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LA AUTORIDAD QUE VIENE DE ARRIBA

El creyente en cierto tiempo llega a preguntarse ¿Debo involucrarme en la política o en


asuntos de mi país o gobierno local? ¿Debe la iglesia estar separada del estado?
Una de las respuestas más comunes es: “Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo
que es de Dios”. Con esto podemos entender que la iglesia y el estado no se pueden
mezclar, son como agua y aceite.
Ahora nos preguntamos, ¿Cómo le hacían Daniel, Ananías, Misael y Azarías para
someterse al reinado Babilonio y continuar sometidos a Dios?
En primer lugar, dejemos en claro que los hipócritas fariseos y herodianos queriendo
tentar a Jesús y sorprenderle en alguna palabra para acusarle, maquinaron un plan que
pudiera evidenciar la falta de respeto y honra hacía el emperador romano, y le hicieron
la pregunta: ¿Nos es lícito dar tributo a Cesar, o no?.
En segundo lugar, la palabra Griega “Kensos” es la palabra para “tributo” y que
significa “censo”, por implicación, un padrón o lista de personas y haciendas obligadas
a dar un “impuesto” (Gr. “Telo”) de capitación a favor de quien lo impone.
En tercer lugar, hay otro impuesto mencionado en Mateo 17:24-27 que los judíos daban
al templo llamado en Griego “dídrajmon” que significa “doble dracma”, no era un
impuesto civil sino “eclesiástico” y del cual, Jesús siendo el Hijo amado del Padre debía
estar exento, pero para no tropezar o caer en ofensa, cumple con el pago de dicho
impuesto y así reafirma lo dicho: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mt. 5:17.
El verdadero creyente debe dar a Dios el tributo no impuesto u obligado, sino el que
sale de un corazón sincero y humilde como está expresado en 1 Cr. 16:28-29 “Tributad
a Jehová, oh familias de los pueblos, Dad a Jehová gloria y poder. Dad a Jehová la
honra debida a su nombre; Traed ofrenda, y venid delante de él; Postraos delante de
Jehová en la hermosura de la santidad.”
Regresando al libro de Daniel, vemos en una situación especial, la posición de los hijos
de Dios con relación a los gobernantes terrenales y sus gobiernos.
Los jóvenes mencionados tenían siete cualidades:
1. Eran príncipes
2. Eran sin tacha alguna
3. De buen parecer
4. Enseñados en toda sabiduría
5. Sabios en ciencia
6. De buen entendimiento
7. Idóneos para estar en el palacio del rey
Con lo anterior vemos que un verdadero creyente puede llenar los requisitos para
desempeñar una posición de autoridad en el gobierno federal o civil.
Todo cristiano reconoce lo que Dios ha dicho en Romanos 13:1-2 “Sométase toda
persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios,
y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la
autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación
para sí mismos.”. El profeta Daniel dice lo mismo “El muda los tiempos y las edades;
quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.”
Dn. 2:21
• La autoridad suprema de Dios se extiende a través de los tiempos y los
gobiernos.
Encontramos una declaración en el libro de Daniel que realza el papel de los creyentes
en los cambios o mudas que Dios realiza en los gobiernos, y es la siguiente:

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Daniel 4:17 “La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la
resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los
hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los
hombres.”
La palabra “Resolución” en el Hebreo es la palabra “Sheél” que significa: Demandar,
pedir, preguntar. Es decir, lo que los santos (creyentes) ruegan a Dios o demandan en la
oración a favor de los que están en autoridad como está dicho en 1 Timoteo 2:1-2
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia,
para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.”. Esta oración
intercesora es una cobertura poderosa para aquellos que están en autoridad, y éstos
deben hacer uso de ella.
• La “Sentencia” Heb. “pitgám” =Orden, sentencia, decreto
• El que ejecuta la sentencia como Juez es Dios mismo:
Romanos 9:28 “porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y
con prontitud.”.
• La sentencia de Dios es por medio de los “vigilantes”, quienes son los que
declaran a los gobernantes lo que Dios hará para bendición o maldición de ellos.
• “Vigilantes” Heb. “ir” =Velador, vigilante, observador, ángel. Los únicos que
velan son los creyentes quienes a la vez son los mensajeros de Dios ante los
reyes y gobernantes de la tierra, quienes deben reconocer el poder y la autoridad
de Dios.
• En la actualidad pocos gobernantes o personas que están en autoridad se allegan
a pastores, o líderes espirituales probados, para ser aconsejados, guiados y
ministrados en la sabiduría de Dios.
Deuteronomio 17:9 “y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en
aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio.”

De esto aprendemos:
• Que la autoridad que gobierna a la iglesia, es la misma que gobierna sobre la
autoridad civil
• Que las sentencias de Dios que se ejecutan sobre su pueblo, igualmente se
ejecutan en justicia sobre los reyes y gobiernos de la tierra.
• Que los “Vigilantes” son los que dan a conocer la resolución (Voluntad) de Dios
sobre los reinos de los hombres.
• Que los que están en autoridad deben saber de dónde les fue dada.
Juan 19:10-11 “Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo
autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús:
Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba;”
En conclusión, el cristiano está ligado a la vida política, social y espiritual en un marco
de respeto y obediencia a Dios y a las autoridades que Él ha impuesto.

Daniel Saavedra / Marzo / 2009 /

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