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Universidad Nacional de Mar del Plata

Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social

Licenciatura en Trabajo Social

Asignatura​: ​Metodología Servicio Social Caso Social Individual - Turno Mañana

Equipo Docente​:​ Prof. María Eugenia Hermida y Marcela N. Sena

Trabajo Práctico N º V​: ​“Dewey y Mead. Aportes del Pragmatismo y del

Interaccionismo Simbólico al Trabajo Social”

Fecha de Entrega​:​ 24 de Agosto de 2020.

Estudiantes:

Almada Iara. DNI: 41.079.107

Beron Melanie.DNI: 41.715.206

Dris Marianela. DNI: 40.870.551

Ramella Camila. DNI: 41.715.471

Pereira Diez Paula. DNI: 40.021.433

Vallota Oriana. DNI: 41.715.476


1) ​A partir de la lectura de los conceptos centrales enunciados por Dewey
señala con una V las afirmaciones que reflejan la perspectiva del autor y con
una F las que presentan sus conceptos de manera errónea.

a)- Una de las principales funciones de la moralidad es controlar la naturaleza


humana. ​V

b)- No toda conducta es el resultado de la acción recíproca entre los elementos de


la naturaleza humana y el medio natural y social que la rodea. ​F

“Podemos admitir que toda conducta es el resultado de una acción recíproca entre elemento
de la naturaleza humana y el medio natural y social que la rodea”

c)- Los hábitos son adquiridos.​ V

d)- No es posible cambiar un hábito directamente pero sí podemos hacerlo de forma


indirecta, modificando las condiciones, seleccionando y valorizando inteligentemente
los objetos que llaman su atención y que influyen en el cumplimiento de sus
deseos.​V

e)- Los impulsos son primarios, ni secundarios ni dependientes.​ F

Los impulsos, aunque preceden en el tiempo, nunca son primarios, de hecho son
secundarios y dependientes.

f)- Los impulsos son ejes en que gira la reorganización de las actividades, son
factores de desviación para dar nuevas direcciones a los viejos hábitos y cambiar su
calidad.​ V

g)- La deliberación es como un ensayo teatral de diversas líneas posibles de acción


que están en competencia. ​V

h)- La moral no es social. ​F

“​El hecho de que el juicio y la responsabilidad moral sea el trabajo ejecutado en nosotros
por el medio social, significa que toda moralidad es social, no porque debamos tener en

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cuenta el efecto de nuestros actos en el bienestar de los demás, sino por los hechos reales.
Los demás llevan cuenta de lo que hacemos y responden de acuerdo con nuestros actos.”​

i)- Los hábitos requieren orden, disciplina y técnica manifiesta.​V

j)- Los medios son el último acto en el que se piensa, el fin son los actos que deben
ejecutarse antes de llegar a él.​ F

“Los medios son intermediarios, términos medios. El ‘‘fin’’ es meramente una serie de actos
cuya culminación se contempla en un futuro remoto; los ‘‘medios’’ son esta misma serie,
pero vista en una etapa anterior.”

“Se diferencian en que el fin es el último acto en que se piensa y los medios son los actos
que deben ejecutarse antes de llegar a él.”

2) ¿Cómo define el autor la Conciencia y la Inteligencia?.

Dewey (1964) conceptualiza a la conciencia a partir de fundar una crítica a la


concepción clásica de lo que es la llamada “Conciencia” en términos Kantianos.
Desarrolla el concepto desde su perspectiva y la define como una corriente
integrada en el fluir de los actos, es decir, que no separa la conciencia como algo
que está y responde a estímulos, sino que concibe de manera disociable a la teoría
y la práctica, y que el estímulo es interpretado a través y desde la acción y no que
esta lo desencadena como tal.
Entonces, no considera a la conciencia como sustantiva, sino más bien
adjetiva, lo que significa que al realizar la acción se tiene la facultad y el carácter de
interpretarla de manera consciente.
Así mismo, conceptualiza a la inteligencia humana como la capacidad de la
reflexión consciente, la cual sitúa desde la teoría de la acción. Sosteniendo que el
pensamiento no existe por fuera de la acción, sino que este nace y se refleja a
través de la acción.

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3)​- ​Conceptualice según el referido autor las nociones de Hábito e Impulso y
puntualice las diferencias entre ambos.

A partir de la lectura del texto “Naturaleza humana y conducta” (1964)


desarrollaremos y diferenciaremos los conceptos de Hábito e Impulso propuestos
por Dewey en el mismo.
El autor comprende el Hábito como aquellas acciones adquiridas, como una
forma de usar e incorporar el medio ambiente (aunque ningún hábito contiene en sí
mismo la capacidad de asimilar completamente al medio ambiente) y como parte de
nuestro propio ser. Todos los hábitos necesitan de cierta clase de actividad y
constituyen la personalidad, forman parte de nuestros deseos, rigen nuestros
pensamientos determinando cuales deben surgir y cuáles no. El autor reconoce la
necesidad de cierta mecanización contenida en el hábito (ya que de lo contrario
ciertos actos serían torpes), pero entiende que no es el hábito en sí mismo debido a
que en ciertas circunstancias es necesario un proceso consciente, es por ello que
reconoce dos tipos de hábitos, uno inteligente y otro rutinario.
Por un lado, los hábitos necesitan de los órganos sensitivos y motores
culminando en una asimilación del medio ambiente, convirtiéndose en un medio,
pero al mismo tiempo requieren de orden, disciplina y técnica, tienen un principio, un
medio (intermediarios) y un fin (culminación). Así mismo, los hábitos también
necesitan del apoyo de condiciones periféricas, es decir, que siempre necesitan de
una sociedad o grupo específico de personas que actúe como auxiliar para que
pueda manifestarse. Por otro lado, Dewey (1964) plantea que podemos cambiar los
hábitos solo de forma indirecta al modificar las condiciones, seleccionando y
valorizando los objetos que llaman su atención y que influyen en el cumplimiento de
sus deseos, sin embargo, los hábitos se modifican continuamente entre ellos.
Entonces, dijimos que Dewey comprende al hábito como aquello adquirido o
primitivo, por el contrario, el autor sostiene que el impulso es secundario y
dependiente, los concibe como aquellos ejes en que giran la reorganización de las
actividades, por ejemplo, los impulsos de un recién nacido son dependientes y un
punto de partida para lograr asimilar el saber de los más maduros. Por lo tanto,

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cualquier impulso puede convertirse en una disposición cualquiera, va a depender
del medio que lo rodea.
Asimismo, el autor contempla la capacidad renovadora del impulso, ya que
puede modificar los hábitos, permitiendo el aprendizaje o desarrollo educativo,
pudiendo encontrar esta capacidad mayormente desplegada durante la infancia,
aunque nos advierte que esto se encuentra como posibilidad, no como certeza, es
decir, puede o no renovar el hábito.

4)​ ​¿Qué relación establece el autor entre Impulso, Inteligencia y Hábito?.

La relación que establece Dewey (1964) entre impulso, inteligencia y hábito


refiere a que primeramente, los hábitos son el medio del que se sirven el
conocimiento y el pensamiento, y dependerá de la forma en que los impulsos lo
animen para poder ser modificado. Por lo tanto, el impulso trae consigo la
posibilidad de una reorganización permanente de los hábitos que les permita
enfrentarse a nuevos elementos en nuevas situaciones.

Si bien ni los hábitos, ni los impulsos, se detienen a pensar, observar,


recordar y reflexionar por sí mismos, si se requiere de estos últimos para despertar
el pensamiento, incitar la reflexión y avivar la creencia. Por lo tanto, solamente el
pensamiento se da cuenta de los obstáculos, inventa herramientas y dirige la
técnica, siendo función esencial de la inteligencia el ir aclarando la confusa situación
que se genera a partir de que el impulso define la observación, la búsqueda e
investigación hacia lo desconocido, y el hábito viejo al proporcionarnos un sujeto da
lugar a que de a poco los hábitos organizados se desplieguen y enfoquen.

5) ¿Qué postula el autor respecto del proceso de Deliberación Común?

Dewey (1964) postula el proceso de deliberación como “un ensayo teatral


(imaginario) de diversas líneas posibles de acción que están en competencia”
(p.178), que permite conocer cómo son las diversas líneas de acción posibles y
combinar diferentes elementos de los hábitos e impulsos para poder ver cuál sería
la resultante de realizar una acción. En este proceso, el pensamiento se anticipa,
prevé los resultados sin llegar a un acto real, todo esto ocurre en la imaginación

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evitando que se llegue al fracaso o error real ya que lo que sucede en la realidad es
irrevocable, en cambio lo imaginativo es recuperable y no definitivo.

Además, la función de la deliberación “es despejar confusiones en la


actividad existente, reanudar la continuidad, recobrar la armonía, utilizar los
impulsos sueltos y dar nueva dirección al hábito” (p.186), encontrando su origen en
la modificación de la actividad y su finalización en elegir el curso de acción que
restablezca el orden. Por lo tanto, el autor refiere que “la elección es encontrar en la
imaginación un objeto que proporcione el estímulo adecuado para la reanudación de
la acción manifiesta” (p.180) eligiendo tan pronto como encuentren un camino
abierto la combinación de elementos de hábitos e impulsos.

Dichas elecciones, pueden ser consideradas racionales cuando nos induce a


actuar teniendo consideración y flexibilidad de los derechos de cada uno de los
hábitos e impulsos antagónicos, e instituya la percepción de nuevos fines, actos y la
afición a los mismos. Pero también pueden ser consideradas irracionales “en el
mismo grado en que un fin sea tan fijo, una pasión o interés tan absorbente, que
deformen la previsión de las consecuencias” (p.186).

En continuidad, el proceso de deliberación es previsor, se asienta en


situaciones objetivas y se centra en valorar acciones propuestas en el presente,
ocasionando en un primer momento un exceso de preferencias a partir del cual
deseamos cosas que no son compatibles entre sí. Como plantea el autor, somos
seres cargados de prejuicios que debemos elegir constantemente lo que queremos,
por lo tanto lo que verdaderamente está en juego en cualquier deliberación, es la
clase de persona en que se va uno a convertir, que especie de ser está en
formación y qué clase de mundo está haciendo.

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6) ​A partir de la lectura de los conceptos centrales enunciados por Mead,
señala con una V las afirmaciones que reflejan la perspectiva del autor y con
una F las que presentan sus conceptos de manera errónea.

a-​ ​La persona es algo que está presente ya en el nacimiento. ​F.

Según Mead, la persona es una construcción social que involucra la interacción con otras
personas, grupos.

​ l espíritu está socialmente constituido. ​V.


b-​ E

c-​ ​El “mí” es el principio del impulso. ​V.

d-​ ​El “yo” es la reacción del organismo a las actitudes de los otros.​ V.

e-​ ​El "mí" es la serie de actitudes organizadas de los otros que adopta uno mismo. ​V

f-​ ​La persona tiene la característica de ser un objeto para sí. ​V.

g-​ ​El otro generalizado se adquiere junto con el gesto vocal. ​F.

El otro generalizado se adquiere a través de la adquisición de roles, por ejemplo por medio
del deporte.

h- ​Se convierte uno en una persona en la medida en que puede adoptar la actitud de
otro y actuar hacia sí mismo como actúan otros. ​V.

i-​ ​El yo se configura a partir de la adquisición del Otro generalizado ​V.

j- E
​ s a través del Otro generalizado que la comunidad ejerce su control sobre el

comportamiento de sus miembros individuales. ​V

7) Describa los procesos sociales necesarios para la constitución de la


persona.
Según Mead (1993)
por medio de la sociedad el animal impulsivo se convierte en un animal racional, un
hombre. En virtud de la internalización o importación del proceso social de
comunicación, el individuo adquiere el mecanismo del pensamiento reflexivo;
adquiere la capacidad de hacer de sí mismo un objeto para sí y de vivir en un mundo

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moral y científico común; se torna en un individuo moral, con fines impulsivas
transformados en la procura consciente de fines en vista. (Mead, 1993, p.26)

Por otro lado, menciona que el lenguaje entendido como sistema de símbolos
significantes, favorece la incorporación de la situación social externa a la conducta
del individuo, le permite prever las reacciones de otros individuos y adaptarse a ellas
posibilitando el pensamiento y la conciencia reflexiva. A su vez, puede efectuarse
una conversación por medio de gestos, que no es posible traducir en lenguaje
articulado.
Otra serie de factores básicos en la génesis de la persona está representada
por el juego y el deporte. Mead(1993) utiliza estas metáforas para describir las dos
etapas en el desarrollo de una persona, en la primera de ellas, la persona individual
está constituida simplemente por una organización de las actitudes particulares de
otros individuos hacia el individuo y de las actitudes de los unos hacia los otros, en
los actos sociales específicos en que aquél participa con ellos. Mead(1993) utiliza la
metáfora del juego en esta etapa, donde ​sostiene que se juega siempre a algo,es
decir, se adopta siempre un papel​.
En referencia a la segunda etapa, la persona está constituida no sólo por una
organización de las actitudes de esos individuos particulares, sino también por una
organización de las actitudes sociales del otro generalizado, o grupo social como un
todo, al cual pertenece. Esas actitudes sociales o de grupo son incorporadas al
campo de la experiencia directa del individuo e incluidas como elementos en la
estructura o constitución de su persona, del mismo modo que las actitudes de otros
individuos particulares; y el individuo llega a ellas, o logra adoptarlas, gracias a que
organiza y luego generaliza las actitudes de otros individuos particulares en
términos de sus significaciones e inferencias sociales organizadas. Aquí, el autor
utiliza la metáfora del deporte donde uno se ha convertido en todos los otros
involucrados en la actividad común, tiene que tener dentro de su persona toda la
actividad organizada, a fin de representar su propio papel.

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8) Conceptualice según el referido autor las nociones de yo y mí, puntualice
las diferencias y la relación existente entre ambos.

El autor Mead (1993) refiere a que


el “yo” es la reacción del organismo a las actitudes de los otros; el "mí" es la serie de
actitudes organizadas de los otros que adopta uno mismo. Las actitudes de los otros
constituyen el "mí" organizado, y luego uno reacciona hacia ellas cómo un "yo".
(Mead,1993 p.154)

En continuidad, expresa el autor que el "mí" y el "yo" residen en el proceso de


pensamiento. No existiría un "yo", en el sentido en que usamos este término, si no
hubiese un "mí"; no habría un "mí" sin una reacción en la forma del "yo". Ambos
aparecen en la experiencia constituyendo una parte de la personalidad. Estos son
esenciales para la plena expresión de la persona y el predominio de uno u otro
depende de la situación, ya que los concibe en relación a la acción en curso.
El autor define el "mí" al “grupo de actitudes que representa a otras de la
comunidad, en especial a ese grupo de reacciones organizadas: el deporte, por un
lado, y las instituciones sociales, por el otro”. (Mead, 1993, p.168). Refiere entonces
al ​conjunto organizado de actitudes de los demás que uno asume. Es la adopción
del otro generalizado. El mi implica la responsabilidad consciente.
El "yo" provoca al "mí" y al mismo tiempo reacciona a él. Tomados juntos,
constituyen una personalidad, tal como ella aparece en la experiencia social. “La
persona es esencialmente un proceso social que se lleva a cabo, con esas dos
fases distinguibles. Si no tuviese dichas dos fases, no podría existir la
responsabilidad consciente, y no habría nada nuevo en la experiencia.” (Mead,
1993, p. 205)
La principal diferencia que expresa Mead(1993) es que el "yo" es la acción
del individuo frente a la situación social que existe dentro de su propia conducta, se
incorpora a su experiencia después de que se llevó a cabo el acto, teniendo
conciencia de éste. En cambio, el “mí" surge para cumplir tal deber, nace en su
experiencia. Todas las actitudes de los otros, provocando ciertas reacciones; -ese
era el -mí" de la situación, y la reacción es el “yo”.

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Frente al "mí" está el "yo". El "yo" es la reacción del individuo a la actitud de
la comunidad, tal como dicha actitud aparece en su propia conciencia. A su vez, su
reacción a esa actitud organizada cambia a ésta. El "yo" aparece en nuestra
experiencia en la memoria. Sólo después de haber actuado sabemos qué hemos
hecho; sólo después de haber hablado sabemos qué hemos dicho.

9) ¿Qué postula Mead sobre la conciencia de sí y qué importancia reviste


dicho concepto para el Trabajo Social?

Partimos de considerar que ​la persona no se encuentra desde el origen del


individuo sino que la misma debe desarrollarse y esto se logra mediante la
socialización. La característica fundamental de la persona es que esta es un objeto
para sí mismo, es decir, tiene conciencia de sí. La conciencia de sí -según el autor-
está definidamente organizada en torno del individuo, y ello, no es simplemente
porque uno se encuentre en un grupo social y sea afectado por otros y les afecte,
sino porque su propia experiencia como persona es una experiencia que uno recibe
de su acción sobre otros. Se convierte uno en una persona en la medida en que
puede adoptar la actitud de otro y actuar hacia sí mismo como actúan otros.
Siguiendo con el planteo del autor
la conciencia, tal como se usa frecuentemente, se refiere simplemente al campo de
la experiencia pero la conciencia de sí se refiere a la capacidad para provocar en
nosotros una serie de reacciones definidas que, pertenecen a otros componentes del
grupo. (Mead,1993, p. 146).

Esta refiere a un reconocimiento o aparición de la persona como objeto. Uno


logra la conciencia de sí sólo “en la medida en que adopta la actitud del otro o se
siente estimulado a adoptarla. Entonces se encuentra en posición de reaccionar en
sí a esa actitud del otro”.​ (Mead, 1993, p.168)
Entonces, ​este proceso
en que el individuo se adapta continuamente, por anticipado, a la situación a la cual
pertenece y reacciona ante ella, da lugar al modo en el que el "yo" y el "mí", ese
pensamiento, esa adaptación consciente, se convierte entonces en parte de todo el

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proceso social y torna posible una sociedad más altamente organizada. (Mead,
1993, p.159)

A partir de la explicación del autor de la conciencia y la conciencia de sí, es


que el individuo se experimenta a sí mismo a partir de las perspectivas de los otros
concretos como de un “otro generalizado”, y el resultado de ello es lo que él
muestra. Dando cuenta de esta forma de la relación existente entre lo individual y lo
social.
Por otro lado, en toda intervención, y sobre todo las de abordaje de casos
individuales, existen interacciones sociales entre agentes o sujetxs, las cuales
según lo propuesto por Mead nos servirán para analizar las intenciones de los
comportamientos de ellxs y a su vez de sus gestos y del lenguaje. También se
vincula con la acción de los individuos y los roles sociales que tenemos en nuestra
conciencia, esperando así determinadas cuestiones tanto del sujetx para el
trabajador social o de del sujetx mismx según el imaginario social que de este se
tenga.

10) A título conclusivo seleccione un concepto de cada autor y explicite según


su criterio qué aportes brinda esa categoría al Trabajo Social.

Según Mead(1993), la persona no se experimenta a sí misma de manera directa,


sino que lo hace indirectamente a través de dos procesos. Por un lado, a través ​del
juego de roles ​le permite al sujeto entrar en la experiencia de sí desde el punto de
vista de los otros particulares involucrados en la actividad común, que ha tomado de
las experiencias sociales del grupo al que pertenece. El mismo, comprende la
internalización de las expectativas que el otro tiene sobre mí. Consideramos que
dicho proceso se relaciona con la intervención del Trabajo Social, entendiendo que
a partir del mismo, es posible generar un vínculo entre el profesional y el sujetx
permitiendo así una comprensión de la situación y problema a resolver. Empatizar
con el sufrimiento y malestar del otrx nos permite entender qué le está sucediendo y
de qué forma lo está sintiendo para poder realizar una intervención y abordaje de un
modo más preciso y congruente con los ideales de la persona. De este modo,
consideramos que para lograr un vínculo profesional exitoso y eficaz, es necesario

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dedicar tiempo a la escucha próxima, atenta y sincera de la historia que narra la
persona-familia, a través del juego de roles.
Por otro lado, es a través del ​Otro Generalizado ​donde el sujetx internaliza y
adopta las actitudes de los otros individuos hacia él y de ellos entre sí, dentro del
proceso social en el que están involucrados. De esta forma, el sujetx y lx trabajador
social pueden realizar un trabajo en conjunto, intercambiando visiones que
enriquezcan la resolución de la situación problema que se esté abordando, como
también de un proceso de aprendizaje propio para cada unx. .
Desde el lineamiento de Dewey (1964) el individuo no está predeterminado
desde el punto de vista social. La transformación del hombre es a través de la
educación, en donde mediante la acción directa sobre los hábitos se puede
transformar al individuo y a la sociedad. Esta noción nos resultó interesante como
aporte al Trabajo Social, permitiéndonos entender por qué hablamos del sujeto
como proceso social, ya que la persona con la que trabajamos e intervenimos es un
ser social, es decir, un complejo entramado de los hábitos que fue forjando y es allí
donde debemos analizar y tener en cuenta a la hora de intervenir.
Por otro lado, según Dewey (1964) el hábito refiere a la adaptación activa de
las capacidades personales a la fuerza del ambiente. Dicha adaptación implica una
transformación del sujeto en sus hábitos en relación con una transformación del
medio. Así, el hábito es una instancia de relación y disidencia en el medio, donde no
sólo lo incorporo sino también los transformo. Siendo oportuno, de esta manera, que
el Trabajo Social proponga adaptaciones conscientes e individuales que sean
satisfactorias.

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Bibliografía​:

- Dewey, J. (1964). Naturaleza humana y conducta. México: Fondo de


Cultura Económica.

- Mead, G. (1993). Espíritu, persona y sociedad. Parte II: Espíritu; Parte


III: Persona. Link del texto:
https://sicologias.files.wordpress.com/2015/01/01-mead-g-espiritu-pers
ona-y-sociedad.pdf

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