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Tema No.3 Parto Normal
Tema No.3 Parto Normal
CURSO:
TECNICAS GINECOBTETRICAS
CATEDRATICO:
Estudiante:
Pedro Adrian Martínez
201840813
PARTO NORMAL
Además, otra definición, quizá más completa, lo describe como “episodio obstétrico
durante el cual aparecen contracciones uterinas rítmicas y progresivamente intensas y
dolorosas que implican una dilatación del cuello uterino y consiguen la expulsión del feto y
los anejos a través del canal pélvico-genital”.
Es necesario realizar un cálculo de la fecha probable del parto (FPP), lo que se realiza
teniendo en cuenta que la gestación humana a partir del primer día de la última regla
normal dura 280 días
± 14 días (40 semanas ± 2 semanas).
Por otro lado, teniendo en cuenta la última ovulación son 264,8 días ± 7,2 días.
DESCRIPCIÓN CLÍNICA DE
LOS PERIODOS DEL
PARTO
En todo parto que evolucione por vía vaginal se suceden 4 periodos:
– periodo de dilatación;
– periodo expulsivo;
– periodo de alumbramiento;
– periodo de postalumbramiento.
El periodo de dilatación es aquel que transcurre desde el comienzo del parto hasta que
se produce la dilatación completa del cuello, siendo el periodo más laggo.
Se dice que la dilatación es completa cuando el cuello llega a dilatarse tanto como para
permitir el paso del feto a través de él, lo que en un parto a término con feto bien
desarrollado supone unos 10 cm de diámetro del cuello.
CONTRACCIÓN UTERINA
El músculo uterino esta constituido por musculatura lisa dotada de unas propiedades
específicas que le permiten una cierta actividad propia:
– capacidad de sufrir hiperplasia e hipertrofia durante el embarazo;
– contracciones que se hacen cada vez más intensas, regulares y frecuentes conforme
avanza el embarazo;
– presencia de fibras espiroideas capaces de retraerse y desplegarse y que se
organizan formando dos sistemas de haces entrecruzados situados en una matriz
extracelular de fibras colágenas, lo que facilita la transmisión de las fuerzas
generadas por las fibras musculares e integra el esfuerzo contráctil del útero;
– células con una doble membrana dotada de repliegues que aumentan su superficie
favoreciendo el intercambio iónico (al final del embarazo se produce la aparición de
resquicios o puentes de conexión entre las células que favorecerán la sincronización
de la contracción) y abundantes miofibrillas insertadas en el sarcoplasma, además
de receptores intracelulares específicos para estrógenos y progesterona.
Durante el embarazo, las células musculares uterinas aumentan de tamaño de hasta 10
veces, incrementándose el número de mitocondrias y de retículo sarcoplásmico, lo que
permite la adaptación de la célula a las mayores exigencias energéticas que se verifican en el
momento del parto y permiten el aumento de la síntesis de proteínas, la acumulación y
emisión de energía y el aumento del transporte de oxígeno intracelular.
CARACTERÍSTICAS DE LAS
CONTRACCIONES DEL
PARTO
Las principales características de las contracciones del parto son:
– presentar un triple gradiente descendente;
– ser involuntarias e intermitentes (aunque regulares);
– tener una frecuencia creciente (3-5/10 minutos);
– tener una intensidad creciente (30-50 mmHg);
– tener una duración creciente;
– ser dolorosas;
– presentar una actividad de 100-250 U-Montevideo.
Al examinar una contracción tipo en plena fase activa del parto (al final de la dilatación),
pueden distinguirse 2 fases:
– fase ascendente o de contracción, en la que se produce la contracción
muscular y el aumento de la presión amniótica a partir del tono basal, durando
aproximadamente 50 segundos;
– fase descendente o relajación, en la que se produce la relajación del músculo
uterino y vuelta al tono basal, duranto también unos 50 segundos.
La duración total de la contracción es, por tanto, de unos 200 segundos en el momento
más activo del parto, aunque la duración clínicamente palpable (contracción palpable)
es mucho más breve, permaneciendo el útero blando en la exploración abdominal mientras
la presión amniótica sea inferior a los 20 mmHg, dependiendo además este valor de otros
factores como el grosor de la pared uterina, la cantidad de líquido amniótico y la
experiencia del observador.
Para que el útero pueda soportar las fuerzas que se desarrollan a lo largo de estos procesos
necesita una serie de medios de anclaje, que son:
– ligamentos redondos, que por sí solos no son capaces de ejercer esta función;
– textura del útero y capacidad para contraerse;
– ligamento útero-sacro;
– pilares de la vejiga;
– ligamentos cardinales.
Además, cuando el feto llega a nivel del elevador del ano y lo presiona provoca una
necesidad imperiosa de empujar que desencadena el inicio de los denominados pujos. En
este momento la madre cambia de actitud y realiza una fuerte inspiración que desciende el
diafragma, cierra la glotis (algunas lo hacen sin cerrarla) y contrae la musculatura
abdominal haciendo fuerza para eliminar el estorbo que siente en el periné, contribuyendo
así al refuerzo del motor del parto.
CANAL DEL PARTO
El canal del parto puede dividirse en:
– canal blando del parto;
– canal óseo del parto.
Este conducto presenta un eje incurvado con concavidad anterior, y discurre a través de la
pelvis menor. Relacionándose con este conducto, encontramos la uretra por delante y el
recto por detrás, encontrándose en la región inferior el suelo de la pelvis, que está cerrado
por la musculatura del periné, la cual durante el parto se distiende y forma un embudo que
Estos órganos tienen que distenderse para permitir el avance del feto y lo hacen hasta
donde lo permiten las estructuras anatómicas vecinas.
Cabe destacar que cuando el cuello uterino se dilata, también lo debe hacer la parte inferior
del útero, que se expande de forma circunferencial, adquiriendo un tamaño suficiente para
permitir el paso del feto gracias a la formación, al final del embarazo, del denominado
segmento inferior, una porción más delgada del útero con gran capacidad contráctil.
Teniendo en cuenta estas estructuras, pueden definirse una serie de diámetros y planos
que constituyen este canal.
DIÁMETROS Y PLANOS DE LA PELVIS
Los principales diámetros y planos de la pelvis son:
– estrecho superior;
– excavación pelviana;
– estrecho medio;
– estrecho inferior.
ESTRECHO SUPERIOR
El estrecho superior es un pequeño espacio de forma redondeada y limitado por dos planos
paralelos:
– uno superior que se extiende desde el borde del promontorio al borde superior del
pubis;
– otro inferior que pasa por las líneas innominadas;
EXCAVACIÓN PELVIANA
La excavación pelviana es un plano de forma casi redondeada, que se localiza paralelo e
inferior al estrecho superior. Se extiende entre la parte más posterior de la cara anterior
del sacro y la parte más anterior de la cara posterior de la sínfisis del pubis, midiendo
aproximadamente de 12 a 12,5 cm.
ESTRECHO MEDIO
El estrecho medio se corresponde a un plano que pasa por la espinas ciáticas, la
articulación de la 4ª con la 5ª vértebra sacra y el tercio inferior de la sínfisis pubiana. El
diámetro transversal que une ambas espinas ciáticas (línea interespinosa) mide unos 10,5
cm y el antero-posterior unos 11,5.
ESTRECHO INFERIOR
El estrecho inferior tiene forma ovalada con eje mayor antero-posterior. Está limitado por
dos planos paralelos:
– el que une el borde inferior de la sínfisis con la punta del coxis;
– el que pasa por las tuberosidades isquiáticas y es paralelo al anterior.
Al final del embarazo debe realizarse una evaluación de la pelvis para juzgar su capacidad
para un parto normal, lo que puede realizarse mediante:
– pelvimetría;
– estudio del rombo de Michaelis.
PELVIMETRÍA
La pelvimetría es la medida de las dimensiones de la pelvis a partir de sus relieves óseos
identificados por palpación, bien a través de la piel (pelvimetría externa) o bien mediante
tacto vaginal (pelvimetría interna).
PELVIMETRÍA EXTERNA
En la pelvimetría externa se miden los diámetros externos de la pelvis utilizando un
compás graduado o pelvímetro. Los principales diámetros medidos son:
– diámetro biespinoso, que es la distancia que separa las espinas ilíacas
anterosuperiores y, con la paciente en decúbito supino, sus límites normales son de
24-26 cm;
– diámetro bicrestal, que es la distancia que separa los dos puntos más alejados de las
crestas ilíacas, siendo sus límites normales de 26-28cm;
– diámetro bitrocantéreo, que es la distancia que separa al trocánter mayor de cada
uno de los fémures (que se identifican haciendo que la paciente efectúe un
movimiento de rotación externa de la pierna en decúbito supino) y sus límites
normales oscilan entre 30-32 cm;
– diámetro conjugado externo (diámetro de Baudelocque), que es la distancia que
existe entre la punta de la apófisis espinosa de la 5ª vértebra lumbar y el borde
superior de la sínfisis del pubis (medida en bipedestación), siendo sus límites
normales son de 20-22 cm.
La pelvimetría externa es una exploración simple que calcula de forma aproximada las
dimensiones de la pelvis, pero su valor es limitado, dado que no da información directa
sobre las dimensiones de la pelvis menor, y éstos no siempre están relacionados con los
diámetros externos.
PELVIMETRÍA INTERNA
La pelvimetría interna consiste en la determinación de la forma y dimensiones de la pelvis
a partir de las eminencias óseas identificables por la exploración vaginal.
CABEZA FETAL
La cabeza, como porción más voluminosa del cuerpo, constituye la parte fetal más
importante en el parto, estando formada por:
– cráneo, constituido por dos huesos frontales, dos parietales y un occipital, los
cuales están unidos por suturas y fontanelas (como estas uniones no están todavía
osificadas,se permite un cierto deslizamiento de unos huesos sobre sobre otros,
convirtiendo al cráneo en deformable):
– cara.
CINTURA PELVIANA
Las nalgas y los miembros inferiores suelen ser la parte final del feto que se expulsa al
exterior, y en esta región (a diferencia de lo que sucede en la cabeza) predominan los
diámetros transversos, destacando el diámetro bitrocantéreo, que separa los
trocánteres femorales y que mide unos 9,5 cm (sin embargo, cuando los muslos y las
piernas están flexionados (presentación de nalgas completa) es mayor el diámetro
anteroposterior o sacro-pretibial, que va desde el sacro hasta el extremo inferior de la tibia,
y que, midiendo unos 12 cm, se reduce a 9 cm por la compresión que el polo pelviano sufre
durante el parto).
En todo parto que evolucione por vía vaginal, independientemente de la presentación fetal,
se suceden cuatro periodos:
– periodo de dilatación;
– periodo de expulsión;
– periodo de alumbramiento;
– periodo de postalumbramiento.
Aun así, según la parte fetal que se presente, los movimientos que ejecute el feto van a
variar, siendo éstos los que se conocen como mecanismo del parto.
PERIODO DE DILATACIÓN
El periodo de dilatación es la etapa más larga del parto, estando delimitada por dos
eventos indispensables en su desarrollo:
– comienzo del parto, que es el momento en que el útero de una mujer embarazada
tiene contracciones regulares capaces de actuar sobre el cuello uterino acortándolo y
dilatándolo (una embarazada se considera de parto cuando tiene contracciones
rítmicas cada 7 minutos y cuando tiene el cuello borrado en un 50%, dilatado de 2
cm y centrado);
– dilatación completa del cuello, que es el momento en que el cuello llega a
dilatarse tanto como para permitir el paso del feto a su través (en un parto a
término con feto bien desarrollado, la dilatación completa se alcanza cuando el
diámetro del cuello alcanza unos 10 cm).
Cabe destacar que la dilatación cervical se acompaña casi siempre de pequeños desgarros
que originan cicatrices y variaciones de la forma del cuello en el futuro.
MECANISMO DE ACCIÓN
DEL PERIODO DE
DILATACIÓN
Los fenómenos descritos en las fases de borramiento y dilatación responden a unas leyes
físicas similares, siendo muy importante para su aparición la presencia de:
– contracciones uterinas rítmicas y efectivas;
– acción de la bolsa de las aguas.
PERIODO DE EXPULSIÓN
El periodo de expulsión es el periodo del parto que transcurre entre el final de la dilatación
del cuello y la salida del feto al exterior y en su transcurso es fundamental el cambio de
actitud de la mujer, que debe colaborar activamente para lograr la salida del feto.
Durante este periodo, el estar dilatado el cuello y rota la bolsa de las aguas, las contracciones
uterinas comprimen al feto, lo que tiene como consecuencia:
– enderezamiento de la columna vertebral fetal;
– propulsión del feto por el canal del parto, a lo largo de la cual realiza tres
movimientos principales (progresión, cambio de actitud y cambio de posición).
Los movimientos del feto son necesarios por las condiciones especiales del canal del parto
y su forma irregular, pudiendo el feto ofrecer a la pelvis diámetros distintos según cuál sea
la presentación.
Así, el mecanismo del parto será distinto en cada presentación, aunque en todo parto por
vía vaginal se distinguen tres tiempos:
– entrada en el conducto;
– recorrido del conducto;
– salida del conducto.
FLEXIÓN DE LA CABEZA
Al final del embarazo la cabeza fetal está apoyada en
el estrecho superior de la pelvis con actitud
indiferente o ligeramente flexionada y con la sutura
sagital habitualmente orientada en el diámetro
transverso de la pelvis, siendo la posición
habitualmente izquierda o derecha transversa,
aunque también puede ocurrir que sea ligeramente
oblicua.
Por último, es importante tener en cuenta que la producción de una deflexión de la cabeza
dificultaría el paso del feto a través del canal del parto dado que el diámetro mento-vertical
de la cabeza fetal mide aproximadamente 13,5cm.
ENCAJAMIENTO DE LA CABEZA
Cuando el mayor diámetro de la cabeza ha franqueado el estrecho superior se dice que la
cabeza está encajada. Ello coincide con el momento en el que el punto más descendido de
la cabeza ha llegado al tercer plano de Hodge, es decir, a la altura de las espinas ciáticas
(punto guía).
Durante el encajamiento siempre debe existir un ligero asinclitismo para que se pueda
aprovechar al máximo la cavidad pelviana, el cual desaparece posteriormente
recuperándose el sinclitismo habitual.
DESCENSO Y ROTACIÓN
INTERNA DE LA CABEZA
Al llegar al suelo de la pelvis la cabeza no puede continuar su avance en la misma dirección
que presentaba, ya que existe un cambio de curvatura del canal hacia adelante y la
musculatura del suelo de la pelvis ofrece una fuerte resistencia.
Por ello, se produce una flexión máxima de la cabeza y el diámetro suboccipitobregmático,
de 9.5 cm, se convierte así en el mayor diámetro cefálico, pasando la fontanela menor a
ocupar el centro de la pelvis.
Además la cabeza sufre una rotación interna, de modo que el occipucio se dirige hacia
adelante, lo que se ve facilitado por:
– la acción de la musculatura del periné;
– el buen acomodo que el macizo frontal encuentra en la cavidad del sacro (teoría de
Rydberg);
– el acómodo del suboccipucio en el subpubis (hipomoclium).
En este momento se produce un cambio de posición del diámetro sagital del feto, que pasa
de occípito-iliaco a occípito-púbico.
Dependiendo de la posición que presentase el feto antes de encajarse, se producirá un
distinto grado de giro de la cabeza, de modo que:
– si el encajamiento se produjo en posición occípito iliaca izquierda o derecha anterior
(lo más común), se producirá un giro de la cabeza de 45º;
– si el encajamiento se produjo en posición occípito-iliaca izquierda o derecha
transversa se producirá un giro de 90º;
– si el el encajamiento se produjo en posición occípito iliaca izquierda o derecha
posterior (posición más difícil) la cabeza ha de rotar unos 135º.
Una vez que los hombros están en el suelo de la pelvis se produce una rotación de la cabeza
(que ya está fuera del canal del parto) de 90º, de forma que queda mirando a uno de los
muslos de la madre.
A la vez, también los hombros giran para que el diámetro bisacromial se adapte al antero-
posterior del estrecho inferior, de modo que:
– si estaban en un diámetro transverso, giran 90º con la cabeza;
– si ocupaban un diámetro oblicuo, desharán los 45º de torsión del cuello y girarán
otros 45º.
El hombro anterior se fija en el subpubis y el posterior resbala a lo largo del periné posterior
hasta salir fuera de la vulva (facilitado normalmente por los asistentes del parto).
El resto del cuerpo fetal, con dimensiones inferiores que los hombros y la cabeza, es
expulsado si dificultades gracias a un movimiento de flexión lateral de la columna vertebral.
PERIODO DE ALUMBRAMIENTO
El alumbramiento es el tercer periodo del parto, durante el cual, una vez expulsado el feto,
se produce la separación o desprendimiento de los anejos fetales del útero (cordón
umbilical y membranas) y su expulsión al exterior.
Este periodo se compone por tanto de:
– una primera fase de desprendimiento (tanto de la placenta como de las membranas);
– una segunda fase de expulsión.
DESPRENDIMIENTO DE LA PLACENTA
Inmediatamente después de la salida del feto, el útero ha de adaptarse a su nuevo
contenido y lo hace gracias a la capacidad de retracción de la musculatura uterina.
La placenta no puede seguir a la pared uterina en su reducción y, como consecuencia, se
comprimen sus tejidos, se aplastan las vellosidades y aumenta de espesor hasta despegarse
de su inserción en la caduca basal.
Por último, se produce la salida de los coágulos que forman el hematoma retroplacentario
y de una cierta cantidad de sangre.
PERIODO DE
POSTALUMBRAMIENTO O
POSTPARTO INMEDIATO
En el periodo de postalumbramiento debe realizarse:
– exploración de la cavidad pélvica y abdominal;
– control de la hemostasia.
EXPLORACIÓN DE LA
CAVIDAD PÉLVICA Y
ABDOMINAL
Al comienzo del alumbramiento, acabada la expulsión fetal y como lógica reacción a los
esfuerzos anteriores, la parturienta se encuentra en calma, con los músculos de la pared
abdominal relajados y con el paquete intestinal aún rechazado hacia arriba, lo que permite
la fácil exploración de toda la pelvis y abdomen (incluida la columna vertebral por encima
del útero).
En la exploración, el útero se palpa como una masa globulosa redondeada cuyo fondo
alcanza más o menos la altura del ombligo (aunque si la vejiga está llena, el fondo uterino
puede situarse por encima del ombligo).
CONTROL DE LA HEMOSTASIA
El alumbramiento es, junto con la menstruación, el único proceso fisiológico que se
acompaña de hemorragia, la cual debe seguirse de un proceso de hemostasia eficaz, que
suele producirse en un plazo inferior a las dos horas y que debe ser vigilada por el clínico.