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En biología y taxonomía, Eukaryota o Eukarya (palabras con etimología del griego:

εὖ eu —‘bueno’, ‘bien’— y κάρυον karyon —‘nuez’, ‘carozo’, ‘núcleo’—) es el dominio


(o imperio) que incluye los organismos formados por células con núcleo verdadero.
La castellanización adecuada del término es eucariota o eucarionte.7 Estos
organismos constan de una o más células eucariotas, abarcando desde organismos
unicelulares hasta verdaderos pluricelulares en los que las diferentes células se
especializan para diferentes tareas y que, en general, no pueden sobrevivir de
forma aislada.

Pertenecen al dominio o imperio eucariota los reinos de los animales, plantas y


hongos, así como varios grupos incluidos en el parafilético reino Protista. Todos
ellos presentan semejanzas a nivel molecular (estructura de los lípidos, proteínas
y genoma), comparten un origen común, y principalmente, comparten el plan corporal
de los eucariotas, muy diferente al de procariotas.

Con excepción de algunos organismos unicelulares, el ciclo de vida eucariota


alterna una fase haplonte y otra diplonte, que se consigue mediante la alternancia
de meiosis y fecundación, procesos que dan células haplontes y diplontes
respectivamente.

Índice
1 Estructura celular
1.1 Plan corporal
2 Reproducción
3 Origen
4 Evolución
4.1 Evolución unicelular
4.2 Evolución pluricelular
5 Clasificación y filogenia
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
Estructura celular

Esquema de una célula típica eucariota animal: (1) Nucléolo con cromosomas, (2)
Núcleo, (3) Ribosoma, (4) Vesícula, (5) Retículo endoplasmático rugoso, (6) Aparato
de Golgi, (7) Microtúbulos, (8) Retículo endoplasmático liso, (9) Mitocondria, (10)
Vacuola, (11) Citoplasma, (12) Lisosoma y (13) Centriolo.
Véanse también: Célula y Célula eucariota.
Las células eucariotas son generalmente mucho más grandes que las procariotas y
están mucho más compartimentadas. Poseen una gran variedad de membranas con núcleo
rodeado de la envoltura nuclear, retículo endoplasmático y aparato de Golgi, además
de mecanismos para la gemación y fusión de vesículas, incluida la exocitosis y
endocitosis. Estructuras internas llamadas orgánulos se encargan de realizar
funciones especializadas dentro de la célula. Presencia de lisosomas, peroxisomas y
mitocondrias.

También caracteriza a todos los eucariotas un esqueleto interno o endoesqueleto, en


este caso llamado citoesqueleto, formado por dos entramados de proteínas: el
sistema de microtúbulos y el sistema contráctil de actina/miosina, que desempeñan
un papel importante en la definición de la organización y forma de la célula, en el
tráfico intracelular (por ejemplo, los movimientos de vesículas y orgánulos) y en
la división celular. El característico flagelo eucariota y sus motores moleculares
asociados se encuentran anclados al citoesqueleto.

El ADN de las células eucariotas está contenido en un núcleo celular separado del
resto de la célula por una doble membrana permeable. El material genético se divide
en varios bloques lineales llamados cromosomas, que son separados por un huso
microtubular durante la división nuclear. Los cromosomas contienen histonas, varios
replicones, centrómeros y telómeros. Hay un característico ciclo celular con
segregación mitótica y reproducción sexual por meiosis. Se incluye un complejo de
poros nucleares, transporte trans-membranal de ARN y proteínas a través de la
envoltura nuclear, intrones y nuevos patrones de procesamiento del ARN utilizando
espliceosomas.

Para una comparación con las características procariotas, véase: Tabla comparativa.

Mediante el mecanismo de la exocitosis la célula eucariota dirige vesículas


secretoras a la membrana citoplasmática. Estas vesículas contienen proteínas de
membrana y lípidos que son enviadas para convertirse en componentes de la membrana,
así como proteínas solubles para ser secretadas al exterior.
Plan corporal
La célula eucariota debe en gran parte su forma y capacidad de movimiento al
citoesqueleto, ya que le otorga rigidez y flexibilidad. En los organismos
flagelados ancla los flagelos al resto de la célula y permite su batido durante la
locomoción o para la creación de corrientes de agua que le lleven el alimento. En
los organismos ameboides permite la extensión de "pies" o seudópodos para la
locomoción o la alimentación. También fija los surcos de alimentación de los
excavados y el complejo apical que permite a los apicomplejos entrar en las células
parasitadas.

Solo después de desarrollar su citoesqueleto pudo el eucariota ancestral realizar


la fagocitosis, ya que es este el que, mediante crecimiento diferencial de sus
fibras, logra que la célula se deforme para que la fagocitosis ocurra. La
fagocitosis es también una propiedad ancestral de los eucariotas, si bien se ha
perdido en grupos que se adaptaron a otras formas de alimentación. Hongos y plantas
perdieron esta capacidad al desarrollar una pared celular rígida externa a la
célula, pero ya contaban con otros modos de nutrición, la saprotrofia o el
parasitismo en hongos y la fotosíntesis en plantas.

La mitocondria, derivada de la fagocitosis y posterior simbiogénesis de una


proteobacteria, permitió al eucariota ancestral la respiración aerobia y con ello
aprovechar al máximo la energía contenida en la materia orgánica. Como no es
sorprendente en la evolución de un carácter tan antiguo, en varios grupos la
mitocondria ha perdido esa capacidad ancestral y a cambio se ha modificado para
cumplir otras funciones. También proceden de un evento de endosimbiosis los
cloroplastos, en este caso con una cianobacteria, que permiten a las plantas
realizar la fotosíntesis. Posteriormente otros grupos de eucariotas consiguieron
sus cloroplastos mediante la endosimbiosis secundaria con un alga verde o roja.

Reproducción
Véanse también: Reproducción sexual y Alternancia de generaciones.

Durante la mitosis, los motores moleculares de cinesina tiran de los microtúbulos


para formar el huso acromático (en verde) y así conseguir la segregación de los
cromosomas (en azul).
Además de la división asexual de las células (mitosis), la mayoría de los
eucariontes tiene algún proceso de reproducción sexual basado en la meiosis que no
se encuentra entre los procariontes. La reproducción de los eucariontes típicamente
implica la existencia de una fase haploide, donde está presente solamente una copia
de cada cromosoma en las células, y diploide, donde están presentes dos. Las
células diploides surgen por fusión nuclear (fecundación) y las haploides, por
meiosis. En los organismos multicelulares, se distinguen tres tipos de ciclos
biológicos:

Ciclo haplonte: los organismos que presentan este ciclo son haploides durante su
fase adulta. El cigoto es diploide y la meiosis tiene lugar tras la fecundación.
Ciclo diplonte: los individuos maduros son diploides y forman gametos haploides por
meiosis, que se fusionan para dar lugar a un nuevo organismo diploide.
Ciclo haplodiplonte: se produce alternancia de generaciones entre individuos
haploides y diploides.
Los organismos unicelulares pueden reproducirse asexualmente por bipartición,
gemación o esporulación y sexualmente mediante gametos o por conjugación.8

En los eucariontes, la relación de superficie frente a volumen es más pequeña que


los procariontes, y así tienen tasas metabólicas más bajas y tiempos de generación
más largos.

Origen
Artículo principal: Eucariogénesis
Véase también: Teoría endosimbiótica
El origen de la célula eucariota es el proceso biológico más revolucionario desde
el origen de la vida desde varios puntos de vista, como es el caso de la
morfología, desarrollo evolutivo, estructura genética, relaciones simbióticas y
ecología.9 Todas las células complejas son de este tipo y constituyen la base de
casi todos los organismos pluricelulares.10 Aunque no hay acuerdo sobre cuándo se
originaron los eucariotas, en general, se ha sugerido hace unos 2309 millones de
años.1 Aunque también se ha propuesto en 1800 Ma, esta hipótesis es controvertida.
Hasta ahora los fósiles más antiguos que pueden considerarse eucariotas son de 2100
millones de años y se les conoce como biota francevillense los cuales representan
los primeros indicios de vida pluricelular. La separación entre los eucariotas y su
grupo hermano las arqueas Asgard se estimó a finales del Arcaico (periodo
Neoarcaico).2

En la actualidad, la teoría más aceptada sobre el origen eucariota implica la


fusión biológica por endosimbiosis entre al menos dos organismos procariotas
diferentes: una arquea y una bacteria.11
Eukarya se relaciona con Archaea desde el punto de vista del ADN nuclear y de la
maquinaria genética, y ambos grupos son clasificados a veces juntos en el clado
Neomura. Desde otros puntos de vista, tales como por la composición de la membrana,
se asemejan más a Bacteria. Se han propuesto para ello tres posibles explicaciones
principales:121314

Los eucariontes resultaron de la fusión completa de dos o más células, el


citoplasma procedente de una bacteria y el núcleo de una arquea.
Los eucariontes se desarrollaron de las arqueas y adquirieron sus características
bacterianas a partir de las proto-mitocondrias.
Los eucariontes y las arqueas se desarrollaron independientemente a partir de una
bacteria modificada.

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