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Dee Dee Ramone-Chelsea Horror Hotel
Dee Dee Ramone-Chelsea Horror Hotel
JOE DANTE
1
El demonio del alcohol
2
El vestíbulo del hotel Chelsea
NO HACE mucho tiempo atrás venía bajando por la escalera del Chelsea
Hotel desde el primer piso hasta el vestíbulo. Al pasar por el matafuegos
plateado que está al lado de un autorretrato de Vali Myers me involucré
en una situación muy pesada que estaba pasando en la zona de recepción
del hotel. En realidad, todo el vidrio de la recepción del hotel estaba
salpicado con horribles manchas de sangre.
Un hombre grandote, barbudo, borracho y loco sostenía un trapo de cocina
empapado de sangre en su brazo. A pesar de la actitud de leñador de este
gran hombre lo rodeaba un aura afeminada sobre él. Tenía que ser gay.
Estaba sangrando mucho. Sus ojos brillaban y estaba gritando
histéricamente y amenazando a todos los comedidos. La recepcionista
detrás del mostrador de recepción estaba acobardada por la situación.
Todos los que estuvimos allí dijimos lo mismo cuando lo charlamos más
tarde. Tuvimos miedo de la sangre. Fue aterrador. No podíamos ni imaginar
entrar en una pelea con este cretino porque era probable que fuese HIV
positivo. Todo el mundo podría apostar que tenía SIDA y que si nos
salpicaba con su sangre era una muerte segura para sus víctimas
indefensas. También había una botella de plástico vacía de medio litro de
alcohol puro que había estado bebiendo, sobre el escritorio.
Estaba bebiendo alcohol puro y había cenado en el restaurante El Quijote
que está al lado del Chelsea Hotel. Después me enteré que este vago había
roto platos y vasos sobre su mesa hiriéndose con los filos.
Estaba borracho, pasado de alcohol puro y no sentía el dolor de las
heridas en los brazos y las manos. Sabía que estaba herido pero parecía
no darse cuenta de que estaba rociando el lugar con su sangre. Tal vez
porque estaba muy ocupado discutiendo con todos en el vestíbulo.
Obviamente el pequeño accidente que tuvo en el restaurante El Quijote
era una puesta en escena para no pagar la cuenta. Funcionó. En este
estado de ánimo, su estado físico y la reacción de los comensales le
permitió fácilmente salir fuera del El Quijote sin obstáculos y sin
pagar. Entonces entró en el vestíbulo del hotel Chelsea sin importarle
nada.
Banfield se asustó. Se echó en el suelo aterrorizado. Nunca ladró ni le
mostró los dientes al bastardo. Qué cagada ¿no? Debería haberme ayudado o
algo por el estilo pero Banfield siempre lo empeora. En cambio dio ese
rodeo que hacen los perros, esa en el que están agachados y enredan a sus
dueños con la correa, soltás el collar, salen corriendo a la calle en el
tráfico y tenés que correr detrás de ellos y atraparlos antes que los
atropelle un camión o un taxi o un skater.
Banfield hizo tal espectáculo que el hijo de puta no pudo evitar centrar
su atención en el perro por lo cual empezó a de decir: “¡ohhh, ohhh,
por favor, oooohhh si, por favor!”.
Entonces declaró: “¡Me encantan los airedales! ¿Querés jugar?¿Puedo
acariciar a tu cachorro? Porfi. . . . por favor, por favor, dejame
acariciarlo ahora " exigió con un enojado fuerte y alto acento sureño.
Entonces comenzó la persecución dentro del Hotel Chelsea. Me las arreglé
con una serie de movimientos de pies para esquivarlo y mantener a
Banfield lejos de las salpicaduras de sangre HIV positivo. Sin embargo
era muy enérgico y tramposo. Soy difícil de atrapar pero fue una muy
corta persecución. En cuestión de minutos, él estaba allí, delante de mí
otra vez con la única intención de hacerme algo horrible. Tal vez este
tipo desagradable podría haber tenido un cuchillo bajo la camisa. ¿Quién
podría saberlo? De todos modos no iba a salir del vestíbulo del hotel
Chelsea tranquilo. Él quería problemas y ¿qué se suponía que debía hacer?
Es la “típica manera” en como yo me explico estas cosas. Quiero decir,
recuerden que estas palabras están siendo escritas por un tipo muy duro.
Nada me perturba demasiado. Sin embargo, a pesar de que muchas veces
pude haberle hecho juicio al Chelsea Hotel por imprudencia temeraria,
sabía que los policías no me iban a venir a rescatarme o a cualquier otra
persona. Planeé en mi desesperación tomar ventaja de la situación como
excusa para disfrutar de un poco de divertida violencia para alivio de
todo el estrés que la ciudad había estado acumulando dentro mío. Pero
tuve miedo por toda la sangre, el HIV y porque el tipo era flor de
adicto.
Así que seguí en mis pasos. Corrí rápido hasta que llegué cerca de la
recepción y luego hice una especie de voltereta kung fu a lo Bruce Lee
que me hizo aterrizar justo en frente del ascensor, donde sabía que había
un cenicero de acero cilíndrico, con el cual podría golpearlo o tirárselo
y arrebatar el matafuego plateado de la pared para aplastárselo en el
rostro. En ese momento se me ocurrió sacar mi spray de gas lacrimógeno y
rociar al bastardo.
Milagrosamente pudimos subir por las escaleras, llegamos a la habitación
de invitados de mi departamento, agarré un bate de béisbol y bajé
corriendo de nuevo para agarrar a este hijo de puta. Y pasó lo de
costumbre. ¡Arrrrgh. . . rrrr. . . rrrr!!! y un ¡¡¡Pampam uhhh!!!
Más tarde tuve que salir a la 23th Street de nuevo por el vestíbulo.
Banfield estaba con muchas ganas de mear así que tuve que llevarlo
afuera. Me puse paranoico cuando caminé a través de la entrada del
vestíbulo del hotel. Había una patrulla y una ambulancia estacionadas
frente al hotel.
Vi que el pasillo estaba manchado de sangre, manchas de color marrón
secas mientras hice bromas sobre trancar la puerta después de haber
salido de mi habitación. Había también huellas de sangre de mis
zapatillas en el suelo y salpicaduras de sangre en las paredes de color
amarillo-hepatitis del pasillo. El tarado también trató de escribir mi
nombre con la sangre que le salió del golpe de bate que le di en la
cabeza.
El otro día esperé el ascensor por un largo rato. Estaba muy nervioso
así que no me alegré cuando Leonardo pasó al lado mío aumentando la
tensión y mi estrés matinal. Se había dado otro atracón de crack con el
dinero del alquiler y estaba hecho un desastre.
Stanley Bard, el dueño del hotel, estaba detrás del mostrador de la
recepción y de un particular mal humor. No creo que lo alegrara estar
mirándonos a mí o a Leonardo y esperaba que el ascensor llegara tan
pronto como lo había hecho yo así todos podríamos seguir por caminos
separados y rápidamente perdernos de la vista de los demás.
4
1. 800 dólares al mes
PODRIA SER peor, pero es malo. Ser Dee Dee, ex integrante de los
Ramones tratando de sobrevivir en la ciudad de Nueva York sin un bajo y
sin una campera de cuero y encima sin tener una explicación que me
justifique el gasto de vivir en Manhattan sin tener banda donde tocar. No
la tengo pero tengo un perro grande y fiel, Banfield, que me da un 99 por
ciento menos de posibilidades de encontrar un departamento porque todo el
mundo está en contra de los perros así que todavía tengo que vivir en el
Chelsea Hotel como solía hacerlo hace veintitrés años atrás, porque no
vigilan la entrada muy bien, siempre puedo meterme en mi habitación sin
que nadie me vea y tengo que estar en guardia permanentemente porque
tengo una bella y joven esposa a la que nadie puede dejar de mirar.
Especialmente los obreros de la construcción, hay muchos en el barrio del
Chelsea y no sólo a causa de los homosexuales, sino también porque hay
tres obras en construcción fuera de mi ventana. La ciudad está llena de
lugares en construcción y en Nueva York se siente como si vivieras en un
mini terremoto donde la ciudad está siempre temblando porque se trabaja
veinticuatro horas al día sin misericordia.
Los camiones son como elefantes arrasando con brutalidad y por supuesto
no tienen silenciadores.
De alguna manera, son excitantes e incluso poseen una especie de belleza
enferma pero no me gustaría ver venir a uno persiguiéndome por la calle.
Así que cuando los veo o escucho venir, corro. Si no te apartas lo
suficiente te matan. Es por eso que de vez en cuando por acá ves a una
persona muerta tirada en la basura.
Los cirujas, trolos desagradables, los mendigos, las drag queens
arremolinándose en la puerta de la Twirl Disco que está justo debajo de
mi departamento han añadido una tensión nerviosa y explosiva a la
desesperanza de mi desgraciada vida . Esto es el infierno. Los rumores
dicen que están filmando de nuevo El Exorcista en el hotel, porque acá
está el infierno.
Odio estar dentro pero odio más estar afuera en la calle, sobre todo
frente a este extraño lugar donde vivo. Caminar por el Chelsea es
realmente repugnante por la mañana.
La veredas de La Nouvelle Justine y el Twirl Disco están llenos de pomos
vacíos de vaselina que los gays usan para tener sexo. También hay decenas
de guantes de goma en el cordón a la vista de todos, incluido la de los
chicos que van a la escuela a la mañana. Estos horribles artefactos son
utilizados por las lesbianas de por aquí. Usar doble forro pasó de moda.
Ahora la que va es la onda cenicienta, hacer levante en el cine e
intercambio completo de fluidos. Mis nervios se disparan y estoy
paranoico de resbalarme en la grasa de la vereda y agarrarme SIDA o algo
así. Como si no tuviese suficientes problemas -en especial por mi pasado
como ex miembro de los Ramones y todo el mundo molestándome para que les
de entrevistas, fotos y autógrafos cada vez que salgo de mi departamento.
La vida es una mierda. Especialmente en la 23th Street cuando todo el
mundo está agresivo y agitado. Debo estar en el momento más glorioso de
mi ciclo disfuncional. No ando discutiendo con nadie pero más allá de
eso, secretamente me estoy convirtiendo en una persona odiosa. Aunque
calculo que la mejor venganza es dejar a la gente a su suerte y que hagan
de sus propias vidas un infierno.
5
Algo malo está pasando
Los peces morirían en unos quince minutos. Pero antes que esto pase los
loquitos prenden fuego eliminando los restos a la vez que asan lentamente
a las pirañas como sacrificio final a Satanás.
Ahora realmente desearía que Mike hubiera entrado y permanecido en el
hospital. Nadie podría ayudarlo si algo como esto le sucediera y espero
que el culto nunca lo atrape si anda por el Chelsea.
6
Este malvado lugar
LOS ÚLTIMOS días de agosto en Nueva York son duros. La basura huele mal.
El agua de la canilla huele mal y sale pegajosa. Es horrible.
Con toda esta tensión insoportable en la ciudad, que empeora en verano,
sería bueno refrescarse con una ducha pero no se puede. Hay algo más, ni
se te ocurra tratar de llenar la bañera. Si lo haces verás lo que está
flotando en el agua y te va a dar náuseas. Puede que incluso vomites.
Otra queja que tengo es que aquí en el hotel, ninguno de los de baños
tienen ventana. En lugar de una ventana hay una rejilla del conducto de
aire.
Mi cuarto de baño es terrorífico. Tiene grandes azulejos manchados de
moho y parece una morgue. Puedo abrir la rejilla de ventilación de aire
con una palanca. Es de 30 por 20 centímetros y el conducto es de 3 metros
por 3 metros. Al mirar dentro todo lo que ves es una negrura de mina de
carbón pero pronto tus ojos atrapan un rayo de luz de algún lugar y luego
cuando se acostumbra la vista las partículas de polvo que flotan fuera
del rayo de luz dirigirán tu visión hacia arriba hasta la siguiente luz
que está en el techo. Entonces sus ojos especie de caer hacia abajo a la
oscuridad con desconcierto.
Mi ventilación está casi llena hasta el nivel del ojo con basura arrojada
allí por huéspedes aburridos del hotel. Estos boludos no tienen
vergüenza. Tiran todo a la rejilla de ventilación, desde botellas de vino
a artículos de higiene femenina. También hay miles de bichos mealie-
mealie y miles de frasquitos de crack vacíos. Hay un olor a pescado
podrido y rumores de que hay restos humanos en el fondo del conducto de
aire. Esto realmente no me permite abrir el respiradero pero no lo haría
de todos modos. ¿Por qué correr el riesgo de una invasión mealie-mealie?
De alguna manera, a pesar que siempre tengo la ventilación cerrada, el
olor a pescado podrido se filtra en el baño de todos modos. Pero es el
agua de la canilla que más me molesta. Algo realmente horrible debe estar
contaminando el agua en la ciudad de Nueva York. Es peor que el agua de
la alcantarilla.
Me pregunto, fantaseando, si de alguna manera restos humanos se vierten
en el agua desde la morgue en la calle Center, en el centro de Manhattan
y se desplazan entonces hasta mi barrio, acá en el Chelsea Hotel y luego
mis vecinos, los turistas y yo la usamos para lavar y bañarnos. ¡Ahora se
habla de un rebrote de la plaga y que te podés contagiar SIDA por el agua
potable en la calle Veintitrés! Por lo tanto sólo uso agua embotellada.
Almaceno las botellas de agua en mi cocina en la habitación Nº117 que es
bastante pequeña. Es de 1 metro y medio de ancho por 2 metros de largo.
También tengo una heladerita que apenas funciona y hace un odioso zumbido
constante. Una vez más, no hay ventana y sólo una lamparita brillante de
100 watts, este es mi hogar. Pero puedo sentir que algo anda mal. Veo
señales de alta negatividad como las burbujas que se forman en todo lo
que está embotellado en la cocina. Esta es una señal de muy alta
negatividad a ciencia cierta.
Estoy teniendo sueños nuevamente sobre que mi cocina fue donde Nancy
Spungen murió apuñalada por Sid. He tenido visiones de ella sosteniendo
su cabeza para parar la sangre que le salen de los ojos. Y como si eso no
fuera suficiente estoy hiperventilado.
Tengo que mantener la ventilación cerrada en el baño y no puedo abrir
las ventanas a la calle por culpa de la contaminación del aire y la
contaminación acústica. Hay tan poco oxígeno en Nueva York de todos modos
que me mareo. Entonces pierdo el conocimiento y me desmayo. Esto es muy
malo. Todas son señales de alta negatividad.
Hay una fuerza iracunda dominando esta habitación. Nunca va a dejar que
nadie sea feliz aquí. Siempre pasan cosas inquietantes. La puerta de
la heladera repentinamente empezó a abrirse y cerrarse sola y ahora estoy
en la cocina de la habitación Nº117, decidido a hacer caso omiso de este
tormento y sacar la caja de torta marca Calvin que había escondido allí.
Esta fuerza maligna no me ignoraba, sin embargo. Planeaba matarme.
Enbrujó a alguien en Queens en la panadería Calvin sobre Steinway Street
en Long Island City.
Mi diabólica torta de chocolate Calvin había sido contaminada con un
clip con los bordes afilados por esta persona. Muy siniestro. Este
monstruo enfermo en la panadería Calvin calentó el clip sobre una caja de
fósforos mientras se drogaba en su descanso durante su turno allí ayer a
la noche. Después puso el clip a la masa.
Si me atragantaba con el clip una de sus puntas habría perforado mi
tráquea y habría muerto de una forma lenta y agonizante. Me salvé por mi
rapidez de movimientos y mi ojo agudo. Tan pronto como abrí la caja de
torta vi el clip atrapado debajo de la cobertura de chocolate.
Puedo decir que tuve suerte. Pero la fuerza no había terminado conmigo
todavía. Por un lado, las puertas de la heladera se abrían y cerraban tan
violentamente que todo se había derramado y salpicado en el suelo de la
cocina y las paredes. El lugar era un chiquero.
Todavía intentando mantener la calma, comencé a quitar los horribles
vapores psíquicos que se habían esparcido como polvo mágico por todo el
pequeño departamento. Luego luché por salir de la cocina para llamar la
atención de Bárbara. Me faltaba el aire, luchando por mi dignidad y pensé
que me iba a desmayar de nuevo.
Llegué a la cama de alguna manera pero no podía despertar a Bárbara.
Estaba en una nube química. Tenía los ojos abiertos y en blanco. Sabía
que si la despertaba ella tendría uno de sus ataques incontrolables de
gritos de nuevo.
Por suerte una a mi beneficio, pensé. Me alegró que Bárbara estuviese
tan drogada. No iba a despertarse y empeorar las cosas como suele
hacerlo. Mientras la miraba me di cuenta de que ella no estaba acá.
Bárbara estaba en algún otro lugar en coma profundo. Si nada podía
despertarla mejor porque no quería que sepa lo que pasó después en ese
horrible día.
A continuación un fantasma apareció detrás de la cortina. Era una
fantasma. Se acercó a la cama donde estaba yo parado, mudo y luego
comenzó a flotar sobre la cama donde Bárbara estaba durmiendo y luego me
miró de una manera aterradora. Estoy muy agradecido ahora que Bárbara no
se despertó, no vio el fantasma y no empezó a gritar y no la enojara más.
Sucedió algo horrible de todos modos.
Un vendaval viciado sopló en la habitación desde la rejilla de
ventilación. Empezó a correr por la habitación como un mini-tornado.
Todos los cajones de la cómoda y la mesa comenzaron a abrirse y cerrarse
violentamente. Estaba convencido de que esta cosa, o viento, o fuerza
buscaba algo que tenía perdido hace años en esta sala. Tal vez era un
poco de dinero.
Cuando aparentemente no encontró lo que buscaba se enfureció y se dirigió
directamente hacia mí me golpeándome con toda su fuerza en el pecho y
luego me tiró a la cocina donde me inmovilizó contra la pared. Todos los
quemadores de la cocina se encendieron a la vez y las llamas comenzaban a
prender fuego mi ropa. La heladera seguía loca y la puerta me daba en mi
rodilla derecha cada vez que se abría de golpe. Pero antes de morir
quemado y golpeado, la fuerza misericordiosamente me dejó volver de la
cocina a la cama donde Bárbara todavía estaba inconsciente.
Empecé a sentir que las cosas se calmaban un poco y empecé a calmarme.
Pero entonces aflojé los puños y me di cuenta de que todavía estaba
sujetando el clip. Bajé la vista para verlo mejor y me di cuenta de que
se había convertido en una estrella de cinco puntas de forma perfecta.
Me quedé allí temblando pero pronto empecé a relajarme y sentirme mejor
cuando la nariz de Banfield y sus dos ojos de oso de peluche empezaron a
mirarme desde debajo de la cama donde se había escondido.
"¿Todo va a estar bien Dee Dee?" Me preguntó Banfield.
"No te preocupes Banfield" respondí. "Podés salir ahora. Ya pasó, nada va
a hacerte daño ".
Entonces oí los golpes de su cola corta y rechoncha debajo de la cama y
sabía que estaba bien.
"No podemos contarle a Bárbara lo que pasó, Banfield. ¿Estamos?" Le
dije. "No quiero que sepa que un fantasma real estuvo flotando sobre su
cama. Tendríamos que subirla a un taxi al hospital de nuevo. Vos no
querés eso ¿No? "
"Está bien Dee Dee", me respondió. "Si vos lo decís. "
Intentamos hacer como que todo estaba bien pero había una sensación
espeluznante en la habitación y me daba miedo. Me alegré de que Banfield
estuviera aquí con Bárbara y conmigo ahora.
Todavía no podía dejar de pensar en Nancy sin embargo. Eso es lo que me
daba escalofríos, la imagen de la sangre saliendo a borbotones de la
cuenca de sus ojos en la pileta de la cocina. Lo más horrible de todo era
que nadie podía oírla gritar porque sus cuerdas vocales también habían
sido cortadas así que era una especie de muerte silenciosa pero muy
apreciada por Satanás a la vez.
7
Nadie puede permanecer cuerdo aquí
8
Noche de brujas, Hotel Chelsea, 31 de octubre de 1997
Hay una alta tasa de criminalidad en el hotel que hace llevar a Trautel
todas sus posesiones con ella dondequiera que va. Ella siempre está
luchando con sus cosas que apila en un carrito de compras y anda por todo
el vestíbulo y la entrada del hotel chocando con la gente a propósito y
ocupando demasiado espacio.
Actúa el papel de indefensa dama antigua, al máximo a veces. Un turista
o algún boludo caerán en su trampa y tratarán de ayudarla. ¡Entonces se
transformará en una malvada perra neoyorkina y atacará!
¡Una vez me dijo que le había una trompada a mi amigo Tim en el ascensor
porque pensó que era yo!
Realmente odio a Trautel y le voy a cerrar la puerta de vidrio de salida
en la cara en vez de mantenerla abierta y esperar media hora para que
pase su carrito de la compra a través de la puerta. La odio por todos
los años que he tenido que esperar delante de ella y su maldito carrito.
La odié y si algo malo le pasaba estaría muy contento. Así que estaba en
éxtasis cuando algo realmente horrible le pasó justo en ese momento. Creo
que hizo a Beverly y a sus demonios muy feliz también.
Lo que ocurrió fue que cuando Trautel había logrado salir a la 23 y tal
como lo había imaginado en el vestíbulo, dos pendejos caretas en rollers
chocaron de costado a Trautel apenas llegó a la vereda. Entonces uno de
estos pibes le partió la cabeza con un disco de hockey. El otro pasó
detrás de Trautel y la empujó a través de la puerta de cristal de la
entrada del vestíbulo con tal fuerza que la rompió en mil pedazos.
Trautel se cortó bastante mal por los vidrios filosos y después de caer
a través de la puerta de nuevo en el vestíbulo ahora era un ser moribundo
sangrante y convulsionado. Su cabeza que había sido golpeada con fuerza
con el disco de hockey sangraba profusamente y todo el vestíbulo del
hotel estaba manchado de sangre. Trautel se acurrucó en el piso. Intentó
salvar su vida arrastrándose a la cabina telefónica cerca de la recepción
para pedirse una ambulancia.
Beverly estaba detrás del mostrador. Ahora estaba completamente
despierta. Los ojos de Beverly estaban abiertos como platos e irradiaba
una especie de alegre hostilidad por la difícil situación de Trautel. Se
tornó aún más extraño sin cuando Beverly comenzó a cantar en voz alta una
oración satánica fomentando la negatividad sobre el vestíbulo.
Trautel, que estaba tendida de espaldas en el suelo sucio del Chelsea
Hotel comenzó a hacer esa danza de la muerte que las personas hacen
cuando están a punto de morir revolcándose y sangrando a borbotones y
desesperadamente luchando por su vida. Nada podría ayudarla ahora.
Feliz noche de brujas perra, pensé, mientras mis sentidos comenzaron a
elevar se y sentí una euforia temporal por el infortunio de Trautel.
Duró poco, sin embargo, ya que empecé a debilitarme cuando las dos rayas
de coca que había aspirado cinco minutos antes de salir de mi
departamento comenzaron rápidamente a desvanecerse de mi torrente
sanguíneo. El estrés de esta repentina retirada de la cocaína y las
anfetaminas inducen a un ataque de ansiedad anfetamínico. Siento el pecho
presionado y me apreto con las rodillas agarrándome el corazón. "¿Por qué
a mí?¿Por qué a mí? " Lamento a través de mis labios resecos y lágrimas
de frustración comienzan a caer por mi cara gris ceniza.
Lo que me salvó fue, por lo que pude ver, que Trautel iba a estirar la
pata en cualquier instante. Desde donde yo estaba parado lo sabía. Sus
ojos estaban fuera de órbita y debía estar alucinando y esto me puso de
buen ánimo. Trautel todavía podía reconocer que Banfield y yo estábamos
parados casi sonriendo y no movimos un dedo para ayudarla o para llamar a
emergencia ni nada. Esto parecía irritarla y empezó a esforzarse un poco
más para salvarse.
"¡Llamá a la policía!¡Llamá a la policía! ¡Douglas maldito hijo de putas!
¿No podés agarrar el teléfono?¡Por el amor de dios!¡Hacé algo! Soy sólo
una anciana. ¡Todo lo que tengo está en ese carro de compras! " Ella
comenzó a parlotear. Estaba histérica.
La sangre salía a borbotones de su boca. Luego se quedó dura y de
repente, yo estaba mirando a un cadáver. Empezó a calmarse el vestíbulo
mientras Beverly pareció terminar su oración a Satanás en el momento
preciso de la muerte de Trautel. Incluso, hastiado como estaba, sentí
veneración por el mal. Entonces empecé a reír. Se sintió bien. No me
había reído en mucho tiempo.
De tan un buen humor que me había olvidado de Banfield a quien acababa
de notar de nuevo. Vi que está muy triste y quería ir a dar un paseo. De
hecho creo que estaba tan confundido en este punto que estaba un poco
desorientado. Todo lo que sé es lo que vi, en ese momento, sin previo
aviso, Banfield se apartó de mí, trotando hacia donde Trautel estaba
muerta en el suelo y con cara de satisfacción la meó.
Nadie se va a dar cuenta, pensé. "¡Banfield perro malo! ¡Vení acá ahora
mismo! No ¿todavía querés ir a pasear? " le pregunté y palmeé su pobre y
asustada cabeza y agarré la correa.
"No Dee Dee. Volvamos a arriba ¿de acuerdo? "
Bien, pensé. Tenía muchas ganas de volver a mi cuarto y hacerme humo en
caso de que la policía viniese a preguntarme sobre Trautel y los trolos
en rollerblades. Podrían preguntarme hasta el infinito pero nunca les
diría nada. Espero que no vengan a tirar mi puerta abajo para investigar.
Ya sabés cómo son. No tienen ninguna simpatía por la gente de mi tipo. A
mi favor lo que tengo es que hay tantos gays en la calle aquí en el
Chelsea, que la policía tendrá de que preocuparse en la zona. Así que
estoy a medio camino de convertirme en un "buen tipo" para ellos en
comparación con el resto de la gentuza e indeseables sociales del barrio.
No está mal, una especie de ascenso.
Así que cuando logré volver a mi habitación inmediata e inteligentemente
fui hacia la ventana para abrirla y deshacerme del olor a humo. A medida
que abría la vieja ventana me recibió una lluvia de pedacitos de pintura
vieja dándome un nuevo tipo de caspa en la que ya tenía.
¡No me gusta esta mierda! Soy siempre muy cuidadoso al abrir una ventana
en el Chelsea Hotel. Pero nunca mejora. Lo importante es no abrirlas y
que uno de los vidrios no te abra los vasos sanguíneos.
A pesar de todo esto, empecé a sentirme bien cuando llegue a la ventana
para finalmente dejarla abierta con una copia enrollada del The New York
Post atado con una gomita. Como recompensa, una ráfaga de aire frío de
octubre llenó el departamento dejándome de cara al instante.
Me alegré por un segundo pero luego me di vuelta y me di cuenta de que
Bárbara estaba despierta y mirándome con los ojos llenos de odio. “¿Qué
carajo está pasando hijo de puta?” * Me gritó.
¡Y lo decía en serio! Pero como es tan hermosa y estoy muy enganchado
con ella intenté una vez más cambiar mi mala actitud y la mezquindad que
están empezando a desarrollarse en mí.
"¡Buenos días Bárbara!" le respondí a sus gritos. Tratando de calmarla.
Bárbara no captó este débil gesto de paz de mi parte. Tiene todas las
excusas para no mantener la paz y son reales. El interminable síndrome
pre menstrual. Cuánto la amo y la molesto, cuán desgraciado soy porque no
cuido lo suficiente al perro. Así que bueno, soy un desgraciado.
Pero cuando una joven y bella chica deja caer la sábana que cubría su
hermoso cuerpo, se da vuelta y pone su atractivo culito a la vista y
grita: “¿Qué estás mirando ?¿ Querés un poco, entonces?¿Te gusta? Bueno,
no estás consiguiendo nada. Y no te amargues, gringo hijo de puta ,porque
el puto perro tiene que salir. ¿No te das cuenta? Traé algunas donuts ¿de
acuerdo? Nos vemos. ”
“¡Argggrrr! Claro, está bien. ¿Y sabés qué más? Cariño, realmente me
gustaría saltar sobre vos, agarrarte por la garganta y ahogarte hasta que
mueras. ”
A veces la vida no parece digna de ser vivida. Sobre todo cuando estoy
haciendo mi mejor esfuerzo para controlarme a mí mismo pero entonces hay
tantas otras distracciones en curso que me convierten en un hijo de puta
que todo lo arruina. Quiero devolver el mal. Las situaciones de tensión
son horribles pero como el verdadero profesional que soy tengo que
evitarlas. Así que me las arreglo para pasar por alto las burlas e
insultos de Bárbara y hacer algo práctico, que en esta situación, es
reunir todas las pruebas de actividades ilegales como drogas, películas
porno, nunchakus, cuchillos y cosas por el estilo, para descartar en caso
de un arresto. Al mismo tiempo Bárbara me grita de manera violenta,
obligándome a salir pegándome con sus huesudos puños e insultándome. Una
vez en el pasillo me cierra la puerta en la cara.
No me gusta esta mierda. Me pone paranoico. El precio de una fuerte
discusión con tu novia son los vecinos llamando a la policía . Sin
embargo, nadie suele llamar a la policía por aquí, en absoluto. Pero con
mi mala suerte que ahora es peor que nunca y con la tensión por las nubes
aquí en el primer piso los policías vienen esta vez.
Quiero que Bárbara se calle. Pero no puede. Ella tiene que tener la
última palabra. Abre la puerta una vez más para gritar un poco más.
“Dee Dee, el culoroto rockstar Ramone. ¿Qué mierda creés que vas a
recibir? ¡Servicio de habitación? !Que voy a levantarme de la cama por la
mañana para hacerte una puta taza de café de mierda como una sirvienta,
idiota ?”
Todo el mundo tenía las puertas abiertas, espiándome, mostrando
hostilidad y haciéndome sentir el malo de la película, lo cual es
embarazoso pero estoy acostumbrado.
No es para tanto, pienso, con toda calma me muevo por el pasillo,
dejando la escena como un ladrón al salir del supermercado.
Cuando lo vi a Leonardo bajando las escaleras, me puse más cauteloso.
Tan pronto como me vio me sonrió sarcásticamente.
"¡A la mierda!" Me lamenté. Y palpeé la botellita de whisky Cutty Sark
que estaba lubricando mi discusión con Bárbara.
Si Leonardo me había visto me habrían costado un par de puntos que son
tan importantes para gente como yo porque en el medio artístico es una
práctica común negar el consumo de drogas y alcohol en público para
mantener una buena imagen. No soy una excepción a esta regla. Trato de
hacerlo pero nunca fui un santo.
Asi que saludé a Leonardo en cámara lenta en mi mejor y más edulcorada
postura de Alcohólicos Anónimos de Hollywood diciendo "contento de verte
amigo" con el respeto apropiado para alguien tan elocuente como Leonardo.
Luego en nuestra mejor falsedad nos dimos fraternal y mutuo "somos dos
idiotas y lo sabemos" abrazo.
No fue tan malo como lo sería un abrazo de Mike pero cada gesto de
amistad, de comunicación humana o de mínimo contacto me deja frío.
Leonardo es una persona parecida a mí y salió por su lado. Bastante
aliviado, seguí mi camino, manteniendo la charla de despedida al mínimo.
10
Vali
12
Chinese Rocks
Sintiéndose muy enfermo, desmayándome, agarré mis rótulas con los huesos
desnudos de mis puños y traté obstinadamente de no perder el
conocimiento. Mientras mi sistema nervioso comenzaba a fallar, todavía
pude ver algunos de los sombríos azulejos blancos del piso pero todo se
estaba rápidamente desvaneciendo en mi campo de visión. También había una
enfermante niebla verde sobre la habitación haciendo la situación aún más
horrenda.
Por ahora estaba estupefacto. Todo lo que podía pensar era en salir de
allí. Pero, ¿dónde está la puerta? Mi confusión a se convirtió en terror
histérico cuando las pocas luces en este sórdido pozo comenzaron a
parpadear dentro y fuera.
Este baño está tan sucio que cualquier cosa que lo roce o lo toque
seguramente se infecta. Lo único en lo que podría pensar hacer en tal
emergencia, era drogarme.
Pensé, tal vez de alguna manera puedo arrastrarme a uno de los baños del
fondo así ninguno de estos hijos de puta me viene a manguear droga.
Sacando fuerzas, desde dónde, no lo sé; miré amenzantemente a los que,
con actitud rapaz, me estaban esperando . Nadie me iba a arrebatar mi
último pedacito de droga. No estaba jugando. De ninguna manera. De
ninguna manera. ¡De ninguna puta manera! ¡Manga de forros!
Entonces de alguna manera, agitando cómicamente una larga jeringa
hipodérmica a mis adversarios, me las arreglé para entrar en un baño y
cerrar la puerta. ¿Pueden imaginar mi sorpresa final cuando salí de mi
aturdimiento por un breve segundo dispuesto a picarme? Y entonces he aquí
que allí estaba mi viejo amigo, Sid Vicious, que estaba muerto ya desde
hace veinte años más o menos. Pero tan difícil de creer como parece, allí
estaba él, allí mismo en el baño conmigo. No podía creer lo que estaba
viendo.
“Hey Dee Dee” habló. “¿Querés heroína? Tengo algunas bolsitas acá. ”
“¿De verdad Sid Vicious?” Le pregunté.
“¿Cómo podés estar acá en este momento?” Lo intenté nuevamente sin
obtener otra respuesta que una sonrisa élfica de su parte. “Bueno, no
importa. ” Accedí a fin de no romper el impulso. “Todo bien, chabón.
Vamos a colocarnos. Ojalá sea tan bueno como en los viejos tiempos. ”
Dije, tratando de hacer una pequeña broma mientras veía los paquetitos
rojo metálico de heroína que tenía en la momificada mano extendida.
“Tomá un poco, Dee Dee. Son de primera” dijo Sid y me guiñó un ojo.
“¿Cuándo pegaste esto, eh?” Le dije mientras miraba con avidez la
droga en su mano. “Parece como lo que solía pegar en la 10th Avenue y
Avenue B en los 70. ¿Tuviste esta falopa durante todo este tiempo? Son
como 20 años, ¿no?” Le pregunté.
“¿Vos crees que te decepcionaría, compañero?” Me dijo Sid, con mirada
penetrante. “Tengo esta falopa desde cuando salí de Rikers, febrero de
1979. La guardé para nosotros, desde entonces, compañero” sonrió él.
“Hagámoslo. ”
“No tan rápido, José, ¿de acuerdo?” Le respondí. Parecía demasiado
bueno para ser verdad y de acuerdo con mi porte Ciudad de Nueva York, era
sospechoso. Así que lo mejor que pude hacer fue detenerme y poner
excusas, lo cual hice.
“Sid, errr. . . Tengo un perro esperando arriba en la vereda. ¿De
acuerdo? Y está asustado. Tengo que ir a buscarlo ahora. ¿De acuerdo? Y
mirá esto. ” Le dije arremangándome la campera de cuero. “Sólo hay unos
pocos huesos donde tenía el brazo. No puedo encontrar una vena. Sin carne
o sangre o piel ni nada . Soy sólo un esqueleto. ¿Vos creés que ahora
estamos muertos, Sid?”
13
33th y 8th
“¿QUÉ TE pasa Dee Dee? Pensé que ibas. ¿Está sorprendido o algo
así?¿Nunca viste esto?¿Qué sos, una monja?” Dijo, haciéndose el
superado.
“¿Ves esto?” Sid continuó. Estaba señalando una tapita de botella que
estaba usando para calentar heroína. Tenía un clip alrededor para ponerlo
al fuego y usarlo para cocinar una dosis.
Sid se estaba poniendo muy intenso, exigiendo toda mi atención. Supongo
que ahora me va a hablar sobre el legado falopero que aprendió hace mucho
tiempo de Jerry Nolan y Johnny Thunders, pensé.
Sid me miraba con mucha atención ahora.
“Tenés razón, Dee Dee. ¡Jaja! ¡Prestá atención! ¿Está bien? ¡Jajaja!
Ahora escuchame, Dee Dee. Cuando se cocina la heroína y se hierve, se
purifica, sin importar cuán cortada estaba. Entonces, cuando cocinás la
droga, te la picás en la sangre y no importa cuántos han usado el
inodoro. Va a andar. ¿Entendés?”
“¿Aún con un feto abortado cubierto de gusanos flotando?” Repliqué.
“Suena lógico” me respondí por él.
Sid estaba demasiado metido en lo que estaba haciendo para notar lo que
yo decía. Estaba retorciendo la cadena de bicicleta que siempre lleva en
su cuello, desatándola con la mano izquierda, picándose el huesudo cuello
con su mano derecha, en la que tenía una jeringa hipodérmica de aspecto
letal.
“Sigue siendo el viejo y querido Sid” pensé. Todavía tiene su vieja
campera motoquera y la cadena con el candado, como la usaba solía usar
para cubrir las “huellas” de las pinchaduras en la garganta como lo
hacía cuando tocaba con los Sex Pistols. Sid siempre fue muy “cool”.
Los Pistols fueron un grupo muy en boga, con problemas internos en aquel
entonces. En esos días, si algo iba mal, se podía arreglar, no como
ahora, cuando todo es irreparable.
Como una cicatriz fea o algo así. Si tenés que cubrir tus “huellas” de
heroína, lo podés hacer y eso aumenta el glamour de ser un drogón.
Incluso aunque tus marcas parezcan la estación Penn Station, nadie las va
a ver, exceptuando tu novia o tu esposa. Todo el mundo sabía que Sid era
un drogadicto pero no necesitaba que el público supiera todos sus
secretos . ¿Qué hay de divertido en eso?
“Oh bien. ” Incluso en mi fatigado estado me di cuenta que era mejor
picarme solo. En un segundo, salí fuera de allí. “Hasta luego Sid” le
dije.
“Tal vez mi suerte cambie” me dije mientras subía la escalera mecánica
en dirección a la calle que estaba funcionando. “Sólo en Nueva York”
pensé. Me alegró estar lejos de Sid y estar fuera del baño. A pesar de
que me sentía mal yo no estaba tratando de irritar a nadie. Pero no
funcionó.
La gente me miraba. Finalmente exploté. La presión era demasiada. No
pude contenerme más.
“¡Forros!” Grité, a nadie en particular. Las imágenes de todas las
personas que están en mi lista de odio destellaron violentamente en mi
cerebelo llenando las cavidades nerviosas en mis células cerebrales con
maldad. “Esto es genial”, pensé.
La cabeza me daba vueltas. Me sentía como si estuviese poseído. También
venía salpicando vómito a los pobres desgraciados que subían detrás mío
por la escalera mecánica.
“¡Mátenlo! ¡Mátenlo!” Empezaron a gritar al unísono en un fuerte
rugido.
“¡La concha de sus madres!” Venenosamente grité a la multitud
mientras giré la cabeza un poco más, sólo por el puro hecho de hacerles
un daño mientras me arrojaban con odio, accidentado y violento por el
resto de la escalera mecánica hacia la calle. Durante todo ese tiempo fui
mordido, me dieron puñetazos, patadas y totalmente maltratado por esta
ingrata turba de completos culorrotos.
Me las arreglé para pegarles a algunos de estos matones pero estaba en
un completo estado de confusión mental para poder hacerles más daño.
Mientras era desalojado de la estación Penn a la 8th Avenue vi a Banfield
esperándome justo donde lo había dejado, atado al parquímetro.
“¡Cuidado con el perro!” Oí a alguien gritar en la multitud. Siempre
hay un idiota en cada multitud aunque no lo escuchen. Era una tonta
señora mayor con la cara horriblemente marcada por la viruela. También
era gordita. Tal vez se pensó que era gran cosa. No lo sé, pero atacó a
mi perro con un paraguas.
Banfield la atacó sin vacilar. Luego le arrancó el brazo. Tiró el brazo
en el aire y lo atrapó de nuevo en su boca y corrió de un lado a otro
como un león con el sangriento brazo en la boca. Luego arrojó el brazo
contra la multitud. Al mismo tiempo la anciana estaba gritando de
horrible dolor.
“¡Nooo! Nooo! Nooo! ¡Duele! ¡Ayúdenme!” La sangre brotaba como una
manguera de bomberos del muñon donde estaba su brazo.
“¡Banfield! ¡Banfield!” Grité aterrorizado “¡Salvame, por favor hacé
algo!¡Hablá! ¡Atacalos! ¡Matá a estos hijos de puta!”
Resoplaba y se vio el doble de grande de lo que es, ya que es un perro
muy grande. Sus ojos se nublaron de odio y comenzaron a brillar como dos
carbones ardientes de color naranja en la cabeza. Banfield sabía que yo
estaba en problemas por lo tanto saltó a la acción y estaba listo para
pelear. Hice lo que podía hacer y me uní a él . A pesar de su mal humor
al estar atado a un parquímetro mientras yo estuve en el baño de hombres
durante tanto tiempo Banfield se puso en el rol de ser mi salvador.
Empezó a ladrar histéricamente a la multitud mostrando colmillos
afilados como hojitas de afeitar. Sus encías estaban violetas y echaba
espuma por la boca. Salía literalmente vapor de sus fosas nasales. Pero
la rechoncha mujer cuyo brazo había sido arrancado estaba demandando la
atención de todos.
Daba vueltas en total agonía y la sangre chorreando de su muñón estaba
salpicando a la multitud de matones que hasta ahora, me estaban ganando.
Eso fue suficiente. La multitud se separó de terror. La amenaza de
contraer SIDA era demasiada abrumadora y nadie quería continuar con la
pelea.
En la ciudad de Nueva York una gran cantidad de peleas callejeras se
hacen con paraguas ahora. Tiene sentido. Podés picar a tu oponente,
cortarlo o golpearlo con el paraguas y lo podés abrir para evitar que te
salpique la sangre. De todos modos en el caos creado por la multitud
dispersandose fui capaz de liberarme y agarrar a Banfield.
“¡Agarrá la correa!” Me dijo. Y lo hice. Me aferré con tanta fuerza
como pude y Banfield despegó como un loco por la 8th Avenue arrastrándome
con él. Estaba muy agitado y no había nada que lo detenga. Iba gruñendo y
gritando a todo el mundo; “¡Córranse! ¡Córranse hijos de puta! Este
hombre tiene Lepra de Tigre. ¿Quieren? Se los voy a tirar encima.
¿Quieren eso?¿Quieren?¡Fuera de mi camino forros!
14
Mato a Joe
15
Hago un trato con Leonardo
16
Los putos perros de Henry
HABÍA EN el hotel dos dobermans, Wally y Eva, que pertenecían a Henry,
mi vecino de la habitación 607. Cierta vez Henry iba a llevar a sus
perros a la calle a dar un paseo. Wally y Eva eran muy malos Estaban
aterrorizando el barrio y todo el mundo en el hotel los odiaba.
Antes que Banfield y yo tuvieramos la oportunidad de salir del ascensor
estos dos animales se nos vinieron encima. Wally atacó primero. Se fue
sobre mi perro tan pronto como el ascensor se abrió, dejando al
descubierto la boca llena de colmillos. Siempre llevo una navaja 007
cuando subo al ascensor del hotel e instintivamente le corté la garganta
al perro. Banfield soltó inmediatamente a Wally, herido de muerte y se
lanzó sobre Eva. La atrapó de la parte posterior del cráneo y la oreja y
ferozmente la mordió y cuando pudo acomodarse la empezó a sacudir hasta
quebrarle el cuello.
Mientras tanto, no puedo recordar cuántas veces debo haber apuñalado y
pateado al pobre Wally cuando estaba en el suelo. Todo lo que sé es que
después de que Banfield saltara sobre él me puse loco. Le dí al perro de
Henry hasta que sus ojos se pusieron blancos y se le dio vuelta la
cabeza. Sacó la lengua de la boca y se dio vuelta sobre su espalda con
los pies dando pataditas en el aire.
Luego miré hacia arriba justo a tiempo de evitar que un enloquecido
Henry me reviente un matafuegos en la cabeza. Al mismo tiempo, Pude salir
fuera de su camino y pude rociarle con el spray de defensa personal en la
incrédula cara de Henry. Luego, en una ataque de rabia, reventó el
matafuegos en el suelo. Sin nada de fortuna. El puto artefacto explotó en
la panza de Wally. La fuerza extrema de esta acción y el peso del
extintor abrieron el estómago del perro derramando sus tripas por todo el
pasillo.
El suelo estaba tan resbaladizo ahora que era como una pista de patinaje
sobre hielo. Calculé mal mi próxima maniobra que debería haber sido la de
cortarle la garganta a Henry. Me deslicé por el suelo empapado de sangre
y reboté con la baranda de hierro que protege el hueco de la escalera y
di una voltereta de circo. Casi me caigo desde seis pisos. Si no me
agarraba a la madera de la baranda de hierro con las dos manos me habrían
matado en ese mismo momento. Aferrado a la baranda pensando qué hacer a
continuación, mis pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte grito.
Era Stanley Bard que estaba saliendo del ascensor de servicio.
"Un momento. ¡Basta muchachos! ¿Está bien? ¿Qué está pasando acá? ¿Eh?"
Entonces me vio colgando de la baranda por lo que corrió a donde estaba
para tratar de evitar que me cayera por las escaleras. La madera se
estaba poniendo realmente difícil de agarrar. Mis manos estaban muy
resbalosas. Estaba completamente empapado en sangre. De alguna manera,
Stanley fue capaz de inclinarse sobre la baranda y agarrarme del cuello
en una llave de lucha libre.
"¡Dee Dee, idiota!" Empezó a gritar mientras trataba de subirme hasta un
lugar seguro. "¡Vamos! ¡Ayudame! ¡Saltá hacia acá!”
Lo hice. De alguna manera logré, con su ayuda, para volver a subir sobre
la baranda. Me quedé en estado de shock, sin saber qué esperar. Ahora que
yo estaba bien, Stanley volvió su atención a Henry, que estaba
completamente exasperado.
"¡Henry!" Stanley comenzó a gritarle. "¡Henry, Henry, Henry! ¿Sos feliz
ahora? ¿Eh?" le gritó. "Tus malditos perros se pasaron esta vez. Lo sabés
¿no? Eh, como si nunca hubieras esperado problemas con esos dos dobermans
rabiosos en el hotel ¿no ?Bueno Henry, hacerte el inocente no te ayudará
en esta ocasión. ¿Qué pasa si Banfield se contagió SIDA ahora o algo así?
¡Maldito idiota! El pobre perro sólo estaba tratando de defender a Dee
Dee, vos sabés.”
"Bien, bien. Vamos a ordenarnos ahora. De acuerdo, dejame pensar. Está
bien, tengo una idea", prosiguió. "Escuchá, Henry" dijo Stanley bajando
la voz y dando a Henry una mirada de preocupación. "No podemos tener a la
policía acá, ¿no muchachos? Los dos tienen asuntos pendientes con la cana
y no sería piola que los identifiquen, ya saben, se los llevan a Rykers
de inmediato.”
Luego se dirigió a mí. "Dee Dee,desaparecé ¿de acuerdo?" Me dijo, en un
tono más firme de voz. "Lo llevo a Henry a su habitación y le lavo las
quemaduras de la cara y le pongo un poco de hielo ¿de acuerdo? Y Dee Dee"
continuó "Si lo ves a Fernando lo mandás acá a que limpie este caos
sangriento. Decile que lleve los cuerpos de Wally y Eva al sótano ¿de
acuerdo? Se puede deshacer de ellos en la basura, mañana. No tiene ningún
sentido que vengan las protectoras de animales ¿de acuerdo? Así que a
moverse ¿de acuerdo?"
Stanley luego se acercó a Henry, lo tomó del brazo, y empezó a llevarlo
de vuelta a su habitación. A medida que se alejaba, me miró y dijo:
"Adiós, Dee De," como si fuese una advertencia.
Ah, bueno, pensé, estoy hecho un desastre, mejor me voy a mi habitación
y me limpio antes de ver a Bambie. Sería bueno que Banfield yo
descansemos uno del otro y era una buena idea dejarlo en la habitación
hasta que Bárbara volviera a casa.
17
Se pone intolerable
18
Bambie
19
Fernando
20
Lo falsa que ella es
"¡DEE DEE! Te ves arruinado. ¿Qué hacés con esa travesti fea!¿Te
volviste loco?" Bárbara había dejado de subir las escaleras y ahora
estaba de pie sobre todo frente a Bambie, pero mirándonos muy enojada.
Bambie luego decidió que este era el momento adecuado para ponerse
amistosa lo que significaba el subirse la minifalda aún más arriba y
parar el culo en un ángulo aún más calculado con el fin de mostrar su
belleza a Bárbara de la mejor manera posible. Sus tetas ya estaban
asomando demasiado de su top y se desparraman por todo mi pecho mientras
Bambie separaba sus piernas y comenzaba a frotar su entrepierna en mis
partes privadas. Casi me estrangula en un abrazo abiertamente sexual que
Leonardo le había enseñado.
"¿Te gusta?" Bambie dijo, burlándose de Bárbara. "¿Eh? Me lo cogí por
vos, también cariño, durante tu ausencia. ¡Me cogí a tu marido, puta!" Se
y reía y actuaba de forma maligna. Entonces sin ningún temor o vergüenza,
comenzó a acariciar mi área genital, causando que se me parase. Creo que
estaba posiblemente excitado por la situación inminente que estaba
empezando a desarrollarse.
"¡Ja ja!” me reí mientras las cosas se iban poniendo de extrema a
mortal.
"¡Hacelo de nuevo, chupapijas!" Bárbara desafió a Bambie. Mientras
Bárbara estaba provocando a Bambie, dio un paso atrás sin apartar los
ojos de nosotros y al mismo tiempo abrió el bolso y sacó una pequeña
pistola automática cargada. De repente, la sonrisa desapareció de la cara
de Bambie. Dejó de ser una diversión. Estaba atrapado entre el infierno y
la pared y por lo que yo pude percibir, Bambie estaba muerta. Bárbara
estaba a punto de volarle la cabeza en cualquier momento.
¡Bang!¡Bang!¡Bang! Bambie levantó las manos para protegerse de la lluvia
de balas que Bárbara estaba haciendo sobre ella. Uno de los disparos
atravesó una de las manos de Bambie.
"¡Me disparaste! ¡Maldita sea!" Gritó y me empujó por las escaleras hacia
Bárbara golpeando su espalda. Al mismo tiempo Bambie me estaba usando de
escudo. No sé por qué no recibí un tiro. Bárbara debe haber disparado
tres o cuatro veces contra nosotros a quemarropa.
Cuando Bárbara cayó, dejó caer la pistola. Esto estuvo mal. También se
golpeó la cabeza y quedó atontada. Yo estaba tratando de salir del medio
entre Bárbara y Bambie. Bambie es más grande y más fuerte que Bárbara y
sé cómo es Bárbara. Era probable que ella saque el cutter tal como
aprendió a hacerlo en la escuela. También podría tratar de atacarme. Me
preocupaba que Bambie también tuviera uno. Se había recuperado
rápidamente y ahora estaba más decidida que nunca a ser la vencedora.
Ella estaba subiendo por las escaleras hasta donde yo había aterrizado en
el suelo. Bambie no había sacado ningún cuchillo todavía pero ahora
Bárbara había sacado un cutter marca Stanley y me fue empujando para que
poder ir tras Bambie.
“Esto no está bien” pensé frustradamente. “Por qué no pueden Bambie y
Bárbara simplemente relajarse y dejarme de molestar de una vez,”
reflexioné. Podría haber ido a buscar a Fernando y podría haber estado
fumando de la pipa y estar dado vuelta si no hubieran hecho escándalo y
menospreciar mi masculinidad para alimentar a sus odiosos egos.
Bambie no es una joya, tampoco. Odio a todos ahora. ¿Por qué no pueden ir
las cosas bien? Bárbara siempre me está dando dolor. De repente, una
nueva oleada de energía inspirada en fantasías de venganza odio vino
sobre mí pero del mismo modo, sentí un golpe de zapato en mi omóplato.
Bambie me estaba pateando ahora como una loca. Era capaz de rodar lejos
de ella, arrebatar la pistola del suelo donde había caído, apuntar y
disparar, pero no hice nada. Estaba vacío. Bambie no estaba prestando
atención a lo que yo estaba haciendo y ahora tenía a Bárbara del cuello y
la estaba ahorcando y también la azotaba contra las paredes del pasillo.
Bárbara estaba luchando. Prácticamente la había cortado a Bambie en
pedazos con el cutter Stanley al mismo tiempo que Bambie la golpeaba. No
parecía sentir dolor o estar afectada por la pérdida de sangre tampoco.
Estaba en otro planeta ahora y no estaba fingiendo. Estaba en éxtasis. La
sangre y la violencia realmente habían despertado sus hormonas y estaba
muy ejercitada.
Mientras tanto yo intentaba evadir a Bambie pasando detrás de ella y
golpearla en la cabeza con la culata de la pistola de Bárbara. Entonces
le di un golpe en la parte posterior de su cuello y también en su columna
vertebral. Durante todo ese tiempo le estuve dando patadas en las
espinillas y los tobillos con mi Dr. Marten's.
Bambie estaba ahora enfurecida y actuaba como un animal salvaje.
Mientras ella me sostenía de los dos brazos para tratar de golpearnos la
cabeza, Bárbara la agarró por los tobillos y brutalmente comenzó a
arrastrarla por las escaleras cortando su ataque. Seguí dandole patadas a
Bambie y golpeándola en la cabeza con la pistola que todavía era capaz de
sostener a pesar de que mis manos estaban empapadas en sangre por los
golpes que le estaba dando.
Bárbara ahora la había arrastrado a la puerta de mi viejo departamento,
que supe habitar un largo tiempo atrás, la habitación 421. En este
momento Bárbara se había convertido en un demonio del infierno. Con gran
esfuerzo levantó a la desorientada Bambie y empezó a golpear la puerta de
la 421 con su cuerpo. La puerta cedió, pero Bambie era un desastre. Ella
todavía estaba viva y aparentemente soportando un terrible dolor.
Estaba chillando a voz en cuello en agonía y pidiendo misericordia. Tan
pronto como Bárbara consiguió meter a Bambie en la habitación, la tiró en
el suelo y luego la tiró debajo de un colchón de resortes, que descansaba
en la pared en una vieja cama de acero.
El colchón, que supongo es típico de los muebles del Chelsea Hotel, era
decrépito. Tenía manchas de fluidos corporales de distintos tipos que se
habían juntado en él a lo largo de los últimos años de varios clientes
que se habían alojado en esta habitación. La parte media del colchón era
blanda y le sobresalían afilados resortes.
Fui detrás de Bárbara cuando se metió en esta habitación donde una vez
supe alojarme. Se veía peor que nunca. Sentí que empezaba a desmayarme
debido a todo el estrés y la ansiedad. En un gesto desesperado me senté
en el suelo sucio con la espalda apoyada en la pared. Estaba vencido.
Bárbara también. Había puesto a Bambie debajo de la cama para que sea más
fácil de controlar si se quería levantar. Ahora que parecía tranquila,
Bárbara se sentó en un viejo sillón que estaba sucio y cubierto de
quemaduras de cigarrillos. Nos sentamos en silencio, tratando de
descansar por un minuto y recuperar fuerzas. Pero no pudimos porque
Bambie seguía gimiendo bajo el colchón. Empezó a ponerme muy molesto y
realmente crispaba mis nervios. También empezó a mover los pies, lo cual
no me gustó. Por último un gesto de preocupación apareció en el rostro
cansado de Bárbara.
"¿No podés quedarte quieta?" Gritó desde donde estaba sentada a Bambie
que de alguna manera ahora estaba recuperando sus fuerzas. "¡Hey jetona,
te estoy hablando!¿Me escuchás?¡Callate!"
Al oír esto Bambie intentó actuar inocente e indefensa buscando la
simpatía de Bárbara. "¡Barrrbaaaraa!" Bambie gimió en un susurro ronco.
"¿Barrrbara, sos vos? No puedo verte, querida." Entonces su voz cambió de
repente, revelando a la verdadera Bambie. Una voz satánica y diabólica
rugió el resto de la frase diciendo "porque tengo mucha sangre en mis
ojos."Entonces cambió de nuevo su voz, con dulzura terminó lo que estaba
diciendo pidiendo amablemente: "Bárbara, por favor, vení, querida y
sacame de debajo de este colchón. Y podrías ser también tan amable de
llamar a mi novio Leonardo, querida? Te amo, Bárbara... Te amo, Dee
Dee... "
"¿Vos que?¿Que amás que?¿A quién, loca de mierda ? ¡Te voy a matar! Es
lo que querés ¿No? Te podrías haber muerto tranquila. Iba a darte una
dosis de heroína. ¡Sos una estúpida! ¡Estúpida! "Bárbara empezaba a
ponerse violeta ahora.
Estaba en un ataque de rabia y se levantó de la butaca que en la que
estaba sentada y le dió una patada a la mesita ratona de tres patas, la
otra estaba rota desde hacía mucho tiempo, y que todavía estaba siendo
utilizado como mobiliario de la habitación 421, a pesar de los códigos de
construcción del hotel y de Nueva York. Este proyectil voló por la
habitación hasta donde yo estaba sentado, golpeándome con fuerza en la
rodilla.
"¡Gracias, Bárbara!" murmuré en voz baja. Había intentado
instintivamente bloquear la mesa pero no fui lo suficientemente rápido y
la agarré un poco tarde con la mano izquierda. El dolor agudo a causa del
golpe de la mesa en mi rodilla me enojó aún más y agarré la mesa con la
mano derecha. Y en un movimiento la di vuelta. Cuando estaba a punto de
romper la ventana de bronca, vi un corazón tallado debajo de la mesa con
una cinta a través de él. Se leía "Nancy y Sid." Tenía una flecha a
través del corazón y debajo de ella la palabra "amor".
22
Habitación 421
23
Un gran beneficio
24
Mi abuela y yo, tomamos el día libre
LO SIGUIENTE que pude ver era la cara loca de Diana mirándome de reojo
desde lo alto. Todavía estaba tirado en el piso adormecido. "¿Qué estás
haciendo en el suelo, loco tarado? ¿Bebé Dee Dee?"
"¿Qué mierda pasó?" Murmuré.
"¿Quién sabe? ¿A quien le importa? ¿Cómo estás?"
"Oh, estoy bien" le contesté. "Pero estoy seguro que podría tomarme un
saque. Me siento, más o menos bien, pero voy a arruinarlo. ¡Jaja! Vos lo
sabés también. ¿No? ¿Eh?"
"Sé que lo harás, querido. Es el diablo dentro tuyo. Él siempre está ahí.
Tengo el diablo dentro de mí, también. ¡De gran manera! Por eso soy una
de las más antiguas damas adicta en Nueva York. Y por eso me llaman 'La
Abuela Falopera”. Bebo, me drogo, no tengo amigos ¿de acuerdo? Bebo, me
drogo, lo hago de nuevo. Bueno. ¿Cómo estás?"
"Ya te lo dije" le respondí. Yo estaba un poco extenuado. "Tenía la
esperanza de que cocinaras o lavaras la ropa o leyeras la Biblia o algo
más que beber y tomar drogas. Sobre todo porque te ves como una abuela"
continué. "Y sos una señora mayor también."
"¿Cocinar que, la concha de tu madre?" Diana me reprendió. "¿Dónde? ¿Eh?
En un plato caliente ¿eh?¿Querés ver dónde vivo? Tal vez te podría hacer
un Twinkie o algo, hijo de puta. Pero sólo si fuese tu cumpleaños y yo te
debiera dinero.”
"Está bien, está bien, está bien. ¿Puedo levantarme ahora?¿Está usted a
través?¿Podés cortarla ahora, por favor? Dios acaba de salvar nuestras
vidas. ¿No te das cuenta de que vos y yo, dos de los pecadores más
irremediables de por acá acabamos de ser salvados por Jesucristo? Nos
está dando una última oportunidad.”
"Entonces qué, Dee Dee." Diana me respondió, emocionándose. "¿Se supone
que me tiene que impresionar?"
"No, no, no es así, Diana. Es que necesitamos un día de descanso. Los
dos tenemos un interés común por los fármacos ¿verdad? ¿Por qué no vamos
a tu habitación en el Kenmore en Lexington, buscamos a Poopsie y luego
vamos al programa en 38th y 8th y tratamos de pegar algo de metadona en
la calle?¿Dale?"
25
La abuela falopera
26
Agradable lavandería y limpieza a seco
Dios mío, pensé, mientras miraba mi cara en el pequeño espejo que llevo
encima para hacer las rayas de merca. No puedo imaginar a nadie que le
guste ver a un viejo choto como yo en pantalones vaqueros apretados
negros, campera de cuero y el corte de pelo taza.
Yo ya había visto Sid con su ropa y todavía le quedaba bien. No hay nada
malo en ser un viejo punk, pero la moda de principios de los años 70 no
me trae ningún buen recuerdo, aunque me visto de la forma que se espera
de mí, zapatillas Converse gastadas en venganza, porque todo lo que
Bárbara se pone es Converse, Schott, y Levi´s.
"¡Ah, mierda!" dije en voz alta mientras el ascensor llegó al décimo
piso y se detuvo para dejarme salir. Me había olvidado presionar el botón
del sexto piso. Salí de todos modos, prefiriendo caminar hacia abajo en
vez de tener que volver a aguantar el vómito podrido y el olor a orina de
cerveza que había en el ascensor. Si el ascensor está sucio, queda sucio.
Si alguien vomita, me imagino que un portero del hotel vendría con un
trapo de piso de inmediato para limpiarlo. Pero esto es el Chelsea y está
asentado aquí en la punta de esta pila de escoria llamada Nueva York por
lo que es difícil permanecer alegre en este infierno.
Supongo que es por eso que todos acá son tan difíciles por un lado o el
otro. Si querés algo bien hecho tenés que hacerlo vos mismo. Yo mismo
gobierno este gallinero, pero si es así, entonces ¿ Stanley Bard que
espera que sus inquilinos hagan? ¿Agarrar una escoba y hacer el trabajo
de la mucama? Prefiero agarrar una guitarra, hermano. A veces, la ira es
tan positiva para mí. Me di cuenta de esto al bajar las escaleras.
DESPUÉS DE ser amado como pocos hombres podrán serlo y la misma suerte
que siento de haber sido mimado por tan bella tigresa, ahora duerme a mi
lado, me desmayo contento y empiezo a soñar con guitarras.
Todo estuvo bien hasta las 6:30 de la mañana, cuando llegó la indeseada
y no bienvenida señal despertadora del Chelsea Hotel; un trabajador de la
construcción gritando a sus compañeros abajo en la 23th. Street, en una
cornisa fuera de la ventana. Los golpes de tubos de acero arrojados a la
vereda por los dormidos y desconsiderados en las pasarelas que recubren
esta vergüenza de hotel.
Nada parece despertar a mi mujer y no parece que el ruido de la
construcción la moleste a ella o a Banfield también, que estaba
inconsciente en el suelo junto a la heladera. Ese maldito perro, pensé,
mirándolo dormir desparramado en la habitación.
Pude escuchar a Diana barriendo furiosamente en el pasillo, golpeando a
propósito el borde de su escoba con los bordes de la pared con el fin de
molestar a los que estaban tratando de dormir. ¿Puedo hacerles a los
lectores una pregunta? Gracias. ¿Alguna vez han visto un cartel de “no
molestar” colgado de un picaporte aquí en el Chelsea Hotel?¡No! Está
fuera de discusión. Si querés algo de paz y tranquilidad, no venís a la
ciudad de Nueva York.
Empeorando mi mal humor ahora porque Fernando está golpeando los tachos
de basura en el pasillo, de repente me senté en la cama y le di una dura
mirada a la vida que me rodea.
El perro puede cuidarse solo hoy, o tal vez, por una vez, Bárbara pueda
levantarse y sacarlo. No voy a ir a buscar el diario para leer mi
horóscopo de mierda y no tengo ganas de traer café y donuts para el
desayuno hoy.
Si la tienda de guitarras usadas del Chelsea abriera temprano, me
gustaría estar allí comprando una Les Paul. Estaba lamentando todas los
guitarras que había empeñado por droga en mis tiempos. En este punto,
estaba tratando desesperadamente de escapar de la locura matinal de
Manhattan enterrándome en una vieja fantasía musical pero que se estaba
agotando en mi cerebro ya. Hasta el momento, lo único que he visto que
fuera bueno últimamente era los Toilet Boys en el club Life, en la
Bleecker Street, en la ciudad de Nueva York.
Miss Guy y los Toilet Boys convirtieron al lugar en el cielo del rock
and roll por una noche. Viendo todo esto y la música y el impulso de
energía que me dieron, casi me hizo sentir como estar en un escenario de
nuevo. De hecho, como terminó sucediendo, tenía ganas de tocar de nuevo
en este club con mi propia banda unos meses más tarde, y hacer un montón
de canciones de Ramones para el público hambriento de rock and roll.
Johnny Ramone y Joey Ramone, lamentablemente no estaban allí. Si así
fuera, el público lo habría disfrutado pero Joey no quiere tocar con
Johnny o conmigo ahora. Pero no es un problema no tocar con Joey. La he
estado pasando muy bien cantando las canciones de Ramones ahora cuando
hago shows.
Creo que lo peor sería tocar con Joey sin otro miembro más de los
Ramones. Las mejores bandas siempre se pelearon entre sí y luego se
separaron pero los Ramones tardaron una eternidad en desaparecer.
Probablemente Sid, Jerry Nolan, Stiv Bators y Thunders tenían problemas
con las personas con las que compartían bandas. Esta es probablemente la
razón por la que estoy siendo de alguna manera inducido a unirme a los S.
K. U. L. L. S. En caso de que Stiv se vuelva loco y trate de reemplazar a
Brian James de nuevo y deje a todos colgando, John, Jerry y Sid todavía
me tendrían en el grupo con ellos.
Soy un viejo punk, lo que me hace al menos llevarme bien con Sid. Nunca
he tenido un problema con él en el pasado. Siempre me he llevado bien con
Jerry, pero Stiv y Thunders no son dignos de confianza. Recuerdo haber
pensado en vano sobre Stiv y Thunders tratando de formar una banda
conmigo, The Whores of Babylon, hace unos diez años atrás, en el lugar
menos pensado, París, Francia. ¿Por qué no estábamos en Nueva York? No lo
sé.
Con todos estos recuerdos, el dolor y la confusión dando vueltas en mi
cabeza, me estaba aliviando que mi cerebro estuviese tan mal. Porque no
puedo recordar un montón de cosas que me han hecho que me hacen mal, pero
ahora, no hay realmente nada de malo en mi vida. Especialmente en
comparación con los primeros años 70. Alegremente me dí cuenta de esto,
salté de la cama listo para enfrentar el día en un estado de ánimo mucho
mejor.
"¿A dónde creés que vas, Dee Dee?" Bárbara me cuestionó poniendose de mal
humor, porque lo único que la despierta es la sensación de problemas.
Banfield también despertó y me estaba dando una firme mirada a través de
nuestra pequeña habitación donde todavía estaba echado en el suelo.
"Yo sólo voy a buscar el diario, un poco de café y llevar a Banfield a
pasear" le respondí.
"¿Me podés traer algo?" Preguntó.
" Haría cualquier cosa por vos. Cualquier cosa que desees, hermosa." Le
dije, observando detenidamente a esta impresionante diosa en la cama de
la misma manera que Banfield, muy impaciente ahora, me la estaba dando a
mí.
"Hey Dee Dee" Banfield finalmente me habló. "¿Podemos irnos ahora?"
"Bueno, vámonos ya. Vamos, Banfield. Te voy a poner el collar en el
pasillo." Segundos más tarde estaba poniéndole el collar y unos segundos
después de eso estaba esperando el ascensor con él para bajar a la
calle.
"¿Por qué no vamos por las escaleras?" Banfield protestó cuando estaba
encendiendo un cigarrillo.
"Porque es muy larga y estoy muy cansado ¿de acuerdo?" Le gruñí al
perro. "¿Cuántas estrellas de rock ves a esta hora paseando a sus perros
en Manhattan? ¿Eh ?!¿No podes apreciar nada? "
"No. ¿Quién mierda te crees que sos, Dee Dee? ¿Una estrella de rock?
Vamos, dejate de joder. Tal vez en tu imaginación. ¿Qué sos ahora? ¿Un
ex-Ramone? "
"Bueno, prefiero ser un ex Ramone a nada, grandísimo provocador" regañé a
Banfield cuando el ascensor se detuvo finalmente en nuestro piso y
pudimos subirnos a él para bajar.
"No lleva mucho tiempo" le comenté tratando de estar alegre y conseguir
que el perro estuviese de mejor estado de ánimo. Pero como el ascensor
empezó a subir en lugar de bajar, nuestro estado de ánimo pasó de
“forro” a “loco violento”. Cuando pulsé el botón del vestíbulo y la
puerta se abrió en el noveno piso sin parar, luego aumentó la velocidad,
rebotó en el techo del piso10 del hueco del ascensor con la puerta
abierta y se detuvo.
Algo estaba, obviamente, mal con el ascensor. Siempre pasa. Ahora estaba
colgando un poco torcido y ninguno de los botones que pulsaba,
frenéticamente, funcionaban o se iluminaban.
"Gracias a Dios la puerta no está atascada" dije con rabia. "Vamos a
tener que saltar, Banfield. Se cumplió tu deseo. Podemos bajar las
escaleras ¿de acuerdo?¿Estás contento ahora?"
Esas fueron las últimas palabras que le dije a Banfield. Mientras lo
miraba con enojo, todo el hotel comenzó a temblar y en cuestión de
segundos, empezó a desmoronarse desde sus cimientos podridos, ladrillo
por ladrillo. Creo que las reparaciones de la construcción en este
edificio se deberían haber hecho hace años. Y ahora ya es demasiado
tarde, me di cuenta de que se cortaron los cables del ascensor y como una
montaña rusa se fue para abajo al sótano desde donde estábamos en la
décima planta.
28
Miseria
29
Más miseria
30
Una última vez
31
Vi al diablo en lugar de los Ramones