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Quizás más de una semana estuve alejado de la

oración, sabía que tenía que tener esa intimidad, sabía


que tenía que ir a ese lugar y pasar tiempo con Dios;
pero simplemente perdía el tiempo en cosas como la
tv, el teclado, el teléfono, o cualquier otra cosa.

Mientras tanto mantenía ese tipo de comunicación


como en esas relaciones que son bastante esporádicas,
en las que cada saludo tarda una eternidad.

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