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Análisis Critico

Participantes:

Awa Mariko B0899852

María Palmera Ci:25649277

Sección: IAG 4101


En un mundo tendiente a la integración comercial, en donde los intereses
económicos entran en conflicto con diversos intereses de la sociedad actual,
encontramos una fuerte tensión entre la liberalización comercial y la protección
del medio ambiente, un choque de culturas, teorías y asunciones.

Quienes trabajan en pro de la liberalización comercial, buscan limitar los


esfuerzos para ligar la creación de políticas comerciales a las políticas de
protección del medio ambiente. Incluso, en algunos casos, buscan eliminar
completamente tales esfuerzos. Un claro ejemplo de la hostilidad que presenta
la comunidad del comercio internacional hacia un serio compromiso
ambientalista es que las negociaciones para un Área de Libre Comercio para
las Américas —ALCA— se iniciaron con la decisión expresa de excluir de la
agenda temas ambientales.

En años recientes, la liberalización comercial ha pasado de disminuir aranceles


(los cuales han llegado a ser bastante bajos alrededor del mundo) a la
eliminación de barreras no arancelarias. Dado que algunas regulaciones
domésticas pueden potencialmente ser interpretadas como barreras no
arancelarias, el alcance e impacto de los compromisos que se adquieren al
tener acceso a un mercado (y en otras disciplinas de regulación en el campo
del comercio), se han expandido.

Un buen número de las disputas de comercio internacional que han surgido en


la última década tienen que ver con conflictos entre regulaciones domésticas y
reglas de comercio. Por ejemplo, Estados Unidos prohibió las importaciones de
atún mexicano, alegando que el método de pesca utilizado por los mexicanos
provocaba la muerte incidental de delfines. Ante esto, en 1991 México obtuvo
una resolución favorable del GATT 1, en la cual declaraban que los Estados
Unidos estaba violando las obligaciones adquiridas con dicho acuerdo al
imponer tal prohibición. Por otra parte, la Unión Europea se rehúsa a ajustar
sus estándares de seguridad para los alimentos, estándares que no aceptan
carne con hormonas añadidas a pesar de que una serie de lineamientos de la
Organización Mundial de Comercio —OMC— indican que esa regulación no
tiene fundamentos científicos y, por lo tanto, contravienen las reglas del
comercio internacional. Por último, las sanciones de los Estados Unidos en
contra del camarón proveniente de Tailandia por utilizar métodos de captura
que provocan la muerte de tortugas marinas en peligro de extinción, fueron
consideradas ilegales bajo la perspectiva del GATT. La lista continúa y no se
divisa un final para las disputas “comercio - ambiente”. En todo caso, el número
de conflictos parece estar incrementándose: a medida que la integración
económica mundial se intensifica, se intensifica el potencial de conflicto.

Como se mencionó, muchos ambientalistas apoyan el concepto de “desarrollo


sostenible” y creen que el crecimiento puede contribuir a mejorar el medio
ambiente si es manejado con propiedad. Existen también quienes mantienen el
paradigma de limitar el crecimiento, en el cual la liberalización comercial
contribuye a una mayor actividad económica y por lo tanto a más
contaminación y a un consumo insostenible de recursos naturales. A pesar de
estas dos posturas, aun quienes encuentran atractiva la idea del desarrollo
sostenible, temen que, en la práctica, los instrumentos de política ambiental no
estén lo suficientemente desarrollados para soportar las presiones de la
globalización.

El Desarrollo sostenible ha sido difícil de definir y aún más difícil ha sido ponerlo
en práctica. Está claro que la pobreza puede forzar a las personas a tomar
decisiones de corto plazo que degradan el medio ambiente; por ejemplo, la tala
de árboles para utilizar la madera como fuente de energía (estufas de leña,
generación de calor, etc.), sin tomar en cuenta la probabilidad de una futura
erosión de la tierra. Sin embargo, la esperanza de que la liberalización
comercial vaya a conducir a un crecimiento económico que alivie la pobreza y
genere recursos para inversiones ambientales, algunas veces parece
descansar en una tenue cadena de eventos, la cual puede presentar
dificultades bajo las condiciones del mundo real.
La OMC y particularmente se manifestó la preocupación de la inhabilidad de los
pequeños países en desarrollo para beneficiarse de las provisiones existentes
en la OMC para la resolución de conflictos y el efecto adverso que han tenido
las disputas formales levantadas por los países más grandes en sus propias
economías.

En el tema agrícola se planteó la necesidad de eliminar los subsidios que


generan danos al ambiente, así como la necesidad de desarrollar estrategias y
prácticas agrícolas sustentables, incluyendo sistemas de certificación para
identificar productos preferentes ambientalmente, como alimentos orgánicos,
capaces de ser producidos por pequeños productores locales.

La política comercial y las nomas de la organización mundial de comercio


(OMC) son importantes para la conservación ambiental y el desarrollo
sostenible. los cambios en los precios de los bienes con los que se comercia, la
apertura de nuevos mercados, la creación de nuevos productos y la eliminación
de las restricciones comerciales. en otras palabras, las normas comerciales
pueden influir directamente en las políticas ambientales, al ser interpretadas
como “barreras para el desarrollo “u “oportunidades para la inversión
sostenible”.

El comercio y el desarrollo no pueden ser vistos como conceptos antagónicos.


El sistema internacional de inversiones debe respaldar la sostenibilidad de la
vida en la tierra, única garantía para el desenvolvimiento de una fructífera
asociación, en el cual los seres humanos podamos mejorar nuestra calidad de
vida, en armonía con el resto de los seres vivos de nuestro planeta.
Referencia bibliográfica:

http://www.rolac.unep.mx

www.pnuma.org

www.sice.oas.org

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