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En “La unidad proposicional”1 y luego má s tarde en “La ló gica y la trama de las

cosas”2 , Moretti distingue dos enfoques de las reflexiones sobre el lenguaje. El

primero de ellos, al que denomina LM3 se centra el la relació n leguaje mundo:

buscando la solució n a los problemas de la relació n lenguaje mundo, apelando a

la estructura de este ú ltimo. En virtud de este enfoque si la prá ctica discursiva y

el lenguaje tienen estructura es porque “reflejan” la estructura del mundo. El

segundo de los enfoques al que denomina IL4 se centra en de qué modo somos

capaces de interpretar las proferencias de otro y pretende que para ello es

suficiente el intercambio lingü ístico entre dos hablantes. En este caso hay

estructuras del lenguaje y de la prá ctica intercomunicativa, pero no revelan ni

imponen nada sobre una presunta estructura del mundo externo. 5

A los efectos de ejemplificar tales enfoques, se centra para LM, en la propuesta

fregeana de solució n del problema de la unidad de la proposició n y para IL, en la

propuesta davidsoniana que apela a teorías tipo tarskianas para dar cuenta de la

cuestió n del significado. Lo má s interesante y original de la propuesta de Moretti

es, a mi modo de ver, el modo en que hacer jugar la distinció n entre mostrar y

decir6, en el aná lisis de ambas propuestas. Como conclusió n del enfoque basado

en dicha distinció n podrías decirse que cada una de las propuestas analizada

muestran lo que cada una a su modo no puede decir, o que pretenden decir lo

1
Avatares filosóficos, # 1 (2014), Pá gs. 62 – 75.
2
Ideas y valores V.65n161, (2016), Pá gs. 5-22.
3
En, Moretti (2014)
4
Idem. nota 3.
5
En la presentació n de ambos enfoques he usado en varias ocasiones de modo textual o cusai textual
pasajes de Moretti (2014) y (2016), pero he oviado las comilllas a los efectos de no recargar demasiado el
texto.
6
Moretti atribuye esta distinction a Frege, pero la misma resulta má s conocida como la distinction
planteada por Wittgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus
que só lo pueden mostrar. La cuestió n resulta interesante y justifica un aná lisis de

ambas propuestas desde dicho enfoque.

Antes de adentrarnos en el aná lisis de ambas propuestas creo del caso realizar

algunas puntualizaciones. En Moretti (2014) el tema central es el problema de la

unidad de la proposició n, aunque algo se sugiere en lo que respecta al problema

general del significado, mientras que en Moretti (2016) la propuesta parece

adquirir má s explícitamente un alcance mayor.

Me propongo analizar primero la cuestió n de la unidad de la proposició n para

luego analizar el problema má s general del significado.

En lo que respecta al problema de la unidad de la proposició n la postura de Frege

es clara. Como sabemos, el problema se centra en la funció n diferente que

cumplen el sujeto y le predicado de una proposició n y de que modo ambas

funciones dan lugar al significado de la proposició n como unidad. La propuesta

de Frege supone que tanto la proposició n como sus partes, sujeto y predicado

tienen una funció n referencial y que las referencias del sujeto y el predicado

determinan el referente de la proposició n. Para ello Frege apela a la distinció n

entre funció n y objeto. El objeto es la referencia de un nombre, es decir de una

expresió n saturada, sin variables libres, en tanto que la funció n es la referencia

de una expresió n insaturada, que contiene variables libres. De modo que en la

ontología de Frege encontramos objetos y funciones. Toda expresió n saturada

refiere a un objeto y toda expresió n insaturada a una funció n. Así en la

proposició n “Jantipa pasea” encontramos como constituyentes un sujeto

“Jantipa”, un predicado “x pasea”. “Jantipa” que se encuentra en posició n de

sujeto refiere a un objeto, a saber Jantipa; “x pasea” se encuentra en posició n

predicativa, y dada su variable libre refiere a una funció n, en este caso un


concepto, a saber el concepto de pasear. Por otro lado la proposició n como

totalidad refiere y también a un objeto, en virtud de que es una expresió n sin

variables libres. Ese objeto será o bien lo Verdadero o bien lo Falso segú n sea el

caso que el Jantipa esté paseando o no. Por cierto que el considerar los valores de

verdad como objetos resulta poco intuitivo, pero no este ahora el problema que

nos interesa. Lo que importa en este caso es que al postular funciones como

integrantes de la ontología se evita el problema con que lidiaban las propuestas

referencialistas de có mo unir el objeto referido por el sujeto con el objeto

referido por el predicado. La propuesta de Frege soluciona ese problema en la

medida en que la funció n contiene un “hueco” en el que puede alojarse el objeto

referido por el sujeto. Sin embargo uno de los problemas que enfrenta esta

solució n es que para poder enunciarla tenemos que hablar de conceptos, como

referentes de los predicados. Pero para eso debemos poner el concepto en

posició n de sujeto, como lo hicimos unas líneas má s arriba al decir que “el

concepto de pensar es el referente del predicado pasea”. Porque “el concepto de

pensar” es una expresió n saturada y por lo tanto debe referir a un objeto. Como

consecuencia de ello no tenemos modo de hablar del referente de un predicado y

con ello de enunciar la propuesta de solució n fregeana. A propó sito Moretti

señ ala: “No es posible hablar de propiedades y relaciones (los conceptos

universales) sin referirse a ellas, pero esto ú ltimo no puede hacerse má s que

mediante frases en posició n predicativa. Nombres como ‘el concepto de ser un

caballo’ no pueden nombrar el concepto de ser un caballo. Y oraciones como la

que acaba de formularse no dicen lo que queremos que digan. Y sin embargo, y la
observació n es importante, parece que por ellas entendemos lo que no podemos

decir con ellas.”7

La importancia de que entendamos lo que queremos decir por ellas quedara má s

claro un poco má s adelante. La observació n involucra ya la distinció n

mostrar/decir.

Como resultado de los que venimos esbozando Frege propone una solució n al

problema de la unidad de la proposició n, pero no estamos en condiciones de

enunciarla.

Consideremos ahora la solució n de Davidson al problema de la unidad de la

proposició n. (En este caso voy a analizar por separado, primero el problema de

la unidad de la proposició n y en segundo lugar, el problema má s general del

significado).

7
Moretti (2014), pá g. 64. Las cursivas me pertenecen.

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