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Año XXXIV, No. 68. Lima-Hanover NH, 2º Semestre de 2008, pp. 165-181
Clelia Moure
Universidad Nacional de Mar del Plata
más bien que los poetas leen y, empleando una metáfora de Néstor
Perlongher, realizan al mismo tiempo
La historia mordida
20).
Desde esta perspectiva, quizás tan errática como las pulsiones que a ve-
ces intervienen la calle, trataré de articular una mirada sobre el fenómeno
social de las barras bravas. [...] Es así que se hace necesario contaminar
este texto con biografías barriales, lenguajes de tribus y sobrevivencias de
periferias, para adentrarse en la sociología del desamparo, donde surgie-
ron las temidas barras. (Lemebel 2003: 49. Los énfasis son míos).
La luz pálida del alba entraba por las ventanas evaporando los pétalos de
la orgía. Por todos lados fragmentos de cuerpos repartidos en el despelote
sodomita. Un abrazo acinturando un estómago [...] Un torso moreno con el
garabato de la loca derramada en su pecho. [...] Así, restos de cuerpos o
cadáveres pegados al lienzo crespo de las sábanas. Cadáveres de boca
pintada enroscados a sus verdugos. Aún acezantes, aún estirando la ma-
no para agarrar el caño desinflado en la eyaculada guerra. Aún vivos, in-
completos, desmigados más allá de la ventana, flotando en la bruma tísica
de la ciudad que aclaraba en los humos pardos de la protesta.
Sin duda eran cadáveres de fiesta, parcelas de piel estrujadas en el arre-
bato del clímax. (29-30).
finalmente, que lo ligarían con cierta tradición dándole, tal vez mayor segu-
ridad a ese “imaginario frágil de sus tacoaltos” (Esquina, 28); confiriéndole,
quizás, mayor repercusión a su palabra, a su lenguaje, a su escritura. Por
que al contemplar, acercarse y juguetear con esos autores, Pedro Lemebel
ha optado por cierta genealogía –nada de arbórea, por supuesto. O, mejor
dicho: su obra podría considerarse una raicilla más de una red entre cuyos
nudos pueden reconocerse a Lezama Lima, Sarduy, Perlongher: cada uno
a su modo, con sus particularidades, en sus escenarios, en sus territorios,
pero todos espejeando, reflejando y haciendo reflejar, provocando y aco-
giendo ecos, deslizándose desde Cuba, La Habana-París, a Buenos Aires
y, en su navegación, atracar con las santiaguinas orillas del Mapocho; de-
lineando un mapa otro, diferente y de la diferencia. Fluyendo del Barroco,
al Neo-Barroco (americano ya), al Neobarroso rioplatense, al Neobarrocho.
Los caprichos de Lemebel han hecho posible que hoy me guarde como
poeta y salga del armario como antropólogo. Por lo mismo, sé que Pedro,
esta vez, espera más que un par de gárgaras lingüísticas, sino, la suspen-
sión –que no supresión– de alguna duda sobre su propio ejercicio escritu-
ral. El año 1997, escribí lo que hasta ese momento, era uno de los pocos
trabajos en las lateras revistas “científicas” universitarias sobre la obra de
Lemebel. El artículo, titulado “Loco Afán: una bella etnografía sobre el do-
lor marica”, tenía la particularidad juguetona de imitar la escritura de Pe-
dro, acercándose lo más posible a lo que me parecía un grueso aporte es-
tético inscrito al interior de la crónica en Chile: la construcción de un nue-
vo alfabeto a partir de la adjetivación enrarecida, el hipérbaton, cientos de
neologismos “emic” y una lucha frontal en contra de la economía del len-
guaje. Aunque esta paráfrasis estética (o mimesis crítica) para hablar sobre
el texto resultó una golosina para la criticona revisteril de la academia
apoltronada –en esa onda iba el papers– la promesa del título se cumplió
apenas.
A modo de conclusión
NOTAS:
1. Lemebel, Pedro (2003): Zanjón de la aguada, Santiago de Chile, Seix Barral.
2. Véase a propósito: Deleuze, Gilles (1969): Lógica del sentido, Barcelona, Pai-
dós, 1989.
3. Sarduy, Severo: Ensayos generales sobre el Barroco, Buenos Aires, FCE,
1987. Reúne cuatro ensayos, los tres primeros publicados anteriormente por el
autor: Escrito sobre un cuerpo, Buenos Aires, Sudamericana, 1969. Barroco,
Buenos Aires, Sudamericana, 1974. La simulación, Caracas, Monte Ávila,
1982, y Nueva inestabilidad, Buenos Aires, FCE, 1987.
4. Prólogo a Caribe transplatino. Poesía neobarroca cubana y rioplatense, San
Pablo, Illuminiras, 1991. Fue publicado como “Neobarroco transplatino”, en la
Revista La Caja, n° 1, septiembre-octubre de 1992. Integra la compilación de
ensayos de Néstor Perlongher Prosa plebeya, Buenos Aires, Colihue, 1997.
Pp. 93-102.
5. Lemebel, Pedro (1996): Loco afán. Crónicas de Sidario, Santiago de Chile,
LOM.
6. “Figuras y nombres”, en: Cangi, Adrián y Paula Siganevich (comp.). Lúmpenes
peregrinaciones. Ensayos sobre Néstor Perlongher, Rosario, Beatriz Viterbo,
págs. 148-171. Véanse particularmente los dos primeros apartados: “Las hue-
llas de una palabra” y “Notas”.
7. Lacan reparó en el hecho –sin duda, un hecho de lenguaje- de que Freud sólo
emplea el atributo fálico, sin definir en ningún momento de su obra aquello
que, en la estela del pensamiento lacaniano, G. Deleuze consideró como uno
de los Acontecimientos por excelencia: el falo. En esta línea de pensamiento
que trata de horadar, o por lo menos de desestabilizar y poner en duda la
normatividad del platonismo, considero productivo pensar lo neobarroco co-
mo atributo que se efectúa en algunas escrituras, sin definirlas ni capturarlas,
sin “identificarlas” ni “fijarles” condición alguna. Lo neobarroco como marca,
como huella (a veces invertida o des-bordada) de una ausencia, o de una pre-
sencia borrada.
8. Lemebel, Pedro. Op. cit., págs. 148-151.
9. Artaud, Antonin (1938): El teatro y su doble, Buenos Aires, Sudamericana,
2005.
10. La carnavalización barroca no es meramente una acumulación de ornamentos
[...] En esas contorsiones, las palabras se materializan, se tornan objetos, sím-
bolos pesados y no apenas prolegómenos sosegados de una ceremonia de
comunicación”. Néstor Perlongher en:“Caribe transplatino”, Prosa plebeya, ed.
citada, pág. 94.
11. Ramos, Julio (1989): Desencuentros de la modernidad en América Latina,
México, F.C.E.; Rotker, Susana (2005): La invención de la crónica, México,
F.C.E.; González, Aníbal (1983): La crónica modernista hispanoamericana, Ma-
180 CLELIA MOURE
drid, Ediciones José Porrúa Turanzas; Bernabé, Mónica (2006): Prólogo a: Idea
crónica, Buenos Aires, Beatriz Viterbo, págs. 7-24.; Ostrov, Andrea: “Las cró-
nicas de Pedro Lemebel: un mapa de las diferencias”, en: La fugitiva contem-
poraneidad. Narrativa latinoamericana 1990-2000, Buenos Aires, Corregidor,
2003.; Amar Sánchez, Ana María (1992): El relato de los hechos. Rodolfo
Walsh: testimonio y escritura, Rosario, Beatriz Viterbo.
12. Protagonista de Hasta no verte Jesús mío, de Elena Poniatowska.
13. Basta leer las actas de Congresos o Jornadas que reúnen a una gran diversi-
dad de críticos y académicos de la literatura, para advertir el creciente interés
que despiertan las crónicas sobre todo en los últimos diez años en el universo
de la crítica y la reflexión epistemológica sobre el discurso literario, especial-
mente en el sistema latinoamericano.
14. De Certeau, Michel (1978): La escritura de la historia, México, Universidad Ibe-
roamericana, 1993. Véanse especialmente para esta cuestión los capítulos:
“Escrituras e historias”, y “La operación historiográfica”.
15. De Certeau, Michel, op. cit., pág. 12. La cursiva es mía.
16. Walter Benjamin ha indagado lúcidamente acerca de esta conexión. En la lite-
ratura argentina, es ineludible la referencia a Enrique Molina y su única novela:
Una sombra donde sueña Camila O’Gorman, Buenos Aires, Losada, 1973.
BIBLIOGRAFÍA:
Amar Sánchez, Ana María (1992): El relato de los hechos. Rodolfo Walsh: testimo-
nio y escritura, Rosario, Beatriz Viterbo.
Barnet, Miguel (1966): Biografía de un cimarrón, Buenos Aires, Galerna, 1968.
Barthes, Roland (1970): “El discurso de la historia”, en: Estructuralismo y literatura.
Bs. As., Nueva Visión, pp. 35-50.
Benjamin, Walter: La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia. Tra-
ducción, introducción y notas de Pablo Oyarzún Robles, Santiago de Chile,
Arcis y Lom Ediciones, 1996.
Bernabé, Mónica (2006): Prólogo a: Idea crónica, Buenos Aires, Beatriz Viterbo,
págs. 7-24.
Bianchi, Soledad (1997): “Un guante de áspero terciopelo. La escritura de Pedro
Lemebel”, Trabajo leído en la Mesa Redonda: “Travestismo: la infidelidad del
disfraz”, en el marco del Ciclo de Género, Educación y Cultura: Conjurando lo
perverso. Lo femenino: presencia, supervivencia, realizado los días 19 y 29 de
junio de 1997 en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación,
Santiago de Chile.
Cella, Susana (1996): “Figuras y nombres”, En: Cangi, Adrián y Paula Siganevich
(comp.). Lúmpenes peregrinaciones. Ensayos sobre Néstor Perlongher, Rosa-
rio, Beatriz Viterbo.
De Certeau, Michel (1978): La escritura de la historia, México, Universidad Iberoa-
mericana, 1993.
Deleuze, Gilles (1969): Lógica del sentido, Barcelona, Paidós, 1989.
Foucault, Michel (1969): La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1978.
---. (1970): El orden del discurso, trad. de A. González Troyano, Barcelona, Tus-
quets, 1987.
---. (1971): Microfísica del poder, Madrid, La piqueta, 1979.
González Echevarría, Roberto (2000): Mito y archivo. Una teoría de la narrativa en
Latinoamérica, México, Fondo de Cultura Económica.
CRÓNICAS NEOBARROCAS: UNA EXPERIENCIA DE LA HISTORIA 181
1
Lemebel , P edro (2003) : Za njón de l a ag uada , S antiago d e C hile, Seix Barral.
2
Véase a propósito: Deleuze, Gilles (1969) : Lógica d el sentido, Barcelona, P aidós, 1989.
3
Sard uy, Sev ero: E nsayos generales sobre el Barroco, Buenos Aires, FCE , 1987. Reúne cuatro ensayos , los tres prim eros publicados anteriormente por el autor: Escrito sobre un cuerpo, Buenos Aires , S udam ericana, 1969. Barroco, Buenos Aires, S udam ericana, 1974. La sim ulació n, C aracas, Monte Ávila, 1982, y Nueva inestabilidad, Buenos Aires, FCE, 1987.
4
Prólogo a Caribe tra nsplatino. Poesía neobarroca cuba na y rioplatens e, San Pablo, Ill uminiras, 1991. F ue publicado como “Neobarroco transplatino ”, en la Revista La C aja, n° 1, s eptiembre-oct ubre d e 1992. I ntegra l a compilación de ensayos d e N éstor Perlong her Prosa pleb eya, Buenos Aires, Coli hue, 1997. Pp. 93- 102.
5
Lemebel , P edro (1996) : Loco a fá n. Cró nicas de Sidario, S antiago d e C hile, LO M.
6
“Figuras y nombres ”, en: Cangi, Adrián y Paula Siganevich (comp.) . Lúmp enes p eregrina ciones . E nsayos sobre N éstor Perlong her, Ros ario, Beatriz Viterbo, p ágs. 148- 171. Véanse p articul armente los dos primeros apartados: “Las huellas d e una pal abra” y “Notas ”.
7
Lacan reparó en el hecho –si n d uda, un hecho de lenguaje- de que Freud sólo emplea el atributo fálico, si n d efi nir en ning ún momento de s u obra aquello que, en l a estela d el p ens amiento lacaniano, G . D eleuze consid eró como uno de los A contecimientos por ex cel encia: el falo. En est a línea de pensami ento q ue trata de hor adar, o por lo menos d e d esestabilizar y po ner en dud a l a normatividad del platonismo,
considero productivo pensar lo neobarroco como atributo que s e efectúa en algunas escrituras , si n definirlas ni capt urarlas, sin “id entificarlas ” ni “fijarles ” condició n alg una. Lo neobarroco como mar ca, como huella (a v eces i nvertida o des-bordad a) d e una aus encia, o de una presenci a borrada.
8
Lemebel , P edro. Op. cit., págs. 148-151.
9
Artaud, A ntonin (1938) : El teatro y su doble, Buenos Aires, Sud americana, 2005.
10
“La car nav alizació n barroca no es mer amente una acum ulació n de ornam entos [...] E n esas contorsiones, l as p alabras se materializan, se tornan objetos, símbolos p esados y no apenas prolegómenos sos egados de una ceremoni a d e com uni cación”. N éstor Perlong her en:“C aribe transpl atino”, Prosa pl ebeya , ed. citada, pág. 94.
11
Ramos, Julio ( 1989): D esencuentros de la modernid ad en Améri ca Latina, M éxi co, F.C.E .; Rotker, S usana ( 2005): La inv ención d e la crónica, Méxi co, F.C .E.; Gonz ález, A níbal ( 1983): La cró nica modernista hispa noam erica na, Madrid, Edi ciones Jos é Porrúa T uranz as; Bernabé, Mónica ( 2006): Prólogo a: Id ea crónica, Buenos Air es, Beatriz Viterbo, págs. 7-24.; Ostrov, Andrea: “Las cróni cas de Pedro Lem ebel: un
mapa d e las diferencias ”, en: La fugitiva contemporaneid ad. Narrativa l atinoameri cana 1990- 2000, Buenos Aires , Corregidor, 2003.; Amar Sánchez , A na Marí a ( 1992): El relato de los hechos. Rodolfo Walsh: testimonio y escritura, Ros ario, Beatriz Viterbo.
12
Protagonista de Hasta no v erte J esús mío, de Elena Poni atowska.
13
Basta leer las actas d e Congresos o Jor nadas que r eúnen a una gran diversid ad de críticos y académi cos de la literat ura, para adv ertir el creciente i nterés q ue despi ertan l as crónicas sobre todo en los últimos diez años en el univ erso de l a crítica y l a reflexió n epist emológica sobre el dis curso literario, esp ecialm ente en el sistem a lati noameri cano.
14
De Certeau, Mi chel ( 1978): La es critura de la historia, México, U niv ersidad Ib eroamericana, 1993. Véans e especialm ente para esta cuestión los capítulos: “Escritur as e historias ”, y “La operación historiográfica”.
15
De Certeau, Mi chel, op. cit., p ág. 12. La cursiva es mía.
16
Walter Benj amin ha ind agado l úcidamente acer ca d e esta conexión. E n la literatura argentina, es ineludible la refer encia a E nrique Molina y su única novela: U na sombra do nde sueña Camila O’Gorman, Buenos Aires , Losada, 1973.