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Este artículo es parte de la serie:
Historia de Italia
Tras la caída del Imperio, Italia, sufrió una serie de invasiones germánicas,
alternadas con intentos bizantinos y francos de reconstruir la unidad del Imperio
romano.4 Roma, sede del papado y fuente de legitimidad imperial, fue en esos
tiempos un foco que atrajo a figuras como Justiniano I y Carlomagno.
Índice
1 Definición de Italia
2 Primeras culturas y Edad del Hierro
2.1 Primeros pobladores
2.2 Primeras civilizaciones
2.3 Llegada de pueblos indoeuropeos
2.4 Los Etruscos
2.5 Celtas e Ilirios
2.6 Magna Grecia
3 Roma
3.1 Orígenes
3.2 La Monarquía romana
3.3 La República romana
3.4 El imperio romano
3.5 El Bajo Imperio y la decadencia
4 Alta Edad Media (s. V al XII)
4.1 Los ostrogodos
4.2 Los bizantinos
4.3 Los lombardos
4.4 Los francos y el Imperio carolingio
4.5 Los Estados Pontificios
4.6 El sur
5 Baja Edad Media (s. XII al XV)
5.1 La fragmentación política: Guelfos y gibelinos, el Sacro Imperio y la Liga
Lombarda
5.2 Ciudades estado: Communi y Signoria. El poder milanés
5.3 Lucha entre aragoneses y franceses por el Sur
5.4 Las repúblicas comerciales
6 El Renacimiento (s. XV al XVI d. C.)
6.1 Los Borgia
6.2 Las guerras hispano-francesas
6.3 La Toscana
7 El dominio extranjero y la Unificación (s. XVI al XIX d. C.)
7.1 El dominio español (1559-1714)
7.2 Borbones y Habsburgos (1712-1796)
7.3 Las Guerras napoleónicas (1796-1815)
7.4 La unificación (1815-1914)
8 Reino de Italia (1861-1946)
8.1 Reino temprano
8.2 La Primera Guerra Mundial (1914-1918)
8.3 El régimen fascista (1919-1939)
8.4 Ocupación italiana de Albania y Etiopía
8.5 La Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
9 República de Italia (1946-presente)
10 Véase también
11 Referencias
12 Bibliografía
13 Enlaces externos
Definición de Italia
El nombre de Italia fue usado también en monedas acuñadas por la coalición de los
socios itálicos (socii) descontentos por no haber aún recibido la ciudadanía
romana, a pesar de la fundamental contribución ofrecida para la conquista de las
provincias (al tiempo la ciudadanía romana había sido otorgada a muchas ciudades
dentro de Italia, pero todavía no a todas, y era aún totalmente inexistente en los
territorios fuera de Italia, que eran las provincias), que se declaró
independiente; es decir, la coalición de los socios itálicos insatisfechos,
compuesta por habitantes de ciudades samnitas, picenas, apulias, sabinas y
etruscas, entre otras, se levantó contra Roma y sus demás aliados itálicos
provistos de ciudadanía, en el siglo I antes de Cristo, y desplazó la capital de
Italia, de Roma a Corfinium (hoy Corfinio), rebautizada Itálica, con la intención
de erigir el Senado en ella y acuñando monedas, las cuales llevaban imprimida la
escrita Italia, y marcando así el comienzo de la Guerra Social (guerra de los
aliados), o sea, la guerra entre Roma y sus aliados itálicos provistos de
ciudadanía romana contra sus demás aliados itálicos desprovistos de ciudadanía, a
la que se puso fin en el año 89 a. C. y con el conseguimiento de la Lex Plautia
Papiria, que otorgaba la plena ciudadanía romana a todos los habitantes de Italia;
remarcando así aún más la diferenciación de status entre Italia (ya territorio
metropolitano de Roma exento de los impuestos provinciales y, tras la susodicha
guerra social, habitada en su totalidad por ciudadanos romanos de pleno derecho) y
las provincias (los restantes territorios fuera de Italia).89
Tras la caída del Imperio romano de Occidente, la palabra Italia, además de hacer
referencia al Reino ostrogodo de Italia y al Exarcado bizantino de Italia, siguió,
en el curso de los siglos, designando al conjunto de estados, reinos y repúblicas
que poblaban el antiguo territorio de la Italia romana y que compartían una cierta
afinidad cultural, histórica y lingüística, además de geográfica, destacando
especialmente un mismo conjunto de dialectos del latín, las lenguas italorromances
(y el subgrupo de las lenguas galoitalianas), que darían origen al idioma italiano;
mientras, siempre en la alta Edad Media, el antiguo gentilicio de itálico se
convirtió en italiano, quedando el primero como referencia para todos los
habitantes de la Italia romana y prerromana, hablantes antiguos idiomas itálicos
(como el latín), y el segundo como referencia para todos los habitantes de Italia
hablantes lenguas neolatinas contemporáneas (como el italiano), es decir, desde la
época medieval en adelante. Siglos después, el nacionalismo romántico, así cómo
pasó en muchas otras partes de Europa (como, por ejemplo, en Alemania o en Grecia),
basó en esta unidad cultural, geográfica, histórica y lingüística, su búsqueda de
una unidad política y estatal, que desembocaría en el moderno estado italiano.11
Algunos territorios que bajo esos mismos baremos podrían ser llamados italianos,
por diferentes cuestiones históricas, no entraron a formar parte política del
estado italiano moderno, como es el caso de regiones limítrofes con Eslovenia y
Croacia (por ejemplo, la península de Istria, ver Cuestión Adriática y foibe), con
Suiza (la Suiza italiana: el Tesino y la parte italoparlante de los Grisones) y con
Francia (Niza y sus alrededores y la isla de Córcega), así como Mónaco, Malta y el
microestado de San Marino, el cual constituye un enclave dentro del estado
italiano.
Un caso aparte, único al mundo y mucho más sui generis, es el resultante tras el
pacto entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede (conocido como Pactos de
Letrán), donde, en 1929, se concedía a la Santa Sede soberanía política sobre una
minúscula parte de la ciudad de Roma, la que constituye el llamado Estado Vaticano,
para que el papa, en calidad de obispo de Roma y, al mismo tiempo, jefe espiritual
de todos los católicos, pudiera ejercer su poder temporal sobre de un territorio
físico sin depender políticamente de estado alguno, y obteniendo así una entidad
religiosa estatalizada dentro de la ciudad Roma.
Matera la ciudad más vieja siempre habitado en el mundo, con sus casas
troglodíticas y cuevas cavadas que datan del Paleolítico X milenio a. C. y antes.
Una de las más antigua traza de civilización en el mundo, Arte rupestre de Val
Camonica, X milenio a. C. y antes.
La población del territorio italiano sube durante la prehistoria, época de la cual
muchos testimonios arqueológicos importantes han sido encontrados. Italia ha sido
habitada por lo menos a partir del Paleolítico. Varios yacimientos arqueológicos de
esta época, y entre los más importantes al mundo, se sitúan en Italia.
El sitio de Monte Poggiolo, que data del Paleolítico, e Isernia-La Pineta, son unos
de los sitios más antiguos donde el hombre utilizó el fuego (quizás los más viejos
en absoluto). En las Cuevas de Addaura se encuentran unos complejos vastos y ricos
de grabados, datables entre el Paleolítico superior y el Mesolitico, grabados
únicos al mundo de hombres y animales. Cuando el hombre se sedentariza y pasa de
cazador a pastor y agricultor, deja en Italia unos de los rastros más importante de
toda la prehistoria, constituyente el más grande conjunto de petroglifos del mundo,
sobre una duración de 8000 años, conocido como Arte rupestre de Val Camonica.
Las primeras culturas más o menos estudiadas en lo que hoy en día es Italia,
incluyen a los ligures, un enigmático pueblo que habitaba el noroeste de Italia.
Durante la Cultura de la Cerámica Impreso-Cardial crearon las primeras sociedades
en Italia, con conocimientos muy adelantados de agricultura y navegación. Se sabe
relativamente poco de estos pueblos, presuponiéndolos preindoeuropeos y, por ende,
antecedentes a los indoeuropeos, los cuales fueron asimilados pronto por las
subsiguientes culturas.
Primeras civilizaciones
Artículos principales: Cultura de Villanova, Tumba de los gigantes, Nuraga, Pueblos
del Mar y Shirdana.
Ötzi La momia más vieja del mundo encontrada al sur de los Alpes con un importante
y rico equipo (3300 a. C.).
De forma similar, en el sur (Sicilia, principalmente), los primeros aventureros
incluyen, tras leyendas ciclópeas, a élimos, sicanos y sículos como habitantes de
esas tierras. Sin mucha información sobre ellos, se especula con la posibilidad de
que estos fueran o no indoeuropeos. En Cerdeña se desarrolló un pueblo con grandes
conocimientos de metalurgia y famoso por sus construcciones megalíticas, las
nuragas, cuyo principal yacimiento se localiza en Su Nuraxi.
Los Etruscos
Artículo principal: Etruscos
Sarcófago de los esposos (Sarcofago degli Sposi) ejemplo de arte funerario etrusco
del 600 a. C.
Los etruscos fueron un pueblo de lengua preindoeuropea cuyo núcleo histórico fue la
Toscana, a la cual dieron su nombre (eran llamados Τυρσηνοί (tyrsenoi) o Τυρρηνοί
(tyrrhenoi) por los griegos y tuscii o luego etruscii por los romanos; ellos se
denominaban a sí mismos rasena o rašna).
Por mucho tiempo los orígenes de los etruscos se creían desconocidos, debido a ello
surgieron tres teorías que trataban de explicar dicha problemática:
La teoría orientalista, propuesta por Heródoto, que cree que los etruscos llegaron
desde Lidia hacia el siglo XIII a. C. Para demostrarlo se basa en las supuestas
características orientales de su religión y costumbres, así como en que se trataba
de una civilización muy original y evolucionada, comparada con sus vecinos.
La teoría autóctona, propuesta por Dionisio de Halicarnaso, que consideraba a los
etruscos como oriundos de la península itálica. Para argumentarlo, esta teoría
explica que no hay indicios de que se haya desarrollado la civilización etrusca en
otros lugares y que el estrato lingüístico es mediterráneo y no oriental.
Teoría de un origen «nórdico», defendida por muchos a finales del siglo XIX y
primera mitad del XX; se basaba solo en la similitud de su autodenominación
(rasena) con la denominación que los romanos dieron a ciertos pueblos celtas que
habitaban al norte de los Alpes, en lo que actualmente es el Este de Suiza y Oeste
de Austria: los ræthii o réticos, tal origen supuesto solo en parofonías está ya
descartado.
Sin embargo, las modernas investigaciones sobre el origen de los etruscos, llevadas
a cabo por un grupo de genetistas y coordinadas por Guido Barbujani, miembro del
departamento de Biología y Evolución de la Universidad de Ferrara (Italia),
llegaron a la conclusión que, genéticamente, el origen de los etruscos corresponde
a la segunda teoría, es decir, la de Dionisio de Halicarnaso, confirmando así el
origen autóctono de la península itálica de este pueblo.15
Etruria, territorio de los etruscos en Italia.
Desde la Toscana se extendieron por el sur, hacia el Lacio y la parte septentrional
de Campania, en donde chocaron con las polis griegas de la Magna Grecia (sur de
Italia); hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del
valle del río Po, hasta el sur de la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una
gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental, lo cual les permitió establecer
factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el siglo V a. C. comenzó a
deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida al tener que afrontar, casi al
mismo tiempo, las invasiones de los celtas, desde el norte, y la competencia de los
cartagineses para los comercios marítimos, desde el sur.
Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos
y por el hecho de que, los rasena (o etruscos), nunca formaron un estado
sólidamente unificado, sino una especie de débil confederación de ciudades de
mediano tamaño. Algunas de sus principales ciudades fueron: Veyes, Chiusi,
Tarquinia, Caere, Valathri, Felsina (Bolonia), Aritim (Arezzo), Volsinios (Orvieto)
y Vetulonia, entre otras.
A partir del siglo IV a.C., Etruria (nombre del territorio de los etruscos), fue
gradualmente conquistada y absorbida por la República romana y, los etruscos, al
igual de los demás itálicos, federados por los romanos, volviéndose así parte
integrante de la Italia romana.
Celtas e Ilirios
Los taurinos se asentaron en la zona de lo que hoy es Turín, que fue su capital.
Una de las ramas de la gran tribu de los boyos llegó hasta a la actual Bolonia,
cuyo topónimo es de raíz celta, acompañados por lingones y senones (que dan nombre
a Senigallia). La Llanura Padana y la parte norte de la actual región de Marcas
serían llamados por ello Ager Gallicus. Otras tribus incluyen a los insubrios, que
se asentaron en la parte oeste de Lombardía y a los cenómanos, asentados en la
parte oriental de la misma región. En muchos casos se produjo una asimilación o
amalgamación entre los celtas y los pueblos ligures preexistentes, dando vida así a
una cultura celto-ligur.
De forma similar, los ilirios, empujados por los anteriores, se vieron desplazados
hacia el sur, poblando algunas zonas de Véneto (cuyo nombre viene del pueblo
itálico de los vénetos), Istria (por los istrios) y las costas del meridionales del
mar Adriático. Algunos defienden que los mesapios, que ocupaban Apulia, son de
origen ilirio, aunque otros les dan un origen helénico o itálico ilirizado.
Magna Graecia en el 280 a. C.
Magna Grecia
Artículo principal: Magna Grecia
Varias de las principales polis (ciudades) griegas se ubicaron entre el arco que
forma el Golfo de Tarento (donde destacaban ciudades griegas como Taras, Síbari,
Metaponto, Kalípolis, etc) y el Golfo de Nápoles (donde se encontraban colonias
griegas como Parténope, Pitecusas, Cumas, Poseidonia, etc), en la parte oriental de
Sicilia y, en menor medida, en determinadas zonas de la costa adriática. El
conjunto de estas poderosas polis griegas del sur de Italia era conocido como Magna
Grecia (Gran Grecia) y a sus habitantes peninsulares se les conocía como italiotas
(esto es, griegos del sur de Italia o itálicos de lengua y cultura griega y, de la
misma manera, a los habitantes de las polis griegas de Sicilia se les conocía como
siciliotas).
Esta colonización supuso el primer contacto de los pueblos itálicos con la cultura
clásica griega. Las colonias no fueron meros enclaves comerciales, sino que también
fueron hitos de la naciente civilización helénica: Pitágoras residió en Crotona,
Arquímedes y Teócrito eran nativos de Siracusa, Parménides era natural de Elea...
No en vano, los griegos conocían a la región como Magna Grecia. Supusieron además
las primeras democracias de Italia. El contraste con las poblaciones locales
favoreció en muchos casos una aculturación de los itálicos cercanos a las colonias.
La colonización griega llegó a sus límites en los territorios insulares que rodean
la península. En el caso de Sicilia, los griegos se asentaron en la zona norte,
cerca del Estrecho de Mesina, y en la costa oriental, donde ciudades como Siracusa
tuvieron un papel importante en el mundo griego. Chocó ahí, sin embargo, con el
imperialismo cartaginés. Las Guerras Sicilianas entre griegos y púnicos no tuvieron
un vencedor, aunque la isla terminó dividida en dos esferas de influencia:
La zona oriental, con Siracusa, Agrigento, Mesina... quedó bajo control griego.
La zona occidental, donde destacaba la colonia cartaginesa de Panormos (Palermo)...
quedó bajo control púnico.
Algo parecido ocurrió con los intentos griegos de establecer colonias frente al mar
Tirreno. Aunque los comienzos en Córcega y Cerdeña fueron prometedores, con la
fundación de Alalia y el establecimiento de una base en Olbia (Cerdeña), la derrota
frente a etruscos y púnicos en la batalla de Alalia dejó Córcega y Cerdeña en manos
cartaginesas. Los nuevos amos del Mediterráneo occidental se concentraron en el sur
de Cerdeña, naciendo las colonias púnicas de Cagliari, Nora, Sulcis y Tharros.
A partir del siglo IV a.C., de la misma manera que los etruscos, los italiotas de
la Magna Grecia, al igual que todos los pueblos itálicos del sur de Italia, fueron
gradualmente conquistados, absorbidos y federados por la República romana,
volviéndose así parte integrante de la Italia romana.
Roma
Artículo principal: Antigua Roma
Posteriormente, su hijo Iulo, fundaría Alba Longa, ciudad de cuya familia real
descenderían los gemelos Rómulo y Remo, hijos de Rea Silvia y del dios Marte, los
cuales, después de haber sidos abandonados en el río Tíber por su madre, salvados y
amamantados por una loba llamada Luperca, y criados por los pastores Fáustulo y
Acca Larentia, se asentaron entre las colinas del Palatino y del Aventino, donde
tuvieron una violenta discusión y, tras el asesinado de Remo por manos de su
hermano Romulo, este último, en el día 21 de abril del año 753 a. C, fundó Roma.
La Monarquía romana
Artículo principal: Monarquía romana
La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política de
gobierno de la entonces ciudad-estado de Roma, desde el momento legendario de su
fundación, el 21 de abril del 753 a. C., hasta el final de la monarquía, en el 510
a. C., cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la
República romana.
Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la
primera forma de gobierno de la ciudad, un dato que parecen confirmar la
arqueología y la lingüística. Mitológicamente, se enraíza en la leyenda de Rómulo y
Remo. De cualquier manera, tras Rómulo y el sabino Numa Pompilio, llegó al poder
Tulio Hostilio, que expandió el puerto de escala de Roma en la ruta costera de la
sal, a costa de sus vecinos, transformando Roma en la más influyente ciudad de
Lacio.
Tras el reinado de Anco Marcio, ascendió al poder una dinastía de origen etrusco,
los Tarquinios, bajo la que Roma amplió aún más su poder en la región. Sin embargo,
los excesos de Tarquinio el Soberbio fueron origen de disputas internas, a las que
se sumaron la coalición de etruscos y latinos amenazados por la ciudad,
desembocando en la expulsión del rey gracias a la intervención de Lucio Junio Bruto
y Lucio Tarquinio Colatino. Roma perdió la mayor parte de su poder frente a los
etruscos liderados por el rey de Chiusi, Lars Porsenna, a lo que se sumó la
humillación de un saqueo por celtas liderados por Breno, que asolaron varias
ciudades italianas.
La República romana
Artículo principal: Antigua república romana
Con el paso de los años la ciudad fue conquistando a sus vecinos latinos, sabinos y
etruscos, a los que agruparía en la Liga Latina, y recuperando su antiguo poder en
el Lacio. La expansión continuó hacia el sur y, aceptando una petición de
protección de los samnitas de Capua frente a sus vecinos montañosos, se involucró
en las guerras samnitas, con las que terminaría obteniendo Campania. La ciudad
griega de Nápoles logró un acuerdo similar. Para asegurar el territorio conquistado
se fundaron colonias romanas en varios puntos de Italia, como Ostia, Urbinum
Mataurense (Urbino), Aruminium (Rímini), Cremona, Placentia (Piacenza) o Mediolanum
(Milán). Una a una las diversos pueblos itálicos fueron conquistadas y federados,
Roma impuso un protectorado sobre las colonias griegas del sur, encabezadas por
Tarento, que pese a la campaña del rey Pirro de Epiro, terminaron de igual manera
que los demás itálicos bajo el yugo romano.
Con esto Roma completó la conquista de la intera Italia peninsular que, de este
momento en adelante, quedará como extensión ampliada del antiguo Ager Romanos, es
decir, como territorio metropolitano de la misma Roma, políticamente diferenciado
de cualquier otro territorio fuera de ella, los cuales serán las provincias.18
Las herencias del rey Átalo III en Asia y de Nicomedes en Bitinia, le dieron nuevos
territorios en Anatolia, que llevaron a otra guerra con Mitrídates VI del Ponto y
Tigranes I de Armenia, con las que su dominio se amplió a Siria y Turquía, mientras
conquistaba a sus antiguos aliados númidas, liderados por Yugurta, que se habían
vuelto contra Roma. Lo mismo ocurriría con el reino de Cirene, junto a Egipto,
legado a Roma por su último rey, Ptolomeo Apión. La necesidad de mantener las rutas
que conectaban estos territorios llevó a campañas contra piratas y a ocupar
Cilicia, a aliarse y realizar pactos de protección con ciudades como Marsella o
Rodas y a la conquista de la Galia Narbonense. Publio Clodio Pulcro dirigiría con
el tiempo la ocupación de Chipre, una alejada provincia egipcia sometida a los
vaivenes de la política mediterránea. La construcción de calzadas romanas facilitó
las comunicaciones, tanto en Italia como en las provincias.
Esto llevó a una rebelión itálica de los socii (socios), descontentos por no haber
aún recibido la ciudadanía a pesar de la fundamental contribución ofrecida para la
conquista de las provincias, así como por las rencillas con los demás itálicos ya
ciudadanos, desencadenando así la guerra Social (o guerra de los Aliados), es
decir, la guerra entre Roma y sus aliados itálicos provistos de ciudadanía contra
sus demás aliados itálicos desprovistos de ciudadanía, la cual llevó al
otorgamiento de la plena ciudadanía romana para todos los itálicos, tramite la Lex
Plautia Papiria; acontecimiento que remarcó aún más la diferenciación de status
entre Italia (ya territorio metropolitano de Roma exento de los impuestos
provinciales y, tras la susodicha guerra social, habitada en su totalidad por
ciudadanos romanos de pleno derecho) y las provincias (los restantes territorios
fuera de Italia).19
El imperio romano
Artículo principal: Imperio romano
Tras la victoria final de Augusto, se estableció por fin una paz perdurable,
caracterizada por la concentración del poder en manos del susodicho, primero como
Princeps y luego como Domine. Paralelamente, se continuó con la pacificación
interna y la expansión exterior, buscando la conocida como Pax Romana, un largo
periodo de estabilidad y paz que vivió Europa, el norte de África y Oriente Medio
bajo el yugo romano. Augusto buscó consolidar y racionalizar las fronteras y crear
un administración que permitiera gestionar los ya extensos territorios bajo el
poder romano. Para ello contó con el apoyo de leales colaboradores como el
acaudalado Cayo Mecenas o el general Marco Vipsanio Agripa.
Le sucedieron sus hijos, primero el querido Tito y luego el cruel Domiciano, que
murió en otra conspiración. Tras el llegaron los conocidos como cinco buenos
emperadores, que llevaron Roma a su culmen territorial, económico y de poder:
Nerva; Trajano, extendió las fronteras del Imperio; Adriano, querido emperador que
realizó grandes reformas y visitó numerosas provincias; Antonino Pío y Marco
Aurelio, pensador a la par que defensor de la fronteras. A este último le sucedió
su hijo natural Cómodo, con el que reaparecerían muchos de los problemas
previamente presentes en cuanto a sucesiones e inestabilidad.
El año de los cinco emperadores fue seguido de la nueva Dinastía Severa, con
emperadores de extracción provincial como Septimio Severo, el cual fue un capaz
general que restableció el imperio tras la dejadez de Cómodo. Le sucedió su hijo
Caracalla, de costumbres militares y buen general aunque impopular por haber matado
a su hermano Geta, y que murió asesinado en campaña. Durante un par de años
ocuparon el poder el general que le había asesinado, Macrino, con su hijo, pero se
impuso finalmente la dinastía Severa con Heliogábalo, un polémico adorador del sol.
Tan polémico resultó que su propia familia apoyó a su primo y respetado general
Alejandro Severo. El nuevo emperador, tranquilo y pacífico, terminaría abandonando
el poder en manos de su madre y abuela, que se dedicaron a reparar los errores
cometidos durante la administración de Heliogábalo. Acabó siendo asesinado. Fue el
último gobierno civil de Roma y el final de la Dinastía Severa: con su muerte, en
el 235, se inician cincuenta años de anarquía militar en el Imperio. Es la llamada
Crisis del siglo III.
Roma tomó el relevo de la cultura griega. Destacan autores como Virgilio (autor de
la Eneida, principal poema épico romano), los historiadores Plinio el Joven, Plinio
el Viejo, Tácito, Tito Livio y Suetonio, el poeta Horacio, el comediante Plauto o
el filósofos y orador Cicerón. La romanización de los territorios ocupados, tanto
por la superioridad cultural, la conquista militar y la creación de colonias,
llevaron a expandir el latín por toda Europa y siendo el germen de las lenguas
romances.
Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando. Augusto, después
de que las guerras que le llevaron al trono le enfrentaran a Cleopatra, conquistó
Egipto, incorporó el antiguo protectorado romano de Galacia y, en su intento de
crear un imperio cohesionado. terminó la conquista de Hispania contra cántabros y
astures, la de Nórico y Rhetium al norte de los Alpes, y la cuenca del Danubio
(Panonia, Moesia y Tracia). Tiberio incorporaría como provincia Capadocia, que
desde los tiempos de la República había dependido de Roma para sobrevivir entre los
imperios de la región. Calígula, en uno de sus excesos, asesinó al rey de
Mauritania y se anexionó el país. Claudio, tratando de ganarse la fama, invadió
Britania, que sería conquistada finalmente tras varias campañas. Tito es famoso por
haber conquistado Judea, desde tiempos de César aliado o protectorado romano. La
lucha con Roma marcó muchos hitos nacionales en dichos países, como la rebelión de
la reina britana Boudica, las campañas contra los pictos de Cneo Julio Agrícola o
la última resistencia judía en Masada. El imperio llegó a su máxima extensión
durante el reinado de Trajano, conquistador de Dacia (actual Rumanía) tras las
guerras dacias, de Petra y de Asiria, de Mesopotamia y Armenia tras una guerra con
los persas.
El Imperio romano abarcaba desde el Océano Atlántico, al oeste, hasta las orillas
del mar Negro, el mar Rojo y el golfo Pérsico, al este, y desde el desierto del
Sahara al sur, hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la
frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6.14
millones de km².
Italia en el 400.
La oleada de pueblos orientales terminó empujando a las tribus germánicas,
empujadas hacia el Oeste, que varias veces penetraron en un Imperio romano cada vez
más débil. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen,
después de que Caracalla hubiera extendido la ciudadanía romana a todo el Imperio
en el siglo III, dejando que Italia (y con ella la misma Roma) perdiera
gradualmente su diferenciación con las provincias.
En muchas ocasiones se llegaron a ceder provincias fronterizas a los germanos a
cambio de que las defendiesen de sus compatriotas (estableciendo foedus con ellos),
pues el servicio militar había sido abolido entre los italianos. Otras veces se vio
como generales se autoproclamaban emperadores en Galia o Britania, provincia que
fue finalmente abandonada para concentrar las tropas en el continente. El Imperio,
sofisticado y rico como pocos en la historia, era ya decadente, y en los siglos III
y IV, sus últimas glorias vinieron de generales de origen bárbaro como Aecio, que
derrotó a Atila en la batalla de los Campos Cataláunicos y Estilicón, que logró las
últimas victorias contra los germanos.
Los bizantinos
Artículo principal: Imperio bizantino
Belisario fue entonces llamado a Oriente, donde los persas amenazaban las
fronteras. Su sucesor, Juan, no logró mantener el control en un momento en que el
Imperio Bizantino andaba escaso de recursos, y en 541 los godos estaban enfrentados
de nuevo con Bizancio, liderados por un enérgico rey llamado Totila que había
recuperado Italia del Norte y tomado Roma. La vuelta de Belisario permitió
recuperar Roma, para perderla de nuevo no mucho después.
Los lombardos
Artículo principal: Lombardos
Los nuevos señores de Italia organizaron sus posesiones en Ducados lombardos, como
el ducado de Friuli, el ducado de Tuscia, el ducado de Spoleto o el ducado de
Benevento, bajo la autoridad de un rey en Pavía. La falta de una autoridad central
durante el mandato de los duques posibilitó la fragmentación de Italia en treinta y
seis ducados cuasiindependientes, separados por franjas de territorio en manos del
bizantino Exarcado de Rávena. Si bien el reino lombardo volvió a tener un rey, el
poder central fue siempre débil.
A partir de este período de la Alta Edad Media, y con la difusión entre el pueblo
de los idiomas romances (de las lenguas italorromances y galoitalianas, en el caso
de Italia), el gentilicio italiano toma el lugar del antiguo gentilicio itálico,
utilizado hasta entonces.
Desde entonces, el norte de Italia formó parte de los territorios carolingios, con
el nombre de Reino de Italia.
Ante la ocupación del territorio por los lombardos, la ayuda de Carlomagno y los
francos a León III fue vital. Comenzó así el cesaropapismo, una estrecha
vinculación papa-emperador. Parte de las tierras arrebatadas a los lombardos fueron
cedidas al papa, que creó entonces un estado en el centro de Italia, los Estados
Pontificios, germen histórico de la actual Ciudad del Vaticano. Estos eran
administrados directamente por él o mediante vasallos.
El sur
El auge del Islam azotó el sur, que fueron víctimas de razzias desde el norte de
África. Cerdeña había sido ocupado por los árabes en el 710 tras ser abandonada por
los bizantinos a su suerte, pero 70 años después, aprovechando la lejanía con las
bases árabes, se produjo una revuelta local que estableció gobiernos locales
conocidos como giudicati. Córcega sufrió también los ataques musulmanes, combinados
con intervenciones francas, lombardas y del marqués de la Toscana Bonifacio II para
asegurar la frontera.
A finales del siglo XII dicho reino pasó a la dinastía imperial alemana de los
Hohenstaufen, cuando el emperador Enrique VI reclamó el trono en 1212 por ser su
esposa Constanza I de Sicilia, heredera del reino.
Ciudades como Florencia, Milán y Mantua abrazaron la causa güelfa, mientras que
otras como Forli, Pisa, Siena y Lucca se unieron a la causa imperial. Se trataba en
general de una lucha por la autonomía, donde las ciudades que temían el poder del
emperador trataban de contrarrestarlo con la influencia papal y las cercanas al
Lazio Papal buscaban una autoridad imperial que les garantizara su libertad. Otras
veces, eran las luchas intestinas entre ciudades rivales las que convertían
rencillas locales en nuevos episodios de este enfrentamiento: la güelfa Florencia
presentó batalla a la liga gibelina de las otras ciudades toscanas (Arezzo, Siena,
Pistoia, Lucca y Pisa) en un largo conflicto que tuvo como máximo exponente las
batallas de Montaperti en 1260 (que se celebra en la famosa fiesta del Palio di
Siena) y la de Altopascio en 1325. Sin embargo, muchas veces en el seno de una
ciudad coexistían ambas tendencias alternándose según la que fuera más fuerte en el
momento. Con el tiempo incluso se desarrollaron subfacciones dentro de cada grupo.
Escudo de los emperadores de la casa de Hohenstaufen, reyes de Sicilia y
Emperadores del Sacro Imperio.
Enrique IV, comenzó la querella al enfrrentarse a Gregorio VII. Llegó a presentarse
descalzo y en penitencia ante él durante el Paseo de Canossa en 1077 para lograr
que le levantaran la excomunión, pero luego volvió a apoyar al antipapa Clemente
III contra Gregorio y su cuñado Rodolfo de Suabia. Los siguientes papas no lograron
desactivar el conflicto, hasta que Calixto II logró con el Concordato de Worms, la
paz con el hijo y sucesor de Enrique IV, Enrique V. Por sus términos se
diferenciaba entre la coronación canónica del emperador por el papa y la laica y se
admitía la autoridad del emperador sobre la Iglesia en Alemania, previa invasión de
Italia por Enrique en 1110.
Tras los Enriques, gobernó Lotario II, derrotado por Rogelio II de Sicilia y
enfrentado a Conrado III. Este noble era el primer Hohenstaufen, familia que
comenzó a acumular poder en Alemania. Probablemente el mayor enfrentamiento entre
papa y emperador se produjo con su hijo Federico I Barbarroja, emperador entre 1155
y 1190, cuya activa política italiana acentuó la intervención imperial. Las
ciudades del norte de Italia se vieron involucradas en la guerra, cambiando
frecuentemente de partido. La Liga Lombarda fue una alianza establecida el 1 de
diciembre de 1167 entre 26 Ciudades Opositoras del Norte de Italia, entre las que
destacan Milán, Cremona, Mantua, Bérgamo, Brescia, Plasencia, Bolonia, Padua,
Treviso, Vicenza, Verona, Lodi, Parma y Venecia. Posteriormente se unieron otras
cuatro ciudades más, hasta formar un total de 30. El propósito inicial de la Liga
era combatir la política italiana de Federico I, que en aquel momento reclamaba el
control total sobre el norte de Italia. La respuesta imperial quedó expresada en la
Dieta de Roncaglia y fue llevada a cabo con la invasión de 1158 y luego otra vez en
1166. La Liga recibió el apoyo incondicional del papa Alejandro III y sus
sucesores, deseosos tanto de verse libres de la influencia imperial como de
aumentar su poder en la península itálica. En la batalla de Legnano (29 de mayo de
1176), las tropas imperiales fueron derrotadas y Federico se vio forzado a firmar
una tregua de seis años (1177-1183). La situación se resolvió al finalizar ésta,
cuando ambas partes firmaron el Tratado de Constanza, según el cual las ciudades
italianas reconocían la soberanía del emperador de Alemania, pero a su vez éste se
veía obligado a reconocer la jurisdicción propia de cada ciudad sobre sí misma y su
territorio circundante, lo que supuso el reconocimiento de su independencia de
facto.
A su muerte, sin embargo, empezó el declive de los Visconti, que fueron perdiendo
territorios. Venecia, que había comenzado su expansión en el Véneto, erosionó las
posesiones milanesas en el oriente de Italia. El intento de su hijo Filippo Maria
Visconti de conquistar la Romaña en 1423 le hizo enfrentarse al emperador y perder
Bérgamo y Brescia. Cuando con su muerte la dinastía Visconti se extinguió en 1447,
Milán pasó a ser la República Ambrosiana, a pesar de las pretensiones del duque de
Orleans, legítimo heredero. Orleans fue incapaz de tomar posesión de su herencia,
pero la República fue corta. El aventurero Francesco Sforza, casado con una hija
del último Visconti, tomó Milán en 1450 y se autoproclamó duque, en enfrentamiento
a los pretendientes franceses.
Italia 1494
Como la mayor parte de Europa, Italia fue asolada en ese tiempo por la peste negra,
que en 1348 causó un grave daño demográfico al acabar con un tercio de la población
del país.20 Culturalmente, esta convulsa época sentó las bases del esplendor
culturar siguiente, destacando el poeta Dante Alighieri y su Divina Comedia, una de
las obras clásicas del idioma italiano, que datan de estos tiempos.
Mapa del Reino de Nápoles. En rojo, la isla Sicilia, casi siempre bajo control
aragonés. En naranja la parte continental de Nápoles, controlada hasta Fernando el
Católico por los Anjou. En amarillo, las conquistas de Ladislao I, perdidas a su
muerte.
A la muerte de Conradino de Hohenstaufen en 1266, el papado maniobró para colocar
en el trono napolitano a Carlos de Anjou, hermano del rey de Francia, a fin de
acabar con al influencia imperial gibelina en el reino. A esta intromisión papal se
opuso Manfredo I de Sicilia, hijo del rey, que logró algunos éxitos iniciales en su
lucha, pero fue definitivamente derrotado – y muerto – en la batalla de Benevento.
La oportunidad llevó al rey aragonés Pedro III a reclamar el reino, al ser su mujer
hija del rey, como último representante de la dinastía legítima. Carlos fue
impopular por sus impuestos y su administración francesa, que en 1282 le valió una
revuelta popular conocida como las Vísperas Sicilianas. Pedro acudió entonces en
apoyo de los sublevados, ganando la isla de Sicilia. En 1302 la Paz de Caltabellota
dejaba la isla a Aragón y el Nápoles continental a Anjou. Como fue típico en la
Corona de Aragón, este nuevo territorio terminó en manos de una rama menor de la
familia real, siendo Pedro sucedido por su segundo hijo Jaime II de Aragón. En
Nápoles, los Angevinos reorganizaron la administración y protegieron las
universidades y la cultura.
A la muerte de Roberto I de Nápoles hubo una guerra por la sucesión entre Juana I
de Nápoles y Carlos de Durazzo, que dio un breve gobierno de Luis II de Anjou y
finalmente dio el trono a Ladislao I, que impondría su autoridad hasta Italia
central y del norte. Con la muerte de Ladislao en 1414 Nápoles perdió sus
conquistas y dejó a una reina sin herederos.
Bandera que agrupa los emblemas de las cuatro principales repúblicas marítimas:
desde arriba a la izquierda, en sentido horario, los emblemas de Venecia, Génova,
Amalfi y Pisa.
El resurgimiento económico y demográfico de los siglos XI y XII tuvo un gran efecto
en Italia, donde confluían dos de los principales de los grandes ejes económicos de
la cristiandad. Ahí se interconectaban la ruta que desde las ciudades comerciales
del norte de Alemania y el Báltico (agrupadas en la Hansa) atravesaba el Rin y el
Ródano hacia Italia con las rutas marítimas que a través del Mediterráneo
trasportaban las especias y productos de lujo de Oriente y los países musulmanes.
Génova era un antiguo puerto ligur que, dejado de la mano imperial, terminó sin más
señor que su obispo. Sin embargo, con el tiempo las magistraturas elegidas ganaron
importancia. Las principales familias nobiliarias y comerciantes, como los
Grimaldis, los Dorias y los Spínolas lucharon por el poder sobre un estado que
llegó a controlar Liguria, Córcega, Cerdeña, Lesbos, Samos, Caffa... Sin embargo
con el tiempo decayó, perdiendo Cerdeña frente a Aragón, posesiones en Oriente
frente a Venecia en la Guerra de Chioggia y trayendo la peste a Europa desde el mar
Negro. Terminaría entrando primero en la órbita de Francia (1394–1409) para después
tener una etapa en la que fue regida por los Visconti milaneses.
Otras repúblicas marítimas incluyen a Pisa, república que tuvo su parte en la lucha
marina contra los árabes en Salerno, Reggio y Palermo, además de controlar Córcega,
Cerdeña y el mar Tirreno antes de ser desbancada por Génova y entrar en la órbita
florentina. Amalfi, independiente de facto del poder bizantino y lombardo cuando
estos flaquearon, tuvo una breve importancia histórica antes de ser tomada por los
normandos, siendo el origen de las leyes amalfitanas sobre derecho marítimo. Las
ciudades de Ancona y Ragusa (sita sin embargo en la costa croata) son también a
veces consideradas repúblicas marítimas.
El mediterráneo oriental hacia el fin del periodo de las repúblicas marítimas. Los
estados italianos incluyen las Repúblicas de Venecia y Génova y el ducado de Naxos
El Renacimiento (s. XV al XVI d. C.)
Artículo principal: Renacimiento italiano
El renacimiento italiano es bien conocido por sus logros culturales. Esto incluye
creaciones literarias con escritores como Petrarca, Castiglione, y Maquiavelo,
obras de arte de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, y grandes obras de arquitectura,
como la Iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en
Roma.
La situación política seguía marcada por el deseo francés bajo Carlos VIII de
Francia de extenderse hacia el sur. La extensión de la casa real napolitana les
daba pretensiones de sucederles, dado el parentesco. A pesar de haber devuelto a
Fernando el Católico el Rosellón a cambio de su neutralidad y de las simpatías
iniciales de Milán, enfrentada al rey de Nápoles, el temor de que Francia pasara a
controlar Italia se extendió. La Guerra italiana de 1494-1498 le enfrentó a la Liga
de Venecia, que unía las reivindicaciones aragonesas con el Papado, Milán, Venecia
y el Emperador, deseos de impedir el control francés de Italia. Un ejército español
fue levantado bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, que se ganaría el
apodo de "El Gran Capitán" al mando de los nacientes Tercios. Una enconada guerra
en Calabria colocó en el trono al monarca de origen aragonés Fernando II de
Nápoles, con el Tratado de Marcoussis de 1498.
Alarmado, el nuevo papa Clemente VII reunió a múltiples estados italianos en una
liga contra España. La guerra de la liga de Cognac de 1526 resultó un desastre: las
fuerzas españolas tomaron Florencia y en 1527 se produjo un afamado Saco de Roma
por lansquenetes imperiales. En 1528, el almirante genovés Andrea Doria cambia de
bando pasando de Francia a España y expulsando a los franceses de Génova. Con la
retirada de Francia con la Paz de Cambrai de 1529, la guerra terminó con el poder
español revalidado y Florencia de nuevo bajo control de los Médici.
La Toscana
Esta República se vio marcada por las guerras contra Pisa, Arezzo y otras ciudades
de la Toscana que intentaron aprovechar estas disputas para minar la supremacía
florentina en la región. La ascensión en 1513 de uno de los hijos de Lorenzo como
papa, bajo el nombre de León X, fue determinante para el retorno de la familia a la
preeminencia en la ciudad. Tras un interregno en el que volvieron a perder el poder
tras la muerte del papa, se restablecieron con la elección del también Médici
Clemente VII. Las posteriores alianzas con el Papado y el Imperio de Carlos V
reforzaron su dominio y lo convirtieron en un señorío hereditario a partir de Cosme
I, al principio duque de Florencia y, tras unificar el resto de ciudades de la
región en 1537, Gran Duque de Toscana.
Este control de Italia por una potencia extranjera fue al mismo tiempo una fuente
de arte y cultura y un foco para los sentimientos antiespañoles. Los intercambios
culturales fueron bidireccionales: la culta Italia, depositaria de los tesoros de
la Antigüedad Clásica era un lugar de aprendizaje para los artistas del naciente
Siglo de Oro español. Artistas de la talla del pintor Diego Velázquez o los
escritores Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes peregrinaron en sus comienzos
a Italia a aprender de los artistas del Renacimiento Italiano. Otros muchos, como
Lope de Vega muestran en su obra la huella del arte renacentista italiano.
Las numerosas guerras que encaró la monarquía hispánica también tuvieron su efecto
en Italia. Aunque como parte de la Corona de Aragón se libró de soportar la parte
más dura del esfuerzo bélico (que llevó a un endeudamiento soportado gracias a los
banqueros genoveses22), pasó a ser parte del camino español, la ruta por la que los
soldados españoles marchaban a los campos de batalla de los Países Bajos y
Alemania. El hijo de Margarita de Parma (y nieto de Carlos V), Alejandro Farnesio
alcanzó por ejemplo un notable éxito al mando del ejército español en las guerras
que este libraba en Europa.
Asimismo, la actividad pirata de turcos y berberiscos asoló las costas del golfo de
Tarento y Sicilia, llegándo a tomar los turcos brevemente el puerto napolitano de
Otranto en 1480. Malta, tradicionalmente dependiente del poder siciliano fue
entregado a los Caballeros Hospitalarios en 1530 como baluarte contra los turcos
tras la caída de su base en Rodas. La contribución italiana, no ya napolitana y
siciliana sino incluso de aliados venecianos, genoveses, florentinos y romanos,
reunidos en la Liga Santa fue constante en las guerras contra el Imperio otomano,
como en el Sitio de Malta (1565) o la batalla de Lepanto (1571). Pescara fue
asediada por los turcos en 1566 infructuosamente.
La España de su sucesor Felipe IV, ya en franca decadencia, vio sus últimos logros
con la Guerra de Sucesión de Mantua, donde, habiendo muerto sin sucesión el último
duque de Mantua, Francia defendió a un candidato a la sucesión contra Saboya y
España. La guerra permitió a Felipe anexionarse el territorio, aunque la Guerra de
los Treinta Años distrajo su atención de Italia. En ella y en el perenne conflicto
en Flandes brilló el general Ambrosio de Spínola, oriundo de Génova que se había
puesto al servicio del rey de España. Las revoluciones de la década de 1640, en
plena decadencia marcada por Rocroi y los Pirineos, supusieron una sublevación de
carácter nacionalista y antiespañol liderada por Masaniello en el Reino de Nápoles
así como en Sicilia.
En 1717 hubo un intento español de recobrar las posesiones italianas perdidas que
tomó Sicilia y Cerdeña, pero una coalición de Austria, Francia, Gran Bretaña y
Holanda derrotó a los españoles en la batalla del cabo Passaro. Reorganizando la
situación de Utrecht, austríacos y piamoenteses intercambiaron Sicilia por Cerdeña
en el Tratado de La Haya de 1720, dando origen al Reino de Cerdeña o del Piamonte
con el fin de facilitar la defensa de los territorios. Se trató de apaciguar las
pretensiones españolas entregando el Ducado de Parma y el Gran Ducado de la Toscana
a Carlos, hijo del nuevo rey español.
Sin embargo, los Pactos de Familia entre los Borbones y la debilidad austríaca en
la Guerra de Sucesión Polaca permitió a Carlos conquistar la corona del Reino de
las Dos Sicilias dando lugar a una nueva rama de la dinastía, los Borbón-Dos
Sicilias. A cambio, Austria recibía el pequeño ducado de Parma. Francisco Esteban,
duque de Lorena desposeído por los reajustes territoriales era compensado con el
Gran Ducado de la Toscana. Sin embargo, la situación seguía sin ser definitiva: El
ascenso de Carlos al trono español como Carlos III de España tras la muerte de su
hermano y la incapacidad de su hijo primogénito llevó la herencia de sus reinos a
su segundo hijo Fernando I de las Dos Sicilias.
Pero sobre todo, el reparto de los reinos fue perturbado por la Guerra de Sucesión
Austríaca (1740-1748). La muerte de Carlos VI dejando como heredera a su hija María
Teresa I de Austria, ante la falta de hijos varones, no fue reconocida por las
potencias europeas pese a la Pragmática Sanción de 1713 que su padre había
promulgado. Con diversos intereses, Prusia, Francia y España atacaron y comenzaron
una guerra que terminó en Italia con la devolución a los Borbones de Parma,
Guastalla y Piacenza. Felipe, hijo de Felipe V de España, dio con ello nacimiento a
los Borbones-Parma. Las implicaciones en Alemania y el resto de Europa de la guerra
causaron la Guerra de los Siete Años (1756-1763) como revancha sin más efectos en
Italia. El matrimonio de María Teresa con Francisco Esteban supuso la incorporación
de Toscana a sus dominios en la nueva casa de Habsburgo Lorena.
Italia 1796
Las Guerras napoleónicas (1796-1815)
Artículos principales: Guerras Revolucionarias Francesas y Guerras Napoleónicas.
La unificación (1815-1914)
Artículos principales: Unificación Italiana e Imperio Austrohúngaro.
La Europa posterior al Congreso de Viena estuvo marcado por un desarrollo del
nacionalismo vinculado al romanticismo, una intensa actividad revolucionaria de
carácter liberal y, a partir del conflicto social de la Revolución industrial, por
el movimiento obrero. Italia no fue ajena a estas luchas, que tuvieron su foco en
el deseo de unir a las distintas regiones de habla y cultura italiana en un mismo
país. Se habla muchas veces de un Risorgimiento, un renacer de la cultura italiana
y de la conciencia nacional. Grupos masónicos como los carbonari, y revolucionarios
como la Joven Italia de Mazzini o el aventurero Giuseppe Garibaldi, proliferaron en
este ambiente con el apoyo de Reino Unido y Francia, interesados en desgastar a los
austríacos. Los grandes enemigos a batir en la construcción de esta identidad
nacional fueron los intereses temporales del papa y los monarcas absolutistas como
el Reino de las Dos Sicilias y especialmente el dominio extranjero austrohúngaro de
Lombardía, el Véneto y la Toscana.
A pesar de que el balance global había sido una ganancia de territorios para los
italianos de Piamonte-Cerdeña, estos se sintieron traicionados. Contra la idea de
dejar el resto de territorios italianos como estaban tras la paz, se apoyaron
regímenes prounificación en el Gran Ducado de Toscana, el Ducado de Parma y el
Ducado de Módena, así como las Delegaciones Papales de Bolonia, Ferrara y Romaña.
Estos territorios se agruparon como las Provincias Unidas de Italia Central, que se
unieron al Reino de Cerdeña tras un referéndum en marzo de 1860.
Reino temprano
Fue llamado Statuto Albertino, y permaneció sin cambios desde que Carlo Alberto lo
concedió en 1848 incluso a pesar de los amplios poderes concedidos al rey (como,
por ejemplo, nombrar a los senadores).
La final expansión del Reino de Italia fue en el Adriático oriental con la Dalmacia
italiana.
En color violeta los territorios del Reino de Italia en Dalmacia entre 1918 y 1947,
con las islas de Cherso y Lussino cerca de Istria, la provincia de Zara al centro y
las islas de Lagosta y Cazza en el Adriático meridional.
En color amarillo los límites del italiano Gobiernatorado de Dalmacia entre 1941 y
1943, durante la segunda guerra mundial.
El nuevo estado sufría varios problemas tanto por la pobreza general y el
analfabetismo como de las profundas diferencias culturales entre varias partes:
incluso hubo revueltas por el retorno a las antiguas leyes.24
En política exterior, Italia fue mientras tanto excluida del reparto colonial de
África en la Conferencia de Berlín. Logra sin embargo establecer algunas posiciones
en Eritrea y Somalia cuando la empresa italiana de navegación Rubattino compra la
Bahía de Assab, que el gobierno comprará el 10 de marzo de 1882. Poco a poco las
fuerzas italianas van conquistando la costa entera hasta ocupar la ciudad portuaria
de Massawa en el 5 de febrero de 1885. El 1 de enero de 1890 se declara Eritrea
colonia italiana. La expansión no logra avanzar mucho más, fracasando en su intento
de conquistar Etiopía, que liderada por Menelik II los expulsó en la batalla de
Adua.
La política nacionalista del Reino de Italia estuvo centrada a finales del siglo
XIX alrededor de las "Tierras italianas irredentas", especialmente en el mar
Adriático. Los territorios de Trieste, Istria, Dalmacia, poblados mayoritariamente
por Italianos, fueron objeto de muchas reivindicaciones políticas por parte del
Irredentismo italiano y terminaron por llevar a Italia a la primera guerra mundial
en contra del Imperio austriaco.
En 1929 Mussolini pactó con la Iglesia católica (Pactos de Letrán), con la que
Italia había estado en conflicto desde la anexión de los Estados Pontificios en
1870, permitiendo la formación del estado del Vaticano y obteniendo de la Iglesia
el reconocimiento de la unidad de Italia. Inicialmente mantenía buenas relaciones
con Francia y Gran Bretaña pero en 1935-1936 la situación cambio por la invasión
italiana de Etiopía y por las afinidades ideológicas entre el partido fascista
italiano de Mussolini y el nacionalsocialista (nazi) alemán de Adolf Hitler.
El miedo a caer bajo el dominio griego evitó la cooperación entre los albaneses y
las fuerzas griegas, y las tropas de Mussolini se reagruparon en Albania Central.
Incómodo ante esta situación en los Balcanes, Hitler intervino el 6 de abril de
1941, en coalición con Bulgaria y Hungría contra Grecia y Yugoslavia. Un mes más
tarde la Albania dominada por Italia se había visto engrandecida con el territorio
de Kosovo. Irónicamente, el nacionalismo albanés consiguió sus metas bajo dominio
extranjero.
Mapa del Mare Nostrum Italiano en 1942. El color verde delimita las áreas
controladas por Italia, mientras que el rojo delimita las inglesas.
El 22 de mayo se firmó el Pacto de Acero, que consolidó la alianza entre las dos
dictaduras. Con la sola excepción de la armada, las fuerzas italianas colaboraron
con las alemanas en Grecia y el norte de África. Desde la primavera de 1941 hasta
noviembre de 1942 la Italia de Mussolini consiguió extender su control a toda el
área central del Mediterráneo (Mare Nostrum Italiano).
El nuevo gobierno continuó oficialmente como aliado del eje, pero comenzó a
negociar la paz con los aliados, lo que no gustó a Hitler que envió tropas a Italia
con el pretexto de luchar contra la invasión aliada. El 8 de septiembre de 1943 el
nuevo gobierno declaró un armisticio con los aliados, sin declarar la guerra a
Alemania, lo que dejó desorientado al ejército. Badoglio y la familia real se
desplazaron entonces a la zona controlada por los aliados. En la subsiguiente
confusión el ejército italiano fue barrido por los alemanes (excepto en Roma y en
la isla griega de Cefalonia), quedando las tropas de Hitler como dueñas del norte
de Italia que, tras la liberación de Mussolini, se convertiría en la República
Social Italiana. Con la ocupación alemana surgió un movimiento de oposición armada
(la llamada Resistencia partisana) que aglutinó a los opositores al fascismo y al
nazismo. A través de una guerra de guerrillas los partisanos contribuyeron a
desestabilizar el poder de los alemanes y del gobierno de Mussolini.
Mientras los aliados empujaban lentamente a las tropas alemanas al norte (Roma cayó
en junio de 1944 y Milán en abril de 1945) la monarquía finalmente declaró la
guerra a Alemania. La liberación italiana se concretó en abril de 1945.
Silvio Berlusconi.
En 1994 aprovechando de la crisis de los partidos tradicionales, Silvio Berlusconi
empresario mediático y propietario de tres cadenas de televisión privadas fundó un
nuevo partido Forza Italia que ganó las elecciones con la ayuda de su control de
los medios de comunicación. Berlusconi gobernó en coalición, con el apoyo de la
federalista e incluso separatista Liga Norte, que empezó a ganar influencia en el
norte del país (Padania), rico e industrializado y otros partidos conservadores o
neofascistas como Alianza Nacional por solo ocho meses.
Romano Prodi.
Acusado de corrupción y de hacerse con el control del estado, Berlusconi fue un
revulsivo para la oposición. En 1996 ganó las elecciones una coalición de centro
izquierda, el Olivo, encabezada por Romano Prodi. Las tensiones internas en la
coalición de izquierdas hicieron que solo dos años después hubiera sido sustituido
por Massimo D'Alema y permitieron en 2001 a Silvio Berlusconi recuperar el poder.
Bajo su segundo gobierno, Italia fue miembro de la alianza que participó en la
lucha antiterrorista de Estados Unidos, en Afganistán e Irak, países en los que aún
mantiene tropas.
En abril de 2008 Silvio Berlusconi gana las elecciones al frente de una coalición y
es nombrado primer ministro. Su gobierno volvió a dar escándalos como la Ley
Alfano, uno de los intentos de Berlusconi de evitar su persecución legal por
delitos de corrupción o los escándalos de su villa en Cerdeña. Paralelamente
comenzó un proceso de reorganización política buscando disminuir las coaliciones
inestables: en marzo de 2009 los partidos que formaban la coalición, Forza Italia,
Alianza Nacional y otros, se unen para formar un nuevo partido, el Popolo della
Liberta. El sucesor de Prodi y exalcalde de Roma, Walter Veltroni congregó a las
izquierdas en un nuevo Partido Democrático que no ha logrado recuperar el poder ni
bajo Veltroni ni bajo una variedad de líderes. Tampoco ha logrado Berlusconi la
estabilidad política afrontando la secesión de Gianfraco Fini, presidente del
Parlamento, que abandonó el partido gubernamental dejándolo sin mayoría en el
congreso.2728 Tras la crisis de gobierno de 2018, asume Giusseppe Conte como primer
ministro.
Véase también
República Romana
Imperio Romano
Imperio Romano de Occidente
Estados Pontificios
Reino de Sicilia
Reino de Nápoles
Ducado de Milán
República de Venecia
Reino de Italia
Unificación de Italia
Historia territorial de Italia
Referencias
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antigua».
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edad oscura por "Edad Media"
Dice Francisco de Quevedo en su clásico Poderoso Caballero es Don Dinero:
Nace en las Indias honrado
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Francisco de Quevedo
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Enlaces externos
Wikisource contiene obras originales de o sobre Historia de Italia.
Documentos de la historia de Italia.
Riami Cronología de la historia de Italia desde 1861 hasta 1994 (en italiano).
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