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EL CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA
ARGENTINA, c. 1870-1914*
necesario trasladar mano de obra a las zonas rurales y, por ende, mejorar tanto
los medios de transporte como la seguridad interna. Asimismo, el crecimiento
global de las existencias, especialmente las ovejas, cuyo número subió de 23 mi-
llones en 1846 a 70 millones en 1884, y el de vacunos, de 10 millones a 23 millo-
nes, incrementó la demanda de tierra. No obstante, en el decenio de 1870 el país,
con una economía básicamente pecuaria, tenía aún extensiones inmensas de
tierra, gran parte de ella sin aprovechar, más allá de la «frontera». La población
era escasa, la red de ferrocarriles, rudimentaria, las instalaciones portuarias,
insuficientes, y el capital era también escaso.
La tierra
Las opiniones de los que han defendido esta tesis podrían resumirse del
modo siguiente: con el fin de incrementar las ganancias producidas por el arren-
damiento, los grandes terratenientes restringían la oferta de tierra manteniendo
ésta fuera del mercado; luego dejaban sin cultivar la tierra que monopolizaban.
En realidad, la situación era mucho más compleja; la compra y venta de tierra
fue mucho más fluida de lo que se suponía; y la extensión de las estancias, así
como el sistema de arrendamiento, estaban vinculados a otras circunstancias
relacionadas con los patrones de desarrollo agrícola y pecuario propios de la
región. De hecho, ocurría que, mientras que hacia finales de siglo empezaba a
disponerse de mucha tierra porque el ferrocarril creaba nuevos enlaces con los
mercados, aún no había un número suficiente de agricultores dispuestos a traba-
jarla. Por consiguiente, no había ningún recurso limitado ni una demanda insa-
tisfecha de tierra. En cambio, durante el segundo decenio del siglo xx, con 20 mi-
llones de hectáreas cultivadas, nuevos agricultores competirían con los antiguos
por la mejor tierra en una situación donde no había ninguna posibilidad de
incorporar nuevas tierras apropiadas para la agricultura.
El sistema de arrendamiento no obstaculizaba el acceso a la propiedad de la
!ierra. A decir verdad, en muchos casos constituía un paso intermedio hacia ella.
Como arrendatario en vez de propietario, el agricultor obtenía mejores rendi-
mientos porque la escala era mayor, porque además proporcionaba pleno empleo
5. James Scobie, Revolution on the pampas: a social history of Argentine wheat, Austin,
irxíis, 1964, p. 5.
20 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA
Los precios de las tierras eran bajísimos en oro en 1891 y 1892; ahora son más
caros, pero todavía son bastante baratos. El descenso del valor de la tierra después
de la crisis de 1890 fue extraordinario ... El precio de la tierra se amortiza pronto
con buenas estaciones, y las facilidades para convertirse en terratenientes a peque-
ña escala son grandes. Todas las tierras de la República Argentina son de propie-
dad. El traspaso y el registro de propiedades y el reconocimiento de los títulos son
notablemente sencillos en comparación con Inglaterra.6
Durante el primer decenio del siglo xx, el precio de la tierra volvió a incremen-
tarse de forma espectacular. Sin embargo, no fue un caso de especulación, sino
que reflejó un incremento significativo de la rentabilidad de las explotaciones
agropecuarias, especialmente de la que se dedicó a la ganadería debido al despla-
zamiento hacia la producción de carne y la introducción de razas británicas.
6. Gran Bretaña, Foreign Office, Informe correspondiente al año 1893 sobre la condición
agrícola de la República Argentina (Annual Series, 1893, Informes diplomáticos y consulares
sobre comercio y finanzas; n.° 1.283), 1893.
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CUADRO 1
Incremento anual
medio por
Año Población 1.000 habitantes
1869 1.736.923 a 28,5
1895 3.954.911 30,4
1914 7.885.237 34,8
a
Excluyendo la población indígena y los argentinos en el extranjero o sirviendo en el
ejército en Paraguay.
FUENTES: 1869: Argentina, Primer Censo de la República Argentina, 1869, Buenos Aires, 1872;
1895: Argentina, Segundo Censo de la República Argentina, 1895, vol. II, Buenos Aires, 1898;
1914: Argentina, Tercer Censo Nacional, 1914, vol. II, Buenos Aires, 1916; Zulma L. Recchini
de Lattes y Alfredo E. Lattes, Migraciones en la Argentina, Buenos Aires, 1969.
Ganancia o
Año . Inmigrantes Emigrantes pérdida neta
a
Excluyendo los pasajeros de primera clase.
FUENTE: Extracto estadístico de la República Argentina, correspondiente al año 1915,
Buenos Aires, 1916.
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CUADRO 3
Total Extranjero:5
Año Rural Urbana Rural Urbana
1869 71 29 52 48
1895 63 37 41 59
1914 47 53 37 63
tierra cultivada, que no necesitan bienes importados. Hay que hacer hincapié en
que existe una correlación bastante estrecha entre las variaciones en las importa-
ciones y las cifras netas de inmigración.
En el periodo que estamos estudiando se produjeron cambios repentinos en
la oferta y la demanda de mano de obra. El incremento de las importaciones y
el aumento en la actividad económica que las acompañó produjeron un aumento
sostenido en la demanda de trabajo. Con la crisis de 1890 y la drástica disminu-
ción de las importaciones, de las obras públicas y de la construcción de ferro-
carriles, no sólo bajó la demanda de mano de obra, sino que se registró también
una notable reducción de la oferta, debido a una fuerte caída de la inmigración.
Un informe del cónsul británico sobre este asunto es revelador:
Parte de la mano de obra que ya estaba en el país pasó al sector rural, donde
la extensión de tierra cultivada siguió aumentando durante la crisis del decenio
de 1890. Esto alivió el problema del desempleo e impidió que la crisis se agrava-
se todavía más. La demanda de mano de obra volvió a aumentar al reanimarse
la actividad económica, en especial después de 1900, y se respondió inmediata-
mente a ella con un mayor incremento de la afluencia de inmigrantes. El merca-
do de trabajo, que se caracterizaba por la excedente demanda, se convirtió
después de 1910, cuando empezó a disminuir la tasa de crecimiento de la tierra
cultivada, en un mercado con oferta excedente.10
Se reconoce de forma general que el notable crecimiento de la riqueza que se
registró en Argentina en el periodo que va de 1870 a la primera guerra mundial
no benefició de igual manera a todos los sectores de la población. Mientras que
los terratenientes fueron los que obtuvieron las mayores ganancias, los trabaja-
dores no recibieron una parte proporcional del crecimiento de la renta nacional.
Incluso se ha argüido que, por diversas razones, los niveles salariales descendie-
ron durante la mayor parte del periodo que nos ocupa. Por ejemplo, Ricardo
M. Ortiz afirmó que
Generalmente, los salarios bajos y menguantes del decenio de 1880 se han atri-
buido, en primer lugar, a los efectos de la inflación y, en segundo lugar, al
excedente de mano de obra creado en el sector urbano por la falta de oportuni-
dades en el sector rural, falta que se debía a un sistema de propiedad de la tierra
que no favorecía a los inmigrantes pobres. James Scobie también afirmó que los
salarios fueron bajos durante la mayor parte del periodo en cuestión, especial-
mente durante el decenio de 1890, aunque empezaron a subir después de 1905.
Sostuvo que podía llegarse a una estimación en firme de las fluctuaciones sala-
riales con virtiendo los salarios pagados en papel moneda a los jornaleros y
trabajadores especializados en una unidad de oro común. Los salarios diarios
que se pagaban en peso papel tenían en 1871 un valor de 1,20 en pesos oro: en
1880 su valor era de 0,75 pesos oro; en 1885, de 1,00; en 1890, de 0,60; en 1896,
de 0,50 a 0,60; en 1901, de 0,55; y en 1910, de 1,20 a 1,50.12 Scobie añadió que
el elevado coste de la vida surtió un efecto desfavorable en los niveles salariales.
En realidad, en términos reales (esto es, en términos de su poder adquisiti-
vo), los salarios subieron hasta 1886, bajando luego hasta mediados del decenio
de 1890. Con todo, entre 1890-1895 y el fin de siglo hubo un significativo
incremento real que fue causado por un incremento en los salarios monetarios
que habían quedado rezagados respecto de la inflación a finales del decenio de
1880 y comienzos del de 1890, pero que luego habían avanzado gradualmente al
bajar el coste de la vida después de 1895. El incremento que hubo después de
1905 fue menos marcado de lo que creía Scobie y se debió al efecto de la subida
de los precios de los alimentos durante este periodo. Algunos autores han con-
fundido la estabilidad de los tipos de cambio con la estabilidad de los precios en
este periodo. En términos reales, el incremento de los salarios fue mínimo entre
1900 y 1910 debido al efecto de los incrementos de los precios de los alimentos.
Teniendo en cuenta las importantes fluctuaciones que ocurrieron a lo largo
de los 30 años, los salarios reales en Argentina aumentaron significativamente
El capital
13. Para más comentarios sobre los salarios reales, véase Roberto Cortés Conde, El
progreso argentino, 1880-1914, Buenos Aires, 1979.
14. Véanse, por ejemplo, Gran Bretaña, Foreign Office, Informes consulares, Informe
sobre la emigración a la República Argentina y la demanda de mano de obra, 1891 (Miscella-
ncous Series, 1892, n." 216), c informes consulares sobre los años 1892, 1895 y 1899.
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CUADRO 4
FUENTE: Irving Stone, «British direct and portfolio investment in Latín America before
1914», Journal of Economic History, 37 (1977), p. 706. Cifras no corregidas.
gran parte del periodo que estamos analizando estas instituciones, en primer
lugar el Banco de la Provincia de Buenos Aires, fundado en 1854, y luego, en
particular a partir del decenio de 1880, el Banco Nacional, ampliaron considera-
blemente la oferta monetaria, incrementando en gran medida los créditos, tanto
al sector privado como al público, y reduciendo sus reservas de efectivo hasta tal
punto que no pudieron satisfacer las demandas de sus depositantes. Esto motivó
que en dos ocasiones, en 1873 y en 1885, si bien en circunstancias diferentes, se
produjera una declaración de inconvertibilidad y que en 1890, como veremos, se
provocara su derrumbe definitivo.
El principal interés de las operaciones bancarias privadas y extranjeras fue e¿
comercio, especialmente el de ultramar. Esto no quería decir que los bancos
comerciales tuvieran alguna preferencia intrínseca por tales actividades; se trata-
ba más bien de que estas operaciones eran las más seguras y rentables. También
hay que recordar que el sector rural podía contar con otras fuentes de capital,
siendo las más conocidas las cédulas de los bancos hipotecarios nacionales y
provinciales que se negociaban en el mercado. Pero también se obtenían créditos
de proveedores comerciales o sus agentes, tanto nacionales como extranjeros, y
los exportadores de cereales ofrecían adelantos a cuenta de la cosecha. De esta
manera se importaba material para alambrados y maquinaria agrícola, se cerca-
ban las tierras de pastos y se sembraban millones de hectáreas. Además, se
importaba ganado de pedigrí para la cría y con ello aumentaba enormemente el
valor del rebaño y de la tierra, uno de los componentes principales de la riqueza
nacional.
No puede decirse que toda la formación de capital tuviera su origen en
ultramar. Hemos visto que el capital del país no desempeñó un papel insignifi-
cante en la mejora de la tierra y el ganado y en la construcción urbana. El
cuadro 5 proporciona un indicio del enorme crecimiento de las existencias de
capital que se produjo en Argentina durante el periodo que nos interesa. Puer-
tos, ferrocarriles, carreteras, vivienda, maquinaria y establecimientos ganade-
ros formaban parte de un gran volumen de capital establecido durante los tres
decenios que van desde el periodo de unificación nacional hasta la víspera de la
primera guerra mundial. La tasa de crecimiento fue del 7,5 por 100 para la tota-
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lidad del periodo, tanto en oro como en moneda constante, aunque con la crisis
de 1890 (cuando la depreciación del peso frente al oro fue mayor que la pérdida
en su poder adquisitivo interior) bajó temporalmente el valor en oro del stock de
capital.
CUADRO 5
a
Basado en el índice de precios al consumo (precios de los alimentos), en Roberto Cortés
Conde, El progreso argentino (1880-1914), Buenos Aires, 1979.
FUENTES: 1857, 1884 y 1892: M. G. y E. T. Mullhall, Handbook of the River Píate,
reimpresión, Buenos Aires y Londres, 1982; 1895: el Segundo Censo Nacional; 1914: Estudio
de Alberto Martínez para el Tercer Censo Nacional.
Durante la primera mitad del decenio de 1880 el hecho más significativo fue
el incremento del número de cabezas de ganado y la elaboración de productos
basados en la ganadería. La producción de ovejas quedó rezagada en compara-
ción con el decenio anterior, pero los cultivos comenzaron a cobrar ímpetu
y alcanzaron alturas considerables durante la segunda mitad del decenio. Sin
embargo, al contrario de lo que suele creerse, la expansión de este decenio no
se debió principalmente a los sectores de exportación agrícola y pecuaria, sino a
la inversión en transportes, obras públicas y construcción privada. Gracias a la
gran afluencia de inversiones extranjeras, tanto directas como indirectas, se
obtuvieron fondos para importar bienes de capital que se transformaron en
miles de kilómetros de vías férreas y en importantes obras públicas. Todo esto
dio origen a una gran actividad económica y fue el factor principal de la expan-
sión que ocurrió durante el periodo.
Las exportaciones crecieron, pero a un ritmo más lento que las importacio-
nes. El aumento considerable de su volumen durante el decenio de 1880 se vio
contrarrestado por un descenso en los precios. Hubo un déficit comercial duran-
te la mayor parte del periodo (véase cuadro 6), pero la afluencia de capital hizo
que la balanza de pagos continuara siendo positiva. Esto tuvo un efecto expan-
sionista en el dinero, así como la incorporación de bienes de capital y el incre-
mento de los ingresos fiscales producido por el aumento de las importaciones, lo
que dio un empuje complementario a la actividad económica.
En 1881 se estableció por primera vez una sola unidad monetaria para todo
el país: el peso oro nacional (1 peso oro = 25 pesos papel llamados «corrientes»;
5 pesos oro = 1 libra esterlina). A partir de 1883 se autorizó a cuatro bancos a
emitir billetes, los más importantes de los cuales eran el Banco Nacional y el
Banco de la Provincia de Buenos Aires. Con la ayuda de un préstamo extranje-
ro, el Banco Nacional amplió su capital de 8 millones a 20 millones de pesos,
con lo que aumentó considerablemente la emisión de dinero: de 42 millones en
1883 a 75 millones en 1885. Sin embargo, en 1885, de resultas de la gran
demanda de oro gracias a un déficit de la balanza de pagos y a una política de
expansión crediticia, el Banco Nacional, temiendo que se agotaran sus reservas,
pidió al gobierno que suspendiera la convertibilidad de sus billetes. El gobierno
accedió a la petición y pronto hizo extensiva la suspensión a los otros bancos de
emisión. Argentina volvió así al sistema de papel moneda no convertible. Al
amparo de las disposiciones de la ley de bancos garantizados de 1887 se multipli-
caron los bancos en el interior, donde el patrón plata había dominado hasta
entonces. Fueron un factor importante en el incremento de la circulación que
llegó a 163 millones de pesos en 1889.
A diferencia del sistema de Estados Unidos, en el cual se basaba, el arreglo
de la ley de bancos garantizados de 1887 que se creó en Argentina no implica-
ba el respaldo total del gobierno para todos los billetes en circulación. La ley
requería que los bancos comprasen títulos de la deuda pública a cambio de oro.
El banco recibiría entonces del gobierno una emisión de billetes equivalente a sus
respectivas compras de títulos. Sin embargo, el principio de un circulante nació-
30 HISTORIA DE AMÉRICA LATINA
En 1891, en plena crisis financiera, Allois Fliess hizo los comentarios siguien-
tes en un informe que presentó al ministro de Hacienda, Vicente López:
cias importantes. Entre 1895 y 1914 el crecimiento fue mucho mayor en la región
pampeana de Córdoba que en la provincia de Santa Fe. Esto se debió a que el
desarrollo de Santa Fe tuvo lugar mucho antes y la provincia ya había alcanzado
una extensión significativa en 1895. La diferencia radica en que aparecieron más
mercados primarios en las nuevas zonas de Córdoba, que estaban vinculadas a
la región general de las pampas y no a la tradicional zona del norte, donde hubo
poco desarrollo, si es que hubo alguno.
Las características tecnológicas de los cultivos produjeron efectos considera-
bles en la economía. El hecho de que fuesen más intensivos en trabajo dio
origen a una distribución más favorable de la renta. También fue la causa del
asentamiento de trabajadores en las zonas rurales, la instalación de diversos
medios de transporte y la aparición de varias actividades que proporcionaban
bienes y servicios a la población rural. El resultado fue la formación de centros
urbanos en los distritos rurales y de un mercado en el sector rural, que antes no
existía. Los ferrocarriles enlazaban los mercados del interior con los mercados
urbanos de la costa y de esta manera acabaron creando un mercado nacional. Al
hacerse el censo de 1914, según su estimación la producción local ya satisfacía
un elevado porcentaje de la demanda nacional, alrededor del 91 por 100 de los
alimentos, el 88 por 100 de los textiles, el 80 por 100 de la construcción, el 70
por 100 de los muebles y el 33 por 100 de los productos metalúrgicos.19 La
demanda local empezó a competir con los mercados extranjeros por los alimen-
tos de producción nacional.
Vemos, pues, que el crecimiento no estuvo sólo limitado al sector de expor-
tación. La demanda nacional creció dados los procesos relacionados del creci-
miento de la población rural, la urbanización y la mejora de los medios de
comunicación interna. El aumento del número de asalariados y el alza de los
ingresos reales fomentaron el crecimiento del mercado nacional y de las oportu-
nidades de invertir en el país: en los transportes y el comercio, en la construc-
ción, en la preparación de alimentos y en la producción textil.
Algunas de estas actividades, tales como los servicios y la construcción, sólo
podían abastecerse locaimente. Otras, se abastecían en primer lugar por medio
de las importaciones. Sin embargo, cuando los costos del transporte hicieron
que el precio de los bienes importados sobrepasara el de los de producción local,
nació un poderoso incentivo para la producción local, incentivo que era todavía
mayor cuando se empleaban materias primas baratas obtenidas locaimente. La
ubicación de la industria era determinada por varios factores: 1) el emplazamien-
to de las materias primas (harina, vinos, azúcar); 2) la existencia de un puerto de
salida a los mercados de ultramar para la carne congelada; 3) la existencia de un
puerto para el abastecimiento de combustible, materias primas o suministros
importados, y 4) la existencia de mercados con mayor densidad de población y
mayor capacidad de consumo.
Alrededor del 30 por 100 de toda la industria nacional y de las inversiones en
la fabricación se hallaba concentrado en la Capital Federal. Entre 1895 y 1913
esta preponderancia tendió a disminuir, del 35,1 por 100 en 1895 al 21,1 por 100
en 1913, en lo que se refiere al número de industrias, y del 36 al 30 por 100 en
CONCLUSIÓN
El rasgo más destacable del periodo 1880-1912, con la excepción de los años
1890-1895, fue el rápido crecimiento económico. Todos los indicadores señalan
una tasa media de crecimiento anual de más del 5 por 100 a lo largo de los tres
decenios, lo cual distingue este periodo de cualquier otro de la historia argenti-
na. Con todo, no fue sólo una cuestión de crecimiento. Se produjeron al mismo
tiempo cambios importantes que modificaron la faz de Argentina y cambiaron el
carácter de su economía.
En vísperas de la primera guerra mundial, Argentina, con casi ocho millones
de habitantes, había dejado de ser un país relativamente atrasado para transfor-
marse en un país moderno. Los espacios vacíos de las pampas se habían poblado
y 24 millones de hectáreas estaban dedicadas al cultivo, comparadas con menos
de medio millón 40 años antes. Se había formado una inmensa red de poblacio-
nes en las zonas rurales y se había construido una extensa red de ferrocarriles
que sumaba 34.000 kilómetros de vía en 1914, lo cual había permitido el
movimiento de población hacia el interior del país y el desarrollo de un mercado
de factores de producción y bienes a nivel nacional. Además se habían construi-
do puertos para facilitar la entrada y salida de mercancías y personas, y se había
dado un gran ímpetu a la construcción urbana.
20. Ángel M. Quintero Ramos, Historia monetaria y hancariii </<• Ary.cnlina (1500 1949),
México, 1970.
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