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Prehistoria - Datacion
Prehistoria - Datacion
Daniel Baffo
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1. CONCEPTOS GENERALES
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Historia Mundial I – Prof. Daniel Baffo
2. SISTEMAS DE DATACIÓN
En Prehistoria contamos con dos sistemas distintos para obtener la cronología de los vestigios
arqueológicos. Una serie de sistemas permiten situarlos en una escala amplia dentro de períodos
conocidos, de manera que su situación en el tiempo es relativa, ya que podemos afirmar que es anterior o
posterior a otros vestigios o culturas. Otra serie de sistemas, generalmente a través de otras disciplinas
científicas, permiten obtener una cronología absoluta, es decir obtener una fecha determinada en la
escala temporal, el momento preciso en el que transcurrió un acontecimiento prehistórico.
En la actualidad se tiende a integrar diferentes métodos, de manera que todos ellos puedan
contrastarse. Ello siempre depende de las posibilidades que ofrezcan los restos que estudiamos.
Indudablemente ninguno por si sólo ofrece la panacea universal, y a través de su comparación es como
puede obtenerse un resultado más fidedigno. Sin embargo no siempre es posible interrelacionar
diferentes métodos y en estos casos se mantienen muchas incógnitas que el progreso de diferentes
ciencias auxiliares desvelarán en el futuro.
2.1.1. La estratigrafía
Uno de los sistemas clásicos de la Arqueología es el relacionado con la sucesión de las capas de
tierra que forman una secuencia o registro. La estratigrafía es un método básico de la geología, ciencia
histórica de la tierra, que fue heredado por la arqueología prehistórica desde sus comienzos.
La estratigrafía parte de una superposición de estratos, que en condiciones normales muestran
una secuencia cronológica en su deposición. Según este concepto el estrato superior es más reciente que
el que se encuentra en su base, formándose entonces un registro cronológico vertical de más antiguo a
más moderno. Vinculado con este principio, se encuentra el concepto que infiere un registro horizontal,
de manera que todos los elementos que se encuentren en un nivel determinado son coetáneos.
Estos axiomas básicos son ciertos, pero en muchos los casos, se producen alteraciones que
conviene detectar durante el estudio de la estratigrafía. El concepto de la sucesión cronológica, debe
corresponderse con un estudio a fondo de las capas pues las alteraciones, bien mecánicas o antrópicas
(debidas al hombre), dejan cicatrices a veces difíciles de detectar.
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Un ejemplo clásico lo constituye la erosión (proceso que puede desmantelar niveles existentes)
constituye asimismo un factor importante y que provoca hiatos (interrupciones) en las secuencias.
Cuando un nivel decimos que se encuentra in situ, queremos decir que se encuentra en posición
primaria, tal y como se depositó en el momento sin que haya sufrido perturbaciones importantes. Sin
embargo cuando un nivel ha sido desmantelado por causas físicas y redepositado en otro lugar, como
por ejemplo con la solifluxión, este nivel es de deposición secundaria y por lo tanto la información que
podamos obtener estará mutilada.
Los factores antrópicos provocan asimismo complicaciones y alteraciones importantes, en
diferente escala según el período representado. Así en yacimientos paleolíticos se observan por ejemplo
zonas en las que se han amontonado restos de niveles en determinadas áreas debido a una limpieza del
suelo practicado por grupos humanos posteriores. En este sentido los hombres magdalenienses de la
Cueva de Morín, practicaron un «barrido» del suelo, en el nivel solutrense, amontonando en una zona el
sedimento con materiales de este nivel más antiguo. La práctica de fosas, muros, postes, etc..., provocan
intrusiones en capas más antiguas y su detección es fundamental, ya que en muchos casos existen lo que
denominamos desviaciones laterales, bien antrópicas o por elementos mecánicos y otros seres vivos. De
esta forma es conveniente que el estudio de una secuencia estratigráfica se realice en distintos puntos, a
ser posible, ya que las variaciones que encontremos pueden alterar significativamente la interpretación
de la misma y la sucesión cronológica por tanto, si sólo tenemos referencia de un único corte.
En arqueología prehistórica, una vez reconocido el período a que corresponde determinado nivel,
es posible enlazar una estratigrafía con otra que presente un estrato semejante y otros que no
representados en la anterior, y así sucesivamente hasta lograr una larga secuencia de períodos culturales.
Durante mucho tiempo este sistema ha sido el dominante en arqueología y como decíamos antes el que
proporcionó los esquemas básicos de la periodización cultural.
En arqueología el concepto de fósil guía ha sido predominante durante mucho tiempo, y gracias
al mismo fue posible establecer las secuencias básicas en Prehistoria. Un ejemplo de ello puede ser el
arpón magdaleniense, de manera que si se detecta uno de ellos en un determinado nivel, sabremos que
nos encontramos ante un estrato correspondiente al Magdaleniense Superior. Este concepto se ha
ampliado en la actualidad ya que la detección de un elemento determinado en realidad es muy limitado,
ya que en la mayoría de los casos es el conjunto de diferentes elementos lo que determina la atribución
cultural.
En el puro terreno de la seriación o secuencia cronológica de una cultura se observan los
conjuntos de diferentes elementos como marcadores de la misma, pues un elemento aislado puede haber
permanecido durante mucho tiempo una vez inventado. Así un contexto del Auriñaciense Antiguo se
define por la presencia de puntas de hueso de base hendida, dentro de la industria ósea, y por otros
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elementos de la industria lítica como son los raspadores carenados y en hocico, hojas auriñacienses,
hojitas Dufour y dentro de un contexto de técnica laminar o de hojas.
En lo que se refiere al valor cronológico de la tipología, con el fin de establecer una serie o
secuencia temporal, ésta debe vincularse a la estratigrafía, constituyendo ambas dos ejes metodológicos
fundamentales de la prehistoria. La estratigrafía y la seriación cultural por lo general se asocia a
secuencias de micromamíferos, palinológicas, etc... que forman una secuencia integrada, llamada
cronoestratigrafía.
Al contrario de los métodos de cronología relativa, existen una serie de métodos procedentes de
otras ciencias que nos permiten fijar en el tiempo un contexto arqueológico, ofreciendo una fecha
determinada, es decir es el sistema que permite la determinación cuantitativa del intervalo de tiempo que
separa un acontecimiento del pasado del instante presente. Estos métodos son diversos y todos se basan
en la aplicación de sistemas fisicoquímicos. Básicamente la cronología absoluta se basa en la
cuantificación del tiempo.
Bajo la denominación de cronología absoluta o de cuantificación incluimos también una serie de
métodos de datación que no actúan sobre materiales directos, como un objeto, nivel o yacimiento
determinados, sino que consisten en marcos cronológicos de referencia, y que se denominan
generalmente como cronología derivada. En algunos casos como la dendrocronología el sistema es
mixto.
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como cronozonas. De esta manera a través del estudio geológico y de la paleontología vegetal muchos
niveles arqueológicos han podido relacionarse y atribuirse a determinado período, como el Dryas III, o
al Allerod, obteniendo así una cronología determinada dentro de las fechas absolutas en las que se
desarrolla determinada cronozona.
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Este método es valioso para secuencias regionales, como el realizado por el barón de Geer (1912)
para el extremo sur de Suecia alcanzando los últimos 13.000 años. Su importancia se extiende fuera de
un área determinada ya que ha servido para calibrar (ajustar) las dataciones del C14, como sucede con el
siguiente «calendario» obtenido por la dendrocronología.
2.2.1.3. La dendrocronología
La dendrocronología es el sistema de datación basado en el recuento de los anillos de la madera
que encontramos en el registro fósil arqueológico, hasta llegar a madera de árbol de edad conocida. Ha
sido el sistema que más ha colaborado para calibrar («ajustar») el sistema del C14, al poder ser datados
por ambos sistemas las mismas muestras. El sistema de la dendrocronología alcanza épocas prehistóricas
no muy alejadas, no siendo susceptibles de ser datados, por el momento, vestigios de los cazadores
recolectores paleolíticos. En este sistema, los árboles utilizados para estas secuencias que alcanzan
épocas prehistóricas tienen una vida media de cientos (roble) o miles de años (como cierto tipo de
coníferas americanas, Pinus longaeva).
El método se basa en el recuento de los anillos de crecimiento anual de la madera de los árboles,
anillos perceptibles en maderas cortadas, como por ejemplo vigas encontradas en yacimientos
arqueológicos. Estos anillos anuales tienen variaciones estacionales, que son fácilmente reconocibles a
simple vista. Así, según las especies, en primavera son más gruesos que en invierno, variando incluso de
tonalidades lo que identifica individualmente cada anillo.
Un factor importante implica el hecho de que los árboles de una misma zona reflejan cambios
climáticos, ya que cambios en la temperatura y especialmente humedad favorecen o no el crecimiento
anual, diferenciándose además por oscilaciones en el grosor. Esto permite la «datación-cruzada», que
consiste en enlazar diferentes registros de una misma especie arbórea en una zona dada, pudiendo darse
el caso de alcanzar restos arqueológicos. Esto es un hecho puntual en la investigación, ya que por lo
general son casos excepcionales, pero los que se han dado han favorecido enormemente la investigación,
especialmente como hemos dicho antes al poder calibrar las dataciones de C14, un método más
universal en su aplicación.
Dos series han sido fundamentales hasta el momento: la secuencia para América del Norte del
Pinus longaeva o Pinus aristata, en las zonas montañosas de California, Arizona, Colorado, Nevada,
Nuevo Méjico y Utah que alcanza un calendario de 6.700 años BC., y la secuencia europea basada en el
roble, en un principio en Alemania e Irlanda, alcanza una cronología de 7.300 años, menor que la
americana. Una interrelación entre las secuencias hace posible alcanzar un calendario de unos 11.000
años, favoreciendo cada vez más la calibración del C14 hacia etapas más antiguas.
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2.2.2. Las dataciones por isótopos radiactivos o “relojes atómicos” y sistemas físico-químicos
A mediados de este siglo los recientes avances de la Física nuclear, cuyo desarrollo fue
espectacular debido a sus aplicaciones bélicas, se extendieron al campo de la arqueología y la prehistoria
para ofrecer una serie de métodos por los que se puede obtener una fecha determinada. El principio de
estos métodos se basa en la propiedad de los isótopos radioactivos que tienen un núcleo inestable que
tiende a estabilizarse. La naturaleza de un átomo está determinada por el número de protones de su
núcleo (número atómico). Su peso está determinado por la suma del número de protones y de neutrones
de su núcleo (masa atómica). A cada número entero de masa de un átomo dado, corresponde un isótopo
de este átomo. Así se define el isótopo 12 (6p+6n) o el isótopo 14 (6p+8n) del átomo del carbono
(numero atómico 6). Según su número de neutrones un núcleo atómico será estable o inestable: esta
estabilidad está vinculada a fenómenos internos del núcleo, así como a la cantidad de neutrones
presentes. Los diversos elementos pueden tener isótopos estables o isótopos inestables, siendo más
inestables cuanto mayor sea la cantidad de neutrones (al ser más pesados tienden a perder los neutrones
extra). En los isótopos inestables existe así una tendencia a la estabilidad del núcleo, que al
descomponerse producen la radioactividad, ya que al expulsar las partículas sobrantes emiten energía.
Los procesos referidos en el párrafo anterior se realizan con regularidad, pero de forma aleatoria,
según una ley constante en la que dada una cantidad de un isótopo ésta se reduce a la mitad en un tiempo
conocido (utilizándose el concepto de vida media) por lo cual son susceptibles de servir para la medición
del tiempo, comprando la cantidad presente en la muestra con la establecida teóricamente. Debido a un
conocimiento imperfecto de la ley física que interviene en una técnica determinada o la imprecisión
ligada a las técnicas de medida, los datos obtenidos por los métodos de datación absoluta están siempre
empañados por dos tipos de errores: los errores sistemáticos y los errores aleatorios.
Los errores sistemáticos pueden controlarse teóricamente, ser tomados en cuenta y corregirse: es
por lo que se efectúan las operaciones de calibración. La calibración de una fecha es la operación que
permite poner esta fecha, obtenida por un método físico o químico, en relación con una escala de tiempo
mejor establecida. El problema de la calibración se establece para todos los métodos de datación. En
Prehistoria la calibración de fechas de radiocarbono ha sido objeto de numerosos estudios.
Los errores aleatorios provienen de la forma de medir la radioactividad presente por lo que es
difícil corregirlos: lo más que puede hacerse es realizar la estimación por la que está marcada la medida:
ello conduce a dar, como elementos de datación, la fecha más probable y el intervalo de tiempo
estimado en el que existe una «alta probabilidad» de que se sitúe la fecha real alrededor de la datación
dada. Según las técnicas la noción de «elevada probabilidad» será más o menos precisa. Así para la
datación del radiocarbono, la precisión de la medida está ligada a un error estadístico sobre un grado de
recuento: éste es bien conocido, por lo que la fecha ofrecida es la media obtenida en el recuento. El
intervalo de tiempo constituye la desviación típica sobre la medida, esto significa que el valor verdadero
oscila un 66% de probabilidad de estar en el intervalo considerado; si doblamos este intervalo el valor
verdadero tiene un 95% de probabilidad de estar en la horquilla así determinada.
En Prehistoria y la Arqueología en general se utilizan para obtener fechas precisas a partir de las
muestras tomadas que serán diferentes según el método utilizado. El primero en su aplicación y el más
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generalizado de estos métodos de los llamados «relojes atómicos» es el del Carbono 14 (C14) o método
del radiocarbono.
2.2.2.1 El Radiocarbono
El desarrollo de la técnica y su aplicación a la arqueología se debe a W.F. Libby (1955, 1965)
por lo que obtuvo el único premio Nobel relacionado con la Prehistoria. Hoy en día existen un centenar
de laboratorios que aplican este sistema no sólo a la arqueología prehistórica sino también a la geología
y otras ciencias.
Esta técnica se basa en las premisas siguientes:
1. Las reacciones nucleares, producidas por los rayos cósmicos, crean C14 en la alta atmósfera a
partir del nitrógeno.
2. El C14 se oxida rápidamente en C14O2 y se mezcla con el CO2 de la atmósfera formado por el
C12 y el C13, isótopos estables del carbono.
3. La producción del C14 es constante y se establece un equilibrio entre producción y
desintegración radioactiva.
4. Por medio de la fotosíntesis de los vegetales, todo el mundo vivo está constituido a partir del
CO2 de la atmósfera y contiene por ello, en una primera aproximación, la misma proporción
de C14/C12 que la atmósfera.
5. En el momento que cesan los intercambios con la atmósfera (muerte de los animales o
fijación de estructuras leñosas para la madera) la cantidad de C14 comienza a disminuir por
decadencia radioactiva, según la vida media.
6. La medida, del C14 restante al día de hoy, permite de ahí determinar el momento de este cese
con la atmósfera para la muestra considerada.
El método «estándar» de medida del C14 es el recuento radioactivo. En efecto cada átomo de C14
que se descompone emite un electrón (radiación beta). El recuento, durante un tiempo dado, del número
de electrones con un contador proporcional permite calcular la cantidad de C14 total de una muestra.
La muestra no se introduce directamente en el contador: previamente es pretratada a fin de
eliminar todas las impurezas que pudieran ser causa de contaminación (carbonatos de origen geológico,
ácidos húmicos). La muestra purificada es quemada a continuación en una corriente de oxígeno y
nitrógeno. El CO2 producido es purificado y enviado al contador proporcional.
El cálculo de la edad se efectúa asignando un valor de 5.568 años para la vida media del C 14. Las
fechas se establecen en relación con el año 1950 y se ofrecen como BP (before present). La
incertidumbre dada por cada muestra está vinculada a la estadística del recuento. Ella representa una
desviación estándar (sigma) sobre la determinación: es decir que el verdadero valor de la edad tiene un
66% de probabilidad de estar comprendida en la horquilla, teniendo por límites los valores obtenidos al
añadir y reducir el valor de esta desviación típica al valor medio estimado.
Ejemplo 10.050 +- 200 BP, significaría 8.100 +- 200 antes de JC (BC = before christ). La edad
de la muestra tendría un 66% de probabilidad de estar comprendida entre 8.300 y 7.900 antes de JC.
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Los primeros resultados de la aplicación del método a la arqueología (Libby) ofrecieron los
resultados a partir de restos de vigas de madera de las tumbas de Zoser y Snefrú (2.700-2.600 BC.) de
cronología conocida, de manera que pudiera contrastarse los resultados. Los primeros frutos para
arqueología prehistórica los tenemos en las dataciones de los niveles preneolíticos del yacimiento de
Jericó, que ofrecieron un cambio de concepción del Neolítico al resultar sus inicios varios miles de años
más antiguos que lo supuesto.
Después de algunos años se han puesto en práctica nuevos métodos de determinación del C14. Se
obtiene por estas técnicas una mayor precisión en las dataciones y una utilización para fechas
sensiblemente más altas del límite de 40.000 años que permite alcanzar el método clásico de recuento.
En particular el más operativo es el acelerador de partículas del espectómetro de masa (AMS).
Utilizando el acelerador de partículas la medición de la muestra es de una elevada rapidez y el
tamaño de la misma es mucho menor (pocos miligramos si se trata de carbón). El sistema es mucho más
caro pero su precisión es muy alta y beneficia el reducido tamaño de la muestra que puede medir.
Existen algunos laboratorios como el de Tucson (Arizona), Oxford (Reino Unido) y Gif-sur Yvette
(Francia) que han ofrecido recientemente resultados muy importantes para edades del Paleolítico. De
esta forma se han obtenido fechas muy antiguas a partir de pequeñas muestras de carbón para el
Auriñaciense en la cueva del Castillo (Cantabria) y L' Arbreda (Gerona) que presentan una antigüedad
12.000 años mayor que la esperada. Del mismo modo el progreso de este sistema ha permitido datar
directamente algunos paneles del arte paleolítico como las cuevas de Altamira y Castillo (España) y
Niaux (Francia), cuyos resultados se publicaron en la revista Nature.
Dado el progreso del método la desviación típica es cada vez menor, pero en dataciones muy
antiguas cerca del límite del método como la que hemos expuesto de ejemplo, aún son altas. En
dataciones de Prehistoria más reciente se están alcanzando verdaderos logros reduciendo a 50 o incluso
cifras menores las desviaciones expresadas. También influye el tamaño de la muestra, cuya mayor
cantidad reduce la desviación.
Uno de los problemas que acontece en el C14 es la necesidad de calibración, es decir corrección,
mediante otros métodos, principalmente aquellos que proveen calendarios. Esta necesidad surge de
fallos en las asunciones en los principios mismos del C14. Una de las principales constituía el que la
concentración del isótopo había sido constante en la atmósfera. Hoy en día se sabe que ha habido
oscilaciones debido a variaciones en la actividad cósmica, que habrían producido más o menos C14
según las épocas. Así mismo la tasa de desintegración hoy se conoce mejor que al comienzo del método
por ello la «vida media» de Libby era de 5.568 +-30, mientras que en la actualidad se sabe que es 5.730
+-30 años, en el futuro sin duda se realizarán aún mayores precisiones. Uno de los sistemas para corregir
o calibrar las fechas se basa en la dendrocronología a través de los calendarios establecidos primero a
partir de las sequoias (hasta 2.000 años) y posteriormente del Pinus aristata que alcanza los 5.000 años.
La primera curva de calibración la realizó Suess en 1967, en la actualidad se establece por consenso,
apareciendo las tablas publicadas en la revista Radiocarbon.
Dentro de los problemas del método, podemos considerar en primer lugar la introducción de
elementos de carbono más modernos que el original, es lo que llamamos contaminación. La
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contaminación puede introducirse en el momento de recogida de la muestra por lo que ésta debe ser
rigurosa y siempre dentro de unos parámetros del contexto que deseemos datar. Otras veces son causas
ajenas, producidas por causas químicas o de alteración de depósitos imperceptibles pero que suelen ser
corregidos en el laboratorio. Si se produce la contaminación ésta ofrecerá fechas más recientes que la
probabilidad auténtica. El prehistoriador será el que deba explicar la diferencia entre la datación y los
resultados del contexto si este factor se diera. Por ello el método no es infalible, aunque sí muy valioso,
y debe contrastarse con otros sistemas que tengamos a nuestro alcance.
El límite del C14 se encuentra en cifras alrededor de los 40.000 años, si bien ya se pueden
alcanzar los 50.000 años. Aunque la calidad de la muestra y la medición sean excelentes y la depuración
de la muestra contribuya a un buen resultado, el método se presenta ineficaz hoy en día para registrar el
tiempo durante el Paleolítico Inferior y buena parte del Paleolítico Medio. En estos períodos debemos
recurrir a otros métodos isotópicos.
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se contrasta con la termoluminiscencia y la electron spin resonance. Los resultados han sido
espectaculares en muchos casos, así tenemos como gran parte de los homínidos europeos han podido ser
datados por este sistema, como el muy reciente de la mandíbula de Bañolas. Este especimen apareció en
un travertino lacustre hace muchos años y estaba considerado como perteneciente a un anteneandertal
(presapiens arcaico), la datación que se ha realizado actualmente en el travertino que se supone se
correspondía con el contexto del resto humano ha arrojado una datación muy reciente alrededor de los
50.000 años, que inclina la atribución del mismo al neandertal, como opinaba un sector de la
antropología. Otras muestras susceptibles de ser datads por este sistema son huesos y dientes (dentina),
corales y conchas de moluscos.
Constituye uno de los sistemas más conocidos dado que ha servido para datar el problema del
origen del hombre en África oriental. El potasio/argón se basa en las propiedades del débil isótopo
radioactivo potasio 40, cuya vida media es de 1.250.000 millones de años. Cuando este isótopo decae se
forman dos productos hermanos, el calcio 40 y el argón 40, este último es un gas y es la acumulación del
mismo lo que sirve de base a la datación.
Por lo general el potasio 40, cuya vida media es de 1.250 millones de años, está contenido en los
minerales que componen la lava y en cenizas volcánicas. La retención del argón 40 dentro de los
minerales con potasio de la lava comienza con el enfriamiento del estado fluido de la misma. Tal es el
caso de los yacimientos de Homo habilis y Australopithecus, en África oriental, región afectada por la
tectónica. En numerosas situaciones (modélicas) los estratos que contenían estos restos se encontraban
asociados a una o entre dos capas de lava, basaltos, cenizas y tobas volcánicas, pudiendo obtenerse
dataciones límite y alcanzar un promedio para las mismas. Así el caso más conocido por ser el primero
es el del Australopithecus boisei de Olduvai Gorge, el cual se encontraba entre dos capas (Bed I y II)
cuyos basaltos en la base de la primera fueron datados en 1,9 millón de años y en 1,7 millones de años el
inicio de la segunda. La fecha estimada fue 1,8 millón de años que sirvió para establecer la fecha de
inicio del Cuaternario. Muchos otros especímenes han sido datados con este sistema lo que ha
favorecido un gran progreso en nuestro conocimiento de las cadenas evolutivas de la hominización.
El argón presente se determina mediante un espectómetro de masa que registra el gas emitido
con la fusión de la muestra. La relación entre el contenido de argón 40 y potasio 40 dará la edad.
Como todos los sistemas, el K40/Ar40 ha necesitado tiempo para calibrar y ajustar las mediciones,
surgiendo algunos problemas en las primeras dataciones, que por fortuna están ya subsanados. Por esta
razón y como sucede en todos los métodos la contrastación con distintas muestras y laboratorios y a ser
posible con otros sistemas es aconsejable. El límite más reciente se encuentra en los 100.000 años. Para
muestras muy jóvenes los límites de error están dominados por la incertidumbre en la corrección,
durante la medición, del argón atmosférico.
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Sistemas físico-químicos
Los sistemas que vamos a ver a continuación se basan no en la desintegración del átomo, sino a
la inversa: el reloj atómico se fundamenta en el efecto acumulativo de la radiación nuclear sobre la
estructura de cristales.
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aplicación arqueológica se realizó sobre muestra de huesos de fauna del yacimiento mallorquín de
Cueva Muleta, ofreciendo un resultado de 26.000 años de antigüedad, perfectamente compatible con la
obtenida del radiocarbono (28.000).
2.2.2.7. El Paleomagnetismo
Por último comentaremos un sistema válido para la obtención de cronología cuya aplicación a la
arqueología ha sido conocido como Arqueomagnetismo. Este método requiere un conocimiento previo
de los cambios habidos en el Norte magnético en la región en donde se ubica el yacimiento o los restos
sometidos a análisis.
El planeta en el que vivimos es un campo magnético, que presenta un norte. Tal y como sabemos
el Norte magnético no es el mismo, no coincide, con el Norte geográfico y el ángulo que forman los dos
está sujeto a variaciones. De año en año éstas son apenas perceptibles, pero en un siglo éstas pueden
llegar a consistir en 10°.
Las implicaciones arqueológicas se basan en la medición del Norte magnético del período que
queremos estudiar a partir de los óxidos de hierro que se presentan como pequeñas impurezas en la
arcilla. Cuando esta última se enfría después de una ignición, los óxidos de hierro adquieren la dirección
del Norte magnético en ese instante, es decir, se imantan de nuevo. La magnetización que adquieren es
permanente, de manera que teniendo una curva de referencia mostrando la dirección del norte magnético
durante los pasados siglos o milenios para la región implicada, se puede calcular la edad de la muestra.
Normalmente estas curvas de referencia se obtienen a partir de medidas similares hechas en hogares o
vasijas de cerámica de las que conocemos la edad por otros medios.
Entre las muestras más utilizadas encontramos los depósitos arcillosos y los fragmentos de
cerámica, cuyo componente básico es la arcilla que retienen una memoria de la dirección en el momento
de su cocción. Este elemento fue el utilizado en los años treinta por Emile y Odette Thellier,
comenzando así la andadura de lo que conocemos por Arqueomagnetismo, término que implica la
aplicación a la arqueología para los últimos 3 o 4.000 años.
El término se engloba en otra definición que conocemos como paleomagnetismo, normalmente
reservado para el material geológico en milenios muy distantes. El Paleomagnetismo consiste en el
estudio del cambio de polaridad, en el que se produjo una inversión de la dirección del polo magnético.
En el caso de un período de polaridad inversa, el norte de una brújula se encontraría en el Antártico en
vez del Ártico. Durante los últimos dos millones de años ha habido siete u ocho episodios de estos
cambios de polaridad, importantes para la escala temporal de cara a establecer secuencias cronológicas
en el Paleolítico, apoyándose en otros métodos de cronología absoluta como por ejemplo el
Potasio/Argón. Un ejemplo de ello lo tenemos en el período Matuyama con una polaridad inversa entre
los 2.48 millones y los 730.000 años, en que comienza el período Brunhes. Por este sistema ha sido
datado el nivel con restos de Horno antecessor en la Gran Dolina (TD6) del yacimiento de Atapuerca.
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acontecimiento arqueológico. Los límites de datación se encuentran entre los 200 y los 100.000 años.
Para ello hay que tener en cuenta además que no todas las regiones ofrecen el mismo radio de
hidratación; así las regiones tropicales permiten realizar dataciones más recientes que en las regiones
árticas, dado que la medida de hidratación es mucho más rápida.
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