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Etica en La Sociedad en Tiempo de Pandemia
Etica en La Sociedad en Tiempo de Pandemia
Situaciones sociales que afectan la ética y moral del mundo actual que han logrado atravesar de
forma exitosa diferentes barreras y estar cada vez más presentes en espacios sociales como
núcleos familiares y escuelas, hasta inclusive irrumpir en las grandes esferas de la política y la
economía global.
La manera en que las personas actúan consigo mismas y con quienes les rodean, así como
sus derechos y responsabilidades reflejan hoy día una gran ausencia de consciencia moral.
La ética abarca todo un conjunto de principios, valores y creencias de tipo moral que
contiene cada ser humano en su interior y que se encargan de determinar su curso de acción
en los diferentes ámbitos de su vida diaria.
Es la ética esa pequeña voz inconsciente que señala lo que es correcto e incorrecto y define
a cada individuo cómo vivir una buena vida. No obstante, a pesar de la existencia de un
código de conducta ético, hoy día son innumerables los muchos problemas éticos que
presenta la sociedad global.
Comúnmente llamado el problema del relativismo cultural, hace mención a cómo los
principios éticos varían de una cultura a otra.
Uno de los principales problemas éticos existentes sea que no se tiene una única definición
respecto a qué es ético para cada cultura.
Globalización de la pobreza
El avance de las nuevas tecnologías y la globalización han logrado conectar al mundo como
nunca antes, sin embargo, han acrecentado las desigualdades sociales y concentrado las
riquezas en manos de una pequeña parte de la población.
De ahí que mientras unos poseen niveles de calidad de vida elevados, otros aún sufren
carencias básicas como falta de agua potable, hambre y educación.
Como menciona la Organización Mundial de la Salud, todo ser humano debe tener derecho
a disfrutar del grado máximo de salud que se pueda lograr y contar con un ambiente que le
permita cuidar de sí mismo física y mentalmente.
De ahí que la desigualdad en el acceso a la atención medica sea visto como un problema
ético de gran magnitud.
De igual forma que numerosos gobiernos siguen llevando a cabo prácticas de corrupción
sin importar las graves consecuencias éticas y económicas que esto conlleva para sus
ciudadanos.
Aumento del terrorismo y guerras
Atentar contra la vida de otras personas justificando hacerlo continúa siendo la premisa
fundamental de los grupos terroristas y algunos políticos, donde los primeros fundamentan
sus acciones en principios religiosos, y los segundos en la búsqueda de la seguridad global.
Sin embargo, cientos de miles de ciudadanos continúan siendo víctimas de dichas prácticas
y atentados. La constante pérdida de civiles se ha convertido en un grave problema ético en
la actualidad.
Como señala Hutt (2016), las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado en
un 80% desde los años setenta, al igual que las concentraciones de dichos gases en la
atmósfera se encuentran más altas hoy que nunca en la historia.
Esta crisis señala la gran falta de ética medioambiental que los ciudadanos poseen en la
actualidad, ya que todos los problemas que presenta el planeta hoy día como
contaminación, calentamiento global, lluvia ácida, deforestación y el efecto invernadero
han sido ocasionados por el estilo de vida mayoritario.
Discriminación
El rechazo por motivos de raza, identidad o cultura, de igual forma la discriminación por la
preferencia de determinadas orientaciones sexuales, o el odio a los extranjeros, continúan
siendo problemas éticos importantes en la actualidad.
Crueldad animal
Hoy día a pesar del largo camino que han recorrido las organizaciones protectoras de los
derechos de los animales es mucho lo que falta por hacer.
Cientos de animales son utilizados cada año para experimentos científicos, militares y
sexuales siendo la mayoría de los animales sacrificados o lesionados.
A pesar de que las campañas de cero crueldad animal han obtenido grandes logros,
numerosas empresas continúan utilizando animales indefensos en pruebas inhumanas.
Si bien ya existe toda una rama de estudio que analiza la perspectiva ética y moral de la
medicina y la biología, la fecundación in vitro y la manipulación genética constituyen
serios problemas éticos de la actualidad.
La búsqueda del ser humano perfecto y la alteración de sus genes con el objetivo de
mejorar la especie humana modificando el patrimonio genético de un ser vivo, ha sido visto
como un crimen contra la dignidad humana.
La tecnología ha logrado abrir nuevos horizontes, de igual forma que ha conectado a miles
de personas rompiendo las barreras fronterizas del espacio.
Sin embargo, se está observando cada vez más el uso de la robótica y la incorporación de
máquinas en las industrias y empresas con el propósito de efectivizar la producción, un
hecho que está generando pérdidas de empleo y de capital humano valioso.
El creciente uso de la inteligencia artificial es visto como un gran problema ético ya que el
ser humano ha pasado a un segundo plano y se perderán millones de empleos.
En cierto sentido, son problemas con los que las sociedades tienen que lidiar todo el
tiempo: cómo equilibrar las diferentes y, algunas veces, contrapuestas necesidades de su
población.
Aunque nuestro conocimiento sobre el virus Cov-2 ha aumentado sustancialmente desde
que se desató el brote hace seis meses, aún hay incógnitas que se están tratando de
responder.
Lo que hace que la cuestión de la pandemia sea tan grave es la escala del problema y la
necesidad de hacer concesiones muy difíciles.
Eso implica hacer sacrificios y buscar soluciones intermedias entre el bienestar de unos y
de otros. Por ejemplo: entre las personas en riesgo de contraer covid-19 versus otros
miembros de la sociedad y los efectos en su bienestar desde la perspectiva económica y de
empleo.
En adición, hay desafíos muy grandes debido a la incertidumbre que existe. Una de las
razones que hace esta pandemia tan compleja es que los problemas que está suscitando no
son los problemas estándar con los que los gobiernos están acostumbrados a encarar.
Obviamente, las enfermedades infecciosas y los temas de salud pública son asuntos con los
que los gobiernos están relativamente familiarizados, aunque no siempre sean simples de
enfrentar.
Pero estamos ante una nueva amenaza que trae muchos desafíos e incertidumbre sobre los
beneficios, así como también sobre los costos, de las distintas maneras de responder a ella.
Por ejemplo: las diversas formas de confinamiento y de distanciamiento social.
En el artículo se plantea que los esfuerzos internacionales buscan preservar la vida. "¿Pero
la vida de quién? ¿un enfermo que sufre de covid-19, un paciente con cáncer, una
persona que pierde su trabajo?" Es un dilema inmenso para enfrentar en tan corto
periodo de tiempo desde que comenzó el brote ¿no?
Dado el número de decisiones que los gobiernos tienen que tomar y de lo cambiante de la
situación que están enfrentando, es inevitable que no opten por algo determinado.
Y podrían llegar a tomar resoluciones que serán criticadas y que podrían terminar siendo, a
la luz del conocimiento adquirido con posterioridad, no las mejores opciones.
Por eso, tienen que estar preparados para cambiar de idea, para revisar sus puntos de vista a
medida que la ciencia evoluciona y para admitir que tomaron una decisión que no fue la
mejor.
Cuando hablamos sobre lo que deberíamos hacer, sólo llegaremos a una respuesta con una
serie de hechos y un conjunto de valores éticos.
"La ciencia tiene que estar en el centro de la toma de decisiones pero no te puede decir, por
sí sola, qué decisión tomar. Eso se debe hacer sobre la base de la ética".
La ciencia no genera valores éticos, la ciencia nos ayuda a entender los hechos.
Cuando queremos actuar en relación a ellos: ¿qué deberíamos hacer?, aparecen los valores
éticos.
Por esa razón la ciencia no nos puede decir qué hacer o que deberíamos hacer, la ciencia
sólo nos puede decir qué pasaría si actuamos de determinadas maneras.
Nosotros tenemos que decidir cómo balancear diferentes valores éticos que podrían estar en
riesgo: cuál es el más importante, a cuál le vamos a dar prioridad, cuál precio estamos
dispuestos a pagar y cuál no, y, entonces, tomar una decisión.
Considero que es profundamente engañoso sugerir que la ciencia, en sí misma, es la base de
la toma de decisiones.
La ciencia tiene que estar en el corazón de la toma de decisiones pero no te puede decir, por
sí sola, qué decisión tomar. Eso se debe hacer sobre la base de la ética.
Un se señala que "el momento más complicado aún está por venir", pues nos esperan más
decisiones éticas difíciles que van más allá de los confinamientos, por ejemplo: quiénes
recibirán las primeras vacunas. "No sabemos todavía qué tolerará la gente, qué harán". En
relación a eso, hay personas que sienten que los confinamientos han afectado sus derechos.
¿En este contexto, es difícil llegar a la decisión con la que todos estemos satisfechos?
La política está familiarizada con la idea de que no puedes complacer a todo el mundo.
Las medidas para evitar la propagación del coronavirus han tenido impacto en los
diferentes grupos de edad.
Uno de los aspectos interesantes es que en las fases iniciales de la pandemia, en muchos
países, hubo un amplio apoyo hacia las acciones tomadas por los gobiernos, en algunos
casos dramáticas y con un impacto significativo en las vidas de las personas.
Pero algo que se está volviendo evidente es que a medida que pasa el tiempo, parte de ese
apoyo se ha disipado y hay más división sobre lo que debe pasar: algunos están a favor de
continuar con las restricciones para evitar otras olas (de contagios); otros creen que los
gobiernos no pueden seguir imponiendo restricciones y deben relajar las medidas para que
la economía se recupere.
Lo que los científicos han descubierto sobre el covid-19 en los 6 primeros meses de la
pandemia
Esa es una de las razones por la cual los gobiernos están en una creciente presión para
flexibilizar las medidas que tienen que ver con los confinamientos, pero, hasta que no haya
una vacuna, la potencial consecuencia de eso es que hayan olas de infecciones, como
hemos visto en Europa y en otras partes.
Hay una gama de razones por las cuales algunas de las decisiones más difíciles están por
venir.
Claramente hay algunas respuestas que no son razonables y que debemos rechazar,
incluyendo las que se apartan significativamente de una comprensión científica de lo que se
pone en riesgo o de lo que puede ser útil.
Por ejemplo, quienes rechazan las mascarillas o quienes sugieren medidas que no tienen
una base científica o que la ciencia ha demostrado que son perjudiciales.
Cómo las mascarillas no sólo evitan la propagación de covid-19, sino que pueden reducir
los síntomas en caso de infección
Considero que es importante criticar cuando gobiernos o personas que hablan en público
recomiendan cosas que son irrazonables.
Es tiempo de tomarse muy en serio los valores de la ética cívica compartida (libertad
responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo).
No se va a entender que haya grandes desigualdades de ingresos entre los ejecutivos y los
empleados de base de una misma empresa. No se va a tolerar que los políticos estén más
pendientes de las elecciones, que del bien común.
Es urgente que desaparezcan los paraísos fiscales y otros recursos fraudulentos para que
todas las empresas y ciudadanos contribuyan con sus impuestos al sostenimiento de la salud
pública, de la educación pública, del sistema de pensiones de jubilación público y de los
demás sistemas de protección social.
Necesitamos hacer frente, todos unidos, a futuras pandemias y a los efectos terribles del
cambio climático que ya estamos sufriendo, y que irá a peor. Es importante que los
gobiernos sean más responsables, pero también las empresas (Responsabilidad Social
Empresarial), las organizaciones humanitarias y la ciudadanía en general. Necesitamos una
ética de la responsabilidad compasiva, es decir: actuar con mucha atención a las
consecuencias (positivas y negativas) de lo que hacemos, pero dando prioridad a las
consecuencias sobre las personas más necesitadas.
Hay que empoderar a todas las personas, para que sean menos vulnerables. Y también hay
que revertir los daños causados al medio ambiente, porque en ello nos jugamos la
supervivencia como especie.
Segundo, debemos hacer un uso racional de los recursos disponibles, sin despilfarros de
comida, sin gastos arriesgados como apuestas y juegos de azar, etc.
Tercero, ayudar a los demás en la medida que esté en las propias manos, empezando por
las personas más necesitadas (vecinos que viven solos, familiares que pasan apuros
económicos, amigos que necesitan compañía y consuelo, etc.).
Quinto, comprometerse, cada uno en la medida de sus posibilidades, en hacer avanzar los
Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (agenda 2030).
Sexto, descubrir que todos podemos aportar algo a los que nos rodean, que todos somos
valiosos para el bien común; disponernos a dar esa aportación como personas, como
ciudadanos y como profesionales, dando el mejor ejemplo que seamos capaces de dar.
Las crisis sacan a la luz lo mejor y lo peor de todas las personas. Todos llevamos dentro un
héroe y un gorrón. Yo escribo desde la sociedad española, y pienso que como sociedad
estamos respondiendo de un modo muy aceptable: la mayoría está haciendo lo que está en
su mano para que esto pase pronto y con el menor daño posible.
Siempre hay quien hace más sacrificios y quien hace menos, pero la mayoría hace los
sacrificios que son pertinentes en estos momentos. También hay personas que se dejan
llevar por sus miedos y la pagan con el prójimo: maltratos, delitos, mensajes de odio y
bulos malintencionados, etc. Con estas personas hay que tener cuidado: por un lado, hay
que denunciar abiertamente que lo están haciendo mal, pero por otra parte no hay que
excederse en castigos que puedan llegar a ser crueles o vengativos, sino intentar que esas
personas recobren la calma y el sentido común, intentar persuadirles de que tienen
cualidades positivas que podrían aportar buenos frutos a la comunidad.
Como lecciones éticas que deben extraerse, la principal es que el ideal de persona
autosuficiente, ególatra, que busca por su cuenta lograr el éxito económico, incluso a costa
de pisar a otros, es una imagen que debemos expulsar de nuestras vidas para siempre. El ser
humano no es, ni debe ser (como decían los economistas) un maximizador del propio
beneficio, sino que es y debe ser una persona cooperante y compasiva, que además de mirar
por la propia vida, mira por el bien general. Nos necesitamos los unos a los otros, somos
inter-dependientes desde que nacemos hasta que morimos. Tenemos obligaciones mutuas,
además de derechos individuales. Nadie debería quedar relegado, marginado, excluido. No
es tiempo de viajar como polizón en la nave espacial Tierra, sino de contribuir —cada cual
en la medida de sus posibilidades— a que la convivencia sea justa, armoniosa, ecológica,
sensata, satisfactoria para todos y todas.
Necesitamos un compromiso mayor con los valores de la ética cívica compartida (libertad
responsable, igualdad cívica, solidaridad universalista, respeto activo, actitud de diálogo),
que debe ser cuanto antes una ética mundial, compatible con éticas locales que no sean
contrarias a estos valores básicos.
En términos generales, es un tiempo más que propicio para que echemos mano de viejos
conceptos éticos. Hoy más que nunca adquieren sentido palabras (principios, valores) como
empatía, justicia, responsabilidad y bien común. Ante un problema de implicaciones
globales, para toda la especie, solamente cabe esperar respuestas que contribuyan a
aminorar el sufrimiento social, de todos los sectores, no solamente de algunos. Es obvio,
por tanto, que todos y todas tenemos una cuota de responsabilidad y que la apremiante
situación nos urge a pensar en nuestro bienestar y en el del prójimo.
Hoy es un buen momento para que tomemos nueva consciencia de los muy perniciosos
efectos del empobrecimiento y de la desigualdad social; es momento propicio para que
reivindiquemos la dignidad humana como valor de corte universal.
¿Con respecto a la crisis y a sus efectos, ¿cuáles valores contribuyen a mejorar las
condiciones actuales?
Lo que hace unos días parecía sólido ha entrado en declive: el sector financiero, que parecía
imparable y, que ahora el Estado tuvo que salir a su rescate ¿no ahorraron lo suficiente? Si
en Colombia los bancos y demás entidades financieras en los 5 primeros meses de 2019
habían reportado ganancias del orden de los 9 billones de pesos, según la Superintendencia
Financiera. Y ahora necesitan del Estado, para medianamente sostener políticas de alivio
para sus clientes y poder apoyar la crisis con créditos.
El virus no discrimina si somos ricos o pobres. A todos nos envía al confinamiento. Pero no
todos vivimos el encierro de la misma manera. Pues los pobres, tienen que encerrarse en
sus casas en arriendo, con la hipoteca vencida, en la casa de un familiar, en esos espacios
pequeños, donde es un privilegio que llegue el internet y, en muchos casos los servicios
están cortados. Porque no es lo mismo encerrarse en con la cocina llena para varios días,
que un encierro con pocas provisiones. En esto radica la injusticia del encierro, pues el
encierro con hambre fractura las relaciones familiares.
1) que el neoliberalismo sacrificó los sistemas de salud en casi todos los países. Que la
salud en manos de los privados causa más muertes que las enfermedades mismas. Se
requiere democratizar el acceso a la salud y el Estado debe garantizar este derecho;
2) que el mundo es más frágil de lo que podríamos pensar y que no somos eternos. Pues un
virus como COVID-19 evidencia que no existen vidas humanas, mercados y economía
global que lo puedan soportar. Así como ataca el centro de la vida (la capacidad de respirar)
ataca de igual forma el centro mismo de la economía de mercado que hasta hoy se
consideraba la garantía del orden social y del desarrollo de la vida humana en todas sus
dimensiones;
3) que en al aldea global todos somos vulnerables, que solo mediante la cooperación, el
intercambio de información y de datos, de estrategias globales y la solidaridad entre
Estados es como se podrá contrarrestar los efectos de esta pandemia para que sea lo menos
devastadora posible;
4) que la vida en comunidad depende de que tanto queremos cuidar los unos de los otros y
que el principio de toda moralidad radica en el bienestar colectivo. Pues no hay existencia
individual sino destino común;
5) que una práctica, tan simple e importante de sanidad, como lavarse las manos con
jabón , puede salvar nuestra vida y la de muchos más;
6) que los nacionalismo, al mejor estilo de los Estados modernos, siempre están presente
cuando de cerrar las fronteras se trata;
7) que es evidente que nos cuesta cuidarnos y por ello pedimos a gritos al Estado que nos
encierre, que no nos deje salir, que restringen —para evitar los contagios— nuestras
libertades. Cosa que puede salvar nuestra vida;
8) que los Estados deben basar sus decisiones en las evidencias científicas y los ciudadanos
depositar en la ciencia su confianza para preservar nuestra salud y como antídoto contra los
autoritarismos y los populismos de izquierda o de derecha. Muestra de ello es la cantidad de
aplausos que desde los balcones millones de ciudadanos en todo el mundo ofrecían todas
noches al personal de salud;
9) que el sistema de educación superior estatal colombiano no solo está desfinanciado, sino
que tiene un enorme atraso frente a la educación virtual y a distancia. Y que en la época de
la interconexión no todos los estudiantes tienen acceso a internet y que muchos carecen de
computador propio.
Podemos salir de esta enfermedad, como si nada hubiera pasado, cosa que no es posible y
con una cantidad de conocimientos sobre lo que los Estado y la sociedad en general debe
priorizar. Sería una afrenta a nuestras mejores virtudes que la muerte de tantos seres
humanos no nos brindara las lecciones y aprendizajes para vivir de otra manera. Porque el
mundo, tal y como lo conocemos, no será igual. Nos enseñó —de la peor manera— que no
existe desarrollo económico sin las personas, quienes se llevaron el trabajo a la casa,
convirtieron su habitación, estudio o sala en su oficina. Y hoy desde sus casas —en la
intimidad de la familia— hacen que muchas empresas se mantengan a flote en medio de la
crisis.
Ello es evidencia que se requieren grandes cambios en las relaciones laborales y que el
modo consumo capitalista —base de la sociedad contemporánea— está acabando con la
vida sana en el planeta. Finalmente —y con el optimismo de una respuesta esperanzadora
quedan las preguntas ¿Cómo será nuestra vida cuando todo esto pase? ¿Hacía dónde se
orientarán nuestra prioridades políticas, educativas, científicas y económicas? ¿Qué
necesitamos para construir un orden global sobre los principios de una ética y una política
del cuidado?
https://www.ucundinamarca.edu.co/index.php/noticias-ucundinamarca/84-
institucional/1622-la-etica-en-una-pandemia-y-el-destino-de-nuestras-virtudes
https://www.lifeder.com/problemas-eticos-mundo/