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Comedor Parroquial San Francisco Javier. “Alimentando la esperanza”.

“Tuve hambre y me dieron de comer”. Mt 25,

Vivimos en la paradoja de una sociedad que por una parte derrocha y por otra muchas
personas pasan necesidad y concretamente por alimentación, tenemos casos de personas,
niños que han fallecido de inanición y hay una población igualmente vulnerable y son
nuestros adultos mayores que para nuestra sociedad se han convertido en una carga, incluso
en algo para descartar porque ya no son productivos, desconociendo otras facetas y
cualidades de la etapa de la adultez mayor y cómo ésta debe vivirse también en plenitud y
con dignidad; esta realidad a gran escala es cercana también a nosotros, no hay que ir a
otras latitudes del planeta, aquí mismo en nuestro gran litoral Pacífico podemos percibir
esta complejidad.

Es así que en el año 2018 en la Parroquia San Francisco Javier, ubicada en el Bajo Calima,
corregimiento de Buenaventura, Valle, se dio inicio a una labor respondiendo a una
necesidad sentida en dicha comunidad de parte de los adultos mayores, muchos de ellos
pasan dificultad para poder tener alimentos, otros están a merced de los vecinos de buena
voluntad que les pasan un plato de comida. De allí que por iniciativa del Párroco Carlos
Alberto Marín, junto con el apoyo de señoras de la comunidad parroquial se dieron a la
tarea de recolectar alimentos y de prepararlos para brindarles un almuerzo todos los jueves
a los adultos mayores de esta zona rural y que se pretende brindar un espacio más integral
con atención humana, que promueva también a nuestros adultos mayores a vivir un espacio
digno, que en muchos aspectos es descuidada por los entes gubernamentales, y que allí
donde falta el ente gubernamental, la Iglesia bajo el principio de subsidiariedad se hace
presente en medio de las precariedades y limitantes que presenta la zona del Bajo Calima,
esta iniciativa surge brindando un signo de esperanza, no es la solución a toda la
problemática de salud alimentaria que se podría presentar, pero si va siendo un aliciente en
medio de la necesidad, aun mas cuando pasamos por una situación pandémica que va
agudizando muchos sectores y en donde los más afectados son los pobres y los adultos
mayores.

Hemos contado con el apoyo de muchos comerciantes de la zona urbana de Buenaventura,


de pueblo nuevo concretamente que brindan su apoyo generoso de manera silenciosa,
también por medio del Banco de Alimentos Diocesano promovido por nuestro Obispo
Monseñor Rubén Darío Jaramillo, hemos fortalecido la minuta los almuerzos, también
personas de tiendas, locales a quienes les manifestamos nuestra más profunda gratitud,
porque la gratitud es la memoria del corazón y en esta obra hacemos efectiva aquella
premisa imperativa que nos hace el Señor en el Evangelio: “Tuve hambre y me dieron de
comer”, allí manifestamos nuestro amor al pobre, descubriendo en ellos el rostro sufriente
de Cristo.

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