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Gustavo Petro: “Vamos camino a una dictadura”

Martes, 24 de Noviembre de 2009 16:07


Desde Abajo
Edición 152

Colombia atraviesa momentos difíciles. El poder político se concentra en una sola


persona, el miedo se ahonda, amplias regiones siguen bajo dominio de poderes mafiosos
y el Estado profundiza su desinstitucionalización.

En vísperas de las elecciones presidenciales, y como mecanismo para enfrentar esta


realidad, Gustavo Petro, candidato presidencial del Polo Democrático Alternativo, propone
la constitución de un Acuerdo Democrático que evite la consolidación de la dictadura, al
tiempo que abra las puertas para una transición hacia la democracia. El campo, el mundo
del trabajo, la redistribución de la riqueza nacional, la producción de alimentos, la
potencialidad de la biodiversidad nacional, los pactos societales locales, son algunas de sus
propuestas para la Colombia necesaria.

Desde abajo. Uno de los puntos centrales de sus diferencias con Carlos Gaviria fue la
política de alianzas. Pero los hechos parecen debilitar su propuesta para constituir un gran
frente anti-Uribe
Gustavo Petro. Al contrario. Lo que observamos es una decisión cada vez más profunda en
el uribismo por romper el orden institucional para lograr la reelección. Las señales son
inequívocas.

da. ¿Cuáles son esas señales?


GP. Por ejemplo, las alusiones del Ministro del Interior a una norma de orden público
superior que no existe, o los planteamientos de José Obdulio. Pero también una suma de
hechos, como la provocación a Venezuela para generar un conflicto armado, la ocupación
militar del territorio colombiano por parte de una potencia extranjera, y la configuración
misma de una dictadura al frente del país. ¿Qué deben hacer los demócratas ante estos retos
si no es unificarse?

da. ¿Cómo pudiera concretarse esa política de alianzas?


GP. Primero que todo, debo aclarar que no hablo de un simple acuerdo electoral. No. Lo
que propongo es un Acuerdo Democrático al estilo del Pacto de la Moncloa que facilitó la
transición pos-Franco o, más precisamente, de la Concertación Democrática chilena que
facilitó la era pos-Pinochet.

da. ¿Considera que este tipo de análisis está presente en otras agrupaciones política? ¿Con
qué grupos políticos se pudiera sellar esta alianza?
GP. Pienso que las percepciones de que vamos camino a una dictadura están presentes en
toda la sociedad colombiana. Ahora, especificamente cada fuerza, cada personalidad, cada
sector social, es un matiz del inmenso arco iris de Colombia, diferenciado uno del otro, y
no puede pensar igual que nosotros. Ese es precisamente uno de los grandes errores de la
izquierda tradicional que quiere homogeneizar una sociedad y hacerlo alrededor de su
pensamiento, lo cual es imposible. En esa medida, el Acuerdo Democrático debe reconocer
las diferencias; la diversidad social, política, ideológica, de sus integrantes, en torno a la
certidumbre de que vamos hacia una dictadura, pero también de que están en curso cosas
graves alrededor de las instituciones, del modelo de desarrollo.

da. Si se aprueba el referendo por parte de la Corte Constitucional, incluso con los vicios de
trámite que se han conocido, nos encontraremos ante la ilegalidad absoluta, pues, además,
el uribismo ya ha violado la ley de garantías electorales ¿No cabe en este caso negarse a
participar en las elecciones? Esta respuesta está hoy contemplada por políticos como
Augusto Ramírez Ocampo. ¿No se justifica en tal caso participar, entonces, en un Frente
por la deslegitimación del tercer mandato?
GP. Es posible. Hay que tener en cuenta que cualquiera de las respuestas adecuadas a los
diferentes escenarios pasa por un Acuerdo Democrático, que no se puede confundir con
acuerdo electoral, porque un Acuerdo Democrático puede pasar por no participar en unas
elecciones, pero los escenarios son diversos e imprevisibles en esa medida.

Lo cierto es que debemos trabajar el Acuerdo, cuya forma concreta puede estar definida el
año entrante. Puede ser una consulta interpartidista, puede ser simplemente el diálogo hacia
una sola candidatura presidencial, una unidad de acción, programática. Si el uribismo
desconce las voces que le dicen que el referendo es ilegal, si declara la hecatombe, la
opción puede ser, por ejemplo, –en tanto estamos ante un golpe de Estado– no participar en
elecciones. Digamos, por tanto, que hay diversidad de respuestas que dependen de una
imprevisibilidad de lo que pueda suceder en Colombia en los meses por venir.

da. El Polo se define como un partido de izquierda pero, como sabemos, la izquierda está
llena de matices, lo que sin duda es saludable; dadas las condiciones actuales de la crisis
mundial, si se aceptan cómo válidos algunos referentes mundiales, ¿debe el Polo ser más
cercano a partidos como el PSOE o a movimientos como el alemán Die Linke y el Partido
Anticapitalista Francés?
GP. No creo que se pueda imitar a los partidos europeos para el caso de América Latina.

da. En el sentido de que estos partidos consideran que la actual crisis del capital es
diferente, que obligará tarde o temprano –incluso en los países del centro– a salidas de
alguna manera autoritarias y antidemocráticas.
GP. La izquierda colombiana debe responderles a los problemas propios de la nación. La
socialdemocracia europea se puede construir sobre la base de un alto nivel de acumulación
de riqueza que permite un pacto obrero-patronal, que es la base de ese tipo de
planateamientos. Esto no es posible en Colombia, donde estamos abocados a un profundo
proceso de democratización. Nuestro reto es preservar principios de la democracia liberal y
atarlos a una serie de reformas democráticas que busquen la igualdad social.

En esa medida, los problemas que afronta la izquierda europea son muy diferentes de los
que vivimos en la sociedad colombiana. Nosotros necesitamos aquí un partido capaz de
plantearle a la sociedad los mecanismos y el objetivo de disminuir la desigualdad social,
debilitar el narcotráfico, sacar a Colombia de la violencia, atacar la pobreza, integrarnos a
América Latina; entonces, el eje programático es muy diverso, muy diferente.
da. En el juicio de Nuremberg se le preguntó a Goering cómo habían hecho para cautivar a
un pueblo como el alemán y ponerlo en favor de tanta barbarie. Goering contestó que muy
fácil: creándoles un enemigo interno, los judíos, y un enemigo externo, los bolcheviques.
¿Cuando en Colombia se habla de los ‘logros’ de la seguridad democrática y se hace eco
del antichavismo, el anticorreísmo y el antievismo, no se está haciendo eco a estrategias
como las de Goering?
GP. Incluso, yo me atrevo a generalizar el planteamiento: el miedo es el instrumento que se
usa para eliminar las diferencias, que es la base de los proyectos autoritarios y fascistas. El
fascismo se puede resumir en una frase: la eliminación de la diferencia es la
homogeneización al máximo grado. Y el miedo es un instrumento que hace que las
sociedades apoyen tal tipo de propuesta, como lo demostró Hitler. Bush también lo hizo en
su propio país cuando derribaron las Torres, y el uribismo lo ha usado permanentemente,
construyendo ‘enemigos’ de la sociedad colombiana que producen miedos y permiten la
movilización social, mayoritaria, hacia su propuesta.

da. Pero ese miedo hay que enfrentarlo…


GP. Claro, y al costo que sea. Soy el único candidato presidencial que ha defendido
públicamente, a pesar del costo político que hoy pudiera traer, que no reconozco la
instalación de bases en Colombia porque el tratado es ilegítimo desde el punto de vista de la
ley nacional, y que, siendo Presidente, consideraré que las tropas localizadas en nuestro
territorio, en virtud de ese tratado, lo ocupan ilegalmente.

Por otra parte, la política de seguridad que proclamo incluye el control militar nacional del
territorio, que no es nacionalismo simple y barato sino la base misma de la soberanía. Esta
política está construida alrededor de un concepto muchísimo más integral: seguridad de la
vida en Colombia. Desde esta perspectiva, la seguridad de la vida no depende
exclusivamente del control militar del territorio sino que nos lleva a múltiples facetas de la
seguridad, por ejemplo, la social, la climática. Un concepto que afecta a los grandes
asesinos de Colombia, el primero de los cuales es la intolerancia. Y aún en el campo del
control militar del territorio, esta propuesta significa que ese control debe ser para defender
la vida y no para acabarla, como hemos visto con los falsos positivos.

da. Como a Lucho Garzón, a usted se le ha visto en varias ocasiones con intenciones de
retirarse del Polo. ¿Los motivos de mayor desencuentro con los otros sectores se pueden
calificar preponderantemente de ideológicos o estratégicos, o simplemente de formas
concretas de ejercitar la política?
GP. No me he puesto a pensar en dónde clasificar los desacuerdos; lo cierto es que la fase
de un Polo sectario terminó con mi victoria. No me gustaba en absoluto una izquierda
aislada, considerándose depositaria de la verdad, comportamiento propio de las sectas.
Debilitando el campo democrático, esa izquierda no sirve. Los que llevaban la izquierda a
este tipo de objetivos sectarios han fracasado, así que hoy tenemos la oportunidad de
construir un Polo diferente.

Este es mi segundo planteamiento: cuando un partido de izquierda no entiende, no llega a la


concepción de que un partido está para gobernar, para acceder al poder, sino que se
considera un oposición eterna, nunca llegará al poder. Mi propuesta es imprescindible para
una sociedad que está clamando por salidas a problemas neurálgicos, tales como la
violencia, la desigualdad social, la pobreza y el narcotráfico.

da. Usted ha llamado reiteradamente al Estado colombiano un Estado mafioso. Ahora bien,
ese Estado se ha construido mafiosamente desde abajo hasta arriba, es decir, se comenzó
por la conquista del poder local. En buena parte del país el poder local mafioso sigue siendo
armado, como lo demuestra el crecimiento continuo de los llamados grupos emergentes.
¿Existen mecanismos para desafiar ese poder en las próximas elecciones?
GP. Para ser claros, he mencionado que las mafias han fragmentado el Estado colombiano.
El concepto de Estado mafioso no es mío. Se lo escuché a Borja. Pienso que la influencia
de las mafias –en plural– ha fragmentado el Estado colombiano, y que al interior del Estado
hay instituciones o sectores de éstas que responden a lógicas mafiosas, y otras que lo hacen
respondiendo a lógicas democráticas; si no fuera así, no se pudiera entender hoy, por
ejemplo, el papel de la Corte Suprema de Justicia, o los diversos combates que se presentan
entre polícias y soldados con masacres que responden a diferentes lógicas mafiosas.

da. Un poder mafioso enquistado en lo territorial…


GP. Poder local. La fragmentación del Estado comenzó por la toma, por parte de estas
mafias, del poder local en muchas regiones de Colombia, y esa toma tiene una base
económica que es la previa toma de la tierra (esa es una tesis mía).

da. ¿Cómo ocurrió ese proceso?


GP. Fue un proceso histórico. Las mafias comienzan comprando masivamente la tierra hace
30 años, sólo para usarla como un lavado de activos, pero en ese proceso descubren algo
que ya existía –pero que no conocían–: que la tierra es la base del poder político en muchas
regiones herederas del feudalismo. A partir de ahí empiezan a concentrar poder político
local hasta construir dictaduras totalitarias locales y fragmentan el Estado nacioinal.

da. ¿Cómo desandar ese camino en un gobierno democrático?


GP. La clave nos la da la tierra. Por eso, el eje de mi programa se centra en el tema de los
acuerdos sociales locales, a partir de un proceso de reconciliación de víctimas y victimarios
en general, que tiene como condición imprescindible un gobierno del lado de las víctimas,
un gobierno que envía un mensaje claro, exigiendo una respuesta de parte del victimario.
Éste puede pensar: si el Gobierno va en contra mía, ¿cómo puedo acordar pacíficamente?
La respuesta es: entregar la tierra, y el poder local recibirá un beneficio jurídico, incluida la
no extradicción.

da. El modelo de lo que pudiera llamarse “latifundio armado” parece consolidarse, y como
prueba de ello tenemos el caso del reciente escándalo de Agro Ingreso Seguro. Es claro que
se quiere imponer el modelo de los cultivos de plantación a toda costa, sobre todo para la
producción de agrocombustibles ¿Qué opina de esto?
GP. Sin duda. De ahí que el modelo de desarrollo que propongo se sustente en la
producción subsidiada de alimentos, lo cual significa que hasta el último centímetro
cuadrado de tierra fértil debe ser destinado –me refiero a 15 millones de hectáreas– a
producir alimentos para los seres humanos, condición que nos permite la democratización
de la vida social del campo, porque en esos millones de héctareas se pueden sostener y
pueden progresar millones de campesinos.
da. ¿Puede ser ese el camino para la paz rural en nuestro país?
GP. La democracia de la propiedad es el verdadero nombre de la paz rural. Si la
democratizamos, avanzamos en una política de desarrollo porque la producción de
alimentos en 15 millones de hectáreas como objetivo, acompañada por el Estado, bajaría
sustancialmente el precio de los alimentos en Colombia, lo que habrá de permitirnos dos
cosas: una, acabar el hambre; y otra, elevar el nivel de vida para ampliar el mercado
interno, que es la base de una política de desarrollo industrial. Pero también, y esto es muy
importante, nos permite una articulación productiva con el mundo, porque en una sociedad
con hambre –debido al calentamiento global y al uso de tierras fértiles para
biocombustibles– tenemos una oportundiad de aportar a la humanidad a partir del uso de
nuestra tierra fértil. Nos permite una política de paz, de prosperidad y de integración por
primera vez en la historia nacional.

da. Se está cocinando una propuesta de volver a prohibir la reelección, pero sobre la base de
ampliar el período presidencial a seis años, más allá de la figura de Uribe. ¿Considera usted
muy poco tiempo cuatro años como período de ejercicio del poder en un país como el
nuestro?
GP. Si los conservadores ponen este tema en discusión, yo los apoyaría; no le veo ningún
inconveniente. Lo que hemos visto como problemas de la democracia no está en el período
presidencial sino en la reelección. Ahora, si lo que pretende el partido conservador es (se lo
escuché a Noemí) que sobre esa base se le prolonguen dos años más al actual Presidente,
estamos dando otra vuelta al mismo cuerpo, simplemente evitarse el esfuerzo de conseguir
los votos, porque después habría otra propuesta de ampliar el período y así sucesivamente.

Digamos, partir de cero sobre la base de que no es este presidente quien se reelija, es decir,
que no se aprueba el cambio de la Constitución de nuevo sino que se plantea un fin de la
reelección y una ampliación del período. Yo no me apondría.

da. ¿Si es elegido Presidente aspiraría a la reelección?


GP. No. El Acuerdo Democrático que propongo debe permitir, como sucede en Chile, que
varios períodos presidenciales, con mandatarios diferentes, puedan sustentar unos objetivos
comunes de largo aliento, fundamentados en ese acuerdo. Esa es la idea que tengo del
Acuerdo Democrático.

da. Una de las medidas de política económica clásica de las socialdemocracias de antaño,
para tener distribuciones más simétricas del ingreso, era la política tributaria. ¿Estaría
dispuesto a gravar el capital, y en forma particular el capital financiero? ¿Existe entre sus
propuestas alguna medida en particular al respecto?
GP. El sistema tributario progresivo está ordenado por la Constitución. En mi programa en
concreto, para llegar a ese objetivo hay varias medidas propuestas: eliminación de
exenciones y deducciones no necesarias; rentas exactas, no necesarias, que implican casi
seis billones de pesos anuales. La eliminación del IVA en toda la cadena productiva de
alimentos para la canasta básica familiar; la creación del impuesto sobre la tierra, sin el cual
no puedo lograr una ganadería tabulada que es lo que permite, precisamente, ultilizar 15
millones de hectáreas fértiles en el cultivo de alimentos.

La reforma, desde el punto de vista fiscal del gasto, a partir de una modificación del sistema
pensional que nos ahorre seis billones que ahora gastamos en pensiones (600 mil
pensionados pagados por el presupuesto nacional), por un modelo de pilares que permita
que parte de las contribuciones a los fondos privados transiten hacia un primer pilar, que
financien las pensiones de los actuales jubilados, así como una renta mínima vital para
todos los miembros de la tercera edad.

Así que por ahí tiene una reforma financiera que nos liberaría cerca de 12 ó 13 billones de
pesos anuales: seis billones de rentas exactas y seis de reducción de gastos por pensiones, y
un equilibrio entre el impuesto a la tierra y la eliminación del IVA de la canasta familiar y
de su cadena productiva, que puede llevarnos a la apertura de un espacio fiscal necesario
para llegar a 15 billones de pesos anuales de subsidio a la producción de alimentos, con
destino a lograr más o menos un millón de pesos por hectárea de los 15 millones de tierra
ya mencionados.

da. Hoy se conocen tasas de desempleo de dos dígitos en varios países desarrollados,
incluido Estados Unidos, y las últimas tendencias hacen hablar a los especialistas de
“población sobrante”. En países como Colombia, además, el subempleo supera el 50 por
ciento. ¿Qué hacer para que quienes carecen de oportunidades tengan una vida digna?
GP. Hay que escapar del concepto de empleo; pensar simplemente en trabajo asalariado.
Los que no trabajan de manera asalariada son vistos como sobrantes, pero lo que he
propuesto, hablar del trabajo, implica que ya no haya población sobrante porque todos
tenemos capacidad de trabajar. Se dice, en términos muy resumidos, en la consigna de mi
programa: un lugar, un saber y un crédito para cada ser humano en Colombia. Esto es lo
que permite potenciar el trabajo como constructor de riqueza, pero, además, es el trabajo el
factor que puede juntar crédito, saber y lugar.

La relación de lo rural-urbano en el siglo XXI implica asociatividad en el interior y fuera


del país; llamémosla asociatividad libre del trabajo, que nos lleva a pensarlo como opción
al Estado y al mercado del empleo; es una opción que perfectamente se puede desarrollar
en Colombia. Precisamente, ese 50 por ciento informal, subformal, es trabajo puro, solo,
que sin capacidad no es sobrante; es toda la potencialidad que puede tener la riqueza
nacional.

da. En el éxito mediático de un gobierno como el de Uribe, qué duda cabe de que la prensa
ha jugado un papel importante. Hoy estamos ad portas de la entrega del tercer canal, y allí,
además del dinero y los intereses de grupo, nada más parece importar. ¿Qué hacer para
democratizar la información?.
GP. Hay quienes piensan que la información se democratiza si se vuelve estatal, pero
pienso que entre más medios de comunicación haya, hablando de una multiplicidad de
medios, ésta, la comunicación, se vuelve más democrática. Así que la política de
comunicación que tendría es ayudar a producir, a construir, miles de medios de
comunicación.

da. Colombia en el único campo que juega en las grandes ligas, sin equívocos: el de la
diversidad. Somos uno de los países megadiversos. Sin embargo, este hecho se ve como
una mera anécdota. ¿No pudiera ser ese el verdadero eje que articule todas las políticas?
GP. Cuando hablamos de los acuerdos societales locales, en la búsqueda de un proceso de
reconciliación, también eso significa un proceso de reconfiguración democrática del
territorio local, de la sociedad y del poder político local. Ahí es donde este tema del lugar,
el saber y el crédito tiene que aplicar un acuerdo societario local como construcción de un
plan de vida. Empezamos a hablar de un saber, un lugar y un crédito en ese plan de vida
societario local, la potencialidad de una región –como nuestro país, que es la segunda
potencia mundial en biodiversidad– que, como se sabe en muchas de ellas, es la
biodiversidad, el saber ligado a la naturaleza, un plan de vida y desarrollo unido a la
biodiversidad.

da. ¿Cómo crearle codiciones institucionales a esta política?


GP. Si vamos al plano institucional, tendremos que plantearnos una arquitectura desde el
punto de vista del poder político alrededor del medio ambiente: reconstruir el destruido
Ministerio del Medio Ambiente, y con él la autoridad ambiental, con todo el poder sobre el
Estado mismo y sobre la sociedad en general. Reconstrucción institucional que implica
autonomía, y subrayo esta palabra, con capacidad de vetar proyectos de desarrollo que no
consulten la sostenibilidad ambiental. Una autoridad ambiental dentro del gobierno,
diferente del Ministerio de Desarrollo, nos permitirá instrumentos para lograr que el
desarrollo nacional no produzca desastres.

Avanzar en políticas ambientales concretas: recuperación del río Magdalena para su


navegabilidad, que es uno de los ejes de mi campaña, pensando en el modelo de producción
de alimentos, porque este río atraviesa la mayor parte de las tierras fértiles del país.
Avanzar en este propósito implica toda una política de reforestación de sus afluentes en sus
partes altas. La propia reforestación que es vital como medida de amortiguamiento mundial
contra el calentamiento global nos lleva a reforestar 20 millones de hectáreas que, para
financiarlas, nos conduce a la necesidad de utilizar el ahorro de largo plazo en una
producción de igual plazo mediante los fondos privados de pensiones articulados por ley a
la reforestación del país en los territorios que tienen vocación forestal. Por ahí podemos
encontrar ciertas perspectivas que permitan cohabitar prosperidad económica y social con
enriquecimiento del medio ambiente.

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