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DEL MISMO AUTOR JACQUES LE GOFF , "TAURUS EDICIONES Th ys ine mail (8. pia EL NACIMIENTO DEL PURGATORIO Versin cestellana FRANCISCO PEREZ GUTIERREZ taurus EL TERCER LUGAR Durante las dsperas discusiones entre protestantes y catblicos en el siglo XVI, los reformados reprochaban vivamente a sus adversarios la ‘ereencia en el Purgatorio, al que Lutero llamaba wel tercer lugar. orque este mis alld winventado» no se encontraba en la Escritura ;propésito es seguir la formacién secular de este tercer lugar a ‘partic del antiguo jadeo-cristianismo, mostrar su nacimiento al tiempo -de la expansion del Occidente medieval en la segunda mitad del si- “glo Xi, su rapido éxito en el curso del siglo siguiente. Y en fin, tra- “taré de explicar por qué se halla fntimamente ligado a aquel gran’ mo- ‘mento de la historia de la crstiandad y de qué manera Funcioné, de on decisive a sepacion 0 ene los exes n echo, rde la-nueva sociedad surgida de prodigioso impulso de los dos, siglos y medio que siguieron al aho mi. LO QUE ESTABA EN JUEGO I besicone pce og ct deserllo hii de une fet ma de fe aun en los casos en que —como en el del Pur; rio— se ha- fis antioe elementos originarios de eas noche de los donde tae a agoraiclaverccns Nowe une es secon secu, do wc anc care ol peta Bets tote slg cncane, td como crohacond ale dad ‘Media y luego bajo su forma catdlica. El mAs allé es uno de los gran- sees ee chien y ev vocidne, La vide det copes fexperimenta un cambio cuando piensa que no se Io juega todo con Ta = = 1 Sobre Late y el Purgatorio ver P_ ALTinUs,eLuthers Gedaken tbr de letaten Dinge, en Later Jared, XX, 1941, pp. 2228. 9 guia TT EE Es curioso que los historiadores, y ante todo los historiadores de la teologia y la espirtualidad, hayan dejado a un lado la aparicin de la palabra purgatorium, que expresa la toma de conciencia del Purgatorio ‘como lugar, el acta de nacimiento del purgatorio propiamente dicho®. Es indudable que los historiadores siguen sin atribuir suficiente im- pportancia a las palabras. En cambio, los clérigos de la Edad Media, ya fucsen realisas © nominalitas,sabfan muy bien que entre las palabras y las cosas existe una unién tan estrecha como la que media entre el ‘cuerpo y el alma. Para los historiadores de las ideas y las mentalidades, las palabras algunas palabras-, como fenémenos de amplia duracién, venidos len- tamente de las profundidades de los tiempos, tienen la ventaja de apa- recer, de nacer y de aportar asf elementos de cronologia sin los cuales no hay historia que merezca ese nombre. Es cierto que no se fecha tuna creencia lo mismo que un acontecimiento, pero hay que rechazar In idea de que la historia de los perfodos de larga duraciGn sea una his- toria sin fechas. Un fendmeno lento, como la creencia en el Purgato- tio, se estanca, palpita durante siglos, se mantiene en éngulos muertos de la corriente de la historia, y luego, de subito 0 poco menos, la masa del flujo le arastra, pero no’ se pier en él, sino que, por el coatrario, ‘emerge y se convierte en un testimonio. Quien hable del Purgatorio aunque sea con erudicién- desde el Imperio romano hasta la crstian- dad del siglo xin, desde san Agustin hasta santo Tomés de Aquino y , bborre asf la aparicién del sustantivo entre 1150 y 1200, dejard escapar aspectos capitales de esta historia si es que no sc pierde lo esencial. Dears escapar, al mismo tiempo que la posibilidad de poner en claro | tuna época decisiva y una profunda mutacin de la sociedad, la ocasida de determina, 2 propésito de la creencia en el Purgatorio, un fenéme | ements el empleo de expresisn i pargtriebenentidose pm eno fog Scador Es vrs qu cl acmicts de prpaiaay sav neo ef papa & ‘ees empleo bj i forma pert cae Parptro eben de itd on (a) arg A nc de si Sty comin el, cuando apace ara fr es fecertemente cif saber shay que ater prt © om fae (Gabemeciendo) pargatrin Peo esto no koe dasa portant pogo pts Ses xe an oy em nu se “ios eos autores de tabs oe el Pargsoio qu hn avert el pote Io pane por gener cae ney Urey ae clo ters Jug tutor de dot execs etalon Fandunenticy dice Se Here Se Le Mae Eo Bablement el pmero en uta et emino arti (LE dl rid Jee tnt dati 17 Elen do emp fr Mans yatace macho qu fe rei (et "A. Prout en al dogma de Papen, Ear Deo 6, 1950, 28751, ep mob oe commen can 500} fn xt siglo (i) hucen ws aparcn lon pero cn el aad Dep {tr en o sacesivo cae ve tranaoxmath ch sstantivo)» income « Ech Fuss Fagin Dit ier Vola von Gash der Ves, deel, 1969 ei tp 6, ca pale prev een pr de Ggocs catlings prs prac lo mae quc pars up dea psa erricencn alguna (yon mail) MES Pa 12 no de gran importancia en la historia de las ideas y las mentalidades: | el proceso de espacializacin del pensamiento. EL AGIERTO DE LA NOCION DE ESPACIO. ‘Numerosos estudios acaban de poner de relieve la importancia en el terreno cientifico de la nocién de eppaqm Ha servido para remozar la ‘radicién de la historia geogréfica, y para renovar la geografia y el ur- banismo, Pero sobre todo ha manifestado su eficacia en el plano sim- blco. Tras las huellas de los zodlogos, los antropélogos han. puesto fn evidencia el caricter fundamental del fendmeno del seritrié’. En su obra La Dimensiin Oculta’, ha puesto de manifiesto Edward T. Hall que el terrtorio es una prolongaciéa de: organismo animal y humano, gue semejante percepcion del espacio depende en alto grado de la ew- tara (tal vee resulte en. exceso culturalists al respecto), y que el terrto- rio ¢3 una interiorizacin del espacio, organizada por el pensamiento. Hay en todo ello una dimensién de los individuos y las sociedades que cs fundamental. La organizacién de los diferentes espacios: geografi- 0, econdmico, politico, ideol6gico, etc., en que se mueven las socie- dades es un aspecto muy importante de su historia. Organizar el espa- cio de su mas alld fue una operacién de vasto alcance para la sociedad cristiana. Cuanto se aguarda la resurreccién de los muertos, la geogra- fia del otro mundo no es un asunto secundatio. Y cabe suponer que no dejen de darse relaciones entre la manera como semejante sociedad Corganiza su espacio de acé abajo y su espacio del mas alld. Porque am- bos espacios se ligan entre si a través de las relaciones que unen a la sociedad de los muertos con la de los vivos. La cristiandad se entregs, entre 1150 y 1300, a una gran remodelacion cartogrifica, lo mismo sobre la tierra que con respecto al ms alld. Para una sociedad cristia- nna como la del Occidente medieval las cosas viven y se mueven al ‘mismo tiempo -o casi al mismo tiempo en la tiera y en el cielo, lo mismo ac abajo que alld arriba, < ver dete una permpectiva geopc:J.JA y otros, Hime Sp Babar Hl eat Se (ia ey Rouse} Noronha mon avarap Spt Deni Word Sacty, New otk, 1974; desde waa perpetva200- Tegien Fe Hwan, Teritey te Brd 1 Lovdres, 1920; dele une perma ln- fla BL how, Len, Ta nay Noy Yon, 198 eden pao ist inteicpinacio, ©. Re Cantsten, Teil: « Resew f Comp nd Pro. We, en A ROEY G. G. Soutson, Bb and Sravion New Haven, 1958, Hebe Gen, The Endo f erica bao en, L. WASIOUR (Ch), Sil Lie of Eat Ma, Ree Yat 196, Bera Su ai nr Pepin en E Jot (Gi Rend Sua Gaga, Onfrd, 1975, wu civic» A Jen, Compt Spar, ‘aera York, 1960, con propo de Alber Einsten TET. Hal, Tie Hadden Dime, Nueva York, 1966; tad. frances: Le Dimon add, Pais, 97% 13 LOGICA Y GENESIS DEL PURGATORIO ‘Cuando el Purgatorio se instala en la creencia de la crstiandad oc cidental, entre 1150 y 1250 aproximadamente, éde qué se trata con fexactitud? Nos hallamos ante un mds alld intermedio en el que algu- ‘nos muertos sufren una prucba que puede llegar a acortarse gracias a fon aufagoe wala ayecscopiritual- Gels vives Para haberseHegado hhasta aqui, se necesité un largo pasado de ideas © imAgenes, de creen- cias y actos, de debates teol6gicos y, probablemente, de movimientos en las profundidades de la sociedad, que sélo con dificultad podemos percibir. La primera parte de este libro se consagrard a la formaciéa seculat de los elementos que habrin de estructurarse en el siglo Xl hasta con- vvertirse en el Purgatorio. Se Ia puede considerar como una reflexién sobre la originalidad del pensamiento religioso de la cristiandad latina, a partir de las herencias, las rupturas y los conflictos externos ¢ inter- ‘nos en medio de los cuales se ha formado. rmortalidad y en la resurreccién, una vez que se admite que puede ha ber algo nuevo para un ser humano entre su muerte y su resurrecci6n, Es un suplemento de condiciones ofrecidas a ciertos humanos a fin de | {que aleancen la vida eterna. Una inmortalidad que se gana a través de | tuna sola vida. Las religiones ~como el hindufsmo o el eatarismo~ que ‘een en perpetuas reencarnaciones, en la metempsicosis, excuyen 1S gicamente un Purgatorio. Ta existencia de un Purgatorio reposa a su vez sobre Ia concepein de un juicio de los muertos, idea muy extendida en los diferentes siste- | mas religiosos, pero elas modalidades de este juicio han variado enor memente de una civilizacidn a otray'. La variedad de juicio que com- prende la existencia de un Purgatorio resulta see muy original. Se "poya en efecto en la creencia de un doble juicio, el primero en el mo~ mento de la muerte, y el segundo al fin de los tiempos. Instituye en esta situacin intermedia del destino escatologico de cada ser humano lun complejo procedimiento judicial de mitigacén de penas, ast como de abreviacion de estas penas en funcién de diversos factores. Y supone Por tanto la proyecciGn de un pensamiento de justicia y de un sistema penal muy sofisticados. { La creencia en el Purgatorio implica ante todo Ia creencia en la =) 8 Le Jone! des mets (Egipo, Ava, Babiloni, Ira), Io, Ilr, Indi, Chin, Joe pn). Cal Sources creme, IV, Par, Ea. du Sel, 196, p. 9 4 La idea del Purgatorio se halla también vinculada a la de responsa- bilidad individual, de libre albedtrio del hombre, culpable por naturale- za, en razin del pecado original, pero jazgado de acuerdo con los pe- cados cometidos bajo su responsabilidad. Hay una estrecha relacién fentre el Purgatorio, més alld intermedic, y un tipo de pecado interme- dio entre la pureza de los santos y los jastos y la imperdonable culpa- Bilidad de los pecadores criminales. La idea durante mucho tiempo iimprecisa de pecados «ligeros, ecotidianos, ehabitualess, percibida con claridad por Agustin y més tarde por Gregorio Magno, sélo a la Targa desembocard en la categoria de pecado «venialy ~es decir, perdo- nable-, un poco anterior a la creencia del Purgatorio y que fue una de las condiciones de su nacimiento. Aunque, como ya se Veré, las cosas hhan sido algo més complicadas, en lo esencial el Purgatorio hizo su ‘paricidn como lugar de purgacién de los pecados veniales. (Creer en ol Purgatorio ~logar de castigos~ supone aclaradas las rela- ciones entre el alma y el cuerpo. En decto, la doctrina de la Iglesia sostuvo en seguida que, al morit, el alma’ inmortal abandonaba el ‘everpo y que ya no habrian de volver a encontrarse hasta el fin de los tiempos, con ocasién de la resurreceién de los cuerpos. Pero la cues- tidn de la corporeidad 0 incorporcidad del alma no me parece que haya constituido un problema a propésito del Purgatorio, 0 de sus €s- bozos. Se doté a las almas separadas de una materialidad sui generis y Jas penas del Purgatorio pudieron de es.a forma atormentarlas algo asi como corporalmente? PENSAR LO INTERMEDIO Lugar intermedi, el Purgatorio Ic es desde muchos puntos de ‘vista. En el tiempo, en la etapa intermedia entre la muerte individual ¥ el Juicio final. El Purgatorio no llegard a fijarse en este particular ‘espacio temporal sin muy prolongadas vacilaciones. A pesar del pa- pel decisivo que jugs a este propdsito, san Agustin no legaré a ama- rar de manera definitiva cl futuro Purgatorio en esta almena del tiempo, El Purgatorio seguiré oscilando entre el tiempo ferreno y el | tiempo escatoldgico, entre un comienzo de Purgatorio ac& abajo que Ihabrfa que definir entonces en relaciéa con la peniencia y una de- 7 Tonds de Aquino se mcr prtiarmene sensible ane la dicta de gue as alma epcle poodan sen nena de nf Se spoys ote eee ee Oi 4) tnege cae eee ey ‘lcmonio pars afar ue Las sas sparse Sen por tn sr» ex de ‘compra (Sune Ths opps qs 0, ar 3). La cuetion de ln coxporeidad dl St inquest vrs Jan ExetoErigna ene ky +m dcp Honore Av pinnae etn de Se Bleak Gees wi dd cs de Bee earpie Rerme CO, Bac a Roa, 1300. No be Sec wn «Gero pics eras coe tics amiga de oxo 15 ‘mora de purificacién definitiva que se situarfa tan sdlo en el momen- to del Juicio final. Se superpondria entonces al tiempo excatoldgico y | ‘el Dis del Juicio acabaria siendo no un momento sino un espacio de tiempo. EI Purgatorio ¢s también un intermedio propiamente espacial que se desliza y se extiende entre el Paraiso y el Infierno. Pero la atrac= ponted a pruchel ae cada uno» (1 Cor, 3, 13) que es la peincipal base escriturstca sobre la ue habré de apoyarse el cristianismo medieval para constru el Pur fatorio. ‘A'la luz de esta herencia se ponen en claro, me parece a mt, tres importantes caractertsticas del fuego purificador que vino a ocupar un lugar central en la construccién del Purgatorio durante la Edad Me- dia, La primera es que el fuego que rejuvenece y vuelve inmortal ¢s un | fuego «a través.del cual se pasa. San Pablo habfa perfilado claramente tate to a dir, en el mito cre pase de a primera Carta los) Corinto (II, 15): we salvart, pero camo através del fuego» (quasi pr ig-| ‘nan. Il Purgatorio es efecivamente un lugar (o un estado) transito-| rio y los viajes imaginarios al Purgatorio serin, repito, recorridos sim-| Bets ts pete del fs vt ee los hombees de la Edad Media cuanto que se atribuiri al modelo del Purgatorio el desenvolvimiento de un modelo judicial. La prueba del | fuego es una ordlie. Lo es para las mismas alas del Purgatorio, y 10 | TE GM oss, lt Din Le fo comme mien de ransom Snr cm uy ligne, mes rite, Land, 1949. Recorderos el estudio ya anicun pero plone yelsco de fC Faazsn, Mis of se agin of Fie, Londres, 1930, y el belo ensayo de Géston BaceLann, Poehealor fox Sate cl fcgo sagrado ini, K. ERDWANN, Das innit Fach, Leipg, 1941. Loe acs eet (A. C108), el Lect fir The sad Kir, 4, 1960, 106-107, y sobre todo los atculos Feu de Venfer, ‘Feu da jugement,y oF de Pogaoirn, (A MICH. en Dato de li eth 4m, V/2, Pas, 1939) y «Few de | GALLARD on Dicomaie de pra, W, Pl, 1964, apoctan poca cota sobre las formas aca de Ia reli del fuego. Ea Jos evan so aperifor el bsutsmo por e! fuego aparece bajo diversas formas. los Dari #4 jas que provinen de un orignal rego (de Eggo) de la primera mitad del siglo, Jess despot de a resurrect, otra Tos dscipulos un cpl batimo, pore gan, fargo, yal Espirit Santo (E. HENNICKE ~ W. SOINEEMELOHER, Newton m1 Tubingen, 1989, p 185). En el Enayli de Flip, que fue tld por ioe entice y manigueosy que peobabementeprovine dl gto del silo, apazece lbautome por el ag yl foo (hi, p. 198) 18 " '€5 para los vivos admitidos a recorrer el Furgatorio no como simples furists, sino a costa de sus riesgos y peligros. Ya se advierte hasta ‘qué punto pudo seducie este rito a hombres que habfan combinado la Frerencia de las creencias y las pricticas térbaras con las tradiciones procendentes de una lejana Antigiedad a través de Grecia y de Roma. “También puede comprenderse por qué, on las tentativas de localiza- ‘clon terrena del Purgatorio 0, al menos, de sus accesos, ha llamado pparticularmente la atencién un elemento googrifico natural: los volea= hes. Ofrectan la ventaja de reuniz, como montafas provistas de un titer, 0 sea de un pozo, y que lanzaban fuego, tres de los elementos fesenciales de ln estructura fisica y simbelica del Purgatorio. Habré ‘casion de ver cémo las gentes que buscaban una cartografia del Pur- ftorio anduvieron merodeando en torno a Sicilia, entre el Stromboli y el Etna. Pero Sicilia no proporcioné ningin paraje tan afortunado ppara este fin como el que hallaron los irlardeses, sus vecino ingleses y fs cistercienses para su Purgatorio de san Patricio y la peregrinacion tan bien organizada y controlada que muy pronto ail se desarrollarfa, ‘La Sicilia de Federico Il, entre un soberano sospechoso de hereiia, lunos monjes griegos y los musulmanes, no parecié lo suficientemente scatélica» como para acoger el Purgatorio, o uno de sus principales ac- esos, y el Etna no pudo verse desembarszado de su imagen propia- mente infernal Ta segunda caracteristica es que el fuego purgatorio medieval, si es cierto que adquirié un puesto preeminente y, en su limite, exclu- sivo, en general formé sin embargo parte de una parcja: el fuego y 1 agua. En los textos medievales corcespondientes a la prehistoria dde In Edad Media esta parcja aparecta les més de las veces bajo la forma de Ia yuxtaposicién de un lugar (gneo y otro hiimedo, de un lugar eélido y otro frio, de un clemento ardiente y otro helado. Y Ja prueba fundamental a la que se velan sometidos los muertos del Purgatorio no se reducia al paso por el fuego, sino que exp el paso alternativo por el fuego y el agua, una suerte de wducha escocesa» proburia. ‘Carl-Martin Edsman ha evocado juiciosamente los textos de la An- tighedad romana clisica en que aparccen ascetas del Caucaso que vi- ‘ven desnudos tan pronto en medio de las amas como del hielo. Cice- 16a habla de los «sabios que viven desnudos y soportan sin dolor las, Iieves del Céucaso y el rigor del invierno y luego se lanzan al fuego y fe dejan quemar sin un solo gemidos'?. Valerio Maximo evoca a su ‘vera eaquellos que se pasan la vida desnuos, lo mismo avezando sus <1 Tuvalens V, 77 ccuerpos a los hielos rigurosos del Céucaso que exponiéndolos sin un solo gemido a las lamas» ‘La pareja fuego-agua (Fria) se encuentra también en un rito evocado, en los primeros tiempos del cristianismo y que debi6 de jugar algsin papel en la prehistoria del Purgatorio: el bautismo por el fuego. Los Cristianos encontraban este rito en los evangelios de Mateo y Lucas, a ppropésito de Juan el Bautista. Matco pone en boca del Bautista estas palabras: «Yo 0s bautizo con agua, para que 0s arrepintdis; pero el que ‘viene detris de m{ es mis fuerte que yo, y yo no merezco ni quitarle las sundalias. Ese os va a bautizar con Espiritu Santo y fuegon (Mt 3, 41), Lucas (3, 16) por su parte atribuye al precursor las mismas pala- bras. Esta concepcidn del bautismo por el fuego, procedente de las viejas mitologfas indocuropeas del fuego, se concretizé luego en la literatura apocaliptica judeo-cristiana. Los primeros te6logos cristianos, sobre todo los griegos, fueron sensibles a ella. Comentando a Lucas, 3, 16, declara Origenes: «E's preciso comenzar bautizando mediante el agua y el espiritu a fin de que, cuando el bautizado llegue al rio de fuego, rmuestre que ha conservado los recipientes de agua y de esptritu y me rezca entonces recibir también el bautismo de fuego en Jesucriston (br ‘Lucan, homilia XXIV). Edsman reconoce en la perla evocada por Ma to (13, 45-46: «Se parece también el reinado de Dios a un comercian~ te que buscaba perlas finas; al encontrar una perla de gran valor Fue a vender todo lo que tenfa y la comprés) el simbolo de Cristo que reu- ni el agua y el fuego. En el cristianismo eortodoxon el bautismo por cl fuego siguid siendo algo metaforico. No sucedié lo mismo en cam- bio en ciertas sectas (bautistas, messalianos, ciertos ascetas egipcios) como tampoco entre los cétaros, a quienes un contradictor wortodo- xo», Echert, reprochara irénicamente, en el siglo Xil, no bautizar ver- daderamente wen el fuego», sino «al lado» del fuego. En las mitologias y fligiones antiguas, el fuego posee una naturale- za mlkiple y variada. Es lo mismo que encontramos en la simbdlica judeo-cristiana del Fuego, y en definitiva en las diferentes funciones y significaciones del fuego del Purgatorio. En estos diversos aspectos del fuego, «a la vez deificante y vivificador, que castiga y que aniqui- la», Edsmoan ve wlos diferentes aspectos del propio ser de le divinidads y ex comsecucicia reduce « la unidad de la persona divina la muleipli €idad de los semblantes del fuego. Este modelo puede servir para €x- plicat la variedad de las interpretaciones cristianas del Fuego purgaro- rio desde la Antigiedad hasta el siglo Xm. Se puede tener la impresin de que no se esté hablando del mismo fuego, pero semejante diversi- dad se explica por la polisemia del antiguo fuego divino. Tan pronto 1 Rasa o diva memes iri mem, I, 3, ext. 6. Como ba advert Bae man, en La Fla metada Se Mocat, «Taino y Paina seraviesan dos gral pk ‘ers de las cules cootiene una cascada, mientras qe la segunda est lena de forgo. 20 sobre todo como purifcador, tan pronto ante todg como pu- tan pronto incluso como que pone a prucba. Se ofrece a veces "como actualy «veces como futuro, en os mas de los casos como real pero en alguna ocain como eit, cncriemte x certs sere 18 6 todo el mondo, Pero es evidente que se trata siempre del mismo fuego: y el fuego del Purgatorio, en su complejidad, eset here- Aero de los multiples semblantes del fuego divino, dl foego sagrado de los orfgenesinioeeuropcos. Agustin parece haber advertido la contnuidad que, a pesar de los cambios fundamentales de sentido, relaciona a ciertas concepciones antiguas del fuego con concepeionescristianas: «Los esticos ~excribe €n La Ciudad de Dts (VIII, 5) estman qu el fuego, 0 sea un cuerpo, | uno de los cuatro clementos de que se compone este mundo sensible, 5 un ser vivo, sabio y exeador del mismo mundo y de cuanto contie- fe, en resumen que este fuego es Dios.» Certamente, en el erstianis- mo, el fuego no es més que wna craturs, como dir magnificamente Francisco de Asis. Pero de acuerdo con Ia exacts formula de Edsman, © sods Ia complejdad del fuego del mis alleen sus formas generales 0 especiales por ejemplo el rio de Fuego~ sc explica en tanto que diver- $25 fanciones de un mismo fuego divinos. Lo dicho vale también para | el fuego del Purgatorio. Pero los hombres de la Edad Media no tenfan tonciencia de este pasado grivido de sentido del facgo purgativo, ni siguiea los mismo elerigos en su mayora, con la excepctén de lo que | dectan los textos excrturaios,caucion pars ellos necesiriay suficiente de la teadicion sagrada. A. pesar de lo cul he considerado necesario poner de relieve esta vasta herencia. Aclara ciertos aspectos descon- Gertantes de la historia medieval del Purgiorio, y permite compren- det mejor las vacilaciones, los debates, las opciones que se han mani- festado en esta historia, porque una herencia propone tanto como im- pone. Sobre todo me parece que explics una de ins rezones del éxito el Purgatorio, la de haber recopido cirtasrealidadessimbolicas muy antiguas. Lo que estéanclado en una tradicion tiene muchas mas posi bildades de lograrse. El Purgatorio es uns idea nueva del crstianis- mo, pero ha tomado en préstamo las reliiones anteriores una de sus principales accesoris. En el sisteme cristiano, cl fueg divino sete oer case ve sible a semcjantcs trusformaciones Solo que tambien tiene que Tee her su atencion la permaneneia de wn ciao material de large durs- cin, latente bajo la vivacidad més o meros grande de los cambios. | as tevoluciones raras veces son también sreaciones; suelen ser cam- bios de sentido, Elerstianismo fue una reolucion,o al menos un r0- / Aaj esencal dentro de una eevolucién, Se propis cl fuego dvino que Ejuvenece y vuelve inmortal, pero hizo de él no ya una creencia liga da a un rito, sino un atributo de Dios cuyo uso se halla determinado | por una dobie responsabilidad humana: Ia de los muertos los que co- Fresponde en virtul de su comportamiento terreno someterse 0 10 8 a1 4, y lade los vivos cuyo celo més 0 menos grande puede modificar Ia duracin de su actividad, El fuego del Purgatorio, sin dejar de set un | slmbolo portador de sentido, el de la salvacién mediante la purifica- ci6n, vino a ser un instrumento al servicio de un complejo sistema de justicia, vinculado 2 una sociedad completamente distinta de aquellas aque erelan en el fuego regenerador. ‘SOLIDARIDADES: LOS VIVOs ¥ LOS MUERTOS El Purgatorio es 2 fin de cuentas un mas alld intermedio donde la prueba que sufre puede llegar a abreviarse mediante los sufragia, 0 sca las intervenciones de los vivos. Segiin todas las apariencias fue Ia creenca de los primeos cristiano en a eiacia de sus plegais en fa | vor de sus muertos tal como lo atestiguan las inscripeiones funerarias, las formulas liirgicas, y luego, a principios del siglo mt, Ia Pasiém de | Perpetua, cabeza de serie de las representaciones espacializadas del fue | turo Purgatorio lo que dio lugar al comienzo de un movimiento de piedad que habfa de conducir a la creacidn del Purgatorio~ Resalta signifcativo que Agustin, en las Confsioes, esboce por primera vez una reflexién que le encaminard hacia Ia idea del Purgatorio, con oca- sion de sus sentimicntos tras la muerte de su madre Ménica, } Semejante confianza de los cristianos en la eficacia de los sufragios s6lo tardiamente acabé por unirse con la creencia en la existencia de luna purificacn después de la muerte. Como ha puesto en claro Jo- seph Ntedika, en Agustin por cjemplo, las dos creencias se elaboraron por separado sin que pricticamente llegaran. a encontrarse. Los sufta~ fos por los muertos suponen la constitucién de vastas solidaridades de una y otra parte de la muerte, relaciones estrechas entre vivos y di- funtos, y la existencia entre unos y otros de instituciones de vincula- cid que financien los sufragios —como por ejemplo los testamentos © hhagan de ellos una préctica obligatoria~ como las cofradias. El estable- cimicnto de lazos de est tipo lleva su tiempo. iQué screcentamiento de poder no representa para los vivos una in- fluencia asf sobre la muerte! Pero también, y ya desde acé abajo, iqué reforzamiento de la cohesién de las comunidades —famnilias earnales, familia artifciales, religiosas 0 de confeaternidad~ como la que aporta cesta extensién después de Ia muerte de solidaridades eficaceal iY qué instrumento de poder para la Iglesia! Esta afirma asf su derecho (par- cial) sobre las almas del Purgatorio como miembros de Ia Iglesia mili- tante, haciendo avanzar el fuera eclesistico con detrimento del fuera de Dios, a pesar de ser el deientador de la justicia en el mas alld. Poder ‘spiritual, pero también, por las buenas, como podra verse, provecho financiero del que habrin de beneficiarse con ventaja sobre los otros | hermanos de las drdenes mendicantes, ardientes propagandistas de la_| ‘nueva creencia. El «infernaby sistema de las indulgencias vend a en- contrar finalmente en ésta un poderoso alimento. | 2 [EL EXPEDIENTE DEL PURGATORIO. Es mi dnimo convidar al lector a que abra conmigo el expediente del Purgatorio. Sélo asi pienso que podri convencerse, mediante el eontacto con textos de grandes tedlogos o de oscuros compiladores, a ‘veces andnimos, de alto valor literario o simples instrumentos de co- ‘municacidn, pero en la mayor parte de los casos, ahora traducidos por primera vez y que poseen las més de las veces en diversos grados el fencanto de lo imaginario, el calor del proselitismo, el estremecimiento ddl hallazgo de un mundo interior y exterior. Sobre todo es el mejor Iedio de ver cémo se construye, lentamente, y no siempre con segue ‘dad, pero con toda la complejdad de la historia, a creencia en un lu- fa, el lugar mismo. Estos textos son con frecuencia repetitvos, pero asf es como se Cconstituye un corpus, como se elabora y construye la historia. El juego de ecos que habré de encontrarse con frecuencia en este libro es la fmagen de la realidad. Fliminar esas repeticiones de la historia equi- Yaldrfa a deformaria,afalsearla, Podra verse lo que va siendo Ia geograffa del ms allé con sus ries- gos en las principales fases de la primera etapa de la Edad Media en {gue se elaboran los fundamentos de nuestro moderno mundo occiden- {al, Hoy dia conocemos mejor y apreciamos con mis justeza la origina- lidad de aquella prolongada mutacién que se extiende desde el siglo tt al Vi, denominada en otro tiempo Bajo Imperio y alta Edad Media y ‘que hoy lamamos mis juiciosamente Antigtiedad tardia: durante ella se decantan las antiguas herencias, modela a crstiandad nuevos hat tos, y la humanidad lucha por su supervivencia tanto fisica como espi- ritual. Entre el Paraiso y el Infierno, y ex. medio de la persuasién en Aue se esti de In inminencia del fin del mando, el Purgatorio vendia 41 ser casi un lujo mantenido en las profuncidades. La génesis del mun- do feudal deja en suspenso en el fondo de un cuasi-inmovilismo de la teologia y de la préctica religiosa los esbovos del Purgatorio entre los siglos VII y 1%, pero mientras tanto la imaginacién mondstica explora fen medio de un claroscuro horadado por sclimpagos los recovecos del ‘mds all. El gran silencio creador, el Xil, es también el siglojdel naci- nniento del Purgatorio, que s6lo entonces se pone en claro, én el seno del sistema feudal puesto a punto. Tras de la época de Ia aparicién Ful {gurante, viene la del orden. La colonizacién del més allé permitida por dl Purgatorio aftade a los muertos el encusdramiento general de la so- Ciedad. EI suplemento de posibilidades que oftece a Ia nueva sociedad el Purgatorio viene asia integrarse en el sistema global. ‘TEOLOGIA ¥ CULTURA POPULAR Debo atin al lector un par de precsiones. La primera tiene que ver con el puesto atribuido a la teologia en 23 halo AO a id al lia et a aiia a had este estudio, No soy un tedlogo, ni un historiador de la teologia. Es cevidente que tratindose de una creencia que se ha convertido en un dogma, ¢s importante en toda esta historia el papel de la claboracién, teoldgica. Espero hacerlejusticia. Pero pienso que el Purgatorio como cxeencia se impuso también por otros conductos y éstos me interesan particularmente porque nos ilustran atin més sobre las relaciones entre exeencia y sociedad, sobre las estructuras mentales, as{ como sobre el alcance de lo imaginario en la historia. Tampoco ignoro que para la tcologia catdlica el Purgatorio no es un /ager, sino un estado. Los Pa- Ares del conclio de Trento, preocupados, en este punto como en los demas, de evitar Ia contaminacién de la feligién por obra de las «su persticiones, dejaron al margen del dogma el contenido de la idea del Purgatorio, De esta forma, ni la localizacién del Purgatorio, ni la nae turaleza de las penas que en él se sufren fueron definidas por el dog ‘ma, sino que se las dejé como opiniones libres. Pero espero demostrar en este libro que la concepeién del Purgato- tio como /agar y la imaginerfa a que dio lugar jugaron un papel capital en el éxito de esta creencia'®. Esto no es cierto s6lo en relacién con la ‘masa de los fieles, lo es también con respecto a los tedlogos y alas au toridades eclesiésticas durante los siglos Xit y xm. Cuando aparecié entre los lacos un hombre de genio que posefa también una gran eru- icin, pudo expresar mejor que los demés ~y a todos los niveles= lo ‘que era para los hombres de la segunda Edad Media, después de 1150, cl Purgatorio. El mejor tedlogo de la historia del Purgatorio lo es Dante, La segunda precisin tiene que ver con la intervencién de la cultura ‘popular en cl nacimiento del Purgatorio. Se trata de una intervencién indudablemente importante, y se la evocari aqui en numerosas ocasio~ nes, La tradicidn popular ~no en el sentido vulgar de cultura de masa, sino en el sentido eficaz de cultura folkldrica especifica— esté presente y actuante al fondo de ciertos elementos esenciaes en la formacién del Purgatorio. Por poner tres ejemplos: el fuego purgativo, como lo ha ‘demostrado Carl-Martin Edsman, participa de ritos y creencias que los ccuentos, leyendas y especticulos populares nos permiten comprender, los viajes al mAs allé pertenecen a un género en el que se meaclan es: trechamente elementos eruditos y elementos folkléricos!;y los exem- 7 A proposito de una visita eologia wlepurtan pero etrecha, poe demplo ext copinin:eLas necesdades dl lenguje popular de Notszo Seer al refrie al dado de Taro y 2 I lengua del ico ep pola sutocizar a expres habiuados aun nay aerpo Sono grapos inseparable, doar sls almas separaas de un cuerpo amr, {ll mimo movi que ler dots del ncesariament a imaginacisn, Otros ton bate los pars la verdadera Glosofa del dogman (J BAINVEL arcu «Amon en el Ditmas 4 ig ale, Pa, 909, p00, Ras a eae x tae a ame ‘én de a histor "© Helnich Gove exible. vison del ms sl ving a converte en ua mativa popular de curso en todas las épocas y tan aniqeo como la especlacion mistcas (Dit rice Layne des Abndandes, Heidelberg, 1910, 111). 24 1 Purgatorio provienen con frecuencia de cuentos populares ‘emparentados con ellos. Desde hace bastantes aftos vengo prosi- endo con algunos colegas y amigos, en el marco de mis seminarios la Beole des Hautes Etudes en Sciences socials, algunas investiga tones sobre las relaciones entre cultura erudita y cultura popular en la ‘Edad Media. Pero sin embargo no he intertado internarme demasiado Ijos por esta pista. Sobre un tema como éste hay atin demasiadas in- eidambees como para que ve pucds precisa ficients, profundiat + interpretar la parte innegable que corresponde a la cultura popular. ero conviene tener en cuenta que esta cultura ha tenido su papel en el nacimiento del Purgatorio. El siglo del nacimiento del Purgatorio les también aquel en el que fue més fuerte la presiGn del folklore sobre Tn cultura erudita, en cl que Ia Ipesia estuvo més abierta a ciertas tra- iciones que a lo largo de la alta Edad Matis habia destruido, oculta- ido 0 ignorado'”. Este impulso contribuyé también al nacimiento del Purgatorio. TT Ver}, LeGory, altura clerical y traiione foltivces en la civilian mero: ‘ing, et Tien tab lara rl Ocihoe Maen, Made, 1983, pp. 211-222, 9 Golears elena years flbsrca en lala Media: an Marcelo de Pars ye de es, id pp. 223-263, y J-Cl. Sct. eReligion populaie et cltreflkloriues, Anns ESC, 1976, pp. 941953, 25

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