Está en la página 1de 5

LA ENFERMEDAD O LA GUERRA

Quería gritar, quería gritar escandalosamente y llorar, un llanto más profundo que el mar,
más fuerte que una tormenta, más triste que la lluvia. sus manos temblorosas cubrieron
su rostro, sus labios secos y lastimados se abrieron suavemente pronunciando un leve
sollozo. tenía rabia, la guerra le arrebató lo único que tenía: su familia, su hogar, su
felicidad. el veneno de la venganza corría fuertemente por sus venas haciendo palpitar
rápido el corazón oxigenando su furia, unos ojos llenos de lágrimas observaban la muerte
con ira, su pálida piel se calentaba las llamas del furor, su sistema trabajaba por el odio
hacia la vindicta.
La sangre lentamente bajo por su brazo empapando el suelo, su herida ardía
intensamente, Tomó aire e introdujo sus dedos con dificultad intentando sacar la bala. El
dolor resplandeció de forma candente y tórrida, haciendo que hormigueara todo su brazo.
Con un gemido interno un poco más su dedo hasta alcanzar un cilindro de hierro cáustico
y letal. Arrojó la bala con rencor y dejó caer su espalda en la tapia quedando
completamente exhausta, cerró sus ojos pacíficamente queriendo a dormirse, pero lo
único que logró fue revivir el recuerdo de esa noche.
Su madre había llegado cansada a la casa ya tenía la cena preparada y a su hermana
acostada, su padre llegó posteriormente saludando con un tierno beso en la frente. más
tarde, ella apagó la última luz de vela encendida y fue a dormir. Cerca de la medianoche
se escucharon unos vehementes disparos y penetrantes gritos de horror.
Desesperadamente se levantó de un salto y fue a buscar a su familia, al salir de la
habitación unas llamas abrazadoras cubrían su casa y las calles, gente chillaba
atormentada mientras corrían en busca de un resguardo. Su madre y su hermana tenían
agobiadas a su herido padre, cuando se oyó otro estallido que afectó a su mamá
haciéndola caer y muriendo al instante al igual que su papá. A pesar de su duelo tomó
rápidamente de la mano a su pequeña hermana llevándola consigo para encontrar
refugio. aunque corrían, tres disparos las alcanzaron hiriendo a su hermana en un costado
y el pecho quien cayó pesadamente, donde dio una última mirada a su hermana mayor
muriendo finalmente. Ella soltó un grito desgarrador, pero siguió corriendo. Cuando se
percató de qué había recibido un tiro en el brazo corrió más rápido, escapando por fin del
atentado. Caminó varias horas y encontró un pequeño escondite para descansar.
Al otro día una voz gruesa la despertó, alerta por lo que había pasado la noche anterior
retrocedió veloz mente.
-No te asustes- dijo un soldado, pero ella lo miro con desconfianza- ¿cuál es tu nombre?,
yo soy Cortés. -
Ella miro al suelo, Demoró un tiempo y respondió -soy Annie Fell. -
-Bien Annie Fell, voy a preguntar por tu familia, ¿tienes a alguien especial para que avise?
De repente Annie sintió que su mundo se desmoronaba, se dio cuenta que estaba sola,
completamente sola, ya no tenía sentido que se preocuparan por ella, qué gastaran
medicamentos y atención, ya no sentía ninguna razón para seguir luchando; Annie bajo la
mirada y se quedó callada. El soldado buscó en su bolsa de primeros auxilios, pero no
encontró nada, ya todo se había utilizado; lo único que halló fueron unas vendas, las
cuales las enrolló en la herida de la chica.
-Lo Lamento-dijo Cortés, Annie asintió levemente intentando no llorar- También he
perdido personas que son muy importantes para mí, ¿cuántos años dices que tienes? -
-Dieciséis-
Cortés recordó la muerte de su padre también a esa edad, el cáncer acabó con su padre y
su familia. Alejando esos pensamientos el soldado ayudó a parar a Annie sugiriéndole que
lo acompañara al campamento más cercano del Ejército.
Luego de unas horas de camino, llegaron finalmente al sitio de reposo, al entrar Annie
pudo observar muchas personas heridas, desde civiles hasta soldados de alto rango, la
sangre se divisaba por todas partes al igual que se oían gritos de dolor. Cortés la llevó a
un pequeño cuarto, ella se sentó en una camilla mientras que él buscaba implementos
para desinfectar y sanar su brazo. Pasó un largo silencio antes de que alguien pronunciar
una sola palabra.
-Cuéntame sobre ti- dijo finalmente Annie
-Mi padre estaba en el Ejército, así que entre joven allí, mi vida se representó
básicamente en recibir buenas calificaciones en el colegio y entrenar fuerte en el Ejército.
Por mi padre iba a subir a grandes cargos, pero no. A los 16 años mi padre murió por
cáncer de pulmón así que nunca me asignaron un alto rango; Más tarde me enviaron a la
guerra; he sido muy astuto pues he librado bastantes batallas, pero no sé hasta qué punto
seguiré ganando. - terminó Cortés con una mirada perdida y decepción- La verdad es que
nunca quise entrar al ejercito- continuó Cortés- mi sueño era ser médico, me gusta ayudar
a las personas, claro que no en la forma que ahora lo hago, me imaginaba llegar a ser un
profesional, pero mi padre no quería eso para mí así que me convenció diciendo que
podría ayudar mucho en el Ejército sanando heridas de los afectados, en cambio estuve
en una base militar Rusa prestando servicio, y ahora en esta guerra.
- ¿Estás contento con eso?
Me siento muy bien ayudando a personas como tú, por ejemplo, pero no del todo, no
quiero estar en medio de esta guerra, no quiero seguir viendo tantos compañeros caídos y
saber que pronto tú vas a hacer el próximo.
-lo lamento- dijo Annie
Cortés asintió con la cabeza.
- No hablemos más sobre mí, Cuéntame de ti -sugirió
-Podría ser en otro momento?, es que no me siento muy bien.
Unos médicos entraron apuradamente con un soldado desangrándose, se dirigieron al
cuarto donde estaba Annie, ella se apresuró a darles el espacio saliendo de aquel
pequeño recinto. Annie se miró al espejo que había allí, tenía unas profundas ojeras, tenía
los labios lastimados, las mejillas llenas de suciedad y sangre seca. Tenía unos ligeros
cortes en su rostro y sus ojos rojos estaban un poco hinchados por llorar. Se recogió su
descuidado cabello enrollándolo, formando una cebolla y se lo amarró con un elástico que
llevaba en la muñeca, lavó su cara removiendo las impurezas sintiéndose más fresca. Ella
se acurrucó en un rincón junto a Cortés y quedaron dormidos. Al día siguiente Annie
despertó antes que Cortés, se levantó y buscó el baño para darse una ducha. Entró a un
cuarto pálido y poco acogedor, tenía paredes que algún día pudieron ser blancas, pero
ahora se veían de un tono marrón y rojizo, el lavamanos estaba un poco descolgado y
sucio al igual que la cisterna, el espejo tenía los bordes oxidados y manchas que
dificultaban dar un buen reflejo. Annie cerró la puerta vieja de madera y comenzó a
desvestirse, colgó una toalla que había encontrado y se metió a la regadera. Abrió
lentamente el grifo, el cual chirrió dando paso al agua, de la ducha salió un chorro líquido
frío el cual cayó por su desnuda espalda, ella retiró la venda de su brazo, y dejó que el
agua fluyera por su herida, soltó un leve gemido por el dolor y se puso a pensar. Un fuerte
golpe a la puerta despertó a Annie de tan bellos recuerdos, ella tomó la toalla y se secó,
mientras se vestía oyó que del otro lado era Cortés quien la llamaba urgentemente
gritándole:
- Annie!, debes salir ahora mismo, han atacado el resguardo militar, si no vienes conmigo
ahora, no sobrevivirás.
Ella abrió rápido y salió corriendo con el soldado. Mientras avanzaban velozmente, Annie
pudo divisar varia gente caída, observaba sangre y cuerpos por todas partes, escuchaba
gritos y disparos, una bomba cayó cerca de ella, la cual la aturdió, se mareó y tambaleó,
ya no podía concentrarse en correr, así que Cortés la sujetó y la ayudó a seguir mientras
le gritaba algo que no pudo entender. Tras correr vario tiempo, Annie no pudo seguir, se
sentía tan cansada que tenía la necesidad de tumbarse en el suelo, y cerrar sus ojos para
siempre. Cortés la cargó otros metros más adelante, donde finalmente encontraron una
cabaña abandonada para descansar.
- Tengo que contarte algo- dijo Cortés rompiendo el silencio después de un buen tiempo
- Dime-
- El ataque del refugio fue por mi culpa- soltó con los ojos llorosos
- Qué?, no, no digas eso, por qué habría de ser tu culpa-
- Sabes por qué inició la guerra? -
- No- Annie jamás se había puesto a pensar en eso, pues nunca creyó que el conflicto
llegara a afectarla a ella.
- Yo estaba prestando servicio en una de las bases militares de Rusia, donde también era
un laboratorio, allí descubrieron la cura para el Ébola; yo tenía turno para vigilar el
laboratorio por la noche, ellos pensaban mantenerlo en secreto y chantajear otros Países,
querían que más gente muriera a causa de esta enfermedad, que según dicen, fue creada
por el mismo hombre. Crearon una bomba la cual dispersaría este virus, y al tener
muchas víctimas de esta enfermedad, podrían dominar otros países para lograr obtener la
medicación. Yo robé esa Fórmula, claro que, con ayuda de otros compañeros. Ahora me
están buscando, se armó la guerra por mi culpa; aunque no sé cómo se enteraron de que
yo estaba en aquel refugio.
- No te creo-
- Debes alejarte de mí, en cualquier momento me podrán encontrar-
- No te dejaré, tú me ayudaste y ahora haré lo mismo contigo-
-Gracias-
Annie salió de la cabaña para observar el atardecer, Cortés la siguió.
De repente, unos hombres armados salieron de la nada, tomando a Cortés por la fuerza.
Lo habían encontrado.
Annie gritó, uno de los soldados enemigos la tomó por la cintura, la llevó a la cabaña. Ella
forcejeó mientras veía como se llevaban a Cortés, se sacudió con desesperación
intentando soltarse, pero todo fue en vano, el soldado adverso la dejó encerrada en la
casucha.
Annie chilló y golpeó la puerta, se asomó por una pequeña ventana, cuando vio un
destello de luz rusiente antes de ser alcanzada por el impacto de la bomba y quedar
inconsciente.

También podría gustarte