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La carta robada

Una noche en París, mientras visitaba a mi amigo Dupin, el sr. G, prefecto de la policia entro en la
habitación.

Venía a pedir un consejo para resolver un caso muy importante, en el que había trabajado
durando tres meses, un caso simple de robo.

—Quizás el misterio es demasiado simple para que usted pueda solucionarlo. —Dijo mi amigo.
Dupin

—¿Demasiado simple?—El Sr. G se hecho a reir. Sr. G

Y nos contó el secreto que una carta de una persona muy poderosa había sido robada, por lo que
estaba ofreciendo una gran cantidad de dinero a quien pudiera devolverla. Su contenido podría
perjudicar a su dueño.

Nos dijo que habían examinado los muebles de cada habitación de la casa del ministro, abrieron
todos los cajones, miraron debajo de las alfombras, buscaron detrás de todas la pinturas, abrieron
todos los libros, pero no pudieron encontrarla.

—Revise de nuevo la casa completamente. Dupin

El prefecto de despidió de nosotros desanimado, no sin antes darnos una descripción detallada de
la carta.

Un mes más tarde regreso, había seguido el consejo de Dupin y aún no habia encontrado la carta.

—Estaría dispuesto a firmar un cheque por 150 mil francos a quien me consiga la carta. Sr. G

Entonces Dupin saco una libreta de cheques y le pidió que escribiera la cantidad mencionada. A
cambio le daría la tan anhelada carta.
La leyo rápidamente, y luego la guardo en el bolsillo y salió corriendo de la habitación sin decir una
palabra.

¿Cómo había resuelto Dupin el misterio?

—Era sencillo mi amigo. Ellos no pudieron encontrar la carta porque no intentaron entender la
mente del hombre que la robo, en cambio buscaron donde ellos la habrían escondido. El ministro
es muy inteligente, por eso no ocultó la carta donde pensó que irían a buscarla. Dupin

Pensando en eso, dupan visito la casa del ministro, y excusando en un problema de la vista uso
unos anteojos oscuros que le permitieron observar sin que nadie lo notará.

Vio una carta que parecía vieja y sucia, y sospecho que podría ser la que buscaba.

Al día siguiente, busco una excusa para volver y mientra hablaba con el ministro se escucho un
disparo afuera de la casa.

Aprovecho el alboroto del momento para tomar la carta y reemplazarla por otra exactamente
igual.

El alboroto habia sido planeado por él.

Yo no podía entender que intenciones tenía Dupin para reemplazar la carta, así que le pregunte la
razón.

Dupin sonrió —El ministro es un hombre peligroso. Si yo hubiera tomado la carta no habría salido
con vida de su casa. Confieso sin embargo que me gustaría saber sus pensamientos cuando se vea
forzado a abrir la carta, pues no me pareció bien dejarla en blanco. Dupin

Cierta vez en Viena el ministro le había jugado una mala pasada a mi amigo y el sin perder el buen
humor le dijo que no lo olvidaría, así que con su letra que el reconocería inmediatamente escribió
en mitad de la página.
"Un plan tan siniestro, si no es digno de atreo es digno de tiestes."

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