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ÜBRAS COMPLETAS
IGNACIO MANUEL

XIII

ESCRITOS
DE LITERATURA
Y ARTE
2

Selección y notas
JosÉ LUis MARTÍNEZ

Secretaría de Educación Pública

SOP
Meeo
1'=1 L/ b 'Soh
1 e; gro
V• 13
Primera edición, 1988
ÍNDICE

II. ARTÍCULOS liTERARIOS


Y BIOGRAFlAS

Introducción a El Renacimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción al segundo volumen de El Renacimiento . . . . 16
Despedida de El Renacimiento . . ..... . .. , . . . . . . . . . . . 18
Introducción a El Liceo Mexicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Nueva t,'ntroducción a El Liceo Mexicano . . . . . . . . . . . . . . . 24
Fernando Orozco y Be"a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Florencia M. del Casttllo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Carta a una poetisa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
El libro del señor Cortés y la lira mexicana . . . . . . . . . . . . . . 70
Producción: SECRETARíA DE EDUCACIÓN PÚBliCA
Guzllermo Prieto . ........ . .. . . . . ... .. , . . . . . . . . . . . . 75
Dirección General de Publicaciones y Medios
Gaillermo Pn'eto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Comité editorial (en orden alfabético): Francisco Manuel Acuña Borb0 J1 Guillermo Pn'eto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Héctor. Az ar, J ose') - Bl Brito,Juan R. Campuza- a, Honra y provecho de un autor de libros en México . . . . . . . 90
no! VIcente Fuentes D1az, N1cole Guon, Refugio González, Eze- Ignacio Rodríguez Galván . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
qm:l Marcela Mungaray, ConcepciónJiménez Alarcón Biografía de Ignacio Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Jos.e LuiS Martmez, Carlos Monsiváis, Moisés Ochoa Campos,José
Paredes, Salvador Reyes Nevares, Carlos Román Célis, Gloria
Sanchez Azcona, Catalina Sierra Casasus y Jesús Sotelo Inclán III. PRÓLOGOS

Coordinación: Nicole Giron


Dos palabras sobre Calvario y Tabor de Vicente Riva Palacio 15 7
la por: Gobierno del Estado de Guerrero
Prólogo a Flores del destierro de]osé Rivera y Río . . . . . . . . 159
Y la DueCCión de EstudiOs Históricos del INAH Prólogo a las Fábulas de José Rosas Moreno . . . . . . . . . . . . . 165
Prólogo a los Versos de Ramón Rodríguez Rzvera . . . . . . . . 174
D.R. © Consejo Nacional de Fomento Educativo Introducción a Recuerdos de Adolfo llanos y Alcaraz . . . . . 178
Av. Thiers 251, Piso 10 juicio crítico de El escéptico de Vicente Morales . . . . . . . . . 184
México, D .F. CP 11590 María . .. . ... . . ... ... .. .. .. . ....... . . ..... . .. . . . . 191
Prólogo a Pasionarias de Manuel M. Flores . . . . . . . . . . . . . 197
Introducción al Viaje a oriente de Luis Malanco . . . . . . . . . 215
Impreso y hecho en México, D.F.
Prólogo a Las minas y los mineros de Pedro Castera . . . . . . 236
Prólogo a las Poesías de Miguel U/loa. . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
ISBN 968-29-0644-X Obra completa
Prólogo a El romancero nacional de Guillermo Prieto. . . . . 262
968-29-2100-7 Volumen XIII
Prólogo a la Evangelina de Longfellow. . . . . . . . . . . . . . . . . 304
.. • •
•• • • -
••
.

Prólogo aCuauhtémoc de Eduardo del Valle . . . . . . . . . . . 325
Carta-prólogo a los Romances líricos, elegías y romances
de amor de Milk . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 5
Prólogo a El rey cosijoeza y su familia de Manuel Martínez
Gracida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
Carta-prólogo a los Artículos ligeros sobre asuntos n
trascendentales de Facundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354
Carta-prólogo a Mirtos y margaritas de Enrique Fernández
Granados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355 ARTÍCULOS LITERARIOS
1.
Y BIOGRAFÍAS
214
215
graciosamente y recitan con delicia las coplas. ¡He aquí la
poesía!. ..
Ella sola, ella es la aureola que rodea esa frente, hoy páli-
da, abatida y enferma de pesar y de amor; ella es el con-
suelo único de ese espíritu en que se han apagado uno a INTRODUCCIÓN AL VIAJE A ORIENTE
uno los luceros de la esperanza, como se van apagando ante DE LUIS MALANCO 1
los ojos del poeta los astros del cielo; ella hará su nom_bre
inmortal y querido en la patria mexicana y donde qutera
que palpite un corazón sensiblé. ' Los mexicanos viajan poco, y los que viajan no escriben, ni
publican sus impresiones o sus recuerdos. Esta es una ver-
México, noviembre 25 de 1882 . dad tan notoria en México, que no necesita demostrarse.
Hace algunos días, un periódico observaba que mientras
las otras repúblicas americanas del sur enviaban un nume-
roso contingente de viajeros a Europa, México no tenía allí,
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por lo regular, sino escasísimos representantes de su pobla-
•' ción, y eso en París solamente.
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Ert efecto, no sólo nos es desfavorable una comparación
'!::'
relativa con los Estados Unidos de América, cuyos hijos re-
..... \.

,.1.::: corren en bandadas todas las partes del mundo en busca de


t:l ,.. negocios o de distracción, sino lo que es peor, no podemos
{ Ji' sostenerla ni con las repúblicas del centro o del sur de
América, más pequeñas que la nuestra y situadas en suma-
yor parte, más lejos de Europa.
¿A qué se debe esta circunstancia singular y que con jus-
ticia llama la atención de los estadistas y de los observado-
res? Pues en nuestro humilde concepto, se debe a muchas
causas que juntas concurren a adormecer en los mexicanos
ese deseo de locomoción, que es tan natural en el hombre.
En primer lugar, nuestra apatía característica emanada
de la educación singular, que se dio a nuestro pueblo du-
rante trescientos años, y cuyos resabios no son eficaces para
hacer desaparecer todavía, ni el espíritu innovador de
nuestras instituciones, ni el desarrollo del comercio, ni las
corrientes regeneradoras que, hijas de la civilización con-
temporánea, llegan hasta nosotros, impulsándonos en la
vía del adelanto material y moral.

1
Introducción en: Luis Malanco, Viaje a Oriente por. .. , Imprenta
Agrícola-Comercial , México, 1882, I, pp. XI-XXIX. (N. del E.).
217

Y aquí hay que considerar un fenómeno digno de ateri- go de y encontrar allí la gloria, el poder y la muer-
cióri, por lo extraordinario. Lo que puede llamarse la so- te; mtentras que Pizarro conquistaba el Perú, Almagro
ciedad mexicana moderna, es hija de dos razas esencial- atravesaba las cumbres nevadas de los Andes, y Vildivia las
mente móviles y atrevidas, muy dadas a los viajes y apa- llanuras desiertas de Atacama, para internarse en los valles
sionadas .d e las aventuras, tomo fueron la raza española der- de Copiapó y de Chile; y Solís descubría el Plata, que
siglo xvry la raza azteca. exploraba después Gaboto y que colonizaba Mendoza más
Nada más audaz que aquellos aventureros que, abando- tarde, en tarito que_Ayolas remontaba el Paraná y fundaba
nando las costas de España, se lanzaban en frágiles carabe- la en las ribe!as del Paraguay, colonia que fue a
ias para atravesar mares desconocidos, sobre cuya inmensa sostener el mcansable Alvar Núñez después de un viaje de
extensión que se perdía en el infinito, reinaba imponente cien días a través de los bosques, lo que no le impidió pe-
el genio de las tempestades . - netrar después en la región terrible de los lagos de Xarayés; ·
¿Adónde iban aquellos hombres temerarios que necesi- y Orellena siguiendo el curso magnífico y misterioso del
taban de la triple coraza de bronce de que habla el poeta, Marañón, traía .de su viaje las narraciones legendarias que
para afrontar los tremendos peligros ocultos en las ti- han trocado el nombre de este gigante de los ríos en el de
nieblas, en el seno de aquel océano vasto y misterioso cuyos Amazonas. :;.:¡
..·•·:. límites occidentales nadie conocía? Y así, destruyendo imperios, combatiendo con tribus
::::;¡·
Iban en busca de un nuevo mundo, apenas entrevisto salvajes, sondeando los lagos, atravesando las pampas ; esos ..._.11
todavía, por la fe de Colón y por los ojos asombrados de sus otros mares de arena incógnitos y terribles, cruzando llanu- ·
·:·1·
::::1
primeros compañeros ; iban en busca de archipiélagos ma- ras insalubres y solitarias, perdiéndose en el laberinto de
ravillosos que parecían surgir de los abismos azules del florestas silenciosas y oscuras, trepando por las cordilleras
mar, al prestjgio de una evocación mágica, y de continen- - :'rlill
cubiertas de nieve, o descendiendo al cráter encendido de
tes-grandiosos, como el Asia, el Mrica y Europa, pero cuyo los volcanes, o resbalándose por los _abismos rocallosos , na- ::::;¡
· aspecto no contemplado jamás, debía infundir miedo a vegando en piraguas por ríos impetuosos y gigantescos, :::111·
pechos que no fueran los de bronce y de roble de aquellos aquella raza aventurera, ávida y curiosa no dejaba en el :1111<

gigantes. · mar, golfo ni bahía, ni estrecho, ni -cabo que no examina- '1•

Y así, en navegaciones casi fabulosas, iban descubriendo ra, ni en tierra, ciudad o pradera, aldea o colina, aduar sal:
_. en un -periplo rapidísimo en el Atlántico, primero las An- vaje o montaña que no conociera: todo lo veía, todo lo re-
. tillas con Colón y Velázquez, después la Florida con Ponce gistraba Y. se apoderaba de toqp por derecho de conquista: y
·de León y Pánfilo de Narváez, luego el continente mexica- · de audac1a. Los aventureros y los conquistadores morían
no con Córdoba, Grijalva y Cortés; y sin detenerse ante las bajo los golpes del hacha de piedra o bajo la influencia del
dificultades de la soledad o de la lucha con to-dos los ele- clima, pero otros los sucedían inmediatamente, y las mes-
mentos, continuaban explorando por el mar de las Antillas nadas españolas se renovaban sin cesar, acabando por es-
las regiones del gran istmo -central del Nuevo Mundo, y tablecer en América su raza, como el núcleo de las nuevas
lanzándose entre las corrientes ecuatoriales, se apoderaban nacionalidades. · .
de las costas de Nueva Granada, abordaban a las Guayanas Entre tanto que esto sucedía en las comarcas del sur en la
con Pinzón, o bajaban hasta el extremo sur del continente . vasta extensión de la Nueva España, recién conquistada en
con Magallanes, y costeando la tierra del fuego y la Patago- la región central, los españoles no desmentían su carácter.
nia, se abrían paso al gran océano Pacífico que recorrían en Cortés, apenas repuesto de. su primera fatiga , emprendía
su terrible anchura meridional, para dirigirse al archipiéla- su larga y e:Xpedición de las Hibueras en el orien-
218 219

te del país, o iba a explorar por meses enteros los mares so- La raza española en México durmió más de dos siglos , y
litarios del noroeste; Alvarado llegaba hasta Guatemala o no se despertó sino cuando la explosión fulminante de
se embarcaba para el Pení en pos del botín de Pizarro, o 1810 la hizo comprender que su lecho de sibarita o de fakir
siempre sediento de rapiña, volvía desde el sudeste hasta la se había extendido sobre un volcán encendido por el odio . .
costa occidental de México, para sostener las colonias de la As1 se explican aquellos hábitos de pereza y de letargia
Nueva Galicia y encontrar la muerte en los precipicios, hu- que entorpecieron a la raza española durante la domina-
yendo despavorido de los valientes indios de Nochistlán. ción colonial, y que dejó como herencia a sus descendientes.
Figuraban en segundo término después de estos grandes Por su parte, las razas ind1genas, antiguas habitadoras
aventureros, los conquistadores de segundo orden, el fora- del país conquistado, fueron indudablemente en sus prin-
gido Nuño de Guzmán, en Jalisco y en Pánuco; el humani- cipios esencialmente móviles y aventureras.
tario Vasco de penetrando en las montañas de Nadie sabe a punto fijo de dónde vinieron, pero los sa-
Michoacán; y los pequeños adelantados, Oñate fundando a bios descubren todos los d1as, a través de las capas sociales y
Potos1, Juan de Tolosa descubriendo a Zacatecas, Francisco aun a través de las capas geológicas, ora en el estudio de los
de Ibarra descubriendo a Durango, Vázquez Coronado in- monumentos perdidos en los bosques americanos, ora en el
ternándose hasta Sonora, en busca del reino de Quivira, estudio de la paleontología lingüística, las huellas de sus
Orozco atravesando hasta Oaxaca, Diego Godoy sujetando expediciones asombrosas, que ni se interrump1an por el
a Chiapas, Montejo conquistando a Yucatán, y los mi- abismo de los mares, ni se limitaban a nuestros continen-
sioneros que preced1an o ayudaban a los conquistadores tes, ni ten1an por ciclo un centenario, ni por representantes
consolidando la obra de la espada con los recursos de la a los hijos de un solo pueblo, ni por único t1tulo la fuerza,
nueva religión y que iban a fundar sus misiones y sus con- ni por único móvil la codicia.
ventos a guisa de fortalezas avanzadas en las asperezas de la La América ha sido cruzada en todas direcciones por nume-
sierra y en la soledad de nuestros desiertos septentrionales. rosos pueblos viajeros que han vivido y desaparecido su-
Luego esta fiebre de movimiento y de aventuras cesaba cesivamente, sin dejar a veces más que las cenizas de sus
poco a poco, satisfecha como estaba la codicia que hab1a aduares que ha cubierto al otro d1a el manto virginal de la
sido su móvil principal, y apenas podía sostener en el ánimo vegetación; dejando otros monumentos gigantescos de
de los frailes, el vigor para las pequeñas expediciones apos- piedra cuyas ruinas desaf1an al tiempo, y en ellas
tólicas, la fe cristiana que no hab1a sido más que una causa jeroglfficos misteriosos que atestiguan su cultura y su po-
secundaria de aquella inquietud vertiginosa . der; vastas ciudades que mal encubren florestas inmensas y
Después, convertidos los aventureros y los apóstoles en seculares ya; acueductos que comunicaban dos y lagos; for-
grandes señores feudales, bajo la ilusoria vigilancia de una tificaciones que abrazaban montañas enteras ; osarios que
corte lejana, las ciudades conquistadas en colonias españo- han mezclado su polvo a la lava de los volcanes o incrusta-
las, el pueblo vencido en un rebaño de esclavos, que traba- do sus restos en la arena de los aluviones.
jaba los campos y las minas, el bienestar material hecho ob- Desde una antigüedad que se pierde en la noche, hasta
jeto de la existencia, la religión trocada en enervante misti- los tiempos históricos cuyos anales se pueden leer en las
cismo, brotando de nuestras montañas r1os de oro y de pla- piedras y en los caracteres ideográficos de los monumentos
ta, sobrados para saciar la voracidad conquistadora, aquel relativamente modernos, es seguro que nuestro suelo fue
monstruo que como Briareo hab1a tenido cien brazos para visitado por naciones inmigrantes, emprendedoras y acti-
moverlos en todas direcciones, entró en un gran per1odo de vas; que los pueblos se han sucedido en la posesión de la
reposo y de somnolencia a fin de hacer la digestión. tierra, lo cual se confuma por la muchedumbre de lenguas
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arrastra el gran teocali de Tenochtitlan aun a los dioses de
aún vivas y separadas, que las civilizaciones se ·han su-
los remotos pueblos de Quauhtemallan.
perpuesto, que sobre las viejas necrópolis de los pueblos
tinguidos se han -levantado después ciudades jóvenes y . Los jeroglíficos históricos del Códice Mendocino y los
opulentas para sucumbir a su turno ante las nuevas invasio- nombres mexicanos de las montañas, de los ríos, de los la-
nes, que lo que se llama, en fin hoy, el suelo mexicano, es un · gos y de las llanuras en las comarcas habitadas por razas di-
vasto libro en el que la vista vulgar no lee sino la página versas, nos revelan las atrevidas y frecuentes expediciones
·más reciente, pero en el que los ojos antro- de la tribu mexica en la gran extensión de esta parte del ·
pologista y del anticuario descubren páginas más antiguas continente americano, y nos presentan á. los mexicanos an-
y que se pueden estudiar todavía como los caracteres más tiguos como esencialmente móviles, ya sea que condujesen
borrados de un palimpsesto . expediciones guerreras, en son de conquista, ya sea que
Más para no hablar sino de esta página reciente que con- fuesen a buscar a los mercados más remotos los productos
tiene el movimiento y el carácter de la última raza domina- · de la riqueza natural o industrial, o ya por último que·
dora, antes de la conquista, nos fijaremos en la tribu mexi- fuesen -a arrancar del seno de los pueblos sometidos·, el tri-
ca que viniendo del norte con sus congéneres de la familia buto que mantenía el tesoro de su imperio._
nahoa, y salida de los antros misteriosos de Chicomóstoc, El hecho es que en las costas-del Golfo, así como en las
llevando por delante a su pequeño dios de la guerra, como del Pacífico·, lo mismo en la cordillera que atraviesa Guate-
un símbolo de sus destinos futuros, atraviesa la vasta exten- mala, que en los bordes· del Usumacinta, y en las montañas
sión de este país, siguiendo la corrieñte montañosa que se mixtecas, y en el centro de nuestro territorio, con excepción
extiende desde el noroeste hasta la mesa central, y penetra de la5 regiones l;labitadas por los tarascos y los tlaxcaltecas;
por último en la cuenca del valle, como el punto final de su en todas panes, repetimos, se encuentran las huellas de la
primera invasión. vigorosa y movible tribu mexica, ya en las fortalezas con
Allí se mantiene, alimentando sus ambiciones y vivien- que defendían su conquista, ya en los templos con que la
do del merodeo y de los servicios mercenarios que presta a .aseguraban por medio de la religión, ya en los nombres geo-
las tribus, antiguas habitadoras de la comarca, };lasta que gráficos con que .borraban las demarcaciones antiguas, ya
. perseguida, expulsada, estrechada por todas partes, se ve en los dialectos en que hacían predominar lengua, ya en
obligada a refugiarse en medio de las lagunas solitarias y las leyes, los usos y costumbres con que imprimían en lá.
a guarecerse en este montón de tierra . palustre cubierta .fisonomía de pueblos extraños el sello y el carácter de su
de juncias y espadañas, en que después se ostentó la pode- poder central. ·
rosa Tenochtitlañ y hoy se asienta la gran metrópoli de Esta actividad, propia de la raza mexicana antigua, ·no
México . . cesó sino hasta que la conquista ·vino a sustituirla con el
Inquieta por necesidad y ambiciosa por carácter, la tribu movimiento de la raza · española, y toaavía supo apro-
mexicana, _improvisándose una fortaleza natural en lo que vecharla, llevando a los indios, oficiosos u obligados
había sido un escondite, comienza como los romanos por liares suyos, a todas las expediciones, con las que fue exten-
defenderse de sus vecinos y acaba por subyugarlos, y no diendo el círculo de su dominación.
contenta con ser la dominadora ·del valle paludoso en que
Después, terminada la conquista, ·se extinguió también
había penetrado furtivamente.; da rienda suelta a sus ambi- .
el hábito de locomoción en el pueblo conquistado. y éste
ciones guerreras, y en poco menos de dos siglos, desde Aca-
permaneció como en estancamiento durante tres .siglos, lo
mapichtli hasta Moctecuhzoma el chico, pasea su macana
mismo que su vencedor, sólo que en él semejariú: quietud
victoriosa por las principales regiones del Anáhuac, y
222 223

no era el signo de la codicia satisfecha, sino la necesidad del en seguida a Acapulco para tomar la plaza y la fortaleza;
trabajo sedentario de la degradación y de la servidumbre. después a Valladolid y habiendo palidecido su estrella,
Y así estuvo hasta que la voz redentora de los hombres aunque no su gloria ni su vigor, recorriendo las asperezas
de la Independencia le infundió nueva vida y le devolvió de Michoacán, emprendió la malhadada travesía de la
sus antiguos alientos. Tierra Caliente para escoltar al Congreso y caer en manos
Entonces, los indios presentaron el aspecto de una verda- de sus enemigos. Pero aun así, su actividad fue tal, tan
dera resurrección; fueron activos, vigorosos, y acompañan- terrible que la rapidez de los jefes españoles Concha y
do a los primeros caudillos, emprendieron de nuevo largas Villasana hubiera sido inútil para perseguirlo sin el auxilio
y fatigosas expediciones. de la traición y de la ingratitud de miserables y venales de-
A su vez los individuos de la raza mezclada que tomaron sertores.
parte en la insurrección dieron pruebas de haber heredado , Basta indicar los nombres de las comarcas que recorrió
aunque después de muchas generaciones, el carácter vigo- para formarse idea de la actividad vertiginosa que caracteri-
roso y emprendedor de sus antepasados. zaba a ese caudillo, sin par en nuestra historia. Las vastas 1[,,
En cuanto a los; caudillos de esa época memorable, regiones del sur, del centro y del oriente fueron el campo
fueron verdaderos modelos de actividad, especialmente el de su energía y de sus movimientos; y eso librando batalla
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gran Morelos, que en este punto, como en todo , se presen- tras de batalla, ocupando plazas fuertes, luchando con ¡,,1
1¡¡1

ta siempre como el primer hombre de México. ejércitos aguerridos y superiores en número, tomando for- ¡1111
1111
Causa admiración la distancia que el héroe inmortal re- talezas bien artilladas, atravesando montañas inaccesibles, 'lli
corrió durante los cinco años de su asombrosa carrera, desde ríos caudalosos, caminos escarpados, organizando ejércitos
octubre de 1810 en que salió de su curato de Carácuaro desde el primer campesino convertido en soldado por la
para venir a presentarse al caudillo de Dolores a su paso por magia de su genio, hasta las divisiones mandadas por gene-
Charo, hasta principios de noviembre de 1815 en que fue rales que han sido la honra de nuestra patria y la admira-
hecho prisionero traidoramente en Tesmalacan. ción del mundo antiguo .
Primero salvó a marchas rápidas la distancia que media No : no hay entre los famosos conquistadores del siglo
entre aquellos pueblecillos de Carácuaro y Nocupétaro per- XVI ninguno aún que pueda parangonarse con el gran
didos en las montañas del sur de Michoacán hasta Charo , héroe de la Independencia, ni en la actividad.
en el camino de México; luego regresó a ellos para partir de Después de este período de gloriosa lucha y emancipado
alh a los lugares en que debía encender la insurrección; México de la metrópoli española, comenzó la era de las
después atravesó las montañas desiertas que flanquean el guerras civiles, y con ella una necesidad constante de movi-
profundo valle del Balsas hasta llegar a Zacatula y se dirigió miento de parte de los hombres políticos . La primera cuali-
sin perder tiempo por la costa hasta el Veladero a fin de dad de nuestros "pronunciados" debía ser la de saber mo-
atacar a Acapulco. Dejó el Veladero para internarse por la verse y peregrinar perseguidos por las fuerzas del gobierno ,
Sierra Madre, hasta el valle de Tixtla, y de allí arrollando a no ser aquellos que haciendo su "pronunciamiento" en
por todas partes a los españoles que salían a su encuentro, los cuarteles, alcanzaban el triunfo de sus "planes" des-
emprendió esa marcha épica por el sur de Puebla que lo pués de una guerra callejera de pocos días. Y a causa de la
condujo hasta el corazón del virreinato, hasta Cuautla de inestabilidad de los gobiernos, de las venganzas de los par-
Amilpas en donde después de haber sostenido el glorioso tidos, y de las vicisitudes consuiguientes a una serie no in-
sitio que colocó su nombre entre los de los primeros capita- terrumpida de revoluciones, los mexicanos comenzaron a
nes del siglo, se dirigió a Tehuacán, a Orizaba, y a Oaxaca, sentir otros impulsos de locomoción que son comunes en
224 225

los pueblos agitados y que sirven para sustraerse a la-ven- Después de 185 7, estos viajes han ido cayendo poco a
ganza de los enemigos vencedores ? para alejar a los ven- poco en desuso, no quedando fuera del país más que dos
ciclos, a saber : la fuga y la proscripción voluntaria o proscritos forzados, el general Uraga y el general Márquez ;
forzosa. y en los últimos tiempos, a causa de la revolución triunfan-
Así es que el destino de los_hombres políticos en México te de Tuxtepec, sólo uno voluntario, el ex presidente Ler-
se reducía como el de Ashaverus a andar siempre errantes; do. Pero en súma, ese movimiento de que acabamos de __
primero por montañas y vericuetos , en pos de la victoria; hablar se ha limitado, respecto de los viajes fuera del pais,
después ya en el poder, persiguiendo a los nuevos pronun- a los-caudillos y hombres prominentes de la política; y
ciados; más tarde, saliendo desterrados del país en virtud- pecto de los viajes en el interior. a los y a los
-de una ley proscriptora, o para escaparse a tiempo del odio de empleados, quedando la masa general de la población me- ·
la facción triunfante; luego volviendo furtivamente para xicana en el estancamiento antiguo y adicta a sus viejos há-
hacer otra revolución y recorrer de nuevo como el sol, todas bitos de inmovilidad.
las constelaciones de la esperanza, del gobierno, de la Tan cierto ha sido, que cuando ya se hallaba la nación en
derrota y de la persecución, hasta que la muerte los fijaba plena época de revueltas civiles y los cien jefes que se dis-
en la de la quietud eterna. -putaban el poder en el centro y en los estados, se movían
Así se vieron obligados a viajar por Europa, ltubide, _ rápidamente en todas direcciones con sus ejércitos o con sus
el primer gobernante de la nueva nación, proscrito por el guerrillas, y emprendían expediciones de cincuenta y de
Congreso, después de que la revolución republicana lo cien leguas; a la sazón que Bustamante, o· Santa Anna o
arrancó de su improvisado trono; así viajaron también el Paredes, venían por la posta de Veracruz o de )aliso a en-
general Bravo y el general Barragán en la América del sur, cargarse de la presidencia; o que los prófugos del poder
desterrados a causa del desastre del ''plan de Montaña'', vencido anochecían en México y amanecían en las costas ,
en tiempo del presidente Victoria; así visitaron Europa más -todavía los honrados propietarios o comerciantes Puebla
tarde, Gómez Pedraza, ·candidato oficial de la Presidencia, _se confesaban y comulgaban para venir a México en un via-
apartado de ella por la revolución de "la Acordada" ; y je de ocho días en los pc;s;¡.dos coches de camino del tiempo
Bustamante, pronunciado que subió al poder en virtud del colonial. _
"plan de Jalapa" , y que bajó de él, en virtud del "plan de · _Las gentes de las .antiguas provincías centrales hablaban
Zavaleta" ; y así fueron visitando los Estados Unidos de _de Méxi_co como nósotros hablamos hoy de Pekín o de Sirt-
América o los de Colombia o las Antillas, o Francia , Espa- . gapur; y en cuanto a los estados del norte o del oeste de la
ña, Italia y Portugal sucesivamente , y por diversas revolu- República, como Chihuahua, Durango, Sonora y Sinaloa,
ciones, el general Santa Anna, .el general Arista, donJuan pensaban mucho antes de emprender un viajecito a la
N. Almonte, don Melchor Ocampo, don Benito Juárez , metrópoli, que duraba cinco meses, si es que dejaban
don -Miguel Miram_ón los obispos de México, y después los concluirlo los salvajes que atacaban a la5 caravanas en los
liberales que emigraron en tiempo del Imperio, ·y los impe - desiertos. _
rial_istas que emigraron al triunfo de la República, mílita- _Era mucha cosa, antes, viajar en México, y por esa razón
res, diplomáticos , publicistas, sacerdotes , simples emple- no es de extrañarse que los mexicanos desconociesen su
ados, muchos de los cuales han tenido todavía tiempo para propio país. ¡Pues y en el extranjero! ¿Quién a no ser un
ver en su destierro a los mismos que los habían proscrito, o proscrito se atrevía a surcar el tempestuoso Golfo de México
para viajar en un mismo coche con ellos, obligados por un y el vastísimo Atlántico en los pocos barcos de vela que
tercer proscriptor. venían a nuestros puertos a depositar las mercancías de
226 227

Europa y que volvían allá entre temporales y calmas de los primera dili_gencia de la capital de la República a la ciudad
que se salía con vida por casualidad? ¡París!, ¡Londres!, de Puebla. El y don Anselmo Zurutuza fueron los primeros
¡Roma!, ¡dichosos los que habían podido contemplar sus que comenzaron a remover con los sacudimientos de la Di-
maravillas! Eran considerados como seres superiores, como ligencia, la sangre perezosa de los mexicanos, apenas enti -
gentes de otra raza por unos, y como grandes embusteros biada con el trotecillo "campero" del caballo, el pasito de
por otros. ¡Si era imposible que existiesen hombres que la mula y el andar soñoliento del burro.
hubiesen andado tanto sin morirse! Ya viajábamos pues en Diligencias que ganaban terreno,
En cuanto a Viena, a Berlín, a San Petersburgo, a Cons- que se extendían del centro a la circunferencia del país, a
tantinopla, a Alejandría, esas eran ciudades imposibles, es- medida que los caminos carreteros se componían y que las
taban en las nubes; y ver a Jerusalén a tanto equivalía como necesidades del comercio las reclamaban.
a ver el cielo. La gente no se mostraba tan reacia para salir de su casa y
Los viajes a Oriente eran un sueño, y sólo de leer las po- atravesar un camino de diez, veinte y cincuenta leguas.
cas hojitas del viaje del padre Guzmán o las poéticas pági- Verdad es que se arriesgaba todavía a atascarse en la charca
nas del Itinerario, se helaba el entusiasmo religioso con el de Salamanca durante dos días, o volcar en las "cumbres"
desaliento que causaba la distancia . o en la cuesta de Huitzilac, o a sufrir dos o tres asaltos en el
"'
Pero pasó algún tiempo, los medios de comunicación se camino de Querétaro y especialmente en los bosques que
hicieron más rápidos sin ser por eso un prodigio de veloci - rodean a la hermosa capital por los lados del sur y del occi-
dad, y la afición a viajar fue despertándose en los mexica- dente, en Río Frío, en la Calavera, en el Guarda, en Cuaji-
nos, sin llegar a ser tampoco una moda ni una manía. malpa, a veces hasta en el Paseo de Bucareli, pero en fin,
Salían de sus pueblos, visitaban la capital de su estado y se estas eran emociones de viaje que se contaban entre sus
permitían venir a asombrarse con las bellezas de la ciudad ventajas, y que hacían más amena la narración de él.
de México. ¡Se habían introducido las Diligencias! Lo cierto es que las Diligencias aumentaron las comuni-
¡Oh! ¡Las Diligencias! Ellas fueron en el tiempo de su caciones sociales y comenzaron a destruir los hábitos de la
venida a México, el objeto de la admiración pública, de los antigua vida sedentaria. No se crea por esto que los enor-
elogios de la prensa y de las felicitaciones que se dirigían mes carruajes venían o iban siempre henchidos de viajeros,
entre sí los ciudadanos, orgullosos de contar ya en la Re- no: muchas veces las Diligencias cruzaban los caminos
pública con este medio de comunicación que permitía al vacías y presentaban entonces la más graciosa prueba de
viajero ir de México a Puebla en un día, de México a nuestra actividad social .
Guadalajara en ocho días en tiempo de secas, y en quince Luego, llegó por fin la civilización contemporánea con
en tiempo de aguas, que permitía al extranjero salir de la sus conquistas y con sus prodigios. Se presentaron los pri-
zona del vómito en tres días y atravesar las cumbres de meros síntomas ferrocarrileros en el minúsculo ferrocarrilillo
Acultzingo, ¡rompiéndose los huesos pero en treinta horas! de tracción "animal" que se estableció de Palacio a la
Aquellos vehículos que hoy vemos junto a las locomoto- Aduana, y en el de vapor que iba de la plazuela de Villamil .
ras del ferrocarril casi con el mismo desprecio que a los as- a la Villa de Guadalupe. El incansable don Manuel Escan-
nos, tuvieron su época de novedad y de triunfo, y don Ma- dón fatigó a los gobiernos de Santa Anna, de Comonfort y
nuel Escandón, antes que la estatua que le consagrara la de Juárez con sus solicitudes para construir la vía de México
posteridad por haber sido el obstinado solicitante de la a Veracruz hasta que logró la concesión y comenzó esa obra
construcción del ferrocarril de México a Veractuz , merece de romanos, que protegió también el imperio, que se con-
una inscripción conmemorativa por haber conducido la tinuó en el nuevo período deJuárez, que logró por último
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inaugurar el presidente Lerdo, en los primeros días de su Han hecho conocer la tierra, más las bellísimas narra-
gobierno. ciones coleccionadas por Eduardo Charton que los libros de
· Ese fue el gran principio que tuvo el gran movimiento Balbi o de Maltebrun, y actualmente Reclus ensaya con fe-
ferrocarrilero que hemos presenciado después y que se- licidad el consorcio de la amenidad descriptiva con el cálcu-
guiremos presenciando en la República. lo preciso de la ciencia. Ese_ es un camino que habían abier-
Hoy nuestro territorio está cruzado en todas direcciones to·los antiguos: Herodoto para dar a conoc::er el Egipto a la
por vías fé_rreas, y apenas hay población de vigésima impor- Grecia, Pausanias para dar a conocer la Grecia al mundo, y
tancia que no tenga sus tranvías . Parece que los mexicanos Estrabón para hacer conocer la tierra antigua a la posteridad. ,
no hemos hecho otra cosa en nuestra vida, que andar en Los conquistadores y misioneros del siglo XVI, también
ferrocarril. Las Diligencias, las recuas y los jumentos se han hicieron conocer la América del mismo modo a los
retirado a las comarcas montañosas y miserables, en que si- hombres del antiguo ·continente, y hoy todavía sus libros
gue reinando la penuria o la inercia de los pasados siglos. son consultados con vivo interés . El barón de Humboldt no
Pero en lo demás del país, todos viajamos, y ayer apenas, reveló a México de otra mañera que con esas encantadoras
los vecinos de Paso del Norte han podido dirigirse a México descripciones que ponen en relieve no sólo al sabio, sino al
en un tren del Ferrocarril Central, sin echarse en el bolsillo literato amigo de Schiller y de Wieland.
más que el gasto de tres días, cuando antes habrían tenido Después de Humboldt hay mil viajeros y aun viajeras,
que hacer su testamento y que proveerse para una peregri- que han escrito libros acerca de México, unos apasionados o
nación tan larga como la de la Meca. burlones como el de Lovestern y el de madama Calderón,
Hasta ahora, pues, comienzan a reproducirse los instin- otros justos como los de Stephens Bullock, los de Ward, de
tos de locomoción de las razas, abuelas de la mexicana, Ernesto Vigneaux o· Charnay pero todos igualmente pinto-
bajo el impulso de los agentes modernos. rescos e interesantes.
Y esto en lo tocante al interior del país, que en lo que se Sólo los mexicanos hemos escrito poco a cerca de nuestro
refiere al extranjero, si es cierto que el- movimiento ha país. Figúrasenos que hablar de nuestras poblaciones, de
progresado con el establecimiento de las líneas de vapores nuestras montañas, de nuestros ríos, de nuestros desiertos,
en el Golfo de México, también lo es, que las largas distan- de nuestros mares, de nuestras costumbres y de nl,lestro ca- · ·
cias a Europa; y lo caro de los pasajes, y lo poco numeroso rácter, es asunto baladí, y que al ver escrito en una página _
de las personas acomodadas, juntamente con la repugnan- deviaje un nomb.re indio, todo el mundo aquí ha de hacer
cia por alejarse de la tierra nativa, han hecho que los viaje- un gesto de desdén . .
ros mexicanos sean aves raras en otros países. Quizá tengan razón los que tal temen. Todavía en Méxi-
· Natural es, por lo mismo, que la literatura de viajes sea co,_aunque menos hoy que antes, causa más agrado la
la más exigua de nuestras literaturas. descripción del país extranjero, que la de una localidad"
Resumiéndola, nos encontramos con muy pocas produc- mexicana; y por eso no es raro, sino muy frecuente, en- ·
ciones originales. contrar lectores que saben dónde están los . Alpes y cómo
son, y que no saben dónde está el Nayarit y qué cosa es;
En el interior, habría sido utilísima para hacernos cono- que conoéen la d(:scripción de las ruinas de Pompeya y que
cer nuestra propia geografía. Sabido es que en esta materia no tienen ni idea de las mirias de Uxmal o de Mida.
enseñan más los libros de viajes que los libros metódicos en Hay cierta repugnancia para conocer el país nativo, y esta
que se contienen datos, aunque precisos, áridos para la es la causa de que no puedan desarrollarse vigorosamente
imaginación, difíciles para la memoria. todas las ramas de nuestra literatura nacional. Sólo el tiem-
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po y la civilización harán desaparecer estos que son hábitos Roma la causa de beatificación del venerable padre Margil de
de la vida colonial. Jesús, hizo un viaje a Palestina que describió en unas cuan-
Por eso nuestra literatura de viajes, en el interior del tas páginas llenas de emoción religiosa, pero desnudas de
país, es singularmente escasa. No tenemos una sola colec- otro interés. Don Luis de la Rosa que tenía cualidades para
ción pintoresca o descriptiva; artículos sueltos, narraciones cultivar el estilo descriptivo, no las desplegó en su pálida y
aisladas, algún pequeño estudio publicado hace años en el breve narración de viaje en los Estados Unidos. Tenemos
Museo Mexicano, en el Liceo, en el Álbum; algunas estam- que saltar desde esa época hasta el tiempo del presidente
pas litográficas: eso es todo. Muchas veces tenemos que Lerdo en que el joven jalisciense López Portillo y Rojas
acudir a los libros extranjeros para tomar algunos datos. publicó su Viaje a Egipto y Palestina y hasta 1876, en que
Los ingenieros que podían entretener sus ocios en los ca- Francisco Bulnes, historiógrafo de la Comisión Científica
minos, cultivando esta literatura, no lo hacen. Sólo Anto- que fue al Japón a observar el paso de Venus por el disco
nio García Cubas ha aprovechado sus viajes en varias locali- del sol en 1874, publicó sus impresiones de viaje llenas de
dades de la República para escribir algunos artículos que verba y de originalidad con el título de Once mzf leguas en
por desgracia no son muchos . el hemisfenó norte .
Cuéntanse con los dedos los escritores humorísticos que Siguióse Guillermo Prieto que en la peregrinación que
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se han dedicado a cultivar el género, porque también son se vio obligado a hacer después el desastre del ''plan de Sa- ,,,"'
muy pocos los que viajan, sólo Guillermo Prieto conservan- lamanca" produjo su Viaje a los Estados Unidos, en que "'
do como siempre su buen humor en el destierro que le im- rebosan como en todos sus libros el humour y la gracia pin- ili
puso Santa Anna, pudo escribir sus Viajes de orden supre- toresca .
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ma que son encantadores, aunque no están concluidos ; y Luego ha venido el Viaje a On(mte de Luis Malanco, pero
sólo el sabio Ignacio Ramírez en sus expediciones de antes que se concluya han visto ya la luz pública Los re- 1

proscrito, en tiempo de la Reforma y de la Intervención, es- cuerdos de un viaje del general Ignacio Martínez, bello
tudió las comarcas de Tamaulipas, Sinaloa, Sonora y la Ba- libro redactado con talento e impreso en París con verdade-
ja California para hacer bellísimas descripciones u observa- ro lujo tipográfico y profusamente ilustrado, y las Notas y
ciones profundas que han pasado casi inadvertidas, pero que episodios de viaje a los Estados Unidos de Alberto Lombar-
encerraban iniciativas importantes de progreso material. do, verdadero diario de "turista" moderno, y lleno de in -
Por lo demás, silencio en toda la línea . El país se conoce teresantes observaciones.
por los pequeños catecismos de geografía elemental de las He aquí, pues, la bibliografía de viajes que contamos en
escuelas primarias que ni son todos buenos, ni completos. México. Compónese como hemos dicho, a lo sumo, de
Pero si escasa es nuestra literatura de viajes por lo que unas nueve o diez obras, que forman una cifra muy pe-
respecta al interior del país , sus productos son rarísimos en queña si se pone en relación con los centenares de publica-
lo que se refiere a los viajes en el extranjero. ciones del mismo género que se publican todos los días en
Redúcense a nueve o diez libros, a lo más . El padre Mier el extranjero y que han hecho conocer hasta la saciedad aun
nos dejó en sus Memorias algunos bosquejos de viaje llenos los más oscuros rincones del globo .
de gracia y de colorido; pero son muy pocos y asumen más Tenemos fundada esperanza de que en lo sucesivo, los
bien el carácter de cuadros mqrales que el de descripciones . libros de esta clase se multiplicarán en nuestro país. Ellos
Zavala y el doctor Sierra escribieron pequeños libros de via- son útiles por más que los espíritus frívolos crean que las
je a los Estados Unidos; el padre Guzmán, fraile del Cole- impresiones de viaje no son más que reproducciones de
gio de Guadalupe de Zacatecas, encargado de agitar en fotografía ya conocidas. Precisamente la novedad de estos
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consiste en la variedad de lasimpresiones personales. mano, los lugares misteriosos que vieron nacerÍas ciencias y
La descripcjón misma llega a ser nueva, como es nueva la las religiones : el Oriente, en fin, que esconde en sus desier-
fotografla tomada sobre diverso aspecto y con diverso foco . tos, _en sus montañas y en sus mares, más que la cuna del
El mundo subjetivo da diferente color-y diferente forma astro del día, la cuna de la civilización .
al mundo objetivo; lo que deja frío al hijo del norte, · . No fue, pues, nuestra intención hacer la crítica de este
m_ueve al hijo del mediodía, lo que ·nada dice al espíritu libro, porque eso es difícil. ¿Qué se iría a criticar?, ¿la exac-
mercantil, arrebata al poeta y al artista, lo que agrada a · tirud de las descripciones? Pero para eso sería preciso haber .
uno, desagrada a otro; la miel de Hymeto que parece agria hecho el viaje con el autor, y además, hemos probado que
a_Chateaubriand, es néctar para Lamartine, y hi vista del la diversidad en esta materia es cosa muy naturaL ¿Las
Santo Sepulcro de Jerusalén que dejó contrariado, hace po- apreciaciones sobre leyes y costumbres? Tampoco , porque
co, al viajero francés F. de Saulcy, hizo después caer de ro- respetarse la independencia de opiniones dd viajero.
dillas lleno de admiración y de piedad al viajero mexicano Cuando más, tocaría a los habitantes de los países descri-
Luis Malanco. tos, la tarea de desvanecer una preocupación, de rectificar
Así, con esta diversidad de apreciaciones, el lector com- un informe o de combatir una injusticia.
para, conoce las cosas por todos lo_s lados y a su vez formula Sólo queda apreciar el espíritu con que se ha hecho el
su juicio sobre el de los demás. Son útiles tales libros y viaje y hablar del estilo. .
prestan un gran contingente.de- civilización a los pueblos. En este punto, y a nuestro ·humilde parecer, Malanco,
Nuestro objeto al escribir esta introducción ha sido el de la oportunidad que le ofrecía su puesto de
estUdiar el carácter mexicano con relación a los viajes y a su secretario de Legación en Roma, quiso conocer el Oriente ,
literatura especial, indicaf!dO las causas que han hecho . ese país soñádo por todos los pensadores ; quiso visitar
nuestros compatriotas poco viajeros, Y. enumerando las sobre todo el Egipto, "la tierra de los grandes recuerdos y
obras que podemos llamar originales. de las pompas misteriosas . . . la patria de las ideas útiles,
Pero tal idea. nos ha venido de la publicación del Viaje a de las costumbres notables .y severas, del arte grandioso y
Oriente de nuestro buen amigo Luis Malanco. religioso ... el viejo país donde los héroes, los filósofos, los
Este libro es una · prueba de que ya va despenándose pont"úi.ces, los poetas, los legisladores de los antiguos tiem -
entre nuestros compatriotas el deseo viajar, y.de víajar pos se inclinaron uno a uno ante los tesoros. de ciencia que
por países lejanos, saliendo del círculo reducido de Nueva poseía, y adonde fueron como sedientos peregrinos a hu-
York y de París. medecer sus labios en esas fuentes fortificantes" , como di- ·
Malanco es un descendiente de aquellas dos razas de que ce LouisReybaud: Y siendo cristiano, católico y piadoso,
hemos hablado,. activas en un tiempo, que permanecieron quiso más que todo conocer la Palestina, Jerusalén la santa
aletargadas por espacio de tres siglos, pero en los cuales no y hallarse en d "teatro del drama más grande que·haya in-
se había extinguido completamente el il!stinto de locomo- teresado la vida de la humanidad" como dice Saulcy.
ción. · · . De manera que Malanco ha sido guiado en su viaje a
Malánco no se ha limitado, como la mayor parte de Oriente como l a mayor parte de los que lo han emprendi-
ñÚestros viajeros a conocer a Europa. Pensador antes que do, como Chateaubriand, como Lamartine , como Thomp-
todo ; y acostumbrado a nutrir su espíritu con las grandes son, como el barón de Vaux, como Víctor Guerin, por un
lecturas de la historia clásica, ha :querido contemplar de espíritu de curiosidad y de piedad religiosa .
cerca aquellas comarcas remotas pero·interesantes en que se No hay, pues, que buscar en su 1ibro la intención históri-
han verificado las primeras escenas del .inmenso drama hu- ca qU:e domina en los Viajes a Oriente de Pockocke ni el
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espíritu de indagación que caracterizó los Viajes de Renan, egiptólogos. Malanco resume sus recuerdos como viajero y
ni la ciencia arquitectónica de Vogué, ni la perseverancia agrupa las épocas, los personajes y los acontecimientos en
de anticuario de Saulcy, en su segundo viaje, con el objeto una página fresca y llena de enseñanzas, como en un haz
de reconstruir la vieja Jebus y los recintos sucesivos de la de ramas floridas.
ciudad judía; ni atravesando aquellos mares de Oriente ha Es estilo de la narración en general, no se parece a otro
prestado principal atención a los recuerdos clásicos como ninguno. Es peculiar de Malanco, es original; él ha hallado
Gerardo de Nerval o como el escéptico Teófilo Gautier, o un secreto especial para colocar sus antítesis, para tejer sus
como el apasionado Schliemann. No: Malanco, el viajero frases, para encadenar sus períodos, para bordar sus imáge-
mexicano, diserta, es verdad, a propósito de su travesía por nes para dar cierta eufonía a las palabras, para marcar con
el archipiélago griego, pero lo hace brevemente y sólo con un extraño ritmo los párrafos, para sembrar, en fin, el cla-
el buen objeto de vulgarizar ciertos conocimientos, que ba- roscuro o los colores más brillantes en la narración, de mo-
jo su pluma brillante tienen el sabor de una conversación do que ella encanta la vista y el oído .
de familia; pero su atención principal no se fija, ni su emo- Por lo demás, y a pesar de este modo original de escribir,
ción más profunda se despierta, sino al pisar la tierra sagra- Malanco es en el fondo un narrador esencialmente mexica-
da de Jerusalén y la tierra imponente de Egipto y del de- no. Tiene ponderaciones y giros increíbles . A veces adopta
sierto. Allí es donde el alma de Luis Malanco exhala todo un énfasis infantil, y a veces se eleva en sus arranques hasta
su perfume de pensamiento, de ternura y de piedad; allí es el ditirambo. Sus cuadros no son bosquejos sino pinturas
donde su prosa rítmica se eleva en alas de la poesía hasta las acabadas hasta la última mano; cuando describe los cami-
alturas luminosas del arte. Allí su estilo parece impregnado nos que atravesó, se le figura a uno andar también en ellos,
del antiguo, y sus reminiscencias, sus pensamientos, pare- sofocado de calor o aspirando a bocanadas el fresco airecillo
cen surgir de las ondas doradas de la poesía oriental y del de las colinas o del mar; cuando introduce personajes en la
vasto y armonioso océano de la Biblia. relación, habla uno con ellos, los ve y los reconocería a pri-
Malanco no discute, recapitula; no lleva allí el frío mera vista, donde quiera; en fin, hasta las leyendas y cuen-
espíritu del análisis de la ciencia moderna; él va lleno con tos que no hace más que reproducir, parecen en su boca
todos los recuerdos históricos y religiosos, rebosando fe y realidades que ha visto y que ha sentido, viviendo en los
temblando de emoción y de piedad. siglos pasados . Hiere la imaginación y no la deja descansar
En Jerusalén y delante del Santo Sepulcro, él no discute hasta que no fija en ella la impresión que desea. Él interesa-
la autenticidad, como lo haría un arqueólogo de nuestros rá a los lectores, pero cautivará especialmente a las lectoras.
tiempos, ni se acuerda siquiera de las negaciones abs_olutas Es un narrador apasionado y pintoresco; y esto y la pro-
de Strauss, ni de las desdeñosas burlas de Holbach. El cree funda fe religiosa que lo anima al escribir, harán que su
con la fe pura y robusta de un cruzado del siglo XI y se libro sea muy leído en México .
inclina ante la piedra sagrada con la unción, con la felici- Lo felicitamos.
dad, con la convicción inquebrantable de un hombre a cu-
yo espíritu no han llegado siquiera los desecantes efluvios
de la duda.
Y en Egipto, él no se emplea en confrontar jeroglíficos
como Champollion, ni como Denon, ni como Mariette, ni
en comprobar las dinastías de Manethon, ni la cronología
de Josefo, ni en reconstruir la historia y la religión como los

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