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sobre la Trinidad
por
Jonathan Edwards 1
Cuando hablamos de la Divina felicidad es común decir que Dios es
infinitamente feliz en el disfrute de Sí mismo, en la contemplación
perfecta y en amor infinito, y en el regocijo de Su propia esencia y
perfección. De acuerdo a esto, debe suponerse que Dios perpetua y
eternamente tiene la más perfecta idea de Sí mismo, como si fuera
una imagen y una representación de Si mismo siempre enfrente a
Si mismo y en real visión y de esto, en consecuencia, emana el más
puro y perfecto acto o energía de la deidad (naturaleza divina),
deidad que es amor divino, complacencia y gozo. El conocimiento o
vista que Dios tiene de Sí mismo debe ser concebido
necesariamente como algo distinto de Su mera y directa existencia.
Debe existir algo que devuelva nuestra reflexión. La reflexión, como
nosotros reflejamos nuestras propias mentes, porta algo de
imperfección en ella. Sin embargo, si Dios se contempla a Sí mismo
de forma tal que tiene complacencia y gozo en Sí mismo, el reflejo
es Su propio objeto. Debería existir una dualidad: está Dios y la idea
de Dios, si es apropiado denominar como una idea lo que es
puramente espiritual.
Nada puede concordar más con los registros que nos entregan las
Escrituras sobre el Hijo de Dios, Su ser en la forma de Dios y Su
expresa y perfecta imagen y representación (2Cor 4:4) “para que no
les resplandezca la luz del evangelio glorioso de Cristo, quien es la
imagen de Dios” (Fil 2:6 “El cual siendo en forma de Dios”. Col 1:15
“Él es la imagen del Dios invisible”. Heb. 1:3, “el cual, siendo el
resplandor de su gloria, y la imagen misma de Su persona”).
A Cristo se le llama la cara de Dios (Exo 33:14)2: la palabra (A. V.
presencia) en el original significa cara, parecer, forma o apariencia.
Ahora qué puede ser denominado tan apropiada y adecuadamente
de esta forma con respecto a Dios sino la propia y perfecta idea que
Dios tiene de Sí mismo, por medio de la cual Él tiene en cada
preciso momento una visión de Su propia esencia. Esta idea es ese
“rostro de Dios” que Dios ve de Sí mismo, como el hombre que ve
su propia cara en el espejo. Esa es la forma o apariencia
dondequiera que Dios eternamente se aparece a Sí mismo. La raíz
de la palabra original viene del significado de cuidar y observar.
Ahora ¿qué es lo que Dios cuida u observa de manera tan suprema
como lo hace con Su propia idea o esa perfecta imagen de Sí
mismo, y que tiene ante Su vista? Esto es lo que está
eminentemente en la presencia de Dios y es llamado el ángel de la
presencia de Dios o rostro (Isa 63:9)3 . Es un asunto que está
expresamente revelado en la Palabra de Dios, que el Hijo de Dios
sea la perfecta y eterna idea de Dios mismo. En Ella, en primer
lugar, Cristo es llamado “la sabiduría de Dios”. Si se nos enseña en
la Escritura que Cristo es Uno con la sabiduría o conocimiento de
Dios, entonces eso quiere decirnos que Él es igual que la idea
eterna y perfecta de Dios. Ellos son lo mismo como lo hemos ya
observado y, supongo, nadie negará. Cristo es llamado la sabiduría
de Dios (1Cor 1:24 4, Luc 11:49 5, comparado con Mat 23.34 6) y
cuánto Cristo, en Proverbios, nos habla bajo el nombre de
Sabiduría, especialmente en el octavo capítulo.
Es así que esto concuerda bien con las similitudes y metáforas que
se utilizan para el Espíritu Santo en las Escrituras, tales como agua,
fuego, aliento, viento, aceite, vino, riachuelo, un río, un ser
derramado o que se derrama y un ser que se inspira. Puede
pensarse en alguna cosa espiritual o algo perteneciente a un ser
espiritual en que tal clase de metáforas lo/la representen tan
naturalmente, como lo es en lo relativo un Espíritu. El afecto, amor o
gozo puede decirse que fluyen como agua o ser inspirados como
aliento o viento. (No) sonaría tan bien decir que una idea o juicio
fluya o sea inspirado.
No es diferente decir que el afecto es cálido o comparar el amor con
fuego. Sin embargo no parecería natural decir lo mismo de la
percepción o la razón. En tanto parece natural decir que el alma se
vacía en afecto o que el amor o el placer se derraman ampliamente.
(Rom. 5:5 12) “El amor de Dios es derramado en nuestros
corazones”. Esta afirmación encaja sólo con algo perteneciente a un
ser espiritual.
No puedo pensar en ningún otro buen registro que aquel del apóstol
Pablo, en el comienzo de su epístola, deseando gracia y paz de
Dios el Padre y del Señor Jesucristo, sin nunca mencionar al
Espíritu Santo. Esto se repite en los saludos de sus trece epístolas
– a no ser que (por ejemplo… excepto) el Espíritu Santo sea el
mismo amor y gracia de Dios el Padre y el Señor Jesucristo. En su
bendición al final de su segunda carta a los Corintos, donde
menciona a las tres Personas y desea gracia y amor del Hijo y el
Padre (salvo que) en la comunión o en la participación del Espíritu
Santo, la bendición proviene del Padre y del Hijo en el Espíritu
Santo. La bendición del Espíritu Santo es Él mismo, la
comunicación de Él mismo. Cristo promete que Él y el Padre
amarán a los creyentes (Jn 14:21,23 14) pero no hace ninguna
mención al Espíritu Santo. El amor de Cristo y el amor del Padre, en
forma muy frecuente, son mencionados inequívocamente, pero
nunca se hace mención alguna al amor del Espíritu Santo.
(Yo supongo que esta es la razón del por qué no tenemos ningún
registro del amor del Espíritu Santo, tampoco del amor del Padre o
del Hijo, o del amor del Hijo o del Padre por el Espíritu Santo, o del
amor del Espíritu Santo a los santos. Aunque estas cosas sean tan
a menudo predicadas sobre las dos Personas de la Trinidad).
Y esa supongo es la bendita Trinidad que se nos muestra en las
Santas Escrituras. El Padre es la deidad subsistiendo en una
suprema, no creada y más absoluta forma, o la Deidad en su directa
existencia. El Hijo es la Deidad generada por el conocimiento de
Dios o la idea de Sí mismo y subsistiendo en esa idea. El Espíritu
Santo es la Deidad subsistiendo en los actos, o la Divina esencia
fluyendo o inspirándose en el infinito amor de Dios y deleite en Sí
mismo. Yo creo que la esencia divina completa subsiste verdadera
e inequívocamente en ambos, en la idea divina y en el amor divino y
que cada una de ellas son personas propiamente distintas.
Entre los teólogos, es una máxima decir que todo lo que está en
Dios es Dios, lo cual debe entenderse como atributos reales y no
como meras modalidades. Si un hombre dijera que la inmutabilidad
de Dios es Dios, o que la omnipresencia de Dios y autoridad de
Dios es Dios, yo no sería capaz de pensar en algún significado
racional de lo que esa persona está diciendo. Apenas me parece
apropiado decir que el Ser de Dios sin cambio es Dios o que el ser
de Dios estando en todas partes, es Dios o que Dios ejerciendo el
derecho de gobernar justamente a sus criaturas, es Dios.
No obstante si queremos decir que los atributos reales de Dios, es
decir, su entendimiento y amor son Dios, entonces lo que hemos
dicho podría, en alguna medida explicar cómo que es así, porque la
deidad subsiste en ellos distintivamente, así que son Personas
Divinas distintas.
Sólo mostraré brevemente que las muchas cosas que han sido
dichas por teólogos ortodoxos sobre la Trinidad, se ilustran aquí.
Aquí vemos cómo el Padre es la fuente de la Divinidad y por qué
cuando se habla sobre Él en las Escrituras, Él es tan amenudo
llamado Dios, sin ninguna adición o distinción. Esto ha conducido a
algunos a pensar que Él era verdadera y esencialmente Dios. Aquí
podemos ver el por qué en la economía de las Personas de la
Trinidad , el Padre debe mantener la dignidad de la Deidad, que el
Padre debe tener como Su oficio defender y mantener los derechos
de la Deidad y debe ser Dios no solo por esencia, por así decirlo,
para Su oficio práctico.
El honor del Padre y del Hijo radica en que ellos son infinitamente
santos y son la fuente de santidad. En tanto que el honor del
Espíritu Santo es la santidad misma. El honor del Padre y del Hijos
está en que ellos son infinitamente felices y son la génesis y la
fuente de felicidad, y el honor del Espíritu Santo es igual puesto que
Él es la infinita felicidad y gozo mismos.
El honor del Padre es que Él es la fuente de la Deidad, de la cual
provienen ambas, la sabiduría divina y también la excelencia y la
felicidad. El honor del Hijo es igual ya que Él es la sabiduría divina y
de Él provienen la excelencia divina y felicidad. Y el honor del
Espíritu Santo es igual ya que es la belleza y felicidad de ambas
dos otras personas.
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Notas al pie
4. 1 Cor 1:24: Mas para los llamados, así judíos como griegos,
Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
8. Juan 4:14 Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá
sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna.
14. Juan 14: 21, 23 El que tiene mis mandamientos, y los guarda,
ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre,
y yo le amaré, y me manifestaré a él. 23 Respondió Jesús y le dijo:
El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada con él.
15. Gal 3:13,14 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el
que es colgado en un madero, 14 para que en Cristo Jesús la
bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la
fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
17. Mat 7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
22. 2 Cor 1:11 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las
arras del Espíritu en nuestros corazones.
26. Eze 1:28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día
que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la
visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me
postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
27. Apo 4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a
piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco
iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
28. Apo 10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en
una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el
sol, y sus pies como columnas de fuego.
31. 1 Cro 29:2 Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa
de mi Dios, oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata,
bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para
las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras
negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras
preciosas, y piedras de mármol en abundancia.