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Universidad Nacional sede Bogotá

Programa: Sociología

Asignatura: Indicadores sociales

Presentado por: Adriana Barajas Moreno; Natalia Hernández Mahecha, Rodolfo


Stiven Martínez González; Geraldine Oriana Mantilla Nuñez

Breve crítica a los lineamientos de la ACFC

EnDurante este documento analizamos los lineamientos de política pública dirigidos


hacia la Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria (ACFC). Para empezar, es
importante señalar cuál es el propósito bajo el que esta se inscribe. Esta iniciativa se
encuentra circunscrita dentro de la Reforma rural integral (RRI) que se propuso
durante el acuerdo de paz del 2016, en el que se buscaba dar solución a dos
problemas estructurales: el primero es la pobreza extrema rural y, el segundo, la
brecha de desigualdad entre el campo y la ciudad. Para lo anterior, se buscaba
estimular la producción agropecuaria y la economía solidaria y cooperativa.

Reconocer esos dos problemas, implicó señalar que hay una población campesina
en condiciones de vulnerabilidad no sólo en términos de bienestar social sino en la
posibilidad de articularse a cadenas de comercialización y producción 1. Sin
embargo, este problema no es novedoso para el país, por lo cual a esta reforma la
antecede otras reformas rurales y la caracteriza el reconocimiento de la estrecha
relación entre el conflicto armado y la disputa por la tenencia de la tierra, donde las
comunidades campesinas e indígenas han tenido que enfrentar procesos de
defensa sobre sus territorios.

La RRI ha tenido tres problemas sustanciales en su implementación: primero, la


falta de integralidad, segundo la pérdida de énfasis del sujeto principal sustentado
en la economía campesina, familiar y comunitaria y, tercero la transgresión del

1 Véase las 9 problemáticas de la Sentencia del 2020, donde se establece cómo la


ausencia de infraestructura, institucionalidad, estímulos, información, entre otras
afecta la agricultura colombiana, pero sobre todo a los pequeños productores,
quienes se ven relegados en el mercado y su posibilidad de insertarse y competir en
él.
enfoque territorial (Aristizabal et al, pg 26) . En este análisis se verá como estos tres
problemas parecen persistir en la ACFC, no sólo en su implementación, sino en la
formulación misma de algunos ítems. Así, el primer elemento que debe analizarse
es la coherencia que existe en ese reconocimiento de una población campesina en
desventaja, protagonizada por pequeños productores y las garantías que ofrecen los
lineamientos de la política en su focalización.

En el documento que presenta el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural sobre


la versión resumida y gráfica de los lineamientos estratégicos de política pública
para la ACFC, hay dos dilemas: no hay una definición exacta del campesino, y al
tener objetivos sin indicadores, no se puede tener una veeduría de los resultados de
esta política pública. Referente a lo primero, se puede ver que se toman en cuenta
las personas que poseen la tierra, pero se ignora a las personas que solamente la
trabajan, y que no la poseen. Considerando como único sujeto de ayuda,
campesinos propietarios que se encuentran ligados a la producción agrícola o que
han tenido problemas con la formalización de la tenencia. Así no habría una
propuesta para la redistribución de tierras en general, privandose de los beneficios
en superación de pobreza que esto podría implicar.

De la misma forma, en los criterios para ser parte de la ACFC, no se establecen


filtros claros que garanticen la participación exclusiva de pequeños campesinos o
asociaciones. Pues se establecen tres criterios, donde el primero es sobre un
predominio de actividades agropecuarias, pero no tiene un parámetro de cómo
constatar esa predominancia; el segundo es sobre una predominancia de la mano
de obra familiar o comunitaria, aunque este sí tiene un parámetro ( por unidad
productiva, la fuerza de trabajo deber ser de un 50% o mayor de tipo familiar)
creemos que es insuficiente pues es el único que pareciera blindarse de propietarios
acaudalados que quieran acceder a los beneficios crediticios, por ejemplo. Y los
otros dos criterios son sobre la homogeneidad de los cultivos, y tener que residir en
la zona donde esté la finca y depender de los recursos que esta genere.

Habiendo mostrado coómo la definición de campesino es insuficiente, es pertinente


explorar como la de “mujer campesina” también lo es. Aunque los lineamientos de la
ACFC reconocen el asunto de género como una problemática a resolver, se ve de
una forma superficial ya que en los objetivos planteados no se tiene en cuenta este
enfoque de género, como crítica a esto se puede decir que, si bien, reconoce el rol
productivo y reproductivo de las mujeres, y en esa medida su papel fundamental en
el desarrollo y la economía rural, esto no se ve en los ejes de acción.

Siguiendo las recomendaciones de Romero et al (2014) un enfoque de género


permite que se desarrollen soluciones sostenibles para las mujeres a quienes se les
ha devuelto sus tierras que, entre otras cosas, incorporen el derecho de las mujeres
a tener acceso a los recursos productivos, como las semillas, el agua, etc. Así
mismo, posibilita eliminar las barreras jurídicas y consuetudinarias que impiden la
propiedad o el acceso a la tierra, los recursos naturales, el capital, el crédito, la
tecnología y otros medios de producción, así como las diferencias salariales, las
cuales contribuyen a obstaculizar el progreso económico de la mujer. También
reconoce que la mujer contribuye al desarrollo no solo mediante su trabajo
remunerado sino también mediante una importante labor no remunerada 2.

En contraste, la ACFC se limita a determinar la discriminación de la mujer rural en


tres factores: el primero por ser rurales;, la segunda, por ser mujeres;, y, la tercera,
relacionada con el impacto diferenciado y desproporcionado de ciertos fenómenos
violentos; cuyas discriminaciones se ven reflejadas en el bajo acceso a bienes y
servicios públicos. Lo anterior sin tener en cuenta la discriminación doble o triple que
se puede interceptar sobre los sistemas de opresión como sexo/género, raza y
clase, así que no se reconoce las necesidades diferenciales de mujeres en su
diversidad rural, por lo que es necesario un enfoque que aborde campos como la
salud, educación y empleo dirigidos a mujeres indígenas y afrodescendientes,
además de protocolos adecuados para garantizar su participación en la toma de
decisiones que afectan directamente a sus derechos económicos, sociales y
culturales. Pues las medidas de la AFC se limitan a fomentar el liderazgo de

2 En las que se incluye la labor doméstica y la labor comunitaria no remunerada, como el


cuidado de los niños y de las personas de más edad, la preparación de alimentos para la
familia, la protección del medio ambiente y la prestación de asistencia voluntaria a las
personas y los grupos vulnerables y desfavorecidos
mujeres, líneas de crédito para ellas y ya, quedando los problemas mencionados en
el aire.

En cuanto a la implementación de los lineamientos se puede ver una posible falta de


seguimiento a estos. Lo anterior, por una falta de indicadores de gestión y producto,
pues en los proyectos que se hacen en la zona rural se plantean únicamente unos
objetivos y, no se menciona el proceso de cumplimiento que este lleva, ni los planes
concretos a ejecutar, ni sus expectativas de resultado, quedando la posibilidad de
ambigüedad3. Esto último es problemático porque en el análisis a la implementación
de la RRI, se evidencia que la voluntad política de los dirigentes no siempre busca
respaldar a las poblaciones vulnerables, por lo cual una ausencia de indicadores
flexibiliza el incumplimiento de estos4.

Además de no haber indicadores de gestión y de producto, los lineamientos no


muestran un tiempo de resolución para las metas planteadas, y tampoco se tiene en
cuenta la financiación para estos proyectos. Frente a esto último, cabe resaltar que
los incentivos a la población rural, se ven reflejados en una democratización de
microcréditos. Y que las “finanzas solidarias” se traducen en la flexibilización, en
cuanto a extender los plazos de pago, la introducción del Banco agrario, y la
diferenciación de algunas poblaciones, como las mujeres, para la obtención de esos
créditos[1] . No habiendo una figura de subsidios o dotación de maquinaria sin
compromiso de deuda. Este punto es problemático, si se tiene en cuenta que la
población de base, como se describe en la RRI, son personas en condiciones de
pobreza, que por su falta de incursión en el mercado no tienen el capital para
sostener esos créditos sino es a costa de endeudamiento.

Otro punto que queremos mostrar es como los microcréditos que se ven planteados
en los lineamientos rompen la estructura económica local, esto se debe a que los
microcréditos generan un obstáculo financiero y, a su vez, el pequeño campesino se
ve en la necesidad de adquirir microcréditos que tienen como problemáticas que no
hay una decisión sobre las tasas de interés y la acumulación de los intereses a los
3 Esta ambigüedad ya se ha visto en otros proyectos de la RRI, donde se han atribuido resultados al
acuerdo de paz cuando en realidad pertenecían a reformas anteriores.
4 <<En segundo lugar, hay un paulatino desmonte de la concepción establecida en el Acuerdo sobre
el sujeto principal en la RRI [...]. Las infructuosas iniciativas legislativas promovidas por el gobierno
Santos se orientaron unívocamente a promover condiciones de seguridad jurídica para los
inversionistas menoscabando, al tiempo, los territorios destinados a las poblaciones campesinas y
étnica>> (Aristizabal,et al Pg 27)
campesinos. Otra forma de ver estos microcréditos tiene que ver con el monopolio
que tienen las entidades financieras sobre una nueva población bancarizable y,
como se muestra como condición necesaria para el pequeño campesino el entrar en
las dinámicas neoliberales para poder acceder a ayudas.

Como tampoco se tiene una solución ante la falta de infraestructura que pueda
conectar el campo directamente con la ciudad o la posibilidad de que un campesino
pueda sacar su cosecha a la venta de mercados cuando este no tiene los recursos
físicos y/o económicos para el transporte de sus productos, ignorando la situación
de pequeños agricultores, que, a pesar de tener tierra propia para cultivar, sus
medios económicos y de maquinaria impiden que este cultive y pueda vender su
producto. , Aal respecto, en la ACFC los recursos ofrecidos por el Estado se limitan
a líneas de créditos, campañas pedagógicas de finanzas o que incentiven el campo,
acompañamiento jurídico para la formalización de tierras, pero no hay propuestas
alrededor de esos recursos físicos que permitan dinamizar la agricultura comunitaria
.

Por la ambigüedad de los objetivos planteados no se menciona qué institución es la


que debe ejecutar los proyectos, no habiendo, por ejemplo, una articulación con los
planes de ordenamiento territorial. Desde lo sugerido por Aristizábal et al, este tipo
de planes se ejecutan únicamente desde el plano municipal, sin tener en cuenta la
construcción de ciertas comunidades, que se ubican en unidades territoriales
distintas. Esto último muestra nuevamente una interseccionalidad que se queda
corta para la ejecución en comunidades indígenas, por ejemplo.

Como conclusión, queremos mostrar que los lineamientos que analizamos muestran
un discurso que va enfocado a la mitigar la pobreza y desarrollar al atrasado campo.
, Ssin embargo, en cuanto a los objetivos que presentan, solo se puede ver como
único sujeto de ayuda al campesino que sea propietario de algún terreno y, la única
forma que muestran para lograr estos objetivos son por medio de legalizar los
procesos de propiedad y microcréditos que al final terminan empobreciendo aún
más al campesino al hacerlo dependiente financieramente y, por otro lado,
rompiendo con la articulación local de los territorios. Esta reflexión nos deja un
cuestionamiento sobre si hay una relación entre las entidades que facilitan estos
microcréditos, con quienes están ejerciendo las reformas que plantean estos
objetivos en los lineamientos. (Muy buena pregunta) Lograron desarrollar y
documento claro y bien argumentado en sus puntos críticos. Podrían apoyarlo con
algunas cifras sobre la financiación del campo y animarsen a presentarlo a UN
periódico.

Bibliografía

Ministerio de Agricultura. (2017). Lineamientos estratégicos de política


pública Agricultura campesina, familiar y comunitaria ACFC.

Sandra Naranjo Aristizábal, D. M. (2020). CUADERNOS DE LA


IMPLEMENTACIÓN 6. Bogotá: Zetta Comunicaciones S.A.S.

Ingrid Paola Romero Niño, J. C. (2004). El Derecho a la Alimentación


y nutrición adecuada de las mujeres: una ampliación de
horizonte hacia la construcción de una ciudadanía plena. FIAN

Bateman, M. (2013). La Era de las Microfinanzas:Destruyendo las


economías desde abajo.

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