Está en la página 1de 4
asf que pasaron cinco afios corriendo y quedindose de recuerdo en las rayas de mal pulso que el agua dejaba en muros y reclusorios, el aire en los cuadros de"papel tapiz més vivo de color tras las pinturas, los espejos, los calendarios, los titulos profesionales o las cajas fuertes ado: sadas a la pared. En las desportilladas de pozuelos cocineriles, en las descarapeladas y astilladeros de altares parroquiales, mostradores de telas, cueros, vasijas, granos, pomos con chiles chipotles, caramelos rellenos, hostias encajetadoras, botellas de sodas de sabores y cuanto hay para la venta libre de objetos de absoluta ingente necesidad. En los entrepafios de los ojos de las cuarentonas mujeres que sienten que la cosa avanza, en las islas cafés que salen en los torsos de sus manos como letras por cobrar de Ia edad, en las panzas que no habia en nietos que ya no lo son y que chochean y renquean, en las calificaciones de nifios que se portan bien al fin de cursos, en la sordera provisoria de los curas confesores, en los humores de viudas que ya no cogen y de rabos verdiosos que si cogen, en las bancas de fierro del jardin principal que se enchuecan de algin lado por la fuerza de manos que mastuerzan 0 duras asentaderas de boleadores, rehileteros, charamusqueros, chamoiseros, mascareros sabatinamente glo- riosos, judaicos juderos, matraqueros, vendedores de huesos labrados en el presidio, queseras, galleteras, alegriaderas, verdeperoneras con sal, jicameras enchiladas, paletas de vain. Maexpendedoras, y el faunerio de vendedores en bangueta, que reposan un rato en las bancas de fierro del jardin principal, calmando ansias de mejor morirse que cambala- chear por niqueles de a mentiras su tradicional mercancia a los rotos y a los catrines, duefios de las bancas de fierro del rdin principal en donde se aplastaban a ver pasar a la gente ya hacer picadillo la honra caliente de los demés, figirate ti que anoche. En los libros de cuentas de los pobres y de los Ficos, en los libros de rayas de las minas, en los libros de De ausencia @ Maria Luisa Mendoza debes y haberes del comercio principal, en los libros de inscripekin de escuelas para impudientes y colegios para herederos, en las suscripciones vencidas a las revistas honora- bles, como Atalaya, revista moral para familias, en todos y cada uno de los libros para escribir en ellos niimerus y letras y recuerdos y mentadas de madre en contra del peor ‘enemigo al que hay que hundir para vengar el recuerdo de tu padre que te quiere y no te olvida. En los hocicos circunda- dos de canas de los pencachos caseros, en el trote cansinudo de los caballos de casa y de coche y de tranvia y de labor, y de servicios militares y municipales y agronomos y policiales, En las abolladuras de las vias de tenes tranvias y carretas pedreras hundidas en las minas, nivel dieciocho, en la sombra cargada de las copas de los irboles que crecieron con el tiempo, en los cuartos de azotea multiplicados para la servidumbre, en las goteras, hoyos, cuarteaduras, desvenci mientos, hendiduras, dadivosidad al catre de las casuchas de Jos que no tienen ni en qué caerse muertos. .. y asi El tiempo que es un cabrén, en primera instancia, dejaba firmas y recordaderas por todos lados, y In ciudad, que si bien era libre y soberana, contante y sonante, sufrié entre ‘otras cosas del orden fuera de lo comiin, ademés, construc: ciones de hundimiento: venas bajo la tierra hasta la pared de enfrente, de miiltiples minas; tineles para desalojar el agua, més arribita; caminos pluviales estilo g6tico humildemente, para toda clase de cacas y miados y lo que se aman aguas nnegras. También se construyeron agujeros mucho menos profundos, de los que iban brotando los tallos de las nuevas casonas y templados templos de buen temple, sinatorios, ‘cuevarios para recogidas y enfermas mentales, nifios expési- tos y madres solteras, prostitutas renegadas del acostin 0 tisicos y sifiliticos y hasta leprosos desfalcados. Se empeza- ton a hacer planos para un futurisimo Teatro Judrez, ain décadas mucho antes de que Don Benito viniera al mundo, y n EEE hasta se pens en un aerédromo en el certo del Dado que Juego se desechd, con el maldito tiempo, para dedicar la prominencia aplanada a la imagen del Sagrado Coraz6n, que les encantaba a pueblo y autoridades. Con el tiempo, digo, hasta decidiése, para més adelante, convertir las guias caque- tiles, descacadas, claro, en calles turisticas de a mentiras para que dieran serenata por ellas grupos de estudiantes; institu- yyose el inglés en los decentes centros docentes a fin de dliviar las urgencias linguisticas de proximas colonizadoras gringas que iban a llegar veraniegamente. Alguien propuso los hot cakes y los hot dogs como viandas nacionales, y las fincas de los elegantes fueron ordenadas pa’luego es tarde en hoteles, moteles, we speak english, bancomitic, national ex- press, traveler checks, hoy no se fia mafiana si, no se prestan cascos, conferencia de tres minutos un toston, eviteme la pena de negarle si me pide fiado, traiga su cambio en la mano, pague en la caja, etc. Las Variaciones sobre el same theme curaron no obstante un sin fin de penas y mottificaciones, como result del nuevo reglamento para el uso de las campanas, procesion de repiques, el cual viose reducido a pelones doce toquidos en la Hamada a misa, a cero bolitas de badajo en la noche y a nada de repiques a vuelo si no fuera por causa justificada a fuer de asi considerarlo las autoridades gubernamentales. Por culpa de esta amonestacion dos campaneros fueron a dar con sus neurosis de campanear a la cérce! de Papayitas, y uno de ellos acabé sus dias tocando la campana del cementerio que, por ser chiquita de boca no soportaba ordenamiento alguno y podia repiquetear desde que el muerto iba con las patas por delante de su velatorio rumbo alld arriba en donde el cementerio. con ¢- recibia a los sementales —con s enfiambrados ya los pobres, o a las sementadas y finadas 0 antisementeras monjiles, sefloritas aunque les cueste més trabajo. Pasaron, djule, un mont6n de cosas, por ejemplo el agua de la Presa de la Cazuela: vendidse a centavo los veinticinco litros; hubo un motin, por poquitito asi levantamiento, porque ni humo le echas circularon monedas de niquel y la gente reclamé entre encolerizada y bien espantada, pues ni las verduleras, ni las yerberas, ni los camiceros, ni siquiera Jos curas querian nada con los niqueles y los pretensos consumidores se quedaban noms con la mano queriendo pagar y la tarugada esa de niquel entre el pulgar y el indice ‘como pepino en sandwiche holandés. Hijole, hubo granizadas como pedradas, valga la obviedad, varias inundaciones, pero eso era pan de todos los dias perdonando la vulgaridad; una nevada, ésa si como en Paris, que volié mortaja a cuanto 28 hay, excusindose por la manida manfa metaférica, pero nada mds dur6 durita dos horas y que sale el sol y acaba con la magia de los venados y el jingle bell con epazote en lugar de muérdago. Un dia lovié ceniza, decian que del voleén de Colima, el mal aguero le cayé a la pobre sibdita italiana dofta Francisca Cosco de David, que corrié a mecerse del cogote en un mecate y murié ahorcada sacando Ia lengua como es de rigor. Don T. Castillo tuvo la osadia, por esas tardes, de treparse a una canasta de ropa ensogada a un globo de tela panzén por inflamientos de aire caliente, y subir al cielo en cuerpo y alma, desde el paseo del Berreador, y bajar con una mareada duradera dos quincenas, en el callején del Barrio Alto. En el segundo intento Castillo perecié sin dolencia al ser arrastrado su meneable aparato por una vena de viento y elevado a inimaginables alturas que ya habian apartado en Cabo Cafiaveral, y comprado, para inaugurarlas con doce cohetes Apolo, numerados, muchos afios después de la chiflanza de Don T. que se qued6 sin respiracién en la estratésfera y vio para siempre estrelitas verdaderas. Hubo maices un dia si y otro no, cuando faltaban se expedian de los Estados Unidos a precios médicos a pesar de tu superficie es el maiz. Quemése la sastreria La Huerfanita, clausurése la paleteria La Bella Jardinera. Y como no llovia en el campo y las mieces estaban de la fregada, y a todos les importaba todo un bolillo, por piedad, la Sociedad Filarmé- nica invité a un concierto gratis en honor de Cristobal Colén. La jaqueca de la revolucién no quitaba su dedo de las tablas de la ley, y cualquier borlote de gavilleros era reducido a cero sin mayor miramiento por aquello de aqui no queremos doctrinas exéticas, comuneros de porqueria. Las damas en los salones pugnaban por quitarse la soiré de guerrilla, y engalanadas hasta la hediondina lucian arriba su perla fina. Pasaba, como se ve, simplemente la vida, La vida de nuestra pequefiuela en cambio era de embarazo erénico, pero ‘no del que no es posible dejar de contarle los meses, que parecia que el buen Dios habiale dado la dicha de la mulada, © tal vez los limones exprimidos eran los agradecibles, los botones envaginados, los saltos de cama sin cama, el vil ‘mosaico para que me baje a ver si libro este mes, o a saber cuil trastorno intemo que ni mandado hacer ginecologico. El asunto es que Ausencia desde el domingo de como quien dice Pascua, conocié el divino don de la obra de varén con su Mister D. H., mayiisculas bordadas en las sibanas matrimo- iales de Dorothy, su legitima esposa (letras en el cabezal DHD) y que significaban Daher Hassid, que quiere decir por nn dos veces “el que se va", y que el Mister no usufructuaba, sino de tal palo tal astilla, nieto como era de arabes jinetes, radicados en Nueva York, elevadoristas de carga ambos, llamados precisamente cada uno Daher y Hassid Hald. Estiba- dores que descendian mundos de mercancfas de barcos extranjeros como ellos, a las bodegas de los muelles neoyor- kinos, 0 viceversa, Hasta que les dio por la venta de brillantes gracias a un contacto con un judio cuatisimo y rete padre, que ademés de ser buenisimo era misigino, ventajas de no tener hijos, ni mujer, ni perro que ladre, ni nada, quien agarré por su cuenta al par de turcachos ensefiéndoles a hablar correctamente el idioma inglés, conec- tindolos con el contrabando, embandindolos en la riqueza, y ensefiindolos a beber martinis secos en los bares del Times Square Bien aculturados los Halé hasta abrieron tienda por la Tercera dandole a la talacha legal de los brillantes hasta que ‘ Hassid le vino la ventolera de largarse a México, entre sollozos de su mujer de Brooklyn, a la que no queria llevar, nia ella ni a sus hijos medio mensos porque se agringaban a toda right away. Y asf pues, lejos Hassid, el Daher hermano, de aspecto rechoncho casi como si abueleara, quedése encar- gado del negocio, Su facha cuerveada en mucho era porque trafa eternamente chalecos y americanas de doble forro un poco por necesidad y tantito por recuerdo del antiguo oficio de correveypasa In fayuca, Llevaba a lo canguro entres de collares de brillantes ya montados, faltriqueras de brillantes, tiy-yos de brillantes y hasta un pendantiff de brillantes que iba a ser propiedad de las Gomitas con el correr del tiempo, vecinas de Ausencia Bautista ya para aquel entonces. Daher, al cumplir treinta alos, aposento cabeza con una empleadita de la casa a la que sacé de trabajar y engordé tres veces, anualmente, para en el desinflamiento tres nihas por aflo: Opalina, Ambar y Etur, niflas cumplidoras de vidas diversas, sin descendencia dos por causas de fuerza menor como el acostadero, y alianzada matrimonialmente Etur con Mister Robert Haller, también empleado de la negociacién, veinte aos después, y a quien Daher Halé concediéla sin’ mucho jaloneo, porque su Hali se parecia a su de él Haller y ademés la Etur se ajaba a ojos vistas, y sobre todo habia comenzado Daher a perder el apellido en el tréfico de los marchantes y dlientes, quienes uniformaban a jefe y segundén como los Haller, y el Hald se quedaba rezagado a s6lo un recuerdo de palabra jojalé! , que Daher repetia retdrico refiriéndose a Hassid, perdido en las selvas ensortijadas de un México que hablaba el espafiol del jojald! y habitaba a su hermano hasta impedirle unas letras noticiosas, en drabe, cuando més ‘© cuando menos, que su idioma de madre no lo habria oF vidado jojald! tury Boby Haller fueron muy felices al nacer su primogénito y solitario heredero, al que bautizaron como Daher y como Hassid, en memoria del difunto que ya era el primero y que colgé el caftén en la trastienda empeniado en labrar el haz y el envés de un diamante milimétrico, y del segundo que a sober en dOnde andara haciendo estropicios, y sin siquiera yendo a ver cOmo iban las cuentas de las alhajas, qué fin tuo Daher su hermano, qué fin tuvieron sus dos hijos de sucesivas defunciones, ultimos varones Halé neoyor- kinos, que dejaron a la tia Turquesa taranta y més gimotea- dora, recogida un tiempo al lado de las Halé doncellas, Opalina.y Ambar, solteronas, situacién legal que no le importaba a nadie y menos a ellas, descubridoras de bibliote- cas religiosas, defensoras de animalitos sin duefo, enfermeras de orfelinatos, intérpretes a cuatro manos de piezas para piano y, escondido, agazapado, un amor Iésbico de la una por la otra, mas fallido que un montafista asmitico

También podría gustarte