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V Jornadas de Jóvenes Investigadores.

Instituto de Investigaciones Gino Germani,


Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2009.

La cuestión del método de los


Grundrisse y en el prologo de
1859. Una aproximación al
estudio del papel de la
dialéctica en la obra de Marx.

Mayo, Ariel y Gomez Di Vincenzo, José.

Cita:
Mayo, Ariel y Gomez Di Vincenzo, José (2009). La cuestión del método
de los Grundrisse y en el prologo de 1859. Una aproximación al estudio
del papel de la dialéctica en la obra de Marx. V Jornadas de Jóvenes
Investigadores. Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

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Instituto de Investigaciones Gino Germani
5º Jornadas de Jóvenes Investigadores
4, 5 y 6 de noviembre de 2009

La cuestión del método en los Grundrisse y en el prólogo de 1859. Una


aproximación al estudio del papel de la dialéctica en la obra de Marx.

Ariel Mayo
Universidad Nacional de San Martín
José Gómez Di Vincenzo
Universidad Nacional de San Martín

1. Introducción:
El período comprendido entre 1857 y 1859 fue fundamental para la conformación de la
teoría social de Marx, tanto en lo que respecta a su concepción de la sociedad como a la
elaboración de los principios de su crítica de la economía política 1. Luego de un
laborioso examen crítico de la economía política2, Marx redactó los Grundrisse (1857-

1
Los Grundrisse, redactados por Marx entre julio de 1857 y diciembre de 1857, constituyen la obra
principal de este período. Dussel sostiene que “los Grundrisse permiten una entrada a la producción
teórica esencial de Marx porque se sitúa, por vez primera, en el discurso definitivo de Marx. Si se entrara
(…) por las obras de juventud, como los Manuscritos del 44, en realidad se estudiaría la etapa
«preparatoria», feuerbachiana y antihegeliana (aunque desde un marco teórico hegeliano),
económicamente incipiente. Por el contrario, los Grundrisse son ya (…) el descubrimiento de las
principales categorías y su orden definitivos.” (Dussel, 1985: 12). Rosdolsky, por su parte, afirma que
“así como en El capital de Marx la influencia de Hegel sólo parece manifestarse, a primera vista, en
algunas notas al pie, cabe señalar a los Grundrisse como una gran remisión a Hegel, y en especial a su
Ciencia de la lógica, demostrando la forma radicalmente materialista en que se revirtió a Hegel en este
caso. Por ello, después de la aparición de los Grundrisse, a los críticos académicos de Marx ya no les
resultará prácticamente posible escribir sobre su obra económica sin haber estudiado previamente su
método y su relación con Hegel.” (Rosdolsky, 2001: 13-14). Mandel, por su parte, escribe: “Los
Grundrisse, que constituyen con la Contribución a la crítica de la economía política, el punto culminante
de la obra económica de Marx antes de El capital, representan una suma enorme de análisis económicos.
Concebidos como los trabajos preparatorios de El capital o más exactamente como un desarrollo del
análisis del capitalismo en todos sus aspectos, del que habría de nacer la obra maestra de Marx, contienen,
a la vez, los materiales de construcción de todo lo que Marx habría de desarrollar después y multitud de
elementos que no sirvieron más tarde de fermentos de obras nuevas.” (Mandel; 1974: 111). Por último,
Negri, luego de destacar los aportes de los Grundrisse al desarrollo de la teoría económica de Marx,
señala que “la excepcional importancia de los Grundrisse para la definición del pensamiento marciano se
refiere también al método. Con la Einleitung de 1857 y su aplicación creativa al proyecto de los
Grundrisse Marx efectúa, también en el plano metodológico, una síntesis de las pulsiones metodológicas
que lo habían agitado. (…) Basta decir que el cuaderno M elabora de manera explícita el método de la
abstracción determinada y de la tendencia, la metodología del materialismo histórico, y que la
investigación de los Grundrisse efectúa una primera aplicación de la misma, conectando el método
materialista con una refinada práctica dialéctica.” (Negri, 2001: 25).
2
Iniciado, según sus propias palabras, hacia 1843, luego de abandonar la redacción de la Rheinische
Zeitung. Los Manuscritos de 1844 son la expresión más importante de este primer encuentro con la
economía política. Posteriormente, y partir de su exilio en Londres (1849), Marx retomó los estudios de
economía, a los cuales dedicó largas horas en el British Museum. Para una exposición del desarrollo de

1
58) y publicó la Contribución a la crítica de la economía política (1859). De este modo
pasó de la etapa de investigación a la de la formulación de su concepción de la sociedad.
En esta época, Marx manifestó una gran preocupación por las cuestiones del método.
De hecho, en la Introducción a los Grundrisse (1857)3 formuló su exposición más
sistemática del método dialéctico con el que abordó la crítica de la economía política4.
La cuestión del método ocupó un lugar importante en los debates acerca de los alcances
y el contenido de la teoría de Marx en las últimas décadas. En especial, se ha debatido
intensamente en torno a la relación entre la dialéctica hegeliana y la dialéctica marxiana.
Así, para algunos autores (Althusser es el ejemplo paradigmático de esta posición), el
método de Marx es una dialéctica totalmente diferente a la hegeliana, a punto tal que
resulta insuficiente plantear la cuestión en términos de una simple inversión de la
misma5. Para otros, en cambio, la dialéctica es una especie de metafísica inútil que nada
aporta al examen marxista de las relaciones sociales capitalistas y que, por tanto, debe
ser desterrada de la teoría social. En este lugar, no disponemos de espacio suficiente
para desarrollar los puntos principales del debate. Basta con decir que la dialéctica
constituyó la base teórica desde la cual Marx pudo emprender su crítica de la economía
política. Sin ella, es imposible comprender cabalmente el significado del concepto de
totalidad en Marx, ni tampoco entender la forma en que Marx concibe las
contradicciones internas de esa totalidad. En pocas palabras, sin la dialéctica no existe el
marxismo como teoría social diferenciada de los programas de investigación de las
ciencias sociales burguesas. De ahí que en esta ponencia abordemos con especial
atención el problema de las características principales del método dialéctico, tal como
aparece en los textos del período 1857-59.
En el presente trabajo, se examina el desarrollo del método de Marx, tal como aparece
en la Introducción de 1857 y en el prólogo de 1859 a la Contribución, con el objetivo de

los estudios económicos de Marx puede consultarse Mandel (1974). Para una historia de la redacción de
los Grundrisse, ver Rosdolsky (2001: 27:35), Negri (2001: 14-19) y Dussel (1985: 22-26). Para una
presentación del marco general en que se desenvolvieron los estudios de Marx, ver Riazanov (2003).
3
Se trata del texto con el que se inician los Grundrisse y es conocido como la Einleitung (Introducción en
idioma alemán). Su redacción se llevó a cabo entre el 23 de agosto de 1857 y mediados de septiembre de
ese mismo año. El manuscrito es conocido como Cuaderno M. Ver Dussel (1985: 29-63)
4
Marx abordó por primera vez los problemas del método en su obra Miseria de la filosofía (1847). En la
sección siguiente realizaremos un breve resumen del planteo formulado en dicha obra, para luego marcar
las diferencias con el desarrollo contenido en la Einleitung.
5
En su artículo "Contradicción y sobredeterminación" (1962), Althusser sostuvo que Marx había
efectuado una revolución teórica al elaborar una dialéctica distinta a la hegeliana. Con esto habría
creado la ciencia de lo social, claramente demarcada de las concepciones ideológicas. Según esta
interpretación, el abandono del hegelianismo permite establecer la distinción entre el Joven Marx y el
Marx maduro.

2
dar cuenta de las diferencias existentes entre ambos escritos, encuadrándolas en el
marco general de la elaboración marxiana de un “método de exposición” con el que
formular los hallazgos en el terreno de la crítica de la economía política (entendida ésta
como teoría burguesa de la sociedad capitalista). En especial, se aborda la cuestión de la
manera en que está formulada la dialéctica en ambos escritos, para comprender la raíz
de las variaciones en la concepción de la misma.
La estructura de la ponencia es la siguiente. En primer lugar se desarrollarán
brevemente los puntos fundamentales del método tal como aparecen formulados en la
Miseria de la Filosofía. Luego, en el apartado siguiente se exponen las líneas
fundamentales contenidas en la Einleitung. Finalmente, en el penúltimo apartado se
examinan los problemas del prólogo de 1859 en lo que hace a la manera en que está
formulada la dialéctica. Luego, en las conclusiones, se esboza un panorama de conjunto
de la problemática del método en Marx.
2. El tratamiento del problema del método en Miseria de la Filosofía:
En líneas generales, puede decirse que el proceso de transición del pensamiento de
Marx desde el liberalismo hacia el socialismo se dio en el marco de una constante
crítica y/o diálogo con el pensamiento de Hegel. No es este el lugar para abordar la
cuestión de la llamada “ruptura” entre Marx y Hegel, ni tampoco para examinar
cuidadosamente las continuidades que se dan entre el pensamiento de ambos autores6.
Para los fines de esta ponencia, basta con indicar que Marx llevó adelante una revisión
exhaustiva de la filosofía hegeliana desde la primera mitad de la década de 1840, y que
los primero frutos este trabajo se encuentran en el manuscrito conocido como Crítica de
la filosofía del Estado de Hegel (1843). En los escritos de dicha década, Marx (y
también Engels) expresaron su distanciamiento del sistema hegeliano en una serie de
textos en los que se remarca el carácter materialista y la orientación revolucionaria de su
teoría social, en contraposición al idealismo y al conservadurismo que habían sido la
marca tanto del Hegel maduro como de sus discípulos conservadores conocidos como
Viejos Hegelianos. La ideología alemana (1845-46) expresa con agudeza la ruptura con
el sistema hegeliano, así como también la separación definitiva respecto al grupo de los

6
El lector interesado en este tema puede consultar el texto de Balibar (2000), que ofrece una buena
introducción al problema.

3
Jóvenes Hegelianos, que habían intentado rescatar el carácter revolucionario de la
dialéctica insertándose en los estrechos marcos del liberalismo alemán7.
En las obras de este período (en que se produjo también la primera aproximación
marxiana a la economía política, plasmada en los Manuscritos de 1844) la cuestión del
método no es tratada por separado. Marx y Engels se hallaban tan preocupados por
polemizar con el enfoque idealista de los hegelianos, que pusieron en primer lugar la
discrepancia entre el materialismo de la concepción marxiana y el idealismo de las
distintas corrientes del liberalismo y la filosofía alemanas8. En pocas palabras, Marx
estaba más preocupado por precisar su nuevo punto de partida que por aclarar la manera
en que concebía a la dialéctica como herramienta metodológica privilegiada para
acceder a la totalidad social. Sin embargo, Marx se vio obligado a abordar directamente
la cuestión del método en el marco de su polémica con Proudhon (1809-1865),
plasmada en la obra Miseria de la Filosofía (1847)9. Para poder criticar la concepción
filosófica de Proudhon, Marx tuvo que confrontar su método con el hegeliano, pues
Proudhon se consideraba en esta época un discípulo del filósofo alemán. A diferencia de
otros textos en los que Marx había discutido las tesis hegelianas, en Miseria de la
Filosofía debió exponer, aunque en forma crítica, su concepción de la dialéctica.
En primer lugar, Marx criticó el idealismo de la dialéctica hegeliana, siguiendo en esto a
los demás escritos de este período: “Se imagina que construye el mundo, por mediación
del movimiento del pensamiento, pero en realidad no hace más que reconstruir
sistemáticamente y disponer con arreglo a su método absoluto los pensamientos que
anidan en la cabeza de todos los hombres.” (Marx, 1981: 88). Sin embargo, en este texto
Marx asumió como propios toda una serie de postulados dialécticos que se encontraban
presentes en la obra de Hegel. Así, en la segunda observación planteó el carácter
histórico y transitorio de todas las relaciones sociales10; en la tercera, sostuvo que la

7
Para un breve esbozo de las características de los Jóvenes Hegelianos (y de la izquierda hegeliana en
general) pueden consultarse Rubel (1970: 119-124) y Therborn (1980: 322-325)
8
Esto supone, por cierto, reducir la riqueza de la concepción filosófica de Marx a un esquema bastante
chato. Sin embargo, para los fines de este trabajo el esquema es de utilidad, pues apunta a destacar la
principal línea de divergencia entre Marx y los hegelianos. Ahora bien, la afirmación de que Marx es
materialista es parcialmente verdadera. En verdad, y esto se ve sobre todo en la 1º de las Tesis sobre
Feuerbach, Marx propone una superación tanto del materialismo mecanicista como del idealismo
subjetivista de los siglos XVII y XVIII. Al centrarse en la relación social y no en los extremos polares de
sujeto y objeto (propios de las teorías gnoseológicas tradicionales), Marx planteó una problemática bien
diferente a la contenida en las expresiones “materialismo” e “idealismo”. Sería interesante rastrear como
un intento de superación análoga se encuentra en la obra del mismo Hegel.
9
Ver en el capítulo II de la obra las siete observaciones sobre el método (Marx, 1981: 83-103).
10
A punto tal de escribir que “lo único inmutable es la abstracción del movimiento” (Marx, 1981: 89).

4
totalidad tiene que ser el punto de partida de la teoría social11; en la cuarta destacó la
importancia que tiene la contradicción en el estudio de la totalidad social, pues ella es el
motor del desarrollo social12. En definitiva, Marx volvió a insistir en que su punto de
partida era el estudio de las condiciones de producción de los seres humanos, pero
plasmó con mayor precisión los supuestos metodológicos en los que se apoyaba su
teoría. Como puede observarse del breve repaso realizado, Marx retomó los puntos
centrales de la dialéctica hegeliana, pero aplicándola a la historia de las formas de
producción y no a la historia de las ideas. En este terreno, la dialéctica demostró ser
especialmente fructífera, pues permitió acceder a una concepción de la totalidad social
que superaba la metáfora del “organismo social”, para pasar a concebirla como un todo
complejo constituido por relaciones históricas y transitorias y en el cual, los
antagonismos eran los factores del desarrollo. Si bien esta concepción de la totalidad
aparece de manera fragmentaria en Miseria de la Filosofía, dado el carácter polémico
del texto, se encuentran aquí las líneas generales que luego serán desplegadas en los
Grundrisse y en las obras posteriores.

3. Los Grundrisse: el laboratorio de escritura de El Capital.


En 2008, se cumplió el 150º aniversario de la finalización de la redacción de Los
Grundrisse der kritik der politischen ökonomie, también conocidos como los
Manuscritos de 1857/58 o simplemente, los Grundrisse, y en 2009 se conmemora el

11
“En cada sociedad las relaciones de producción forman un todo” (Marx, 1981: 89). Aquí también
avanzó en la caracterización de la totalidad social, afirmando que en ella “todas las relaciones existen
simultáneamente y se sostienen las unas en las otras” (Marx, 1981: 89).
12
“La coexistencia de dos lados contradictorios, su lucha y su fusión en una nueva categoría constituyen
el movimiento dialéctico. El que se plantea el problema de eliminar el lado malo, con ello mismo pone fin
al movimiento dialéctico.” (Marx, 1981: 91). Más adelante, en la séptima observación, Marx nos da un
ejemplo de cómo aplicar esta tesis de la centralidad de las contradicciones en la totalidad social a una
forma social determinada, en este caso el feudalismo: “para formarse un juicio exacto de la producción
feudal, es menester enfocarla como un modo de producción basado en el antagonismo. Es menester
mostrar cómo se producía la riqueza en el seno de este antagonismo, cómo se iban desarrollando las
fuerzas productivas al mismo tiempo que el antagonismo de clases, cómo una de estas clases, el lado malo
y negativo de la sociedad, fue creciendo incesantemente hasta que llegaron a su madurez las condiciones
materiales para la emancipación. ¿Acaso no significa esto que el modo de producción, las relaciones en
las que las fuerzas productivas se desarrollan, no son en modo alguno leyes eternas, sino que
corresponden a un nivel determinado de desarrollo de los hombres y de sus fuerzas productivas, y que
todo cambio operado en las fuerzas productivas de los hombres lleva necesariamente consigo un cambio
en sus relaciones de producción? Como lo que importa ante todo es no verse privado de los frutos de la
civilización, de las fuerzas productivas adquiridas, hace falta romper las formas tradicionales en las que
dichas fuerzas se han producido. Desde ese instante, la clase antes revolucionaria se hace conservadora.”
(Marx, 1981: 99). Marx resumió su punto de vista en una expresión célebre: “La producción feudal
también tenía dos elementos antagónicos, que se designan igualmente con el nombre de lado bueno y
lado malo del feudalismo, sin tener en cuenta que, en definitiva, el lado malo prevalece siempre sobre el
lado bueno. Es cabalmente el lado malo el que, dando origen a la lucha, produce el movimiento que crea
la historia.” (Marx, 1981: 98).

5
150º aniversario de la Crítica de la Economía Política. Los Grundrisse constituyen, en
efecto, la primera redacción sistemática de El Capital y representan, a pesar de su
carácter de manuscrito no preparado para la publicación, uno de los textos
fundamentales de Marx. No tenemos espacio aquí para referirnos a la enorme variedad
de temas contenidos en estos textos, y a la riqueza de las soluciones teóricas
desplegadas13. Para ceñirnos al tema principal de esta ponencia, hay que decir que los
Grundrisse, el famoso prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política
(1859), las observaciones metodológicas expuestas en el capítulo II de Miseria de la
Filosofía (tratadas en el apartado anterior de este trabajo) y alguna aclaración en
prólogos o prefacios de El Capital, constituyen los pocos casos en los que Marx realiza
un tratamiento explícito de los problemas epistemológicos y de las cuestiones
relacionadas con el método. En rigor, los Grundrisse se destacan por sobre todos los
textos mencionados por su profundidad y alcance, y en especial porque allí encontramos
desarrollado puntillosamente el método en cuanto al orden de la investigación y el orden
en la exposición, una primera aproximación o plan de escritura de El Capital.
¿En qué consiste el carácter revolucionario de la obra? En la introducción de 1857
encontramos expuesto el método mediante el cual, Marx emprenderá el estudio de la
sociedad capitalista. Se trata, como señaláramos más arriba, de uno de los poquísimos
textos en los que Marx se refiere directamente al método (un antecedente se encuentra
en Miseria de la Filosofía).
Coincidiendo con Vargas Lozano (2008), sostenemos que las tesis expuestas no pueden
tomarse en forma aislada sino que deben ponerse en contexto y articularse con las obras
publicadas. Los pasajes metodológicos de la Introducción de 1857 clarifican el método
seguido por Marx en su crítica de la economía política. Con estos textos inconclusos,
más la correspondencia de Marx y Engels, es posible adquirir una visión más acabada
del conjunto de la teoría de Marx. Esta aparece alejada de la imagen de dogmatismo y
de determinismo económico que construyó el marxismo de la II Internacional (1889-
1914) y que fuera retomada por los partidos comunistas del período estalinista.
En opinión de Vargas Lozano (2008), los Grundrisse (particularmente, su introducción)
contienen explicaciones, aclaraciones y profundizaciones en torno a los aspectos

13
Entre otras cuestiones, se encuentran en ellos: el célebre análisis de las formaciones sociales
precapitalistas (publicado en volumen aparte por el historiador británico Eric Hobsbawm); la exposición
de la categoría de enajenación que había sido abandonada, luego de ser presentada en los Manuscritos de
1844 y que es reformulada en “El Capital” en el capítulo sobre El fetichismo de la mercancía; El primer

6
metodológicos mediante los cuales, Marx emprendió el estudio de la economía política;
análisis que se plasmó en su obra cumbre, El Capital. Es por esto que debemos tener en
cuenta el estudio de los manuscritos de 1857/58, considerándolos como un aporte
sustancial para la comprensión de los principales conceptos y principios metodológicos
del materialismo histórico.
En este apartado nos proponemos analizar la Introducción de 1857 a los Grundrisse. El
abordaje de la misma permite tratar temas fundamentales para la comprensión de la
teoría de Marx. Comenzaremos con las premisas ontológicas desde las que parte la
elaboración metodológica. A continuación, veremos la relación estructura –
superestructura y el lugar central que ocupa el proceso de producción. Trataremos de
exponer el problema del determinismo o la autonomía relativa de la superestructura,
planteando una crítica de la metáfora espacial de la base – superestructura, para pasar a
analizar luego las diferencias entre las determinaciones generales abstractas y las
determinaciones dialécticas. Veremos la dialéctica de las categorías y el movimiento
histórico de las mismas. Por último, procuraremos realizar una síntesis que de cuenta de
aquellos aspectos que consideramos centrales para la comprensión del método
marxiano.
a) Los principios ontológicos:
Las premisas ontológicas desde las que parte Marx para elaborar el método ya habían
sido expuestas en otro de los textos manuscritos conocidos con posterioridad a su
muerte. Se trata de las famosas “Tesis sobre Feuerbach” (redactadas por Marx en
Bruselas hacia marzo de 1845, y publicadas por primera vez por Engels en 1888, en su
trabajo Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).
La primera de estas premisas ontológicas sostiene que la realidad, las cosas, lo concreto
real, tiene una existencia anterior a la captación conciente y a la práctica del ser
humano. En rigor, se trata del principio materialista. Sin embargo, es importante tener
presente que no se trata del viejo materialismo, basado en la pasividad del sujeto y en la
negación del papel de la práctica. En este sentido, es significativo que el “materialista”
Marx rescate en las tesis el aspecto positivo del idealismo, es decir, el énfasis en el rol
activo del sujeto (aunque considere que enfoca la cuestión de manera abstracta,
unilateral).

desarrollo de la categoría de plusvalor (a punto tal que puede decirse que los Grundrisse constituyen un
punto de llegada en la crítica de la economía política emprendida por Marx en la década de 1840).

7
En la introducción a los Grundrisse, Marx realiza un comentario acerca de la posición
adoptada por Hegel y da cuenta de su propio punto de vista. Mientras que para Hegel la
realidad es puesta por el concepto, para Marx el concepto surge de la realidad. El
pensamiento del ser humano actúa como mediador entre el objeto y el concepto. Hegel
piensa la totalidad concreta “como producto del concepto que piensa y se engendra a sí
mismo, al margen de y por encima de la intuición y de la representación”. Marx nos
dice que “lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones,
porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple. En el pensamiento lo concreto aparece,
consiguientemente, como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de
partida, a pesar de que es el punto de partida real y, en consecuencia, también el punto
de partida de la intuición y la representación.” Vemos entonces que, mientras para
Hegel existe una idea que se encarna en lo concreto, en Marx lo que tenemos como
punto de partida es la realidad concreta, lo real concreto existente como síntesis de
múltiples determinaciones a las que el pensamiento mediante un proceso de síntesis nos
permite tener acceso.
La dialéctica marxista implica la unidad de dos procesos: uno que va desde lo abstracto
a lo concreto, otro que se dirige de lo concreto a lo abstracto. El resultado abstracto solo
puede ser considerado verdadero si se reproduce la unidad de lo diverso, la síntesis de
las múltiples determinaciones que se encuentra en lo concreto. Como sostuviera Lenin,
la dialéctica en Marx consiste en un doble análisis deductivo e inductivo, lógico e
histórico. La dialéctica integra y explica la relación entre la esencia del fenómeno y la
apariencia. En términos de Kosik (1976) ésta se plasma como el proceso que va de la
parte al todo y del todo a la parte; del fenómeno a la esencia y de la esencia al
fenómeno; de la realidad a la contradicción y de la contradicción a la realidad y del
objeto al sujeto y del sujeto al objeto.
La segunda premisa ontológica, que también podemos encontrar desarrolla da en las
Tesis sobre Feuerbach, en particular en la segunda tesis14, es la de la primacía que debe
tener la actividad práctica en la reflexión sobre la sociedad. Es mediante la actividad
práctica que los hombres logran construir una nueva realidad: la realidad social. Por otro

14
“El problema de si el pensamiento al humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un
problema teórico sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la
verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o
irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.”

8
lado, como ya se había expresado en la segunda tesis es la práctica la que aporta los
criterios de verdad sobre el pensamiento humano15.
Es a partir de estas premisas que Marx elaborará su método de investigación. Mandel
(1979) realiza una excelente descripción del mismo al sugerir una articulación de seis
procesos que darían cuerpo a la dialéctica marxista. Estos podrían enumerarse de la
siguiente manera:
1- La apropiación abarcadora del material empírico y un dominio de este
material en todas sus determinaciones históricas pertinentes.
2- Progresión de lo concreto a lo abstracto que consistiría en la división
analítica del material para obtener sus elementos abstractos constituyentes.
3- Exploración de las conexiones entre estos elementos abstractos
constituyentes que expliquen su esencia.
4- Progresión de lo abstracto a lo concreto o reproducción de lo concreto en
el pensamiento como síntesis de múltiples determinaciones. El descubrimiento
de los vínculos intermedios que efectúan la mediación entre la esencia y las
apariencias superficiales del material.
5- Verificación empírica de los pasos 2,3 y 4 en la historia concreta.
6- Descubrimiento de datos nuevos y pertinentes empíricamente y de
nuevas conexiones a través de la aplicación de los resultados en la práctica
transformadora.
b) La relación estructura – superestructura. Centralidad de la producción.
Tal vez la mejor forma de comprender la importancia de los Grundrisse consista en
comparar la concepción de la totalidad social que se encuentra en su introducción, con
la expuesta en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859).
En un pasaje famoso, Marx presenta a la sociedad como una estructura, un todo
organizado, formada por un conjunto de relaciones complejas que se subordinan o
determinan entre sí: “en la producción social de su existencia, los hombres entran en
relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de
producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de su fuerzas
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la
estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la que se eleva una

15
Posteriormente, en el Libro I de El Capital (1867), Marx desarrollará esta tesis acerca de la primacía de
la práctica, al analizar el proceso de trabajo (que constituía para Marx la forma principal de práctica) en el
capítulo 5.

9
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de
conciencia social.” Para poder describir esta estructura, Marx apela a la metáfora del
edificio (base-superestructura). Esta metáfora posee un indudable valor didáctico, pues
enfoca la atención hacia el proceso de producción, tradicionalmente ignorado por la
mayoría de los teóricos sociales. También es cierto que, hacia 1859, Marx era casi un
desconocido en el plano de las ciencias sociales puesto que sus escritos principales o
bien eran manuscritos o bien eran textos que no habían sido vueltos a editar (sólo a
partir de la décadas de 1870 y 1880 se produjo una difusión masiva de las principales
obras de Marx – no así de los manuscritos -). De ahí que al publicar la Contribución, se
propusiera exponer en su prólogo las principales tesis de su teoría de la sociedad.
Sin dejar de tener en cuenta lo anterior, hay que decir que la metáfora del edificio deja
de lado buena parte de la riqueza del análisis marxista de la sociedad, pues contiene en
sí misma la tendencia a presentar la relación entre base y superestructura como una
relación de determinación unilateral, donde las modificaciones en la base se traducen
automáticamente en cambios en la superestructura. Es en este sentido que puede decirse
que la metáfora del edificio opera como una metáfora epistémica16 cuyo fin es la
divulgación y en la que el tipo de imagen presentada conlleva una forma particular de
concebir la realidad. Es decir, no se trata sólo del uso de una metáfora sino de toda una
forma de pensar la totalidad social. Así, en el pasaje citado del prólogo de 1859, vemos
que en la base se desarrolla la contradicción entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción y que esta contradicción determina el movimiento y la
dirección de la superestructura. Aquí, Marx percibe el sesgo determinista de esta
afirmación y aclara que la dialéctica social se reproduce en todos los niveles y que en
muchos casos, las cuestiones superestructurales condicionan parcialmente los
movimientos de la base. Más adelante, volveremos sobre este punto.
En la introducción a los Grundrisse (1857), Marx desarrolla una concepción más rica y
compleja de la totalidad social, que permite eludir los riesgos del determinismo. Así, las

16
Consideraremos una metáfora epistémica como todo concepto, teoría, estructura, nociones, etc., que
sufre un desplazamiento o traslado de un ámbito científico a otro o bien que ingresan a la ciencia desde el
lenguaje y las concepciones corrientes en el contexto sociocultural y agregan conocimiento. Las
metáforas en general y específicamente, las metáforas epistémicas poseen un plus de significado el cual,
podemos considerar como extensión, ampliación, interacción o desviación del original del cual es tomada
la metáfora. Las metáforas agregan sentidos, crean nuevos mundos. Pero no se trata sólo de una cuestión
relativa a la semántica puesto que para dar cuenta de la eficacia de la metáfora debemos extendernos al
ámbito de la pragmática del lenguaje. Las metáforas dicen algo del mundo, y aunque no todas las
metáforas tienen valor para las ciencias, ellas no sólo tienen una función estética sino que pueden en
muchos casos disputar un espacio en el ámbito cognoscitivo con expresiones de otro estilo.

10
relaciones que se dan en el marco de la estructura social son concebidas
condicionándose mutuamente en forma dialéctica. En la introducción de 1857, Marx
explica cómo se dan las relaciones entre la producción, distribución, intercambio y
consumo en la sociedad capitalista y llega a la conclusión de que estos cuatro procesos
se condicionan dialécticamente dentro del todo de sus relaciones.
Esto no quiere decir que Marx supere el determinismo para caer en el relativismo. En la
introducción de 1857, Marx no pierde de vista la preponderancia lógica y ontológica de
la producción social por sobre los demás elementos y relaciones: “En todas las formas
de sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e
influencia. Es una iluminación general en la que se sumergen todos los demás colores y
que los modifica en su particularidad.” Con esto, Marx quiere decirnos que la
producción trasciende a todos los demás elementos e imprime en ellos características
especiales. Este hecho no puede soslayarse a la hora de realizar un análisis complejo de
las formaciones sociales. Para entender claramente este punto, hay que tener en cuenta
que Marx define a la producción de una manera ampliada; es decir, que la producción
implica tanto producción de bienes y servicios, como producción de relaciones sociales
e ideología.
Veremos, a continuación, cómo una lectura detallada de la introducción de los
Grundrisse nos permite entender la complejidad de esta cuestión, puesto que para no
caer en el determinismo economicista, debemos reconocer cierta autonomía relativa a
nivel superestructural y estudiar qué consecuencias trae aparejadas metodológicamente
a la hora de abordar el estudio del capitalismo17.
c) Determinismo o autonomía relativa de la superestructura:
Ahora bien, retomaremos esta idea claramente expresada en la introducción de 1857
acerca de la autonomía relativa de la superestructura. Tal vez, esta sea una de las
cuestiones poco aclaradas en el trabajo de 1859 y que debe tenerse en cuenta puesto que
no existe desde la óptica de Marx, un determinismo o una formulación simple de la
causalidad en la influencia que recibe la superestructura social de parte de la estructura.
En la introducción Marx nos da el ejemplo del arte griego: “Es sabido, por lo que al
arte se refiere, que determinadas épocas de florecimiento del mismo no están en modo

17
Nótese que a pesar de las críticas formuladas a la metáfora del edificio, seguimos moviéndonos en el
terreno marcado por esta, pues al hablar de autonomía relativa de la superestructura estamos aceptando
implícitamente el valor descriptivo de la metáfora. Somos concientes de esta situación pero por el
momento, no encontramos mejores conceptos para elaborar la cuestión. Es por ello que corresponde
apuntar que se trata de un problema no resuelto.

11
alguno en relación con el desarrollo general de la sociedad, y, por lo tanto, tampoco
con el fundamento material, con el esqueleto de su organización. [...] Es sabido que la
mitología griega no sólo era el arsenal del arte griego, sino además el terreno del que
se alimentaba. ¿Es posible la intuición de la naturaleza y de las relaciones sociales que
sirve de base a la fantasía griega y, por lo tanto, a la mitología griega, con las
máquinas de hilar automáticas, con los ferrocarriles y locomotoras y con los telégrafos
eléctricos?”
Si bien todo arte se construye, por así decirlo, a partir de la influencia de las condiciones
materiales dadas en la estructura social propia de su época; esta influencia no es
absolutamente determinante pero además, trasciende su tiempo para conformar valores
permanentes. Esto puede darse también de esta manera si tomamos otros modos del
saber tales como por ejemplo: la filosofía, la ciencia, etc. De allí, que la metáfora del
edificio nos parece insuficiente para describir la concepción de la sociedad de Marx. En
todo caso, para poder avanzar en la comprensión de esta última, hay que partir de una
concepción ampliada del proceso de trabajo, del papel de las relaciones sociales y de la
caracterización de la política como una lucha de resultados indeterminados (en la que el
resultado no se conoce de antemano, es el producto de la lucha de clases). En este
trabajo, sólo podemos limitarnos a apuntar estos elementos.
Determinaciones generales abstractas y las determinaciones dialécticas
A continuación, y una vez planteado ya el problema del efecto no determinante (en
sentido fuerte) de la producción sobre la superestructura (y esto sin perjuicio de
reconocer el carácter central del proceso de trabajo), sino el carácter relativamente
autónomo de esta superestructura por sobre las condiciones materiales, estamos en
condiciones de avanzar en el tratamiento de otro de los problemas que Marx debe
resolver para dar forma al método que le permitirá construir todas sus
conceptualizaciones sobre la sociedad capitalista. Se trata del problema del tránsito de
las determinaciones particulares, que son válidas para un solo momento histórico, y las
generales abstractas, válidas para todo momento o época histórica.
En este punto es importante detenernos un poco para realizar un rodeo. Marx quiere
fundamentar su método de tal manera que quede claro que lo que está construyendo es
ciencia en sentido fuerte. Las discusiones sobre el status científico de la historia están
presentes en el ámbito académico desde fines del siglo XVIII. Por una cuestión de
espacio, no desarrollaremos una descripción y análisis de cada postura pero sí es preciso
destacar que Hegel, por ejemplo, subordinaba la historia a una filosofía de la historia

12
que permitía al investigador volver inteligible los hechos y datos históricos
permitiéndole ver cómo el espíritu absoluto se encarnaba en ellos. Lo que se discutía
desde el punto de vista epistemológico era la transhistoricidad de las categorías y la
autonomía de la historia como ciencia. Marx apunta justo al centro de la discusión
aportando un método que permite precisamente estudiar las categorías desde una
postura autónoma: el materialismo histórico.
Marx plantea el problema de las determinaciones generales abstractas utilizadas por la
economía burguesa clásica y nos dice que debemos tener mucho cuidado a la hora de
comenzar el estudio de la economía política en general. El ejemplo de la población es
bastante gráfico: “Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el presupuesto
efectivo; y en consecuencia, empezar, por ejemplo en la economía con la población, que
es el fundamento y sujeto de todo acto de producción social. Sin embargo, […] esto se
manifiesta como falso. La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado
las clases de las que se compone...”
Para Marx, la generalidad población debe ser abordada teniendo en cuenta todas sus
determinaciones las cuales, pueden pertenecer sólo a algunas épocas históricas o por el
contrario, a todas ellas.
Siguiendo a Vargas Lozano (2008), aquí tenemos definida claramente la diferencia entre
el método de la Economía Política Clásica y el que construye Marx para su análisis:
“Mientras la economía Política inglesa hace uso de las abstracciones generales como
un apoyo ideológico a su teoría al hipostasiar las relaciones sociales burguesas, Marx,
por el contrario, utiliza las generalidades siempre sometidas a los procesos materiales
específicos y determinadas por la historia tanto en sus alcances como en sus
limitaciones.”
En la introducción de 1857, Marx nos dice que el método de “elevarse de lo abstracto a
lo concreto” es el verdadero método científico para apropiarse de lo concreto tal como
se nos aparece. En este sentido, al comenzar por la población debe prestarse atención a
las determinaciones más simples que la componen. Si por el contrario, avanzamos
pasando por alto este proceso reproduciendo una imagen ideal difusa, llegaremos solo a
confusiones.
Entonces, vemos que en el plan de trabajo siempre esta presente la idea de elevarse de
lo abstracto hacia lo concreto. Se trata de tener siempre en cuenta las relaciones del todo
con las partes, de lo universal sometido a las determinaciones y de las determinaciones

13
sometidas a la influencia de lo universal. Marx considera a la economía como una
totalidad, como un todo organizado.
Por medio del pensamiento es posible partir de lo concreto real (población) para llegar a
las determinaciones simples que la componen. Pero es fundamental también tener en
cuenta que las determinaciones no son mentales e independientes de la realidad sino que
se configuran en la conciencia a partir de las relaciones reales que se dan en el marco de
la estructura social.
Una vez llevado a cabo el primer paso del análisis, Marx nos propone volver a
emprender el camino de regreso hasta llegar nuevamente a la población sólo que esta
vez, esta no será una representación caótica de la realidad sino “una totalidad rica de
múltiples determinaciones y relaciones”.
En resumen, Marx propone partir de lo concreto teniendo en cuenta que lo concreto es
síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo múltiple. Como esto se hace visible
a través de un proceso de síntesis o la reconstrucción de lo concreto a partir de sus
determinaciones abstractas simples, lo concreto parece el punto de llegada aunque en
realidad, a la hora de realizar el trabajo teórico, sea el punto de partida.
d) El orden histórico de las categorías:
Queda aún un tema por resolver. En efecto, hay que distinguir la diferencia que existe
entre la forma en la que se organizan las categorías en la realidad y la manera en que las
mismas aparecen históricamente.
“La categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo no
desarrollado, relaciones que existían ya históricamente antes de que se desarrollaran
en el sentido expresado por la categoría más concreta.” Con estas palabras, Marx nos
quiere decir que debemos tener en cuenta que ciertas categorías, como por ejemplo el
dinero, ya existían como categorías simples en sociedades anteriores y antes de ocupar
su posición como mediador universal de mercancías en la sociedad capitalista. Pero
también, debemos advertir que existen formas sociales y categorías muy desarrolladas
en sociedades históricamente no desarrolladas, como por ejemplo, la cooperación y la
división del trabajo en sociedades asiáticas. En palabras de Marx: “Así, a pesar de que
la categoría más simple puede haber existido históricamente antes que la más concreta,
en su pleno desarrollo intensivo y extensivo, sin embargo puede pertenecer
precisamente a una forma de sociedad compleja, mientras que la categoría más
concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de sociedad menos
desarrollada.”

14
Por lo tanto, sería incorrecto tomar las categorías en el orden en que fueron
históricamente determinantes. Marx expresa, claramente, que “su orden de sucesión
está más bien determinado por la relación que tienen entre sí en la moderna sociedad
burguesa, y que es exactamente el inverso del que se presenta como natural o que
corresponde al orden de [sucesión en el] desarrollo histórico.” Es preciso, entonces,
tener en cuenta desde el principio, cómo se articulan y determinan las categorías en la
sociedad burguesa.
La sociedad burguesa capitalista es la sociedad más desarrollada y compleja en cuanto
al proceso de producción. La comprensión de las categorías que expresan sus relaciones
proporciona la manera de estudiar al resto de las sociedades pasadas, sus relaciones de
producción, sus formas de organización. Marx lo expresa de este modo: “la economía
burguesa suministra, por lo tanto, la clave de la economía antigua, etc. Pero, en modo
alguno, de la forma en que proceden los economistas, que cancelan todas las
diferencias históricas y ven en todas las formas de sociedad la forma burguesa. Se
puede comprender el tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la renta de la tierra.
Pero hay que no identificarlas. (...) Marx marca la diferencia con el abordaje estándar:
“El llamado desarrollo histórico descansa en general en el hecho de que la última
forma considera a las formas pasadas como estadios que conducen a ella misma; y,
puesto que ella rara vez y sólo en condiciones completamente determinadas es capaz de
criticarse a sí misma (...) las concibe siempre de forma unilateral.
El ejemplo de la categoría trabajo es interesante. Marx nos demuestra que el trabajo
como una categoría simple ha existido en toda época. Pero tomarlo de este modo
consistiría en una verdad a medias del tipo de las generalidades abstractas. Se hace
necesario entonces, tener en cuenta el proceso dialéctico e histórico de su constitución
como categoría compleja.
La generalización de la categoría trabajo es posible sólo en la sociedad capitalista:
sociedad en la cual, la categoría trabajo ha llegado a un nivel de generalidad que
trasciende la distinción entre distintos tipos de trabajo. Marx sostiene que “la
abstracción más simple de la economía moderna coloca en la cúspide, y que expresa
una relación antiquísima y válida para todas las formas de sociedad, se presenta, sin
embargo, en esta abstracción, como verdadera en la práctica sólo en cuanto categoría
de la sociedad más moderna.” Vemos, entonces, que la categoría más abstracta es
producto de determinadas condiciones históricas.

15
4. El Prólogo de 1859, o las dificultades de las metáforas epistémicas.18
De más está decir que este texto constituye uno de los escritos más difundidos y leídos
de Marx. En muchos casos, tanto en el plano educativo como en el político, ha sido
utilizado como puerta introductoria a la teoría marxiana. Más arriba hicimos referencia
a la especial situación que ocupa el prólogo en la vasta producción teórica de Marx. El
hecho de formar parte de la primera versión en ser publicada de las investigaciones
críticas de Marx sobre la economía política y la producción capitalista no es un dato
menor y contribuye a la comprensión de los aportes y las limitaciones del texto. Marx
intentó presentar para el público tanto su trayectoria intelectual como el núcleo
fundamental de su teoría social, y este esfuerzo marcó la estructura del texto.
Ahora bien, dejando a un lado las referencias autobiográficas (Marx, 2000: 3-4 y 6-7)
y/o referidas a la historia de los estudios económicos de Marx elaboración del Corpus
DK (Marx, 1981: 3 y 7), los puntos fundamentales son los siguientes:
1) El Derecho y las formas políticas – v.gr., la organización constitucional de un Estado
– no son autónomos, no surgen a partir de principios propios o de normas trascendentes
a la sociedad. Su naturaleza y forma dependen de las relaciones sociales que entablan
los seres humanos en el proceso de producción. Y la centralidad de la producción se
deriva del hecho de que es ella la que permite la reproducción de la sociedad en su
conjunto. Marx retoma aquí el contenido principal de su crítica del idealismo de los
hegelianos y los liberales alemanes, que había desarrollado ampliamente en la primera
parte de la Ideología Alemana. El énfasis en el proceso de trabajo (como dijimos arriba,
entendido en una versión ampliada, no limitado a lo estrictamente económico) y en la
totalidad social representan dos logros para las ciencias sociales, pues permiten dejar
atrás tanto las posiciones idealistas, que derivan el desarrollo de la historia del
despliegue de algún principio trascendente o ético, como las concepciones
individualistas metodológicas, que sostienen que la historia es el resultado de las
características que posee la naturaleza de los seres humanos.
2) En el proceso de producción, los seres humanos establecen relaciones sociales
independientes de su voluntad. Es en este sentido que puede decirse que las relaciones
sociales son “independientes” de los seres humanos. Todos nosotros nos enfrentamos,
desde que nacemos, a una realidad que no hemos creado, y que se nos impone a través
de una infinidad de mecanismos que están más allá de nuestro control. Durkheim

18
En este apartado se ha empleado la versión del prólogo de 1859 incluida en Marx (2000: 3-7). La
traducción fue realizada por León Mames.

16
(1858-1917) vio eso cuando sostuvo que la sociedad se manifiesta como coerción, como
resistencia a nuestra voluntad. Esta independencia de las relaciones sociales respecto a
los individuos es la base de las regularidades verificables de los hechos sociales.
Contiene en sí misma la posibilidad de las ciencias sociales.
3) Las relaciones sociales que se establecen en el proceso de trabajo son también
“necesarias”, es decir, mantienen una correspondencia con el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas. Aquí Marx introduce un matiz diferente al de “independencia”,
pues no se trata, simplemente, de que las relaciones sociales existan independientemente
de la voluntad de los individuos (por lo menos de la voluntad individual, no organizada
políticamente), sino de que las relaciones sociales están determinadas exclusivamente
por factores materiales (no humanos). Marx promueve esta interpretación al agregar que
se refiere a las fuerzas productivas “materiales”. En este punto, aparece una
contradicción en el pensamiento marxiano, pues si esto fuera así, poco o nada es lo que
pueden hacer los revolucionarios para cambiar la realidad, y hay que recordar que la
teoría tenía sentido para Marx en la medida en que servía para contribuir a la
transformación revolucionaria de la realidad capitalista. En definitiva, sólo los
tecnólogos (al crear nuevas fuerzas productivas) tendrían esta potestad transformadora.
En esta línea se ubicaron los dirigentes y/o intelectuales de la II Internacional. Hay que
decir, que este determinismo por las fuerzas productivas predomina en el prólogo de
1859 y es fuente permanente de malentendidos sobre la obra de Marx. Sin entrar en la
discusión pertinente, hay que indicar que en ninguna parte del prólogo Marx establece
concretamente qué entiende por fuerzas productivas. La cuestión se vuelve más
interesante si se tiene en cuenta que en Miseria de la filosofía Marx había afirmado que
los seres humanos constituyen la principal fuerza productiva19.
4) Derivada del punto anterior, está la concepción de la revolución social que aparece en
el prólogo (en rigor, se trata de una concepción de la política), la que es pensada como
un producto de las relación entre fuerzas productivas y relaciones sociales de
producción. Ahora bien, en todo el prólogo de 1859 esta relación no aparece expresada
en términos dialécticos; por el contrario, hay un único factor dinámico (las fuerzas
productivas), que opera como variable independiente. Las relaciones de producción, en
cambio, parecen acompañar los cambios en las fuerzas productivas, actuando como una

19
“De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase
revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de
todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja sociedad.” (Marx, 1981: 142).

17
variable dependiente. Es cierto que Marx contempla el caso en que las relaciones
sociales pasan, de ser un factor de desarrollo de las fuerzas productivas, a fungir como
ataduras para las mismas (Marx, 2000: 5). Pero la relación sigue pensada en términos de
primacía de las fuerzas productivas.
5) Derivada de los puntos 3) y 4) está la metáfora del edificio (o metáfora espacial), que
es el recurso empleado por Marx para graficar las relaciones entre fuerzas productivas y
relaciones sociales de producción. El principal defecto de esta metáfora radica en que
presenta la relación en términos no dialécticos, deslizándose hacia una causalidad
mecánica causa-efecto, donde la causa todopoderosa es el desarrollo de las fuerzas
productivas. Así y todo, la frase “el modo de producción de la vida material determina
el proceso social, político e intelectual de la vida en general” (Marx, 2000: 4-5) expresa
la ambigüedad que, a pesar de todo, subyace al determinismo de las fuerzas productivas
que campea en el prólogo. El modo de producción es la combinación de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción, de manera que no sólo las fuerzas
productivas determinan el proceso social. Sin embargo, y pesar esta aclaración, resulta
evidente que el tono general del prólogo apunta a fortalecer la tesis de que las fuerzas
productivas son el factor causal que genera el desarrollo histórico. En nuestra opinión,
esto no refleja la posición de Marx, mucho más compleja y que se encuentra
desarrollada, por ejemplo, en la introducción de 1857. El esfuerzo por presentar
públicamente sus tesis sobre el proceso histórico, llevó a Marx a optar por una metáfora
que contiene una carga fuertemente determinista. En este sentido, hay que decir que las
metáforas no son instrumentos neutrales que pueden utilizarse para usos múltiples, sino
que su misma elección implica el adoptar una determinada posición epistemológica. Es
así que puede decirse que la metáfora del edificio funciona como una verdadera
metáfora epistémica, es decir, un tipo particular de metáfora en que “una expresión
(término, grupo de términos o sistemas de enunciados) y las prácticas con ella
asociadas, habituales y corrientes en un ámbito de discurso determinado socio-
históricamente, sustituye o viene a agregarse (modificándola) con aspiraciones
cognoscitivo-epistémicas, a otra expresión (término, grupo de términos o sistemas de
enunciados) y las prácticas con ella asociadas en otro ámbito de discurso determinado
socio-históricamente” (Palma, 2004: 56). La imagen del edificio actúa como metáfora
epistémica de dos modos distintos, conectados entre sí: a) la noción de edificio, en la
cual los cimientos sirven de base y sostienen toda la construcción, lleva su carga
determinista al ámbito de las relaciones sociales, transformando la dialéctica en una

18
mera relación causa-efecto; b) la imagen del edificio conlleva un contenido espacial,
según el cual las distintas partes de la construcción ocupan lugares físicos determinados.
En el caso de la aplicación de esta imagen a lo social, el efecto logrado es muy distinto a
la concepción dialéctica de Marx, pues mientras que este sostiene a lo largo de los
Grundrisse (y el conjunto de su producción teórica) que lo importante son las relaciones
sociales y no los polos, en la metáfora espacial parece sobreentenderse que las distintas
instancias de lo social cristalizan en polos y ocupan lugares específicos dentro de la
estructura social. De esta manera, la estructura dialéctica se transforma en una pesada
estructura monocausal, en la que las instancias cristalizan en instituciones que tienen
casi un contenido físico (así, por ejemplo, la escuela deja de ser un lugar donde se
entablan relaciones específicas y pasa a denominar una institución que ha cristalizado en
un estadio determinado de su desarrollo).
6) Observación general. Los defectos y problemas del prólogo de 1859 no deben
hacernos olvidar que constituye la primera exposición pública de los principios
fundamentales del materialismo histórico. En este sentido, el contenido esencial del
prólogo es la demostración de que las ideas no son el motor de la historia y que, por el
contrario, éstas están condicionadas por las relaciones sociales que entablan los seres
humanos al encarar la reproducción de su existencia.
7) La lectura del prólogo de 1859 tiene que ser complementada con la Introducción de
1857, pues esta última presenta la concepción dialéctica que falta en el prólogo.

5. Conclusiones.
En el período comprendido entre 1857 y 1859 Marx desarrolló las categorías
fundamentales de su teoría del modo de producción capitalista, entre ellas, su
concepción del plusvalor. Paralelamente, repensó las herramientas metodológicas con
las que abordaba el estudio de lo social, y retomó algunas de las principales categorías
de la dialéctica desarrollada por Hegel. Es por esto que sostenemos, a diferencia del
planteo de autores como Althusser, que no puede hablarse cabalmente de ruptura entre
Hegel y Marx en cuanto a la dialéctica, sino, más bien, de un desarrollo de los
conceptos hegelianos en el marco de un estudio que exigía categorías y formas de
análisis muy distintas a la de la filosofía idealista. En este sentido, la “ruptura” principal
tiene que ubicarse en la década de 1840, cuando Marx asumió que el proceso de trabajo
era la llave para comprender la sociedad como totalidad. Sus hallazgos en esta dirección
se hallan plasmados en la introducción de 1857, en la que define a la totalidad como un

19
conjunto de múltiples determinaciones, en la que las relaciones sociales son el elemento
creador, dinámico, y las cristalizaciones (por ejemplo, instituciones determinadas) son
meros momentos de esa realidad. Posteriormente, y ya en las cercanías de la fecha de
publicación del Libro Primero de El Capital (1867), Marx retomará esta discusión en su
correspondencia con Engels, al plantear la distinción entre modo de investigación y
modo de exposición. Este último constituye el intento de expresar conceptualmente el
carácter dialéctico de la realidad social.

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