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Paso 1. Entrar Al Corazón
Paso 1. Entrar Al Corazón
Introducción:
La oración de presencia implica, como se dijo en la introducción, aprender a entrar en la
propia “habitación”, en lo secreto, en lo que nadie ve ni conoce a menos de que lo
queramos expresar.
Este paso de entrar en la intimidad implica aprender a cerrar los ojos al mundo hermoso
que nos rodea para encontrar otro mundo también hermoso que es el de la interioridad.
El corazón:
En la mentalidad hebrea, el corazón tiene una connotación distinta a la que conocemos
nosotros. En occidente, en la poesía medieval, a partir del s. XIII el corazón se convirtió
en la sede de del amor y la afectividad.
Para la mentalidad hebrea el corazón es mucho más que eso. Los hebreos sitúan en los
órganos del cuerpo algunas potencias espirituales. En el caso del corazón se sitúan varias
potencias espirituales.
Identificando algunos matices de este amplio concepto nos ayudará para comprender
qué es lo que estamos buscando cuando hacemos este camino de interiorización.
Lo profundo
Para los hebreos el corazón designa lo más profundo, lo íntimo, lo oculto, lo
inexplorable… así es como el libro de Prov nos lo ilustra utilizando la imagen del mar
hablando de las profundidades marinas utiliza la imagen del corazón del mar.
Nosotros estamos invitados a adentrarnos a esas profundidades, a esa zona oculta y que
nadie puede explorar más que nosotros. Busquemos nuestro centro; nuestro corazón.
Desde ahí el hebreo es. Dice Proverbios «por encima de todo custonia tu corazón, porque
de él brota la vida» (Prov 4, 23). Esto quiere decir que por muy oculto que le esté al
hombre su corazón ahí se decide lo definitivo de la vida. Ya lo dirá Jesucristo más adelante
identificando el tesoro con el corazón: «Donde está tu tesoro, allí estará también tu
corazón» Mt 6, 21
La razón
Derivado de esto, los hebreos situan en el corazón las potencias espirituales más
importantes. En primer lugar la razón. Para los hebreos el corazón es la sede de la
inteligencia y de los pensamientos. El libro de Eclesiástico llegará a definir al hombre
creado con un corazón inteligente. Por lo que se considera una mente integrada a los
afectos. No una mente fría, ni disociada, sino integrada en un solo órgano; en el corazón.
Por eso se considera que el corazón puede amar (Dt 6, 5) entregando conscientemente
la voluntad.
Jesucristo lo dice con estas palabras: «El ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tu ojo está
sano, todo tu cuerpo estará iluminado, pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará
oscuro.» (Mt 6, 22).
Conclusión:
Es ahí donde hay que aprender a entrar. Hay que preguntarnos ¿Dónde está tu corazón?
Encuentra tu corazón para que ahí puedas encontrar a tu Dios.
Ejercicio:
Audio que acompañe para introducirse al corazón. Escribir al final de la experiencia ¿Qué
identificaste? ¿Te fue fácil hacer silencio del exterior? ¿Pudiste descubrir tu interioridad?
¿Hubo algo que freno tu acceso al interior? ¿Qué pudo haber sido?