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Universidad del Cauca

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales


Electiva: Cultura e identidades Políticas
Profesor: Carlos Ariel Mueses

Isabel Timaná Rodríguez

UN RECORRIDO CONCEPTTUAL DE LA POLÍTIZACIÓN DE UNA IDENTIDAD


CULTURAL

Los diferentes desarrollos conceptuales de Identidad e identidad política:

Los diferentes desarrollos teóricos frente al concepto de identidad han generado debates en
torno a la conformación de los procesos identitarios, tanto del sujeto en su individualidad
como en la constitución de colectivos o grupos gregarios. Las múltiples discusiones son
producto del interés académico en reflexionar sobre todas unas presunciones que han
cuestionado distintos paradigmas de la identidad y complejizan las decisiones políticas de
los Estados modernos frente a fenómenos multiculturales, políticas de la diferencia o
políticas culturales.

Este abordaje conceptual desde la academia se sustenta con el fin de realizar un desarrollo
teórico que logre establecer toda una reflexión de un baje de autores en torno: a los
diferentes procesos de constitución de las identidades colectivas, al por qué de la necesidad
de una identificación y al cómo se establece dicha constitución, esto nos ayudará a rastrear
un análisis político de las identidades, desde consideraciones de lo político además de las
dimensiones del lenguaje y los debates de esencialistas-antiesencialistas.

El concepto central de esta investigación corresponde al de identidad política, que proviene


de distintas vertientes teóricas e investigativas que han promovido su estudio como
categoría analítica, pero para su mejor entendimiento, se deben tener presentes otros
conceptos que han sido relacionados dentro de su constitución, además se tiene en cuenta la
elaboración otras categorías secundarias que se han establecido en los distintos momentos
de investigación. El desarrollo del primer capítulo cuenta con una estructura definida por
tres conceptos centrales: Identidad, Identidad cultural e Identidad política y dentro de la
elaboración conceptual, también se abordarán subconceptos que deben ser tratados para
lograr una mayor comprensión.

En primer lugar, se debe conceptualizar que la identidad se refiere a la constitución del


“yo” de un determinado sujeto, dentro de la proyección de una determinada realidad. Esta
conformación se sitúa bajo a cuestiones propiamente biológicas o físicas que sustentan al
sujeto (Adorno, 1993). En los últimos tiempos el término ha sido afectado por fenómenos
deconstructivos que han cuestionado el carácter uniforme y escencializador del término.
Frente a estas consideraciones las diferentes colectividades como los grupos indígenas ya
no se definen a través de una mismidad de lengua, raza, sexo o sociedad, sino que
dependen de cuestiones relacionales, aspecto que produce otra acepción de las”
identidades”

La deconstrucción surge como una categoría dispuesta a trasgredir una estructura binaria
que producen la unificación de las definiciones de individuos, es decir, según Derrida los
presupuestos del pensamiento occidental frente a la constitución de las identidades, solo se
basan en la positividad-negatividad del sujeto en cuanto a su enunciación discursiva (Si es
una cosa no puede ser otra) porque solo pueden definirse desde una de estas posiciones. La
relación dicotómica anteriormente planteada genera la negación de lo contradictorio y
conflictivo, aspecto que construye sujetos totalizados y compactos.

A partir de los procesos deconstructivos, las Identidades se definen como la producción de


relaciones que se construyen gracias a la determinación de un “otro” existente, aspecto
que le permite a las identidades lograr una autodeterminación. Este mecanismo se genera
cuando se establecen elementos diferenciales cuyo sostenimiento es la jerarquía y
exclusión. Hall (1999) propone que las identidades son puntos de sutura entre
enunciaciones discursivas que se sustentan desde la articulación de la sujeción y la
subjetivación.

Los mecanismos de la diferencia hacen parte de una identidad, porque le permiten fijar
una definición de sí misma a través de la existencia de otro elemento, este concepto se
define como la construcción de un exterior constitutivo, que logra definir una constitución
como “nosotros”. Este carácter relacional de diferencia es producto de enfrentamientos
entre identidades colectivas, que promueve el antagonismo, como aspecto condicional de
una identidad. El antagonismo es definido como el límite de la constitución plena de una
identidad, es decir que dicha consagración de un ellos amenaza la existencia de un nosotros
como existentes (Laclau, 1987).

Este concepto de antagonismo se adecua a la relación amigo-enemigo, aspecto que en


palabras de Mouffe (2007) “Tiene que ver con la formación de un "nosotros" como
opuesto a un "ellos", y se trata siempre de formas colectivas de identificación; tiene que ver
con el conflicto y el antagonismo” (p.18). Frente a esta elaboración teórica se sumerge el
argumento de que la construcción de identidad política depende necesariamente de la
presencia antagónica de la relación nosotros/ellos.

Frente a estas conceptualizaciones de identidad e identidades se sustenta la elaboración


conceptual de la categoría identidades políticas que según Carles (2001) son
consideradas como procesos de sedimentación, que construyen sentido e influyen en la
constitución de acciones colectivas, las cuales mantienen un proceso de diferenciación
externa y homogenización interna. El desarrollo de este concepto consta de tres
dimensiones planteadas por el mismo autor. La primera dimensión es la alteridad, que está
referida tanto al reconocimiento como a la distinción del otro, aspecto que se logra
mediante mecanismos de la diferencia y el antagonismo.

La segunda dimensión responde a la categoría de la representación de una identidad


política. Se define como el proceso de constitución de liderazgos, supeditados a factores
ideológicos, en donde se tienen en cuenta los procesos que dan cohesión a toda su
constitución, por otra parte, las identidades políticas se emergen en trayectoria históricas
que dan sentido a todo su carácter de colectividad, aspecto da a lugar a una perspectiva de
la tradición definida como interpretaciones de un pasado y la promulgación de objetivos
que exponen una proyección de futuro (Carles, 2001).

La politización de una Identidad cultural:

En el marco de la construcción de las identidades políticas, se defiende la tesis del


antagonismo como un factor necesario para su constitución, esta postura se deriva al
considerar que las identidades son relacionales, construidas a través de un exterior
constitutivo que logra la autodeterminación de ellas. Esta lógica antagónica en palabras de
Mouffe (2007) suele desvanecerse cuando las acciones de la “política” toman en
consideración gestiones técnicas, propias del Estado Liberal, con el fin de eliminar el
conflicto. Frente a esta situación se genera un análisis dentro del elemento de alteridad de
una identidad política, frente a cuestiones de procesos democráticos participativos de los
Movimiento indígena.

El desarrollo del texto tiene en un principio consideraciones teóricas de la conformación de


una identidad y lo que lleva a una identidad política, en donde se abordan aspectos de
diferencia, antagonismo. Como segundo momento se desarrolla un análisis de los diferentes
momentos del movimiento indígena y su relación con una visión de las acciones de la
administración de la diferencia.

En los últimos tiempos el término de identidad ha sido afectado por fenómenos


deconstructivos que han cuestionado el carácter uniforme y escencializador del término.
Frente a estas consideraciones las diferentes colectividades como los grupos indígenas, ya
no se definen a través de una mismidad de lengua, raza, sexo o sociedad (Barth, 1967),
sino que dependen de cuestiones relacionales que se construyen a partir de un otro
existente. Estos factores relacionales son intermediados por elementos de diferencia y
antagonismo.
Los mecanismos de la diferencia hacen parte de una identidad, porque le permiten fijar una
definición de sí misma a través de la existencia de otro elemento, denominado como el
exterior constitutivo, que logra definir una constitución de un “nosotros-ellos”. Este
carácter relacional de diferencia es producto de enfrentamientos entre identidades
colectivas, que promueve el antagonismo, como aspecto condicional de una identidad,
dado a que los procesos antagónicos se definen como el límite de la constitución plena de
una identidad, es decir que dicha consagración de un ellos amenaza la existencia de un
nosotros (Laclau, 1987).

Este concepto de antagonismo se adecua a la relación amigo-enemigo, aspecto que en


palabras de Mouffe (2007) “Tiene que ver con la formación de un "nosotros" como
opuesto a un "ellos", y se trata siempre de formas colectivas de identificación; tiene que ver
con el conflicto y el antagonismo” (p.18). Frente a esta elaboración teórica se sumerge el
argumento de que la construcción de identidad política depende necesariamente de la
presencia antagónica de la relación nosotros/ellos.

Todas estas cuestiones de disputa, se acogen bajo la idea de lo “político” como el acto de
institución de la diferencia en la sociedad, es decir que más que una visión partidaria,
institucional o de consenso del mundo político, se tiene que tener en cuenta que las
cuestiones políticas deben der ser coexistentes con las múltiples alternativas de decisiones
que se encuentren en conflicto (Mouffe, 2007). Partiendo de que en tiempos de la pos
política se implementa la lógica de la implementación de medidas tecnócratas y
multiculturales con el fin de general un consenso universal, se pone en cuestión el factor
antagónico en la sociedad civil.

Frente a estas posturas el movimiento indígena en Colombia en pro de mantener una


reivindicación identitaria, ha mantenido durante su trayectoria histórica procesos de lucha
que han determinado un posicionamiento político dentro de la esfera nacional de Colombia,
pero estas acciones de reivindicación los han catalogado como un “otro” que ha sido
definido desde distintas posiciones, que en ocasiones dicha definición se ha dirigido como
el enemigo del Estado, que requiere de un tratamiento específico, ya sea para ser civilizado
como en los tiempos de la colonia y la conformación de la república, o para ser agendado
dentro de la esfera pública a través de políticas públicas.

Se debe mencionar que los postulados anteriormente establecidos no indican tácitamente


que el movimiento indígena en Colombia se lo catalogue como una identidad política, o
que su configuración interna de antemano establezca procesos de identidades políticas,
dado a que son aspectos que requieren de su debida investigación, pero si nos atrevemos a
establecer algunos rasgos de identidad política desde las interpretaciones de
acontecimientos histórico, políticos y sociales del movimiento indígena.

La organización de los pueblos indígenas se ha construido mediante consignas de


reivindicación cultural, política e identitaria, dado a que desde tiempos coloniales su
construcción como sujeto se determinó por cuestiones de inferioridad o de civilización ,
aspecto que despertó en ellos su carácter de lucha, por ejemplo la emergencia del
movimiento liderado por Quintín Lame en 1916 estaba dirigida al convenio de misiones
que imponían la enseñanza del español y el catolicismo, para así ser reducidos a la vida
civilizada. Desde estos sucesos se puede determinar que el indígena se ubicaba dentro de
un espectro de la diferencia, que generaba amenaza frente al proyecto del Estado-nación.

Esta amenaza fue estableciendo conflictos que llevaron a que el Quintín Lame fuese
encarcelado en múltiples ocasiones y se generara según (Sánchez y Molina, 2010) una
pérdida de fuerza de las acciones reivindicativas, aspecto que no significó que el
movimiento indígena no se reinventara y pudiese continuar con su lucha. Frente a todo un
proceso organizativo que se inició desde el CRIC, las lógicas de amigo-enemigo, fueron
cambiando en el espectro político y social, dado a que el Estado empieza a atender una
serie de políticas de fortalecimiento étnico de las comunidades para lograr una
interlocución con el Estado.

Todo este proceso lleva a que en la constitución de 1991 se empiece a expandir procesos de
participación política y electoral de los pueblos indígenas, que les permitieron ser elegidos
mediante circunscripciones especiales dentro del senado y también por ordinarias, pero
además se generaron políticas especializadas para su agendamiento, pero es aquí en donde
nos cuestionamos, ¿Qué pasa con el carácter antagónico de todo su proceso histórico en
este tiempo de política para la diversidad?, ¿por qué su identidad desde estas cuestiones ya
no corresponde la de un sujeto colonial, salvaje que requiere de civilización sino
colectividades que deben ser tratadas desde decisiones políticas específicas? Interrogantes
que deben pensarse desde la lógica que zizek( 2008) plantea:

Estamos ante el foso que separa el verdadero acto político de la "gestión de las
cuestiones sociales dentro del marco de las actuales relaciones socio-políticas":
el verdadero acto político (la intervención) no es simplemente cualquier cosa
que funcione en el contexto de las relaciones existentes, sino precisamente
aquello que modifica el contexto que determine el funcionamiento de las cosas
(p.32).
Bibliografía:

Adorno, T.(1973). Actualidad de la filosofía. España, Barcelona: Litografía Roses, S.A.


Barth, f, (1969). Los grupos étnicos y sus fronteras. México: Fondo de cultura económica.
Carles, A. (2001). Las dos fronteras de la democracia Argentina: la reformulación de las
identidades políticas de Alfonsín a Menem. Rosario, Argentina: Homo Sapienns.
Consejo Regional Indígena del Cauca, (1982). Documentos de discusión sobre el marco
ideológico del Movimiento Indígena. En Sánchez y Molina (eds), Documentos para la
historia del movimiento indígena contemporáneo (pp. 183-195). Bogotá, Colombia:
Ministerio de cultura.
Laclau,E.(1987).Hegemonía y estrategia socialista: hacia una radicalización de la
democracia.
Mouffe, C, (2007). En torno a lo político. Buenos Aires, Argentina. Fondo de Cultura
económica.
Hall, Stuart. 2003. ¿Quién necesita la identidad? En Stuart Hall y Paul du Gay (eds),
Cuestiones de Identidad (pp.13-37).Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Sanchez y Molina, (1982). Documentos de discusión sobre el marco ideológico del
Movimiento Indígena. En Sánchez y Molina (eds), Documentos para la historia del
movimiento indígena contemporáneo (pp. 183-195). Bogotá, Colombia: Ministerio de
cultura.
Zizek, E, (2008).En defensa a la intolerancia. Madrid, España: Seiquitor.

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