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El desánimo, un lugar que abandonar

Recuerdo hace años atrás, donde viví un tiempo en el cual mis padres junto con
mi hermano tomaron la decisión de mudarse a San Cristóbal, estado Táchira,
mientras que yo por el contrario me quedé a vivir un tiempo en Barcelona,
estado Anzoátegui. Suelo recordar que viajaba hacia el Táchira en bus en cada
temporada vacacional, como lo es el mes de diciembre, y recuerdo que, en
cada viaje, una o dos veces quizás, el bus hacia una parada en algún lugar del
camino, en donde teníamos que aprovechar a desayunar o a almorzar, ya que
el camino que teníamos que recorrer era bastante largo, y luego simplemente
teníamos que regresar al bus, y continuar nuestro camino hasta llegar a la
ciudad a donde nos dirigíamos.
Les cuento este pequeño fragmento de historia, porque pienso que, debería
suceder exactamente igual en nuestras vidas cuando se trata del desánimo.
El desánimo es un lugar en el camino
con el que muchos frecuentamos, es un lugar
que es imposible de evitar.
Todos y cada uno de nosotros hemos tenido desánimos en la vida, pero es
simplemente eso, sabes, un lugar en el camino que debemos abandonar.
No está mal vivir un poco de desaliento por causa de un proceso, alguna
dificultad o problema, pero si estaría mal quedarnos estancados en ese lugar
viendo cómo se va el bus que nos lleva hacia nuestro verdadero destino.
Es bueno recordar que Dios siempre está a nuestro lado ayudándonos y
diciendo: No desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi Justicia ISAIAS 41:10

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