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Recostado en su cama, con los primeros rayos del sol entrando por entre las cortinas, el

estaba despierto hace mucho; pero, así recostado cerraba sus ojos con fuerza, esperaba unos
minutos e intentaba abrirlos. El momento que los abría se desilusionaba y volvía a cerrarlos
con más fuerza. Podía pasar horas en este abrir y cerrar de ojos. Por mucho que lo deseara,
ese día estaba despierto y está fuera de sus manos la decisión que tanto añora poder tomar.
“Realmente no importa todo lo que pase después de abrir mis ojos, algunas cosas no estarán
donde pensé que estaban, otras reaparecerán, los tiempos se dilatan y contraen; y yo, salgo
disparado a todos los rincones de mi realidad sin un suelo que pisar” pensó mientras,
sentado en su cama, tanteaba el suelo con su pie para dar con sus pantuflas.
Por la ambigüedad de sus días, se pasaba caminando de habitación en habitación sin una
ruta, ó a veces con una ruta que olvidaría al llegar al marco de la puerta. Cuando no se veía
perdido en su océano de incertidumbre, llegaba eventualmente a su sillón al lado de un
equipo de sonido. “Las ventajas de la varar solo es que puedo escuchar lo que quiera sin
que nadie se moleste; y aún más importante, me moleste.” Se decía a si mismo cada vez
que se dejaba caer en el sillón marcado por su cuerpo y escogía alguna canción de su
biblioteca personal, que con ayuda de sus hijos, había digitalizado. Desde Janácek
Sinfonietta hasta All the Small Things, sus gustos se extendían por todo el espectro
musical, a pesar de que escuche unas cuantas canciones en repetición, cosa que solo los
muros de su hogar sabían. Ninguna parte de sus días podría entrar bajo la definición de
“rutina”, esto era imposible para él. Claro, a veces podían observarse patrones, ciertas
conductas que parecían repetirse para crear algo ligeramente estable, pero así como
aparecieron, desaparecían, tragadas por el caótico azar que definía los segundos de sus días.

“…Do you remember when


I told you this that night
That if you're by my side
When everyday begins…”

Durante esta canción, en específico, era el momento en el que el ruido de su cabeza lograba
calmarse aun que sea un poco. “Do you remember when?” pronunciaba a la par de los
versos de la canción. Era un trance que afinaba a su memoria para delimitar las vías del tren
del pensamiento. “¿Qué si yo me acuerdo cuando? Ó ¿Quién se acuerda cuando?”
Preguntaba en voz alta para nadie. La melancolía de la canción se pegaba en cada inhalo
que hacía, pronunciando sus cuestionamientos, quitando de a poco la neblina mental que
cubría a todas esas figuras moviéndose, haciendo un poco visibles algunas siluetas, sobras
en movimiento que, normalmente, se combinaban con las sombras de los muebles y
mezclaban pasado y presente en un mismo lienzo. Tras los versos y coros, la vista se le
concentraba y enfocaba en un solo punto, el teléfono empolvado.
No debería ser sorprendente que, dentro de toda la aleatoriedad de sus días, sorprenda a las
sombras de su cabeza con nuevas acciones. Otro día, en medio del mismo coro, se levantó y
cogió el teléfono. Los dedos recobraron memoria de los números consecutivos que armaban
el número que durante una vida consiente no se había atrevido a marcar. Sonó la llamada,
contestaron, un silencio y el golpe colgando la llamada. “Llamé al amor de mi vida por
teléfono, y cuando atendieron y escuché que era ella corté rápido. Me hizo bien saber que
no murió todavía” le dijo a las paredes, emocionado y comprometido con no olvidar. Le
alegró estar solo, escuchar su voz en el otro extremo de la línea le hizo considerar que ella
está lejos, disfrutando o sufriendo de su vida, ninguna de las cuales sería su culpa.
“…This house that we have made
Holds twenty-thousand days
And memories we've saved
Since life has lead us here…”

“¿Qué hice yo? ¿Dónde tengo guardadas las memorias?...”


*Repeat song*
“¿Qué hice yo? ¿Dónde tengo guardadas las memorias?...”

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