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PLAGAS atemorizado que nosotros. Esta vez matar era distinto.

No sería ya el
simple acto de aplastar al son de un crujido bajo el calzado experto,
sino que ahora había unos ojitos que nos miraban. ¿Qué hacer? El
dueño nos suministró “un venenito muy especial que los mata seguro
Convinimos en que no diríamos nada a nadie; vamos a tratar
pero no dentro de la casa sino que los obliga a salir en busca de agua
de resolver el problema, léase librarnos de ellas, de alguna forma
y ahí es donde se despanzurran (les revientan las tripas), lejos,
silenciosa, aséptica y práctica. No tiene sentido volver una vez más a
resguardando la higiene del hogar”.
la pregunta: “¿Y de dónde pueden haber venido?”. Es una pregunta
El tal venenito nos resultó alimentos para nuestras mascotas,
vacía, y lo sabemos bien por experiencias anteriores.
que se daban el gran festín y seguían correteando con alegría,
Cuando fueron cucarachas (¿te acordás de la primera vez que
rascando la madera, y lo que es peor, fornicando sin pudores dado
las vimos, danzando desesperadamente en el lavatorio entre las
que el número de ellos parecía aumentar pavorosamente.
gotitas cristalinas?) reaccionamos con gritos histéricos, asco y luego
Cuando nos animamos con las trampas, a pesar de que dicho
reflexionamos sabiamente: “Bueno, fumigamos y listo, ¿no?”. Je, je,
método significaría recoger con nuestras propias manos los cuerpos
no fue tan simple. Largas semanas que se hicieron meses, intentando
inertes de quienes en vida tantas incomodidades nos habrían traído,
nuevos métodos, recurriendo a nuevas recetitas y trucos que nos
logramos en dos días lo que un mes de “venenito” nos había estado
pasaban nuestros amigos. Durante la invasión nosotros mismos
postergando: el placer de ver con nuestros propios ojos el fin de toda
aspiramos veneno, murieron las plantas y nuestra costumbre de dejar
desdicha.
comida fuera de la heladera.
Pero ahora..., ahora, ¿qué? Por las dudas no diremos nada,
Pero al final con gran orgullo de nuestra parte, vencimos. Fue
pensarán que ya deliramos, que vemos seres vivientes donde no los
un alivio recoger esos cadáveres patas arriba, y prender las luces
hay. No vamos a contarlo, ¿qué te parece? Ya encontraremos la
repentinamente en medio de la noche para no sorprenderlas
forma de librarnos de este par de vacas que nos invadió la casa, a
correteando hacia alguna ranura que les sirviera de ruta rápida a sus
una la encontré cómodamente recostada en el sofá del living, a la
niditos.
otra la viste vos pastando en la alfombra de nuestro cuarto.
Los platos de comida volvieron a exhibirse
desvergonzadamente, nos dábamos el lujo de no lavar la vajilla
después de comer, sino cuando se nos diera la real gana, y ya no
había alimañas que aceleraran los latidos de nuestro corazón.
GIMÉNEZ, Viviana (Argentina) (1991), en Revista Puro Cuento Nª
Hasta que apareció el primer ratón. ¡Ajá, já! Ahí te quiero
28.
ver, me dijiste. Porque era justamente lo que yo había dicho no
Bs. As., mayo/ junio de 1991. Pág.54
esperaba ver nunca. ¡NUNCA en una casa que yo habitara! Pero se
nos escurrió esa vez, con todo descaro, aunque debo confesar, más

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