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República Bolivariana De Venezuela

Ministerio De Educación Cultura Y Deportes


Universidad Nororiental Gran Mariscal De Ayacucho
3er Semestre De Derecho Sección “3T3P”
Materia: Derechos Humanos

DERECHOS HUMANOS
EN
PANDEMIA EN VENEZUELA

Profesor: Bachiller:
Abg. Osuna Jesus Indriago Angelvis
C.I:16.615.913

Pto Ordaz, Edo Bolívar A Los, 19 Días, Del Mes De Octubre De 2020
Índice

Introducción ……………………………………………………………………………… Pag.1


Desarrollo ………………………………………………………………………………… Pag.2
Conclusión ………………………………………………………………………………... Pag.9
1
Introducción

El confinamiento (total o parcial) decidido progresivamente desde hace varios meses por casi todos
los gobiernos del mundo, a raíz de la pandemia del Covid-19, ha demostrado, si era necesario, la
importancia del respeto y la aplicación efectiva de todos los derechos humanos (civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales), al tiempo que ha puesto de relieve numerosas violaciones de
dichos derechos.
En efecto, el confinamiento nos muestra una vez más que los derechos económicos, sociales y
culturales, como el derecho a la alimentación, el derecho a la salud, el derecho a la vivienda, el
derecho al trabajo o el derecho a la educación son tan cruciales como los derechos civiles y
políticos, No olvidemos que las autoridades nos recuerdan constantemente que la finalidad del
confinamiento y las acciones de barrera sanitaria (distanciamiento físico, lavado de manos, etc.)
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En Venezuela, ¿Cómo hemos llegado a esta situación? En la raíz de la misma se encuentran las
decisiones económicas y políticas tomadas, voluntaria o involuntariamente, en las últimas décadas.
Estas decisiones han excluido al Estado del ámbito económico y han reducido los recursos
presupuestarios asignados al sector público, en particular en el ámbito de la salud. El papel de los
Estados se ha limitado (más o menos) a cuestiones de seguridad y a la represión de su propia
población, que a menudo exige justicia social y protesta contra la destrucción de su entorno vital.
En efecto, sometidos a los llamados Programas Revolucionarios, Anti imperialistas o a medidas
similares, Estados de todo el mundo han sido testigos de la destrucción de nuestros servicios
públicos (educación, salud, agua, transporte, etc.) y de sus Sectores De Mas Bajos Recursos
(supresión de las ayudas a los campesinos familiares, liberalización del mercado alimentario, etc.),
indispensables para garantizar el disfrute de los derechos humanos por parte de sus poblaciones sin
discriminación alguna, así como de la Nacionalización de estos sectores. Además, Hemos sido
obligados de manera subliminal y hasta bajo presión a abandonar todo control sobre los precios e
intercambios, y a promover la libre circulación de capitales. Impuestos desde la década de los años
70 a los países endeudados del Sur.
La pandemia global que afecta a nuestro planeta está incidiendo en los pilares de nuestra sociedad,
ya hablemos de elementos económicos, políticos, de convivencia social, o sobre los derechos
humanos. Muchas de las acciones que se toman tanto en las políticas internas como en el ámbito
internacional buscan mitigar el contagio del virus. Como cualquier tipo de medidas, tienen
consecuencias en las relaciones sociales y el mercado laboral, pero también en la movilidad humana
y los flujos transfronterizos.
¿Cómo se está viviendo y cómo se presume que esta pandemia afecte a la realidad de los derechos
humanos de las personas migrantes y refugiadas?
En la actualidad existen centros de detención en todo el mundo. En Venezuela Mayormente tienen
Que dormir En Aeropuertos y Estaciones Hasta Ver como resuelven su situación las cuales nadie
les da información y estan expuestos a extorsiones, matraqueo incluso abuso y violaciones de sus
derechos.
Esta situación, lamentablemente, no se ha extendido por igual a todos los países. Las condiciones de
hacinamiento que se viven dentro de estos centros ponen en riesgo a las personas. De igual manera,
la convivencia y las posibilidades de contagio pueden ser otro elemento a sumar en el caso que se
planteen alargar los internamientos.
La práctica de las deportaciones ha seguido siendo moneda habitual en algunos países, aun sabiendo
los riesgos de contagio que asumen, no solo las personas deportadas, sino los países receptores. Sin
embargo, los mecanismos de detención dejan abierto un debate en el que se debe de poner a la
persona en el centro.
Debido a la pandemia la ida a otros países no se a permitido debido a estos no estan permitiendo la
llegada de los mismo por lo menos Brasil, Ecuador No Permiten la llegada de venezolanos de
manera legal para evitar contagio, Otros países como Perú, Chile Argentina Sus Medidas Además
Por la pandemia, Por las condiciones económicas (plazas De trabajo es mayor para indocumentados
por la poca paga) o condiciones sociales y culturales.
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El cierre de fronteras presenta una situación de vulnerabilidad para aquellas personas que han
quedado atrapadas en aeropuertos o pasos fronterizos, familias divididas, atrapadas en lugares de
tránsito, sin apenas medios para sobrevivir, en ocasiones sin conocer el idioma o la legislación
local.
La falta de recursos para acceder a internet también ha provocado que el aislamiento haya llegado a
muchos hogares sin suficientes medios económicos y conocimientos técnicos, incluso para atender
las tareas escolares de sus hijos e hijas.
En no pocos debates se pone en tela de juicio hasta dónde los criterios sanitarios priman sobre las
restricciones a la movilidad, o el mismo criterio económico. Quizá sea pronto para lanzar esta
pregunta, aunque ya comienza a aparecer en el debate público: ¿Se pueden poner en una balanza las
muertes provocadas por la enfermedad y las secuelas que la enfermedad deja en nuestro organismo
con el coste emocional y económico que produce el confinamiento?
El colectivo denuncia que no tiene opción de dejar sus trabajos y quedarse en sus casas, cuando
hablamos de derechos humanos, la dignidad, en este caso de las personas migrantes y refugiadas, el
derecho a la vida y la protección en situación de vulnerabilidad deberían ocupar un lugar central.
En el marco de la emergencia humanitaria compleja que afecta a Venezuela desde hace varios años,
el viernes 13 de marzo, luego que el gobierno de Nicolás Maduro reconociese la existencia de 2
casos de COVID-19, se dictó el estado de alarma en Venezuela. El estado de alarma es una de las 4
modalidades de estado de excepción contempladas en la Constitución venezolana (art. 338 y ss). De
acuerdo con el texto constitucional el estado de alarma supone que se “produzcan catástrofes,
calamidades públicas u otros acontecimientos similares que pongan seriamente en peligro la
seguridad de la Nación o de sus ciudadanos y ciudadanas” y tendrá una duración de 30 días
prorrogables por otros 30. Lo particular del caso venezolano en este punto es que el país, a la fecha
en que se dictó el estado de alarma, ya estaba bajo otra modalidad de estado de excepción, en este
caso, el de emergencia económica, desde enero de 2016. Ello se debió a razones políticas, esto es,
para poder dictar leyes sin necesidad de la Asamblea Nacional, que, en diciembre del año anterior,
el partido de gobierno había perdido. Esto quiere decir entonces, que se solapan dos estados de
excepción, uno por causas políticas, totalmente inmotivado y arbitrario, y otro justificado por una
pandemia.
Otra particularidad del caso venezolano es que la Constitución señala que, una vez declarado el
estado de excepción, el mismo debe ser sujeto a la autorización de la Asamblea Nacional dentro de
los 8 días siguientes (art. 339) y una vez verificada la misma, se pasa al examen de su
constitucionalidad por parte de la Sala Constitucional. Sin embargo, desde la declaración del estado
emergencia económica ello no ha ocurrido por cuanto la Sala Constitucional declaró el desacato de
la Asamblea Nacional, por incumplir una decisión de la Sala Electoral, y sin base normativa alguna
ni tener la competencia para ello, suspendió todas las atribuciones de la Asamblea, aprobando por
su cuenta los decretos de estados de excepción desde ese momento.
Hemos de acotar, además, que la Ley Orgánica sobre estados de excepción señala que el decreto
debe ser publicado en la Gaceta Oficial “en el más breve plazo”, pero al momento de escribir estas
líneas (31 de marzo), ello todavía no ha ocurrido, y lo que ha pasado es que por las redes sociales se
ha hecho pública una versión que no se encuentra en el portal oficial de la imprenta nacional que es
el órgano competente, dejando a la población en un estado de desinformación generalizado. Por
ello, a
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los efectos de este informe asumimos como oficial esta versión no desmentida por los medios
gubernamentales. De acuerdo con el texto constitucional si bien un estado de excepción supone la
limitación de derechos, la misma también expresa (art. 337) que no pueden ser limitados el derecho
a la vida, la prohibición de incomunicación y de tortura, el derecho al debido proceso, el derecho de
información y “los demás derechos intangibles”. Estos derechos intangibles, de acuerdo con el
artículo 6 de la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción son los siguientes: el derecho al
reconocimiento a la personalidad jurídica, la protección de la familia, la igualdad ante la ley, la
nacionalidad, la libertad personal y la prohibición de la práctica de desaparición forzada de
personas, la integridad personal (física, psíquica y moral), la prohibición de ser sometido a
esclavitud y servidumbre, la legalidad y el principio de irretroactividad de las leyes, el amparo
constitucional, la participación, el sufragio y el acceso a la función pública.
Las libertades restringidas por el estado de alarma, de acuerdo con el decreto ya mencionado, serían
la del libre tránsito (art.7), lo que incluye tanto la limitación personal como del tráfico aéreo, el
ejercicio de actividades económicas (art. 8), quedando la mayoría suspendidas salvo las exceptuadas
en el decreto (art. 9), igualmente las actividades educativas públicas y privadas (art. 11) y la libertad
personal para aquellas personas sujetas al régimen de cuarentena (art. 23 y ss.). Lo preocupante del
decreto, es que a pesar de que la Constitución señala que deben regularse en el mismo las
limitaciones a los derechos restringidos, en el caso de la libertad de tránsito ello no ocurre, por lo
que las restricciones que se han efectuado se han hecho sin base normativa para ello.
Adicionalmente, se han impuesto otras medidas fuera del marco del decreto, como la declaración
del “distanciamiento social” a partir del 17 de marzo que en definitiva ha supuesto un toque de
queda, sin horarios ni límites precisos. Del mismo modo, aunque en el decreto se exceptúa de la
suspensión las actividades vinculadas al transporte y expendio de combustible, lo cierto es que, en
todo el país, incluyendo la capital (lo que es una situación inédita), se ha impuesto un racionamiento
de combustible. Además, a pesar de que según el decreto las autoridades estatales y municipales
deben prestar su “apoyo” a las medidas, en los hechos han asumido inconstitucionalmente
competencias respecto a los límites del libre tránsito, el horario comercial y la distribución del
combustible, en un caos normativo tal que incluso gobernadores han declarado por su cuenta
“estados de alarma” y en otros casos los alcaldes has impuesto limitaciones arbitrarias mucho más
allá de lo dicho en el decreto10, al punto de establecer sanciones al margen del principio de
legalidad.
Finalmente debe destacarse que en el decreto de estado alarma, dentro de las áreas exceptuadas de
la suspensión de actividades no están los medios de comunicación social, a pesar de que el derecho
a la información es uno de los que la Constitución señala como no susceptibles de suspensión, lo
que ha llevado en algunos casos a impedir a periodistas transitar por las vías públicas. Aparte de
estas arbitrariedades gravísimas en el marco normativo, se han detectado las siguientes violaciones
a los derechos humanos:

1. Se ha mantenido la represión política previa, al punto de haberse realizado, a la fecha, en el


marco del estado de alarma 20 detenciones por motivos políticos. También sigue el patrón de
desapariciones y detenciones arbitrarias de familiares o relacionados con políticos perseguidos.
2. A las detenciones políticas se han agregado las de personal sanitario y periodistas por dar
información sobre la mala situación del sistema de salud pública del país o por simplemente
informar sobre casos de COVID-19.
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3. A pesar de ser el estado de alarma originado por una pandemia, el racionamiento de combustible
es tan arbitrario que se ha llegado a negar a médicos y enfermos crónicos (como los que necesitan
diálisis18), lo que pone en riesgo la vida de estos últimos. Esto también afecta a los productores
agrícolas que no pueden trasladar alimentos por no tener acceso al combustible.
4. En el estado Lara, personas puestas en cuarentena, niños entre ellos, por ser sospechosas de
portar el virus, fueron llevados fuera de sus casas sin proveerles de alimentos.
5. A pesar de la terrible situación de los privados de libertad y de que los mismos son sujetos de alto
riesgo, el poder judicial no sólo suspendió sus actividades, sino que además no contempló política
alguna para permitir la liberación de detenidos con condiciones crónicas, medidas humanitarias en
general o el pase de detenidos en calabozos policiales a establecimientos penitenciarios.
6. Los Tribunales solo estarán a derecho los días de flexibilización, es decir, una semana si y otra no
y en este periodo se atenderán los casos especiales por disposición del estado.
7. El poder judicial se ha limitado a suspender sus actividades dejando sólo los juzgados de guardia
en materia penal, sin dar posibilidad a que los ciudadanos interpongan amparos a pesar de que la ley
permite que los mismos puedan ser interpuestos por vía electrónica.
8. Se están realizando pruebas de despistaje del virus a través del carnet de la patria lo que resulta
discriminatorio para la población del país que no posee dicho documento.
A finales de junio, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hizo un llamado de atención
sobre los obstáculos para ejercer la libertad de expresión y el derecho a la información en
Venezuela: se ha documentado el cierre de operaciones de uno de los principales servicios de
televisión por suscripción, el bloqueo de medios digitales, y la detención de periodistas y personal
de salud que ha informado sobre la evolución del coronavirus en el país. Se trata, como señala el
organismo, de un “cierre del espacio cívico”, situación que obstaculiza el “ejercicio del rol
democrático”.
En tiempos de pandemia, los venezolanos están aún más desconectados. El 19 de mayo de 2020,
muchos televidentes encontraron, sorpresivamente, una alerta en sus pantallas: “Sin señal del
satélite”, Cerca de 1,9 millones de suscriptores pasaron a tener fuera de órbita su servicio de
televisión por suscripción. Ese día, Directv apagó su señal para Venezuela. Según varias versiones,
la empresa estadounidense decidió retirar su operación local debido a las sanciones impuestas por el
gobierno de Estados Unidos y por la ausencia de acuerdos con autoridades venezolanas.
Casi 10 millones de familias asistieron a la escena en la que ocurrió la reducción de la oferta
informativa y de entretenimiento para los venezolanos: el cese de la señal del único servicio satelital
que cubría 45% del mercado de TV paga a escala nacional. Esta no solo era la empresa más grande
del sector de telecomunicaciones, también arropaba toda la geografía nacional, incluso llegaba a
zonas donde no hay rastros de los servicios de internet, telefonía fija o señal para celulares.
La noche anterior al apagón de Directv, en una alocución televisada, las autoridades nacionales
reportaron que Venezuela acumulaba 618 casos de contagios por el nuevo coronavirus. Para ese
momento, en términos numéricos, el impacto del virus era mucho menos agresivo que en el resto de
los países de la región.
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Aunque los números eran bajos, las cifras de casos reportados por Covid-19 no eximían a
Venezuela. El Global Health Security Index lo ubicó como el país de mayor riesgo en América y
uno de los 21 con altas vulnerabilidades en el mundo. En abril, Naciones Unidas lanzó el Plan
Global de Respuesta Humanitaria Covid-19 para atender a más de 20 países con emergencias
sanitarias, incluida Venezuela.
Para el momento del apagón de Directv, la nación sudamericana cumplía una cuarentena estricta.
Solo operaban algunos sectores priorizados, como mercados, farmacias, establecimientos de comida
y otras entregas a domicilio. El resto de la población cumplía, por lo menos oficialmente, medidas
de distanciamiento social y de confinamiento. Mientras tanto —así fue en Caracas—, algunos
comercios trabajaban a todo riesgo evadiendo las medidas del Estado de alarma dictadas por el
gobierno.
Era una época de estadías prolongadas en casa. Más de 17 millones de venezolanos, que suma un
poco más de la mitad de población nacional, disfrutaban de los servicios por suscripción. De ellos,
9,5 millones encendían sus televisores conectados a la señal de Directv: 4 de cada 10 familias,
según registros oficiales. Con el control remoto de Directv, los usuarios podían hacer zapping,
encontrar versiones plurales en torno a la pandemia y una diversidad de contenidos que se extendía
por más de 100 canales. Ahí también se contaba una veintena de medios nacionales, públicos y
privados, en los que la voz predominante era la gubernamental.
Su parrilla incluía una amplia oferta de medios extranjeros, aunque su programación había
mermado en los últimos 15 años. Las medidas de censura impuestas por la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (Conatel) obligaron, a esta y a otras empresas, a retirar del aire cerca de 10
canales internacionales entre 2009 y 2019. La mayoría de ellos era estaciones de noticias como
CNN en español, NTN24 de Colombia, o la Televisión Nacional de Chile. Estos y otros medios
fueron silenciados de manera definitiva; otros como Antena 3 o la Deutsche Welle fueron
removidos temporalmente, por transmitir contenidos políticos que el gobierno consideraba
sensibles.
Estas medidas significaron una vulneración a los derechos a la información y la libertad de
expresión, que se consagran en los artículos 57 y 58 de la Constitución de Venezuela. Pero, a pesar
de estos cortes en los catálogos de canales, las señales privadas eran una alternativa para el
consumo de contenidos diversos en Venezuela. Esto era así no solamente en las zonas urbanas o en
las principales ciudades del país. La TV paga se extendía, incluso, en los estados con mayor
ruralidad, como Amazonas, la zona indígena más extendida del territorio nacional, donde la
televisión privada alcanzaba 134% por cada 100 hogares. En ese estado había 40.000 suscriptores
en los servicios de televisión, mientras que los servicios de internet fijan o convencional solo
sumaban 19.000 clientes.
Los medios digitales tampoco podían ser una opción para compensar la ausencia de diversidad
informativa en los medios audiovisuales. El confinamiento impuso un desafío para los ciudadanos:
adaptarse y sobrellevar un plan de trabajo o estudio a distancia en un país con una penetración de
internet de 59% por cada 100 habitantes. Este porcentaje indica que la brecha digital se extiende
entre 4 de cada 10 venezolanos. Además, consumen contenidos con una precaria velocidad de
conexión a internet. En promedio nacional, el índice de navegación es inferior a 1,5 megabit por
segundo, una cifra que es cuatro veces menor al promedio de América Latina, de acuerdo con la
Comisión Económica para América Latina y El Caribe y el Laboratorio de Mediciones de Internet
(MLAB).

Los usuarios todavía lidian con fallas constantes en los servicios de internet fijo y móvil que
ralentizan la experiencia digital. Son frecuentes las interrupciones del servicio eléctrico que
desconectan a las familias durante buena parte del día. Durante mayo, por lo menos 20 de los 23
estados del país sufrieron apagones de internet. Además de las fallas técnicas, también hubo
medidas que afectaron el acceso a información diversa. El 15 de mayo, Runrunes, un medio digital
informativo, empezó a experimentar bloqueos desde Cantv, una empresa estatal que abarca 80% de
la torta de los servicios de conexión fija. Este sitio web que además soporta una de las cuatro
escasas unidades de periodismo de investigación que quedan en el país se sumó a la lista de 139
sitios web bloqueados en Venezuela entre 2019 y 2020, según el Observatorio Abierto de
Interferencia de Internet (OONI) y el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS Venezuela).
En ese registro ya han entrado los principales medios con fines periodísticos del país.
“Obtener información fiable sobre el brote de la Covid-19 puede ser un salvavidas”, ha insistido la
Unesco, pero en Venezuela la prensa tampoco ha sido una opción para tender puentes entre las
noticias y los ciudadanos. Al menos 17 periódicos dejaron de circular durante la cuarentena.
Algunos de ellos retomaron sus operaciones y, para el 1 de julio de 2020, solo estaban en la calle 22
diarios. La mayoría de ellos imprimen a modo de sobrevivencia, circulan con pocas páginas, con un
tiraje bajo y no salen todos los días. Lo hacen una, dos o tres veces por semana, con restricciones de
insumos o gasolina que limitan el transporte.
La Covid-19 tomó a Venezuela en medio de una profunda crisis, por razones políticas y
económicas, en el ecosistema de medios impresos. El país contaba con 109 periódicos en 2013, pero
esa lista se ha achicado. Para 2020, 87 periódicos han desaparecido, algunos han dado el salto a la
web y otros han claudicado en el camino.
Los vacíos informativos se hacen cada vez más profundos. Así se puede percibir en los 11 estados
donde ningún medio circula de manera impresa. Los kioscos de periódicos han cambiado su razón
de ser y eso es lo que menos venden. Esto pasa en las provincias de Amazonas, Apure, Cojedes,
Delta Amacuro, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa, Sucre, Trujillo, Vargas y Zulia.
Pocos medios impresos, estaciones de radio, televisión y medios digitales mantienen la cobertura de
la pandemia. Los periodistas reportean pese a los obstáculos con los que operan sus casas
editoriales, pero estas no son las únicas limitaciones.
En las calles han conseguido otras restricciones para informar sobre la Covid-19. Entre el 12 de
marzo y el 5 de junio hubo ocho detenciones arbitrarias de periodistas, según IPYS Venezuela. Las
prohibiciones para cubrir la pandemia han venido, principalmente, de los cuerpos de seguridad del
Estado, y varios de los reporteros han quedado con causas judiciales abiertas luego de haber sido
arrestados. Esta situación no solo se trata de una vulneración de la libertad personal, que se sustenta
en el artículo 44 de la Constitución, sino que también constituye una amenaza para las garantías del
ejercicio del periodismo, según lo establecen los estándares interamericanos de libertad de
expresión, publicados por la Organización de Estados Americanos.
Pero los periodistas no han sido los únicos. Espacio Público, una ONG de libertad de expresión, ha
documentado cuatro detenciones arbitrarias de médicos, enfermeros y bioanalistas, quienes se
atrevieron a denunciar la crisis de salud y las deficiencias para atender la emergencia por la Covid-
19.
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Para la Organización de Naciones Unidas, la detención en tiempos de coronavirus impone un doble


castigo, considerando los grandes riesgos de propagación de enfermedades en centros de detención.
Además, David Kaye, relator especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de
opinión y de expresión, instó a los gobiernos a liberar a todos los periodistas encarcelados en el mun
y a detener la criminalización del periodismo. Pese a eso, en Venezuela continúan los arrestos y los
obstáculos para quienes ejercen el derecho a informar.
La absoluta falta de preparación del sistema de salud venezolano para la llegada de la pandemia de
Covid-19 agudiza el riesgo para la salud de los venezolanos y podría contribuir a una propagación
regional de la enfermedad, señalaron hoy Human Rights Watch y los Centros de Salud Pública y
Derechos Humanos y de Salud Humanitaria de la Universidad Johns Hopkins. Es fundamental
asegurar que llegue suficiente ayuda humanitaria al pueblo venezolano de manera urgente.
La crisis humanitaria, política y económica en Venezuela ha provocado la mayor migración de la
región en las últimas décadas. Más de cinco millones de venezolanos se han ido del país, y han
llevado consigo enfermedades que habían sido erradicadas en la región, como el sarampión. Los
sistemas de salud de países vecinos ya están sobrepasados intentando atender las necesidades de
salud de los exiliados venezolanos. Si bien varios miles de ciudadanos venezolanos recientemente
decidieron regresar a Venezuela por las paupérrimas condiciones en que vivían en el exterior, es
improbable que el éxodo se detenga y el brote de coronavirus en Venezuela agravará todavía más la
situación.
Las autoridades venezolanas han adoptado algunas medidas para, en teoría, intentar responder a la
pandemia. El 13 de marzo el gobierno declaró el estado de emergencia y el 17 de ese mes dispuso
una cuarentena en todo el territorio nacional, que limita la circulación y dispone el cierre de
actividades no esenciales. Quienes hacen que se cumpla con la cuarentena son la policía, incluyendo
una fuerza especial llamada FAES implicada en el pasado en ejecuciones extrajudiciales, las
Fuerzas Armadas y grupos armados partidarios del gobierno, llamados “colectivos” en Venezuela.
Según organizaciones locales, esto ha dado lugar a detenciones arbitrarias y hostigamiento de las
comunidades Abusando de manera directa contra los derechos humanos bajo una falsa seguridad
anti pandémica.
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Conclusión

En Venezuela la crisis humanitaria y el colapso directo impuesto sobre los derechos humanos
preexistente ha sido potenciada por la pandemia y aunque algunas de las medidas para enfrentar la
misma, como la cuarentena, se encuentran justificadas, el marco normativo implementado, ha sido
deficiente, confuso y caótico, en perjuicio de los derechos humanos, afectándose derechos que no
son susceptibles de suspensión. En síntesis, lamentablemente se están dando las condiciones para
que el impacto de la enfermedad tenga consecuencias nefastas para la población.
La negativa a publicar datos epidemiológicos por parte de las autoridades debilita
significativamente su capacidad de respuesta ante la pandemia. También contribuye a la pobre
respuesta estatal el hostigamiento y persecución de periodistas, profesionales de la salud y otros
individuos que cuestionan y alertan sobre el deterioro de las condiciones en los hospitales, la
escasez de petróleo y la propagación de la Covid-19. Además, las autoridades continúan sin asumir
su responsabilidad por el colapso del sistema de salud, atribuyéndole absoluta responsabilidad a las
sanciones estadounidenses cuando el desastre humanitario en Venezuela es previo a las sanciones.
Pero para que la ayuda llegue efectivamente al pueblo venezolano, la máxima responsabilidad recae
en las autoridades que responden a Maduro, por ello hay que presionarlas para que le garanticen
pleno acceso al Programa Mundial de Alimentos y permitan que los actores humanitarios y médicos
puedan trabajar sin temor a represalias”.

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