogonía pretende establecer una realidad, ayudando a construir activamente la


percepción del universo (espacio) y del origen de dioses, hombres y elementos naturales. A su
vez, permite apreciar la necesidad del ser humano de concebir un orden físico y metafísico que
permita conjurar el caos y la incertidumbre.

En virtud de lo anotado el contenido de la cosmogonía planteada en el documento, apunta a


pensar una nueva forma de organización económica y social basado en un sistema de
desarrollo inspirado en el ejemplo plateado por los pueblos indígenas, ejemplos que han sido
tomado por pensadores de diversos países conocidos como el buen vivir; experiencia esta que
se fundamenta en la recuperación de herencias, experiencias e historia pretendiendo realizar
cambios en elementos integradores que procuran un debate de índole mundial que redunde
en la búsqueda de un diario vivir más humano y de amor y respeto por la naturaleza, lo que
implica acumular prácticas de calidad de la sabiduría y conocimiento de los pueblos y
nacionalidades indígenas, para que estas se conviertan en prácticas e nivel mundial.

En la última década viene tomando fuerza la producción intelectual indígena alrededor de


temas como los derechos culturales, el territorio y la territorialidad, con un grupo de
pensadores de diversas procedencias latinas como: México, Guatemala, Bolivia, Ecuador, Perú,
Chile y Argentina, que han puesto de relieve la cosmografía de sus pueblos ancestrales, la
armonía con el todo y toda una ética de respeto y valoración al otro, y a las relaciones
colectivas de convivencia.

3. El buen vivir es la solución para la calidad de vida de las comunidades

Responde al desafió de repetir las condiciones de explotación de las dos principales fuentes de
riqueza social los seres humanos y la naturaleza, esta explotación exacerbada bajo la figura
neoliberal que deviene del objetivo central de acumulación inherente al capitalismo, pero que
a la vez se remite a una disociación entre seres humanos y naturaleza, tiene un antecedente
que cobija a ese sistema económico que se pune la fragmentación de la vida, la confrontación
con la naturaleza, el reconocimiento de lo común y la pertenencia a un mismo sistema de vida.
Permite esbozar una respuesta concreta a la ‘exclusión’ económica y social que se percibe
como el fenómeno más acuciante para la mayoría de la población.

Esa exclusión tiene dimensiones materiales y simbólicas que se derivan del no reconocimiento
o de la estigmatización de las diversas racionalidades económicas, productivas y reproductivas
que existen en el país y de sus protagonistas, de la riqueza social y cultural de su sociedad. El
‘buen vivir’ parte, necesariamente, de un reconocimiento positivo de la realidad, valora que lo
alternativo ya tiene una expresión presente que debe ser vista y fortalecida; implica una
visibilidad de todas las personas y colectividades desde sus aportes y potencialidades, no sólo
desde sus carencias.

CONCLUSIÓN
La cosmogonía del buen vivir hace un planteamiento en el cual el ser humano es el único
objetivo y a la vez es el punto céntrico fundamental de todo, este proceso es el que lo invita a
vivir e interactuar con la naturaleza, respetándola y amándola, sin procurar sobre explotarla,
mucho menos destruirla, ver en todo sentido a la naturaleza como un sujeto de derecho en la
forma de garantizar una vida armónica, que es la que se plantea en este desarrollo.

De igual manera hace un planteamiento a los seres humanos para que vivan en armonía
consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza, así como defendemos a toda costa los
derechos humanos; de la misma forma se debe defender y hablar de los derechos de la
naturaleza ya que la naturaleza es la base de la vida, de igual manera plantea además que el
buen vivir en su formulación básica pone el acento en la relación armónica e integral entre los
seres humanos y la naturaleza, el buen vivir es una experiencia de vida colectiva de los pueblos
y nacionalidades indígenas que plantean la búsqueda de una sociedad diferente, que busque
rescatar los saberes y las tecnologías populares, la forma solidaria de organizarse en procura
de dar respuestas propias.

Finalmente, cabe resaltar que el Etnodesarrollo posibilita algunos beneficios que se relacionan
con: la optimización de los recursos existentes, la participación comunitaria, la comprensión
de los problemas y la solución de los mismos, contribuye con el mejoramiento de la equidad,
genera programas y proyectos sostenibles y sustentables, propicia la imaginación y la
creatividad, estimula la capacidad de asociatividad, la conciencia cívica, los valores éticos,
favorece la formación de un clima de confianza incluso establece un enfoque paralelo a la
creciente necesidad a los proponentes del desarrollo de comprender los factores socio-
cultural.

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