POSIBILIDAD Y REALIDAD. Dra. Marta Martínez Llantada
La tarea más importante del maestro en el ejercicio de su función profesional
es la formación de la personalidad de sus estudiantes. ¿Cómo lo puede lograr?. Para entenderlo, habría que estudiar más cómo la actividad educativa general del maestro se puede encaminar a ello o, dicho de otra forma, cómo la relación maestro estudiante, básicamente, además de la relación maestro comunidad y maestro familia convierten al profesional de la educación no sólo en la figura que administra conocimientos o ejerce “autoridad” en la escuela y en la comunidad, sino aquella en que el educando y la comunidad centren sus expectativas por la influencia que en el orden educativo puede ejercer de manera que no se confunda autoridad con autoritarismo como a veces sucede. De ahí surge la interrogante de cómo puede el maestro imponer respeto y autoridad y a la vez llegar a los estudiantes y ganar su confianza? Todos afirman que el ejemplo que brinda el maestro es el principal factor. Mediante el análisis de su actividad educativa se puede profundizar en esos elementos determinando cuál es su contenido y extensión y cuáles son sus componentes estructurales además de sus funciones. Recordar aquí a nuestro comandante en jefe es obligado cuando afirmaba: que no concebía al maestro con métodos artesanales sino “como una personalidad capaz de orientarse independientemen5te, como un intelectual revolucionario que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase. Todo ello requiere de mucho estudio, de un alto nivel ideológico, de un alto nivel cognitivo y del desarrollo de las habilidades profesionales “(Castro, F (1981) Se revela aquí otro aspecto de gran importancia para el análisis que nos ocupa: ¿cuáles son las habilidades profesionales que debe tener el maestro para la formación de la personalidad de sus estudiantes? Ante todo, hay que borrar de una vez y por todas el divorcio entre la instrucción y la educación. Ya lo decía el maestro: “el remedio está en desenvolver a la vez la inteligencia del niño y sus cualidades de amor y pasión” (Martí, J 1961) ¿Qué sentido tiene enseñar cultura desposeída de sus valores? Entonces, no se enseña cultura, se memorizan datos y se ordenan mecánicamente. Una particularidad esencial de la actividad del maestro es que dirige otra: la del estudiante lo cual quiere decir que debe motivar a su objeto-sujeto de influencias educativas para que este asuma ante la vida el rol que le corresponde. Si esto se logra, la actividad educativa del maestro cumplirá su rol social pues la comprensión científica de este proceso, como afirman los expertos, subraya la naturaleza social de todos los valores que se incorporan al mismo en la medida en que existe en relación con la actividad práctica de los hombres. Las cualidades de la actividad profesional del maestro muestran fehacientemente lo planteado en relación con el hecho de que la verdadera naturaleza de la educación al plantearse la unidad de los conocimientos y los valores, ideales y convicciones no puede estar al margen de la realidad dialógica entre ambos sujetos del proceso pedagógico. Es preciso dialogar con los estudiantes para saber lo que sienten, ayudarlos a interpretar los problemas y encauzar sus criterios. Esas cualidades son, entre otras, su carácter transformador en tanto incide en la personalidad del estudiante, su carácter creador en tanto se desarrolla en condiciones siempre cambiantes, influidas por múltiples factores. El maestro, por esencia, es creador. Ello quiere decir que cada clase es un acto creativo, nuevo porque depende de las características del momento, de los estudiantes, que dictan pautas para que puedan aprender y formar sus convicciones en cada momento, en dependencia de la realidad. Otra de las cualidades es su carácter humanista pues es base de su labor el amor por los jóvenes, saber conciliar la comprensión y la exigencia siendo a la vez justo y objetivo con un estilo democrático. A ello colabora la comunicación interpersonal, la posibilidad de penetrar en el mundo interior de los estudiantes siempre teniendo por fundamento el respeto a la dignidad del hombre. Además se caracteriza por u carácter dinámico en lo que respecta a su alto nivel de planificación y de proyección, a que no es espontáneo pero tampoco rígido totalmente y cumple objetivos trazados con determinada regularidad teniendo en cuenta la realidad. La tradición pedagógica cubana se ha preocupado siempre por darle un sello a esta actividad en lo que respecta a la formación de valores en la personalidad de los estudiantes. Esto se aprecia en el fortalecimiento del patriotismo, de la cultura y tradiciones nacionales y los más puros sentimientos ciudadanos y en el hecho de que muchos maestros cubanos han sido portadores de la ideas de avanzada de la sociedad y formadores de las mejores tradiciones revolucionarias. Pero no sólo las cualidades de la actividad educativa del maestro contribuyen a ello, sino también su estructura. Su objetivo es la formación de todos los componentes de la personalidad que es, a su vez, el objeto de actuación del maestro. Las necesidades que demandan interés en el estudiante constituyen de por sí, al adentrarse en la solución de los problemas, importantes medios de motivación que ayudan en su formación integral. Por otra parte, hay que tener presentes las condiciones en que se desarrolla la actividad profesional del maestro que no son sólo de carácter sociopolítico y económico sino también en el orden estrecho de su propio sector en cuanto a relaciones con los estudiantes de carácter grupal, laboral del colectivo pedagógico, con la sociedad a nivel de familia y de comunidad. Hay que detenerse además en las funciones de la actividad profesional del maestro como “efectos de la actividad que satisfacen necesidades objetivamente existentes de vital importancia e indispensables para la conservación y desarrollo del proceso pedagógico” (Colectivo de autores, 1999) Los estudiosos plantean como funciones las siguientes: (su sola denominación explica lo que se argumentaba anteriormente) • Instructivo-informativa • Educativa • Orientadora • Desarrolladora • Cognoscitiva investigativa • Movilizadota Su consideración con carácter sistémico de por sí constituye una muestra elocuente de la tesis que se defiende acerca del carácter creador de la actividad pedagógica profesional del maestro, en tanto relación sujeto objeto y relación intersubjetiva. En esta dirección, sólo quedaría plantearse cómo el maestro organizaría su trabajo para lograr los objetivos profesionales que persigue. Para ello habría que detenerse en los componentes funcionales o etapas de su actividad profesional y en las habilidades profesionales que lo deben caracterizar. Estos componentes serían: -La actividad de preparación y planificación: • Previsión de la forma de acción • El plan de actividad • La estrategia tanto del maestro como del estudiante • La comprobación - La actividad organizativa ejecutora: • La acción educativa concreta • Sus cualidades - La actividad comunicativa: • La peculiaridades de las relaciones - maestro estudiante - maestro comunidad - maestro familia - maestro colectivo pedagógico - La actividad investigativa. • La identificación de problemas • La búsqueda de solución científica • La organización científica del trabajo profesional Todo ello resume el carácter complejo que tiene esta actividad en tanto en cuanto debe organizar acciones encaminadas a: • Dirigir el proceso de aprendizaje • Orientar ideológicamente a los estudiantes • Lograr motivaciones positivas en la conducta de los estudiantes • Lograr su participación en el proceso pedagógico y en el proceso social en general con actitud transformadora. ¿Qué habilidades se requieren para ello? Investigaciones realizadas han demostrado que para lograr tan altos objetivos se debe contar con una serie de habilidades profesionales que requieren una alta cultura y multilateralidad en el análisis de los fenómenos. El primer requisito es el dominio profundo del contenido de enseñanza de la ciencia que explica y la aplicación de una metodología que le permita elevarse a partir de ese propio conocimiento científico a un nivel conceptual del mundo del que emanen los argumentos y explicaciones que le permitan demostrar al estudiante las verdades actuales, cómo se han logrado y qué hay que hacer para mantenerlas en función del desarrollo de todas las facetas de la personalidad. En el caso de la formación de valores, como parte de ese contenido, dada la naturaleza reflexiva del valor, es necesaria la interrelaciòn de sensaciones, percepciones, representaciones, vivencias, estados de ánimo, sentimientos, con formas propiamente intelectuales como conceptos, juicios y otras. De ellos se deriva que existe una condición inmanente cognoscitivo valorativa en que las emociones, por tanto, si la valoración constituye la concientización de la significación del objeto para el sujeto, la asimilación de las relaciones entre las necesidades propias y las cualidades de los objetos que las satisfacen el acto de comprensión del valor debe tener entonces, necesariamente, la comprensión de la esencia humana de las cosas, de su significación para el hombre (Fabelo, l997) La formación de valores en los estudiantes se basa en una profunda comprensión de los fenómenos reales vistos dialécticamente con un sentido de futuro que ya precisamente al considerarse como resultado de aspiraciones del hombre, la valoración expresa esa orientación al futuro con carácter anticipador y se expresa en las funciones y momentos de la actividad pedagógica profesional desde el punto de vista científico. Es por ello que las habilidades profesionales del maestroen esa dirección se orientan a la argumentación, análisis y, a veces, ejecución práctica y orientación de la misma, para, a partir de ello, aparecer como una manifestación concreta de la correlación de lo valorativo, lo práctico y lo cognoscitivo en la actividad humana. Dicho de otra forma, la educación intelectual sería vacía si no se educan los sentimientos; pero estos no se pueden educar al margen de la comprensión profunda de la realidad, de los fenómenos, de sus raíces, de la trasmisión de los valores universales de la cultura universal en general y autóctona de nuestros pueblos en particular. Cabe aquí reflexionar en los propios valores que debe tener el maestro en su acción educativa para lograr que florezcan en sus estudiantes aquellos que la sociedad necesita y que lo hacen ser ejemplo: • Ante todo, tener una conducta moral inmaculada • Voluntad para ser flexible, para ser directo o indirecto según lo exija la situación. • Aptitud para percibir el mundo desde el punto de vista del estudiante • Espíritu autodidacta • Aptitud para personalizar su enseñanza • Voluntas para experimentar, para ensayar cosas nuevas. • Pericia para hacer preguntas • Conocimiento de la asignatura y de otras áreas • Reflejar una actitud apreciativa y no autoritaria • Utilizar un lenguaje coloquial Todo ello revela el carácter creador del proceso y la tendencia al análisis de la independencia del estudiante en su actividad de aprendizaje y la educación de su personalidad en el sentido de “inconformidad positiva” ante lo hecho, en el sentido de hacer nuevas valoraciones para avanzar más. La confianza en el hombre es un principio de la revolución cubana , bien decía en relación con ello nuestro apóstol: “Andamos sobre olas y rebotamos y rodamos con ellas…. Pero cuando se serene este mar, puede asegurarse que las estrellas quedarán más cerca de la tierra ¡El hombre envainara al fin en el sol, su espada de batalla!” (Martí, J O C T 6 p 100) “Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor, si no lo peor prevalece…” (Martí, J O C T 6 p 22) BIBLIOGRAFÍA -Castro, Fidel: Discurso en la graduación del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Doménech 7-7-81 -Colectivo de autores, La actividad pedagógica profesional Material mimeografiado. (1999) -Fabelo, J R La naturaleza del reflejo valorativo de la realidad. 1987 - Martí, José Obras Completas, La Habana, 1965 - Mendoza, Lissette. Cuba, la revolución y los valores. Informe de investigación. 1993