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TÍTULO:

La migración andina en Uruguay

AUTORES:

Hugo de los CAMPOS - Laura PAULO

RESUMEN:
El artículo presenta los principales hallazgos de un estudio realizado en el año 2001,
por la Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de la República de Uruguay, con
el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones. Dicho estudio se
orientó a la población migrante procedente de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Se repasan los resultados obtenidos respecto al volumen de migrantes, las formas de
organización que estas comunidades han desarrollado, las relaciones que establecen
con los uruguayos, los motivos de migración y las formas de incersión laboral. El
documento se organiza en apartados, donde se expone la información obtenida para
cada comunidad de migrantes. En las conclusiones se presenta un panorama general
de la migración proveniente de la zona andina.
INTRODUCCIÓN

Este documento es un resúmen del estudio realizado durante el año 2001, sobre la población

migrante en Montevideo (Uruguay), procedente de cuatro países latinoamericanos. Tal estudio

resultó de un Convenio de Cooperación entre el Departamento de Trabajo Social (Facultad de

Ciencias Sociales – Universidad de la República) y el Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana

(SEDHU), contando con el apoyo financiero de la Organización Internacional para las Migraciones.

La investigación se orientó a conocer las características socio demográficas y los motivos de

migración de la población procedente de Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador. Se procuró además,

determinar criterios de interpretación sobre el proceso de acercamiento al Uruguay de estas

comunidades así como estimar su volumen, estrategias de sobrevivencia y sustento familiar.

La iniciativa del SEDHU se fundamentó en su experiencia de atención a migrantes, la cual

constituye una de las líneas de trabajo de esta Organización no Gubernamental. Entre 1999 y

noviembre de 2001, SEDHU atendió 565 consultas de inmigrantes, de las cuales el 92%

correspondía a personas nacidas en alguno de los países incluidos en este estudio. Se manifestaba

así, un claro aumento de la migración procedente de países de la zona andina.

La estrategia de investigación combinó el análisis de datos secundarios (información

cuantitativa disponible sobre el fenómeno), con la producción de información, fundamentalmente a

través de entrevistas a informantes calificados, procurando un primer acercamiento a las

características y formas de vida de las comunidades de inmigrantes. Se estudiaron las cinco

comunidades, en función de una espectro diverso de variables. Esta decisión implicó asumir que la

información obtenida tuviera un carácter general, que en muchos casos merecía ser profundizada. La

intención fue la de aportar a futuras investigaciones una descripción básica de la situación de estas

comunidades en Montevideo.

2
El informe original se ordenó en cinco secciones, correspondientes a cada uno de los países

de procedencia. En cada sección se comenzó presentando una serie de indicadores sociales y

económicos básicos sobre el país de origen y se analizaron las migraciones recientes de esas

nacionalidades en América. Seguidamente se presentó la información obtenida en el transcurso de la

investigación (volumen de inmigrantes, lugares de procedencia y formas de llegada al Uruguay,

motivos de migración, características socio demográficas, ocupaciones, lugares de residencia,

relaciones con sus connacionales, relaciones con los uruguayos y expectativas de radicación).

Finalmente se incluyó un capítulo de conclusiones, con un resumen de la información obtenida y

algunas hipótesis sobre la evolución del fenómeno en los próximos años.

En este artículo se presentan en forma sintética los principales hallazgos...

LA INMIGRACIÓN BOLIVIANA EN EL URUGUAY

En 1996 fueron censados en Uruguay 376 bolivianos1. Si bien la cifra resulta menor a la

constatada en otros países americanos, en términos relativos –esto es, considerando el número total

de habitantes del Uruguay- es similar a la emigración hacia Brasil y Venezuela. De las cinco

comunidades de inmigrantes estudiadas, la boliviana fue la única que mostró una disminución en los

últimos años. Si bien se disponía de información cuantitativa parcial, el análisis de todas las fuentes

de datos relevadas condujo a esa conclusión.

En el Consulado de Bolivia se habían registrado, desde 1997 a noviembre de 2001, 207

personas nacidas en aquél país. De ellas, 72 lo hicieron en 1997, 63 en 1998, 41 en 1999, 13 en el

año 2000 y 18 en el 2001. La información proporcionada por la Dirección Nacional de

Identificación Civil, relativa al número de tramites realizados por bolivianos para obtener cédula de

1
Censo de Población, Hogares y Viviendas. Instituto Nacional de Estadística.

3
identidad uruguaya2, mostró la misma tendencia decreciente. En total realizaron dicho trámite, desde

1997 a la fecha, 230 ciudadanos bolivianos. El saldo de entradas y salidas de bolivianos al Uruguay

era de 343 personas entre 1998 y 2000. El Cónsul de Bolivia en Uruguay estimó que en aquel

momento estaban radicados en nuestro país unos 150 bolivianos, a los cuales debía sumarse un

número indeterminado de itinerantes.

En relación a los lugares de procedencia y formas de llegada a Uruguay, puede decirse que

los bolivianos llegaban mayoritariamente desde Buenos Aires, donde existía una comunidad muy

importante. Algunas de estas personas viajaban a Montevideo en forma temporaria, en condición de

turistas o para trabajar zafralmente, regresando luego a Buenos Aires. En menor medida ello se

constataba con los bolivianos radicados en Brasil, dado que San Pablo y Río de Janeiro, son

ciudades más alejadas de Montevideo. En definitiva Argentina, y en especial Buenos Aires,

aparecieron como lugares de concentración de inmigrantes bolivianos en el Cono Sur. Montevideo,

por su cercanía con aquella ciudad, recibía bolivianos en forma transitoria. Casi la mitad de los

bolivianos registrados en el Consulado de aquél país, era nacido en Cochabamba. Coincidía con el

lugar de procedencia de la mayoría de los bolivianos en la ciudad de Buenos Aires3.

Se detectó un número reducido de profesionales y religiosos que habían migrado a nuestro

país por requerimientos de su actividad. En el resto de los casos se trataba de una típica migración

económica. Los bolivianos que llegaban desde Buenos Aires, lo hacían con la intención de obtener

trabajo, aunque fuese en forma transitoria.

El Cónsul de Bolivia definió al boliviano típico en Montevideo como hombre, joven (entre

19 y 25 años) y con instrucción media (estudios secundarios). Respecto a las ocupaciones de esta

2
Documento Nacional de Identificación.
3
Cfr. Alejandro Grimson. Revista Estudios Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires, 1996.

4
población, pude decirse que integrantes de la Inspección General del Trabajo 4 habían constatado la

presencia de bolivianos casi exclusivamente en el sector de la construcción. Desde esta oficina del

Estado se informó un aumento notorio de la presencia de bolivianos durante períodos de auge de

este sector, predominando la ausencia de contrato formal de trabajo.

Confirmando lo anterior, personal diplomático del Consulado de Bolivia manifiestó que la

construcción era el principal sector de ocupación de sus connacionales en Uruguay. Respecto a las

mujeres señaló el servicio doméstico. Nuevamente estas dos actividades coincidían con las

realizadas en Buenos Aires5.

Dado el carácter transitorio de estos migrantes económicos, no se detectaron zonas donde

residieran mayoritariamente. Algunos bolivianos se alojaban fuera de Montevideo, en ciudades

cercanas a la capital del país.

Respecto a las relaciones con sus connacionales, la única organización relevada en el

transcurso del estudio fue la Asociación de Damas Bolivianas. Grupo conformado por esposas de

empresarios y comerciantes bolivianos radicados durante años en nuestro país, que no accedieron a

ser entrevistadas. No se detectaron problemas de relacionamiento con los uruguayos. El escaso

número de bolivianos residiendo en forma permanente en el Uruguay podría explicar este hecho.

No se verificó una alta expectativa de radicación de estos migrantes. Como se ha dicho, la

escasa información obtenida respecto a esta comunidad, indicaba que los bolivianos que llegaban al

país residían permanentemente en Buenos Aires. Desde el Consulado se sugirió un posible

incremento de la radicación en Uruguay, debido a los problemas que enfrentaba el vecino país.

4
Oficina del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Uruguay, responsable del control del cumplimiento de la
legislación laboral.
5
Alejandro Grimson. Ob. Cit. pág. 397.

5
LA INMIGRACIÓN COLOMBIANA EN EL URUGUAY

El Consulado de Colombia en Uruguay tenía registradas 470 personas originarias de aquél

país, al momento del estudio. No obstante, se sabía que existía otra porción de población que no se

contactaba con el Consulado pero residía en nuestro país. Los diplomáticos entrevistados estimaron

esta población flotante en aproximadamente 100 personas. Integrantes de la Asociación de Damas

Colombianas indicaron que en 1997 los colombianos residentes en Uruguay no eran más de 100,

aunque de hecho en el Censo de 1996 se registraron 362 personas nacidas en Colombia.

Entre 1997 y 2001 tramitaron Cédula de Identidad uruguaya 283 colombianos. Entre 1997 y

2000 la Dirección Nacional de Migración concedió 96 residencias a personas de aquél país. El saldo

de entradas y salidas del territorio nacional fue de 540 colombianos entre 1998 y 2000. Mas de la

mitad en el último año.

La opción por Uruguay derivaba principalmente de una relación afectiva con nuestro país y

con los uruguayos. En las entrevistas a integrantes de la Asociación de Damas Colombianas se

destacó además que: “(Uruguay) es un país donde se vive tranquilo, país donde hay mejor

distribución del ingreso, país latinoamericano con menor pobreza... por lo tanto se está optando por

venir acá”.

En general, los que no se vinculaban al Consulado viajaban por tierra. Venían recorriendo

otros países y así es llegaban a Uruguay. El resto de la colonia llegó por aire, directamente a

Uruguay y en muchos casos venía porque se habían casado con empresarios uruguayos. De no ser

así, venía el hombre solo para analizar las posibilidades de establecer un vínculo laboral y afincarse

con su familia. Sólo en caso de que las posibilidades fueran ciertas traía a su familia, de lo contrario

no se quedaba en Uruguay.

En los últimos tiempos había aumentado la migración en general y hacia Uruguay en

particular. La principal motivación señalada por los entrevistados refierió a la necesidad de muchos

6
colombianos de alejarse de la situación de violencia que se vivía en su país; muchos de ellos eran

identificados como desplazados por la violencia.

Al igual que en otras comunidades, los entrevistados identificaron dos oleadas de migración:

un primer contingente de profesionales y empresarios, un segundo grupo, más reciente, con menores

calificaciones y situación económica más precaria. Como señalaba una integrante de la Asociación

de Damas Colombianas “...son personas que a veces tienen algunos cursos técnicos, pero no son

profesionales. Algunas veces no tienen ningún curso técnico. También hay mucha gente desplazada

por dinero”.

La información del Consulado mostró una leve prevalencia de las mujeres (56%) en el total

de inmigrantes colombianos. Datos de la Dirección Nacional de Identificación Civil mostraron una

participación similar de hombres y mujeres. Como es común en los procesos migratorios recientes,

prevalecían las personas jóvenes.

No pudo identificarse a los colombianos con un sector productivo específico. Según

autoridades del Consulado, el colombiano es “de hacer negocios”. Los 500 más estables en Uruguay

se dedicaban a alguna actividad profesional o comercial concreta. Sin embargo la otra porción de

colombianos con los que el Consulado no tenía contacto, fueron definidos como más aventureros.

Como ejemplo de este perfil destacaron a aquellos que se dedicaban a tirar las cartas. Recurrían a

ese tipo de generación de ingresos por carecr de calificación para otro tipo de trabajo. Señaló una

entrevistada que: “en un momento vino un grupo de colombianas que se afincaron en la zona de

Maldonado 6, que se dedicaban a tirar las cartas, numerología... incluso tenían un 0900 (...) esto fue

el año pasado”.

Los diferentes informantes consultados respecto a la radicación de la colonia colombiana,

coincidieron en establecer que estaban dispersos en la ciudad. Los lugares más frecuentes de

6
Departamento turístico del Uruguay, donde se ubica el principal balneario del pais (Punta del Este).

7
residencia estaban asociados a la zona costera de la capital del país, donde se ubica la población con

mayor nivel socio económico. Con la última oleada migratoria, la población se dispersó hacia otros

barrios. Otra entrevistada indicó que “cuando llegué acá la mayoría vivía en Carrasco, toda la zona

de la playa... mucha gente en Pocitos. Ahora con esta nueva migración ha sido un poco más

disperso... también hay gente en el Prado, en La Paz que antes no se daba (...) en la Ciudad de la

Costa también... antes eso no se daba”.

Contrariamente a lo verificado en otras colonias, difícilmente se encontraban a colombianos

residiendo en pensiones. En los casos en que esto se daba, a juicio de los informantes, se debía a una

situación transitoria de la que salían en un corto período.

A través de las entrevistas realizadas pudo percibirse el importante rol que jugaba el

Consulado, no sólo en la difusión del país y su cultura sino también en la dimensión social,

particularmente facilitando la integración de los recién llegados y promoviendo la interrelación

permanente de los colombianos en Uruguay. Dentro de los eventos culturales de 2001, puede

destacarse la presentación de arte precolombino que estaba en plena organización al momento de

esta investigación. También estaba prevista la realización de una oración por la paz en Colombia y

el mundo.

Simultáneamente a esos eventos de corte más formal, también realizaban gestiones

orientadas a actividades recreativas. Este tipo de acciones contrastaba con las actividades típicas de

los otros Consulados analizados.

Las dos principales agrupaciones de la colectividad colombiana detectadas en aquel

momento eran la Asociación de Damas Colombianas en el Uruguay y el Grupo de Danzas

Macondo. La primera estaba integrada en general por profesionales o ejecutivas, en algunos casos

casadas con uruguayos y radicadas en nuestro país. Cumplían una importante labor social no sólo

apoyando a la colonia colombiana sino contribuyendo con escuelas, como forma de propiciar la

8
integración entre uruguayos y colombianos. Su estructura organizativa incluía una Junta Directiva

que elaboraba el programa de trabajo para el período. En el 2001 se orientó a tres áreas: cultural,

ayuda social en Uruguay (infancia) y servicio de apoyo y orientación a colombianos.

El Grupo de Danzas Macondo se había constituído 6 años antes de este estudio. Sin embargo,

recién desde hacía 4 que funcionaba con regularidad. En aquel momento realizaban ensayos una vez

por semana y se organizaban para presentarse en diferentes eventos. Algunas de estas presentaciones

eran para entidades uruguayas mientras que otras se realizaban en encuentros de colombianos

organizados por el Consulado o por la Asociación de Damas Colombianas. El grupo estaba

compuesto por aproximadamente 16 personas siendo las mujeres colombianas, y los hombres todos

uruguayos en general casados con colombianas.

Una de las entrevistadas manifestó su dificultad inicial para insertarse en el mercado laboral.

Interrogada respecto a la incidencia de ser colombiana como determinante de esa dificultad,

respondió: “Creo que son dos cosas. No es ser colombiana, es ser extranjera. Y por otro lado el

hecho de ser mujer”. Más allá de los primeros impactos por la cultura diferente, los modismos, etc.

la entrevistada destacó con asombro la diferencia que existía entre Colombia y Uruguay, respecto a

la posición del extranjero. Según sus declaraciones, en Colombia el extranjero era muy bien visto en

el ámbito laboral mientras que en Uruguay era percibido como un competidor no deseado.

Se detectaron diferencias de opinión entre las personas consultadas, respecto a las

intenciones de radicación de sus connacionales llegados en ese último período al Uruguay. Mientras

las autoridades del Consulado estimaban que muchos migrantes recientes no tenían expectativas de

radicación, integrantes de las asociaciones y grupos consultados consideraban que la decisión de

radicación estaba directamente ligada a las oportunidades laborales. En caso de insertarse

laboralmente en nuestro país seguramente la intención fuese permanecer.

9
LA INMIGRACIÓN ECUATORIANA EN EL URUGUAY

En el censo de 1996 se registraron 235 ecuatorianos residiendo en Uruguay. Los

ecuatorianos que al momento de la investigación estaban radicados en Uruguay constituían dos

grandes grupos. Por un lado profesionales y comerciantes, con mayor tiempo de establecidos aquí,

por otro los otavaleños, grupo indígena del norte de Ecuador. Según el Consulado de Ecuador los

primeros no superaban las 150 personas mientras que integrantes de la Asociación de Ecuatorianos

en Uruguay, estimaban alrededor de 100 familias constituyendo este grupo.

Respecto a los otavaleños resultó difícil estimar su volumen por no mantener un

relacionamiento permanente con el Consulado ni con las organizaciones de Ecuatorianos en el

Uruguay. Se trataba además de una población en su mayoría itinerante, que residía en nuestro país

por períodos cortos, en función de su actividad laboral.

El Consulado de Ecuador no aportó información sobre el grupo de profesionales y

comerciantes. Respecto a los otavaleños disponía de 31 fichas confeccionadas en oportunidad de un

problema legal que éstos tuvieron en nuestro país, pero no constituía un registro exhaustivo debido

que a se trató de una inscripción voluntaria. En el año 2000 un grupo de profesionales realizó un

diagnóstico de la situación socio económica de los habitantes del barrio Cordón Norte. Detectaron

alrededor de 50 familias de otavaleños en la zona. Por su parte, la Inspección General del Trabajo

detectó en el año 2001, a 35 otavaleños residiendo en Montevideo.

El saldo de entradas y salidas aportado por la Dirección Nacional de Migraciones fue de 95

ecuatorianos entre 1998 y 2000. Este reducido saldo se explica por la presencia de ecuatorianos que

llegaron para radicarse en el país antes del período de referencia y porque, como se dijo, los

otavaleños entraban y salían del país durante el año. La Dirección Nacional de Migraciones solo

concedió 32 residencias a ecuatorianos entre 1997 y 2000. La Dirección Nacional de Identificación

Civil tramitó 136 Cédulas de Identidad de personas provenientes de aquél país.

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El Consulado expresó que los ecuatorianos comenzaron a llegar en mayor volumen a

Uruguay, desde hacía aproximadamente 8 años. Los primeros ecuatorianos (dos mujeres) que se

afincaron en nuestro país lo hicieron en 1949 y hasta el momento de este estudio, seguían siendo un

importante referente para la colectividad.

En un primer momento los ecuatorianos -profesionales y comerciantes- llegaron a Uruguay

por razones de trabajo o de estudios y luego se afincaron formando una familia. En el caso de los

otavaleños, los entrevistados afirmaron que salían de Ecuador con el propósito de comercializar

vestimentas típicas de la región de Otavalo, lugar de donde procedían. Generalmente llegaban vía

Bolivia y Argentina, sin detenerse en ninguno de esos países de tránsito, demostrando clara

intención de venir a Uruguay.

Se constataron opiniones contrarias respecto al flujo de entradas y salidas de esta población.

Según autoridades del Consulado, los otavaleños comenzaban a llegar a fines de marzo,

permaneciendo durante el invierno, época de mayor demanda de sus productos. Se iban en

primavera, con algunos retornos en el verano para trabajar en los balnearios. Por su parte,

integrantes de la Asociación de Ecuatorianos en el Uruguay manifiestaron que las entradas y salidas

respondían más a una necesidad de traer mercadería y renovar al grupo de vendedores, que a

factores de temporada.

La modalidad era la de viajar uno o más adultos con sus hijos, trayendo además a otros niños

generalmente sobrinos o hijos de familias cercanas de la colectividad. La existencia de un Convenio

facilitación turística entre Ecuador y Uruguay, permitía su permanecia durante 90 días (renovables),

simplemente con el documento de identidad ecuatoriano.

El principal motivo de migración entre los otavaleños era de naturaleza económica pero con

la particularidad de que no llegaban a buscar empleo sino que ya lo tenían antes de llegar. Por

11
decirlo de alguna forma llegaban contratados por otros otavaleños que importaban aquellos

productos al Uruguay.

Constituían un grupo en su mayoría de jóvenes y niños (de los 31 registros disponibles en el

Consulado de Ecuador, 25 correspondían a menores de 29 años). En general tenían buen nivel de

instrucción: nivel primario completo y en algunos casos nivel secundario. Su permanente tránsito

por distintos países del mundo les permitía interactuar con diversas culturas y manejar fluidamente

varios idiomas.

Según manifestaron los entrevistados, es tradición de esta comunidad que todos los

integrantes de la familia trabajen en la confección y venta de prendas, inclusive los niños. Más aún,

algunos adultos ofrecen a los padres de otros niños, llevarlos a un país específico para que trabajen.

La elección de las zonas para vender sus prendas demostraba el manejo de estrategias de

comercialización. Elegían las zonas con mayor demanda de productos artesanales y ofrecían formas

de pago acordes a las posibilidades económicas de esas zonas.

Autoridades de la Dirección Nacional de Migración destacaron la prolijidad con que

realizaban las importaciones. Demostraban cumplimiento de las normas, manejo de la legislación

sobre entradas y salidas de personas, especialmente de menores, por lo que nunca detectaron

irregularidades en este sentido. Además de la venta de ropa, algunos otavaleños se dedicaban a

ejecutar música en el transporte colectivo.

En cuanto al lugar de residencia de la población ecuatriana, los profesionales y comerciantes,

en general, se encontraron en la zona costera de la capital. Los otavaleños se concentraban en los

barrios Cordón Norte y Aguada, ubicados en el centro de la capital. Dada su alta movilidad,

difícilmente establecían contratos de alquiler. Preferentemente se alojaban en pensiones, en

condiciones de hacinamiento, a pesar de lo cual mantenían un buen nivel de higiene personal y

ambiental.

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Originalmente existía la Asociación de Damas Ecuatorianas en Uruguay. Sin embargo

aproximadamente 4 años antes del estudio hicieron surgir una asociación más inclusiva, la

Asociación de Ecuatorianos en Uruguay. De esta forma ampliaron el ingreso a los hombres y

también reorientaron las actividades de la organización.

Se observó un vínculo muy fluido entre esta Asociación y el Consulado así como con casi

todos los ecuatorianos no indígenas residentes en el Uruguay. Mantenían relaciones con

prácticamente toda la colectividad de profesionales, comerciantes y estudiantes de esa nacionalidad.

Se marcaban la meta de realizar varias actividades recreativas y culturales al año y cumplían una

importante función respecto a la integración de los recién llegados.

En el caso de los otavaleños, se constató una fuerte relación entre las familias. Además de la

actividad laboral, realizaban actividades recreativas como la práctica de deportes en lugares

específicos de Montevideo. Por otra parte, se registraron vínculos concretos entre la Asociación y

los otavaleños. En efecto, en algunas de las actividades organizadas por aquella, se presentó un

grupo de músicos otavaleños, que luego recibió ofertas de presentación en otros ámbitos.

Los otavaleños aparecían como una comunidad cerrada no solo hacia los uruguayos sino

hacia los otros ecuatorianos. Esta actitud no se presentó por problemas de relacionamiento en

nuestro país sino debido a de patrones culturales propios. Las relaciones con los uruguayos en 2001,

se vieron comprometidas ante denuncias por explotación de menores. Integrantes de la Inspección

General del Trabajo manifestaron que una vez hechas públicas aquellas denuncias, comenzaron a

recibir llamadas de vecinos de las zonas donde los otavaleños vendían sus mercaderías, denunciando

su presencia. Estos vendedores, que en la investigación judicial eran las víctimas de explotación,

pasaban a ser estigmatizados y en cierto modo vistos como delincuentes.

El Presidente del Instituto Nacional del Menor, Julio Cesar Saettone, declaró en un medio de

prensa nacional: “Hay ecuatorianos que están trabajando acá que no tienen ningún trato inhumano.

13
Los trajeron, le están pagando un sueldo, están bien, en condiciones y aún son mayores de edad

muchos de ellos. Entonces la gente como generaliza ve al ecuatoriano vendiendo en la calle y

entonces le empieza a gritar. Ya ha habido dos o tres incidentes”7.

Si bien todo indica que los otavaleños no se radican en los países donde comercializan sus

productos, se constató la intención de algunos, de afincarse en Uruguay. Desde el Consulado de

Ecuador se informó sobre una incipiente producción de vestimenta, directamente en nuestro país.

“Aunque es una población chica –comentaba una entrevistada, refiriéndose a nuestro país – gusta

mucho del arte y los trabajos manuales”. Los otavaleños encontraron un mercado interesante en el

Uruguay.

LA INMIGRACIÓN PERUANA EN EL URUGUAY

Según el censo de 1996, residían en el Uruguay 528 peruanos. Se trata de la comunidad de

inmigrantes más importante en términos cuantitativos, de las cinco estudiadas en esta investigación.

La migración de peruanos al Uruguay aumentó notoriamente en los años posteriores al último censo.

Tanto las autoridades del Consulado de Perú como los entrevistados integrantes de la comunidad

peruana, coincidieron en que, en el momento del estudio, residían alrededor de 2500 personas de esa

nacionalidad, mayoritariamente en Montevideo. El Consulado habló de una avalancha de peruanos,

presumiblemente motivada por las dificultades económicas y políticas que atravesó aquél país en la

década de los 90. En una entrevista concedida al periódico El Observador a comienzos de 2001,

fuentes del Consulado afirmaron que: “hasta hace un año arribaban unos 10 peruanos

mensualmente. Hoy día llega un promedio de 20 por semana”8.

Los datos secundarios obtenidos en oficinas del Estado y en el propio Consulado del Perú,

confirmaron ese crecimiento. La diferencia entre ingresos y egresos de peruanos desde mayo de

7
Radio El Espectador. 16 de mayo de 2001. http://www.espectador.com.

14
1998 a diciembre de 2000 arroja un saldo positivo de 1665 personas. Entre 1997 y 2001 tramitaron

cédula de identidad uruguaya 962 peruanos; 299 correspondieron a 2001. Por su parte el Consulado

de Perú registró, desde 1997 a octubre de 2001, 1894 peruanos llegados a Uruguay. De acuerdo a

esta información puede sostenerse que la cifra de 2500 peruanos ingresados en el último período,

constituye un piso más bien conservador. Probablemente el número real fuera algo superior si

asumimos que muchos recién llegados no se registraban en el Consulado ni tramitaban cédula de

identidad uruguaya.

El 60% de los peruanos registrados en el Consulado del Perú, provenían de la Provincia de

Lambayeque, otro 20% de la Provincia de Iquito, un 10% lo hacía de la Provincia de Cajamarca y

solo un 10% provenía del centro o sur del Perú. La mayoría llegó al Uruguay procedente

directamente del Perú pero existía un número importante de peruanos que se habían trasladado

desde Buenos Aires o Asunción.

El hecho de que la casi totalidad de los migrantes peruanos más recientes proviniera de una

misma zona, se explica por la particular modalidad que asumió la migración en esta comunidad. No

puede hablarse de un fenómeno puramente colectivo (como en el caso de los otavaleños) pero

ciertamente operaron mecanismos más complejos que la simple iniciativa individual. Concretamente

el crecimiento de la población migrante se explica por la existencia de redes familiares o locales,

que alentaron la llegada de nuevos migrantes.

Esa modalidad fue puesta en evidencia en el estudio del Lic. Jorge Letcher ya citado.

Interrogadas las empleadas domésticas peruanas, sobre la información que tenían del Uruguay antes

de llegar manifestaban: “Tenía información, conocimiento de amigas que estuvieron y nos dijeron

muchas cosas. Nos entusiasmaron, porque es un trabajo que se gana más dinero que en el Perú”.

8
El Observador. Suplemento Cosas de la Vida. 14 de Mayo de 2001.

15
“Vinimos a trabajar a Montevideo, vinimos directamente de nuestra tierra para acá. Sabíamos por

amigos o parientes de lo que se podía conseguir...”

En algunos casos las domésticas con empleo en Uruguay recibieron una oferta de otros

patrones (conocidos de los suyos). Así se contactaban directamente con algún familiar para que

viniese a ocupar el nuevo puesto. Por otra parte, el hecho de provenir de Lambayeque se relaciona

con el tipo de actividad que desarrollan. La Cónsul del Perú en Uruguay señaló en ese sentido, que

aún en su país se prefieren a las oriundas de esta Provincia para las actividades domésticas, “pues

son famosas por desempeñar esa tarea”. En el caso de los hombres, mayoritariamente vinculados a

la pesca, se constató una situación similar aunque no tan marcada como en el caso de las mujeres.

Los marineros peruanos entrevistados indicaron que llegaron por referencias de familiares o amigos

o, habiendo arribado circunstancialmente 9, se encontraron con paisanos y decidieron quedarse.

A comienzos de los 90 los pocos peruanos que llegaban a la pesca, lo hacían a través de

Agencias que los contrataban en otros países, para embarcarse aquí. Posteriromente esa modalidad

resultó prácticamente inexistente. Además de estas redes familiares y locales, se constató la

actividad de personas que oficiaban como agencias de colocación de personal. Específicamente en

el caso de las domésticas peruanas un primer contingente llegó por este medio. Una mujer peruana

conseguía puestos de trabajo en esa actividad y traía a mujeres, cobrándoles por el transporte y la

obtención del empleo, la suma de U$S 500. En algunos casos este empleo no se concretaba por lo

que las mujeres se encontraban frente a la difícil situación de sobrevivir en un país desconocido,

generalmente con muy poco dinero. Esta situación fue presentada en la prensa nacional como la

actividad de mafias orientadas al tráfico de migrantes. Si bien no corresponde a este estudio

9
En el transcurso de la investigación recogimos varios testimonios de pescadores peruanos, que llegaron al Puerto de
Montevideo en barcos remolcados por roturas. Por ejemplo, en el caso de barcos pesqueros que operan en aguas
territoriales de las Islas Malvinas, ante un problema del barco se trasladan al Puerto de Montevideo.

16
determinar la configuración de delitos, quedó claro que aquella actividad no presentaba las

características sociológicas de una acción mafiosa.

Tanto en el caso de las domésticas como de los pescadores puede hablarse una migración

económica. En el primer caso la llegada al Uruguay respondía a una estrategia de sobrevivencia

familiar mientras que en el segundo prevalecía una estrategia individual.

La población peruana más recientemente afincada en Uruguay era de edades medias: de los

casi 1900 peruanos registrados en el Consulado de su país en los últimos años, el 73% tenía entre 25

y 40 años. Esta prevalencia de los adultos jóvenes se confirmó al considerar las edades de los

peruanos que tramitaron cédula de identidad uruguaya en esos últimos años: 36% tenía entre 16 y 29

años y otro 42% tenía entre 30 y 45 años. Respecto a la distribución por sexo, se constató un número

similar de hombres y mujeres.

Las características sociales y culturales de la población migrante fue descrita por los

informantes en estos términos: “Del Perú aquí vas a encontrar muchas norteñas que son más

preparadas; no vas a encontrar muchos que sean de la sierra. Esos son los que vas a ver en el

ómnibus o en la Peatonal Sarandí haciendo música. Pero en general los que vienen aquí son del

norte (de la costa), gente preparada”. En el mismo sentido, autoridades del Consulado del Perú

manifestó que la gente del norte era más “alegre y trabajadora” mientras que el resto es más parco

“por influencia de la sierra”.

Como se ha adelantó, la mayor parte de los migrantes peruanos trabajaba (o buscaba trabajo)

en el servicio doméstico o en la pesca. El caso de las domésticas resultó especialmente significativo,

tanto por el volumen de personas vinculadas a esta ocupación (33.5 % del total de peruanos

registrados en el Consulado) como por lo reciente de su llegada al país. Las distintas fuentes

consultadas estimaron que en aquel momento existían 1400 mujeres peruanas trabajando o buscando

trabajo como empleadas domésticas. En casi todos los casos desarrollaban esa actividad bajo la

17
modalidad de servicio doméstico con cama. La gran mayoría trabajaba en la zona de Carrasco,

detectándose en el último tiempo la expansión del fenómeno a la zona de Pocitos.

“Las domésticas –comentaba una entrevistada– se pusieron de moda con las señoras de

Carrasco, eso de decir ‘yo tengo una doméstica peruana’. Y por qué? Porque se levanta a las 7 de la

mañana y se acuesta a las 12 de la noche. La doméstica peruana te hace de todo. No es que ‘yo solo

plancho o lavo y no me des los niños’. Porque están acostumbradas a eso”.

Las primeras domésticas peruanas en Uruguay percibían salarios en el entorno de los

U$S500. Con el aumento de la oferta estos salarios se redujeron sensiblemente, llegando en muchos

casos a U$S300 mensuales10. Por regla general las mujeres peruanas llegaban con la intención de

enviar todo ese dinero a su familia en Perú. La situación típica era la de mujeres con maridos

desocupados e hijos en edad escolar. El dinero que obtenían en Uruguay lo enviaban para costear los

gastos de alimentación y educación de sus hijos.

Las condiciones de trabajo de estas mujeres solían ser sumamente precarias: jornadas de 16 o

más horas, polivalencia, tareas que exigían alto esfuerzo físico y psicológico. Testimonios muy

positivos sobre el trato y la consideración hacia sus personas, contrastaban con otros en los cuales se

relataban verdaderas situaciones de violencia psicológica. Para las autoridades era difícil la

fiscalización de las condiciones de trabajo de estas mujeres pues implicaba inspeccionar viviendas

particulares.

Los trabajadores de la pesca presentaban un mayor nivel de desempleo que las domésticas.

En los últimos años se había resentido notoriamente el sector lo que aumentó el número de peruanos

que ofrecían su trabajo como marinos de pesca. En 2001 lograron embarcarse solo 170 peruanos en

el Puerto de Montevideo. Este desfasaje entre oferta y demanda afectó las remuneraciones. Según

10
En el momento del estudio, un dólar se cotizaba en el entorno de los diez pesos uruguayos. Se trataba de un dólar
barato, y esta cotización respondía a la política cambiaria del país en aquel entonces. Tras la crisis financiera del año
2002 el dólar llegó a cotizarse en el entorno de los treinta pesos uruguayos.

18
los propios pescadores entrevistados, a principios de los 90 se podían ganar U$S 1000 en esa

actividad, ya en 2001 algunos peruanos llegaban a embarcarse por U$S 300. Como se expondrá más

adelante esta situación generó conflictos con los pescadores uruguayos e incluso con los peruanos

más antiguos.

Mientras no lograban embarcarse buscaban trabajos vinculados a la actividad portuaria (por

ejemplo carga y descarga de contenedores) o realizaban changas en la Ciudad Vieja. Muchos

trabajaban como cuida coches. La búsqueda de una oportunidad para embarcarse llevó a muchos

peruanos a pasar días enteros en la escollera ofreciendo su trabajo a los barcos que estuvieran por

partir. La Prefectura Nacional Naval informó del frecuente arresto de peruanos en esa situación11,

inclusive se llegó al caso de arrestos de peruanos que dormían en buques abandonados en el Puerto.

Las condiciones de trabajo resultaban también en este caso muy precarias. A la alta carga

física propia de la actividad en un buque de pesca se sumaba el hecho que los peruanos pasaron a ser

considerados marineros de segunda categoría. Se les pagaba menos y se les encomendaban las

tareas más duras. En ese sentido los abogados del Área de Negociación Colectiva de la Pesca

(Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) informaron que recibían periódicamente a peruanos con

reclamos por haberes impagos.

Se constató que las domésticas peruanas residían en las viviendas de sus patrones y en sus

días libres, muchas de ellas alquilaban piezas en pensiones de la Ciudad Vieja. Por su parte los

hombres, cuando estaban en tierra, vivían en pensiones y viviendas ocupadas de la Ciudad Vieja. De

modo que la Ciudad Vieja (casco histórico de Montevideo) se convirtió en la zona de la comunidad

peruana. A lo largo del estudio se detectaron al menos nueve pensiones, casas u hoteles alojando

casi exclusivamente peruanos, en muchos casos en condiciones deficientes (falta de higiene,

11
Desde hace algunos años no está permitido circular libremente dentro del Puerto de Montevideo, por razones de
seguridad (movimiento de buques, grúas y containers).

19
hacinamiento). Respecto a las casas, se trataba de viviendas abandonadas, ocupadas por uruguayos

que luego alquilaban a peruanos o casas directamente ocupadas por peruanos.

Un entrevistado, promotor de una organización cultural de peruanos en Uruguay, señaló las

dificultades para integrar a sus compatriotas en organizaciones sociales. Destacó como principales

causas de esa dificultad las características sociales de sus connacionales (personas de muy bajos

recursos y poca experiencia asociativa) así como el hecho de que “...los peruanos son de paso, de

tránsito... ellos no ven esto (una Asociación) como una necesidad; porque si ellos vivieran

(permanentemente en Uruguay)... es muy distinto radicarse... lo verían como una necesidad”.

Esta situación, que se verificó en el caso de los peruanos vinculados a la pesca, no se observó

entre las mujeres; por el contrario las domésticas peruanas mantenían vínculos muy fuertes entre sí.

Se reunían en locales de la Iglesia Católica, destinando prácticamente todo su tiempo libre a estas

instancias de encuentro con sus connacionales. En esos lugares acostumbraban cocinar comida

típica, realizar tejidos y organizar actividades recreativas. Asimismo se preocupaban por recibir a

sus connacionales recién llegadas al país y ayudarlas a conseguir trabajo. En la construcción y

desarrollo de esos grupos, jugaron un papel clave los sacerdotes a cargo de dichos locales religiosos.

Además de estos lugares de reunión, se relevaron comercios (bares, locales nocturnos) que

trabajaban casi exclusivamente con peruanos. En esos sitios muchos peruanos se reunían en forma

periódica, por lo que en general mantenían un fluido relacionamiento con sus connacionales. Esas

relaciones no llegaban a constituir formas asociativas demasiado estructuradas, pero servían para

reafirmar su identidad y mantener un vínculo sostenido.

El relacionamiento de la comunidad peruana con los uruguayos se encontraba fuertemente

relacionada por el tipo de actividad laboral. Las domésticas mantenían una relación permanente con

las familias para las cuales trabajaban. Demasiado tiempo con muy pocos uruguayos y en una

relación de desigualdad (dependencia laboral). La calidad de ese relacionamiento quedaba entonces

20
librada, como se señaló anteriormente, al tipo de empleador para el cual trabajaban. Una informante,

insistió en señalar que: “hay patrones muy buenos, pero otras (domésticas) sufren mucho”.

Los pescadores peruanos, reproducían en menor medida este patrón de comportamiento.

Aunque su vida social era mayor, se constató su preferencia por relacionarse con sus connacionales.

No se observó, como entre los colombianos, un interés por integrarse a los ritmos y hábitos sociales

de los uruguayos. Los peruanos asumían ser diferentes a los uruguayos y reafirmaban esa diferencia

en sus prácticas sociales. “...los peruanos –comentó un entrevistado- y la cultura uruguaya son

diferentes. Al peruano le gusta la música fuerte, es más bullanguero, más desprolijo. Por ejemplo

cuando está mareado camina por la calle mareado... la mujer mareada, dá un espectáculo que

lógicamente... conlleva que no sea bien visto el peruano”. Este tipo de declaraciones no debe

entenderse como una crítica a las costumbres de los peruanos, sino mas bien como una reafirmación

de sus diferencias con el estilo de vida de los uruguayos.

La actividad laboral de estos inmigrantes los enfrentó a conflictos con los uruguayos que

desempeñaban esas mismas tareas. El caso más notorio fue el del Sindicato de la Pesca (SUNTMA),

el cuál cuestionó la competencia desleal de aquellos, fundamentalmente debido a sus menores

demandas salariales. Uno de los entrevistados indicaba en este sentido: “El uruguayo tiene sus

resistencias frente a los inmigrantes peruanos, los mira con cierto rechazo. Pero hay razones que

justifican esto... en un país donde el trabajo es bien escaso, los mismos se ven avasallados por otra

mano de obra (el caso de las domésticas sin salida), a veces trabajando en negro y lógicamente eso

les causa rechazo. Y en el caso de la pesca igual. Yo tuve una reunión con dirigentes sindicales de la

pesca y me hacían esta observación: no es que haya un rechazo contra los peruanos, si por la actitud

que están tomando frente al trabajo en la pesca. Que están desvirtuando lo que es un trabajo y se

someten a lo que son las agencias (que son traficantes de trabajo) porque a los peruanos les pagan

menos.”

21
Conflictos de menor entidad se detectaron con las empleadas domésticas uruguayas (en este

caso en forma no organizada) e incluso con los cuidacoches de la Ciudad Vieja que, según recoró

una entrevistada, llegaron a realizar pintadas en aquella zona, reclamando el no desempeño de esa

actividad por parte de peruanos.

Como se ha dicho la gran mayoría de los migrantes peruanos recientes no tenían expectativas

de radicación. Las domésticas, especialmente las que dejaron su familia en el Perú, esperaban

trabajar dos o tres años en Uruguay, para luego volver a su país. En la pesca la situación era similar

respecto a las intenciones pero de hecho muchos peruanos que encontraban dificultades para

embarcarse, permanecían en Uruguay e intentaban obtener otro tipo de empleo. Dado lo reciente de

su llegada, resultó difícil pronosticar si efectivamente se trataba de migrantes transitorios o si por el

contrario muchos de ellos terminarían afincándose en el Uruguay.

CONCLUSIONES

En cuanto al volúmen de inmigrantes el estudio evidenció un aumento en los últimos años.

Los peruanos aparecieron cuantitativamente como el caso más importante, sin dejar de destacar la

llegada de los otavaleños, que si bien no representan un contingente extremadamente numeroso de

personas, constituyen una novedad para lo que ha sido tradicionalmente la inmigración hacia el

Uruguay.

En relación a las formas de organización de estas comunidades, puedieron identificarse

como actores principales a los Consulados y a asociaciones o agrupaciones de distinta naturaleza. El

papel de los Consulados respecto a las relaciones internas de los miembros de las colectividades

variaba en aquel momento, desde un papel muy activo como el caso de Colombia a una postura

pasiva como el caso de Bolivia.

22
En las asociaciones se destacó un accionar orientado por valores tales como la solidaridad, la

afirmación de la identidad y la búsqueda la integración entre población migrante y población

receptora. Sin embargo, se observaron situaciones diversas respecto a la canalización de estos

valores. En efecto, en el caso de las Asociaciones de Damas se percibió una orientación hacia

actividades sociales entre las integrantes del propio grupo y/o actividades filantrópicas hacia los

integrantes de la colectividad y hacia organizaciones uruguayas, principalmente aquellas dedicadas a

la asistencia a la infancia. Por su parte, otras organizaciones tales como grupos de danzas y

asociaciones culturales, promovían el encuentro entre coterráneos uniéndose a través de sus

principales rasgos culturales: la música, la danza, las comidas típicas, el deporte.

Respecto a la relación con los uruguayos, la situación los colombianos contrasta con la del

resto de las comunidades estudiadas. Mientras que los primeros no encontraron mayores problemas

de integración, los peruanos, ecuatorianos y bolivianos se enfrentaron a formas diversas de

discriminación.

Una mención especial merece en este sentido el papel de la prensa nacional. El repaso de los

artículos de periódicos y emisiones radiales que abordaron el fenómeno migratorio, permite

constatar la referencia recurrente a mafias y organizaciones delictivas que operaban en nuestro país
12
relacionadas con estas comunidades. Una mafia que trae peruanos al Uruguay , una organización

de tráfico de menores ecuatorianos13, una red de prostitución colombiana. Más allá de la veracidad y

las dimensiones de estas supuestas organizaciones delictivas14 importa señalar que constituyen

prácticamente las únicas menciones que se hacen a estas colectividades desde la prensa nacional.

12
El País. 10 de Junio de 2001
La Republica 10 de Setiembre de 1999. La Republica. 12 de Junio de 2001. El Observador. 14 de Mayo de 2001. La
Republica. 21 de Febrero de 2001
13
La Republica. 11 de Mayo de 2001.
14
En el informe original de esta investigación, se presentaron datos estadísticos de procesamientos entre 1997 y 2001,
las cuales constataron que el numero de inmigrantes involucrados en actividades delictivas era ínfimo en relación con
los volúmenes de inmigrantes de esas nacionalidades residiendo en nuestro país.

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Se detectaron conflictos vinculados al trabajo (especialmente con los peruanos) así como a

los lugares de residencia (Ciudad Vieja, nuevamente con peruanos). Los colombianos, insertos en

actividades de tipo profesional, coincidieron en las dificultades para lograr una inserción laboral, no

solo por el exceso de profesionales sino por su propia condición de extranjeros.

Los motivos de migración resultaron diversos. Aún entre las que podríamos denominar

motivaciones económicas, existen distintas situaciones: desde estrategias de sobrevivencia en el

caso de los peruanos al caso de los otavaleños, donde el sentido económico de su llegada se

relaciona con el desarrollo de una actividad que les es propia. La migración familiar sigue

constatándose en el caso de algunos colombianos, a lo que se suman motivos políticos, en un sentido

muy amplio (colombianos y algunos peruanos llegados durante el gobierno de Fujimori). Aunque

los motivos de migración no se limitan a lo económico, esta dimensión operaba siempre como

determinante de los movimientos de personas.

Lo antedicho nos remite al tipo de ocupaciones que prevalecen en las distintas comunidades.

El caso de los otavaleños mostró claramente cómo, aún en tiempos de crisis, existen oportunidades,

que pueden ser aprovechadas. Concretamente la venta de prendas artesanales, en segmentos

específicos, parecería tener buena demanda y los otavaleños explotaron en buena forma esa

oportunidad comercial. En cuanto a los peruanos, se insertaron desde principio de los 90 en el sector

de la pesca que estaba en expansión. Por su parte las mujeres peruanas trabajaban, como empleadas

domésticas con cama, actividad con demanda insatisfecha. Consultados algunos uruguayos que

contrataban a estas mujeres, coincidieron en señalar que no les había resultado fácil conseguir a una

muchacha uruguaya con la disponibilidad necesaria para cumplir esa función (esto es, sin

compromisos familiares, sin exigencias respecto al tipo de tarea, etc.), lo cual, sumado a su

condición de peruanas (preferencias de la aristocracia uruguaya) les proporcionó oportunidades

laborales.

24
Algunos colombianos han sabido aprovechar también nichos de mercado existentes en

Uruguay. Un grupo relativamente importante de los primeros se dedicó a tirar las cartas, actividad

que por lo general muestra un crecimiento en tiempos de crisis.

Un repaso de las principales actividades que los bolivianos realizaban en Argentina, permite

comprender las limitaciones de acceso al Uruguay. Los hombres se dedicaban mayoritariamente a la

construcción –incluyendo los hornos ladrilleros- y la producción agrícola (horticultura). Las mujeres

lo hacían en el servicio doméstico y en la industria (en especial industria textil). Construcción,

granja e industria textil eran actividades con gran retracción en Uruguay y el servicio doméstico, fue

tomado ya por las peruanas. En estas condiciones resulta comprensible que el flujo de migrantes

bolivianos no hubiese aumentado en los últimos años.

Por último, a partir de estos resultados la investigación permitió realizar algunos pronósticos

que, al momento actual no se pueden contrastar por falta de estudios de seguimiento. Sin embargo,

mantenemos la consideración final de que la presencia de estas comunidades constituye una

realidad, con una importancia cuantitativa creciente y que, como tal, merece ser estudiada y atendida

en sus diversas manifestaciones.

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