historia y la cultura de su país; estuvo vinculado a sus condiciones sociales y políticas; y sin lugar a dudas tuvo que tomar partido en los conflictos políticos. En la época de Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a través de su procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos personales y territoriales para el César, y aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.
Creemos que Jerusalem debió de ser una gran ciudad a
la que había que sumar los habitantes propios de la ciudad la fluctuación muy variable en número de personas que iban y venían a Jerusalén, debido a que era la capital del reino y sobretodo, a que en ella estaba el Templo.
Calcular el número de habitantes de Jerusalén en esa
época, es una tarea muy difícil, de allí que los estudiosos del tema discrepen tanto. Así, hay autores que nos hablan de más de un millón, y otros que no admiten una cifra superior a los 25.000 ó 30.000 personas (Jeremias). Hay quienes han calculado la población en unos 82.500, a base de estudios sobre la densidad urbana. Para otros, incluso les parece razonable una cifra que pudiera superar los 100.000 habitantes, basándonos en la superficie del área urbana, y en las formas de las casas y el numero de habitaciones en las ciudades antiguas.
Jerusalem era una ciudad próspera, cosmopolita, y era
también la cuna de algo más: de una forma de creer y de entender la realidad que cambiaría Occidente y el curso de la Historia. ¿En qué medida conocía el joven Jesús la ciudad de Jerusalén? La cuestión no está resuelta, pero excavaciones de la ciudad de Seforis, no lejos de Nazaret, sugieren que probablemente Jesús era más urbanista de lo que se había pensado hasta entonces. Sin embargo, su Galilea natal no podía compararse con Jerusalén. Era una de las urbes más importantes entre Alejandría y Damasco.