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El economista y filósofo indio Amartya Sen concibe el desarrollo como “un proceso

integrado de expansión de las libertades fundamentales relacionadas entre sí, que integra las
consideraciones económicas, sociales y políticas y permite reconocer el papel de los valores
sociales y de las costumbres vigentes”. Para ello, se aferra a la idea de que “las libertades no sólo
son el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran, además, entre sus principales medios”.
Reconociendo a su vez la importancia de las relaciones entre los distintos tipos de libertades.

Este enfoque donde las libertades y el desarrollo están estrechamente relacionados no era
algo del común y que fuera aplicado a las políticas sociales. Contemplar al desarrollo en términos
de la expansión de libertades sustantivas, permite dirigir la atención hacia los fines que lo hacen
importante. La libertad es el medio principal para el desarrollo. En este sentido, la participación y la
disensión políticas son parte constitutiva del propio desarrollo.

Partiendo desde este punto y basados en los trabajos de Sen para ir analizando la relación
que hay entre las libertades y el desarrollo; el porque hacen parte de las políticas publicas para
mejorar la calidad de vida de los individuos que integran la sociedad.

Sen señala: “La importancia intrínseca de la libertad humana como objetivo sublime del
desarrollo ha de distinguirse de la eficacia instrumental de los diferentes tipos de libertad para
fomentar la libertad del hombre”.

Aunque las libertades mejoran las capacidades de los individuos en muchos ámbitos de su
vida, se requieren una serie de complementos para lograr tales fines, para ello se requiere una
integración de crecimiento económico y mejoramiento de la renta individual y la creación de
oportunidades enfocadas desde las políticas públicas, sociales, de salud, educación, entre otras.
Además, se necesitan diseñar instituciones sociales acordes con las demandas de libertades de la
población que estén estrechamente vinculadas al crecimiento económico, de tal forma que la
integración del aumento de la renta per-cápita con las políticas públicas sociales conlleven a un
incremento de la longevidad de la población y a una disminución de la mortalidad. Del desarrollo de
las capacidades de las personas dependen las realizaciones que éstas puedan alcanzar en su ciclo de
vida, es decir la posibilidad de “ser” y “hacer” lo que la persona considera valioso para su vida.

La sociedad debe estar en condiciones de ofrecer las oportunidades para que las personas se
realicen, es decir puedan “ser” y “hacer” lo que han considerado que es valioso para sus vidas. Sen
considera la “pobreza como privación de capacidades” y no sólo como rentas insuficientes. Aunque
haya otros factores que influyen en la privación de capacidades, fuera de la renta. La falta de
libertad económica, en forma de extrema pobreza, puede hacer de una persona víctima indefensa de
la violación de otros tipos de libertad, como falta de libertad social, de la misma forma que la falta
de libertad social o política también puede fomentar la falta de libertad económica.

El aumento de la libertad del hombre es tanto el principal objetivo del desarrollo como su
medio primordial. El objetivo del desarrollo está relacionado con la valoración de las libertades
reales de que gozan los individuos, esas capacidades individuales dependen de los sistemas
económicos, políticos y sociales. Los individuos han de verse como seres que participan
activamente en la configuración de su propio destino, no como meros receptores pasivos.

El Estado y la sociedad deben salvaguardar las capacidades humanas, crear buenos


mecanismos institucionales. Debe existir un equilibrio entre el Estado y las otras instituciones
políticas y sociales a través del mercado. Las instituciones no sólo contribuyen a aumentar nuestra
libertad, sino que su papel debe evaluarse de manera razonable a la luz de su contribución a
aumentarla. La concepción del desarrollo como libertad permite evaluar sistemáticamente las
instituciones.

En este sentido es y sigue siendo un componente central para los países en vías de
desarrollo, la necesidad de adoptar iniciativas públicas para la creación de oportunidades sociales.
Los países que hoy son ricos poseen una historia bastante notable de medidas públicas relacionadas
con la educación, la asistencia sanitaria, la reforma agraria, que en gran medida requerirían los que
pretenden salidas a la crisis de cada sociedad nacional.

La influencia de las instituciones sociales en la libertad para sobrevivir puede ser muy
profunda y en ella pueden influir conexiones instrumentales muy distintas. A veces se dice que no
es una consideración independiente del crecimiento económico (concebido como la mejora del nivel
de renta per cápita), ya que existe una estrecha relación entre la renta per cápita y la longevidad. De
hecho, se ha afirmado que es un error preocuparse por la discordancia entre el nivel de renta logrado
y las probabilidades de sobrevivir.

Amartya Sen va más allá. Para él “el desarrollo puede concebirse como un proceso de
expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos” (Sen, 2000: 19). La confusión radica
en ver el desarrollo como un fin y no como un medio para lo realmente importante: la expansión
real y efectiva de todas las libertades. En esa medida, sin duda alguna, hay una estrecha relación
entre los factores económicos y los factores políticos que favorecen, o no, la expansión de esas
libertades. Más aun, la libertad de participar en el sistema de intercambio de bienes y servicios es
una libertad primordial, porque es uno de los medios fundamentales para el acceso a otras libertades
esenciales como la capacidad de decidir el modo de vida que se quiere, la obtención de los logros y
metas personales, una buena calidad de vida y la realización. Es decir, la pobreza se convierte así en
la negación de la libertad: “el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación
de la libertad: la pobreza y la tiranía” (Sen, 2000: 19).

Desde la perspectiva del desarrollo como aumento de las capacidades no hay diferencia
entre la privación de libertades políticas y las libertades económicas. Muchas veces la existencia de
sistemas políticos que privan libertades a sus individuos redunda en problemas sociales de origen
económico y viceversa.

El desarrollo en el enfoque de las capacidades busca, primordialmente, dar una respuesta al


problema de la desigualdad y la distribución desigual de las riquezas. La evidencia es clara: hay una
brecha cada día más amplia y profunda entre ricos y pobres donde hay unos pocos que lo tienen
todo y el gran resto que no tiene nada. A pesar de esto, el análisis de Sen es un avance significativo
en materia de desigualdad: El problema de la pobreza no es una cuestión exclusivamente de dinero.
No es la privación de dinero la que causa la pobreza sino la privación de las capacidades que están
relacionadas con esta. (Sen, 2000).

El desarrollo en términos de capacidad implica la valoración de las libertades por encima


del bienestar (utilidad) y es un avance al considerar no sólo las garantías y las oportunidades que
ofrece la sociedad a las personas, sino que se preocupa del acceso real y efectivo a dichas
oportunidades y la libertad de agencia de los individuos ligado a querer para sí logros y
realizaciones más allá de la riqueza y el bienestar. El desarrollo es un enfoque que busca
transformar la idea según el cual el fin de la sociedad es el aumento de la riqueza, como lo pensaba
Smith o el aumento del bienestar como lo pensaban los utilitaristas. No quiere decir que la riqueza o
el bienestar no sean deseables. Al contrario. La riqueza, el bienestar o las oportunidades son medios
privilegiados para aumentar las libertades. El fin último de la sociedad no tiene que ser otro que el
aumento de las capacidades de las personas: “la libertad de buscar sus propios fines y procurar los
medios para conseguirlos.”

Agustín Alberto Herrera Fontalvo


6 semestre

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