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Se hace referencia a ellos en el artículo 693 del Código Procesal Civil de Santa Fe.
Art. 693 CPCC: “En caso de silencio u oscuridad de este código, los jueces arbitrarán la
tramitación que deba observarse de acuerdo con el espíritu que lo inspira y con los principios
que rigen en materia procesal”.
En el artículo 16 del código civil también cuando declara: “Si una cuestión civil no puede
resolverse ni por las palabras ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes
análogas, y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por los principios generales del
Derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso”.
Concepto: se trata de “las directivas o líneas matrices dentro de las cuales se desarrollan las
instituciones del proceso”. Los principios son vigas maestras, ideas –eje, grandes líneas
inspiradoras. De ahí que los califique Eisner como fundacionales, formativos, monitores,
porque inspiran, sustentan, armonizan a los distintos ordenamientos procesales, que a lo
largo de sus disposiciones los reflejan “obstinadamente”. Sostiene Peyrano, se trata de
“construcciones jurídicas normativas”, que no expresan “realidades objetivas”, sino ideas
generales obtenidas por abstracción y que se vuelven sobre las normas para ofrecer de ellas
una visión unitaria, orgánica y sistematizada. REGLAS QUE ORDENAN EL PROCESO
Características:
---Relatividad de su opuesto: casi todos los principios procesales reconocen la viabilidad de su
contrario (dispositivo-inquisitivo; oralidad-escritura; publicidad-secreto). Esta posibilidad, sin
embargo, no se traduce en la adopción excluyente de un principio u otro (dado que pueden
complementarse o combinarse), ni tampoco su aplicación es factible en estado puro, con un
alcance absoluto. Los sistemas procesales reconocen la preeminencia de un cierto elenco de
principios, pero siempre con los matices que le impone el clima político-institucional de la
comunidad respectiva, matices éstos que implican concesiones más o menos acentuadas a los
principios opuestos. Las distintas sociedades y épocas históricas revelan, en la codificación, la
presencia de determinados principios y su preeminencia por sobre los opuestos. La
característica apuntada, que otros autores mencionan como bifrontalidad, bilateralidad o
bipolaridad, implica entonces que los principios pueden ubicarse en ambos extremos con
sentido claramente opuesto, pero su aplicación o regulación adjetiva, será siempre relativa.
A uno se le contrapone el otro.
----La practicidad: sirven para resolver conflictos procesales. Su frecuente invocación en los
repertorios jurisprudenciales es signo de la riqueza de sus connotaciones prácticas y de la
fecundidad de su desarrollo empírico, brindando incluso soluciones no solo ante situaciones
de hecho que no contempla la norma, sino ante el alcance que cabe otorgarle a la norma dada.
d) Función Integradora: Puesto el juez frente a una laguna jurídica, es decir debiendo dar
solución a un caso no previsto expresamente en la norma, los principios cumplen el
rol de herramientas de integración, constituyéndose junto a otras concomitantes
como la “costumbre procesal” o la “analogía” en Derecho supletorio. La admisión de
los principios amplía notablemente la capacidad de respuesta del ordenamiento
jurídico, a punto de posibilitar el funcionamiento herméticamente pleno del mismo.
Dispositivo, inquisitivo
El principio dispositivo responde a la idea general del proceso civil como instrumento al
servicio de intereses individuales, que da origen a una relación de derecho privado cuya
disposición pertenece por entero a las partes y cuyo desenvolvimiento formal es supervisado
por el estado. En el principio antagónico, el Inquisitivo o de Oficialidad, la idea dominante es
que el proceso es un instrumento de tutela de intereses generales o superiores y por ende,
pertenecen al estado la iniciativa para su promoción, desarrollo, aportes probatorios y
determinación del contenido de la sentencia.
a) La iniciativa para su iniciación corresponde únicamente a las partes (nemo iudex sin
actore).
b) Una vez promovido el proceso y por la disposición que conservan sobre la relación
sustancial, las partes puedan ponerle fin mediante transacción, allanamiento,
desistimiento, deserción, etc. (principio dispositivo en sentido material).
c) La actividad impulsoria de las etapas procesales corresponde exclusivamente a actor
y demandado (ne procedat iudex ex officio).
d) Son los litigantes quienes determinen los hechos que constituyen la litis a través de
la afirmación de la demanda y la admisión o negación del responde, estándole
vedado al juez verificar la existencia de hechos no afirmados o corroborar la verdad de
los admitidos ( quod non est in actis non est in mundo).
e) La actividad probatoria es a cargo exclusivo de las partes. El juez sólo puede aspirar a
obtener convicción (“verdad formal”) a través de la valoración –predominantemente
tarifada o legal – de los medios de confirmación aportados por aquellas.
f) La “congruencia” determina el límite estricto entre lo pedido y lo que el juez está
habilitado a decidir en la sentencia, no pudiendo conceder cosa distinta, resolver
cuestión no planteada, ni dejar de comprender a quienes han sido parte en el litigio y
sólo a ellas ( Iudex iudicet secundum allegata et probata partium).
g) La legitimación para recurrir es reconocida únicamente al agraviado y la decisión de
la Alzada se circunscribe estrictamente a la materia de los agravios (tantum devolutum
quantum appellatum).
h) La cosa juzgada, proyección del derecho de propiedad, alcanza a las partes sin
trascendencia para otros, y consagra para ellas un derecho nuevo como objetivo final
del proceso entablado.
En tanto, las manifestaciones “descarnadas” del Principio Inquisitivo destruyen de raíz la idea
de un proceso al servicio de los derechos de las partes y revelan una concepción “publicística”
extrema que borra los contornos distintivos con el proceso penal y por ende, se sitúan en la
vereda opuesta:
a) El impulso para la iniciación y desarrollo del proceso pertenecen al Estado, así sea que se
trate de satisfacer pretensiones particulares, porque el derecho tutelado, aún el de crédito,
no se atribuye al individuo sino en cuanto miembro de la comunidad.
b) Las facultades particulares de disposición sobre el derecho de fondo quedan limitadas por
la prevalencia de intereses superiores.
c) El órgano jurisdiccional se independiza de los hechos señalados por las partes y asume el
derecho-deber de investigar de oficio la “verdad material”. En pos del objetivo, amplía su
conocimiento más allá de los hechos afirmados y su función sobre la prueba comprende el
aporte libre de medios y fuentes probatorias.
Entre tales límites, englobados genéricamente bajo la directriz del llamado “principio
de autoridad” se suele mencionar: a) el ejercicio ( ciertamente de larga data) del “Iura Novit
Curia”, como “facultad- deber” de aplicar el derecho al caso traído a sentencia, con
prescindencia del invocado por las partes, o aún en contra del encuadre jurídico efectuado
por éstas; b) el dictado, si bien circunscripto, de las llamadas “Medidas para mejor proveer”
como atribución discrecional de iniciativa probatoria, limitada a los hechos controvertidos y a
la persistencia de dudas, contradicciones o oscuridades provenientes del material probatorio
aportado por las partes; c) la aceptación y paulatino predominio de las reglas de la “sana
crítica” en la valoración de las pruebas por sobre el sistema de “pruebas legales”; d) el
ejercicio de “facultades instructorias u ordenatorias sin contenido probatorio”, encaminadas
a ordenar el trámite o a una finalidad aclaratoria, explicativa o informativa respecto del
objeto del litigio e) el control oficioso de ciertos presupuestos procesales y materiales,
dirigido a verificar condiciones de validez formal del proceso y del dictado de la sentencia; f)
la declaración de oficio de nulidades procedimentales de “orden público”; g) bajo ciertas
circunstancias, el impulso oficioso del trámite; h) la revocatoria oficiosa de resoluciones no
notificadas, i) la declaración oficiosa de inconstitucionalidad de las leyes, etc.
Suele sostenerse que los actos procesales que reclaman la vigencia del principio de
imparcialidad son de dos órdenes, el probatorio y el decisorio. No obstante, opinamos que en
definitiva son siempre decisorios. Porque la imparcialidad es decisoria. Tanto en el aspecto
externo sobre la decisión que el juez toma (vbg. admite o rechaza una prueba), como en lo
interno, en su fuero íntimo, cuando “decide” usar aquel paréntesis optando ser imparcial y no
favorecer a ninguna de las partes en detrimento de la otra.
Cabe distinguir claramente los conceptos de impartial e imparcial pues, si bien comprendidos
en la misma garantía, no se identifican. El Juez partial es parte, mientras que el Juez imparcial
(parte o no) es aquél que actúa objetivamente y libre de todo prejuicio o compromiso que lo
haga inclinar injustamente la balanza.
a) Las que relevan de la carga de la prueba a “hechos notorios o admitidos por las
partes”;
b) Las que simplifican el trámite de las llamadas “demandas especiales” para extender la
eficacia de la sentencia de remate a nuevos cuotas de la misma obligación ejecutada;
c) Las que regulan la “acumulación de pretensiones” y “procesos”;
d) Las que permiten la continuación directa del trámite ante el juez competente en
lugar de su archivo, frente al progreso de una excepción de incompetencia;
e) Las normas del derecho de fondo que viabilizan las “ejecuciones privadas”
f) Las que establecen en materia de competencia la regla de “perpetuatio jurisdiccionis”;
g) Las que declaran la validez de pruebas rendidas en un proceso declarado caduco.
Principio consecuencial de Preclusión: La preclusión, sirve para ordenar el debate y
posibilitar el progreso del proceso, estructura el trámite en diversas etapas que se abren y
cierran para el ejercicio de específica actividad procesal dentro de ellas, consolidando tramos
cumplidos y e impidiendo el retroceso. Funciona tanto como sancionadora de la facultad no
ejercida en tiempo ( “preclusión por omisión”), como colocando una valla para el ejercicio
sucesivo de actos incompatibles con los ya consumados, o que se dirijan a mejorarlo,
ampliarlo o completarlo ( “preclusión por acción”). Como culminación del sistema, la “cosa
juzgada” aparece clausurando definitivamente el debate : “la máxima o suma preclusión”.
El principio opuesto al de preclusión, llamado de “desenvolvimiento libre, discrecional
o unidad de vista”- vigente en el ordenamiento alemán- habilita la libre y desarticulada
incorporación al debate de hechos, pruebas y alegaciones de parte, hasta el término en que
el juez declara cerrada la vista.
*Moralidad: Conectado con el principio anterior, se sostiene que ante el más claro
ejercicio del poder de dirección por parte de los jueces en el juicio oral, serán fácilmente
prevenibles las conductas obstaculizantes o las que incumplan con los deberes de lealtad,
probidad y buena fe. Asimismo, se sostiene, que las partes y sus defensores actuarán con
mayor decoro y diligencia -de cara al Juez- en la postulación e implementación de sus
argumentos.
*Prueba trasladada: Un particularidad del proceso oral, que no suele consignarse por
los defensores o retractores de ningún sistema, es que la forma oral de producción de la
prueba y su escasa o ninguna documentación, no permiten la utilización de las probanzas
producidas en la audiencia oral (testimonios, confesión, explicación pericial,etc) en otro
proceso, dado que éstas no podrían trasladarse. Lo cual señalamos solo a título de dato
destacado, lo que no indica tildarlo como ventaja o desventaja.
La publicidad del proceso civil redunda básicamente en la posibilidad de que todos sus actos,
orales o escritos, emanados de las partes, de los jueces o sus auxiliares, puedan ser
conocidos y controlados por quien tenga interés en hacerlo.
Quedan comprendidos en este marco público, tanto las actuaciones de los litigantes y los
escritos constitutivos de la causa, como las audiencias de prueba y todas las resoluciones
judiciales. En términos más generales la publicidad puede abarcar aún, no sólo la información
sobre actuaciones relacionadas con un proceso determinado que se brinda a las propias
partes y sujetos del proceso, sino otro tipo de difusión más amplia de datos, directa o
indirectamente relacionados con el servicio de justicia, por caso el estado del despacho del
juzgado en relación a los plazos para dictar sentencia; las medidas disciplinarias aplicadas por
los colegios profesionales; o la que brindan ciertas oficinas o registros tribunalicios sobre la
existencia de causas judiciales o cuestiones relacionadas ( v.gr. informe sobre el inicio
actuaciones que se obtiene en la Mesa de Entradas de los tribunales santafesinos; informes del
Registro de Procesos Universales, etc).